La obesidad cuesta miles de millones: sanidad, salarios, absentismo y transporte

Las personas obesas suelen faltar al trabajo con mayor asiduidad

El Economista.es
Un equipo de investigadores ha publicado un informe con datos no vistos hasta el momento sobre los costes que tiene en la economía la creciente tasa de obesidad entre la población de EEUU.

Los gastos médicos ligados a los problemas que causa la obesidad se han disparado, según publica Bloomberg. Pero no es este el único problema, parece que la productividad, los salarios y el coste del transporte también salen mal parados por culpa de los kilos de más.

Y es que en la actualidad el 36% de los estadounidenses son obesos, una cifra que supera el 30% alcanzado en 2002 y el 13,3% que se registró en EEUU entre 1960 y 1962. Según los especialistas médicos, para ser obeso el índice de masa corporal debe ser igual o superior a 30, un rango que cada día superan más norteamericanos.

En sanidad

Los gastos extra en sanidad son el coste directo que se puede observar y analizar con mayor facilidad. Según John Cawley, profesor de la Universidad de Cornell, la obesidad ha provocado que los gastos en sanidad fueran 316.000 millones de dólares más altos en 2010. De media, cada persona obesa ha incurrido en 3.508 dólares más en gastos sanitarios que una persona con un peso ideal.

La obesidad está directamente relacionada con enfermedades crónicas como la diabetes o los problemas cardiovasculares, cuyos tratamientos se encuentran entre los más caros. Los costes derivados de estas enfermedades están cubiertos o por el seguro de salud privado o por sistema de sanidad público, lo que significa que las personas delgadas están subsidiando a aquellos que sufren de obesidad: «Todos nosotros estamos pagando los costes», explica el profesor Cawley.

En el trabajo

Por otro lado, las personas obesas suelen faltar al trabajo mucho más que las que gozan de una buena salud y un peso adecuado, según Tatiana Andreyeva, directora de iniciativas económicas de Rudd Center for Food policy and Obesity. El coste de este tipo de absentismo laboral se cuantifica en unos 8.650 millones de dólares. Y es que los empleados obesos faltan de media 1,7 días más al año a su puesto de trabajo.

Además, los empleados obesos son menos productivos, lo que repercute sobre los resultados de la empresa. El resultado final suele ser un salario menor para todos los empleados para compensar la menor productividad de los trabajadores obesos.

Por último aparecen los mayores costes en el transporte. Según la Universidad de Illinois se consumen de forma anual mil millones ‘extra’ de galones (un galón son 3,7 litros) de gasolina por culpa la mayor carga que supone el transporte de los individuos con sobrepeso. Esto podría suponer unos 2.500 millones de dólares con los actuales precios de la gasolina.

El profesor Cawley cree que imponer mayores impuestos sobre los alimentos poco saludables no es la solución, ya que sería recortar la libertad de los consumidores. Además, dicha medida no aseguraría el resultado deseado.

Pero sí que se podrían tomar medidas de otro tipo, como fomentar y facilitar la actividad física desde edades muy tempranas. También sería positivo mejorar el acceso a la comida saludable.

Los pasajeros gordos no vuelan o pagan dos asientos

Kevin Chenais tuvo que volver de Nueva York a Europa en barco, porque la compañía aérea argumentó que sus 230 kilos no garantizaban la seguridad

Heraldo / Agencias
obeso_british_airwaysLa aviación comercial tiene, a veces, razones de peso para restringir la venta de billetes. Quien más quien menos ha sufrido alguna vez el fastidioso ‘overbooking’, pero pocos han vivido una peripecia como Kevin Chenais. Este joven francés, de 22 años y con 230 kilos a cuestas, se ha quedado en tierra porque British Airways se negó a venderle un billete a la vista de que era «imposible acomodar al pasajero con seguridad». Las modernas aeronaves, capaces de llegar a las Antípodas, cruzar el Atlántico o cargar en sus bodegas el equipaje de más de un centenar de viajeros, no pueden transportar a un gordo.

Embarcar en un avión se está convirtiendo en un incordio, y no solo por el miedo a volar o por los cada vez más tediosos controles de seguridad. De ello pueden dar testimonio Chenais y sus padres, que se disponen a tomar un barco desde Nueva York para viajar al Reino Unido, a la vista de la decisión de la compañía.

El pasajero vetado está aquejado de un desequilibrio hormonal que constituye la causa de su obesidad mórbida. El año pasado se trasladó a Chicago para ser tratado en la Clínica Mayo, donde le prescribieron un tratamiento que dura año y medio. A finales de octubre ya tenía las maletas hechas para visitar Europa cuando le dieron la mala noticia. La aerolínea no admitía la presencia de un pasajero tan obeso. Lo peor del asunto es que el viaje en barco no está exento de riesgos. Kevin Chenais precisa de forma continuada del suministro de oxígeno y está sometido a controles médicos periódicos. La travesía desde Nueva York a Southampton le obligará a estar embarcado una semana y limitará su vigilancia por parte de los especialistas que le atienden.

Sobra decir que Kevin tiene muchos problemas de movilidad, hasta el punto de que necesita una silla eléctrica para desplazarse. El mero hecho de bajar del tren que le llevó de Chicago a Nueva York exigió que el Consulado francés apoyara el montaje de todo un dispositivo policial y que el personal de la compañía ferroviaria Amtrak participara en la operación para bajarle del vagón.

«El viaje estuvo bien», aseguró un agotado Kevin, después de 21 horas de traqueteo, a la salida de la estación ferroviara de Pensilvania, en el interior del taxi que le trasladó junto a sus padres, René y Christina, a un hotel en Brooklyn, donde permanecerán hasta embarcar.

Después de muchos trámites y fatigosas negociaciones se arbitró una solución, aunque llegaba demasiado tarde. Las compañías Air France y Swissair se avenían a incluir en el pasaje a Kevin Chenais, pero la oferta se presentó cuando la familia había desembolsado ya tanto dinero, que no podía rascarse más el bolsillo.

El trayecto en tren hizo que se esfumaran 900 euros, mientras que los pasajes en barco de los Chenais exigieron adelantar otros 1.635 euros. Ser gordo no es ni mucho menos barato. Con todo, el que no se consuela es porque no quiere. A la espera de que el buque ponga rumbo a Southampton, la familia aprovechará su estancia obligada en Nueva York para hacer turismo.

Venden dos asientos de avión separados a un pasajero obeso

AFP
obeso-dos-billetesUn pasajero británico que fue obligado por la aerolínea a comprar dos billetes de avión por ser obeso no dio crédito a sus ojos cuando comprobó que los dos asientos que le habían asignado estaban separados.

En el trayecto de ida de Gales a Irlanda, una tarjeta de embarque correspondía a una butaca en pasillo y la otra en la ventanilla – en una fila de tres. A la vuelta se lo pusieron aún más complicado, pues sus dos asientos estaban en la fila 17 y en la 19 del avión, informa el Daily Mirror.

El hombre, de 43 años e identificado como Les Price, pesa 234 kilos. La compañía aérea, cuyo nombre no ha trascendido, obliga a los clientes a adquirir dos tickets cuando el peso del individuo supera los 127 kilos.