Se inaugura en la Comunidad de Madrid uno de los mayores centros en Europa dedicado a pacientes con obesidad

Con el motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra este sábado 4 de marzo, IMEO abre en Madrid uno de los mayores centros sanitarios en Europa, con más de mil metros cuadrados y una treintena de profesionales especializados en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad

·         A nivel nacional, un 16,0% de la población tiene obesidad y un 37,6%, sobrepeso, según la Encuesta Europea de Salud del 2020. La OCDE sitúa nuestro país al puesto número 15 a nivel mundial en obesidad adulta y al sexto en Europa[1].

·         En cuanto al exceso de peso entre la población infantil, España ocupa el tercer lugar a nivel europeo con mayor prevalencia de sobrepeso y el cuarto en obesidad[2]

Con el motivo del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra este sábado 4 de marzo, se inaugura en la Comunidad de Madrid uno de los mayores centros sanitarios en Europa dedicados a los pacientes con problemas de obesidad y sobrepeso. El nuevo centro cuenta con más de 1.000 m2 y 30 profesionales especializados en cirugía y seguimiento posquirúrgico, con un equipo multidisciplinar propio, formado por cirujanos endoscopistas y bariátricos, equipo de enfermería, psicología, nutrición y dietética, fisioterapia y entrenamiento físico personalizado. Además, el IMEO Instituto Médico Europeo de la Obesidad dispone de unidades especializadas en enfermedades crónicas y metabólicas, de fertilidad y en apoyo al paciente oncológico que le permiten abordar todos los problemas de salud asociados a la enfermedad.

“Contar con tecnología no invasiva de última generación nos permite detectar factores claves en el paciente como su eficacia metabólica, grasa oculta, perfil emocional y de estrés, mediante el registro de niveles de hormonas, como el cortisol, la serotonina o la dopamina. Gracias al avance tecnológico hoy podemos contar con un diagnóstico más completo y personalizado, que nos indica si existe cierto grado de compulsividad y adicción a la comida o un riesgo cardiovascular asociado a la grasa abdominal. Esto sumado a las técnicas laparoscópicas de cirugía “invisible” y el apoyo de un equipo multidisciplinar hace que los resultados en el abordaje de la obesidad sean muy prometedores”, señala Rubén Bravo, portavoz del IMEO.

Una pandemia silenciosa  

Uno de cada dos españoles tiene exceso de peso y uno de cada cinco menores es obeso[3]. La obesidad afecta más allá de lo que percibimos a simple vista (ver gráfico 1). “En concreto, aumenta la probabilidad de padecer una importante cantidad de problemas de salud asociados, como la depresión, la ansiedad o el deterioro cognitivo; 13 tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedades pulmonares crónicas; problemas articulares, hepáticos y del riñón; infertilidad, alteraciones metabólicas y hormonales o inmunosupresión”, enumera Bravo. Un peso corporal excesivo eleva la probabilidad de sufrir problemas de memoria o inestabilidad emocional y supone un incrementodel riesgo de demencia en edad avanzada. A nivel psicológico y social acarrea problemas de depresión, estrés, apatía, ansiedad, baja autoestima o sensación dediscriminación a nivel laboral y sentimental.

Las enfermedades cardiovasculares y del cerebro son primera causa de muerte en el mundo y sólo en la UE cobran la vida de 2 millones de personas cada año. El exceso de grasa puede obstruir las arterias e incrementar la presión arterial, así como generar insuficiencia cardíaca, ateroesclerosis, enfermedad coronaria o infartos. Es un factor que incrementa de forma exponencial el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o cáncer y podría altera la edad del corazón, envejeciéndolo hasta 10 años. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo y crece a ritmo silencioso de pandemia. Se estima que cada 15 kg extras aumentan el riesgo de muerte temprana un 30 por ciento, pudiendo la obesidad severa acortar la vida de 8 a 10 años[4]. Reducir su incidencia es un reto apremiante para las Administraciones y el sistema sanitario, ya que el gasto en salud de una persona obesa incurre un 25%[5] más que una persona normal. La OCDE calcula que tratar las complicaciones del sobrepeso se lleva el 9,7% del presupuesto sanitario español.

La eficacia de la cirugía invisible

En las últimas dos décadas, los diferentes profesionales sanitarios dedicados a ayudar a los pacientes con problemas de obesidad concluyen que se trata de un problema extremadamente complejo, donde la solución se debe buscar más allá de restringir la ingesta calórica y aumentar la actividad física.

Es por ello por lo que en los últimos años ha aumentado la eficacia de nuevos fármacos anorexígenos que ayudan a reducir el apetito y la compulsividad alimentaria, al igual que se han reducido los riesgos de la cirugía bariátrica pasando de cirugía abierta a cirugía laparoscópica.

Se han consolidado técnicas endoscópicas sin cicatrices externos visibles, como la reducción de la cavidad digestiva a través de boca, o Método Apollo Reforzado, con un riesgo quirúrgico casi inexistente y resultados muy prometedores, según se desprende del último estudio realizado por el IMEO sobre 109 pacientes y con una duración de 6 años, donde el 65% de los pacientes perdió entre 15Kg a 40Kg y el 78% mejoró su eficacia metabólica.

“Todos estos apoyos farmacéuticos y quirúrgicos deben ir de la mano de un seguimiento multidisciplinar combinado de médicos, nutricionistas y psicólogos para incidir realmente en un cambio profundo del estilo de vida del paciente”, recalca Bravo.


La obesidad se vincula a 13 tipos de cáncer

El cáncer es una enfermedad multifactorial, debido a la combinación de efectos genéticos y ambientales donde el exceso de peso es un agravante importante y posible causa de al menos 1,2 millones de muertes al año, según la OMS que lo relaciona con 13 tipos de cáncer: de mama, el colorrectal, de endometrio, riñón, hígado, vesícula biliar, ovarios, páncreas, gástrico, esófago, tiroides, mieloma y meningioma [6]. Tener exceso de grasa también eleva el riesgo de sufrir cáncer de próstata en los hombres y lesiones benignas y malignas en elútero de las mujeres, convirtiéndose en un factor que afecta la fertilidad.

Gran parte de estas enfermedades se podrían prevenir actuando sobre los factores de riesgo, entre ellos el sedentarismo y la alimentación poco saludable. Por ello, “el tratamiento nutricional es uno de los cuatro pilares para el tratamiento del cáncer, junto con el tratamiento farmacológico, psicológico y de actividad física”, apunta Inmaculada Luengo, nutricionista del IMEO especializada en pacientes oncológicos. “La obesidad puede llevar a una deficiencia de nutrientes esenciales, mientras que el cáncer puede provocar una pérdida de peso significativa. Un buen seguimiento nutricional evitará dichas deficiencias, consiguiendo una mejora del pronóstico. Además, se reduciría el riesgo de complicaciones y facilitará controlar el peso, reducir la inflamación y prevenir la aparición de recidivas”, argumenta. 

El tipo de cáncer que más se agrava por la obesidad es el de mama en mujeres post menopáusicas. Suele relacionarse con el exceso de peso, debido a que el tejido adiposo produce, por un lado, hormonas que pueden estimular el crecimiento de células cancerosas y, por otro, inflamación, aumentando así el riesgo para la paciente.  

“La pérdida de peso durante el tratamiento oncológico mejora el pronóstico, reduce los efectos secundarios y también el riesgo de padecer otras enfermedades. Sin embargo, es crucial que sea de manera lenta y progresiva, ya que la rápida bajada de peso puede generar debilidad, pérdida de masa muscular, disminución de la inmunidad y fatiga”, especifica Luengo. Al tratarse de una patología más agresiva y complicada, es más delicado al afrontarnos a dos enfermedades graves. Por ello, es fundamental que el seguimiento esté realizado por un especialista en nutrición y oncología para englobar ambos tratamientos.

El aumento de peso afecta la salud hormonal de la mujer

La mayoría de los casos de obesidad son de origen multifactorial donde interactúan factores genéticos, metabólicos, y ambientales. “Sin embargo, hay un 2, 3 por ciento de estos casos que se deben a patologías endocrinas, ya que este exceso progresivo de tejido graso puede producir de forma secundaria alteraciones en la regulación metabólica o secreción de distintas hormonas que son las que pueden llegar a ser reversibles con una bajada del peso”, señala Sonia Peinado, experta en nutrigenetica y salud hormonal en la mujer.

El sistema endocrino de hombres y mujeres actúa de forma similar, pero su regulación en las mujeres es más complicada porque los efectos de retroalimentación de distintas hormonas varían con cada etapa del ciclo menstrual. “Las hormonas sexuales de la mujer son las que marcan diferencias significativas en la protección frente a enfermedades cardiovasculares con respecto a los hombres. Así como los estrógenos en la etapa fértil, porque van a reducir el efecto cardiovascular por su acción antiinflamatoria y que además juegan un papel fundamental en el balance energético y de la regulación de la glucosa, produciéndose alteraciones metabólicas con un aumento del tejido adiposo y visceral cuando caen en picado en el estado fisiológico de la menopausia o cuando su función está alterada por algún trastorno, como el síndrome del ovario poliquístico”, indica la experta del IMEO. Con el fin de actuar desde la prevención para no desarrollar síndrome metabólico, la experta aconseja “controlar desde la alimentación y el ejercicio que haya un adecuado porcentaje de masa grasa y masa muscular que nos proteja, ya que las mujeres somos población de diana para poder llegar padecer osteopenia u osteoporosis en la edad adulta”. En estos casos también serían de ayuda “el tratamiento psicológico asociado para mejorar los niveles de estrés, complementos naturales como los ácidos grasos omega 3 que ayudan a reducir la inflamación, crononutrición que favorece la salud digestiva y una dieta adaptada para cuidar la microbiota intestinal que es uno de los principales reguladores de los estrógenos”, añade Peinado. Y más adelante, si ya está instaurada una problemática o una patología, sería lo ideal acudir a un centro especializado para poder realizar un tratamiento integral.             


[1] Después de Malta, Hungría, República Checa, Bulgaria e Irlanda, según datos de la OCDE. 

[2] Según una investigación de la Iniciativa de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI) en la Región Europea de la OMS.

[3] Datos del Ministerio de Sanidad.

[4] Según el informe de la OCDE sobre «La obesidad y la economía de la prevención».

[5] Obesity: update 2012 de la OCDE.

[6] Según el WHO European Regional Obesity Report 2022.

Permanecer sin empleo o inactivos durante 6 o más meses puede agravar el problema de obesidad

Las personas con problemas de sobrepeso que se quedan sin empleo o inactivas por alguna lesión durante más de seis meses tienen más probabilidades de alcanzar niveles de obesidad, alertan desde el IMEO 

Las personas con problemas de sobrepeso que se quedan inactivas por desempleo o alguna lesión por más de seis meses, tienen más probabilidades de engordar, alertan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). En concreto, pueden aumentar entre 10 y 15 kilos, que se añadirán a su exceso de peso, alcanzando así niveles de obesidad, según han observado en los últimos dos años en consulta desde el comienzo de la pandemia por COVID-19. Añaden que la incertidumbre laboral puede convertirse en importante fuente de ansiedad y estrés o, incluso, desencadenar depresión. Son factores que, asociados a una ingesta alimentaria excesiva y actividad física insuficiente, propician el aumento de peso corporal.   

“Las personas con sobrepeso y obesidad tienen más probabilidad de sufrir problemas de salud y trastornos psicológicos y a menudo sufren una discriminación silenciosa, ya que no sólo pueden ser descartados en una entrevista de trabajo por su aspecto físico, sino también corren el riesgo de ser despedidos por un mayor absentismo laboral”, señala Rubén Bravo, portavoz del Instituto.

“Es la mayoría de los casos de pacientes con obesidad, tenemos que recurrir a la cirugía para obtener resultados a largo plazo, y acompañar esta intervención con un tratamiento multidisciplinar que incluye apoyo nutricional y psicológico, logrando de este modo cambios importantes no sólo en la vida personal de la persona, debido al aumento de su autoestima, sino también en sus expectativas profesionales”, anota Bravo.

Desde el IMEO encuentran preocupante que la obesidad es señalada como una de las causas de absentismo laboral. Un estudio[1], realizado entre 174.000 empleados, dio la voz de alarma que los trabajadores con sobrepeso y obesos son más propensos a tomar una baja laboral por causas no relacionadas con el trabajo, independientemente si son metabólicamente sanos o no. En concreto, señalaba que los empleados con exceso de peso metabólicamente sanos tenían un 37% más de posibilidades de sufrir una baja laboral que los que tenían un peso normal; mientras que aquellos con diabetes, hipertensión o problemas de colesterol eran un 71% más propensos a sufrir una baja que los trabajadores no obesos.

Otra investigación ha sacado a la luz que las poblaciones con mayor número de personas con sobrepeso y obesidad en Inglaterra tienen tasas más bajas de productividad, señalando la obesidad como “una bomba de relojería económica y de salud”. En España, según datos del Ministerio de Sanidad, las Comunidades autónomas con mayores índices de obesidad son Andalucía, Murcia y Asturias. Curiosamente, la primera encabeza el ranking del desempleo para el pasado mes de enero con 21.048 nuevos parados[2].      

Cabe recordar que la obesidad severa, junto con algunos tipos de cáncer y males de corazón, está entre las enfermedades que podrían ser vistas como causa de incapacidad permanente[3], sobre todo si afecta las facultades del trabajador relacionadas con el desempeño de sus funciones. Además, a niveles más altos de obesidad, mayor probabilidad existe para desarrollar problemas metabólicos y psicológicos asociados, así como algunas comorbilidades. Entre ellas, diabetes, colesterol, hipertensión, problema de movilidad, depresión, ansiedad, peor calidad de sueño, tendencia de dolores y problemas articulares o musculares. Algunos estudios recogidos en diferentes metaanálisis incluso establecen que la obesidad aumenta más de un 50% el riesgo de padecer depresión, pudiendo ésta última también ser causa de sobrepeso.

Para ilustrar el estigma social y el miedo a convertirse en obeso se ha acuñado hasta un término, la gordofobia. Y no es para mucho menos, ya que en nuestro país una de cada seis personas adultas tiene problemas de obesidad, siendo mayor la incidencia[4] en las edades comprendidas entre 18 y 24 años y a partir de los 50, considerados períodos críticos a la hora de conseguir empleo. “Por lo tanto, no estamos ante casos aislados, sino ante un problema de salud pública que no puede seguir siendo marginado e infravalorado, ya que el pronóstico para 2030 es aún peor: según la OMS en España la enfermedad alcanzará niveles de pandemia”, recalca Bravo, reiterando la necesidad de más ayudas para su diagnóstico y tratamiento.


[1] Presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología en 2017.

[2] Según las personas inscritas en las Oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). 

[3] Según un informe de la Seguridad Social de España.

[4] INE: IMC por edad y masa corporal, del 2020.

Obesidad y Covid, una “bomba de relojería” de efecto retardado para el corazón

La coexistencia de las dos pandemias puede desencadenar problemas colaterales a nivel psicológico y cardiovascular, reduciendo la esperanza de vida de quienes las padecen, avisan desde el IMEO

Con el motivo del Día Mundial de la Obesidad que se celebra hoy, 4 de marzo, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) ha alertado que la coexistencia de estas dos pandemias, de obesidad y Covid-19, durante un período más prolongado puede comprometer la salud del corazón de quienes las padecen, dando lugar a una reducción de la esperanza de vida por sus secuelas físicas y psicológicas.      

En concreto, “el sobrepeso y la obesidad elevan el riesgo de hipertensión y ateroesclerosis y con ello, la probabilidad de sufrir infartos cardiacos y cerebrales; aumentan la resistencia a la insulina que acaba dando lugar a diabetes tipo II, cuyo desarrollo puede derivar en ceguera o amputaciones de miembros por isquemias; favorecen enfermedades respiratorias, como la EPOC o el asma; ocasionan problemas de articulaciones, hígado graso y trastornos mentales, tipo ansiedad y depresión, al igual que el riesgo de desarrollar cáncer”, enumera la larga lista de afecciones Rubén Bravo, portavoz del IMEO.  

“No olvidemos que hoy en día un adulto promedio tiene muchas más probabilidades de ser obeso que cinco décadas atrás”, prosigue el experto y señala como ejemplo China, que en los años setenta prácticamente carecía de obesidad y ahora encabeza la lista a nivel mundial, con cerca del 8% de su población, seguida  por Estados Unidos. “Una década atrás se temía que, si no se tomaban medidas, en 2025 uno de cada cinco adultos podría ser obeso y en España ya estamos al 22% en obesidad adulta[1], es decir, afrontamos un peor escenario y nos falta por evaluar otros problemas colaterales que han surgido a raíz del Covid-19 a nivel psicológico y cardiovascular y la relación que guardan con los mecanismos de un envejecimiento acelerado”, anota Bravo. Por ello, insiste, es fundamental tomar conciencia sobre la magnitud del problema y aunar esfuerzos para su adecuada gestión. 

El sobrepeso y la obesidad afectan al corazón y aumentan el riesgo de muerte prematura

En los últimos dos años la obesidad ha cobrado una mayor relevancia, debido a que el virus afecta a numerosos órganos ya debilitados, haciendo que aquellos que han padecido ambas patologías al mismo tiempo hayan visto aumentada su probabilidad de desarrollar síntomas graves e incluso, fallecer.

“El Covid-19 ha supuesto un grave riesgo para el corazón de los pacientes con obesidad que ya de por sí sobrecargado, es sometido a un sobreesfuerzo inherente a cualquier infección”, explica la nutricionista clínica Carmen Escalada. Esto favorecerá su envejecimiento prematuro, así como un peor pronóstico, ya que va a propiciar un mayor acúmulo de líquido en los pulmones que hará que éstos no ventilen bien y que la concentración de oxígeno que llegue al corazón no sea suficiente. Además, sabemos que el coronavirus tiene la capacidad de infectar el músculo cardiaco, pudiendo provocar una inflamación conocida como miocarditis que es aún más grave en pacientes con obesidad, ya que su órgano está más debilitado y su respuesta inflamatoria es más agresiva y desmedida.

Asimismo, cabe recordar que la obesidad afecta a nuestros genes favoreciendo el envejecimiento y la muerte prematura. Por un lado, acelera la disfunción celular, aumentando el riesgo de patologías como los infartos o el alzhéimer y la proliferación descontrolada de células, que puede dar lugar a tumores y, por tanto, al cáncer. Por otro, actúa como un catalizador de la velocidad a la que se acortan los telómeros de nuestros cromosomas. Puesto que ésta es, en parte, la que marca nuestra esperanza de vida, su mayor velocidad de acortamiento hace que envejezcamos antes. “Por todo esto, se estima que una persona con sobrepeso puede vivir de media de tres a cinco años menos que quien no lo padezca y, si tiene obesidad mórbida, la esperanza de vida puede bajar hasta diez años, exactamente la misma reducción a la que se expone un fumador[2]”, resume.

La angustia existencial que preocupa a los psicólogos    

A raíz de la pandemia de Covid-19, las sucesivas restricciones y cuarentenas, hemos experimentado una alteración en nuestra percepción del tiempo, pero no así de nuestra sensación de crecimiento. “Mucha gente tiene la sensación de haber envejecido más de la cuenta en este tiempo, como si su vida se hubiera paralizado, debido a que muchos de los estímulos que nos generaban una emoción positiva, ilusión o satisfacción se vieron cortados radicalmente, con lo cual nos vimos en un estado en el que no podíamos planificar más allá de un cortoplacismo en nuestras casas y cómo todos aquellos inputs de satisfacción se veían mermados”, explica la psicóloga del IMEO, María González.

Los psicólogos hablan de un tipo de angustia existencial muy frecuente en los pacientes últimamente, que a menudo se sienten impotentes por no poder cumplir sus propósitos o sueños, como independizarse, establecer una relación de pareja, conseguir ciertas metas laborales o viajar. En los casos más graves esta frustración puede manifestarse a nivel físico como aumento del peso corporal, ojeras y piel apagada, caída del cabello, fatiga y desgana. 

“En general, se trata de una especie de desmotivación vital, debida a la frustración de la persona por no haber cumplido sus principales objetivos y las consecuencias que ella piensa que les traerán, que suele ser felicidad y satisfacción, por lo cual a menudo llegan a volcar su angustia en la comida o en un aislamiento social voluntario, acompañado a veces con un descuido físico”, señala González.

Se explica con un error de perspectiva por confundir deseos con necesidades de modo que, si en este preciso momento no se logra lo propuesto, se da orden al cerebro de no disfrutar de la vida. Es importante mantener en estos casos una motivación elevada, planificar acciones y decisiones que nos pueden ayudar a conseguir un deseo sin confundirlo con una necesidad, explica la psicóloga, como aclarar a la mente, por ejemplo, que se desea tener una pareja, pero no se necesita para ser feliz en este preciso momento.

Asimismo, es muy importante combatir el sedentarismo, mantenerse físicamente activo y motivado, tener objetivos o propósito de vida y cierta sensación de manejo del propio tiempo, sin tener en cuenta factores como edad, estado económico, físico o de salud, ya que jamás nos va a beneficiar sentir que estamos delimitados o parados por alguna circunstancia. Una vez teniendo esto claro, se pueden empezar a valorar las acciones concretas que nos pueden acercar a estos objetivos. “Si en este preciso momento no podemos realizar el viaje de nuestros sueños a un destino exótico, se puede trazar un plan B con una escapada que esté a nuestro alcance para que nos ayude a experimentar la satisfacción que se siente al ensayar o la emoción de planificar un gran viaje. “Recordemos que el cerebro no diferencia entre lo que es real y lo que es imaginario a nivel de imágenes, por esto es muy importante no perder de vista los propósitos vitales y sobretodo delimitar


[1] Según el reciente estudio ENPE, publicado por la Revista Española de Cardiología.

[2] Según un estudio internacional publicado en The Lancet que analiza la relación entre los niveles de obesidad y muerte prematura.   

Por qué la obesidad es factor de riesgo en el 80% de los pacientes graves de Covid-19

El Economista

  • Es el principal factor de mal pronóstico en la infección por Covid-19
  • Además, solo el 50,9% de las personas afirma saber esta realidad
  • Es una enfermedad inductora de un estado favorecedor de trombosis

Un estudio realizado por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) revela que esta afección es un factor de riesgo para sufrir una hospitalización por Covid-19. «El 80% de lo pacientes que tuvieron formas graves de la infección por Covid-19, que precisaron intubación, ventilación mecánica en la UVI y/o fallecieron eran obesos», explica la doctora Monereo, Jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.

La también secretaria de la organización subraya que la «obesidad es el principal factor de mal pronóstico en la infección por Covid-19». Además, el estudio llevado a cabo por la SEEDO ha evaluado el conocimiento de la población sobre el peor pronóstico que tienen las personas obesas con Covid-19. Como informa el doctor Albert Lecube, «solo el 50,9% de las personas encuestadas afirma saber o haber escuchado que el exceso de peso puede ser un factor de mal pronóstico si desarrolla la Covid-19».

Este desconocimiento, además, asciende hasta el 67,3% de los encuestados más jóvenes (entre 18 y 24 años), se sitúa en el 70,7% de las personas que han ganado más de 3 kg durante el confinamiento y alcanza su máximo en el 80,5% de las personas sin ingresos. Por todo ello, afirma el presidente de SEEDO, «el riesgo que supone el exceso de peso en la Covid-19 debe ser difundido como medida preventiva que ayude a combatir la ganancia ponderal en nuestra sociedad».

Por qué la obesidad es un factor de riesgo de sufrir Covid-19 grave

La conclusión del trabajo de SEEDO va en sintonía con otros trabajos. Así, las conclusiones de un artículo de revisión publicado por especialistas de la Clínica Universidad de Navarra en la revista científica European Journal of Internal Medicine revela tambiénque los pacientes con obesidad presentan un mayor riesgo de contraer una covid-19 más grave y con ella crece también el riesgo de mortalidad.

En este estudio de casos reales los autores concluyeron que, a los pocos meses de iniciarse la pandemia, «ya existía evidencia sobrada del mayor riesgo que tienen los pacientes con obesidad de desarrollar una Covid-19 grave, así como de morir como consecuencia de la infección».

En cuanto a los cinco aspectos fundamentales implicados en la obesidad, se ha revisado la obesidad como enfermedad inductora de un estado favorecedor de trombosis, teniendo en cuenta que «los fenómenos pro trombóticos son una fuente importante de complicaciones en la covid», advierte el especialista. Además, la obesidad provoca un estado pro inflamatorio y una alteración hormonal, cuyo efecto final también induce inflamación.

Y al respecto apunta que los pacientes con covid-19 mueren, «no por el virus en sí mismo, sino por la alteración de la respuesta inmune que causa una respuesta hiperinflamatoria» que es, a su vez, responsable de la insuficiencia respiratoria que padecen los pacientes con covid grave, y «en un paciente con obesidad, con un estado inflamatorio ya existente, esa alteración inflamatoria de la covid es más fácil que se produzca».

La obesidad no fue una afección que priorizase en el plan de vacunación

Estas evidencias llevaron a la SEEDO y otras organizaciones a pedir que los pacientes obsesos fueran incluidos en el grupo de personas con enfermedades de riesgo, con el objetivo de que se priorizasen en la estrategia de vacunación. Sin embargo, nunca formaron parte de la lista, que se conforma de las siguientes afecciones. 

1. Trasplante de progenitores hematopoyéticos (alo y autotrasplante) en los últimos 2 años, o más de 50 años y/o menos del 80% de índice Karnofsky, independientemente del tiempo desde el trasplante. Unos 20.000 pacientes

2. Trasplante de órgano sólido (pulmonar, renal, pancreáticos, cardíaco, hepático, intestina) y en lista de espera para trasplante de órgano sólido. Unos 60.000 pacientes.

3. Tratamiento sustitutivo renal (hemodiálisis y diálisis peritoneal). 28.736 pacientes

4. Enfermedad oncohematológica en los últimos 5 años o no controlada y/o neutropenia severa (menos de 500 neutrófilos/mm3) independientemente del tiempo desde el diagnóstico. Unos 64.000 pacientes

5. Cáncer de órgano sólido: incluye los cánceres sólidos en tratamiento con quimioterapia citotóxica, de órgano sólido metastásico, pacientes que reciben radioterapia por tumores de localización torácica con riesgo de neumonitis (tumor esófago, radioterapia sobre metástasis pulmonares, etc). Unos 170.000 pacientes

6. Inmunodeficiencias primarias: todas excluyendo el déficit de IgA y el defecto de formación de anticuerpos. Unos 3.000 pacientes

7. Infección con VIH y con menos200 cel/ml (analítica de los últimos 6 meses). Unos 10.600 personas

8. Síndrome de Down con 40 o más años de edad (nacidos en 1981 o antes). Unos 10.000 personas

¿Bajar de peso puede curar el COVID prolongado en personas con obesidad?

Científicos de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, iniciaron una investigación ante la sospecha de que una dieta especial baja en calorías puede, al menos, atenuar los síntomas persistentes que sufre un importante número de pacientes recuperados de la infección por SARS-CoV-2

Infobae

El long COVID o COVID prolongado es la forma en que los científicos están definiendo a una serie de síntomas persistentes que presentan algunas personas tras haberse infectado con el virus SARS-CoV-2. Esto incluye debilidad, dificultad para respirar, fatiga y confusión mental, entre otros. Numerosas investigaciones se han iniciado para intentar comprender y hallar tratamientos para este mal, que puede durar entre 12 semanas y un año luego de superada la infección.

El Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) del Reino Unido han estimado que más de 2 millones de personas padecen o han padecido COVID prolongado ya que afecta al menos a una de cada 10 personas que contrajeron la enfermedad, incluido los jóvenes, una franja de edad con pocas posibilidades de enfermarse gravemente, y aquellas personas que han presentado síntomas leves durante la infección.

Aún no existe un tratamiento contra el COVID prolongado, pero las el NHS se vio obligado a habilitar clínicas en todo el país para atender a los afectados por esos síntomas, en muchos casos inhabilitantes.

Uno de los principales factores de riesgo del COVID-19 es la obesidad, ya que se ha demostrado que las personas obesas que contraen el virus presentan cuadros más graves y puede llevarlos a la muerte. Del mismo modo, investigaciones anteriores han demostrado que las personas infectadas que presentan demasiada grasa corporal tienen más probabilidades de sufrir long COVID.

Científicos de la Universidad de Glasgow inició una investigación porque sospecha que los cuadros de COVID prolongado en pacientes con obesidad podrían ser, al menos, atenuados a través de dietas estrictas y saludables que permitan el descenso de peso.

Las personas obesas a menudo tienen problemas de salud subyacentes, como presión arterial alta e inflamación, que las hacen más vulnerables a las enfermedades infecciosas en general.

El proyecto de los investigadores de la Universidad de Glasgow consiste en reclutar a 200 voluntarios con sobrepeso que hayan sobrevivido al COVID-19 pero se hayan visto debililtados por síntomas persistentes meses después.  La mitad de los pacientes serán sometidos a estrictas dietas de sopa y batidos de 850 calorías, y el resto continuará con sus comidas normales. Los síntomas, el peso y la calidad de vida del primer grupo serán monitoreados durante seis meses y comparados, antes de que los pacientes restantes se agreguen al esquema de pérdida de peso.La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”

El nuevo estudio, llamado Ensayo de Intervención Dieta Remota para Reducir los Síntomas de COVID prolongado, consistirá, de este modo, en someter a un grupo de pacientes a un régimen alimentario de «contrapeso» que es habitualmente prescrito por los médicos en Reino Unido para controlar la diabetes. Se trata de una dieta líquida de cuatro batidos y sopas al día, por un total de 825 a 853 calorías, dependiendo de los sabores que elija el paciente. Una vez que pierdan el peso suficiente, pasarán a una dieta basada en vegetales y carne con muchos ingredientes frescos. Los voluntarios podrán seguir el programa de forma remota desde sus casas.

David Blane, investigador clínico en práctica general y atención primaria de la Universidad de Glasgow, dijo respecto del estudio: “Estamos encantados de realizar esta investigación, trabajando en estrecha colaboración con las personas afectadas por COVID prolongado. Sabemos que las personas con COVID prolongado se sienten frustradas por la falta de opciones de tratamiento y apoyo disponibles en la actualidad”.

La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”.

Los científicos aún no han detectado qué está causando exactamente COVID prolongado, pero sospechan que el daño causado por el virus a órganos clave como los pulmones puede ser parte del problema.

En Reino Unido, más de 1.200 científicos habían recomendado suspender el levantamiento de casi todas las restricciones impuestas en el inicio de la pandemia, pero fueron desoídos y la medida se aplicó, tal lo previsto, el pasado 19 de julio. Los especialistas habían advertido que no sólo pueden dispararse los contagios, sino que eso haría aumentar los casos de COVID prolongado.

Una encuesta del Imperial College de Londres sobre 500.000 participantes descubrió que un tercio de los pacientes informaron al menos un síntoma de COVID persistente 12 semanas después de la enfermedad inicial. Los síntomas informados con más frecuencia incluyeron cansancio, dificultad para respirar, dolores musculares y dificultad para respirar. Al ampliar sus resultados a la población en general, los investigadores estimaron que dos millones de personas, o una de cada 30, habrán sufrido de COVID meses después de haber desaparecido la enfermedad. Dijeron que una cantidad aún mayor lucha contra los síntomas debilitantes durante varias semanas después de su infección por coronavirus.

El Imperial College descubrió también que el riesgo de desarrollar esa enfermedad poco conocida aumentaba a medida que las personas envejecían, en consonancia con la forma en que el riesgo de COVID-19 aumenta con la edad. Las personas que tuvieron cuadros de COVID-19 y debieron recibir atención hospitalaria fueron más propensos a sufrir síntomas duraderos. aseguró e incluyó, entre otros factores de riesgo ser fumador o vapeador, tener sobrepeso y vivir en áreas desfavorecidas.Datos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante mesesDatos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante meses

Datos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante meses.

Los síntomas más reportado han sido los siguientes: cansancio crónico, disnea (falta de aire), frecuencia cardíaca elevada, alucinaciones, insomnio, pérdida del gusto y olfato, nefropatía (daño renal), problemas de movilidad, dolores de cabeza, dolores musculares y fiebre.

Para aquellos con una enfermedad más grave, los investigadores italianos que rastrearon a 143 personas que habían sido hospitalizadas con la enfermedad encontraron que casi el 90% todavía tenía síntomas, incluida la fatiga, dos meses después de iniciados los síntomas de COVID-19.

Así engordamos en verano de media y se incrementa la grasa abdominal

Todo Disca, por Leticia Alvarado Pastor

El Instituto Médico Europeo de la Obesidad advierte que en verano se suele engordar entre 3 y 5 kilos y se aumenta gravemente la grasa abdominal

Alimentación consciente, estilo de vida activo y tiempo para descansar son los tres pilares fundamentales para disfrutar de un verano saludable y sin kilos de más. Según los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Estos advierten que en la época estival se suele engordar entre 3 y 5 kilos y se aumenta perjudicialmente la grasa del abdomen. Por lo que ofrecen algunos sencillos consejos a la hora de planificar las rutinas.

Según la experta en alimentación comunitaria y deportiva del instituto, Inmaculada Luengo, el verano «es una de las mejores épocas del año para perder peso». «El calor nos vuelve más inapetentes y nuestro organismo lo aprovecha para ahorrar energía. Además, disminuye la necesidad de ingesta calórica, las comidas se digieren más lentamente y se logra más fácilmente la saciedad. Debido a la gran cantidad de líquidos que tomamos para mantenernos frescos e hidratados», señala.

Además, recuerda que el período estival suele coincidir con la época de vacaciones. Las cuales influyen positivamente en el ánimo. «Esto nos impulsa a movernos y a sudar más, que es la forma que tiene nuestro cuerpo para regular la temperatura interna. Lo que a su vez ayuda a acelerar el metabolismo, favoreciendo la quema de calorías y la reducción de la hinchazón abdominal», explica la experta.

Consejos para perder peso y reducir el abdomen según los expertos

Por eso, para perder peso y reducir abdomen, desde el instituto recomiendan basar el menú en platos bajos de calorías. Pero variados y compatibles con una vida social. También aconsejan comer con una frecuencia entre 3-4 horas para activar el metabolismo y en cantidades controladas. Lo que se conoce como las 5 comidas al día, para evitar el hambre emocional.

Asimismo, aconsejan el consumo alimentos orgánicos y naturales (verdura, fruta, carne, pescado, huevo) o mínimamente procesados (legumbres en conservas, verduras congeladas o enlatadas, gazpacho. Evitando salsas, fritos, precocinados y «comida chatarra» (mayonesas, chips, pizzas, bollería industrial). Así, recomiendan priorizar vegetales de temporada y no eliminar al cien por ciento los hidratos de carbono. Sino aprender a distribuirlos correctamente a lo largo de la jornada.

También es recomendable controlar la ingesta de aceite en las comidas y a la hora de cocinar. Siendo aconsejable el uso en spray para una mejor dosificación e incorporar alimentos que ayudan a calmar la ansiedad o el hambre emocional. «Nos pueden servir de tentempiés los frutos secos, como nueces y pistachos, ricos en niacina y Omega 3 que reducen el insomnio», señalan desde el IMEO.

Para que el proceso sea más llevadero, se debe buscar siempre la opción más sana de aquellos alimentos que más apetecen. Como los señalados de consumo ocasional. «Una dieta rica en grasas saturadas o trans, azúcares y sal, también puede promover la disbiosis. Causando un desequilibrio de nuestra microbiota intestinal, la cual se relaciona no solo con un aumento del peso, sino también con hinchazón abdominal, malas digestiones, flatulencias, estreñimiento, diarrea o mal aliento», advierte Luengo.

Los mejores trucos para lucir un abdomen plano y saludable

El mantener el vientre plano y saludable es posiblemente uno de las mayores preocupaciones de aquellos que quieren lucir tipo durante el verano. Sin embargo, es posible que estés cansado de hacer todo tipo de ejercicios y que al final no tengan resultado ninguno a la hora de bajar de peso, ni reducir la sensación de hinchazón en el abdomen.

El ejercicio físico juega un papel clave a la hora de rebajar nuestro abdomen. Para ello, camina, corre o realiza algún tipo de ejercicio aeróbico. Así permitirás la eliminación de grasa en todo tu cuerpo, por lo tanto también en el abdomen. Además, moverás todo tu aparato digestivo facilitando las digestiones y fomentando un tránsito intestinal más saludable.

Por otro lado, los alimentos fermentados también van a servir de mucha ayuda para no sentirte inflamado. Los probióticos y prebióticos son de gran ayuda, favoreciendo la proliferación de la flora intestinal. Entre estos alimentos podemos encontrar yogures, cebollas, alcachofas y todo tipo de frutas y verduras saludables.

‘Operación bikini’ en la cesta de la compra: suben los frescos y los productos light

Telemadrid / Food Retail & Shoppers

Precocinados, zumos, harinas, conservas y embutidos quedan aparcados por los consumidores que se preocupan por lucir la mejor forma física este verano, según un estudio de Gelt.

Los meses de abril y mayo son los que usan mayoritariamente los españoles para ponerse a dieta de cara al verano. Ya entrado junio, la dieta pasa a segundo plano y se disparan las ventas de categorías propias del verano, como frutas y verduras, en detrimento de productos precocinados.

En concreto, entre los productos que más aumentan sus ventas destacan: salsas y aderezos light (23%); pan (10%); ensaladas frescas (8%) (la subida está en manos de las mujeres, que son quienes aumentan hasta el 12% su consumo, mientras que los hombres solo lo hacen un 3%); yogur light y verduras frescas (6%); y frutas (5%), según datos de la app Gelt.

Dentro de lo lácteos, los quesos son uno de los productos que mejor ejemplifica la tendencia al mayor cuidado en la dieta: mientras que la categoría en su conjunto baja en ventas un 2%, la presencia de los quesos con etiqueta light en la cesta de la compra crece un 4%. El incremento de la compra de leche en estos meses es del 1%; las variantes bajas en grasa, el 5%.

BAJA LA COMPRA DE PRECOCINADOS DE CARA AL VERANO

Por el contrario, los precocinados son los que más bajan: un 11%. En este caso concreto, son los hombres los que más dejan de comprarlos, el 15% menos, mientras que las mujeres disminuyen su consumo el 8%; zumos (los comerciales suelen tener una alta concentración de azúcar): se compran el 10% menos; la harina, a pesar de ser un básico de la cocina, cae el 9%, lo que puede sugerir una reducción de fritos; y en el apartado de conservas, 5% menos así como en el de embutidos (bajan un 4%).

Las mujeres son las que más productos light suman a la cesta, situándose tres puntos porcentuales por encima de los hombres

Las mujeres, mayoritarias de por sí en la compra de comida, son las que más productos light suman a la cesta, situándose siempre por encima de tres puntos porcentuales respecto a los hombres. En algunas categorías como pan (23 puntos por encima de los hombres) y quesos (15 puntos por encima), la diferencia es más notoria, mientras que los hombres compran solo en la categoría de embutidos catalogados como light (4 puntos por delante de las mujeres).

«La cesta de la compra es tremendamente sensible a todos los cambios que hacemos en nuestra vida y se ha convertido en un claro espejo de las costumbres sociales. En esta ocasión, con la ‘operación bikini’, podemos comprobar de qué manera se hacen hueco en la compra los productos más saludables y bajos en calorías, una tendencia que dura justamente dos meses para luego volver al consumo tradicional», señala Carlos Prieto, CEO y cofundador de Gelt.

La mitad de los adultos en España tiene exceso de peso

El Periodista Digital, por Juan Luis Recio

De cara al Día Europeo de la Obesidad y con el fin del estado de alarma, los expertos del Instituto Médico Europeo de a Obesidad (IMEO) instan a los españoles a revertir aquellos hábitos sedentarios nocivos para la salud que se han producido en la población a raíz de la pandemia. Y les ofrecemos aquí la información facilitada al respecto, que seguro que es de su interés ya que es grave y preocupante saber que uno de cada dos adultos en España tiene sobrepeso u obesidad, y además es un problema que se ha agravado con la pandemia.

En España uno de cada dos adultos tiene sobrepeso u obesidad (53,60% en total), siendo la prevalencia más alta en hombres que en mujeres y una de cada tres personas dedica su tiempo libre a ocio sedentario, según la última Encuesta Europea de Salud1. Además nuestro país encabeza el ranking europeo de ciudadanos que admiten haber ganado peso a raíz de la pandemia, unos 5,7 kilos de media, según datos de Ipsos2. Analizaremos ahora esos datos como fuente de la que extraer las adecuadas conclusiones.

Para empezar, debemos saber que la recién publicada Encuesta Europea de Salud alerta de que uno de cada dos adultos en España tiene exceso de peso, siendo la prevalencia más alta en los hombres que en las mujeres. A esta “instantánea” del estado de salud y condición física de los españoles, tomada entre julio 2019 y julio 2020, debemos sumar el peso ganado desde el inicio de la pandemia, unos 5,7 kilos de media, según se desprende de una encuesta realizada por Ipsos en 30 países, que coloca los españoles a la cabeza de Europa, seguidos por los italianos. Por ello, de cara al Día Europeo de la Obesidad que se celebra el 15 de mayo, los expertos del IMEO han querido llamar la atención sobre este problema que se ha visto agravado con la pandemia, recalcando que el sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades coronarias, respiratorias y metabólicas, así como hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes tipo II, osteoporosis, algunos tipos de cáncer, padecimientos crónicos y un peor pronóstico en caso de contagios por coronavirus.

“Ahora más que nunca urge tomar medidas para romper con el círculo vicioso del sedentarismo, ya que cuánto menos actividad física realice una persona, más dificultad tendrá para volver a la vida activa”, apunta Rubén Bravo, dietista y portavoz del Instituto y añade que, aunque no podemos aspirar a una vuelta completa a la normalidad de antes de la pandemia, podemos aprovechar el fin del estado de alarma para movernos más, recorrer a pie entornos naturales, iniciarnos en deportes al aire libre o, incluso, plantearnos volver al gimnasio.

Los confinamientos, el cierre temporal de instalaciones y centros deportivos, el teletrabajo, el toque de queda y las limitaciones en cuanto a los desplazamientos han inclinado la báscula hacia el sedentarismo y las horas que pasamos en casa y frente al ordenador han aumentado notablemente. El picoteo, comer a deshora o por ansiedad, la dificultad de conciliar el sueño, la apetencia de dulce o cerveza, el afán por la repostería casera y las sobras acumuladas en la despensa durante la cuarentena suponen un verdadero reto a la hora de mantener una la vida saludable.

“El confinamiento obligado tuvo su lado positivo, pero también uno negativo que, según las estadísticas, es el que gana más peso; en este sentido es muy importante tomar conciencia del problema para empezar a corregir aquellos hábitos que desentonan con un estilo de vida saludable”, apunta Bravo. Trabajar desde casa, por ejemplo, nos permite tomar mejores decisiones, optar por comidas caseras más saludables –en vez de tomar el menú del día fuera, llevar una fiambrera en la oficina o comer en la cantina de la empresa–, y también a reducir las tentaciones con una buena gestión de la lista de la compra.

“En cuanto al lado negativo del teletrabajo, muchas veces detectamos que a muchos pacientes les es más fácil seguir una dieta o un plan de alimentación estando ocupados fuera de casa, principalmente porque no tienen que pensar en la comida”, relata Bravo. Lo que ha ocurrido con este cambio en la rutina, es que muchos pacientes que ya tenían una tendencia al picoteo que les costaba controlar, al estar en casa, empezaron a hacer visitas continuas a la nevera, reduciendo sus niveles de estrés con alimentos poco saludables, ricos en harinas refinadas, azúcares simples y grasas saturadas, relata el experto. Lo que detectamos en consulta que con todos estos cambios en nuestra vida diaria “se ha inclinado la báscula hacia los hábitos desfavorables, sobre todo hacia el comer de forma emocional o compulsiva, por ansiedad o, incluso, aburrimiento”, reflexiona Carmen Escalada, nutricionista clínica del centro. Los datos del mercado lo confirman, mostrando que durante los meses de confinamiento ha aumentado el consumo de productos alimenticios de peor calidad y muy calóricos como harinas refinadas, dulces o bollos, snacks salados y patatas fritas, refrescos azucarados y bebidas alcohólicas. “Es fundamental que se revierta cuanto antes este hecho, porque agrava aún más los problemas de sobrepeso y obesidad y las patologías asociadas”, insiste la experta.

El aislamiento y la distancia social son otros de los cambios que han tenido graves consecuencias a nivel psicológico y en muchos casos han repercutido en cuadros de ansiedad, depresión, falta de motivación, fobia social o miedos. La falta de rutina y horarios o el cese temporal de empleo, en algunos casos, ha hecho que gran parte de la población duerma mal y peor, pudiendo generar en el tiempo problemas de hipertensión, exceso de peso, diabetes y ansiedad.

En España el exceso de peso afecta a un mayor número de hombres que mujeres y supone un problema que aumenta con la edad. Tradicionalmente los representantes del sexo masculino se han preocupado menos por el cuidado de su cuerpo que las féminas, tanto a nivel estético como en lo que se refiere a la salud y, aunque esta tendencia está cambiando, no se refleja en las generaciones de nuestros padres y abuelos”, señala la nutricionista del IMEO Andrea Marqués.

En consulta a menudo observamos que hasta las formas de comer de hombres y mujeres presentan diferencias. Ellas suelen ingerir cantidades más pequeñas de comida más veces al día, debido también a un menor tamaño de su estómago. Sin embargo, ellos comen dos o tres veces al día, pero cantidades más elevadas que en ocasiones conllevan una dilatación progresiva del músculo liso del estómago que es flexible.Las conductas de hambre emocional por estrés y ansiedad también son determinantes. Las mujeres tienden a comer alimentos de peor calidad (más azúcares sencillos y grasas malsanas), mientras que los hombres ingieren una mayor cantidad cuando tienen mucho apetito o ansiedad y, en general, se decantan más por carnes grasas, embutidos o platos de cocina tradicional.

“En la actual situación el sedentarismo y la falta de actividad física son factor clave actual para el aumento de la obesidad, indistintamente del sexo; así como el incremento exponencial del consumo de alimentos preparados y ultraprocesados en declive de las elaboraciones y técnicas culinarias tradicionales”, señala Marqués. A nivel hormonal, conforme aumenta su edad, los hombres experimentan un proceso muy similar a la menopausia femenina, mostrando una tendencia para almacenar depósitos de grasa en la zona abdominal. Disminuyen los niveles de producción de testosterona y se observa una menor actividad de las células T reguladoras que forman parte del sistema inmune y se relacionan con un peor control de la inflamación, inmunidad y salud de los tejidos.

Obesidad y sobrepeso en España en mayores de 18 años en 2020

Encuesta Europea de Salud 2020, datos ofrecidos por la Secretaría General de Salud Digital, Información e Innovación del SNS, Subdirección General de Información Sanitaria de España

Las valoraciones de las implicaciones del sobrepeso y la obesidad sobre la salud han concluido que ésta es un factor de riesgo para un amplio número de enfermedades y problemas de salud, incluyendo hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes del adulto, enfermedades coronarias, ciertos tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas.

La prevalencia de obesidad en adultos es de 16,01% en 2020, manteniéndose los elevados niveles alcanzados en 2009 (16,00%), 2011 (17,03%), 2014 (16,91%) y 2017 (17,43%), en la línea ascendente de los últimos 25 años (ENSE 1987-2020), algo más marcada en hombres que en mujeres.

Desde 1987, la obesidad en mujeres ha pasado de un 7,90% a un 15,54% en 2020. En hombres el ascenso ha sido mayor, pasando de un 6,90% en 1987 a un 16,50% en 2020. Respecto a 2017, se ha producido un descenso de 1pp en mujeres y 2pp en hombres.

En cuanto al sobrepeso (sin obesidad), la prevalencia se mantiene desde el 32,30% en 1987 al 37,60% en 2020. Las diferencias por sexo son muy marcadas en el caso del sobrepeso (44,90% en hombres y 30,56% en mujeres). En 2020, la prevalencia conjunta de obesidad y sobrepeso de la población adulta es de 53,60% (61,40% de los hombres y 46,10% de las mujeres).

En lo que se refiere a la población menor de edad (de 15 a 17 años), un 20,7 por ciento se encontraba por encima del peso considerado como normal.

En el caso de los menores (de 15 a 17 años) la obesidad afectó al 2,9 por ciento y el sobrepeso al 17,8 por ciento. En sentido contrario, el 2,1 por ciento de la población mayor de edad tenía peso insuficiente.

La ENSE y la EES recogen información del peso y la talla declarados por el individuo. Con esta información se calcula el Índice de Masa Corporal (IMC). IMC = peso declarado (en kg) / talla declarada (en metros al cuadrado m2 ). En adultos de 18 y más años, a partir de este índice, se define: -peso insuficiente (IMC < 18,5 kg/m2 ) -normopeso (18,5 kg/m2 > IMC < 25 kg/m2 ) -sobrepeso (25 kg/m2 > IMC < 30 kg/m2 ) -obesidad (IMC > 30 kg/m2 ).

Crononutrición: ¿cenar tarde influye en el peso?

Todo el patrón horarios diario de comidas puede influir en la obesidad y tener efectos negativos sobre la salud, según una serie de estudios.

Clarín

Cada vez más estudios ponen el acento no sólo en lo que se come -aspecto fundamental de una buena nutrición- si no en cuándo, es decir, en qué momentos y en qué rango horario las personas realizan sus ingestas. En ese sentido, una serie de trabajos realizados en los últimos años por un equipo de investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), en España, concluyeron que comer y cenar tarde y el uso de pantallas antes de dormir inciden directamente sobre los índices de grasa corporal y marcan el ritmo de pérdida de grasa en un proceso de adelgazamiento, además de aumentar los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Los ensayos fueron liderados por la catedátrica de Fisiología Marta Garaulet y sus resultados fueron publicados en el transcurso del año en seis artículos publicados en las principales revistas científicas dedicadas a la nutrición en Europa y Estados Unidos.

Los estudios van desgranando los porqués del efecto de las horas de ingesta de alimentos; un camino empezado en el año 2013 con la publicación de los resultados de un estudio que abrió en todo el mundo el camino a la investigación en la crononutrición.

Aquel primer estudio, publicado en la International Journal of Obesity, y que se convirtió en uno de los más citados en su campo en el mundo, demostraba que comer después de las tres de la tarde ralentizaba el proceso de pérdida de peso.

Las investigaciones posteriores en esta línea seguida por Garaulet acaban de demostrar, en un artículo publicado en la American Journal of Clinical Nutrition, que no solo la hora tardía del almuerzo influye, sino que es todo el patrón horarios diario de comidas el que es determinante como causa de obesidad y que tiene efectos negativos sobre la salud.

El estudio, que implicó a 3.660 adultos (la mayoría mujeres, con una mediana de edad de 41 años), demostró que quienes tienen un punto medio de ingesta tardío tienen un índice de masa corporal (IMC) más alto ( el IMC define los parámetros de delgadez, sobrepeso y obesidad), tienen los triglicéridos más elevados y presentan una mayor resistencia a la insulina; factores que determinan un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

¿Y qué es el punto medio de ingesta? Es el resultado del número de horas desde el inicio del desayuno hasta el de la cena, dividido entre dos y sumado a la hora del desayuno. Por ejemplo: una persona que desayuna a las 7.00 y cena a las 20.30 horas tendrá un punto medio de ingesta a las 13.30 horas. En otro caso, una persona que desayune a las 10.00 y cene a las 23.00 tendrá su punto medio de ingesta a las 16.30.

Este último estudio de Garaulet concluyó que cada hora de retraso de ese punto medio de ingesta implica un kilo menos de pérdida de peso en un proceso de 19 semanas de tratamiento.

El estudio del comportamiento de las personas voluntarias de este ensayo también estableció que los comedores tardíos tienden a comer más cuando están estresados, que lo hacen principalmente por la noche, de forma compulsiva, mientras ven la televisión, y que presentan menos motivación para cuidarse.

«Estos resultados deberían ayudar a diseñar terapias específicas para comedores tardíos, ayudarlos principalmente a controlar el estrés y establecer rutinas que mejoren sus hábitos», explica Garaulet.

La razón metabólica de por qué la hora de las ingestas influye tanto se encontró en una enzima que ayuda al cuerpo a quemar grasa, y cuya máxima actividad es por la noche. Cuando cenamos tarde, la actividad de esta enzima disminuye a la tercera parte.

Se trata de la Lipasa Sensible a Hormonas (LSH), cuya actividad va cambiando a lo largo del día y que cuanto más rinde es a medianoche. Una cena tardía confunde a esta enzima, que entiende que no tiene que movilizar la grasa.

Este estudio del equipo de Marta Garaulet junto con el doctor Juan Antonio Luján, del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, contó con la colaboración de investigadores de Harvard, del Instituto Karolinska de Estocolmo y de la Universidad de Granada.

Las investigaciones concluyen en que la hora apropiada para cenar es 2,5 horas antes de irse a dormir, ya que cenar más tarde de esa hora supone, además de una mayor propensión a la obesidad, un aumento de los valores de glucosa en sangre.

En este sentido, se demostró que esto ocurre en personas con un polimorfismo específico en el receptor de la melatonina, que se da en la mitad de la población.

Comer tarde y con pantallas puede tener impacto negativo en la salud. Imagen ilustrativa Shutterstock.

Comer tarde y con pantallas puede tener impacto negativo en la salud. Imagen ilustrativa Shutterstock.

A qué hora deben cenar los más chicos

La hora de las ingestas no tiene solo influencia en los adultos, sino que también es un problema que se presenta en niños y niñas. En este sentido, un estudio realizado chicos de entre 8 y 12 años, y publicado en Nutrition, permite concluir que aquellos que cenan después de las 20.45 horas presentan el doble de obesidad que los que cenan antes porque gastan menos energía en la metabolización de los alimentos de la cena.

Además, la investigación demostró que la inflamación es 1,8 veces mayor en los niños que cenan más tarde, en comparación con aquellos que comen más temprano, lo que influye en valores más altos de la proteína C Reactiva (PCR), un marcador de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en el futuro.

En los menores es también de vital importancia la hora del sueño y, especialmente, los hábitos que tienen antes de irse a dormir. Otro estudio, también con chicos de la misma franja de edad, arroja resultados que indican que quienes presentan un cronotipo vespertino, es decir, que se mantienen activos en las últimas horas del día, suelen estar expuestos a más luz de pantallas antes de ir a la cama que el resto, hasta más de 50 lux, lo es equivalente a tener cincuenta velas encendidas a la vez cerca del rostro.

Estos hábitos pueden retrasar la activación de la melatonina, hormona de la noche, hasta tres horas, con lo que se retrasa el centro del sueño y los niños se despiertan en pleno sueño restaurador. ¿El impacto? Rinden menos en la escuela, tienen peor capacidad de concentración y suelen tener más bajas calificaciones.

Los resultados negativos también se observan en adultos jóvenes en un estudio realizado entre individuos de 19 y 23 años de la Región de Murcia y México (publicado en Clinical Nutrition). Este estudio demostró que quienes tienen un cronotipo vespertino presentan triglicéridos más altos y riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.