Obesidad y Covid, una “bomba de relojería” de efecto retardado para el corazón

La coexistencia de las dos pandemias puede desencadenar problemas colaterales a nivel psicológico y cardiovascular, reduciendo la esperanza de vida de quienes las padecen, avisan desde el IMEO

Con el motivo del Día Mundial de la Obesidad que se celebra hoy, 4 de marzo, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) ha alertado que la coexistencia de estas dos pandemias, de obesidad y Covid-19, durante un período más prolongado puede comprometer la salud del corazón de quienes las padecen, dando lugar a una reducción de la esperanza de vida por sus secuelas físicas y psicológicas.      

En concreto, “el sobrepeso y la obesidad elevan el riesgo de hipertensión y ateroesclerosis y con ello, la probabilidad de sufrir infartos cardiacos y cerebrales; aumentan la resistencia a la insulina que acaba dando lugar a diabetes tipo II, cuyo desarrollo puede derivar en ceguera o amputaciones de miembros por isquemias; favorecen enfermedades respiratorias, como la EPOC o el asma; ocasionan problemas de articulaciones, hígado graso y trastornos mentales, tipo ansiedad y depresión, al igual que el riesgo de desarrollar cáncer”, enumera la larga lista de afecciones Rubén Bravo, portavoz del IMEO.  

“No olvidemos que hoy en día un adulto promedio tiene muchas más probabilidades de ser obeso que cinco décadas atrás”, prosigue el experto y señala como ejemplo China, que en los años setenta prácticamente carecía de obesidad y ahora encabeza la lista a nivel mundial, con cerca del 8% de su población, seguida  por Estados Unidos. “Una década atrás se temía que, si no se tomaban medidas, en 2025 uno de cada cinco adultos podría ser obeso y en España ya estamos al 22% en obesidad adulta[1], es decir, afrontamos un peor escenario y nos falta por evaluar otros problemas colaterales que han surgido a raíz del Covid-19 a nivel psicológico y cardiovascular y la relación que guardan con los mecanismos de un envejecimiento acelerado”, anota Bravo. Por ello, insiste, es fundamental tomar conciencia sobre la magnitud del problema y aunar esfuerzos para su adecuada gestión. 

El sobrepeso y la obesidad afectan al corazón y aumentan el riesgo de muerte prematura

En los últimos dos años la obesidad ha cobrado una mayor relevancia, debido a que el virus afecta a numerosos órganos ya debilitados, haciendo que aquellos que han padecido ambas patologías al mismo tiempo hayan visto aumentada su probabilidad de desarrollar síntomas graves e incluso, fallecer.

“El Covid-19 ha supuesto un grave riesgo para el corazón de los pacientes con obesidad que ya de por sí sobrecargado, es sometido a un sobreesfuerzo inherente a cualquier infección”, explica la nutricionista clínica Carmen Escalada. Esto favorecerá su envejecimiento prematuro, así como un peor pronóstico, ya que va a propiciar un mayor acúmulo de líquido en los pulmones que hará que éstos no ventilen bien y que la concentración de oxígeno que llegue al corazón no sea suficiente. Además, sabemos que el coronavirus tiene la capacidad de infectar el músculo cardiaco, pudiendo provocar una inflamación conocida como miocarditis que es aún más grave en pacientes con obesidad, ya que su órgano está más debilitado y su respuesta inflamatoria es más agresiva y desmedida.

Asimismo, cabe recordar que la obesidad afecta a nuestros genes favoreciendo el envejecimiento y la muerte prematura. Por un lado, acelera la disfunción celular, aumentando el riesgo de patologías como los infartos o el alzhéimer y la proliferación descontrolada de células, que puede dar lugar a tumores y, por tanto, al cáncer. Por otro, actúa como un catalizador de la velocidad a la que se acortan los telómeros de nuestros cromosomas. Puesto que ésta es, en parte, la que marca nuestra esperanza de vida, su mayor velocidad de acortamiento hace que envejezcamos antes. “Por todo esto, se estima que una persona con sobrepeso puede vivir de media de tres a cinco años menos que quien no lo padezca y, si tiene obesidad mórbida, la esperanza de vida puede bajar hasta diez años, exactamente la misma reducción a la que se expone un fumador[2]”, resume.

La angustia existencial que preocupa a los psicólogos    

A raíz de la pandemia de Covid-19, las sucesivas restricciones y cuarentenas, hemos experimentado una alteración en nuestra percepción del tiempo, pero no así de nuestra sensación de crecimiento. “Mucha gente tiene la sensación de haber envejecido más de la cuenta en este tiempo, como si su vida se hubiera paralizado, debido a que muchos de los estímulos que nos generaban una emoción positiva, ilusión o satisfacción se vieron cortados radicalmente, con lo cual nos vimos en un estado en el que no podíamos planificar más allá de un cortoplacismo en nuestras casas y cómo todos aquellos inputs de satisfacción se veían mermados”, explica la psicóloga del IMEO, María González.

Los psicólogos hablan de un tipo de angustia existencial muy frecuente en los pacientes últimamente, que a menudo se sienten impotentes por no poder cumplir sus propósitos o sueños, como independizarse, establecer una relación de pareja, conseguir ciertas metas laborales o viajar. En los casos más graves esta frustración puede manifestarse a nivel físico como aumento del peso corporal, ojeras y piel apagada, caída del cabello, fatiga y desgana. 

“En general, se trata de una especie de desmotivación vital, debida a la frustración de la persona por no haber cumplido sus principales objetivos y las consecuencias que ella piensa que les traerán, que suele ser felicidad y satisfacción, por lo cual a menudo llegan a volcar su angustia en la comida o en un aislamiento social voluntario, acompañado a veces con un descuido físico”, señala González.

Se explica con un error de perspectiva por confundir deseos con necesidades de modo que, si en este preciso momento no se logra lo propuesto, se da orden al cerebro de no disfrutar de la vida. Es importante mantener en estos casos una motivación elevada, planificar acciones y decisiones que nos pueden ayudar a conseguir un deseo sin confundirlo con una necesidad, explica la psicóloga, como aclarar a la mente, por ejemplo, que se desea tener una pareja, pero no se necesita para ser feliz en este preciso momento.

Asimismo, es muy importante combatir el sedentarismo, mantenerse físicamente activo y motivado, tener objetivos o propósito de vida y cierta sensación de manejo del propio tiempo, sin tener en cuenta factores como edad, estado económico, físico o de salud, ya que jamás nos va a beneficiar sentir que estamos delimitados o parados por alguna circunstancia. Una vez teniendo esto claro, se pueden empezar a valorar las acciones concretas que nos pueden acercar a estos objetivos. “Si en este preciso momento no podemos realizar el viaje de nuestros sueños a un destino exótico, se puede trazar un plan B con una escapada que esté a nuestro alcance para que nos ayude a experimentar la satisfacción que se siente al ensayar o la emoción de planificar un gran viaje. “Recordemos que el cerebro no diferencia entre lo que es real y lo que es imaginario a nivel de imágenes, por esto es muy importante no perder de vista los propósitos vitales y sobretodo delimitar


[1] Según el reciente estudio ENPE, publicado por la Revista Española de Cardiología.

[2] Según un estudio internacional publicado en The Lancet que analiza la relación entre los niveles de obesidad y muerte prematura.   

Así se dispara el riesgo de contagio por Ómicron si hacemos dietas «milagro»

Intentar perder peso sin control médico deteriora el sistema inmune y aumenta el peligro de sufrir una infección por Covid-19, según alertan los expertos

La Razón, por RAQUEL BONILLA y BELÉN TOBALINA

Las dietas milagro para perder los kilos cogidos en Navidad disparan el riesgo de contagio por Covid-19 FOTO: SANDRA R. POVEDA SANDRA R. POVEDA

El tsunami provocado por la variante Ómicron ha condicionado una Navidad muy atípica. Pero hay cuestiones que, a pesar de la pandemia, no cambian: los españoles han vuelto a engordar, de media, entre tres y cinco kilos en apenas tres semanas, según datos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

Para volver a abrocharse el cinturón muchas personas caen en el error de realizar dietas «milagro» que dañan el sistema inmune y disparan la vulnerabilidad frente a la Covid-19, un peaje muy caro en plena sexta ola, tal y como alertan los especialistas: «Los regímenes muy bajos en calorías hacen que nuestras defensas bajen y seamos fáciles de infectar por virus y bacterias», advierte Carmen Martín, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).

La Navidad, una bomba para el sistema inmune

La errónea decisión de probar una dieta detox como primer propósito de año nuevo se suma, además, a un periodo navideño que «es una bomba de relojería para el sistema inmune, lo que nos convierte en un blanco fácil de Ómicron y puede aumentar los contagios», asegura África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, ex presidenta de SEI y autora del libro «Inmuno Power». Tal y como detalla la experta, las razones son varias: «La Navidad supone la tormenta perfecta para deteriorar nuestras defensas. Por un lado, implica comer más y, sobre todo, abusar de una mayor cantidad de azúcares, dejando de lado las frutas y las verduras y, por tanto, las vitaminas y los minerales necesarios para el buen funcionamiento del sistema inmune. Además, conlleva ingerir más alcohol y también suele ir de la mano de un mayor descontrol horario, con menos horas de sueño, lo que no deja actuar a la melatonina, un factor imprescindible para que las defensas actúen adecuadamente. Y, por último, el cambio de rutinas se acompaña de una menor actividad física diaria, y está demostrado que hacer ejercicio regular nos protege frente a las infecciones respiratorias. Todo ello hace que los soldados del ejército de la inmunidad pierdan fuerza y eficacia frente a los agentes externos, algo especialmente grave ahora que Ómicron se ha demostrado tan contagiosa».

Con unos kilitos de más después de los polvorones y el roscón, plantear una pérdida de peso saludable pasa, inevitablemente, por hacerlo de la mano de especialistas para evitar futuros problemas. «Las dietas rápidas siempre están asociadas al efecto rebote, por lo que son parches que nos auto engañan. Nunca son adecuadas porque instauran malos hábitos, favorecen los desequilibrios nutricionales y son insostenibles a largo plazo», advierte Alba Santaliestra, secretaria del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas. Y es que, tal y como insiste Martín, «si se opta por una dieta muy restrictiva podrían eliminarse alimentos que son imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestras defensas. Cuando hay una falta de energía en nuestro organismo se prioriza el mantenimiento de las necesidades del cerebro, desviando los recursos que habitualmente emplean todos los otros sistemas, entre ellos, el inmunitario, así que quedaríamos desprotegidos», insiste Martín.

Y es que «lo que comemos influye de forma muy directa en nuestro sistema inmune. Por lo que someternos a dietas ‘’milagro’’, reduce nuestras defensas y aumenta la probabilidad de que enfermemos por múltiples causas o de que cojamos infecciones. Si nos contagiamos de covid y llevamos una alimentación carente en nutrientes, tenemos más vulnerabilidad frente a esta enfermedad y más riesgo de que la infección se agrave o complique», explica Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea y secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.

¿El motivo? «Estas dietas carecen de calorías suficientes, de proteína en muchos casos, de grasas omega-3 y de vitaminas importantes para las defensas como la D, o del grupo B, así como de minerales como selenio, zinc, hierro, cobre… también fundamentales. Todos estos nutrientes son clave para el buen funcionamiento de las defensas, por lo que si los tenemos bajos, las defensas son menos efectivas, y estaremos cansados, sin energía…», precisa Calderón. De ahí que en vez de seguir dietas «milagro», vetar un alimento o realizar ayunos para quitar esos kilos de más cogidos durante las fechas navideñas (o desde el verano), lo mejor, como siempre, es aprender a comer.

Cómo perder esos kilos de más de forma saludable

«Si hemos tenido caprichos navideños normales, y entre fiestas hemos seguido nuestra alimentación de siempre, probablemente no tengamos que hacer nada. Por coger uno o dos kilos no pasa nada, y con ejercicio y dieta saludable podemos recuperar el peso anterior. Si hemos cogido más peso o empeorado algún parámetro de salud, debemos plantearnos si el problema es realmente la Navidad o si veníamos arrastrando unos hábitos insanos anteriormente», recuerda la nutricionista.

Dicho esto, si se quiere dar el paso para decir adiós a ese siete o a ese ocho que se asoma en la báscula, perder grasa o mejorar la condición nutricional, existen infinitas dietas que son saludables y equilibradas. Ahora bien, como recuerda Calderón, «no todas valen para todo el mundo. Es importante que siempre se individualice según nuestra situación: si como en casa o fuera, los momentos del día en los que tengo más hambre o menos, gustos y preferencias… y que siempre se acompañen de ejercicio físico».

«No hay evidencia científica de que un método sea mejor que otro: comer cinco veces al día o hacer ayuno intermitente; recortar hidratos de carbono, grasa o ambos… Para cada persona habrá un método mejor. En todos los casos debe ser un plan alimentario que se adapte a nosotros, que nos guste, y que sea rico en alimentos vegetales, primando verduras, hortalizas, frutas a diario, junto con alimentos de calidad nutricional. Y, por supuesto, reduciendo a situaciones ocasionales los procesados de mala calidad, altos en calorías, azúcares, harinas y grasas refinadas, pero con escaso interés nutricional», recuerda Calderón, que recomienda «evitar tener embutidos o bollería en casa para evitar recurrir a ellos por prisa o cansancio; tener siempre verduras congeladas o en bote, así como snacks saludables como frutos secos crudos o tostados sin sal, lácteos sin azúcar, y evitar hacer comidas o cenas muy estrictas, que nos dejen con hambre y terminemos comiendo mucho pan para rellenar, picoteando queso y embutidos, dulces… Es preferible ser realistas con las raciones: medio plato de verdura; una ración de proteína, y podemos incluir hidratos o grasas saludables de forma alterna». Eso sí, nada de esto sirve a la larga «si no se incluyen un par de sesiones de ejercicio de fuerza a la semana, que deben acompañarse de una vida activa: más de 10.000 pasos al día de media o realizar ejercicio de cardio: correr, nadar, bici, baile… al gusto de cada uno», concluye».

¿Ponerse a régimen tras pasar la covid?

La sexta ola de coronavirus ha supuesto el mayor registro de contagios de toda la pandemia. Así, los excesos de la Navidad ha coincidido con un confinamiento obligado para miles de españoles, lo que ha aumentado los kilos acumulados. Sin embargo, ponerse a dieta después de pasar la infección es una mala idea, ya que «ahora se necesita recuperar la fortaleza física y mental y cubrir las reservas de los nutrientes que se han comprometido durante la enfermedad, por lo que estará especialmente contraindicado», alerta Santaliestra. Y es que a la infección se suma el estrés propio del contagio, «lo que genera cortisol, una hormona inmunosupresora que resulta muy contraproducente para nuestras defensas», advierte González.

Poner fin a los antojos: por qué algunos alimentos engañan al cerebro humano

Un nuevo libro del periodista de Canadá Mark Schatzker recopila estudios científicos que aclaran los factores que han triplicado la tasa de obesidad en el mundo

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The end of craving

Cuando llegó la pandemia del coronavirus, la humanidad ya sufría el grave problema de la obesidad, que repercute con más casos de otras enfermedades como los infartos y los cánceres. Se sabía que entre 1975 y 2016, la prevalencia mundial de la obesidad se había casi triplicado: más de 1.900 millones de adultos de 18 o más años hoy tienen sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. Una causa de este problema son los alimentos que se consumen, pero el periodista y escritor Mark Schatzker, que vive en Canadá, recopiló datos e investigaciones para responder por qué la alimentación de la humanidad empeoró tanto y publicó esta semana el libro “The End of Craving”, que se puede traducir al español como el final del deseo o del antojo.

El autor Schatzker, quien antes había publicado el libro El efecto Dorito, se preguntó por el problema a nivel mundial, y específicamente por qué Estados Unidos tienen el 42% de los adultos con obesidad, que es la más alta del mundo fuera de unas pocas naciones pequeñas. La respuesta simple es que las personas están comiendo más cantidades de alimentos poco saludables y menores cantidades de los alimentos que son buenos para ellos. Pero profundizó más e indagó sobre por qué los patrones alimentarios empeoraron.

En su libro, el periodista analizó los resultados de estudios de laboratorio que muestran cómo los alimentos y bebidas actuales manipulan el cerebro y causan estragos en el cuerpo. En la actualidad, el 58% de las calorías de la dieta de los adultos estadounidenses procede de alimentos ultraprocesados, y el 67% entre los niños y adolescentes.

Esos alimentos, como las carnes ya preparadas, las papas fritas y otros snacks, como otras comidas que vienen en paquetes, tienen un alto contenido de azúcar, sal o grasa. Muchos también contienen una mezcla de ingredientes que hacen poco legibles las etiquetas nutricionales: sucralosa, metilcelulosas, sacarina, proteínas microparticuladas, Solka-Floc, maltodextrinas, carragenina.

De acuerdo con Schatzker, ese tipo de comidas ultraprocesadas crean “una divergencia entre el contenido nutricional que el cerebro percibe al consumir alimentos y los nutrientes reales que llegan al estómago”. La manipulación de los nutrientes “es lo que ha puesto a tantos de nosotros en el camino del aumento de peso”.

Entre otros estudios que se comentan en el libro, mencionó el experimento que hizo Dana Small, profesora de la Universidad de Yale, en el que dio muestras de cinco bebidas a los participantes en un estudio. Cada una tenía un recuento de calorías diferente, que iba de 0 a 150, pero todas tenían el mismo grado de dulzor.

La bebida de 150 calorías debería haber desencadenado la mayor actividad cerebral, pero fue la de 75 calorías la que lo hizo. De hecho, la bebida de 150 calorías, en un estudio de seguimiento, no registró nada en absoluto (en un dispositivo conocido como calorímetro). Está claro que el dulzor de la bebida y su número de calorías no coinciden. Cuando coinciden, se queman calorías, aclaró el autor del libro. Pero en este caso había una diferencia entre “lo que la lengua percibía y lo que el estómago recibía”, y el proceso metabólico del cuerpo parecía detenerse.

Según la científica Small “es como si el sistema se diera por vencido y no supiera qué hacer”. Lo llama “desajuste nutritivo”, y una fuente de desajuste son las “grasas falsas”, que confunden al organismo al oler y al sentir el gusto, pero aportan pocas o ninguna caloría. Por eso, Schatzker considera que son “productos que engañan al cerebro” de los habitantes de cualquier otro país.

Las personas consumen esos productos ultraprocesados en un entorno que Schatzker etiqueta como un “casino de calorías”, en el que las probabilidades de valor nutricional son inciertas y parecen estar sujetas al azar, al tiempo que llevan a la gente a “comportarse de forma autodestructiva”. Al sostener esa idea, se basa en el trabajo de psicólogos como Daniel Kahneman y su colaborador Amos Tversky, cuando el cerebro experimenta incertidumbre, intenta compensar y busca más del producto que está provocando la incertidumbre, un impulso evolutivo que refleja la determinación de evitar la pérdida.

Se trata de alimentos y bebidas que han sido diseñados para engañar al cerebro. Le hacen creer que ha recibido nutrición cuando no es así, y se estimula el deseo de consumir más. Los antojos siguen, y se satisfacen con las porciones de gran tamaño. Hace unos años, un estudio confirmó esta sospecha: El tamaño de las porciones de los platos principales en los establecimientos de comida rápida de EE.UU., en aproximadamente las últimas tres décadas, ha crecido un 24%.

Según el libro de Schatzker, los engaños en la dieta no son la única razón de la obesidad de los estadounidenses. En la década de 1940, el entonces gobierno de Estados Unidos comenzó a exigir que la harina enriquecida fuera fortificada con vitaminas B. Esta política continúa hoy en día, lo que hace que los estadounidenses ingieran niacina y tiamina a niveles muy superiores a los necesarios. Esas vitaminas son esenciales para que las calorías se transformen en combustible, pero advierte que su consumo excesivo hace que el cuerpo metabolice una mayor proporción de calorías.

Hay soluciones para el problema de la obesidad. Según Schatzker, los gobiernos deberían prohibir el uso de ingredientes que manipulan el cerebro y eliminar el mandato de fortificación con vitaminas. Pero también es escéptico en cuanto a que tales medidas sean la respuesta definitiva. Para inspirarse, el periodista viajó a Italia para determinar por qué la gente de allí tiene una relación más sana con la comida y una tasa de obesidad más baja (menos del 8% en el norte). Si bien no hay una explicación sencilla, pero citó con aprobación a un chef de Bolonia que dice: “Se reduce a la diferencia entre alimentar y comer. Los italianos no quieren sólo alimentarse, quieren comer. Quieren una experiencia”.

La tasa de obesidad es cada vez más preocupante. Porque no solo afecta a los adultos sino también se desarrolla en niñas, niños y adolescentes y podría comprometer su salud cuando crezcan. En 2016, según las estimaciones unos 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos. Si bien el sobrepeso y la obesidad se consideraban antes un problema propio de los países de ingresos altos, actualmente ambos trastornos aumentan en los países de ingresos bajos y medianos, en particular en los entornos urbanos. En África, el número de menores de 5 años con sobrepeso ha aumentado cerca de un 50% desde el año 2000. En 2016, cerca de la mitad de los niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad vivían en Asia.

¿Bajar de peso puede curar el COVID prolongado en personas con obesidad?

Científicos de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, iniciaron una investigación ante la sospecha de que una dieta especial baja en calorías puede, al menos, atenuar los síntomas persistentes que sufre un importante número de pacientes recuperados de la infección por SARS-CoV-2

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El long COVID o COVID prolongado es la forma en que los científicos están definiendo a una serie de síntomas persistentes que presentan algunas personas tras haberse infectado con el virus SARS-CoV-2. Esto incluye debilidad, dificultad para respirar, fatiga y confusión mental, entre otros. Numerosas investigaciones se han iniciado para intentar comprender y hallar tratamientos para este mal, que puede durar entre 12 semanas y un año luego de superada la infección.

El Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) del Reino Unido han estimado que más de 2 millones de personas padecen o han padecido COVID prolongado ya que afecta al menos a una de cada 10 personas que contrajeron la enfermedad, incluido los jóvenes, una franja de edad con pocas posibilidades de enfermarse gravemente, y aquellas personas que han presentado síntomas leves durante la infección.

Aún no existe un tratamiento contra el COVID prolongado, pero las el NHS se vio obligado a habilitar clínicas en todo el país para atender a los afectados por esos síntomas, en muchos casos inhabilitantes.

Uno de los principales factores de riesgo del COVID-19 es la obesidad, ya que se ha demostrado que las personas obesas que contraen el virus presentan cuadros más graves y puede llevarlos a la muerte. Del mismo modo, investigaciones anteriores han demostrado que las personas infectadas que presentan demasiada grasa corporal tienen más probabilidades de sufrir long COVID.

Científicos de la Universidad de Glasgow inició una investigación porque sospecha que los cuadros de COVID prolongado en pacientes con obesidad podrían ser, al menos, atenuados a través de dietas estrictas y saludables que permitan el descenso de peso.

Las personas obesas a menudo tienen problemas de salud subyacentes, como presión arterial alta e inflamación, que las hacen más vulnerables a las enfermedades infecciosas en general.

El proyecto de los investigadores de la Universidad de Glasgow consiste en reclutar a 200 voluntarios con sobrepeso que hayan sobrevivido al COVID-19 pero se hayan visto debililtados por síntomas persistentes meses después.  La mitad de los pacientes serán sometidos a estrictas dietas de sopa y batidos de 850 calorías, y el resto continuará con sus comidas normales. Los síntomas, el peso y la calidad de vida del primer grupo serán monitoreados durante seis meses y comparados, antes de que los pacientes restantes se agreguen al esquema de pérdida de peso.La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”

El nuevo estudio, llamado Ensayo de Intervención Dieta Remota para Reducir los Síntomas de COVID prolongado, consistirá, de este modo, en someter a un grupo de pacientes a un régimen alimentario de «contrapeso» que es habitualmente prescrito por los médicos en Reino Unido para controlar la diabetes. Se trata de una dieta líquida de cuatro batidos y sopas al día, por un total de 825 a 853 calorías, dependiendo de los sabores que elija el paciente. Una vez que pierdan el peso suficiente, pasarán a una dieta basada en vegetales y carne con muchos ingredientes frescos. Los voluntarios podrán seguir el programa de forma remota desde sus casas.

David Blane, investigador clínico en práctica general y atención primaria de la Universidad de Glasgow, dijo respecto del estudio: “Estamos encantados de realizar esta investigación, trabajando en estrecha colaboración con las personas afectadas por COVID prolongado. Sabemos que las personas con COVID prolongado se sienten frustradas por la falta de opciones de tratamiento y apoyo disponibles en la actualidad”.

La coautora del estudio, la doctora Emilie Combet, dijo: “Las personas con COVID prolongado tienen sobrepeso u obesidad en un grado similar al del resto de la población, lo que puede empeorar sus síntomas”.

Los científicos aún no han detectado qué está causando exactamente COVID prolongado, pero sospechan que el daño causado por el virus a órganos clave como los pulmones puede ser parte del problema.

En Reino Unido, más de 1.200 científicos habían recomendado suspender el levantamiento de casi todas las restricciones impuestas en el inicio de la pandemia, pero fueron desoídos y la medida se aplicó, tal lo previsto, el pasado 19 de julio. Los especialistas habían advertido que no sólo pueden dispararse los contagios, sino que eso haría aumentar los casos de COVID prolongado.

Una encuesta del Imperial College de Londres sobre 500.000 participantes descubrió que un tercio de los pacientes informaron al menos un síntoma de COVID persistente 12 semanas después de la enfermedad inicial. Los síntomas informados con más frecuencia incluyeron cansancio, dificultad para respirar, dolores musculares y dificultad para respirar. Al ampliar sus resultados a la población en general, los investigadores estimaron que dos millones de personas, o una de cada 30, habrán sufrido de COVID meses después de haber desaparecido la enfermedad. Dijeron que una cantidad aún mayor lucha contra los síntomas debilitantes durante varias semanas después de su infección por coronavirus.

El Imperial College descubrió también que el riesgo de desarrollar esa enfermedad poco conocida aumentaba a medida que las personas envejecían, en consonancia con la forma en que el riesgo de COVID-19 aumenta con la edad. Las personas que tuvieron cuadros de COVID-19 y debieron recibir atención hospitalaria fueron más propensos a sufrir síntomas duraderos. aseguró e incluyó, entre otros factores de riesgo ser fumador o vapeador, tener sobrepeso y vivir en áreas desfavorecidas.Datos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante mesesDatos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante meses

Datos de la aplicación COVID Symptom Study, del King’s College London y la compañía de salud Zoe, sugieren que una de cada diez personas aún puede tener síntomas después de tres semanas, y algunas pueden sufrir durante meses.

Los síntomas más reportado han sido los siguientes: cansancio crónico, disnea (falta de aire), frecuencia cardíaca elevada, alucinaciones, insomnio, pérdida del gusto y olfato, nefropatía (daño renal), problemas de movilidad, dolores de cabeza, dolores musculares y fiebre.

Para aquellos con una enfermedad más grave, los investigadores italianos que rastrearon a 143 personas que habían sido hospitalizadas con la enfermedad encontraron que casi el 90% todavía tenía síntomas, incluida la fatiga, dos meses después de iniciados los síntomas de COVID-19.

Así son los niños más frágiles frente al coronavirus

La existencia de asma, diabetes tipo 1, obesidad y problemas psicológicos elevan el riesgo de hospitalización tras el contagio

La Razón, por Raquel Bonilla

Existen perfiles de niños mucho más vulnerables frente al SARS-CoV-2 y con mayor riesgo de hospitalización CRISTINA BEJARANO LA RAZÓN

La Covid-19 no es una enfermedad especialmente peligrosa para los menores, tal y como han demostrado las cifras de estos últimos meses. Sin embargo, eso no quiere decir que los niños estén ajenos a contagiarse por el SARS-CoV-2 y, como consecuencia de ello, a desarrollar un cuadro patológico. De hecho, existen algunos perfiles de niños mucho más vulnerables frente al nuevo coronavirus, como aquellos que presentan problemas de base como asma, trastornos del neurodesarrollo, ansiedad o depresión y trastornos relacionados con el miedo, así como obesidad y diabetes tipo 1, tal y como confirma un nuevo estudio publicado esta semana en la revista científica “Jama Network Open” y elaborado por los Centros para el Control y la prevención de Enfermedades de Estados Unidos entre más de 43.465 menores con diagnóstico de Covid-19 entre marzo de 2020 y enero de 2021.

En concreto, las afecciones subyacentes más comúnmente documentadas entre los niños que fueron diagnosticados con Covid-19 fueron asma, trastornos del neurodesarrollo, ansiedad y trastornos relacionados con el miedo, seguido de obesidad y de anomalías congénitas cardíacas y circulatorias, hipertensión esencial y diabetes tipo 1 tenían un mayor riesgo de hospitalización y enfermedad grave tras el contagio. En este sentido, los informes de cohortes sugieren que los niños con cardiopatía congénita podrían tener un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19, mientras que un estudio nacional realizado entre adultos y niños en Inglaterra confirmó que la diabetes tipo 1 está asociada con probabilidades más altas de muerte intrahospitalaria tras desarrollar la Covid-19. “Nuestro estudio encontró que la diabetes tipo 1 era un factor de riesgo de enfermedad grave por Covid-19 entre los niños estadounidenses. Esto podría explicarse parcialmente por las complicaciones de la diabetes preexistente o de nueva aparición en el contexto de una infección por SARS-CoV-2 o causas indirectas relacionadas con la pandemia, como por ejemplo retrasos en la búsqueda de atención, retrasos en el diagnóstico y un control glucémico deficiente posterior en pacientes con diabetes tipo 1)”, detallan los investigadores.

Ansiedad, un peligroso factor

Por otro lado, los trastornos relacionados con la ansiedad y el miedo, los trastornos depresivos y los trastornos del neurodesarrollo (estos últimos impulsados por ejemplo por el trastorno por déficit de atención / hiperactividad o los trastornos del espectro autista) también tienen una mayor presencia entre los menores que desarrollan complicaciones tras el contagio por SARS-CoV-2, con una mayor prevalecieron en la muestra recogida en este informe y con un mayor riesgo de hospitalización, pero no con una enfermedad grave una vez que ya están hospitalizados.

Y tal y como ocurre con los adultos, la obesidad es un factor de riesgo conocido de enfermedad grave por Covid-19 y este nuevo estudio proporciona la evidencia necesaria para confirmar que también lo es entre los niños tras el contagio por SARS-CoV-2. Estudios descriptivos y de series de casos previos mostraron que la obesidad es más frecuente en niños con enfermedad grave por Covid-19 en comparación con la población general, probablemente porque “el exceso de grasa corporal puede tener numerosos impactos negativos en la salud que podrían explicar este mayor riesgo, incluida la inflamación crónica y la inmunidad deteriorada y enfermedad cardiopulmonar subyacente”, advierten los expertos.

Por su parte, el asma fue la afección diagnosticada con mayor frecuencia, asociada significativamente al riesgo de hospitalización. “No encontramos que el asma estuviera asociado con un mayor riesgo de enfermedad por Covid-19 entre los niños hospitalizados, excepto entre los de 12 a 18 años, pero un análisis anterior de 454 pacientes menores de 21 años en el Children’s Hospital Colorado confirmó que el asma es un factor de riesgo de hospitalización y asistencia respiratoria, pero no de cuidados críticos. La evidencia actual que sugiere que el asma es un factor de riesgo de enfermedad grave por Covid-19 entre adultos es mixta. Por lo tanto, el papel del asma en la gravedad de la infección tanto para niños como para adultos sigue sin estar claro”, reconocen los investigadores.

Según los datos arrojados por este nuevo estudio, los niños con epilepsia tenían un mayor riesgo de hospitalización y enfermedad grave por Covid-19 cuando estaban hospitalizados. La evidencia sobre epilepsia o convulsiones y Covid-19 ha sido escasa, aunque un estudio reciente encontró un mayor riesgo de muerte entre los pacientes con epilepsia y Covid-19, tal y como recuerda el artículo publicado en “Jama Network».

Estas nuevas evidencias son válidas tanto para niños como para adolescentes, ya que, tal y como aseguran los investigadores, “más de la mitad de nuestra muestra estaba formada por adolescentes (de 12 a 18 años), por lo que nuestros resultados reflejan más ese grupo de edad. Los análisis estratificados por edad mostraron que ciertas afecciones (asma, trastornos del neurodesarrollo) eran más frecuentes entre los pacientes de dos años o más, mientras que la prematuridad y las anomalías congénitas cardíacas y circulatorias eran las más frecuentes y se asociaban con el mayor riesgo de enfermedad por Covid-19 entre los pacientes menores de dos años”.

Así, este nuevo análisis transversal confirma que los niños con diabetes tipo 1, anomalías congénitas cardíacas y circulatorias, obesidad, hipertensión esencial, epilepsia, trastornos neuropsiquiátricos y asma, así como los niños con enfermedades crónicas, tenían un mayor riesgo de hospitalización o Covid-19 grave. Por su parte, los niños de un año o menos o prematuros tenían un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19. “Los esfuerzos de prevención de salud pública y priorización de vacunas podrían considerar el potencial de enfermedad grave por Covid-19 entre los niños con estas afecciones médicas subyacentes y enfermedades crónicas”, argumentan los autores, quienes insisten en que “los profesionales de la salud deben considerar la necesidad de un manejo clínico cauteloso de los menores con estas afecciones y Covid-19, aunque una mayor investigación epidemiológica podría proporcionar información sobre las causas que subyacen a nuestros hallazgos e identificar otros factores que colocan a los niños en un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19″.

Alimentos que reducen los posibles efectos secundarios de la vacuna contra el coronavirus

Los alimentos ricos en vitamina A y vitamina C ayudan a tener un sistema inmunitario mucho más fuerte.

La Sexta Noticias, realizado por Carolina Domínguez

Para tratar de evitar los posibles efectos secundarios de la vacuna contra el coronavirus es fundamental que tengamos en cuenta nuestra cesta de la compra. Hay alimentos que contribuyen a reducir los efectos adversos.

«Es muy importante ir con las defensas altas cuando vayamos a vacunarnos», explica Rubén Bravo, dietista y portavoz de Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

Se trata de un método de prevención que hará que el sistema inmunológico trabaje mejor. «Hay que evitar la ingesta de hidratos de carbono en demasía que causan exceso en la producción de insulina», recomienda Ana Aparicio, endocrinóloga.

Los expertos recomiendan la ingesta de alimentos ricos en vitamina A (como mejillones, berberechos o tomates), y en vitamina C (como naranjas, fresas o kiwis) porque son precursores de un sistema inmunitario más fuerte. También son esenciales los alimentos ricos en Omega 3 y vitamina D (como pescados azules o frutos secos) porque potencian las defensas. Además, las verduras de hojas verdes no pueden faltar.

Descansar resulta fundamental

Por su parte, el dietista Rubén Bravo, sostiene que «influye tener un buen descanso los días anteriores, estar bien hidratados, tener bajos niveles de estrés y salir a caminar».

Claves para evitar las cefaleas

La cefalea es uno de los efectos secundarios de las vacunas contra el COVID-19. «Para evitar cefaleas es mejor antes y después evitar el consumo de bebidas con cafeína o alcohol y alimentos ricos en sal y azúcar», indica Carmen Escalada Díez, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

Por otro lado, Escalada recomienda «aumentar el consumo de alimentos con probióticos como yogur» porque contribuyen a tener una mejor respuesta inmunitaria.

«Mejorar nuestro sistema inmunitario está recomendado para todas las edades», insiste Bravo. «La alimentación no es solo una respuesta al hambre, sino a la práctica de un consumo de nutrientes para mantenerse saludable«, apunta Aparicio.

Un buen estado de salud con defensas altas es lo que todos necesitamos en este momento.

Como reforzar el sistema inmune frente al Covid-19

El experto en nutrición y vocero del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, explica en este programa de «Nota Universitaria», realizado por estudiantes y docentes de la Universidad de Lima, Ricardo Palma cómo reforzar el sistema inmune frente al covid-19 con la alimentación.

Algunos estudios que han salido en España vinculan la dieta mediterránea con reducir la probabilidad de contagios de Covid-19 hasta un 64%. En el fondo, apunta Bravo, se trata de una dieta pobre de alimentos procesados, rica en vegetales, verduras, frutas, frutos secos, legumbres, proteínas y grasas saludables, omega 3 proveniente de pescados azules y, sobre todo, alimentos naturales, evitando frituras y rebozados. Es decir, «más ceviche y menos arroz frito», resume el experto del IMEO.

El director periodístico del programa, José Castro Machado, ha hecho hincapié sobre la disponibilidad del paciente y la importancia de la motivación para tomar el camino de cuidarse a través de la alimentación saludable.

De nuestro tipo de dieta depende en buen grado nuestra condición física; una alimentación saludable puede actuar como un antídoto para el estrés y la la depresión, y como un buen aliado a nuestro sistema inmune.
Ya hay estudios que demuestran que el sedentarismo y la obesidad empeoran los cuadros de pacientes ingresados con Covid. Además, añade Bravo, hay que realizar deporte con cierta frecuencia o, como mínimo, caminar 3 horas a la semana.

Piden que se priorice a las personas obesas en en la vacunación

ABC / Agencia Atlas

El confinamiento y todo un año de restricciones a la movilidad nos han hecho engordar alrededor de 5 kilos de media, según los nutricionistas.

Una razón de peso para muchas personas como María, que ha decidido bajar de peso por salud y sobre todo, por miedo al covid. «Los pacientes con obesidad tienen una mayor posibilidad de no superar el covid.

A muchos de ellos le han saltado las alarmas y se han empezado a tomar esto en serio», asegura Rubén Bravo, dietista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Por eso, las asociaciones piden que se las priorice en la vacunación.

«Que se nos incluya a los obesos en su totalidad como pacientes de riesgo, y a partir de ahí que se nos incluya en los grupos vacunales», reclama Jesús Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Personas Obesas. Porque el 80 por ciento de los pacientes que llenan las UCI padecen obesidad.-Redacción-

Un estudio cifra lo que los españoles engordaron en la pandemia: 5,7 kilos de media

Por EFE y Runners World

España es el país europeo donde más personas dicen haber ganado peso…pero en kilos ganados estamos por debajo de la media mundial. Aún así, el 21% declaran haber perdido peso entre marzo y noviembre.

un hombre se lamenta al ver que ha ganado kilos al pesarse en una básculaPIDJOEGETTY IMAGES


Desde el inicio de la pandemia los españoles han engordado de media 5,7 kilos, y somos el país europeo donde más ciudadanos dicen haber ganado peso desde el pasado marzo (38%), seguido de Italia (35%). Son datos de un estudio de la empresa Ipsos sobre el impacto de la pandemia en la alimentación y la salud, donde se especifica que a nivel mundial la media se sitúa en 6,1 kilos ganados desde la llegada de la covid-19.

Por tanto, en España, aunque superamos la media mundial en cuanto a ciudadanos que reconocen haber engordado desde marzo, el incremento medio de peso es menor que la media. No obstante, estamos por encima de la media global y entre los primeros países europeos donde más gente ha perdido peso, ya que un 21% de los españoles así lo afirma.

Bajar de peso es junto a dejar de fumar y hacer más ejercicio los factores que los españoles creen que pueden minimizar los síntomas del coronavirus en caso de contagiarse. Abaratar los precios de los productos saludables, habilitar más espacios verdes para hacer deporte, medidas gubernamentales y de la industria de la alimentación ayudarían a perder peso, han sostenido también los ciudadanos.

infografía sobre un estudio que refleja el peso que los españoles han ganado durante la pandemia de covid 19

IPSOS

¿Qué es lo mejor para perder peso?

Para cada cuatro de cada diez españoles lo mejor es hacer dieta y reducir la cantidad de alimentos ingeridos; para un 31% tomar menos bebidas azucaradas es determinante y para dos de cada diez beber menos alcohol también ayuda bastante a bajar peso. Los españoles comparten la importancia de la reducción del azúcar en la dieta (65 %), pero en segundo lugar sitúan la eliminación de comida procesada (46 %), siendo los ciudadanos a nivel mundial que más importancia le dan a este factor.

En el estudio, un 24% de los españoles reconoce que ha aumentado su actividad física pero un 27% dice que se mueve menos que antes de la llegada del virus. Respecto al consumo de alcohol durante esta pandemia, el 10% de los españoles reconoce haber aumentado la ingesta mientras un 7% admite que ha bebido menos alcohol en los últimos meses. En cuanto al tabaquismo, un 4% admite que ha dejado este hábito, lo que nos sitúa entre los 6 primeros países que más ciudadanos han empezado a fumar.

¿Cuántos españoles intentan perder peso?

Según el estudio, el 32% de los españoles no tienen especial intención de ganar o perder peso, en sintonía con el 31% de la media mundial (o al menos la media de lo que declaran los ciudadanos de esos 30 países). En cambio, la mayoría tiene intención de perder peso. En concreto, el 50% de los encuestados, por encima de la media universal del 45%, y solo un 6% (8% de media mundial) declaran su intención contraria de ganar kilos. El resto, no contesta.

Entre los que declararon su intención de perder peso, el 17% señalaron que su principal motivación era rebajar el riesgo de sufrir una enfermedad severa si contraían la Covid-19. El 63% creían que el virus era un factor importante para animarse a bajar kilos, pero no el principal mientras el 21% no lo nombraban entre los motivos para aliviar un poco a la báscula.

Para este estudio se entrevistó a 22.008 adultos en 30 países del 23 de octubre al 6 de noviembre de 2020.

El ránking: los países que más peso ganaron en pandemia

(Media declarada por persona)

  1. México – 8,5 kilos
  2. Arabia Saudí – 8 kilos
  3. Argentina – 7,9 kilos
  4. Perú – 7,7 kilos
  5. Chile – 7,5 kilos
  6. Sudáfrica – 7,5 kilos
  7. Polonia – 7,2 kilos
  8. Hungría – 6,9 kilos
  9. India – 6,6 kilos
  10. Estados Unidos – 6,6 kilos
  11. Brasil – 6,5 kilos
  12. Suecia – 6,5 kilos
  13. Australia – 6,3 kilos
  14. Bélgica – 6,3 kilos
  15. Rusia – 6,1 kilos
  16. Turquía – 6,1 kilos
  17. Canadá – 6 kilos
  18. Alemania – 5,9 kilos
  19. España – 5,7 kilos
  20. Italia – 5,6 kilos
  21. Países Bajos – 5,6 kilos
  22. China – 5,4 kilos
  23. Gran Bretaña – 5,4 kilos
  24. Israel – 5 kilos
  25. Francia – 4,9 kilos
  26. Malasia – 4,8 kilos
  27. Singapur – 4,8 kilos
  28. Corea del Sur – 4,3 kilos
  29. Japón – 3,7 kilos
  30. Hong Kong – 3,4 kilos

Ranking de las mejores y peores dietas para el 2021

El IMEO lanza su octava edición de la clasificación Top 5 de las dietas más y menos indicadas para cuidar la línea, repasando las últimas tendencias en nutrición y evaluando sus efectos sobre la salud

Por octavo año consecutivo el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) lanza su tradicional clasificación con algunas de las dietas que han cobrado protagonismo en España a lo largo del último año, dejando claro que no todo lo que está de moda vale para lograr una pérdida de peso saludable. En dos listas independientes, en orden descendente de uno a cinco, los expertos del Instituto enumeran las mejores y peores dietas que seguirán marcando tendencias en 2021.

El Ranking del IMEO está respaldado por una veintena de expertos en obesidad y cuidado de la salud, entre ellos médicos endocrinos y cirujanos bariátricos, nutricionistas clínicos y deportivos, dietistas, psicólogos, terapeutas y entrenadores físicos. Se nutre de casos reales, estudios científicos, novedades y tendencias recogidas en Medios y redes sociales, así como de las búsquedas registradas para España en Google Trends.

Top 5 de las dietas menos indicadas para el 2021

Sensacionalistas y muy restrictivas, prometen perder mucho peso en poco tiempo, siendo insostenibles a largo plazo. Carecen de sustento científico y a menudo recurren a productos “milagro”. Con asegurado efecto rebote y múltiples efectos secundarios que pueden poner en riesgo la salud. Desaconsejadas para una pérdida de peso saludable.

1. Dietas para perder 10 kilos en 1 mes

Son las favoritas de Beyoncé quien perdió 9 kilos en 15 días tomando sirope de arce y de Victoria Beckham con su afán por el chupito de vinagre de manzana. Dentro de este grupo se encuentran la mayoría de las monodietas basadas en la ingesta de solo un alimento, normalmente frutas y verduras (piña, manzana, apio, tomate), pero también huevos, arroz rojo, vinagre o jarabe de arce, a los que hemos de añadir algunos planteamientos más elaboradas, como la de la NASA, en las que hay que seguir un menú concreto que no suele superar las 600 Kcal diarias de manera estricta.

“En todos los casos son pautas cuya característica fundamental es una limitación drástica en el total de calorías ingeridas, ya que es la única manera de perder tantos kilos en tan poco tiempo”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica del IMEO. Así, los alimentos que están permitidos quedan muy limitados, mientras que el resto queda prácticamente prohibido.

Los riesgos que estas pautas provocan en nuestra salud son numerosos, ya que suelen hacerse sin ningún tipo de supervisión profesional. Por un lado, “el déficit energético provoca decaimiento, fatiga y debilidad, pero también la imposibilidad de cubrir los requerimientos de nutrientes, lo cual da lugar a muchas patologías de diferente gravedad entre las que destacan el estreñimiento, la deshidratación, vómitos, diarrea, flatulencias, la formación de cálculos biliares, osteoporosis, amenorrea, pérdida de masa muscular o fibrilación auricular”, avisa la experta. Por otro, este tipo de dieta también tiene un alto impacto a nivel psicológico, ya que provoca ansiedad, irritabilidad, frustración e incluso episodios de depresión debido a la monotonía e imposibilidad de compaginarla con la vida social.

Además, en ningún caso ayuda a mejorar los hábitos de alimentación de quien las sigue y, junto con la alteración del metabolismo que provocan, la recuperación del peso perdido está asegurada al acabarlas. Por todo lo anterior están contraindicadas para toda la población general y en especial para aquellos grupos que tengan requerimientos especiales de nutrientes como niños y adolescentes, embarazadas y lactantes, ancianos o deportistas.

2. Dieta de los 21 días de 800Kcal

Es la dieta preferida de Jennifer Aniston. Consiste en tomar una ingesta de calorías muy por debajo de las necesidades diarias de una persona: 800 Kcal frente a las 1600-2200 Kcal de media. De esta manera se consigue una importante bajada de peso en muy poco tiempo, de entre 4 y 5 kilos en una semana.

El principal problema de este método de adelgazamiento es que, para seguirlo, hay que reducir considerablemente la ingesta de alimentos y, por tanto, se producen déficits tanto de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas), como de micronutrientes (vitaminas y minerales). Esto se traduce en graves problemas para la salud física, como la pérdida de masa muscular por baja ingesta de proteínas, estreñimiento por bajo consumo de fibra, hipoglucemias por deficiencia de hidratos de carbono, amenorrea por bajo aporte calórico y de grasa y osteoporosis por deficiencia de calcio, entre otras.

Por si esto no fuera suficiente, también la salud mental se ve perjudicada ya que esta pauta al ser tan restrictiva y monótona provoca ansiedad, decaimiento, irritabilidad e incluso, con el tiempo, trastornos del comportamiento alimentario como la anorexia o el trastorno por atracón.

“El temido efecto rebote es inevitable tras seguir esta pauta por lo que todo nuestro esfuerzo quedaría sin recompensa y quien la hace suele experimentar un fuerte sentimiento de frustración”, señala Escalada.

Por todo lo anterior, la dieta de las 800 Kcal debería ser evitada por toda la población, pero más aún por personas en edad de crecimiento, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, deportistas, diabéticos, personas con enfermedades o necesidades nutricionales específicas o ancianos.

3. Embotellados détox

Katie Holmes y Jeniffer Garner son algunas de las actrices que se han apuntado a la moda de los licuados embotellados. Este modelo de perder peso consiste en basar la alimentación durante unos días e incluso hasta dos semanas en la ingesta exclusiva de embotellados détox de fruta y verdura que se pueden adquirir en grandes superficies y proceden de determinadas marcas comerciales.

Prometen perder peso de forma rápida, 3-4 kilos en una semana y hasta 8 al mes. Sin embargo, no hay que olvidar que cuando perdemos peso de forma rápida y sin una correcta ingesta de proteínas de alto valor biológico, lo que estamos perdiendo es mayormente agua y masa muscular. “Esto conlleva un enlentecimiento del metabolismo basal y de nuestra tasa metabólica que nos llevará a recuperar la pérdida rápidamente cuando abandonemos este tipo de planes”, recalca Andrea Marqués, experta en nutrición y dietética del IMEO.

Por tanto, esta dieta no es recomendable en pacientes con obesidad, ya que la pérdida de peso real debe ser en base a pérdida de grasa y no de masa muscular y agua corporal. “Además, en pacientes con ansiedad, la ingesta exclusiva de líquido suele conllevar un incremento del apetito y de la propia ansiedad que puede acabar en ingestas compulsivas de alimentos no recomendables”, añade. Tampoco sería recomendable para compensar excesos navideños, puesto que la ingesta exclusiva de licuados de fruta y verdura puede implicar déficits de proteínas, vitaminas y minerales a medio y largo plazo.

4. Método intuitivo que permite comer de todo

Eva Longoria y Jennifer Lawrence son ejemplo de celebrities que no siguen dietas, comen de todo, eso sí, controlando las cantidades. Cada vez son más las mujeres que se han hartado de estar a dieta, lo que quizás ha conllevado a forjar el concepto del denominado método intuitivo. Consiste en eliminar las restricciones propias de un régimen de pérdida de peso, centrándose en otros aspectos, como comer sólo cuando se tiene apetito o comer lo que apetece en un momento dado. No promete pérdidas de peso determinadas por semanas o meses.

“Por un lado, puede parecer atractivo, ya que los nutricionistas muchas veces incidimos en que hay que dejar de lado la dieta para adquirir unos buenos hábitos alimenticios. Sin embargo, no hay que olvidar que en el paciente obeso o con trastorno del comportamiento alimentario esto no siempre es fácil”, afirma la experta del IMEO Andrea Marqués.

Los pilares de este método son tan sencillos, como comer de todo sin contar las calorías, identificar la sensación de saciedad y el estado de ansiedad emocional, sin dejar de hacer ejercicio de forma regular. El método no resulta perjudicial para la salud, ya que sus estándares son, en general saludables, pero no podemos pensar que a un paciente con problemas de peso debemos indicarle que coma lo que le apetezca. Porque una persona con sobrepeso importante, obesidad o problemas de ansiedad por la comida necesita un seguimiento, adherencia al tratamiento o un plan nutricional marcado, en muchas ocasiones por un apoyo psicológico para obtener resultados que se puedan mantener a largo plazo. “Por ello, este método sería correcto únicamente para que personas sanas y sin malos hábitos alimenticios tengan una correcta relación con la comida”, concluye la nutricionista.

5. Dieta keto o cetogénica

El actor Alec Baldwin y la actriz Halle Berry son entre los seguidores de este tipo de dietas –algunas, como la de Atkins y Ducan, con nombre propio–, que eliminan casi por completo los hidratos de carbono de la alimentación. En concreto, se limita a los 50 gr diarios este macronutriente y se aumenta el consumo de proteínas y grasas. El principal atractivo de esta pauta es la gran pérdida de peso que se puede bajar de golpe: entre 2-3 Kg en una semana y hasta 12 kilos en un mes.

“Al no ingerir carbohidratos, nuestro cuerpo se ve obligado a obtener la energía de la grasa en un proceso metabólico alternativo en el que se producen los denominados cuerpos cetónicos cuyo acumulo en el organismo es tóxico y tiene diferentes efectos nocivos como cefaleas, mareos, fatiga, vómitos, mal aliento, cálculos renales, pérdida de masa ósea y muscular o arritmias”, explica la nutricionista Carmen Escalada.

Otro riesgo del seguimiento de esta pauta es que se aumente el consumo de grasas de mala calidad, las saturadas y, especialmente las trans con el problema que esto supone para la salud: aumento de los niveles de colesterol “malo” o LDL, del colesterol total y de los triglicéridos y, en consecuencia, del riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, la ateroesclerosis o los infartos.

“Además, no es una pauta que se pueda mantener en el tiempo, porque no ayuda a mejorar los hábitos de alimentación de la población y no es compatible con la vida social, por lo que el riesgo de efecto rebote es extremadamente elevado”, argumenta la experta del IMEO.

Esta pauta está contraindicada para la población general, aunque puede ser beneficiosa, siempre bajo un estricto control sanitario de la mano de profesionales, para el tratamiento de ciertas enfermedades como la epilepsia que no responden a otros tratamientos farmacológicos.  

Top 5 de las dietas más indicadas para el 2021

Contribuyen a llevar un estilo de vida saludable. Sostenibles en el tiempo y sin efecto rebote. Buscan una pérdida de peso moderada, hasta 1,5Kg por semana y no más de 6Kg al mes. Se nutren de todos los grupos de alimentos teniendo en cuenta su distribución, biodisponibilidad y las cantidades para garantizar el buen funcionamiento de nuestro organismo. Normalmente son monitorizados por endocrinos, nutricionistas o dietistas.  

1. Dieta inmunitaria frente al “covid-19” para reforzar la salud

El actor Tom Hanks y su esposa Rita Wilson que fueron entre los primeros que dieron positivo por coronavirus hicieron hincapié en sus redes sociales en la importancia de una alimentación que estimula la inmunidad[1].   

A diferencia de otras ediciones, la actual se hace eco de una tendencia relacionada con el coronavirus que ha estado durante todo el año en alza: el esfuerzo de reforzar la salud y las defensas a través de la alimentación, donde perder el peso ganado durante los confinamientos se ha quedado como objetivo secundario.

“Ahora que ha habido una adaptación obligada y radical requerida por la situación sanitaria, se come más en casa que en restaurantes o de fiambrera, y se prefiere practicar la actividad física más al aire libre que en el gimnasio o en el hogar. Esto ha resaltado la necesidad de cambio de hábitos hacia un estilo de vida saludable y también la necesidad de reforzar el sistema inmune con una dieta saludable, complejos vitamínicos y complementos alimenticios, siendo todo ello muy positivo”, señala la experta en dietética y nutrición Andrea Marqués.  No obstante, aclara, “ninguna dieta puede evitar que nos contagiemos del coronavirus o puede curarnos, pero, sí puede ayudarnos a encontrarnos mejor, tanto de cara a un posible contagio, como si ya tenemos la enfermedad”. En este sentido, una dieta “inmunitaria”, siendo su nombre más bien descriptivo que propio, puede resultar el propósito más acertado del año nuevo y nos ayudará no solo a mantener el peso a raya, sino también a cuidar la salud en época de frío, cuando existe un mayor riesgo en la transmisión de enfermedades respiratorias.  

La pauta que marca la nutricionista, es potenciar la ingesta de proteínas de alto valor biológico y grasas saludables, así como el consumo de alimentos ricos en ácido fólico, minerales (hierro, zinc y selenio) y vitaminas de todos los grupos, siendo la vitamina D especialmente beneficiosa por ser relacionada con la reducción de infecciones, hospitalizaciones y muertes por coronavirus. Esto implica asegurar el consumo de frutas cítricas (naranja, kiwi, mandarina) y verduras variadas (pimiento rojo, calabaza, acelgas, brócoli, espinacas, calabacín, zanahoria, champiñones), carnes magras, huevos y lácteos de calidad, pescados azules y mariscos. También sería recomendable un consumo adecuado de omega 3 (frutos secos, aceite de oliva) por su acción antiinflamatoria y de probióticos (yogur, kéfir, chucrut) que mejoren nuestra flora intestinal que es una barrera fundamental de nuestras defensas. Por último, aconseja reducir el consumo de azúcares, ya que su nivel elevado en sangre ha sido señalado como un factor de riesgo relacionado con el aumento de la mortalidad en pacientes con covid-19.

2. Dieta baja en carbohidratos

Jennifer López es una de las defensoras de esta pauta que reduce sustancialmente la ingesta de hidratos de carbono a la vez que aumenta el consumo de grasas saludables. Esta tendencia surge como respuesta a la afirmación que el aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad en la población se debe al elevado consumo de hidratos de carbono de rápida asimilación, como azúcares y harinas refinadas. Sostiene que el consumo de alimentos ricos en grasas saludables, como los frutos secos o el pescado azul, tiene un importante efecto saciante y, por tanto, se come menos cantidad, mientras que los hidratos de carbono sencillos son adictivos y favorecen un mayor consumo y, con ello, la ganancia de peso y grasa corporal.

“La dieta baja en carbohidratos es más flexible que las cetogénicas, porque no elimina por completo su consumo y no genera ansiedad, de modo que se puede seguir durante más tiempo y es compatible con cierta vida social”, argumenta la nutricionista clínica Carmen Escalada.

Siguiendo este plan se puede perder en torno a 1 kilo a la semana, pero para evitar que produzca daños en nuestra salud es fundamental hacerlo de manera correcta, es decir, basando nuestro menú en alimentos ricos en grasas y proteínas de calidad, como pescados, carnes, huevos e incluir frutas y verduras, asegurando de esta manera el aporte necesario de fibra.

Se evita el consumo de alimentos ricos en grasas trans y saturadas, como la bollería y la pastelería industrial, mantequillas y mantecas, y azúcares presentes en chucherías, helados, zumos, refrescos, pastas o panes elaborados con harinas refinadas. Si las pautas no se siguen correctamente, pueden surgir problemas como estreñimiento, déficit de vitaminas y minerales, imposibilidad para bajar peso o cetoacidosis, una alteración metabólica con consecuencias graves en la salud.

A pesar de que esta dieta no supone grandes riesgos para la población general, no es adecuada para personas que padezcan enfermedades renales o hepáticas por el mayor consumo de proteínas.

3. Método Evolution

“Nuestra experiencia en consulta nos indica que solo una de cada diez personas que siguen un método de adelgazamiento persisten en el tiempo, pero si la dieta se basa en un enfoque multidisciplinar, ocho de cada diez personas la terminan y las probabilidades de alcanzar la meta con éxito son mayores”, argumenta Rubén Bravo, experto en nutrición y experto del IMEO.

Un año después de su creación, este método ha experimentado un aumento de 500 por ciento entre sus adeptos[2]. Lejos de ser una dieta adelgazante, incide en evolucionar los hábitos de estilo de vida, apoyándose en cuatro columnas: la nutrición, los complementos alimenticios, la actividad física y el coaching nutricional. Busca un objetivo a largo plazo y un cambio permanente del estilo de vida, basándose en un enfoque multidisciplinar que combina un entrenamiento progresivo de 30 minutos al día, cuenta con grupo de motivación de crecimiento personal.

Permite perder 4-5 kilos en un mes, la gran mayoría de masa grasa. Tiene un impacto en la mejora de la condición física, la prevención de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta y el pensamiento positivo a la hora de enfrentarnos a los problemas cotidianos.

En cuanto a la alimentación, se evitan los alimentos procesados y aquellos con un índice glucémico alto, las grasas poco saludables, las harinas refinadas y los cereales enteros. Se ajusta la cantidad de las proteínas para mantener o mejorar la masa muscular y se aumenta la ingesta de legumbres, vegetales y frutas.

4. Flexitariana

El nombre de Meghan Markle es entre los últimos que se han sumado a la larga lista de famosos que siguen una dieta predominante vegana, pero de vez en cuando se permiten platos de pescado o carne. En la actualidad se estima que en torno al 10 por ciento de la población sigue este tipo de alimentación, ya que gran parte del menú se centra en alimentos de origen vegetal y apenas una quinta parte, derivados de animales.   

Es una dieta equilibrada, baja en grasas saturadas y colesterol, cardiprotectora, alta en nutrientes y fibra que puntualmente recurre pescados y carnes para obtener los tan necesarias aportes de ácidos grasos Omega 3 y proteínas de alta calidad y vitamina B12. Permite perder 3-4 kilos en un mes.

“Es una opción moderada y menos exigente para ir conociendo poco a poco el mundo vegetariano”, anota Rubén Bravo dietista experto en nutrición y portavoz del IMEO, destacando que los seguidores de esta tendencia dan muchísima importancia a la calidad, origen y manufactura de los alimentos que escogen, buscando productos de agricultura biológica, ganadería extensiva y pesca sostenible, etiquetas con sello “bio” o “eco”, eliminando las opciones excesivamente procesadas y decantándose por opciones más naturales.

5. Ayuno Intermitente 16/8

Esta dieta de moda seguida por Elsa Pataky y su marido, el actor Chris Hemsworth, fue la elegida por Lionel Messi con el fin de potenciar su rendimiento deportivo.

Según el Google Trends, durante el 2020 la búsqueda relacionada con el término “adelgazamiento” en España señala un importante aumento en el caso del ayuno intermitente (+200%).

“Varios estudios e investigaciones realizadas en los últimos años nos indican que realizar menos ingestas diarias podría ser beneficioso para nuestra salud, plasmando estas evidencias en diferentes pautas nutricionales donde dividiríamos el día en “periodo e ayuno” y en “periodo de ingestas”, explica Rubén Bravo. Esta versión del ayuno consiste en ayunar durante 16 horas que suelen incluir las 8 horas de sueño, permitiendo la ingesta durante las 8 horas siguientes.

La “ventana” de alimentación más común es desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde, realizando almuerzo, merienda y cena temprana. Con este plan de alimentación se pueden perder de 3 a 4 kilos al mes, dependiendo del índice metabólico basal de cada persona y su actividad física. “Para que el ayuno intermitente tenga el efecto óptimo debe estar integrado dentro de una dieta equilibrada y variada, rica en fruta y verdura, cereales integrales, legumbres, frutos secos y proteína de origen vegetal y animal, evitando en su totalidad los carbohidratos y los azucares refinados”, especifica el experto en nutrición del IMEO.  

Este tipo de ayuno puede ser beneficioso en personas sanas, aquellas con diabetes tipo 2 controlada o los que practican un deporte moderado. Se desaconseja a pacientes con patologías asociadas o trastornos de la conducta alimentaria sin la recomendación y supervisión de un médico o nutricionista.


[1] Según The Economic Times Hanks publicó durante su cuarentena una foto de dos rebanadas de pan tostado untados de extracto de Vegemite del que se dice que estimula la inmunidad, reduce la fatiga, la ansiedad, el estrés y el riesgo de enfermedades cardíacas.

[2] Según datos y métricas internas de la web https://www.metodoevolution.com/.