Por qué la obesidad es factor de riesgo en el 80% de los pacientes graves de Covid-19

El Economista

  • Es el principal factor de mal pronóstico en la infección por Covid-19
  • Además, solo el 50,9% de las personas afirma saber esta realidad
  • Es una enfermedad inductora de un estado favorecedor de trombosis

Un estudio realizado por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) revela que esta afección es un factor de riesgo para sufrir una hospitalización por Covid-19. «El 80% de lo pacientes que tuvieron formas graves de la infección por Covid-19, que precisaron intubación, ventilación mecánica en la UVI y/o fallecieron eran obesos», explica la doctora Monereo, Jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.

La también secretaria de la organización subraya que la «obesidad es el principal factor de mal pronóstico en la infección por Covid-19». Además, el estudio llevado a cabo por la SEEDO ha evaluado el conocimiento de la población sobre el peor pronóstico que tienen las personas obesas con Covid-19. Como informa el doctor Albert Lecube, «solo el 50,9% de las personas encuestadas afirma saber o haber escuchado que el exceso de peso puede ser un factor de mal pronóstico si desarrolla la Covid-19».

Este desconocimiento, además, asciende hasta el 67,3% de los encuestados más jóvenes (entre 18 y 24 años), se sitúa en el 70,7% de las personas que han ganado más de 3 kg durante el confinamiento y alcanza su máximo en el 80,5% de las personas sin ingresos. Por todo ello, afirma el presidente de SEEDO, «el riesgo que supone el exceso de peso en la Covid-19 debe ser difundido como medida preventiva que ayude a combatir la ganancia ponderal en nuestra sociedad».

Por qué la obesidad es un factor de riesgo de sufrir Covid-19 grave

La conclusión del trabajo de SEEDO va en sintonía con otros trabajos. Así, las conclusiones de un artículo de revisión publicado por especialistas de la Clínica Universidad de Navarra en la revista científica European Journal of Internal Medicine revela tambiénque los pacientes con obesidad presentan un mayor riesgo de contraer una covid-19 más grave y con ella crece también el riesgo de mortalidad.

En este estudio de casos reales los autores concluyeron que, a los pocos meses de iniciarse la pandemia, «ya existía evidencia sobrada del mayor riesgo que tienen los pacientes con obesidad de desarrollar una Covid-19 grave, así como de morir como consecuencia de la infección».

En cuanto a los cinco aspectos fundamentales implicados en la obesidad, se ha revisado la obesidad como enfermedad inductora de un estado favorecedor de trombosis, teniendo en cuenta que «los fenómenos pro trombóticos son una fuente importante de complicaciones en la covid», advierte el especialista. Además, la obesidad provoca un estado pro inflamatorio y una alteración hormonal, cuyo efecto final también induce inflamación.

Y al respecto apunta que los pacientes con covid-19 mueren, «no por el virus en sí mismo, sino por la alteración de la respuesta inmune que causa una respuesta hiperinflamatoria» que es, a su vez, responsable de la insuficiencia respiratoria que padecen los pacientes con covid grave, y «en un paciente con obesidad, con un estado inflamatorio ya existente, esa alteración inflamatoria de la covid es más fácil que se produzca».

La obesidad no fue una afección que priorizase en el plan de vacunación

Estas evidencias llevaron a la SEEDO y otras organizaciones a pedir que los pacientes obsesos fueran incluidos en el grupo de personas con enfermedades de riesgo, con el objetivo de que se priorizasen en la estrategia de vacunación. Sin embargo, nunca formaron parte de la lista, que se conforma de las siguientes afecciones. 

1. Trasplante de progenitores hematopoyéticos (alo y autotrasplante) en los últimos 2 años, o más de 50 años y/o menos del 80% de índice Karnofsky, independientemente del tiempo desde el trasplante. Unos 20.000 pacientes

2. Trasplante de órgano sólido (pulmonar, renal, pancreáticos, cardíaco, hepático, intestina) y en lista de espera para trasplante de órgano sólido. Unos 60.000 pacientes.

3. Tratamiento sustitutivo renal (hemodiálisis y diálisis peritoneal). 28.736 pacientes

4. Enfermedad oncohematológica en los últimos 5 años o no controlada y/o neutropenia severa (menos de 500 neutrófilos/mm3) independientemente del tiempo desde el diagnóstico. Unos 64.000 pacientes

5. Cáncer de órgano sólido: incluye los cánceres sólidos en tratamiento con quimioterapia citotóxica, de órgano sólido metastásico, pacientes que reciben radioterapia por tumores de localización torácica con riesgo de neumonitis (tumor esófago, radioterapia sobre metástasis pulmonares, etc). Unos 170.000 pacientes

6. Inmunodeficiencias primarias: todas excluyendo el déficit de IgA y el defecto de formación de anticuerpos. Unos 3.000 pacientes

7. Infección con VIH y con menos200 cel/ml (analítica de los últimos 6 meses). Unos 10.600 personas

8. Síndrome de Down con 40 o más años de edad (nacidos en 1981 o antes). Unos 10.000 personas

Así son los niños más frágiles frente al coronavirus

La existencia de asma, diabetes tipo 1, obesidad y problemas psicológicos elevan el riesgo de hospitalización tras el contagio

La Razón, por Raquel Bonilla

Existen perfiles de niños mucho más vulnerables frente al SARS-CoV-2 y con mayor riesgo de hospitalización CRISTINA BEJARANO LA RAZÓN

La Covid-19 no es una enfermedad especialmente peligrosa para los menores, tal y como han demostrado las cifras de estos últimos meses. Sin embargo, eso no quiere decir que los niños estén ajenos a contagiarse por el SARS-CoV-2 y, como consecuencia de ello, a desarrollar un cuadro patológico. De hecho, existen algunos perfiles de niños mucho más vulnerables frente al nuevo coronavirus, como aquellos que presentan problemas de base como asma, trastornos del neurodesarrollo, ansiedad o depresión y trastornos relacionados con el miedo, así como obesidad y diabetes tipo 1, tal y como confirma un nuevo estudio publicado esta semana en la revista científica “Jama Network Open” y elaborado por los Centros para el Control y la prevención de Enfermedades de Estados Unidos entre más de 43.465 menores con diagnóstico de Covid-19 entre marzo de 2020 y enero de 2021.

En concreto, las afecciones subyacentes más comúnmente documentadas entre los niños que fueron diagnosticados con Covid-19 fueron asma, trastornos del neurodesarrollo, ansiedad y trastornos relacionados con el miedo, seguido de obesidad y de anomalías congénitas cardíacas y circulatorias, hipertensión esencial y diabetes tipo 1 tenían un mayor riesgo de hospitalización y enfermedad grave tras el contagio. En este sentido, los informes de cohortes sugieren que los niños con cardiopatía congénita podrían tener un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19, mientras que un estudio nacional realizado entre adultos y niños en Inglaterra confirmó que la diabetes tipo 1 está asociada con probabilidades más altas de muerte intrahospitalaria tras desarrollar la Covid-19. “Nuestro estudio encontró que la diabetes tipo 1 era un factor de riesgo de enfermedad grave por Covid-19 entre los niños estadounidenses. Esto podría explicarse parcialmente por las complicaciones de la diabetes preexistente o de nueva aparición en el contexto de una infección por SARS-CoV-2 o causas indirectas relacionadas con la pandemia, como por ejemplo retrasos en la búsqueda de atención, retrasos en el diagnóstico y un control glucémico deficiente posterior en pacientes con diabetes tipo 1)”, detallan los investigadores.

Ansiedad, un peligroso factor

Por otro lado, los trastornos relacionados con la ansiedad y el miedo, los trastornos depresivos y los trastornos del neurodesarrollo (estos últimos impulsados por ejemplo por el trastorno por déficit de atención / hiperactividad o los trastornos del espectro autista) también tienen una mayor presencia entre los menores que desarrollan complicaciones tras el contagio por SARS-CoV-2, con una mayor prevalecieron en la muestra recogida en este informe y con un mayor riesgo de hospitalización, pero no con una enfermedad grave una vez que ya están hospitalizados.

Y tal y como ocurre con los adultos, la obesidad es un factor de riesgo conocido de enfermedad grave por Covid-19 y este nuevo estudio proporciona la evidencia necesaria para confirmar que también lo es entre los niños tras el contagio por SARS-CoV-2. Estudios descriptivos y de series de casos previos mostraron que la obesidad es más frecuente en niños con enfermedad grave por Covid-19 en comparación con la población general, probablemente porque “el exceso de grasa corporal puede tener numerosos impactos negativos en la salud que podrían explicar este mayor riesgo, incluida la inflamación crónica y la inmunidad deteriorada y enfermedad cardiopulmonar subyacente”, advierten los expertos.

Por su parte, el asma fue la afección diagnosticada con mayor frecuencia, asociada significativamente al riesgo de hospitalización. “No encontramos que el asma estuviera asociado con un mayor riesgo de enfermedad por Covid-19 entre los niños hospitalizados, excepto entre los de 12 a 18 años, pero un análisis anterior de 454 pacientes menores de 21 años en el Children’s Hospital Colorado confirmó que el asma es un factor de riesgo de hospitalización y asistencia respiratoria, pero no de cuidados críticos. La evidencia actual que sugiere que el asma es un factor de riesgo de enfermedad grave por Covid-19 entre adultos es mixta. Por lo tanto, el papel del asma en la gravedad de la infección tanto para niños como para adultos sigue sin estar claro”, reconocen los investigadores.

Según los datos arrojados por este nuevo estudio, los niños con epilepsia tenían un mayor riesgo de hospitalización y enfermedad grave por Covid-19 cuando estaban hospitalizados. La evidencia sobre epilepsia o convulsiones y Covid-19 ha sido escasa, aunque un estudio reciente encontró un mayor riesgo de muerte entre los pacientes con epilepsia y Covid-19, tal y como recuerda el artículo publicado en “Jama Network».

Estas nuevas evidencias son válidas tanto para niños como para adolescentes, ya que, tal y como aseguran los investigadores, “más de la mitad de nuestra muestra estaba formada por adolescentes (de 12 a 18 años), por lo que nuestros resultados reflejan más ese grupo de edad. Los análisis estratificados por edad mostraron que ciertas afecciones (asma, trastornos del neurodesarrollo) eran más frecuentes entre los pacientes de dos años o más, mientras que la prematuridad y las anomalías congénitas cardíacas y circulatorias eran las más frecuentes y se asociaban con el mayor riesgo de enfermedad por Covid-19 entre los pacientes menores de dos años”.

Así, este nuevo análisis transversal confirma que los niños con diabetes tipo 1, anomalías congénitas cardíacas y circulatorias, obesidad, hipertensión esencial, epilepsia, trastornos neuropsiquiátricos y asma, así como los niños con enfermedades crónicas, tenían un mayor riesgo de hospitalización o Covid-19 grave. Por su parte, los niños de un año o menos o prematuros tenían un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19. “Los esfuerzos de prevención de salud pública y priorización de vacunas podrían considerar el potencial de enfermedad grave por Covid-19 entre los niños con estas afecciones médicas subyacentes y enfermedades crónicas”, argumentan los autores, quienes insisten en que “los profesionales de la salud deben considerar la necesidad de un manejo clínico cauteloso de los menores con estas afecciones y Covid-19, aunque una mayor investigación epidemiológica podría proporcionar información sobre las causas que subyacen a nuestros hallazgos e identificar otros factores que colocan a los niños en un mayor riesgo de enfermedad grave por Covid-19″.

La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar 10 de los cánceres más comunes

Xataca ciencia, por Sergio Parra

Según un estudio de más de 400.000 adultos en el Reino Unido, que se presenta en el Congreso Europeo de Obesidad (ECO) celebrado online este año, la obesidad incrementa el riesgo de desarrollar 10 de los cánceres más comunes.

Los datos son similares con independencia de la forma de medir la obesidad, como gordura central (cintura y caderas más grandes) u obesidad general (índice de masa corporal (IMC) y porcentaje de grasa corporal).

Los diez cánceres

Utilizando datos del estudio de cohorte prospectivo del Biobanco del Reino Unido, investigadores de la Universidad de Glasgow identificaron 437.393 adultos (54% mujeres; edad promedio de 56 años) que no tenían cáncer, para investigar el riesgo de desarrollar y morir a causa de 24 cánceres de acuerdo con seis marcadores de la obesidad: IMC, porcentaje de grasa corporal, relación cintura-cadera, relación cintura-altura y circunferencias de cintura y cadera.

Los resultados se ajustaron por edad, sexo, etnia, educación, tabaquismo, consumo de alcohol, ingesta de frutas y verduras, carnes rojas y procesadas, pescado azul, actividad física y conductas sedentarias. Después de un seguimiento promedio de 9 años, hubo 47.882 casos de cáncer y 11.265 muertes por cáncer.

Los investigadores encontraron que las seis medidas de obesidad se asociaron de manera positiva y similar con un mayor riesgo de 10 cánceres. Por ejemplo, cada aumento de 4,2 kg (hombres) y 5,1 kg (mujeres) en el IMC por encima de 25 kg (definido como sobrepeso) se relacionó con un mayor riesgo de cáncer de estómago (aumento del 35% ), vesícula biliar (33%), hígado (27%), riñón (26%), páncreas (12%), vejiga (9%), colorrectal (10%), endometrial (73%), uterino (68%), cáncer de mama posmenopáusico (8%) y cáncer general (3%).

Los investigadores estiman que si estas asociaciones fueran causales o no correlacionales, tener sobrepeso u obesidad podría ser responsable de alrededor del 40% de los cánceres de endometrio y útero y del 29% de los cánceres de vesícula biliar; y podría representar el 64%, 46% y 40% de las muertes por estos cánceres, respectivamente.

Los resultados sugieren que el IMC es una medida adecuada del riesgo de cáncer por exceso de peso, y no hay ninguna ventaja en usar medidas más complicadas o costosas como la circunferencia de la cintura o el porcentaje de grasa corporal.

Las mujeres con obesidad y una dieta rica en sal tienen más riesgo cardiovascular que los hombres

La enfermedad cardiaca es ahora la tercera causa principal de muerte entre la población femenina de entre 20 y 44 años.

Heraldo / Europa Press

Las mujeres con obesidad y una dieta rica en sal tienen más riesgo cardiovascular que los hombres, Pixabey

Las mujeres con obesidad y una dieta rica en sal tienen más riesgo cardiovascular que los hombres, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de la Augusta University (Estados Unidos) y ha sido presentado en el ‘American Physiological Society Annual Meeting at Experimental Biology 2021’.

La hormona sexual estrógeno, que tiene algunos poderes protectores, como mantener los vasos sanguíneos más flexibles, se considera una protección natural para las mujeres premenopáusicas, sin embargo, junto con las crecientes tasas de obesidad severa en las mujeres jóvenes, la enfermedad cardiaca es ahora la tercera causa principal de muerte entre la población femenina de entre 20 y 44 años.

En este sentido, los investigadores han avisado de que la obesidad y el alto consumo de sal son riesgos aún mayores para las mujeres porque tienen niveles naturalmente más altos de dos hormonas adicionales, leptina y aldosterona, las cuales preparan el escenario para las disparidades cardiovasculares potencialmente mortales.

«Muchos de nosotros probablemente pensamos en la leptina como la ‘hormona de la saciedad’ que envía a nuestro cerebro señales para dejar de comer cuando nuestro estómago está lleno, pero en la obesidad, el cerebro normalmente deja de escuchar el mensaje completo, pero el sistema cardiovascular de las mujeres comienza a recibir señales poco saludables», han detallado los expertos.

Y es que, han demostrado que en las mujeres la leptina hace que las glándulas suprarrenales, que producen aldosterona, produzcan aún más de este poderoso constrictor de vasos sanguíneos. Al igual que la leptina, las mujeres, independientemente de su peso, ya tienen niveles naturalmente más altos de aldosterona y también glándulas suprarrenales más grandes.

La obesidad en realidad produce mayores aumentos de presión arterial en las mujeres, y los estudios indican que las mujeres también son más propensas a la disfunción vascular asociada a la obesidad, cosas como vasos sanguíneos más rígidos que no son tan hábiles como la dilatación. Por otro lado, la leptina aumenta la producción del óxido nítrico vasodilatador, el cual reduce la presión arterial, en los ratones machos, una de las muchas diferencias cardiovasculares que están encontrando entre machos y hembras.

Debido a que las mujeres ya producen más aldosterona, y la respuesta normal del cuerpo cuando se ingiere mucha sal es producir aún más aldosterona para ayudar a eliminar parte de ella, por ello, los expertos proponen ahora que las mujeres pueden tener una capacidad deteriorada para reducir la aldosterona, lo que las hace más sensibles a la sal.

Crononutrición: ¿cenar tarde influye en el peso?

Todo el patrón horarios diario de comidas puede influir en la obesidad y tener efectos negativos sobre la salud, según una serie de estudios.

Clarín

Cada vez más estudios ponen el acento no sólo en lo que se come -aspecto fundamental de una buena nutrición- si no en cuándo, es decir, en qué momentos y en qué rango horario las personas realizan sus ingestas. En ese sentido, una serie de trabajos realizados en los últimos años por un equipo de investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), en España, concluyeron que comer y cenar tarde y el uso de pantallas antes de dormir inciden directamente sobre los índices de grasa corporal y marcan el ritmo de pérdida de grasa en un proceso de adelgazamiento, además de aumentar los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Los ensayos fueron liderados por la catedátrica de Fisiología Marta Garaulet y sus resultados fueron publicados en el transcurso del año en seis artículos publicados en las principales revistas científicas dedicadas a la nutrición en Europa y Estados Unidos.

Los estudios van desgranando los porqués del efecto de las horas de ingesta de alimentos; un camino empezado en el año 2013 con la publicación de los resultados de un estudio que abrió en todo el mundo el camino a la investigación en la crononutrición.

Aquel primer estudio, publicado en la International Journal of Obesity, y que se convirtió en uno de los más citados en su campo en el mundo, demostraba que comer después de las tres de la tarde ralentizaba el proceso de pérdida de peso.

Las investigaciones posteriores en esta línea seguida por Garaulet acaban de demostrar, en un artículo publicado en la American Journal of Clinical Nutrition, que no solo la hora tardía del almuerzo influye, sino que es todo el patrón horarios diario de comidas el que es determinante como causa de obesidad y que tiene efectos negativos sobre la salud.

El estudio, que implicó a 3.660 adultos (la mayoría mujeres, con una mediana de edad de 41 años), demostró que quienes tienen un punto medio de ingesta tardío tienen un índice de masa corporal (IMC) más alto ( el IMC define los parámetros de delgadez, sobrepeso y obesidad), tienen los triglicéridos más elevados y presentan una mayor resistencia a la insulina; factores que determinan un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

¿Y qué es el punto medio de ingesta? Es el resultado del número de horas desde el inicio del desayuno hasta el de la cena, dividido entre dos y sumado a la hora del desayuno. Por ejemplo: una persona que desayuna a las 7.00 y cena a las 20.30 horas tendrá un punto medio de ingesta a las 13.30 horas. En otro caso, una persona que desayune a las 10.00 y cene a las 23.00 tendrá su punto medio de ingesta a las 16.30.

Este último estudio de Garaulet concluyó que cada hora de retraso de ese punto medio de ingesta implica un kilo menos de pérdida de peso en un proceso de 19 semanas de tratamiento.

El estudio del comportamiento de las personas voluntarias de este ensayo también estableció que los comedores tardíos tienden a comer más cuando están estresados, que lo hacen principalmente por la noche, de forma compulsiva, mientras ven la televisión, y que presentan menos motivación para cuidarse.

«Estos resultados deberían ayudar a diseñar terapias específicas para comedores tardíos, ayudarlos principalmente a controlar el estrés y establecer rutinas que mejoren sus hábitos», explica Garaulet.

La razón metabólica de por qué la hora de las ingestas influye tanto se encontró en una enzima que ayuda al cuerpo a quemar grasa, y cuya máxima actividad es por la noche. Cuando cenamos tarde, la actividad de esta enzima disminuye a la tercera parte.

Se trata de la Lipasa Sensible a Hormonas (LSH), cuya actividad va cambiando a lo largo del día y que cuanto más rinde es a medianoche. Una cena tardía confunde a esta enzima, que entiende que no tiene que movilizar la grasa.

Este estudio del equipo de Marta Garaulet junto con el doctor Juan Antonio Luján, del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, contó con la colaboración de investigadores de Harvard, del Instituto Karolinska de Estocolmo y de la Universidad de Granada.

Las investigaciones concluyen en que la hora apropiada para cenar es 2,5 horas antes de irse a dormir, ya que cenar más tarde de esa hora supone, además de una mayor propensión a la obesidad, un aumento de los valores de glucosa en sangre.

En este sentido, se demostró que esto ocurre en personas con un polimorfismo específico en el receptor de la melatonina, que se da en la mitad de la población.

Comer tarde y con pantallas puede tener impacto negativo en la salud. Imagen ilustrativa Shutterstock.

Comer tarde y con pantallas puede tener impacto negativo en la salud. Imagen ilustrativa Shutterstock.

A qué hora deben cenar los más chicos

La hora de las ingestas no tiene solo influencia en los adultos, sino que también es un problema que se presenta en niños y niñas. En este sentido, un estudio realizado chicos de entre 8 y 12 años, y publicado en Nutrition, permite concluir que aquellos que cenan después de las 20.45 horas presentan el doble de obesidad que los que cenan antes porque gastan menos energía en la metabolización de los alimentos de la cena.

Además, la investigación demostró que la inflamación es 1,8 veces mayor en los niños que cenan más tarde, en comparación con aquellos que comen más temprano, lo que influye en valores más altos de la proteína C Reactiva (PCR), un marcador de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en el futuro.

En los menores es también de vital importancia la hora del sueño y, especialmente, los hábitos que tienen antes de irse a dormir. Otro estudio, también con chicos de la misma franja de edad, arroja resultados que indican que quienes presentan un cronotipo vespertino, es decir, que se mantienen activos en las últimas horas del día, suelen estar expuestos a más luz de pantallas antes de ir a la cama que el resto, hasta más de 50 lux, lo es equivalente a tener cincuenta velas encendidas a la vez cerca del rostro.

Estos hábitos pueden retrasar la activación de la melatonina, hormona de la noche, hasta tres horas, con lo que se retrasa el centro del sueño y los niños se despiertan en pleno sueño restaurador. ¿El impacto? Rinden menos en la escuela, tienen peor capacidad de concentración y suelen tener más bajas calificaciones.

Los resultados negativos también se observan en adultos jóvenes en un estudio realizado entre individuos de 19 y 23 años de la Región de Murcia y México (publicado en Clinical Nutrition). Este estudio demostró que quienes tienen un cronotipo vespertino presentan triglicéridos más altos y riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Tomar un café bien cargado media hora antes de hacer ejercicio aumenta la quema de grasa, según estudio

Científicos de la Universidad de Granada demuestran, además, que si el ejercicio se realiza por la tarde, los efectos de la cafeína se notan más que si se hace por la mañana

Ideal.es

Científicos de la Universidad de Granada, pertenecientes al departamento de Fisiología, han demostrado que la ingesta de cafeína (unos 3 mg / kg, el equivalente a un café bien cargado) media hora antes de realizar ejercicio aeróbico aumenta notablemente la quema de grasa. Además, si este ejercicio se realiza por la tarde, los efectos de la cafeína se notan más que si se hace por la mañana.

En un trabajo publicado en la revista Journal of the International Society of Sports Nutrition, los investigadores se plantearon averiguar si la cafeína, una de las sustancias ergogénicas más consumida en el mundo para mejorar el rendimiento deportivo, realmente incrementa la oxidación o «quema» de grasas durante el ejercicio. Y es que, a pesar de que su consumo en forma de suplementos es muy habitual, la fundamentación científica es escasa.

«Está muy extendido dentro del ámbito práctico recomendar hacer ejercicio en ayunas por la mañana para incrementar la oxidación de grasas durante el ejercicio. Sin embargo, esta recomendación podría carecer de base científica, ya que se desconoce si este aumento es debido a la realización en sí de ejercicio en horario de mañanas o por el hecho de permanecer en ayunas durante un prolongado periodo temporal», explica el autor principal de esta investigación, Francisco José Amaro-Gahete, del departamento de Fisiología de la UGR.

En la investigación participaron un total de 15 hombres (de 32 años de edad media), que completaron una prueba de ejercicio cuatro veces en intervalos separados por siete días. Los sujetos ingirieron 3 mg / kg de cafeína o un placebo a las 8 de la mañana y a las 5 de la tarde (cada sujeto completó las pruebas en las cuatro condiciones en un orden aleatorio). Se estandarizaron estrictamente las condiciones previas a cada prueba de ejercicio (horas de ayuno, realización de ejercicio físico o consumo de sustancias estimulantes), y se calculó, en respuesta a la misma, la oxidación de grasas durante el ejercicio.

Máxima oxidación de grasas

«Los resultados de nuestro estudio pusieron de manifiesto que la ingestión aguda de cafeína 30 minutos antes de realizar una prueba de ejercicio aeróbico aumentó la máxima oxidación de grasas durante el ejercicio independientemente de la hora del día», explica Francisco J. Amaro.

Además, se confirmó la existencia de una variación diurna en la oxidación de grasas durante el ejercicio, siendo los valores más altos por la tarde que por la mañana a igualdad de horas de ayuno.

Estos resultados también muestran que la cafeína aumenta la oxidación de las grasas durante el ejercicio por la mañana de forma similar a lo observado sin ingesta de cafeína por la tarde.

En resumen, los hallazgos de este estudio sugieren que la combinación de la ingesta aguda de cafeína y ejercicio aeróbico realizado a intensidad moderada por la tarde proporciona el mejor escenario para las personas que buscan aumentar la oxidación de grasas durante el ejercicio físico.

Miel: dulce alivio respiratorio que puede sustituir a los antibióticos

Estudio confirma que la miel proporciona una buena alternativa a los antibióticos, alivia el resfriado común, sinusitis, amigdalitis, laringitis y gripe.

Prensa Libre / EFE

Desde hace miles de años la miel se usa por sus propiedades medicinales. FOTO IMEO.

¿Sabía que la miel puede ser mejor que los cuidados habituales, como los antibióticos o los jarabes y medicamentos para la tos de venta libre, para aliviar los síntomas de las infecciones de las vías respiratorias superiores (URTIs, por sus siglas en inglés), especialmente para calmar la tos?

Lo acaba de confirmar la ciencia, a través de una de instituciones sus más prestigiosas, la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, en una investigación, que también destaca que estos hallazgos podrían ayudar a frenar la propagación de la resistencia a los antibióticos (la capacidad de algunos microorganismos patógenos de resistir los efectos de estos fármacos).

Las URTIs, que afectan los senos nasales y la garganta, incluyen el resfriado común, la sinusitis, la amigdalitis, la laringitis y la gripe, pero si se tiene fiebre alta, una tos nueva y continua o una pérdida o cambio en el sentido del olfato o del gusto, podría ser covid-19, por lo que hay que consultar al médico de inmediato, según el Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido.

Un estudio que revisa otro estudios

Para llegar a esta conclusión, los investigadores Hibatullah Abuelgasim, Charlotte Albury y Joseph Lee, de Oxford , efectuaron una revisión sistemática de información y bibliografía en las bases de datos y plataformas científicas y médicas de referencia como Pubmed, Embase, Cab abstracts, LILACS y Cochrane Library.

En su revisión, los científicos identificaron mil 345 registros únicos e incluyeron 14 estudios sobre la efectividad de la miel para tratar las URTIs, que según los investigadores presentan “un moderado riesgo de sesgo”, es decir una moderada posibilidad de contener un error sistemático o una desviación de la verdad que causen que sus resultados no sean correctos.

Después sometieron dicha información a un metanálisis, un proceso mediante el que se analizan los datos de diferentes estudios sobre un mismo tema, y que habitualmente ofrece resultados más sólidos que los de cualquier estudio por sí solo.

La revisión sistemática y el metanálisis, considerados la “vara de medir” de las evidencias en las ciencias de la salud, fueron publicados en la revista científica BMJ Evidence Based Medicine.

“La mayoría de las URTIs se deben a una infección viral, y para las personas que por lo demás están sanas, tienden a ser autolimitadas y mejoran en un plazo de aproximadamente 14 días sin tratamiento”, aseguran los investigadores.

La resistencia bacteriana a los antibióticos

la miel dulce alivio
La miel es mejor que los cuidados de atención habitual para aliviar los síntomas no severos de las infecciones del tracto respiratorio superior (URTIs). Foto Prensa Libre: EFE / IMEO

Estas infecciones son una causa habitual para la prescripción de antibióticos, a pesar de que estos fármacos marcan poca diferencia en la gravedad de los síntomas, ya que los virus no se ven afectados por los antibióticos.

“Al avecinarse el espectro global de la resistencia a los antibióticos, es ahora más importante que nunca contar con nuevos tratamientos para las URTIs  efectivos y que los médicos puedan recomendar”, señala Hibatullah Abuelgasim, estudiante de medicina de Oxford, quien completó el estudio como parte de su proyecto de investigación de pregrado en el Departamento Nuffield de Ciencias de la Salud de Atención Primaria.

Los investigadores analizaron estudios que compararon el efecto de tomar miel, con el té, pura o mezclada con otros ingredientes, con la atención habitual de las URTIs, consistente en antibióticos o jarabes y medicamentos para la tos de venta libre, o placebos médicamente inertes (sustancias sin acción terapéutica).

Los estudios involucrados en la revisión y el metanálisis compararon síntomas como la gravedad de la tos, la frecuencia de la tos y la duración de los síntomas de las infecciones.

De este modo Abuelgasim, Albury y Lee descubrieron que, en comparación con la atención habitual, la miel se asocia con una reducción significativamente mayor de los síntomas, específicamente la gravedad y la frecuencia de la tos.

“La miel se conoce desde hace mucho tiempo como un tratamiento tradicional para los síntomas de URTI, como tos y dolor de garganta”, señala el doctor Joseph Lee, investigador, apicultor y médico de cabecera, del Departamento Nuffield.

Miel para tratar la tos

Miel, dulce alivio que puede sustituir los antibióticos
La miel puede aliviar los síntomas del resfriado común, la sinusitis, la amigdalitis, la laringitis y la gripe. Foto Prensa Libre: EFE/ IMEO

Apunta que desde 2018, el Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y la Atención (NICE) y la Salud Pública de Inglaterra (PHE)  recomiendan usar miel para tratar los síntomas de la tos aguda en adultos y niños de cinco años o más y “nuestro trabajo aumenta la base de pruebas” en que se sustenta esa recomendación.

Por otra parte, la NHS advierte que no debe darse miel a los niños hasta que tengan más de un año de edad.

“Los médicos suelen recetar antibióticos para las URTIs, incluso cuando pueden estar bastante seguros de que podrían no ofrecer ningún beneficio clínico, a menudo debido a la falta de tratamientos alternativos y un deseo sincero de ayudar a los pacientes a sentirse mejor”, asegura la doctora Charlotte Albury, investigadora en salud en el Departamento Nuffield.

“Esta investigación nos brinda una evidencia de buena calidad que puede ayudar a los médicos a tener confianza al sugerir a las personas que usen miel”, recalca.

“La miel es barata, está disponible y muchas personas probablemente la tengan en su despensa, por lo que vale la pena probarla de entrada para aliviar los síntomas de una URTI, aunque, si los síntomas empeoran o si se siente muy mal, hay que ponerse en contacto con el médico de cabecera”, explica Lee.

Los investigadores de Oxford recomiendan más ensayos controlados con placebo de alta calidad, que aborden otros síntomas además de la tos, ya que las evaluaciones del riesgo de sesgo de los estudios revisados fueron variables, y las intervenciones con miel y los tratamientos de “atención habitual” fueron diferentes, lo que puede afectar la solidez de la evidencia.

El dulce poder de la miel de Manuka

Desde hace miles de años la miel fue usada por sus propiedades medicinales, aunque fue olvidada con el descubrimiento de los medicamentos antibióticos en el siglo XX, y recientemente se ha descubierto, que de todas las mieles, la de Manuka es la que tiene más potenciadas sus propiedades depurativas, antibióticas, antiinflamatorias además de ser rica en vitaminas y minerales, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Distintos estudios muestran que esta miel, que las abejas producen con el néctar de la flores de un pequeño árbol de Nueva Zelanda, tiene propiedades antibacterianas contra las infecciones gástricas, ayuda a sanar las heridas aplicada de forma tópica sobre la piel e incluso tiene efectos anticancerígenos, según este instituto.

Una nueva guía médica revoluciona todo lo que crees sobre la obesidad

La obesidad es una enfermedad crónica compleja, progresiva y recurrente en la cual la grasa corporal (adiposidad) anormal o excesiva perjudica la salud, aumenta el riesgo de complicaciones médicas y reduce la esperanza de vida

EFE / Andalucía información, por Paco Moreno

La obesidad es una enfermedad crónica compleja, progresiva y recurrente en la cual la grasa corporal (adiposidad) anormal o excesiva perjudica la salud, aumenta el riesgo de complicaciones médicas y reduce la esperanza de vida, según la nueva guía canadiense ‘Obesity in adults: a clinical practice guideline’.

Esta guía, (www.cmaj.ca/content/192/31/E875) que se centra en la obesidad en adultos, está dirigida a los profesionales de la atención primaria de la salud, aunque también puede ser utilizada por los formuladores de políticas y las personas afectadas por la obesidad y sus familias.

Sus autores explican que los estudios epidemiológicos definen la obesidad utilizando el índice de masa corporal o IMC, según la fórmula peso (kg)/talla (m2), esto es el peso de una persona (expresado en kilogramos) dividido por el cuadrado de su estatura (expresada en metros).

Según este sistema se considera que una persona tiene sobrepeso si su IMC es de más de 25 y es obesa si su IMC es superior a 30.

A nivel poblacional, las complicaciones de salud por el exceso de grasa corporal aumentan a medida que aumenta el IMC, y a nivel individual, las complicaciones se producen debido al exceso de adiposidad, ubicación y distribución de esa adiposidad y muchos otros factores, incluidos los de tipo ambiental, genético, biológico y socioeconómico, según la guía canadiense.

Uno de los puntos clave de este trabajo que refleja avances sustanciales en epidemiología, determinantes, fisiopatología, evaluación, prevención y tratamiento de la obesidad, es que “cambia el enfoque del manejo de la obesidad hacia la mejora de los resultados de salud centrados en el paciente, en lugar de la pérdida de peso solamente”, destacan sus propios autores.

NUEVOS ENFOQUES PARA UNA DOLENCIA CRÓNICA.

“El cuidado de la obesidad debe fundamentarse en principios basados en la evidencia del manejo de enfermedades crónicas, debe validar las experiencias vividas de los pacientes, ir más allá de los enfoques simplistas de «comer menos, moverse más» y abordar los factores raíz que impulsan la obesidad”, apuntan.

La guía canadiense recomienda a los proveedores de atención médica que intervienen en el cuidado de las personas que viven con obesidad, que reconozcan a la obesidad como una enfermedad crónica y le pidan permiso al paciente para ofrecer consejos y ayudar a tratar su enfermedad de manera imparcial.

También aconsejan identificar las causas raíz, complicaciones y barreras para el tratamiento de la obesidad, discutir con el paciente las opciones de tratamiento central (nutrición médica y actividad física) y complementarias que pueden ser necesarias, incluidas las intervenciones psicológicas, farmacológicas y quirúrgicas, y llegar a un acuerdo con la persona que vive con obesidad con respecto a los objetivos de la terapia.

“La narrativa cultural dominante con respecto a la obesidad alimenta suposiciones sobre la irresponsabilidad personal y la falta de fuerza de voluntad y culpa y avergüenza a las personas que viven con obesidad”, señala expresamente la guía.

Añade que es importante destacar que el estigma de la obesidad influye negativamente en el nivel y la calidad de la atención de las personas que viven con obesidad.

La doctora Ximena Ramos-Salas, directora de investigación y políticas de Obesity Canada (https://obesitycanada.ca) y una de las autoras de la guía, señaló a la BBC británica que la investigación muestra que muchos médicos discriminan a los pacientes obesos y eso puede conducir a peores resultados de salud independientemente de su peso.

Este sesgo sobre el peso no solo consiste en creer algo incorrecto sobre la obesidad, por ejemplo en pensar que las personas con obesidad no tienen suficiente poder de voluntad o no son cooperativas, sino que además este sesgo puede tener un efecto en el comportamiento de los médicos que actúan en base a esas creencias sesgadas, según esta experta.

Durante mucho tiempo hemos considerado a la obesidad como un comportamiento de estilo de vida, y la obesidad ha provocado mucha vergüenza y culpa, explica Ramos-Salas, recalcando que «las personas que viven con obesidad necesitan apoyo al igual que las que viven con cualquier otra enfermedad crónica».

FUTURO ABORDAJE DE LA ADIPOSIDAD EXCESIVA.

“Por suerte, están cambiando mucho los diferentes enfoques de análisis y tratamiento de la obesidad a cargo de los profesionales y centros especializados”, señala a EFE, el dietista experto en nutrición Rubén Bravo, director del equipo de nutricionistas del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

“Esos nuevos enfoques están marcando a la obesidad como una enfermedad crónica con altas probabilidades de generar problemas de salud a medio y largo plazo a nivel articular, cardiovascular, endocrino (diabetes tipo 2), hepático y de vesícula”, explica Bravo
Apunta que a esto hay que agregar los problemas emocionales y sociales presentes y reales relacionados con la obesidad que en muchas ocasiones resulta un tabú hablar en esta sociedad.

Bravo explica a EFE que las últimas tendencias más avanzadas en el estudio y el tratamiento de la obesidad se están presentando de una forma muy real en una serie de avances que modifican algunos conceptos algo ya anticuados, pero que aún se siguen utilizando en centros sanitarios menos especializados:

Según este experto, el futuro del tratamiento de la obesidad estará marcado por los siguientes cambios de enfoque:

El IMC, la medición de pliegues de grasa, e incluso la medición de contornos con cinta métrica, están siendo reemplazados por otras tecnologías, según Bravo.

Se trata de métodos como el estudio antropométrico por impedancia o el scanner iDEXA, donde lo más importante no es la ecuación edad/altura/peso, sino los porcentajes de grasa, agua y músculo del individuo, y determinar qué cantidad de la grasa presente se almacena en forma de grasa visceral o abdominal.

Bravo adelanta que los profesionales sanitarios que tratan de forma individual al paciente obeso, están siendo sustituidos por equipos multidisciplinares en continua comunicación, que combinan esfuerzos para abordar los problemas de esta enfermedad por medio de la nutrición, la endocrinología y la psicología.

En muchas ocasiones este abordaje incluye técnicas como las cirugías bariátrica o endoscópica de la obesidad y a profesionales graduados en ciencias de la actividad física y deporte, añade.

Antes había un enfoque simplista de “comer menos y moverse más, que ahora se está reemplazando por el control de ansiedad, unas opciones nutricionales más abiertas y personalizadas, la actividad física guiada y adaptada, los complementos alimenticios, el seguimiento semanal y la cirugía de apoyo como ayuda fundamental a medio y largo plazo, de acuerdo a Bravo.

Además se está reemplazando el objetivo único de perder peso, por un enfoque sobre la salud del paciente tanto a nivel paliativo como preventivo, que durante el proceso de adelgazamiento produzca una mejoría importante de su efectividad metabólica y hábitos saludables a largo plazo, según el portavoz del IMEO.

Bravo informa que igualmente están apareciendo en el ámbito quirúrgico alternativas intermedias a la cirugía bariátrica para casos de obesidad ligera o sobrepeso elevado que no llegan a la obesidad severa o mórbida.

Los centros especializados, no sólo ofrecen cirugía bariátrica como apoyo quirúrgico, sino que ponen a disposición del paciente opciones menos intrusivas como el balón intragástrico o el denominado Método Apollo Reforzado como opciones endoscópicas, señala este experto a EFE.

Claves para un bienestar emocional tras unas vacaciones en casa

  • Seis de cada diez españoles han descartado irse de vacaciones este verano, según muestran los resultados de una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas.
  • Los expertos del IMEO inciden en la importancia de un descanso de calidad y ofrecen pautas psicológicas y nutricionales para que éste sea más efectivo, independientemente de su duración o el lugar. 

Más de la mitad de la población española ha descartado desplazarse para sus vacaciones por el temor a contagios y posibles cuarentenas por coronavirus. Quedarnos sin éste aliciente, tan arraigado en nuestra cultura, puede afectar nuestro bienestar emocional, creatividad, optimismo, energías o motivación laboral, avisan desde el departamento de psicología del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Un escenario inusual que marcará la vuelta al cole y al trabajo en septiembre, cuando en lugar de remediar con los síntomas habituales del síndrome postvacacional, habría que hacer frente a los efectos derivados de la falta de descanso efectivo. Por esta razón desde el Instituto ofrecen una serie de pautas psicológicas y nutricionales que nos ayudarán a afrontar la tan atípica “operación retorno”.   

Por qué le damos tanta importancia a las vacaciones anuales

“La neurociencia nos indica que necesitamos unos diez días seguidos para desconectar y reparar los efectos del estrés que desgastan nuestra salud física y mental”, señala Rubén Bravo, portavoz del Instituto. No obstante, la calidad del descanso prima sobre el tiempo de su duración, de modo que un buen plan o escapada durante los fines de semana pueden suponer una considerable mejora para nuestro bienestar sin tener que esperar un año para tomarse el mes de vacaciones.

“Se tiende a ver las vacaciones como un respiro y recompensa al esfuerzo generado durante el resto del año,  emocionalmente se vinculan a momentos de la infancia o la adolescencia donde se pasa la mayor parte del tiempo disfrutando de seres queridos y actividades que generan diversión y placer”, explica la psicóloga del IMEO María González. Sin embargo, para notar los beneficios que genera este período no hace falta desplazarse lejos de nuestro hogar, porque tenemos muy asociado que el cambio de espacio puede cambiar nuestro estado emocional, pero, aunque ciertamente ayude a la desconexión, no es necesario. “La felicidad no es un destino, sino un estado que nos puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier circunstancia”, subraya. Hace falta escuchar el cuerpo, olvidarse del reloj, cambiar el orden de nuestras rutinas y el tipo de actividades que realizamos, aflojar los horarios de los niños, improvisar y disfrutar de los momentos únicos que hemos creado en solitario, con la pareja o junto a la familia.

“Las vacaciones tienen una serie de beneficios psicológicos en nuestra vida adulta: aumentan la sensación de bienestar, disminuyen el estrés, se relacionan con una menor probabilidad de sufrir enfermedades coronarias y, entre otros aspectos, fomentan nuestra creatividad y motivación”, enumera la psicóloga.

Dejar de lado por unos días los horarios y las exigencias externas reduce sustancialmente el estrés al que estamos sometidos gran parte de nuestro tiempo. El cambio del entorno es muy importante para que nuestra mente se pueda abrir a nuevas experiencias e ideas y hace que nuestra atención se centre con más facilidad en el presente, lo que nos rodea y sucede; “por ello le damos tanta importancia, ya que puede inspirarnos e influirnos a la hora de tomar decisiones en el futuro”, acentúa María González.   

El descanso reparador que se suele producir en la época vacacional, el buen tiempo, así como el hecho de estar rodeados de personas y entornos de nuestro agrado, hace que aumenten los niveles de algunas hormonas relacionadas por la felicidad, como la serotonina y la oxitocina, que influye en buen grado nuestra percepción subjetiva de bienestar.

Explorar nuevos horizontes hacia el interior

Privarse de las vacaciones puede generarnos frustración y desmotivación, pero tiene su lado positivo: refuerza la idea que estamos renunciando a nuestro bienestar individual por el bienestar global y esto puede resultar gratificante.

“Aunque no se produzcan desplazamientos hacia nuevos destinos o nuestros lugares preferidos, es importante buscar formas alternativas para desconectar de nuestras rutinas habituales y podemos hacerlo sólos o acompañados dando un toque de novedad a nuestra rutina”, apunta Rubén Bravo, dietista experto en nutrición y fitness coach del IMEO.

Si nos quedamos en casa, podemos recurrir a tutoriales de actividades creativas (escritura, dibujo, retoque fotográfico) y manualidades (patchwork, ganchillo, restauración de muebles) que nos ayudarán a rebajar la tensión y nos aportarán calma. Para combatir la frustración podemos optar por pasatiempos que ofrecen retos y aprendizaje y que nos permiten adquirir nuevos conocimientos o mejora, de lenguas extranjeras o ajedrez en línea, por ejemplo. La lectura, las conversaciones telefónicas o las videoconferencias con familiares y amigos harán que nos sintamos más acompañados y son de gran ayuda a la hora de sociabilizar. Igualmente se pueden planificar escapadas o jornadas de ocio como acudir al cine al aire libre, invitar a casa a un grupo pequeño de amigos o familiares, un día de picnic o subir a la montaña entre otras opciones de bajo riesgo. Mantenerse físicamente activo, pasear, nadar o practicar técnicas de relajación (yoga, taichi) siguiendo una alimentación adecuada y saludable, también contribuye a rebajar la ansiedad en nuestro día a día.  

Consejos prácticos para conseguir un balance nutricional sin renunciar el momento de disfrute

A nivel nutricional, saltarse unas vacaciones gastronómicas fuera de casa puede resultar positivo, sobre todo para aquellos que están en proceso de mejorar o cambiar sus hábitos alimentarios. “Mirando el lado bueno de las cosas, los excesos en vacaciones suelen ser casi diarios y es lo que nos podemos ahorrar: desde el todo incluido de cruceros y cadenas hoteleras, los desayunos buffet y la barra libre de bebidas, hasta los postres típicos a degustar, las copas con tapita desde bien entrada la mañana, las frituras en el chiringuito y las cenas muy tardías”, indica Andrea Marqués, experta en nutrición y gastronomía del IMEO.

Por otra parte, estando en casa podemos llevar un mejor control de nuestros horarios. Los días que no trabajemos podemos relajar un poco las rutinas de sueño y buscar un plan de ocio, aunque sea en zonas próximas a la ciudad. Aún así, es recomendable respetar los horarios de comidas existentes que nos ayudará a mantener en equilibrio nuestras hormonas.

Asimismo, se pueden preparar recetas saludables y apetecibles que suelen recordarnos el tiempo de vacaciones, como helados caseros de fruta y yogur para los más pequeños, pizzas caseras con base integral o de verduras, ensaladas frescas con ingredientes que aporten sabor, chips vegetales, gazpacho casero, tartar de salmón o de atún, tacos caseros sobre base de lechuga, batidos de fruta y lácteos, smoothies o agua afrutada. 

También es importante guiarnos por nuestra hambre real, ya que estando en casa con menos nivel de actividad y con las altas temperaturas al exterior puede que necesitemos menos ingestas al día. Aún así, tener opciones de picoteo saludable es fundamental para no caer en la tentación de tomar snacks industriales y comida chatarra. Podemos recirrir a frutas frescas de verano, frutos secos al natural, chocolate negro o encurtidos y conservas de pescado como aperitivo salado.

Es lícito caer de vez en cuando en alimentos más calóricos y menos saludables; la clave es que sea un consumo moderado y puntual,como máximo dos o tres veces a la semana. “Esto es perfectamente tolerable en una alimentación saludable, siempre que no sea habitual y que no asociemos estos alimentos a conductas de ansiedad, como en el caso de dulces y azúcares”, detalla Marqués. Si nos encontramos con ansiedad, podemos recurrir al  chocolate negro (>70% de cacao puro) y otros alimentos, ricos en vitaminas del grupo B y triptófano que nos ayudarán a equilibrar nuestra serotonina, como los lácteos, el plátano, la avena, las almendras y las avellanas, pescados como el atún o el salmón y el huevo. Sería importante evitar las bebidas energéticas o estimulantes, como refrescos de cola y café o el alcohol, ya que pueden alterar nuestro sistema nervioso o, incluso, generar conductas adictivas. 

La obesidad y el exceso de azúcar afectan la memoria

Padecer sobrepeso y consumir en exceso azúcares y grasas saturadas contribuyen en el deterioro de la memoria

La Opinión, por Lorenza Amor

Una excesiva ingesta de grasas saturadas se relaciona con ciertos tipos de demencia. Foto Shutterstock

Mucho se ha hablado sobre las consecuencias negativas que tiene el sobrepeso y la obesidad en la salud, se trata de un padecimiento que se deriva en diversas enfermedades degenerativas como es el caso de la diabetes, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y en particular afecta directamente el funcionamiento cerebral. 

Diversos estudios a nivel internacional relacionan la obesidad con afectaciones directas en el cerebro y sobretodo vivir con sobrepeso se destaca por tener efectos negativos en ciertas funciones cognitivas como es el caso de la memoria y el aprendizaje. Tomando en cuenta que la obesidad es uno de los padecimientos más graves de salud y que lo padecen cerca de 600 millones de personas en el mundo, es un tema en el que hay que prestar especial atención.

El exceso de peso puede afectar directamente las funciones cerebrales ya que interviene  en la expresión y funcionamiento de determinados genes relacionados con la memoria, esto se debe a que deteriora la zona del hipocampo, ya que mata a las células nerviosas y también dificulta la comunicación entre neuronas. 

A la vez el excesivo consumo de azúcar está altamente relacionado con serias consecuencias, por supuesto la más popular es un aumento de peso; sin embargo cuando analizamos la lista de efectos negativos, uno de las más graves es que causa una disminución considerable en el rendimiento intelectual, esto se debe principalmente a que provoca una reacción llamada hipoglucemia reactiva que se destaca por afectar al hipocampo, que también rige la concentración mental. Es por ello que uno de los mejores hábitos para cuidar nuestras funciones cognitivas es moderar significativamente el consumo de azúcares de absorción rápida, entre los que se destacan algunos hidratos de carbono y grasas que en muchas ocasiones consumimos de manera cotidiana como es el caso del pan blanco, patatas, sopas instantáneas, comidas rápidas, postres , galletas y cereales comerciales. 

Un estudio recientemente publicado por la revista Nurology establece que un alto consumo en azúcares o harinas refinadas, puede poner en riesgo la estructura y función cerebral es por ello que una de las principales consecuencias se refleja en un deterioro de la memoria. 

Por otra parte las investigaciones a nivel mundial han continuado y evolucionado, sobretodo aquellas realizadas por Investigadores del Instituto de Neurociencia de Princeton; quienes han comprobado los efectos negativos de las grasas en el cerebro, todos relacionados con afectaciones cognitivas en diferentes grados. Complementario el Hospital Brigham en Boston han asociado el origen de los problemas de memoria, con la ingesta de grasas trans las cuales se relacionan directamente con demencias y Alzheimer. 

Existen muchas bases científicas que comprueban los efectos de la obesidad en las funciones cognitivas y abren la puerta a establecer nuevos parámetros para potenciar aún más los beneficios de una alimentación equilibrada y consciente, enfatizando el gran valor de seguir las bases de tendencias de salud que promueven las bondades de gozar de los enormes beneficios de una dieta mediterránea o bien de los principios vegetarianos.