Trucos para elegir restaurante en vacaciones

No conoces la ciudad, no controlas la cocina, no hablas el idioma, todo está lleno… ¿Dónde vamos a comer?  Estos son algunos trucos para que la tarea de elegir restaurante cuando estés de vacaciones no sea misión imposible.

Gastroactitud

​Da igual que estés en una isla de moda, en una zona de montaña, visitando Venecia, recorriendo Tailandia o descubriendo Lima, en vacaciones todos andamos un poco perdidos, más si viajamos en grupo y estamos en un país extranjero. Encontrar un buen restaurante en los núcleos más turísticos no será fácil, pero tampoco es imposible. Además de recopilar algo de información con antelación, estas sencillas pautas te pueden ayudar.

  1. Que esté lleno no quiere decir que sea bueno… pero es una pista. Un restaurante lleno hasta la bandera tiene dos lecturas: o es bueno o es barato.  O ambas cosas, aunque precio y calidad rara vez van de la mano. Es probable que haya mucha gente porque el precio sea bueno  pero la calidad de la comida no sea la que buscas. Para asegurarte tendrás que observar los platos e intuir si serán de tu agrado.
  2. Si solo hay turistas comiendo… Mala señal. Si estás en una zona muy turística intenta enterarte donde come la gente del lugar. Seguro que los restaurantes a los que van los locales ofrecen más calidad y mejores precios. Es probable que no estén en la zona más concurrida  y que no se sean los más bonitos, pero tienes muchas posibilidades de que se coma bien y que ofrezcan  interesantes especialidades locales.
  3. La higiene es lo primero.  No hace falta que seas Alberto Chicote en Pesadilla en la cocina pero párate un momento y observa la limpieza del local: mira como está el suelo, el mobiliario, los vasos, pasa al baño, y si puedes ver la cocina o la barra fíjate si todo está ordenado y limpio. Si no te inspira confianza es mejor que te vayas y busques otro lugar. Si estás en Asia, África o algunas zonas de Sudamérica, ten en cuenta que los estándares de higiene no son los mismos que en Europa, Estados Unidos, etc. No olvides que un local puede ser humilde y estar muy limpio… y todo lo contrario.
  4. El olfato no engaña. Si del restaurante salen buenos aromas y al entrar el olor es agradable tienes bastantes garantías de que la cocina sea buena. Por el contrario evita los locales donde huele a aceite refrito (olor a fritanga), a humedad y otras notas desagradables.
  5.  ¿Menú turístico? No gracias. Los menús turísticos suponen precios más altos y cocina poco auténtica. No te fíes de las fotos: por desgracia lo que llega a la mesa no se parece ni de lejos a ellas. Los locales más auténticos es probable que no tengan el menú en otro idioma que no sea el del país que visitas, en ese caso mira lo que están comiendo en las mesas de alrededor, elige lo que más te guste y házselo entender al camarero.
  6.  ¿Están contentos los clientes? Si quienes están comiendo en el restaurante que has elegido están disfrutando de la comida es que la elección va por buen camino. Obsérvalos antes de decidirte, te darán muchas pistas. También los camareros: que no corran, que no gritén, que atiendan con educación… Todo eso contribuirá a tener una grata experiencia.
  7. Buen servicio, buen ambiente, la mejor ubicación… Si no estás seguro de que la comida vaya a ser buena, al menos elige un restaurante con ambiente agradable, buen servicio o unas vistas inmejorables. Un camarero amable o disfrutar de una puesta de sol para recordar, pueden hacer subir puntos a una comida mediocre. No olvides que el sitio se paga… pero a veces no importa si el espectáculo lo merece. La mejor vista no garantiza la mejor comida, se trata de priorizar.
  8. Platos sencillos, acierto seguro. A la hora de elegir el menú, evita la sofisticación innecesaria, la simplicidad es la mejor guía, sobre todo cuando te enfrentas a una cocina que no conoces. Huye de las cartas largas: es imposible hacerlo todo bien. Si solo conoces unas cuantas especialidades de la cocina local, intenta que te las preparen en el restaurante que elijas, de esa forma irás sobre seguro,  salvo que quieras vivir una auténtica aventura gastronómica. Si estás en un país tropical evita comer alimentos crudos.
  9. Contrasta opiniones de usuarios. Los portales con opiniones de usuarios te servirán pero tendrás que cruzar información para intentar acertar.

¿Por qué nuestros abuelos tenían menos riesgo de ser obesos?

  • Las personas nacidas antes de 1942 parecen inmunes al «gen de la gordura», mientras sus efectos se doblan en generaciones posteriores

El País, por Nuño Domínguez
la obesiad en personas mayores, foto El PaisMientras las sociedades occidentales se hacen cada vez más obesas, cabe preguntarse si cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿Antaño la gente era más delgada? ¿Tienen nuestros abuelos o padres el mismo riesgo que nosotros de ser gordos? Responder a estas preguntas no es fácil. Muy pocos países acumulan datos suficientes como para observar en acción, durante varias generaciones, a los dos determinantes de la obesidad: factores externos como la dieta o el ejercicio físico, por un lado, y la genética, por otro. Ahora, gracias al seguimiento médico de miles de personas durante casi 40 años, un equipo de EE UU ha determinado que hay un tercer factor esencial en la obesidad: el año de nacimiento.

El trabajo intenta explicar el espectacular aumento de la obesidad en las últimas décadas en EE UU, donde este problema se ha cuadruplicado en generaciones jóvenes. España sufre una situación similar y aquí también se han duplicado las tasas de niños y adultos obesos. Los responsables del estudio se centran en el gen FTO, el mayor factor de riesgo genético conocido a la hora de ganar peso. Hasta ahora, varios estudios habían demostrado que una variante de este gen le da al portador unos tres kilos más de media y un mayor riesgo de acabar siendo obeso. Pero el nuevo estudio muestra que esto solo es verdad en las generaciones más recientes y que hay una frontera temporal bien establecida. Las personas nacidas antes de 1942 parecen inmunes a los efectos genéticos de la obesidad a pesar de tener el gen de la gordura.

“La correlación entre la variante genética de obesidad más conocida y el índice de masa corporal crece a medida que aumenta la fecha de nacimiento”, detalla James Niels Rosenquist, médico del Hospital General de Massachusetts y coautor del estudio, publicado en PNAS. Esto parece indicar, por primera vez, que la fecha de nacimiento es una variable más en la ecuación entre genética y entorno cuando se trata de buscar las causas de la obesidad y, quizás, de otras enfermedades, añade Rosenquist.

Los autores del estudio creen estar ante un caso de manual de cómo el ambiente cambia la expresión genética, aunque no pueden determinar la causa exacta. Sí apuntan al cambio radical que supuso el final de la II Guerra Mundial. “Sabemos que el ambiente juega un papel enorme en la expresión de los genes y el hecho de que el efecto que hemos visto se dé incluso entre hermanos nacidos en años diferentes implica que factores ambientales globales como el cambio en los productos alimentarios y el volumen de actividad en el trabajo influyen en las variantes genéticas”, añade Rosenquist.

El factor genético se duplica

Hasta ahora, los estudios sobre la combinación entre genética y ambiente para producir obesidad habían analizado grupos de pacientes de edades similares. Este trabajo se basa en el seguimiento de más de 5.000 personas de entre 27 y 63 años durante un periodo entre 1971 hasta 2008. Los datos son parte del estudio Framingham, que lleva el nombre de la localidad estadounidense en la que arrancó en 1948 para estudiar la salud cardiovascular de miles de personas. El trabajo muestra que la asociación entre el gen de la gordura y un mayor índice de masa corporal era inexistente entre las personas que habían nacido antes de 1942. Sin embargo, en las generaciones posteriores esa correlación entre genética y obesidad no solo ha aumentado de forma progresiva, sino que resulta ser el doble de intensa de lo que mostraban estudios anteriores.

También en España

Cada vez hay más pruebas de que factores externos como la dieta o el ejercicio pueden modelar la actividad genética. Los ejemplos paradigmáticos son gemelos que, teniendo exactamente el mismo genoma, son muy diferentes, pudiendo ser uno obeso o diabético y el otro no. El mecanismo que lo explica se conoce como epigenética, cambios químicos que activan o desactivan los genes como un pianista pulsa unas teclas del piano y otras no y que pueden contribuir a provocar enfermedades como el cáncer. Probablemente otro efecto epigenético esté detrás del aumento de peso registrado ahora entre miles de personas de varias generaciones.

Expertos ajenos al estudio resaltan su importancia. “Es una aproximación muy interesante”, opina José Luis Gómez-Skármeta, un investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo que este año describió cómo el gen FTO causa obesidad actuando sobre otro gen que controla el apetito. Los efectos de este factor genético, dice, “se han validado en muchas poblaciones, por lo que probablemente el mismo mecanismo esté operando en todos los países que, como España, registran niveles de obesidad crecientes”, resalta.

El equipo de Dolores Corella, una investigadora de la Universidad de Valencia experta en condicionantes genéticos de la obesidad, ha estudiado la misma variante genética en poblaciones de España y su correlación con otros factores. El consumo de grasas saturadas es determinante para que esta variante genética empiece a hacer efecto, dice, pero también hay otros factores. «En población general de Valencia hemos visto que el nivel de estudios contrarresta el efecto del alelo A, de manera que los portadores del alelo de riesgo de obesidad solo tienen mayor índice de masa corporal que los demás cuando su nivel de estudios no es universitario», resalta. Es curioso, dice, porque ese efecto solo se observa en las generaciones jóvenes y no en personas nacidas durante y después de la Guerra Civil. «Pensamos que quizá si pasaron hambre de pequeños se alteraba la regulación de FTO, por eso me gustan los resultados de Framingham porque ven efectos similares», resalta. Predimed, el mayor estudio realizado sobre nutrición en España, también mostró «una fuerte regulación del gen por el ejercicio físico», resalta Corella. Su equipo está ahora analizando cambios químicos, epigenéticos, en este gen. Los resultados aún no se han publicado, pero por el momento sí se han detectado cambios en función de la edad y los genes de riesgo.