El uso continuado de anticonceptivos orales puede causar obesidad a largo plazo

20 minutos / EFE

Especialmente cuando su uso es constante y se extiende durante periodos de más de dos años.

El uso continuado de anticonceptivos orales puede causar obesidad a largo plazo, según ha comprobado un equipo de investigadores españoles. Los resultados, además de aconsejar «cautela» en el uso de anticonceptivos orales, aportan, según el investigador Alfredo Gea, una información «importante» a las mujeres a la hora de tomar la decisión de usar estos fármacos.

Una mujer muestra un blíster con anticonceptivos orales. MEJOR CON SALUD

Además, los resultados están en línea con otros riesgos previamente identificados en otros estudios suecos y norteamericanos sobre diabetes, hipertensión, enfermedad coronaria y cáncer de mama, todas ellas asociadas a la obesidad.

Los expertos analizaron el riesgo de desarrollar obesidad en 4.920 mujeres jóvenes (con una edad media de 28 años) durante más de ocho años de seguimiento. Todas ellas, que inicialmente no padecían obesidad, se clasificaron en dos grupos, en función de si utilizaban o no de forma regular anticonceptivos orales, y el uso de anticonceptivos orales y el índice de masa corporal se evaluaron al principio y luego cada dos años durante el seguimiento.

Los resultados del estudio revelaron que el uso de anticonceptivos orales está «significativamente» asociado con mayores probabilidades de desarrollo de obesidad, especialmente cuando el uso de estos es constante y se extiende durante periodos de más de dos años.

Según Álvaro San Juan Rodríguez, investigador de la Universidad estadounidense de Pittsburgh y primer autor del trabajo, «se comprobó que, a igualdad de otros factores y de manera independiente de ellos, el riesgo de desarrollar obesidad durante los años sucesivos prácticamente se duplicaba en las mujeres que usaban regularmente anticonceptivos orales, y casi se triplicaba en las que los habían usado continuadamente durante más de dos años».

El estudio ha sido realizado por científicos del Centro de Investigación en Red de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), pertenecientes al Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, que han publicado sus conclusiones en la revista International Journal of Obesity.

Cuáles son los beneficios del agua con gas

Si buscas un sustituto saludable al refresco, lo has encontrado

La Vanguardia, por Rocío Navarro Macía

img_msanoja_20170210-175651_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-187938736-k1bc-656x438lavanguardia-webA medida que aumenta el conocimiento de lo que contienen las bebidas refrescantes, su popularidad baja. Altas dosis de azúcar combinadas con la acidez que provoca el gas no las sitúan en la opción más favorable para acompañar la comida. La alternativa saludable es el agua que, en su variedad con gas, puede ser un sustituto de estos líquidos carbonatados. Pero, ¿se trata de una opción verdaderamente saludable?

“Es importante remarcar que el agua con gas no es perjudicial para la salud. La elección de agua con gas o sin gas puede ser de cada persona en función de sus gustos personales, ya que el sabor es ligeramente más amargo en la primera variedad que en la segunda”, indica Rubén Bravo, experto en nutrición y gastronomía del Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

El responsable de las burbujas del agua con gas es el ácido carbónico disuelto”

Esta versión del H2O cuenta con ácido carbónico disuelto que es el responsable de sus burbujas y minerales como sodio, calcio, potasio y magnesio. “Actualmente el agua con gas es muy popular en Centro Europa, mientras que en España el consumo total no supera el 10%”, añade Rubén.

Cuáles son sus beneficios

Tiene cero calorías y además genera más sensación de saciedad, lo que puede ayudar a controlar la ansiedad durante tratamientos dietéticos. “Mejora el perfil lipídico ya que aumenta el pH del estómago y disminuye la liberación de bilis en el intestino”, destaca el experto.

El Departamento de Metabolismo y Nutrición del Instituto del Frío (perteneciente al CSIC) llevó a cabo una investigación en la que se hizo un seguimiento a 18 mujeres postmenopausicas, sanas y no obesas. Durante ocho semanas, estas mujeres bebieron un litro de agua sin gas al día y, después, hicieron lo mismo pero con agua con gas.

Durante estas 16 semanas, los investigadores calcularon la presión sanguínea de las participantes y su Índice de Masa Corporal, además de llevar a cabo analíticas de sangre, entre otras pruebas. Los resultados del estudio demostraron que durante el tiempo que bebieron un litro de agua con gas al día, las mujeres retuvieron mejor el calcio de los alimentos que comían y, además, no tuvieron problemas en los huesos.

Existen aguas minerales gasificadas naturalmente que contienen el ácido carbónico procedente del mismo manantial”

Otra investigación dirigida por Laura Txoqui y Pilar Vaquero manifestó que el consumo de un litro al día de ambas aguas minerales, independientemente de su composición, con las comidas principales mejoran el mencionado perfil lipídico, al tiempo que aseguran que no afecta a la presión arterial y que ejerce un efecto alcalinizante moderado en el cuerpo.

Sin embargo, Bravo advierte que su consumo estaría contraindicado en personas que padezcan hernia de hiato, reflujo gastroesofágico u otros problemas intestinales como aerofagia o distensión abdominal. También deben evitarla los pacientes que padezcan insuficiencia respiratoria severa (EPOC) por su contenido en anhídrido carbónico.

¿Son todas las aguas iguales?

Existen aguas minerales gasificadas naturalmente que contienen el ácido carbónico procedente del mismo manantial y aguas minerales gasificadas elaboradas añadiendo posteriormente el ácido carbónico.

“Sí se pueden encontrar en el mercado diferencias en cuanto a sus ingredientes añadidos como aromas, azúcares simples, edulcorantes, quinina, extractos de frutas y verdura, etc. También, según las marcas, presentan distinto contenido en minerales, lo que puede resultar útil si la queremos con más o menos cantidad de magnesio, de sodio o de cloro”, añade Bravo.

En general, debemos evitar aquellas aguas gasificadas a las que se les hayan añadido azúcares simples y/o edulcorantes.

«Según las marcas, presentan distinto contenido en minerales, lo que puede resultar útil si la queremos con más o menos cantidad de magnesio, de sodio o de cloro»
Rubén Bravo
Experto en nutrición y gastronomía del Instituto Médico Europeo de Obesidad

Qué pasa con los dientes

Existe un extenso debate en cuanto a si las aguas carbonatadas afectan a los dientes. Pero los expertos lo tienen claro: “El agua con gas contiene ácido carbónico (gas CO 2 disuelto), que podría afectar al esmalte de los dientes ya que este se disuelve a bajo pH, aunque para que existiera una erosión real deberías beber muchísima agua carbonatada”, señala Patricia Zubeldia, odontóloga responsable de la Dirección Médico-Asistencial de Sanitas Dental.

Hay muy poca investigación sobre este tema, pero como cuenta la especialista un estudio encontró que el agua mineral con gas daña el esmalte solo un poco más de agua sin gas. Por otra parte, era 100 veces menos perjudicial que un refresco azucarado. Asimismo, otra investigación compara el carácter erosivo del agua con gas con el del zumo de naranja puro.

img_msanoja_20170210-175401_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-185249575-k1bc-656x521lavanguardia-webPero el peligro para la dentadura podría estar causado por un aliado común de esta bebida: los cítricos. “El agua con limón contiene nutrientes que tu cuerpo necesita como la vitamina C, potasio y fibra. Consumir demasiados alimentos ácidos o bebidas, como agua con limón, causa un amplio contacto del ácido con los dientes. Esto erosiona el esmalte dental y hace tus dientes sensibles, especialmente a los alimentos calientes o fríos”, comenta.

Para proteger los dientes, la odontóloga recomienda tomar las bebidas ácidas con una pajita. Si el paciente ya experimenta erosión dental, tiene que consultar con su dentista que puede recomendarle o no el uso del limón así como realizarle tratamientos preventivos de la sensibilidad odontológica como son los adhesivos o los selladores.

«Habría que tomar muchísima agua con gas para que el ácido carbónico dañara los dientes”
Patricia Zubeldia
Odontóloga responsable de la Dirección Médico-Asistencial de Sanitas Dental

La clave de las dietas según la Universidad de Harvard

Los investigadores descubrieron que los participantes en los estudios de dietas bajas en grasas perdieron peso, pero solo 2Kg en un año

Vida y estilo Terra

Photo by Roberto Machado Noa/LightRocket via Getty Images

Los investigadores científicos de la prestigiosa Universidad de Harvard trabajan para dar explicaciones lógicas sobre la utilidad y lo que realmente resulta ideal de los planes alimenticios de moda. El primer interrogante que se plantea gira alrededor de las grasas, entendiendo que la mayor parte de las dietas se posiciona inevitablemente en uno de los dos bandos; los que las admiten y los detractores de las mismas. O hay que eliminarlas por completo o no se deben erradir de ninguna manera.

La investigación elaborada por los científicos, y publicada posteriormente en la revista The Lancet: Diabetes & Endocrinology, analizó 53 ensayos clínicos realizados hasta la fecha observando que las dietas bajas en grasas ayudan a adelgazar, pero que la pérdida de peso no se sostiene durante mucho tiempo. Para ser más específico, el estudio arrojó que aquellos que incluyeron pocas grasas a sus planes alimenticios, dejaron de ver resultados positivos tras los 12 meses.

LAS GRASAS, ahí está la clave

«Los hallazgos no resultaron espectaculares para el equipo de investigadores», explicó Deidre Tobias, epidemióloga de la Escuela de Medicina de Harvard y autora principal del estudio. «Durante décadas la mayoría de la gente ha seguido las dietas bajas en grasas y todavía nos encontramos ante esto una epidemia global de obesidad. Sabíamos que algo no estaba bien en el mensaje que se promovía entre los consumidores», explicó Tobias.

Lo que más llamó la atención de los científicos fue el hecho de que la pérdida de peso se mantuviese en el tiempo bastante más al seguir una dieta alta en grasas y carbohidratos que con el resto. «Soprendentemente, los regímenes bajos en grasas eran ineficaces en el largo plazo», dijo la autora de la investigación.

Los investigadores descubrieron que los participantes en los estudios de dietas bajas en grasas perdieron peso, pero sólo consiguieron disminuir alrededor de dos kilos menos después de un año. Y mientras algunos científicos en nutrición sostienen que no debería haber ningún límite en la ingesta de grasas en la dieta, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association aseguró que no todas son iguales ni afectan de la misma forma al metabolismo.

La investigación puntualiza que no vale cualquier tipo de alimento graso. «Los que contienen las conocidas ‘grasas saludables’ ayudan a proteger a la persona ante algunas enfermedades, como las cardiovasculares; mientras que otros -muchos bajos en grasas o exentos de las mismas- pueden terminar siendo una opción dañina para nuestra salud», se explica en la investigación.

Tobias, quien se mostró de acuerdo en que no todas las grasas son iguales, recomendó limitar la cantidad de grasas saturadas y grasas trans que se consumen: «Las grasas ‘malas’ siguen siendo perjudiciales».

Más allá de la inclusión o no de alimentos grasos en la alimentación, un hecho contemplado -incluso por los científicos de Harvard- es la falta de fuerza de voluntad: «Cumplir con una dieta, ya sea alta o baja en grasas, a largo plazo parece ser la cuestión más difícil de realizar para la mayoría de las personas», explicó Tobias.

La epidemióloga también asegura que existe un problema potencial con lo que la gente suele comer para sustituir a los alimentos ricos en grasas. «Las personas intercambiaron fuentes de grasas saludables como el aceite de oliva o los frutos secos por azúcares y carbohidratos refinados. Incluso aunque sean capaces de seguir este tipo de dietas a largo plazo, cambiar determinados alimentos por otros no conduce a ningún resultado positivo, ni para el peso ni para la salud», aseguró la experta.

Los alimentos ricos en grasas tardan más en digerirse, por lo que ayudan a mantener el cuerpo saciado durante más tiempo. Y no sólo que sacian, sino que son más ricos.

Las bebidas energéticas contienen hasta 20 cucharadas de azúcar por lata

Un nuevo estudio ha establecido, además, que son hipercalóricas y peligrosas para la salud
ABC
bebidas energeticasCada vez son más queridas entre la población de regiones como Gran Bretaña o Estados Unidos. Pero… ¿realmente son buenas para la salud las bebidas energéticas ? Un nuevo estudio realizado por la organización inglesa «Acción contra el azúcar» cree que no pues, según han podido averiguar, cada uno de estos refrescos puede llegar a contener hasta 20 cucharaditas de azúcar por lata, el triple de lo que se recomienda tomar al día si se pretende estar sano.

Las conclusiones de este estudio –de las que se ha hecho eco el diario en línea «Daily Mail»- explican que, además de los ingentes niveles de cafeína con los que cuentan, estas bebidas se están convirtiendo en el «tabaco» de muchos ciudadanos debido a sus grandes dosis de azúcar. Al parecer, y en palabras de la asociación, su consumo se ha generalizado entre colectivos como los estudiantes, los cuales buscan mantenerse despiertos durante horas con estas bebidas al no conocer sus peligros.

La investigación, concretamente, ha analizado 197 bebidas de las más famosas que se pueden hallar en el mercado y ha encontrado niveles de hasta 15,6 gramos de esta sustancia en cada 100 ml de algunas marcas. Esto implica que, aquellas compañías que vendan latas de 500 ml, estarían ofreciendo a sus clientes nada menos que 85 gramos de azúcar (el equivalente a entre 18 y 20 cucharaditas).

Graham MacGregor, profesor de medicina cardiovascular de la Universidad Queen Mary y uno de los mayores detractores de tomar azúcar en grandes cantidades, ha señalado que esta cantidad es tres veces superior a la máxima que se aconseja ingerir al día para estar sano. «Los niños son blancos de la publicidad de estas bebidas, piensan que van a mejorar su rendimiento en la escuela, mejorar en los deportes… y solo toman una peligrosa cantidad de azúcar», destaca.

Por otro lado, la investigación ha puesto de manifiesto también lo calóricas que son estas bebidas, las cuales pueden llegar a albergar más de 325 calorías por lata. Esta cantidad es extrema si se considera que, a día de hoy, la dieta de un adulto debe (aproximadamente) contar con entre 1.750 y 2.250 calorías por jornada para ser saludable.

¿Por qué nuestros abuelos tenían menos riesgo de ser obesos?

  • Las personas nacidas antes de 1942 parecen inmunes al «gen de la gordura», mientras sus efectos se doblan en generaciones posteriores

El País, por Nuño Domínguez
la obesiad en personas mayores, foto El PaisMientras las sociedades occidentales se hacen cada vez más obesas, cabe preguntarse si cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿Antaño la gente era más delgada? ¿Tienen nuestros abuelos o padres el mismo riesgo que nosotros de ser gordos? Responder a estas preguntas no es fácil. Muy pocos países acumulan datos suficientes como para observar en acción, durante varias generaciones, a los dos determinantes de la obesidad: factores externos como la dieta o el ejercicio físico, por un lado, y la genética, por otro. Ahora, gracias al seguimiento médico de miles de personas durante casi 40 años, un equipo de EE UU ha determinado que hay un tercer factor esencial en la obesidad: el año de nacimiento.

El trabajo intenta explicar el espectacular aumento de la obesidad en las últimas décadas en EE UU, donde este problema se ha cuadruplicado en generaciones jóvenes. España sufre una situación similar y aquí también se han duplicado las tasas de niños y adultos obesos. Los responsables del estudio se centran en el gen FTO, el mayor factor de riesgo genético conocido a la hora de ganar peso. Hasta ahora, varios estudios habían demostrado que una variante de este gen le da al portador unos tres kilos más de media y un mayor riesgo de acabar siendo obeso. Pero el nuevo estudio muestra que esto solo es verdad en las generaciones más recientes y que hay una frontera temporal bien establecida. Las personas nacidas antes de 1942 parecen inmunes a los efectos genéticos de la obesidad a pesar de tener el gen de la gordura.

“La correlación entre la variante genética de obesidad más conocida y el índice de masa corporal crece a medida que aumenta la fecha de nacimiento”, detalla James Niels Rosenquist, médico del Hospital General de Massachusetts y coautor del estudio, publicado en PNAS. Esto parece indicar, por primera vez, que la fecha de nacimiento es una variable más en la ecuación entre genética y entorno cuando se trata de buscar las causas de la obesidad y, quizás, de otras enfermedades, añade Rosenquist.

Los autores del estudio creen estar ante un caso de manual de cómo el ambiente cambia la expresión genética, aunque no pueden determinar la causa exacta. Sí apuntan al cambio radical que supuso el final de la II Guerra Mundial. “Sabemos que el ambiente juega un papel enorme en la expresión de los genes y el hecho de que el efecto que hemos visto se dé incluso entre hermanos nacidos en años diferentes implica que factores ambientales globales como el cambio en los productos alimentarios y el volumen de actividad en el trabajo influyen en las variantes genéticas”, añade Rosenquist.

El factor genético se duplica

Hasta ahora, los estudios sobre la combinación entre genética y ambiente para producir obesidad habían analizado grupos de pacientes de edades similares. Este trabajo se basa en el seguimiento de más de 5.000 personas de entre 27 y 63 años durante un periodo entre 1971 hasta 2008. Los datos son parte del estudio Framingham, que lleva el nombre de la localidad estadounidense en la que arrancó en 1948 para estudiar la salud cardiovascular de miles de personas. El trabajo muestra que la asociación entre el gen de la gordura y un mayor índice de masa corporal era inexistente entre las personas que habían nacido antes de 1942. Sin embargo, en las generaciones posteriores esa correlación entre genética y obesidad no solo ha aumentado de forma progresiva, sino que resulta ser el doble de intensa de lo que mostraban estudios anteriores.

También en España

Cada vez hay más pruebas de que factores externos como la dieta o el ejercicio pueden modelar la actividad genética. Los ejemplos paradigmáticos son gemelos que, teniendo exactamente el mismo genoma, son muy diferentes, pudiendo ser uno obeso o diabético y el otro no. El mecanismo que lo explica se conoce como epigenética, cambios químicos que activan o desactivan los genes como un pianista pulsa unas teclas del piano y otras no y que pueden contribuir a provocar enfermedades como el cáncer. Probablemente otro efecto epigenético esté detrás del aumento de peso registrado ahora entre miles de personas de varias generaciones.

Expertos ajenos al estudio resaltan su importancia. “Es una aproximación muy interesante”, opina José Luis Gómez-Skármeta, un investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo que este año describió cómo el gen FTO causa obesidad actuando sobre otro gen que controla el apetito. Los efectos de este factor genético, dice, “se han validado en muchas poblaciones, por lo que probablemente el mismo mecanismo esté operando en todos los países que, como España, registran niveles de obesidad crecientes”, resalta.

El equipo de Dolores Corella, una investigadora de la Universidad de Valencia experta en condicionantes genéticos de la obesidad, ha estudiado la misma variante genética en poblaciones de España y su correlación con otros factores. El consumo de grasas saturadas es determinante para que esta variante genética empiece a hacer efecto, dice, pero también hay otros factores. «En población general de Valencia hemos visto que el nivel de estudios contrarresta el efecto del alelo A, de manera que los portadores del alelo de riesgo de obesidad solo tienen mayor índice de masa corporal que los demás cuando su nivel de estudios no es universitario», resalta. Es curioso, dice, porque ese efecto solo se observa en las generaciones jóvenes y no en personas nacidas durante y después de la Guerra Civil. «Pensamos que quizá si pasaron hambre de pequeños se alteraba la regulación de FTO, por eso me gustan los resultados de Framingham porque ven efectos similares», resalta. Predimed, el mayor estudio realizado sobre nutrición en España, también mostró «una fuerte regulación del gen por el ejercicio físico», resalta Corella. Su equipo está ahora analizando cambios químicos, epigenéticos, en este gen. Los resultados aún no se han publicado, pero por el momento sí se han detectado cambios en función de la edad y los genes de riesgo.

 

Un nuevo estudio arroja esperanza a los afectados de obesidad severa

La cirugía laparoscópica sumada al seguimiento multidisciplincar en un alto porcentaje de los casos ayuda a lograr un peso saludable disminuyendo la incidencia de riesgo cardiovascular, hipertensión y diabetes tipo dos

La epidemia de obesidad sigue en aumento, según las últimas estadísticasCon el motivo del Día Mundial contra la Obesidad que se celebra este miércoles, 12 de Noviembre, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad hace públicos los resultados de un esperanzador estudio para los afectados en mayor grado por la enfermedad. En señal de su apoyo, el Instituto organiza la tradicional semana dedicada a la obesidad. Durante su transcurso, del 10 al 14 de noviembre, el IMEO ofrecerá en su centro en Madrid 50 estudios gratuitos que consisten en un análisis metabólico personalizado y un estudio emocional y hormonal completo. Para evitar saturación o largas colas en las consultas, el centro pide a los interesados reservar cita en el teléfono 91 737 70 70.

La iniciativa de celebrar semana dedicada a la obesidad surge hace cinco años a raíz del preocupante aumento del número de personas que padecen esta patología y que cada año engrosan las estadísticas creando alarma social. Se estima que hoy en día en el mundo hay 1429 millones de personas con sobrepeso y 671 millones obesos que suman el 29 por ciento de la población actual; más de la mitad de ellos viven en tan sólo 10 países, entre ellos Estados Unidos, China, Brasil y México. En nuestro país los índices están muy por encima de la media europea y de cada 100 adultos 17 padecen obesidad y 37 presentan sobrepeso. El gasto destinado por la sanidad española a esta tendencia en aumento ronda los 7 por ciento, unos 5.000 millones de euros anuales del presupuesto total, difícil de sostener a largo plazo y también insuficiente para solventar el problema.

La Organización Mundial de la Salud prevé que 7 millones de personas perderán la vida a causa de enfermedades no transmisibles en 2030, debido a factores de riesgo comportamentales y físicos como el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad. Las previsiones para la próxima década no son nada favorables: se estima que dos de cada tres personas serán obesas[1].

Resultados del estudio médico con pacientes operados de Manga Gástrica

la cirugía de la obesidad reduce la incidencia de la diabetes tipo 2De cara al Día Mundial de la Obesidad, el IMEO presenta los resultados de un estudio esperanzador llevado a cabo durante los dos últimos años con 150 personas con obesidad importante que se han sometido a una operación de reducción de estómago con manga gástrica. Los datos fueron concluyentes: en el 92% de los casos fue lograda la pérdida total del sobrepeso. En el seguimiento de 24 meses que se realizó de forma quincenal se ha podido demostrar que esta técnica laparoscópica de mínima invasión tiene 0% de mortalidad, debido a los avances tecnológicos en la medicina y a las sofisticadas tecnologías que permiten profundizar en el diagnóstico de la obesidad. Además de ofrecer una solución en el tratamiento de obesidad, este tipo de cirugía también contribuye a la disminución del riesgo cardiovascular y en la incidencia de comorbilidades como la hipertensión y la diabetes tipo dos.

El estudio se basa en el seguimiento continuado de 36 hombres y 112 mujeres, entre 25 y 55 años de edad. Todos empezaron el tratamiento con un elevado peso inicial: 128 kilos de media para los varones y 103 kilos de media para las mujeres. «Los índices más altos de obesidad entre los representantes del sexo masculino se dieron alrededor de los 30 años de edad, mientras que los casos de obesidad más impactantes entre las representantes del sexo femenino se manifestaban a partir de los 37 años», explica Rubén Bravo, portavoz del IMEO y coordinador del estudio. Esto nos hizo reflexionar sobre el origen de la obesidad en ambos sexos. En la mujer se da una relación más directa con los cambios hormonales, coincidiendo con el período de la transición a la menopausia o con un período posterior al embarazo. Hecho que explica, pero no justifica su grado de obesidad. En los hombres, sin embargo, la causa suele ser la misma de siempre: vida sedentaria y un patrón alimentario no saludable.

La reducción del estómago es la solución definitiva de la obesidad mórbida«Muchos pacientes que acaban en nuestras consultas confiesan que están hartos de la dieta del déficit calórico, se quejan que han probado varias y ninguna les ha funcionado», explica Bravo. Esto pasaría, porque no se les enseñó a comer y cuando acudían a especialistas que no podían dedicarles más de 10 minutos por consulta, se les entregaba una hoja con una dieta estándar de 1000, 1200 o 1500 Kcal. No se tiene en cuenta si el paciente come en casa sólo o con otras personas en restaurante, si cena con amigos los fines de semana o viaja a menudo. Tales condicionantes sociales pueden sabotear la buena intención y voluntad de cualquier persona en régimen. Un buen plan nutricional debe adaptarse a las características sociales y personales del individuo. Por supuesto, se restringirán algunos alimentos, pero sin instaurar la sensación de estar a dieta todo el tiempo.

Cuando se trata de una obesidad severa y no de simple sobrepeso, no es suficiente como correctivo hacer dieta y deporte. Hay que profundizar en el diagnóstico, realizar numerosos estudios, estudiar el estado hormonal y emocional del paciente, ver si tiene ansiedad, algún trastorno de la alimentación, herencia genética o problemas con la glándula toroide.

La cirugía se utiliza como último recurso para solucionar un problema de obesidad complejo que acaba perjudicando otras funciones del organismo y amenaza con recortar la expectativa de vida hasta en 15 años. «Cuando se necesita perder entre 50 y 80 por ciento del peso corporal, no queda otra que reducir la capacidad del estómago para así evitar la ingesta de grandes cantidades de alimentos», sostiene Bravo. Está demostrado que al intervenir en una disfunción del fundus gástrico mediante la manga gástrica, se elimina la mayor fuente de producción de grelina, la hormona responsable de la sensación de hambre, y esto permite que el paciente se sacie comiendo el 25% de lo que comía antes.

reducción de estómagoCon este tratamiento se suele perder la mayor parte del sobrepeso durante los primeros seis meses, a un ritmo estable donde la media pérdida de peso es de 7 kilos al mes, disminuyendo la cifra con 1,5Kg en cada siguiente semestre. Una vez logrado el objetivo, se continúa con dieta equilibrada y plan de entrenamiento para mantener el peso y establecer un nuevo modo de vida saludable.

En casi todos los casos estudiados se observó una mejora de la tasa metabólica[2], es decir, la efectividad del organismo para utilizar la grasa como fuente de energía. Los índices iníciales eran realmente bajos, de 1,8 de media en el caso de las mujeres y 2,1 de media en el caso de los hombres, correspondiendo a metabolismo lento e inefectivo. Finalizado el tratamiento, los parámetros mejoraron considerablemente, pasando a 7,1 de media en el caso de las mujeres, y a 7,7 de media en el caso de los hombres, alcanzando unos niveles equilibrados.

El estudio también evaluó el riesgo de enfermedad cardiovascular, hipertensión y diabetes tipo dos, medidos a través del factor de grasa visceral que nos marca un índice de intervalos desde 0 a 40, siendo a partir del factor 11 cuando comienza a dispararse el riesgo para el corazón y los peligros del síndrome metabólico. El factor medio de grasa visceral inicial en los hombres antes de someterse al tratamiento de manga gástrica era de 24,9; en las mujeres, de 12,1. Pasados los dos años de tratamiento este factor de riesgo se estabilizó en cuotas saludables, obteniendo unas medias de 7,6 en hombres y de 3,2 en mujeres.

La obesidad tiene múltiples consecuencias negativas sobre la saludSegún el equipo médico, el éxito de ésta intervención se debe a tres factores fundamentales: seguimiento multidisciplinar, reducción en la ingestas de comida y disminución en la sensación de hambre. «Para conseguir un cambio profundo en los hábitos del paciente con obesidad severa, en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad aunamos, además de la gran ayuda de la manga gástrica, los esfuerzos de un amplio equipo de especialistas, entre ellos nutricionistas, endocrinos, psicólogos, fisioterapeutas, preparadores físicos y entrenadores profesionales, esteticistas, médicos internistas, cirujanos bariátricos y plásticos», señala Carmen Arribas, Directora Técnica y Asistencial del IMEO.

Además de favorecer la pérdida de peso, disminuir la diabetes y mejorar la hipertensión, la manga gástrica produce una serie de efectos endocrinos beneficios para la salud. Regula el metabolismo de la glucosa, la secreción de insulina y la función del páncreas. Aumenta la secreción de la hormona de crecimiento y ralentiza el vaciado gástrico. Reduce tanto el apetito, como la sensación de hambre y es un gran avance en la lucha contra la obesidad severa.

Los estudios de seguimiento se han realizado a través de ElectroImpedancia TANITA Medical Multifrecuencial, evaluando en cada paciente metabolismo basal, composición corporal total y segmental, índice de grasa visceral, tasa metabólica, equilibrio del agua y distribución corporal.

[1] Obesity: update 2012 de la OCDE.

[2] Se mide en una escala de 0 a 15, determinando si un metabolismo es lento e inefectivo (de 0 a 5), equilibrado (de 5 a 9), activo o hiperactivo (de 9 a 15).

Lo sensato es tomar la leche recomendada, ni más ni menos

Una investigación sueca publicada en ‘The British Medical Journal’ apunta un posible riesgo de muerte y fracturas en el consumo excesivo de leche. Expertos advierten de que no es un trabajo concluyente.

Correo Farmacéutico, por Ana Callejo Mora

consumo moderado de lácteosUn estudio observacional publicado en el último número de The British Medical Journal (BMJ) apunta que una elevada ingesta de leche en mujeres y hombres podría estar asociada con altas tasas de muerte y de fracturas, sobre todo de cadera. El trabajo, que ya adelantó correofarmaceutico.com el pasado miércoles, ha sido realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Uppsala y del Instituto Karolinska, ambos en Suecia, coordinados por el profesor Karl Michaëlsson.

Dos grandes grupos de población que habitaba en Suecia (61.433 mujeres de entre 39 y 74 años y 45.339 hombres de 45 a 79 años) cumplimentaron cuestionarios de frecuencia en el consumo de 96 alimentos. Las mujeres fueron seguidas 20 años, tiempo en el cual fallecieron 15.541 y sufrieron una fractura 17.252, de las que 4.259 se rompieron la cadera. En contra de lo esperado, los autores observaron que las mujeres que bebieron más de tres vasos de leche al día (680 ml) tuvieron un riesgo mayor de muerte que aquéllas que consumieron menos de un vaso al día (60 ml). En el caso de los hombres, seguidos durante 11 años, 10.112 murieron en ese periodo y 5.066 sufrieron una fractura, con 1.166 casos de fractura de cadera. Los varones también presentaron un mayor riesgo de muerte asociado a un mayor consumo de leche, aunque de forma menos pronunciada que en las mujeres.

“Como siempre en nutrición, en el medio está la virtud. El exceso en el consumo de cualquier alimento nunca es bueno”, considera María Ballesteros, vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). La especialista puntualiza que, “al tratarse de un estudio observacional, tiene factores de confusión, pero sí que aporta una hipótesis interesante”. Los investigadores sospechan que esta asociación entre ingesta excesiva de leche y mortalidad y fracturas podría deberse a los niveles altos de lactosa y su metabolito, la galactosa, contenidos en la leche, puesto que previamente vieron en ratones que estos niveles incrementan el estrés oxidativo y la inflamación crónica.

“Para que un estudio como éste pueda llegar a tenerse en cuenta y hacer que cambie la recomendación nutricional actual habría que investigar más tipos de población y hacer un metaanálisis que confirmara estos datos”, explica Elena Alonso, vicedecana de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid. Ballesteros, Alonso y el resto de expertos consultados por CF consideran que, mientras no se demuestren estas conclusiones, lo sensato es seguir las dosis recomendadas: de 2 a 4 raciones diarias de lácteos en la edad adulta.

Desde el Instituto Tomás Pascual Sanz son todavía más precavidos al valorar este trabajo. Consideran que es llamativo en su discusión y resultados, así como en su título, pero, como los mismos autores dicen en las conclusiones del estudio, éstas deben ser interpretadas con cautela, ya que es observacional. Además, opinan que los datos se basan en la respuesta a dos cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos que tienen algunas limitaciones, como infraestimación o sobreestimación del consumo de algunos alimentos por parte de los voluntarios.

“Se cree que con tomar leche basta para tener unos huesos fuertes, pero sin vitamina D el calcio de la leche no cumple esta función. De ahí la importancia de combinarla con alimentos ricos en vitamina D, como el pescado”, insiste Rubén Bravo, especialista en Nutrición y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Dentro de los pescados, “los que aportan más cantidad de esta vitamina son el atún, el bonito, el salmón -incluso ahumado-, el pez espada y las sardinas. Debe tomarse, al menos, 3 ó 4 veces por semana. No hace falta ingerir la leche en la misma comida que el pescado, pero sí el mismo día”.

LÁCTEOS CON POCA LACTOSA

En cuanto a los productos lácteos fermentados con bajo contenido en lactosa (incluidos yogur y queso), las asociaciones halladas por Michaëlsson fueron en la dirección opuesta. Vieron que las mujeres que tomaban cantidades altas de estos productos presentaban tasas más reducidas de mortalidad y fracturas, en comparación con las que ingerían menos cantidad de los citados lácteos.

La obesidad envejece de forma acelerada nuestro higado

La edad de los tejidos hepáticos de las personas obesas no se corresponde con su edad cronológica.
ABC
obesidad--478x270Tener sobrepeso o ser obeso puede acelerar el proceso de envejecimiento de nuestro hígado. Lo acaba de ver un equipo de la Universidad de California-UCLA (EE.UU.) después de analizar una serie de biomarcadores hepáticos en el tejido hepático de 137 individuos. Los resultados, que se publican en «PNAS» pueden explicar porque las personas con sobrepeso u obesidad tienen más complicaciones de salud y una mayor tasa de cáncer de hígado.

Debido a que las personas obesas tienen un mayor riesgo de muchas enfermedades relacionadas con la edad los investigadores creen que es una hipótesis plausible que la obesidad aumente la edad biológica de algunos tejidos y tipos de células. Sin embargo, hasta ahora ha sido difícil detectar este efecto de envejecimiento acelerado porque no se sabía cómo evaluar la edad del tejido. Ahora, los investigadores de UCLA han utilizado un biomarcador de envejecimiento, conocido como «reloj epigenético», para descubrir por primera vez que la obesidad acelera en gran medida el envejecimiento del hígado.

Gracias a la colaboración del equipo de UCLA de Steve Horvath y el de Jochen Hampe, del Hospital Universitario de Dresden (Alemania) se ha visto que el sobrepeso puede impactar negativamente en los tejidos humanos. «Este es el primer estudio que evalúa el efecto del peso corporal en las edades biológicas en una variedad de tejidos humanos -señala Horvath-. Dada la epidemia de obesidad en el mundo occidental, los resultados de este estudio son de gran relevancia para la salud pública».

«Reloj del envejecimiento»

El «reloj del envejecimiento» utiliza un mecanismo de tiempo previamente desconocido en el cuerpo para medir con precisión la edad de diversos órganos, tejidos y tipos de células. En concreto, los investigadores se centraron en un proceso llamado metilación de origen natural, una modificación química de la molécula de ADN.

Así evaluaron la edad biológica de varios tejidos y vieron que, en los sujetos delgados, el «reloj epigenético» mostraba la misma de los tejidos y su edad cronológica. Sin embargo observaron que los tejidos del hígado de los sujetos obesos tenían una edad biológica superior a la esperada.

En concreto, los investigadores han analizado casi 1.200 muestras de tejidos humanos, incluyendo 140 muestras de hígado, para estudiar la relación entre la aceleración de la edad epigenética y el peso corporal. Y mientras que la obesidad no afecta a la edad epigenética de grasa, músculo o tejido sanguíneo, sí lo hace en la edad epigenética del hígado: ésta aumentaba en 3,3 años por cada 10 unidades de índice de masa corporal (IMC) (el IMC es una medida de asociación entre el peso y la talla que clasifica a las persona desde ‘por debajo de peso’ hasta ‘obesos’).

Por ejemplo, el trabajo ha visto que el hígado de una mujer que mide 1,67 cm y pesa 90 kilos y tiene un IMC de 33,3 sería de unos tres años mayor que el otra + de la misma estatura, pero con un peso de 67 kilos (IMC=23,3). Aunque no parece muy grave, dice Horvath, «en realidad sí que lo es. Para algunas personas, la aceleración de la edad debido a la obesidad será mucho mayor, incluso hasta 10 años más».

Además, el estudio también encontró que la pérdida rápida de peso inducida por la cirugía bariátrica no revirtió el envejecimiento acelerado, al menos en a corto plazo.

Horvath y su equipo quieren determinar si es posible prevenir el envejecimiento epigenético prematuro del tejido hepático en personas con obesidad con el fin de reducir el riesgo de diabetes y cáncer de hígado. «Los resultados apoyan la hipótesis de que la obesidad se asocia con efectos acelerados de envejecimiento y subrayan, una vez más, la importancia de mantener un peso saludable».

 

Los edulcorantes artificiales favorecen la obesidad y la diabetes

Actúan en nuestro organismo cambiando la composición y función de la microbiota intestinal, la importante población de bacterias que residen en nuestro intestino

ABC/ EP
Fotolia_47260486_Subscription_Monthly_XXL.jpgLos edulcorantes artificiales, utilizados como ayuda para perder peso y prevenir la diabetes, en realidad podría acelerar el desarrollo de intolerancia a la glucosa y la enfermedad metabólica al cambiar la composición y función de la microbiota intestinal, la importante población de bacterias que residen en nuestros intestinos, según concluye una investigación realizada en ratones y seres humanos y que se publica este miércoles en Nature.

Entre otras cosas, según explica el director de la investigación, el doctor Eran Elinav, del Departamento de Inmunología del Instituto Weizmann, en Israel, junto con el profesor Eran Segal, del Departamento de Matemática Aplicada e Informática, el uso generalizado de los edulcorantes artificiales en las bebidas y los alimentos pueden contribuir a la obesidad y la epidemia de diabetes que está afectando a gran parte del mundo.

Durante años, los investigadores han estado desconcertados por el hecho de que los edulcorantes artificiales no calóricos no parecen ayudar en la pérdida de peso y algunos estudios han sugerido que incluso pueden tener un efecto contrario. Por lo general, se cree que la intolerancia a la glucosa ocurre cuando el cuerpo no puede hacer frente a grandes cantidades de azúcar en la dieta, siendo el primer paso en el camino hacia el síndrome metabólico y la diabetes del adulto.

El estudiante de posgrado Jotam Suez en el laboratorio de Elinav, quien condujo el estudio, colaboró con los estudiantes de posgrado Tal Korem y David Zeevi, en el laboratorio de Segal, y Gili Zilberman-Shapira en el laboratorio de Elinav, en el descubrimiento de que los edulcorantes artificiales, a pesar de no contener azúcar, tienen un efecto directo sobre la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa.

Reacción de las bacterias

Los científicos dieron a los ratones agua mezclada con los tres edulcorantes artificiales más utilizados en las cantidades equivalentes a los permitidos por la agencia estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés). Estos ratones desarrollaron intolerancia a la glucosa en comparación con ratones que bebieron agua o, incluso, agua de azúcar. Repetir el experimento con diferentes tipos de ratones y distintas dosis de los edulcorantes produjo los mismos resultados: estas sustancias inducen de alguna manera intolerancia a la glucosa.

A continuación, investigaron la hipótesis de que la microbiota intestinal está involucrada en este fenómeno y pensaron que las bacterias pueden hacer esto por reacción a las nuevas sustancias como edulcorantes artificiales, que el propio organismo no puede reconocer como «alimento». De hecho, los edulcorantes artificiales no son absorbidos en el tracto gastrointestinal, pero al pasar por él encuentran billones de bacterias de la microbiota intestinal.

Nutrición y microbiota

Los investigadores trataron a ratones con antibióticos para erradicar muchas de sus bacterias intestinales, lo que provocó una reversión completa de los efectos de los edulcorantes artificiales sobre el metabolismo de la glucosa. Después, transfirieron la microbiota de los roedores que consumieron edulcorantes artificiales a ratones libres de gérmenes, lo que resultó en una transmisión completa de la intolerancia a la glucosa a los ratones receptores.

Esto, en sí mismo, era una prueba concluyente de que los cambios en las bacterias intestinales son directamente responsables de los efectos nocivos para el metabolismo de su anfitrión. Incluso, el equipo encontró que la incubación de la microbiota fuera del cuerpo, junto con edulcorantes artificiales, fue suficiente para inducir la intolerancia a la glucosa en los ratones estériles.

Un análisis detallado de la microbiota en estos ratones reveló cambios profundos en sus poblaciones bacterianas, incluyendo nuevas funciones microbianas que son conocidas por inferir una propensión a la obesidad, la diabetes y las complicaciones de estos problemas en ratones y seres humanos.

Para ver si esto sucedía también en el microbioma humano, Elinav y Segal analizaron los datos recogidos de su Proyecto de Nutrición Personalizada, el mayor ensayo en humanos hasta la fecha para ver la conexión entre la nutrición y la microbiota. Aquí, descubrieron una asociación significativa entre el consumo de edulcorantes artificiales, configuraciones personales de las bacterias intestinales y la propensión a la intolerancia a la glucosa.

Después, estos expertos llevaron a cabo un experimento controlado, pidiendo a un grupo de voluntarios que por lo general no comen o beben alimentos endulzados artificialmente que los consumieran durante una semana y luego les realizaron pruebas para ver sus niveles de glucosa, así como sus composiciones de microbiota intestinal.

Intolerencia solo una semana después

Los hallazgos mostraron que muchos, pero no todos, los voluntarios habían empezado a desarrollar intolerancia a la glucosa después de sólo una semana de consumo de edulcorantes artificiales. La composición de su flora intestinal explicó la diferencia: los investigadores hallaron dos poblaciones diferentes de bacterias del intestino humano, una que induce intolerancia a la glucosa cuando se expone a los edulcorantes y otra sin ningún efecto en ambos sentidos.

Elinav cree que ciertas bacterias en los intestinos de las personas que desarrollaron intolerancia a la glucosa reaccionaron a los edulcorantes químicos mediante la secreción de sustancias que luego provocan una respuesta inflamatoria similar a la sobredosis de azúcar, promoviendo cambios en la capacidad del cuerpo para utilizar el azúcar.

«Los resultados de nuestros experimentos resaltan la importancia de la medicina personalizada y la nutrición para nuestra salud en general. Creemos que un análisis integrado de grandes datos individualizados de nuestro genoma, microbioma y los hábitos alimenticios podría transformar nuestra capacidad de entender cómo los alimentos y los suplementos nutricionales afectan a la salud y el riesgo de la enfermedad de una persona», sugiere Segal.

«Nuestra relación con nuestra propia mezcla individual de bacterias intestinales es un factor muy importante en la determinación de cómo los alimentos que comemos nos afectan. Especialmente interesante es la relación entre el uso de edulcorantes artificiales, a través de las bacterias en nuestros intestinos, con una tendencia a desarrollar los mismos trastornos para los que fueron diseñados para evitar, lo que exige una reevaluación del consumo masivo de hoy en día sin supervisión de estas sustancias», concluye Elinav.

 

La EFSA confirma que la acrilamida incrementa el riesgo de cáncer

La EFSA asegura que la acrilamida en los alimentos es motivo de preocupación y confirma las investigaciones y evaluaciones que se han realizado hasta el momento, en las que se concluye que la acrilamida incrementa el riesgo de cáncer.

Gatronomiaycia.com
acrilamida_efsaLa EFSA confirma que la acrilamida incrementa el riesgo de cáncer en los consumidores, así se refleja en las evaluaciones y estudios que se han realizado hasta el momento. Con esta conclusión se responde a fundaciones como el IFIC (International Food Information Council), cuyos investigadores aseguraban en el año 2012 que la acrilamida de los alimentos no era peligrosa y que no se podía demostrar que esta sustancia supusiera un riesgo para la salud.

La acrilamida es una sustancia que se cataloga como un compuesto orgánico cancerígeno, se forma a partir de la cocción de los alimentos que contienen asparagina y azúcares reductores, a temperaturas superiores a 120º C. Recordemos que la acrilamida se metaboliza en el hígado y se convierte en glicidamida, un metabolito con el que se han realizado varios estudios con animales y en los que se ha concluido que es una sustancia altamente cancerígena. Alimentos fuente de acrilamida pueden ser las galletas, el pan, las patatas fritas y algunos alimentos infantiles cuyas fuentes dietéticas son importantes en contenido de acrilamida. Se cita a la infancia porque, según la EFSA, los niños son los más expuestos a la acción de esta sustancia, la agencia recomienda a los fabricantes que reduzcan el contenido en acrilamida de los alimentos en la medida de lo posible, y que ofrezcan consejos a los consumidores sobre cómo preparar los alimentos para evitar la aparición de acrilamida o al menos que los valores sean los mínimos.

Sobre este tema, la EFSA ha lanzado una consulta pública relacionada con el dictamen científico de la acrilamida en los alimentos, hasta el próximo día 15 de septiembre, investigadores y partes interesadas van a poder formular observaciones sobre el dictamen emitido a través de un sistema de consulta pública online. Toda la información recopilada será analizada por la Autoridad de Contaminantes de la Cadena Alimentaria (CONTAM), posteriormente será tratada con sus autores a finales de año. El presidente de esta comisión explica que la acrilamida se consume por vía oral y se absorbe a través del tracto gastrointestinal, tras la metabolización se convierte en glicidamida que es distribuida en todos los órganos del cuerpo. Como ya explicábamos, este compuesto es potencialmente peligroso y así se ha demostrado en varios estudios realizados en animales.

El experto explica que hasta el momento no se han realizado investigaciones en seres humanos sobre la exposición a la acrilamida, su metabolización y la asociación con la aparición de cáncer, pero, los resultados de las pruebas realizadas con animales, se pueden trasladar a los seres humanos. Además de este riesgo, se destaca que la acrilamida también tiene efectos negativos en el sistema nervioso, en la reproducción masculina y en el desarrollo pre y post natal, aunque estos efectos no se han considerado como preocupantes según los actuales niveles de exposición a la acrilamida en la dieta. El proyecto de dictamen incluye recomendaciones para una futura investigación realizada con seres humanos, así como los métodos de detección y evaluación de los riesgos mutagénicos en las células germinales. Toda información recabada será de gran interés, ya que se podrá determinar con más exactitud la cantidad de acrilamida que se genera en los alimentos.

La EFSA va a apoyar a las autoridades europeas y nacionales para examinar posibles alternativas que permitan reducir aún más la exposición de los consumidores a la acrilamida, es de suponer que también tendrán en cuenta los diferentes estudios en los que se muestran procedimientos para reducir el contenido de este elemento. Recordemos por ejemplo el post Las bacterias del ácido láctico pueden reducir la formación de acrilamida, a través de su lectura podíamos saber que una investigación noruega demostraba que podía reducir el contenido de esta sustancia hasta en un 90%. Las bacterias del ácido láctico pueden eliminar la mayor parte del aminoácido asparagina (Asn) y los azúcares simples, azúcares reductores que poseen un grupo carbonilo y que reacciona con otras moléculas. En cocciones a altas temperaturas favorecen la reacción que provoca la formación de acrilamida. Hay algunas investigaciones más a destacar, como la realizada por investigadores de la Universidad de Corea y el Instituto de Investigación Alimentaria de Corea (Korea Food Research Institute), los expertos demostraban que la taurina podría inhibir la formación de acrilamida en las frituras hasta en un 96%.

La EFSA invita además a proporcionar consejos sobre los hábitos alimenticios, sobre el control que se debe realizar en la producción de alimentos a nivel industrial, etc. A través de este artículo de la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea, podéis acceder a un resumen de las investigaciones y evaluaciones anteriores sobre el contenido de acrilamida en los alimentos desde el año 2002 y cómo el dictamen ha ido evolucionando hasta llegar a la conclusión final, confirmando que la acrilamida incrementa el riesgo de cáncer. Por último, queremos recordar que fueron unos investigadores suecos quienes detectaron en el año 2002 que la acrilamida podía ser peligrosa, la EFSA en su momento concluyó que no había suficiente información disponible para determinar el riesgo real para los consumidores.