¿Merece la pena escoger alimentos 0%?

CuidatePlus Marca, por Ana Callejo Mora

Porque un alimento esté denominado 0% no implica que sea más sano.

En los últimos años, los estantes de los supermercados se han llenado de productos alimentarios 0%. Lo primero es definir qué es un alimento 0%: ¿este término se refiere a su contenido en materia grasa o también puede hacer referencia a las calorías, azúcares u otros nutrientes?

“En la actualidad, el término que alude a un alimento ‘0%’ tiene un vacío en la legislación, ya que no indica las características que ha de tener el alimento, sino que hace referencia siempre al término al que acompaña. Así, el término 0% hace referencia al nulo contenido en “grasa, azúcar, alcohol, cafeína o edulcorantes artificiales, según sea”, explica a CuídatePlus Estefanía Ramo, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

¿Dónde está el ‘truco’?

¿Algunos alimentos etiquetados como 0% no lo son en realidad? ¿Cómo averiguarlo al leer la etiqueta del alimento? Mireia Elías, nutricionista del IMEO afirma que el 0% es un reclamo que se usa para atraer al consumidor. Cuando en la etiqueta pone 0% grasa, azúcar o edulcorantes, por ejemplo, significa que no lleva esos componentes, pero esto no implica que sea más sano.

El problema está en que cuando pone 0% grasa generalmente lleva mucho azúcar, y viceversa, por lo que al final no reduce calorías tanto como parece plantear. Esto lo hacen porque esos ingredientes son, precisamente, los que aportan palatabilidad (siendo gratos al paladar). Por eso, siempre es muy importante leer bien el etiquetado, fundamentalmente la parte de ingredientes”, subraya Elías.

“Muchos consumidores toman más cantidad de ese tipo de productos porque entienden que son más sanos o, al menos, menos calóricos, y esto no suele ser así”, dice esta nutricionista. “Al creer esto, es fácil excusarse -incluso, sin darse cuenta- al comer más cantidad. Además, esa ganancia de peso no solo suele venir por comer más cantidad, sino también porque son alimentos con muchos ‘añadidos’ (néctares, siropes, almidones…) Estos los añaden porque son baratos y palatables y, al fin y al cabo, son ingredientes calóricos”.

¿Compensa en algún caso tomar alimentos 0%?

Elías es tajante al señalar que en ningún caso merece la pena decantarse por los alimentos 0%. “Cuanto más atractiva es la etiqueta de un producto, menos saludable suele ser. Los alimentos que, precisamente, llevan estas etiquetas suelen ser los menos recomendables. Si una persona padece sobrepeso u obesidad, uno de sus objetivos debería ser reducir las grasas ‘malas’, los azúcares y harinas refinadas. Esos tres ingredientes suelen aparecer en este tipo de productos”.

Diferencia entre ‘light’, bajo en grasas y 0%

Ramo expone la diferencia entre productos alimentarios light, bajos en grasas y 0%:

  • Producto light: es aquél que aporta, al menos, un 30 por ciento de kilocalorías menos que sus similares. Por tanto, que un producto sea etiquetado como light no significa que no tenga muchas calorías, sino simplemente que tiene menos que sus iguales.
  • Producto bajo en grasas: el que tiene menos de 3 gramos de grasas por cada 100 gramos de producto.
  • Producto 0%: como hemos comentado anteriormente, se refiere únicamente al nulo contenido -según sea el término al que acompañe- en grasa, azúcar, alcohol, cafeína o  edulcorantes artificiales.

En las redes de la obesidad infantil

El Consejo de la UE pide a los Estados medidas contra una epidemia silenciosa que afecta a uno de cada tres niños valencianos – Alertan de la agresiva promoción comercial y la publicidad directa a través de internet dirigidas a menores

Levante-EMV, por Paco Cerdà
Hasta el 60 % de niños con sobrepeso pueden convertirse en adultos obesos. La obesidad en la infancia está asociada a una mayor probabilidad de sufrir diabetes de tipo 2, asma, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. El aumento de peso tiene relación con la lactancia, la publicidad que reciben los adolescentes o el estatus socioeconómico del hogar: a más pobreza, peores hábitos alimenticios.

Una cruzada contra el sobrepeso y la obesidad infantiles. A ello se ha lanzado el Consejo de la Unión Europea en un documento de recomendaciones a los Estados que pone de relieve un problema de salud poco visible pero que determina el futuro de quienes lo padecen. El estudio avisa de que es probable que más del 60 % de los niños con sobrepeso se conviertan en adultos obesos. Y apunta a que la obesidad en la infancia está asociada a graves consecuencias para la salud, como una mayor probabilidad de sufrir diabetes de tipo 2, asma, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Además, acarrea un intangible, a veces incluso más peligroso: la obesidad infantil «está asociada con una baja autoestima», detalla el Consejo de la UE. En edades en las que es una lacra el acoso escolar (amplificado por el ciberacoso), la obesidad infantil puede tener aristas que solo conoce y sufre el niño y su entorno.

El documento radiografía la situación: señala que la obesidad infantil en Europa está relacionada con el estatus socioeconómico de los padres: cuanto más pobre es la familia, más opciones tienen los niños de adquirir malos hábitos alimenticios y padecer sobrepeso. Pero incluso antes del nacimiento hay factores de riesgo: según algunos estudios, favorecería la obesidad infantil factores como un elevado índice de masa corporal materno antes del embarazo, una exposición prenatal al tabaco, un aumento excesivo de peso de la madre durante la gestación y un aumento de peso acelerado del bebé durante sus primeros mil días.

Más ejercicio, menos pantallas

La lactancia es otro rasgo al que alude el documento del Consejo de la Unión Europea. «La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida contribuye a lograr un crecimiento, un desarrollo y una salud óptimos. Posteriormente, para satisfacer sus crecientes necesidades nutricionales, los niños deben recibir una alimentación complementaria adecuada y segura, pero manteniendo la lactancia materna hasta los dos años o más», añade.

En todo caso, las conclusiones aprobadas por el Consejo se centran más en recomendaciones y peticiones a los Estados miembro para que aborden este problema. Están los consejos previsibles: que lo menores de 5 a 17 años hagan «como mínimo 60 minutos diarios de actividades físicas» y que al menos tres veces por semana ese ejercicio sea de intensidad vigorosa para reforzar músculos y huesos.

Se propone igualmente promover dietas sanas con alimentos nutritivos en el entorno educativo, desarrollar directrices con información sobre las porciones adecuadas según alimentos, y fomentar el etiquetado voluntario con las opciones saludables de alimentación.

Esas son las medidas esperadas. Pero hay una recomendación en la que la institución comunitaria pone un especial énfasis: controlar las pantallas, porque son el cordón umbilical por el que llega la obesidad infantil a muchos menores. Por este motivo reclama «aumentar los esfuerzos concertados por reducir la cantidad total y el poder de persuasión de la promoción de productos alimenticios destinada a niños y adolescentes que sea contraria al fomento de estilos de vida saludables».

En este sentido, exige a los Estados que «tomen nota, en particular, de la urgente necesidad de responder a los nuevos desafíos de la promoción comercial y la publicidad a través de las plataformas en línea y de las redes sociales donde los mensajes de comunicación, a menudo, van dirigidos a cada niño en concreto y son más difíciles de controlar».
Por ahí llega no solo el estilo de vida sedentario, sino una intensa y directa promoción de alimentos con alto contenido de energía, sal, azúcares o grasas saturadas y ácidos grasos trans o que no cumplan de otro modo las orientaciones nutricionales establecidas.

Ocho años: la edad crítica

El 30,4 % de niños de 0 a 16 años presenta exceso de peso en la Comunitat Valenciana, según los datos obtenidos del Informe de Salud del Escolar del año 2014. Es la última gran radiografía sobre la cuestión. En ella aparece que el exceso de peso infantil es más frecuente en niños (32,4 % niños y 28,3 % niñas). De ellos, el 18,6 % tiene sobrepeso (18,7 % niños y 18,5% niñas) y el 11,8 % obesidad (13,6 % niños y 9,8 % niñas).

La prevalencia de exceso de peso va aumentando progresivamente con la edad hasta los 11 años y desciende en edades posteriores. Pero los datos señalan un momento crucial: entre los 7 y los 8 años se pasa de un 34 a un 40 % de menores aquejados de exceso de peso.

En el sobrepeso, se constata un aumento de la prevalencia entre los 6 y los 11 años, alcanzando su cénit a esta edad. Sin embargo, en la obesidad se observa un incremento progresivo y marcado de las cifras hasta los diez años.
Los programas de atención integral a la obesidad infantil no solo modifican las dietas e incentivan la actividad física. También limitan el uso de las pantallas, un foco de origen del exceso de peso. En caso de obesidad secundaria o de presencia de síndrome metabólico, las autoridades sanitarias valoran la derivación del menor a la endocrinología pediátrica.

Gran Bretaña planea un impuesto al azúcar contra la obesidad

La población británica obtiene entre el 12% y el 15% de su energía de los alimentos ricos en sacarosa. El tributo disminuiría los gastos en salud.

Para los médicos la reducción del consumo se lograría con restricción de la publicidad.

El Telegrafo, por Leonardo Boix, corresponsal en Londres

26-10-15-soc-obesidad_f43a531d48fe9113b9fbe892ca29c8b8Los altos índices de obesidad, diabetes y problemas coronarios en el Reino Unido hacen que sea de extrema urgencia imponer ahora un impuesto del 20% a los productos comestibles y bebidas azucaradas para evitar una catastrófica crisis de salud en el país.

El organismo Salud Púbica de Inglaterra publicó este jueves un reporte en el que concluyó que Gran Bretaña “consume demasiada azúcar” y que ello está llevando a serios problemas sanitarios, principalmente como consecuencia de la obesidad.

El reporte también destacó que las autoridades del país deberían prohibir anuncios publicitarios en comercios destinados para niños que busquen vender dichos productos, como también publicidades por televisión y online.

Un portavoz del primer ministro británico, David Cameron, dijo que el gobierno por ahora no cree que un gravamen a los productos azucarados sea la solución para evitar una crisis sanitaria.

La población británica obtiene entre el 12 y 15% de su energía del azúcar, en tanto que las autoridades sanitarias consideran que esa proporción debería ser menor del 5%.

El reporte de Salud Pública consideró que si se logran reducir esos niveles, el Servicio Nacional de Salud (NHS) podría ahorrar al año hasta 500 millones de libras esterlinas (770 millones de dólares).

El documento, elaborado por expertos médicos, recomendó una tasa a productos azucarados de entre el 10 y 20%, reducir las publicidades de alimentos altos en azúcar, prohibir ofertas de supermercados para dichos productos comestibles y bebidas, reducir el consumo diario de sal y azúcar en las familias y garantizar la venta de alimentos sanos en hospitales y otros entes públicos.

El reporte criticó duramente las promociones y ofertas de supermercados que “distorsionan” las canastas de la gente, al indicar que el 40% del dinero que gasta la gente en alimentos y bebidas son productos en oferta. “Es hora de lograr un balance en estas promociones, alejándonos de las tortas y galletas, hacia alimentos más sanos”, indicó el documento.

Para los expertos, el 6% del consumo total de azúcar podría evitarse si las promociones en productos con alta cantidad de azúcar fueran prohibidas en el país.

Dio el caso de México, que al imponer un impuesto del 10% a los productos con mucha azúcar logró reducir en un 6% las ventas de bebidas azucaradas. “Algo similar podría conseguirse en Inglaterra, al menos en el corto plazo”, señaló Salud Pública.

Al presentar las conclusiones del informe en el Parlamento británico, la doctora Alison Tedstone, vocera de Salud Pública de Inglaterra, consideró que la solución fiscal “tiene que emplearse para reducirse el consumo de bebidas azucaradas en el país”.

“Cuanto mayor sea el incremento del impuesto, mayor será el efecto conseguido”, agregó.

A la campaña se sumó también el popular cocinero inglés Jamie Oliver, autor de exitosos libros y series de televisión sobre cocina, quien pidió a los ministros británicos imponer una tasa a las bebidas gaseosas con alto contenido de azúcar. “Ese sería el cambio más importante que podría lograrse con una sola medida”, consideró el chef.

Por su parte, la Asociación de Médicos británicos, que reúne a todos los profesionales de la salud del Reino Unido, instó al gobierno de Cameron a adoptar las recomendaciones del reporte dado a conocer en Londres.

Sin embargo, el director general de la Federación de Alimentos y Bebidas, Ian Wright, consideró que “no existe evidencia internacional” que indique que dicho impuesto a los productos azucarados “tenga efecto”. “Por esta razón nos oponemos a semejante medida”, destacó.

Wright explicó de todos modos que su sector “está determinado” a combatir la obesidad infantil en el Reino Unido, y señaló que muchas empresas de comestibles “ya han retirado millones de calorías de la cadena alimenticia” al modificar ingredientes y tamaños de paquetes.

Para el doctor Julian Hamilton-Shield, nutricionista de la Universidad de Bristol (sur de Inglaterra), “no hay duda alguna” del daño que produce en los niños el consumo de bebidas azucaradas.

“Destruye sus dientes, es un factor de riesgo para volverlos obesos y padecer de diabetes tipo 2”, afirmó el especialista.

“Si necesitamos de un impuesto para reducir el consumo de azúcar, lo apoyo por completo. Nadie se queja del tributo a los cigarrillos, y los products azucarados deberían ser tratados del mismo modo”, concluyó. (I)

México retrocede en sus leyes contra refrescos

Hasta el lunes pasado México era referente en impuestos colocados a las bebidas azucaradas, para frenar los índices de obesidad y sobrepeso, en especial en niños y jóvenes.

Esto cambió luego de que la Cámara de Diputados aprobó la reducción de un peso mexicano a 50 centavos el impuesto a bebidas con 5 gramos de azúcar (el equivalente a una cucharada) o menos por cada 100 mililitros.

Con esta disminución los principales favorecidos son las compañías de refrescos, pues pagarán menos por cada bebida vendida en México.

Las organizaciones ContraPeso, EPC y la FICMéxico, que forman parte de la Alianza por la Salud Alimentaria, reiteraron que es de vital importancia que los senadores sean conscientes sobre los impactos a la salud y frenen la reducción del tributo, según informaron medios mexicanos.

Tal como reporta el portal Sinembargo.mx, el impuesto aprobado como parte de la Reforma Fiscal representó un gran paso para desincentivar el consumo de bebidas azucaradas.

Además, el impuesto favoreció a la recaudación, pues generó recursos por 12.455 millones de pesos para 2014 y de 18.290 millones de pesos en 2015. Hoy la medida se votará en el Senado de México, que deberá ratificarlo o archivarlo.

Los senadores de los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN) han rechazado el proyecto. (I)

 

Las bebidas azucaradas son la principal causa de la obesidad entre los hispanos

· Constituyen la principal fuente de calorías que no aportan valor nutricional.
· La OMS anunció nuevas directrices sobre el consumo de aúcares libres.
· Los menores hispanos son uno de los principales objetivos en la publicidad.

EFE, 20minutos
El alto consumo de bebidas azucaradas es una de las principales causas que propician altos índices de obesidad en Estados Unidos, y uno de los grupos que más la consumen, y al que se dirige la publicidad de estas corporaciones, son los hispanos.
azucar EP«Las bebidas azucaradas son la mayor fuente de ingesta de azúcar en los niños estadounidenses, y como sabemos esto está asociado a la obesidad», indicó Sohyun Park, epidemióloga de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) especializada en el tema. Las bebidas azucaradas constituyen la principal fuente de calorías que no aportan valor nutricional o «vacías» en la dieta de los niños y jóvenes en Estados Unidos y en muchos casos son un factor determinante en el desarrollo de obesidad, diabetes, entre otras. El problema ha hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunciase esta semana nuevas directrices sobre el consumo de azúcares libres o agregadas, para que no superen el 10 por ciento. Las nuevas recomendaciones representarían unos 50 gramos de azúcares para los adultos, y 37 gramos para los niños y las bebidas gaseosas regulares y jugos tienen en promedio entre 24 a 29 gramos de azúcar por cada 8 onzas. De acuerdo con la experta, los hispanos son una de las minorías más propensas a consumir este tipo de bebidas en mayor proporción y a padecer de los efectos negativos que estas conllevan. «El consumo de bebidas azucaradas es alto en los jóvenes, pero es aún más alto en la población hispana», indicó Park. Más publicidad dirigida al público latino La epidemióloga citó entre las causas que inciden en esta disparidad, el hecho de que los menores hispanos son uno de los principales «blancos» en la publicidad de las compañías fabricantes de refrescos. «La industria dirige fuertemente su publicidad hacia los jóvenes latinos y cuando ellos miran estos anuncios en la televisión o en su computadora, quieren tomar estos refrescos. Sería bueno que estas compañías limitaran esta publicidad», dijo Park.
De acuerdo con el estudio «Sugary Drink Facts 2014» de Yale Rudd Center for Food Policy & Obesity, los niños hispanos son uno de los principales blancos de la publicidad de las compañías de refrescos, que en el 2013 gastaron 866 millones de dólares para promocionar bebidas poco saludables. El reporte, financiado por la Fundación Robert Wood Johnson, encontró que la industria de las bebidas azucaradas y energéticas aumentó un 44 por ciento sus gastos de publicidad televisiva en español en 2013 en comparación con 2010. También en 2013, los jóvenes hispanos tuvieron un 93 por ciento más de probabilidades que los jóvenes blancos de visitar los sitios de internet de estas compañías de bebidas, lo que responde a una amplia presencia de estas empresas en las redes sociales. La experta citó además razones culturales, como el hecho de que las personas que provienen de países en los que el agua del grifo no siempre es potable tienden a tomar más bebidas embotelladas.

«Hay estudios que demuestran que las personas que no creen que el agua del grifo donde viven es potable, son más propensas a consumir bebidas azucaradas y los latinos son quienes expresan más desconfianza en este sentido», aseveró la epidemióloga. De acuerdo con datos de los CDC, en 2010 se consumieron 31.5 galones de gaseosas por persona en México, cifra que superó a la cantidad ingerida en Estados Unidos. Park señaló que pese a que en Estados Unidos el agua es potable en la mayoría de los lugares, muchos no logran «romper» con estas prácticas culturales. «Es necesario que las escuelas y los lugares públicos sigan trabajando por ofrecer opciones saludables y limitar las bebidas con alto contenido de azúcar», aseveró la epidemióloga de los CDC.

Las bebidas energéticas contienen hasta 20 cucharadas de azúcar por lata

Un nuevo estudio ha establecido, además, que son hipercalóricas y peligrosas para la salud
ABC
bebidas energeticasCada vez son más queridas entre la población de regiones como Gran Bretaña o Estados Unidos. Pero… ¿realmente son buenas para la salud las bebidas energéticas ? Un nuevo estudio realizado por la organización inglesa «Acción contra el azúcar» cree que no pues, según han podido averiguar, cada uno de estos refrescos puede llegar a contener hasta 20 cucharaditas de azúcar por lata, el triple de lo que se recomienda tomar al día si se pretende estar sano.

Las conclusiones de este estudio –de las que se ha hecho eco el diario en línea «Daily Mail»- explican que, además de los ingentes niveles de cafeína con los que cuentan, estas bebidas se están convirtiendo en el «tabaco» de muchos ciudadanos debido a sus grandes dosis de azúcar. Al parecer, y en palabras de la asociación, su consumo se ha generalizado entre colectivos como los estudiantes, los cuales buscan mantenerse despiertos durante horas con estas bebidas al no conocer sus peligros.

La investigación, concretamente, ha analizado 197 bebidas de las más famosas que se pueden hallar en el mercado y ha encontrado niveles de hasta 15,6 gramos de esta sustancia en cada 100 ml de algunas marcas. Esto implica que, aquellas compañías que vendan latas de 500 ml, estarían ofreciendo a sus clientes nada menos que 85 gramos de azúcar (el equivalente a entre 18 y 20 cucharaditas).

Graham MacGregor, profesor de medicina cardiovascular de la Universidad Queen Mary y uno de los mayores detractores de tomar azúcar en grandes cantidades, ha señalado que esta cantidad es tres veces superior a la máxima que se aconseja ingerir al día para estar sano. «Los niños son blancos de la publicidad de estas bebidas, piensan que van a mejorar su rendimiento en la escuela, mejorar en los deportes… y solo toman una peligrosa cantidad de azúcar», destaca.

Por otro lado, la investigación ha puesto de manifiesto también lo calóricas que son estas bebidas, las cuales pueden llegar a albergar más de 325 calorías por lata. Esta cantidad es extrema si se considera que, a día de hoy, la dieta de un adulto debe (aproximadamente) contar con entre 1.750 y 2.250 calorías por jornada para ser saludable.

¿Es posible combatir la obesidad con tácticas antitabaco?

Las nuevas directrices del Foro Nacional de Obesidad, en el Reino Unido, indican que las futuras campañas contra la obesidad deberían ser «más contundentes», similares a las que se han hecho en Estados Unidos para alertar a los fumadores sobre los efectos nocivos del tabaco.

Kate Dailey, BBC

woman_smoking_bbcEn EE.UU. se ha debatido sobre si tratar la obesidad como al tabaquismo, al tiempo que los investigadores siguen buscando la manera más eficaz de mejorar los resultados en la salud.

Como antiguo fumador, Dan Gilmore se dio cuenta del poder que tuvieron los mensajes y las fuertes imágenes de las campañas en el cambio de su comportamiento.

«En algún momento, la gente te decía: ‘¿Podrías salir a la calle a fumar?’ o ‘Tengo alergia al humo’. Comienzas a sentir la presión social», dice Gilmore, presidente emérito del Instituto Hastings, un centro dedicado a la bioética y las políticas públicas.

Las campañas frontales y directas del pasado, dice, efectivamente convencieron a mucha gente que sus acciones molestaban a terceros y planteaban un grave peligro para ellos mismos.

Cuando se trata de la obesidad, dice, «el público no ha sido aterrorizado tan exhaustivamente».

Pero él todavía está tratando de dar con el balance adecuado -el «estigma ligero»- para motivar a la gente sin alienarla.

Ojo con estigmatizar

Los especialistas consideran que la estigmatización es un gran riesgo cuando se trata de campañas contra la obesidad. Las investigaciones muestran que aquellas iniciativas que hacen que la gente se sienta mal consigo misma a veces tienden a ser contraproducentes.

«Las campañas que se centraron principalmente en el peso corporal o en el número de la balanza, o los ya usados y controvertidos enfoques contundentes para llamar la atención, son mensajes que tendían a culpar o estigmatizar a las personas por su peso», dice Rebecca Puhl, directora adjunta del Centro Rudd de Política Alimentaria y Obesidad de la Universidad de Yale.

«Y no resultaron eficaces. La gente reacciona mejor a las campañas que abordan una específica actitud frente a la salud, en las que pueda participar, comprometerse, independientemente del tipo de cuerpo que tenga».

De hecho, una exfumadora y antigua entusiasta de las dietas dice que hay ya un nivel de estigma en torno al peso.

«La gente no se burlaría abiertamente de mí por ser fumadora, pero sí lo hacen porque estoy gorda», dice Lesley Kinzel, editora del sitio web XOJane.co.uk y autora del libro «Two Whole Cakes: How to Stop Dieting and Learn to Love Your Body» («Dos pasteles enteros: Cómo dejar de hacer dieta y aprender a amar tu cuerpo»).

Y, sin embargo, dice, es más difícil de señalar a aquellos que sufren de enfermedades relacionadas con la obesidad que identificar a los fumadores.

«Las personas quieren asociar ciertos comportamientos con la gordura, pero en la vida real la gente gorda exhibe una amplia gama de distintos comportamientos, independientes de sus hábitos de alimentación y actividad física. Si usted es fumador es porque usted fuma cigarrillos».

Los complejos y numerosos factores que rodean la obesidad y el hecho de que la obesidad en sí misma no es un comportamiento sino un estado del ser, hace difícil comparar las dos clases de campaña, dice Scott Kahan, director del Centro Nacional del Peso y Bienestar, en el Reino Unido.

campaña antitabaco_reutersAl mismo tiempo, dice, hay lecciones que pueden aprenderse de las campañas antitabaco.

«A veces la gente cae en la trampa de mirar hacia atrás, a los esfuerzos antitabaco y decir: ‘Lo que hicimos fue avergonzar a la gente hasta el punto de no fumar más e hicimos campañas contundentes sobre no fumar'», dice Kahan.

«Pero eso fue el punto central de lo que hicimos con la epidemia de tabaquismo».

Lo que demostró ser exitoso en EE.UU. fue un enfoque complejo y multifacético, dice Kahan.

«El tabaquismo fue abordado de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba», dice.

Un punto clave fue la educación, la cual se manifestó en campañas de conocimiento público como el informe del surgeon general -la máxima autoridad oficial en materia de salud en EE.UU.- que delineaba los peligros de fumar. También hubo un aumento en las iniciativas educativas en las escuelas y lugares de trabajo.

Por otro lado, afirma Kahan, hubo cambios que crearon «un entorno donde fuese más fácil no empezar a fumar o dejar de fumar», dice.

Esto incluyó mayores impuestos a los cigarrillos, restricciones sobre cómo estos productos pueden ser comercializados y vendidos, y la creación de más áreas libres de humo, como en restaurantes y bares.

De hecho, Kinzel dejó de fumar cuando los gastos y las molestias de fumar empezaron a acumularse. «En cierto momento se hizo demasiado inconveniente», dice ella.

Asunto de salud, no de balanza

Mientras que EE.UU. ha visto grandes caídas en las tasas de tabaquismo, los números de la obesidad no se han reducido de forma significativa y, en muchos casos, siguen aumentando.

Eso tiene a investigadores estadounidenses centrados ya no en cambiar los números en la balanza sino en el fomento de conductas saludables.

«La apariencia exterior de la obesidad es un elemento de distracción y una cortina de humo», dice Kahan. «Si usted toma a alguien que tiene evidente sobrepeso y lo pone a trabajar duro y a hacer lo que tiene que hacer y pierde 10% de su peso corporal, esa persona -con mayor frecuencia que las que no- verá tremendas mejoras en la salud y en sus funciones».

«Al mismo tiempo, esa persona sigue siendo gorda. Y la seguimos señalando con el dedo para que pierda peso, y eso no es realmente necesario».

Si bien el objetivo de las campañas contra el tabaco era que la gente dejara de fumar, las campañas dedicadas a la obesidad buscan un resultado menos tangible.

«El objetivo del tratamiento de la obesidad no es necesariamente tener un peso normal. Es más moverse en una dirección en la que la salud mejore de forma significativa».

Para tal fin, señala Puhl, las campañas deberían centrarse en las conductas para mejorar la salud, no en las dimensiones del cuerpo.

Motivar a la gente a comer mejor y a moverse más tiene efectos beneficiosos para todos, dice, no sólo para la gente obesa.

La obesidad se propaga por el planeta

México ya es líder mundial en obesidad, superando a EEUU. La influencia cada vez más dañina de la industria alimentaria y el cambio en la dieta tradicional permiten el paso a enfermedades como el cáncer o la diabetes.

Telecinco informativos
obesidad-propaga-planetaMéxico ya es líder mundial en obesidad, superando a EEUU
, que hasta entonces ocupaba el primer lugar.Casi una tercera parte de los adultos mexicanos padecen sobrepeso según el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
«Por primera vez en nuestra historia vemos que las personas se vuelven obesas en tan sólo unos pocos años. Este es un asunto muy serio», comenta Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

A la obesidad van asociados otros riesgos sanitarios como el aumento de las enfermedades cardiovasculares,algunos tipos de cáncer,la diabetes, las enfermedades de las articulaciones. El problema reside en el cambio de la dieta tradicional de los mexicanos. «Lo que hacen los científicos es ir a un laboratorio y crear mezclas químicas que agraden el paladar, ya sean dulces, saladas o ácidas. A este resultado lo llaman ‘el punto de la felicidad’. Y, en resumen, significa que se ha creado un adictivo que hace que los consumidores se enganchen y vengan a por más y más», denuncia Kristin Wartman, periodista y especialista en nutrición.

Los estadounidenses consumen grandes cantidades de grasas y oxidantes cada día. De tal forma que no resulta casual que enfermedades relacionadas con el sobrepeso estén cada vez más extendidas entre los ciudadanos, que a su vez son presa de las grandes compañías que les suministran su dosis diaria de ‘comida’.

«Tenemos un gran problema en EEUU respecto a lo que se indica en las etiquetas: sobre lo que tenemos y lo que comemos. Es incierto el origen de los alimentos, si son genéricos o si han sido modificados en laboratorios. Es muy difícil saber la verdad solo a través de las etiquetas. Hay un gran retroceso en la industria alimentaria que se traduce en que no quieren reflejar realmente en la etiqueta lo que vamos a consumir«, argumenta Elizabeth Kucinich del Comité de Fisiatras por una Medicina Responsable.Un factor que influye mucho en lo que consumen los estadounidenses, es el marketing. La conocidísima cantante Beyoncé firmó un contrato con Pepsi por 50 millones de dólares para promocionar su producto.

La Asociación Norteamericana para los Problemas del Corazón anunciaba que en el año 2010 unas 25.000 muertes por obesidad estuvieron relacionadas con el sobreconsumo de bebidas azucaradas. Un paso adelante en la preocupación por la salud del consumidor podría haber pasado por la iniciativa del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que proponía restringir el uso de las bebidas efervescentes tamaño familiar, con el objetivo de aliviar la obesidad en la gran manzana. No obstante, la medida fue rechazada por el Tribunal Supremo, a quien parece no preocuparle demasiado la alta incidencia en la salud de los consumidores del consumo excesivo de estos azúcares.

«La obesidad debería ser un problema de los gobiernos, no de las familias»

«Para perder peso no hay receta mágica, se necesitan voluntad e información: la gente no sabe que en una lata de Coca-Cola hay diez sobres de azúcar»

Llanera, Miguel L. SERRANO – La Nueva España

-Venga, póngase de pie. Hagamos la entrevista de pie.

Tim Lobstein, foto by Nacho OrejasTim Lobstein va en serio. Se levanta de su silla y, para explicarse, señala el enorme ventanal que enseña a decenas de personas trabajando delante de sus ordenadores. «Mire, ¿ve a toda esa gente? Esos son los hábitos actuales. Sentarse y trabajar. Estamos sentados mucho tiempo. El trabajo ahora es así y favorece la vida sedentaria». Lobstein es uno de los mayores expertos mundiales en obesidad, fenómeno que lleva estudiando 35 años. Es el coordinador del programa infantil de la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad. Nació en Nueva York y vive en Londres pero va de una ciudad a la otra con frecuencia. La semana pasada estuvo en Llanera, invitado por la empresa Treelogic, y dedicó unos minutos a LA NUEVA ESPAÑA.

-Tome asiento.

-¿Pero me entiende lo que le quiero explicar, no?

-Perfectamente. Pero el sedentarismo no es la única causa de la obesidad

-Hay muchas otras, pero esa es la principal. Estamos más tiempo viendo la televisión, delante del ordenador y no hacemos nada para combatir eso. El nivel de sedentarismo es muy alto. Vamos a todos los sitios en coche, no caminamos. La actividad física cada vez la reducimos más, pero no el consumo de comida.

-Eso: la comida, la dieta.

-Comemos menos fruta y verduras, más carne, más quesos y cosas azucaradas. Especialmente bebidas azucaradas. Hemos cambiado los hábitos de consumo.

-¿Hay alguna receta sencilla para combatir la obesidad?

-Si la hubiera, no estaría aquí hablando con usted y tal vez sería un hombre rico (ríe). Hay mucha gente que intenta vender soluciones sencillas, dietas fáciles, relojes de pérdidas de peso, o cirugía para quitar la grasa. No hay ninguna receta mágica para perder peso.

-¿Nada de eso vale?

-La cirugía, pero para casos muy serios. Para aquellos que sea la única manera que tienen de salvar sus vidas. También es cierto que existen medicinas para otros casos. Pero para el resto de personas, cualquier receta que propongan siempre tendrá su parte mala. Lo que se tiene que hacer es no ver tanto la televisión, no estar tanto tiempo parado, mejorar los hábitos tanto en la comida como en la vida. Esa es la única manera sana de perder peso.

-Insiste en lo de la televisión.

-Es que ustedes, los periodistas, hacen cosas interesantes y están incitando a que nos quedemos delante de ella (ríe). En serio, ahora cada vez hay más canales, cada vez hay más programas para niños. Y los productores de comida utilizan la televisión para promocionarse y nos incitan a comer más. Coca-Cola, Pepsi… Se están anunciando para que consumas más y más. En una frase: la obesidad es un problema del sobreconsumo y de todas esas marcas. Eso debería combatirse.

-Pero es imposible. ¿Cómo se enfrenta uno a Coca-Cola?

-¡Con dinero! En serio, ahí está uno de los problemas. Combatir el sobreconsumo es luchar contra una gran industria. O sea, luchar contra la economía.

-¿La comida rápida es el principal enemigo?

-Son peores las bebidas azucaradas.

-¿Por qué?

-Porque es fácil beber mucha cantidad de estas bebidas sin tener conciencia de ello. Cuando comes algo muy grasiento, eres consciente de ello. Y con las bebidas azucaradas no pasa. Puedes tener más ingesta innecesaria de calorías por bebida que por comida, pero tú eso no lo sabes y no lo sientes así. En una lata de Coca-Cola hay más de diez sobres de azúcar y la gente no se entera. También es mala la comida rápida, y la bollería, y los cereales con azúcar, y las chucherías.

-De todo esto hay mucha publicidad.

-Demasiada. Y la mayoría de anuncios para niños incluyen estas cosas.

-¿Qué se puede hacer?

-En Gran Bretaña, por ejemplo, está prohibido anunciar estas cosas en los programas para niños que hay en televisión. En Dinamarca, Suecia y Noruega no hay anuncios para niños por debajo de los 12 años. Recomiendo que España haga algo como Gran Bretaña. Lo necesita para frenar la obesidad infantil, porque es uno de los peores países de Europa en este sentido.

-¿Los gobiernos deberían intervenir?

-Sí. Las medidas voluntarias no están funcionando, porque la industria promete y promete y no hace nada. La autorregulación es como pedirle al ladrón que sea el que te instale la cerradura de casa.

-¿Por qué los gobiernos no toman parte en este asunto?

-Esto es una batalla entre la protección del consumidor y la protección del consumo. La protección del consumo es buena para la economía, para el comercio, para el Gobierno. La protección del consumidor es buena para la salud y para las escuelas. Una cosa tiene más peso que la otra.

-¿Falta valentía?

-Bueno, es el resultado del capitalismo. Es la lucha entre el fuerte y el débil.

-¿Sabemos lo que comemos? ¿Las marcas dan suficiente información sobre lo que llevan sus productos?

-En el Reino Unido se ha puesto en marcha una iniciativa que es útil: es un código de colores para advertir a los ciudadanos, como si fuera un semáforo. Verde para los alimentos más saludables, amarillo para los que tienen más calorías y rojo para los hipercalóricos. Es voluntario, pero muchas marcas lo han implementado.

-¿Se ha perdido la vergüenza a ser obeso?

-Las personas, por mucho que digan lo contrario, no son felices si son obesas. Porque siempre quieres estar mejor. Lo que realmente es terrible en este fenómeno es que se produzca una batalla en el supermercado entre el padre y el niño por comprar un producto. La batalla no debe ser ahí, en el supermercado. La batalla debería ser de los gobiernos con los consumidores. La obesidad debería ser un problema de los gobiernos, no de las familias.

-¿Qué parte de responsabilidad tienen los padres en que un niño sea obeso?

-La responsabilidad, si se abre la perspectiva, es política. La situación del padre es compleja, pero debe cabrearse por cómo se están haciendo las cosas e impulsar actividades de protección al consumidor. Creo que los medios deben denunciar estas cosas también. En Europa hay sobrepeso en dos de cada tres adultos. Y un tercio llegan a ser obesos. Y la tendencia es al alza.