Año nuevo sin publicidad infantil de comida malsana

Los anuncios de alimentos insanos dirigidos a niños tienen los días contados en España, pero no por ello va a disminuir la obesidad infantil, avisan desde IMEO y claman por más consciencia social sobre la importancia de una educación nutricional adecuada

·        Nueve de cada diez anuncios dirigidos a niños son de productos no saludables, avisan de la OCU.

·        El 23,3% de la población infantil en España tiene sobrepeso y un 17,7%, obesidad[1].

·        Se estima que las restricciones televisivas y digitales adoptadas en Reino Unido podrían reducir la ingesta calórica de los niños con 7.200 millones al año, evitando 20.000 nuevos casos de obesidad infantil en los próximos años[2].

Se espera que la medida impulsada por el Ministerio de Consumo de España para frenar el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil entre en vigor a partir de enero del 2022. Según esta nueva normativa habrá cinco grupos de alimentos que no van a poder publicitarse para menores de edad, independientemente cuál es su composición nutricional, entre ellos, productos de confitería de chocolate y azúcar, barritas energéticas, dulces, postres, productos de pastelería, galletas, zumos, bebidas energéticas y helados. El resto de productos alimentarios tendrán que pasar una criba y, si su aporte de calorías o su concentración de grasas totales y saturadas, azúcares totales y añadidos o sal superan los considerados como adecuados por la OMS, tampoco podrán ser objeto de publicidad infantil.

“Aplaudimos la medida, porque supone un paso adelante en la lucha contra la obesidad infantil, pero queremos dejar claro que con la limitación de los anuncios publicitarios el problema no desaparecerá “por arte de magia”; hace falta más consciencia social sobre la necesidad de educación nutricional que se debe fomentar tanto desde casa, como en los colegios para avanzar en la materia y garantizar el desarrollo físico de nuestros menores en un entorno saludable”, señala Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Comprendemos que esta nueva normativa afecta a muchos fabricantes del sector de la alimentación, pero también creemos que a la larga les impulsará a implementar medidas de auto regulación aún más restrictivas que la propia norma por el bien del consumidor, añade. Queda mucho por hacer como, por ejemplo, mejorar el etiquetado nutricional haciéndolo más visible (en ocasiones la letra es tan pequeña que cuesta leerlo), más comprensible y estándar; seguir trabajando para desarrollar más variedad de productos saludables, listos para el consumo y rápidos de cocinar, ya que éste es uno de los argumentos más empleados en la actualidad a la hora de explicar por qué hay tanta gente que no lleva una alimentación sana.

“A pesar de que esta normativa suscita polémica por ser mucho más restrictiva y limitante que la anterior (el código PAOS vigente desde el 2005 hasta ahora), aún se pueden hacer mejoras, extendiendo la limitación a los productos con elevadas concentraciones de cafeína o edulcorantes, ya que su consumo excesivo o frecuente puede provocar problemas de ansiedad, hiperactividad, dificultad para conciliar el sueño y una mayor apetencia de comer dulce”, argumenta la nutricionista clínica Carmen Escalada.

Otras medidas que se puedan adoptar para reducir el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes

Además de limitar la publicidad infantil de comida malsana, desde IMEO recomiendan fomentar la educación nutricional en todos los ámbitos con la incorporación de personal calificado en los colegios y en los centros deportivos y sanitarios. Para que los niños y adolescentes coman bien es esencial que tengan acceso a alimentos sanos; por ello es importante restringir la disponibilidad de los productos comestibles insanos y a los ultraprocesados que se cuelan en los menús escolares y están muy presentes en las máquinas de vending o en lugares de ocio, como cines y boleras.

Según el último informe Aladino, uno de cada cuatro menores dedica más de 3 horas al día a actividades sedentarias, como pantallas o lecturas. Por ello, es importante combatir el sedentarismo y favorecer la práctica de ejercicio físico de los niños y adolescentes, “ya sea aumentando las horas de educación física, la oferta de actividades deportivas o potenciando el ocio activo”.

En cuanto a los horarios en los que será restringida la publicidad[3], “la franja tarde – noche es especialmente crítica, ya que es cuando se suele manifestar el hambre emocional y la ansiedad”, señala Escalada, porque hemos vuelto en casa y tenemos acceso rápido y libre a la comida. Si en este momento, cuando tenemos más exposición a la televisión, el internet y las redes sociales, recibimos estímulos audiovisuales en forma de anuncios o publicidad de comida malsana, estaríamos ante un “coctel perfecto” de malos hábitos, añade. En consecuencia, aumentará el deseo de consumir alimentos ricos en grasas, azúcares y/o sal, debido a que son altamente palatables, de sabores muy intensos que terminan creando adicción, porque su ingesta genera placer.

El panorama a nivel global

Actualmente, en España en torno al 23,3% de niños y adolescentes tiene sobrepeso y hasta un 17,7%, obesidad. Si esto ya de por si no fuera preocupante, empeora más aún si se tiene en cuenta que en algunas franjas de edad, como los menores de 9 años de edad, las cifras de sobrepeso alcanzan un 40%. Si nos comparamos con otros países europeos, estamos a la cabeza junto con Italia, Grecia y Portugal en número de casos, mientras que Irlanda, Noruega o Dinamarca tienen tasas muy inferiores y se sitúan a la cola.

Como medida para intentar a revertir la situación, en el Reino Unido se ha hecho obligatorio que los restaurantes muestren el aporte calórico de todos sus menús y se ha prohibido la publicidad de productos ultraprocesados a partir de las 21 horas de la noche. Además, se estima que las restricciones televisivas y digitales adoptadas en el país galo podrían reducir la ingesta calórica de los niños con 7.200 millones al año, evitando que se produzcan 20.000 nuevos casos de obesidad infantil en los próximos años.

En Francia se han aumentado los impuestos a las bebidas azucaradas y en Finlandia han ido más allá, incrementando los impuestos a todos los refrescos, incluidos los light y zero.

En los países nórdicos se ha hecho un esfuerzo para favorecer la educación nutricional, incorporando especialistas en nutrición en colegios y centros sanitarios, donde se imparten cursos tanto a los menores, como a sus padres, y se promueve una vida más activa entre los escolares. 

El impacto psicológico de los anuncios de comida malsana en menores

something to drink, something to eat and something to watch Home Theater

Los spots publicitarios pueden influir en la percepción que los menores sobre el consumo de ciertos alimentos, condicionando sus preferencias y hasta su concepción de lo que sería una comida habitual. “La población joven es un público especialmente vulnerable a la publicidad, carece de un sentido crítico desarrollado, está muy expuesto a la televisión y a los contenidos digitales y no es consciente del potencial impacto en su salud del consumo habitual de determinado tipo de productos de perfil poco saludable”, sostiene María González, psicóloga del IMEO experta en trastornos alimenticios.   

Los niños en edad escolar son muy sensibles a los estímulos externos como parte de su continuo proceso de aprendizaje. Captan, observan y memorizan como esponjas cualquier información que les rodea sin filtros que permitan discriminarla. Rápidamente se quedan con la copla de la canción de una publicidad audiovisual que recrea “un mundo hecho para niños” con meriendas “divertidas”, como chocolatinas, bizcochitos, galletas o snaks y podría suponer la normalización de alimentos no saludables, así como su vinculación directa hacia aquellos elementos que aparezcan en el spot.

Para el público adolescente, que sí tiene una mayor conciencia de aquello a lo que se expone, la búsqueda de iguales y referentes con los que sentirse identificados, característica de esta etapa, también implica cierta vulnerabilidad.

“De este modo, spots publicitarios que presenten comida no saludable y la vinculen a emociones agradables (diversión, placer, disfrute, alegría, libertad) o a personajes de referencia social, pueden crear un vínculo emocional con determinados alimentos, ricos en grasas y azúcares, lo que en un futuro puede derivar en conductas de alimentación emocional y hay más probabilidad de que este tipo de comida se convierta un recurso habitual de regulación emocional”, explica María González.

De cara a los padres el principal consejo sería educar en positivo, predicando con ejemplo; es más eficaz que el castigo o la prohibición de la comida no saludable. Los propios hábitos y lo que se consume tanto en casa como en las celebraciones familiares ayudará a promover una rutina sana en el día a día de los hijos y que ellos lo consideren “su normalidad” para así limitar las ocasiones en las que pueden consumir este tipo de alimentos.

Asimismo, se puede trabajar para reforzar los beneficios de la comida sana desde un punto de vista lúdico y motivador, que los platos sean sabrosos y los niños estén implicados en su elaboración, experimentando el lado divertido de la cocina. Educando el paladar de nuestros hijos y asociando la comida sana a sensaciones y experiencias positivas, habrá menos cabida a la búsqueda de alimentos “insanos”.

Aun así, hay que tener en cuenta que no se pueden controlar todas las variables e inevitablemente se verán expuestos a estos alimentos en diferentes contextos sociales. Por ello es fundamental fomentar el pensamiento crítico desde edad temprana para que el propio niño o adolescente pueda elegir si realmente lo desea, conociendo las alternativas de otros alimentos más sanos.


[1] Según el último estudio Aladino del 2019.

[2] Según datos publicados en Mirror.

[3] La regulación afectará a los anuncios en calanes infantiles de televisión y radio durante todo el día, el tiempo de antes y después de los espacios dirigidos a menores de 16 años y los horarios de protección reforzada, de 17 a 20h en días laborables y de 7.30 a 12h festivos y fin de semana. 

Limitar la publicidad en televisión pueden reducir la obesidad infantil

Reino Unido estudia que determinados productos azucarados o altos en grasa solo se puedan publicitar en la franja nocturna

ABC

Limitar las horas de publicidad televisiva para alimentos y bebidas con alto contenido de grasa, azúcar y sal podría contribuir de manera significativa a reducir la obesidad infantil, según un nuevo estudio publicado esta semana en ‘PLOS Medicine’ por Oliver Mytton, de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y sus colegas.

La obesidad infantil es un problema mundial con pocos signos de progreso. Como parte del plan del gobierno del Reino Unido para reducir a la mitad la obesidad infantil para 2030, está considerando limitaciones en la publicidad televisiva de los productos HFSS entre las 5.30 de la mañana y las 9.00 de la noche.

En el estudio, los investigadores utilizaron datos sobre la exposición de los niños a la publicidad de alimentos y bebidas con alto contenido de grasa, azúcar y sal durante estas horas, así como información publicada anteriormente sobre la asociación entre la exposición a la publicidad de estos productos y la ingesta calórica de los niños.

El estudio concluyó que si todos estos anuncios en el Reino Unido se retirara durante las horas en cuestión, los 3,7 millones de niños en el Reino Unido verían en promedio 1,5 anuncios de este tipo menos por día y disminuirían su ingesta calórica en un promedio de 9,1 kcal. Esto reduciría el número de niños de 5 a 17 años con obesidad en un 4,6% y el número de niños considerados con sobrepeso en un 3,6%.

Esto equivale a 40.000 niños menos del Reino Unido con obesidad y 120.000 menos clasificados como con sobrepeso y daría lugar a un beneficio monetario para el Reino Unido de 7.400 millones de libras esterlinas (unos 8.160 millones de euros).

El estudio solo consideró el impacto directo de la publicidad de alimentos y bebidas con alto contenido de grasa, azúcar y sal en la ingesta calórica de los niños y no consideró el impacto de esta publicidad en el cambio tanto de niños como de adultos.

«Las medidas que tienen el potencial de reducir la exposición a la publicidad de alimentos menos saludables en la televisión podrían hacer una contribución significativa a la reducción de la obesidad infantil», dicen los autores. Sin embargo, también señalan que «este es un estudio de modelado y no podemos dar cuenta por completo de todos los factores que afectarían el impacto de esta política si se implementara».

«Nuestro análisis muestra que introducir una línea divisoria de las 21.00 horas en la publicidad televisiva de alimentos no saludables puede hacer una contribución valiosa para proteger la salud futura de todos los niños en el Reino Unido y ayudar a mejorar la salud de los niños de entornos menos ricos», destaca el doctor Mytton.

«Sin embargo –prosigue–, los niños ahora consumen medios de una variedad de fuentes, y cada vez más de servicios en línea y bajo demanda, por lo que para brindarles a todos los niños la oportunidad de crecer saludables, es importante asegurar que esta publicidad no se mueva simplemente a la franja horaria de las 9.00 a las 22.00 horas y los servicios en línea».

Cómo es el plan del Reino Unido para luchar contra la obesidad

Limitar los anuncios de comida chatarra y andar en bicicleta por prescripción médica son algunas de las medidas adoptadas por el gobierno luego de que un estudio la señalara como agravante en casos de COVID-19

Infobae

Limitar los anuncios de comida chatarra, detallar las calorías de los menús y montar en bicicleta por prescripción médica son algunas de las medidas del plan del gobierno británico contra el sobrepeso anunciado este lunes después de que un estudio señalara a la obesidad como un agravante de la COVID-19.

Sabemos que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedades graves y de muerte por coronavirus, por eso es vital que tomemos medidas para mejorar la salud de nuestra nación y proteger al NHS”, el sistema nacional de salud británico”, declaró el lunes el ministro de Salud Matt Hancock en un comunicado.

La campaña “Con mejor salud”, lanzada por las autoridades sanitarias británicas, “instará a las personas a adoptar un estilo de vida más sano y a perder peso si lo necesitan”, afirmó en un comunicado la institución, que quiere luchar contra “la bomba de tiempo que es la obesidad”.

Entre las medidas anunciadas el lunes figuran la prohibición en la televisión y en línea de la publicidad de comida chatarra antes de las 21 hs, “cuando los niños son más susceptibles de estar expuestos a ella”, así como la obligación de que los restaurantes y las cadenas de comida para llevar con más de 250 empleados informen del número de calorías de sus menús.La campaña “Con mejor salud”, lanzada por las autoridades sanitarias británicas, “instará a las personas a adoptar un estilo de vida más sano y a perder peso si lo necesitan” (Shutterstock.com)La campaña “Con mejor salud”, lanzada por las autoridades sanitarias británicas, “instará a las personas a adoptar un estilo de vida más sano y a perder peso si lo necesitan” (Shutterstock.com)

Los supermercados también tendrán que poner fin a los descuentos en la comida chatarra y no podrán colocar estos productos “en lugares clave de sus establecimientos, como delante de las cajas registradoras o en la entrada”. “Cuando usted hace la compra, es justo que tenga acceso a la información adecuada sobre la comida que come, para ayudar a la gente a tomar las decisiones correctas”, estimó Hancock.

También se amplían los servicios del NHS dedicados a la pérdida de peso y se insta a los médicos de cabecera a «prescribir el ejercicio físico» a los pacientes.

Según una fuente de Downing Street citada por la agencia de prensa británica PA, esto podría concretarse en proyectos piloto en barrios poco saludables, donde los médicos podrán “prescribir sesiones de bicicleta”. Se facilitará mediante el suministro de material y la creación de más carriles bici.

El plan se hizo público después de que un estudio de PHE revelara el sábado que las personas obesas tenían un 40% de riesgo adicional de morir por el nuevo coronavirus. “Perder peso es difícil, pero con algunos pequeños cambios, todos podemos sentirnos más delgados y con mejor salud”, declaró el primer ministro Boris Johnson, que estima que esto permitiría “protegerse del coronavirus” y “aliviar la presión sobre el NHS”.“Perder peso es difícil, pero con algunos pequeños cambios, todos podemos sentirnos más delgados y con mejor salud”, declaró el primer ministro Boris Johnson REUTERS/Hannah Mckay/File Photo“Perder peso es difícil, pero con algunos pequeños cambios, todos podemos sentirnos más delgados y con mejor salud”, declaró el primer ministro Boris Johnson REUTERS/Hannah Mckay/File Photo

El gobierno no dio detalles de cómo financiará el plan. El diario británico The Guardian calcula el costo de las medidas en 10 millones de libras (11 millones de euros, 12,8 millones de dólares).

En el Reino Unido, casi dos tercios (63%) de los adultos están por encima de un peso considerado saludable, con un 36% en sobrepeso y un 28% obesos, según datos gubernamentales. Uno de cada tres niños de entre 10 y 11 años también tiene sobrepeso u obesidad.

Los detalles del estudio

El artículo publicado por The British Medical Journal (BMJ) asegura que existe evidencia creciente que indica que la obesidad es un factor de riesgo independiente para enfermedades graves y muerte por COVID-19.

La investigación, que incluyó a 428.225 participantes -340 ingresados en el hospital con coronavirus confirmado, 44% de los cuales tenían sobrepeso y 34% obesos-, y el estudio OpenSAFELY, realizado utilizando registros electrónicos de salud vinculados de 17.425.445 pacientes, 5683 fallecidos por COVID-19 (29% de sobrepeso, 33% de obesidad)- han mostrado una relación dosis-respuesta entre el exceso de peso y la gravedad de la enfermedad desarrollada.

Después de que se ajustaron los posibles factores de confusión, incluidos la edad, el sexo, el origen étnico y la privación social, el riesgo relativo de enfermedad crítica de COVID-19 aumentó en un 44% para las personas con sobrepeso y casi se duplicó para las personas con obesidad en el estudio de grupos.El brote de COVID-19 parece ser otro problema de salud exacerbado por la pandemia de obesidad REUTERS/Kevin CoombsEl brote de COVID-19 parece ser otro problema de salud exacerbado por la pandemia de obesidad REUTERS/Kevin Coombs

Así fue como Monique Tan, investigadora de doctorado, y los profesores Feng J He y Graham A MacGregor, autores del paper científico, explicaron que de manera similar, en el estudio OpenSAFELY, después de que todos los demás factores de riesgo -incluidas las comorbilidades- se ajustaron por completo, las posibilidades de morir por COVID-19 aumentaron con la gravedad de la obesidad, desde un riesgo 27% mayor en la primera categoría de obesidad según el índice de masa corporal (IMC: 30-34.9) a más del doble del riesgo en la categoría más obesa (IMC> 40). 2 Estudios más pequeños de la región de Asia-Pacífico, Europa y los Estados Unidos confirmaron estos hallazgos.

“Múltiples mecanismos podrían explicar la relación entre obesidad y COVID-19, entre ellos la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2), es decir, la transmembrana que el SARS-CoV-2 usa para la entrada celular, y que existe en grandes cantidades en personas con obesidad”, explicaron los investigadores.

Según este nuevo estudio aún no está claro si este es el resultado de una mayor expresión de ACE-2 en los adipocitos de personas con obesidad o que tienen más tejido adiposo en general (y, por lo tanto, un mayor número de células que expresan ACE-2). Por ende, el tejido adiposo de las personas con obesidad puede ser un objetivo potencial y un reservorio viral para el SARS-CoV-2 antes de que se propague a otros órganos, como ha demostrado ser el caso de otros virus”.

De acuerdo a lo que se desprende de esta nueva evidencia científica, la obesidad también puede alterar las respuestas inmunes, como se ha demostrado con el virus de la influenza, lo que lleva a una defensa debilitada del huésped y una mayor probabilidad de una tormenta de citoquinas con COVID-19. Finalmente, la obesidad disminuye la función pulmonar a través de una mayor resistencia en las vías respiratorias y una mayor dificultad para expandir los pulmones. Cuando los pacientes con obesidad necesitan ser ingresados en unidades de cuidados intensivos, es un desafío mejorar sus niveles de saturación de oxígeno y ventilarlos.

Ambiente insalubreLimitar los anuncios de comida chatarra, detallar las calorías de los menús y montar en bicicleta por prescripción médica son algunas de las medidas del plan del gobierno británico contra el sobrepeso REUTERS/Henry NichollsLimitar los anuncios de comida chatarra, detallar las calorías de los menús y montar en bicicleta por prescripción médica son algunas de las medidas del plan del gobierno británico contra el sobrepeso REUTERS/Henry Nicholls

El brote de COVID-19 parece ser otro problema de salud exacerbado por la pandemia de obesidad. En 2016, más de 1.900 millones de adultos tenían sobrepeso u obesidad en todo el mundo, y este número continúa aumentando rápidamente. La prevalencia del sobrepeso y la obesidad ahora ha alcanzado el 65-70% en las poblaciones adultas del Reino Unido y los Estados Unidos. La obesidad es una de las principales causas de presión arterial alta, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y cáncer, y representa una gran carga para los sistemas de salud y las economías. En 2014-15, el NHS -sistema de salud británico- gastó más de 6 mil millones de libras esterlinas, lo que equivale a 7,6 mil millones de dólares para abordar las consecuencias directas de la obesidad.

Para la investigadora Monique Tan y los profesores He y Graham, “la pandemia de obesidad es el resultado de vivir en entornos alimentarios donde es difícil no consumir en exceso las calorías. La industria alimentaria mundial produce y promueve ampliamente bebidas baratas azucaradas y alimentos ultraprocesados con alto contenido de sal, azúcar y grasas saturadas que solo proporcionan una sensación transitoria de saciedad”.

Los gobiernos han hecho muy poco, con uno de los pocos éxitos que son los impuestos a las bebidas azucaradas, en particular, la tasa de la industria en el Reino Unido que ha resultado en una reformulación para reducir el contenido de azúcar”, agregaron.La obesidad disminuye la función pulmonar a través de una mayor resistencia en las vías respiratorias y una mayor dificultad para expandir los pulmones (Shutterstock.com)La obesidad disminuye la función pulmonar a través de una mayor resistencia en las vías respiratorias y una mayor dificultad para expandir los pulmones (Shutterstock.com)

Ahora está claro que la industria alimentaria comparte la culpa no solo de la pandemia de obesidad sino también de la gravedad de la enfermedad de COVID-19 y sus devastadoras consecuencias. Durante la pandemia por coronavirus, un aumento en la pobreza alimentaria, interrupciones en las cadenas de suministro y compras de pánico pueden generar un acceso limitado a alimentos frescos, inclinando la balanza hacia un mayor consumo de alimentos altamente procesados y aquellos con una larga vida útil que generalmente son altos en sal, azúcar y grasas saturadas.

Además, desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, la industria alimentaria ha lanzado campañas e iniciativas de responsabilidad social corporativa, a menudo con tácticas poco veladas que utilizan el brote como una oportunidad de marketing, por ejemplo, ofreciendo medio millón de donas con forma de “sonrisas” para el personal del NHS.

Para los autores del estudio, las industrias alimentarias de todo el mundo deben dejar de promocionarse de inmediato, y los gobiernos deben forzar la reformulación de alimentos y bebidas poco saludables. En el Reino Unido, los objetivos incrementales ya han reducido gradualmente la cantidad de sal agregada a los alimentos, lo que resulta en una menor ingesta de sal, presión arterial y mortalidad cardiovascular. Reducir la sal, el azúcar y las grasas saturadas en todos los ámbitos mejoraría la dieta de toda la población y brindaría beneficios aún mayores para las personas más desfavorecidas socialmente. El costo de la morbilidad y mortalidad de COVID-19 lo ha hecho más evidente y más urgente que nunca.

Con información de AFP

Día Mundial de la Obesidad: la tasa de gente con kilos de más se ha duplicado desde 1980

El 12 de noviembre de todos los años está dedicado a informar y concienciar sobre una de las mayores lacras de la humanidad: los kilos de más. Sus efectos negativos no se limitan a lo visual, sino que ponen en riesgo la salud de todos

El Confidencial, por Álvaro Hermida

El almacenamiento de grasa corporal es un problema de salud mundial. Así como las terroríficas epidemias como el ébola, los esfuerzos que se llevan a cabo para ponerle freno no tienen el resultado deseado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2014 más de 1.900 millones de adultos tenían sobrepeso y 600 millones eran, directamente, obesos. Lo peor es que esas cifras no han hecho más que aumentar, y el hecho de que hoy sea el Día Mundial de la Obesidad hace que nos encontremos en el momento perfecto para ver dónde estamos, de dónde venimos y, lo más importante, hacia dónde vamos.

Qué es la obesidad

A lo largo de los años se han dado multitud de definiciones de esta condición física. Actualmente, la más aceptada es que tanto obesidad como sobrepeso son el aumento anormal de grasa corporal que puede tener perjuicios para la salud.

Para clasificarlas, se utiliza el índice de masa corporal (IMC). Esta es una comparación estadística entre la altura de una persona y su peso. La fórmula que lo define es el peso de una persona dividido por el cuadrado de su altura en metros (kg/m²). Si bien otros factores tienen mucha relevancia individual y se ignoran con esta estadística (como la masa muscular, que es más pesada que la grasa), es una buena forma de establecer unos límites clasificatorios e informativos para la población. De hecho, como la propia Organización Mundial de la Salud aclara: «El IMC proporciona una útil referencia sobre el sobrepeso a un nivel de población total, dado que no diferencia entre sexos o edades. Dicho esto, se debe tener en cuenta que puede no corresponder al mismo nivel de ‘gordura’ para individuos diferentes«.

Según la OMS, los valores superiores a 25 se consideran sobrepeso, y aquellas personas que superen un índice mayor a 30 son considerados obesos. Por poner estos datos en perspectiva, podemos decir que un varón de 1’8 metros y 70 kilos tiene un IMC de 21,6. Si llega a los 81, alcanzará el sobrepeso; y si toca los 98, será considerado obeso.

Sus peligros

Junto con el tabaco, parece que hemos llegado todos nosotros a la conclusión de que estar obeso no es sano. La gente que la padece, según explican una grandísima cantidad de estudios científicos y confirma la OMS, tiene un riesgo mucho mayor de padecer enfermedades cardiovasculares, así como metabólicas (diabetes tipo II), problemas musculoesqueléticos como la osteoatritis y una mayor tasa de cáncer, en especial de colonmama endometrio.

El estado actual de la obesidad en el mundo

Tenemos que tener en cuenta que siempre ha habido cierta prevalencia de esta enfermedad entre la población general. Es más común en áreas urbanas y, según explican desde la OMS, no es raro que en un mismo edificio de un país en vías de desarrollo y del tercer mundo, convivan puerta con puerta una familia con problemas de obesidad y otra con desnutriciónEn 1980 la tasa mundial de sobrepeso no superaba el 13,5%, y según datos de 2015 proporcionados por la OMS, hoy en día ha superado el 39%, más de una tercera parte de la población.

Según explican los investigadores Lindsay M. JaacksStephanie Vandevijvere y el resto de su equipo de la Harvard T. H. Chan School of Public Health, de Estados Unidos y de la Universidad de Auckland en Australia, los niveles y la distribución de la prevalencia de la obesidad en un país son ejemplo de su desarrollo económico. Según los investigadores, existen 4 fases diferentes. En la primera, característica de los países del tercer mundo, la obesidad infantil es muy reducida y, en adultos, las mujeres tienen niveles mucho más altos que los hombres. La segunda fase se caracteriza por una equiparación del número de obesos de ambos sexos y un aumento sustancial de la obesidad infantil. Por último, los países desarrollados (como España) tienen más varones obesos que mujeres con esa misma condición. Ese punto de inflexión se dio en Italia en el año 2013, en Francia en 2011, en España en 2009 y en Alemania en 1993. De hecho, «se espera que Estados Unidos y Reino Unido cumplan con los pronósticos antes de 2022«, explican los investigadores.

Como se explicaba al inicio, a nivel mundial hay 1,9 millardos de personas con sobrepeso y 600 millones con obesidad. Eso es más que preocupante, en el año 2014 el 39% de los adultos del planeta tenían más kilos de los que sería normal. A su vez, también supone un gran riesgo para las nuevas generaciones, sobre todo para las de los países desarrollados, dado que en 2013, explican desde la OMS, «42 millones de niños menores de 5 años eran obesos».

Las perspectivas de futuro

Aunque los datos son más que limitados, pues al contrario que la mayor parte de enfermedades relevantes, no todos los obesos van al médico por su condición, se calcula, según datos del Centers for Disease Control (CDC) estadounidense, que en Estados Unidos un 39,3% de la población (un total de 93,3 millones de adultos) padece obesidad. El futuro no ofrece datos esperanzadores, ni para los habitantes del país norteamericano ni para el nuestro (dado que en una gran cantidad de datos macroeconómicos, los suyos son muy similares a los nuestros). Según el National Bureau of Economic Research de Estados Unidos, en el año 2025, el 83% de los varones y el 75% de las mujeres sufrirán sobrepeso u obesidad.

Qué podemos hacer

Muchas propuestas se han puesto sobre la mesa para luchar contra este tipo de problema de salud. La limitación del azúcar en los refrescos y la concienciación son las propuestas más comunes, pero otras vías son recomendables. Según la OMS, existen tres caminos claros:

  • Individual. A fin de cuentas nuestro cuerpo pertenece solo a una persona y la responsabilidad personal en la pérdida de peso es ineludible. Entre los aspectos clave está «la limitación de la ingesta de azúcares y grasas, el aumento de la actividad física regular (1 hora al día para los niños y 150 minutos semanales para los adultos) y un aumento del consumo de frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales y legumbres».
  • Social. Es imposible conseguir cambios de relevancia macroscópica sin un cambio en las políticas sanitarias de un país. Es por esto que la OMS recomienda «un apoyo por parte del sistema a los individuos que pretenden llevar a cabo los cambios en su estilo de vida antes mencionados a través de la colaboración de las entidades tanto privadas como públicas que tienen peso en este tipo de reformas». Por otro lado, la organización internacional también recomienda que «los cambios de actividad física y dietéticos de la población deberían ser asequibles y accesibles para todos, especialmente para los individuos con menor poder adquisitivo».
  • Sector privado. Es innegable que cada vez consumimos más alimentos preparados en masa por la industria. Esta puede llevar a cabo reformas que jueguen a favor de todos como «reducir los contenidos de azúcar, grasas y sal de los alimentos, asegurarse de que los alimentos sanos son una opción asequible, llevar a cabo campañas de marketing responsables, sobre todo aquellas en las que el público objetivo son niños y asegurarse de que un estilo de vida saludable es posible en el entorno laboral».

Lo que tenemos que entender, al igual de bien que comprendemos que la obesidad es mala, es que esta condición se puede prevenir y se puede remediar. Está en nuestras manos, ya sea con el esfuerzo personal como con nuestro voto y con la promoción de iniciativas sociales y políticas, hacer de la obesidad un problema del pasado.

Un estudio culpa a las madres que trabajan de la mayor obesidad en los niños

20 minutos La Gulateca, por Iker Morán

La publicidad sin control, el poder de la industria alimentaria, la lamentable oferta gastronómica en colegios, hospitales o máquinas de vending, la falta de formación nutricional… Son algunas de las causas evidentes del aumento de la obesidad infantil que en países como el Reino Unido está alcanzando niveles muy preocupantes.

Algo que se resume de forma muy sencilla en un dato: es el país europeo donde más alimentos ultraprocesados se consumen y en el que, por tanto, menos producto fresco se compra y menos se cocina.

No hace falta un máster para deducir que esa tendencia va estupendamente a las empresas que venden ese tipo de alimentos. De hecho, desde hace años han tenido un papel muy activo a la hora de promocionarlos en campañas que incluso van dirigidas a los más pequeños. Pero ahora un surrealista estudio de la University College de Londres ha encontrado al auténtico responsable: la culpa es de las madres que trabajan.

No, ni es un chiste, ni parte de la estrategia publicitaria de algún partido político en campaña, ni uno de esos titulares sacados de contexto para forzar la polémica. Es la conclusión a la que han llegado tras analizar los datos y costumbres alimentarias de 20.000 familias británicas, comparando los datos de los hogares en los que la madre trabaja y en los que está en casa.

Tal cual. Según publica The Sunday Times, las conclusiones no recogen -ni siquiera para disimular un poco- la posibilidad de que sea el padre el que deje de trabajar para quedarse en casa. Una idea por lo visto inconcebible y tan loca que no hay margen para que la responsabilidad de la mala alimentación de los hijos sea compartida o incluso totalmente de los padres trabajadores.

El estudio asegura que en las casas en las que la madre trabaja fuera las posibilidades de que el pequeño padezca obesidad son un 25% superiores. Por ejemplo, en el caso de un desayuno casero en condiciones -habría que ver lo que se entiende por tal cosa- los hijos de hogares con madres trabajadores lo disfrutan un 29% menos.

El consumo excesivo de azúcar presente en alimentos ultraprocesados, refrescos y comida rápida ha demostrado ser uno de los principales focos de esa epidemia de obesidad que afecta a los más pequeños. Y, evidentemente, si en casa hay menos tiempo para cocinar, la exposición a este tipo de productos es mayor.

Aunque los resultados son dignos de un estudio del Capitán Obvio, las explicaciones de los investigadores para aclarar sus resultados son sencillamente un insulto al sentido común. Al menos al del siglo XXI.

Analizar la alimentación de los más pequeños fuera del contexto socioeconómico y laboral y adaptado a la realidad de 2019 para, de propina, culpar solo a la madre puede ser de todo menos científico. Por muchas cifras y porcentajes que se le ponga al asunto.

La mayoría de los restaurantes fomenta la obesidad

El 90% de los menús que sirven establecimientos de seis países rebasan con creces la cantidad de calorías recomendadas por la OMS para una comida saludable, según advierten dos estudios internacionales liderados por científicos de Estados Unidos y el Reino Unido.

Cadena Ser, por Javier Gregori

Dos equipos internacionales de científicos ha analizado los menús que sirven en restaurantes de seis países (entre ellos, Estados Unidos, China o el Reino Unido) y éste ha sido el resultado: en más del 90% de los casos la comida servida contenía más de 600 calorías, el límite máximo recomendado por la OMS, la Organización Mundial de la Salud.

A tenor de estos datos, esta investigación advierte que comer fuera de casa aumenta el riesgo de padecer obesidad, un problema que se ha multiplicado por tres en el mundo en las últimas cuatro décadas según la OMS.

Menús no saludables

En concreto, en un estudio que publica el “British Medical Journal”, investigadores de la Universidad de Liverpool analizaron las comidas que se sirven en 27 grandes cadenas de restaurantes del Reino Unido y han detectado que el 89% de los platos superan, con creces, el límite saludable de calorías.

Mientras tanto, otro equipo internacional midió también las calorías de los menús más frecuentes en 116 restaurantes de Estados Unidos, Brasil, China, Finlandia, Ghana e India, y encontraron también que el 94% de los platos superaban el límite. Y eso que en este cálculo no se incluía el postre y ni la bebida.

Recomendaciones

Para poder frenar la epidemia de obesidad que ahora afecta a la población mundial, este grupo de expertos recomiendan a los restaurantes que ofrezcan porciones más pequeñas, reduciendo también, de forma proporcional, el precio del menú para hacerlo más atractivo a sus potenciales clientes.

Además, por otro lado, piden también a los gobiernos que obliguen a etiquetar toda la comida que se sirve ahora fuera de casa.

«Comer fuera ahora es muy común en todo el mundo, pero es importante tener en cuenta que es fácil comer en exceso”, ha advertido la directora de esta investigación, Susan B. Roberts, de la Universidad de Tufts (EEUU).

Y atención, porque en el 3% de los menús analizados en este centenar largo de restaurantes escogidos al azar acumulaban más de 2.000 calorías.

 

Los países donde hay demasiados gordos y demasiados flacos (y cuáles son los de América Latina)

Fuente: BBC, por 

La obesidad se presenta a menudo como un problema occidental y la desnutrición como algo típico de países más pobres.

Pero la realidad es mucho más compleja. Nueve de cada 10 países están atrapados en una epidemia de salud conocida como la «doble carga»: esto significa que las personas con sobrepeso y las desnutridas viven lado a lado.

La disponibilidad sin precedentes de alimentos poco saludables, los empleos de oficina y la expansión de los medios de transporte y el uso de la televisión son algunas de las causas.

A menudo esta doble carga ocurre no solo dentro de una misma comunidad, sino también dentro de una misma familia.

Incluso puede sucederle a una misma persona. A veces se puede tener sobrepeso pero carecer de nutrientes vitales.

También existe el fenómeno «grasa delgada», cuando las personas parecen tener un peso saludable pero en realidad tienen grandes cantidades de grasa oculta.

Tasas de sobrepeso y obesidad en niños de 5 a 19 años

Niños obesos

En realidad todos los países del mundo están luchando contra problemas de nutrición de algún tipo.

El número de personas que sufren de privación crónica de alimentos alcanzó los 815 millones en 2016. Esto es un aumento del 5% en dos años.

Gran parte del aumento se produjo en África, donde el 20% de las personas están desnutridas.

Mientras tanto, las tasas de obesidad se han triplicado en los últimos 40 años.A nivel mundial, más de 600 millones de adultos son obesos, mientras que 1.900 millones tienen sobrepeso.

La tasa de personas obesas en países en desarrollo está alcanzando al mundo desarrollado.

Las tasas más altas de obesidad infantil se pueden encontrar en Micronesia, Oriente Medio y el Caribe. Y desde 2000, el número de niños obesos en África se ha duplicado.

En muchos países los niños tienen una dieta que no satisface sus necesidades.

En Sudáfrica, casi uno de cada tres niños tiene sobrepeso o es obeso, mientras que otro tercio tiene bajo peso.

En Brasil, el 36% de las niñas tienen sobrepeso o son obesas, mientras que el 16% pesa demasiado poco.

Tasa de peso insuficiente en niños de 5 a 19 años

Más dinero para gastar

Los cambios en el estilo de vida son en parte responsables de esta doble carga de obesidad y desnutrición.

Muchos países de ingresos medios y bajos, como India y Brasil, tienen una nueva clase media con más dinero.

Esto significa que muchas personas rechazan sus alimentos tradicionales y ahora ingieren una gran cantidad de productos occidentales altos en azúcares, grasas y carne.

En algunos países esto también ha ocurrido a medida que las personas se mudan del campo a la ciudad, donde hay mucha más variedad de alimentos.

Por ejemplo, un estudio de niños pequeños en China reveló que las tasas de obesidad en el campo eran del 10%, mientras que la tasa de desnutrición era del 21%. En las ciudades, el 17% de los niños eran obesos, mientras que el 14% estaban desnutridos.

Aunque las dietas de muchas personas pueden ser más altas en calorías, tiene muy pocas vitaminas y minerales.

El profesor Ranjan Yajnik, un especialista en diabetes en Pune, India, afirma que este cambio de dieta tiene un efecto importante en los niños.

«Normalmente la diabetes está considerada como una enfermedad que tienen las personas mayores y más obesas», dice. «Pero en India lo estamos viendo en personas más jóvenes y con un índice de masa corporal más bajo«.

Según el profesor Yajnik, los indios cada vez consumen menos alimentos ricos en nutrientes y obtienen más calorías de la comida basura. «Muchas personas que parecen delgadas en realidad tienen grandes cantidades de grasa oculta».

La grasa oculta o visceral se acumula alrededor de los órganos internos, incluyendo el hígado. Los niveles altos de grasa visceral pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas, incluso si el portador no parece tener sobrepeso.

Combatiendo el hambre

Los niños son particularmente vulnerables a las dietas poco saludables, ya que necesitan vitaminas y minerales para crecer y desarrollarse con normalidad.

En algunas familias puede haber niños desnutridos y padres obesos, porque a pesar de tener la misma dieta los niños necesitan muchas más vitaminas.

Los niños desnutridos también tienen más probabilidades de tener sobrepeso cuando crezcan, ya que su metabolismo se ralentiza y su cuerpo se aferra a las reservas de grasa.

Esto significa que los países deben tener cuidado de que las políticas dirigidas a combatir el hambre no aumenten accidentalmente el problema de la sobrealimentación.

En Chile se introdujo un programa nacional en 1920 para proporcionar raciones de alimentos a mujeres embarazadas y menores de seis años.

Aunque esto mejoró el problema del hambre, a largo plazo se cree que contribuyó al rápido aumento de las tasas de obesidad infantil.

Opciones

La solución a esta doble carga es complicada.

No se trata solo de tener acceso a alimentos saludables. Y además, no hay dos personas o culturas que vean la nutrición de la misma manera.

Nuestra elección de alimentos está influenciada por muchos factores. Por ejemplo el coste, la disponibilidad local, un bien conocimiento de lo que es una alimentación saludable y la dieta de las personas que nos rodean.

Y las necesidades nutricionales de cada persona son diferentes. Esto depende en parte de su metabolismo y su estado de salud.

Pero esta doble carga de obesidad y desnutrición puede ser muy peligrosa.

Los niños que crecen desnutridos suelen sacar peor resultados en la escuela y tener peores trabajos más adelante.

Y la obesidad infantil lleva a una peor salud en la edad adulta, y aumenta el riesgo de enfermedades como el cáncer.

Progreso poco a poco

En los países en vías de desarrollo, es probable que los problemas como la diabetes y las enfermedades cardíacas se disparen a medida que aumentan las tasas de obesidad.

¿Qué se puede hacer? América del Sur, donde muchos países sufren esta doble carga, está liderando el camino.

Brasil fue el primer país en adherirse a la Década de Acción sobre Nutrición de la ONU.

Entre los compromisos están reducir el consumo de bebidas azucaradas en un 30% y aumentar el de frutas y verduras en un 18% para detener el aumento de la obesidad.

Su objetivo es lograrlo con políticas tales como microcréditos para los agricultores, reducir los impuestos sobre ciertos alimentos frescos y educar a los niños sobre la importancia de la nutrición.

México fue el primer país en implementar un ‘impuesto al azúcar’ del 10% a las bebidas endulzadas artificialmente en 2014.

Se prevé que este impuesto reducirá las tasas de obesidad en un 12,5% en 12 años.

Pero se necesita mucho más para detener esta crisis mundial de nutrición.

línea

Esta pieza de análisis fue encargada por la BBC a expertos que trabajan para una organización externa.

La Dra. Sophie Hawkesworth trabaja en el equipo de salud de la población en la organización benéfica de investigación biomédica Wellcome y la Dra. Lindsay Keir está en el Departamento de Ciencias Clínicas y Fisiológicas de Wellcome.

 

 

 

El exceso de peso aumenta el riesgo de muerte

Cualquier IMC superior a 22-23 kg/m2 conlleva un mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. Y a mayor cantidad de grasa abdominal, mayor riesgo

ABC, por M. López

Es bien sabido que el sobrepeso y la obesidad se asocian con un mayor riesgo de padecer enfermedades muy graves y potencialmente mortales, caso muy especialmente de las cardiovasculares y de distintos tipos de cáncer. Sin embargo, algunos estudios han sugerido que, en realidad, el exceso de peso no tiene ningún efecto negativo sobre la mortalidad cardiovascular o por otras causas. Es más; algunos de estos trabajos han llegado incluso a plantear que el sobrepeso y la obesidad podrían tener un efecto protector, sobre todo en aquellas personas que, aun con exceso de peso, se encuentran en un buen estado de forma. Unas evidencias que han dado lugar a la denominada ‘paradoja de la obesidad’, según la cual tener un índice de masa (IMC) elevado no solo no se asocia con un mayor riesgo cardiovascular, sino que resulta beneficioso para la salud. Y es que según esta teoría, las personas con exceso de peso y aparentemente sanas –o dicho de otro modo, ‘fofisanas’– viven más. Pero, ¿esto es realmente así? Pues según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), no. Definitivamente no.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «European Heart Journal», muestra que cualquier IMC superior a 22-23 kg/m2 conlleva un incremento del riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, caso de la hipertensión arterial, de los infartos de miocardio y de los ictus. Y asimismo, que este riesgo también se ve notablemente aumentado en función de la cantidad de grasa abdominal que ‘porte’ la persona.

En palabras de Stamatina Iliodromiti, directora de la investigación, «cualquier idea errónea que albergue la población sobre un efecto potencialmente ‘protector’ de la grasa sobre el riesgo de episodios cardio y cerebrovasculares debe ser cuestionada».

El mito del ‘fofisano’

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos de 296.535 adultos que, completamente sanos e incluidos entre los años 2006 y 2010 en el Biobanco de Reino Unido, fueron sometidos a un seguimiento clínico ‘intensivo’ hasta el año 2015.

Los resultados mostraron que los participantes con menor riesgo de enfermedad cardiovascular eran aquellos con un IMC entre los 22 y los 23 kg/m2. Sin embargo, y una vez superado este IMC, el riesgo se disparaba. De hecho, parece que la probabilidad de desarrollar una patología cardiovascular aumenta hasta un 13% por cada incremento en el IMC de 5,2 kg/m2 en el caso de las mujeres y de 4,3 kg/m2 en el de los varones.

Pero aún hay más. Partiendo de un perímetro de cintura de 74 cm en las mujeres, cada aumento de 12,6 cm adicionales se asoció con un incremento del 16% en la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular. Un incremento del riesgo que también se observó en varones, en este caso de un 10% por cada 11,4 cm adicionales a un perímetro de cintura de 83 cm.

Como indica Stamatina Iliodromiti, «el nuestro es el mayor estudio de los realizados hasta la fecha que ofrece evidencias frente a la paradoja de la obesidad en la población sana. Sin embargo, es posible que la situación sea diferente en las personas con una enfermedad pre-existente, pues ya se ha demostrado que, por ejemplo, el tener un ligero exceso de peso se asocia con una menor mortalidad en los pacientes con cáncer, especialmente porque tanto los tumores como los tratamientos oncológicos pueden conllevar una pérdida de peso muy poco saludable».

Sea como fuere, continúa la directora de la investigación, «al mantener un IMC en torno a los 22-23 kg/m2, las personas sanas pueden minimizar su riesgo de sufrir o morir por una enfermedad cardiovascular. Y cuanto menor grasa porten, sobre todo en el abdomen, menor será su probabilidad de enfermedad cardiovascular en el futuro».

Perder unos kilos

En definitiva, lograr y mantener un IMC de 22-23 kg/m2 nos ayudará a prevenir las enfermedades cardiovasculares y, por tanto, a vivir más. Lo cual, como reconocen los propios autores, no resulta fácil. Sobre todo en las edades avanzadas.

Como apunta Naveed Sattar, co-autor de la investigación, «hay muchas personas que no pueden tener un IMC tan bajo, por lo que el mensaje es: cualquiera que sea tu IMC, y sobre todo cuando este IMC se encuentre en el rango del sobrepeso y la obesidad, perder tantos kilos como sea posible solo mejorará tu salud. Pero es cierto que no hay atajos para perder peso de forma intencionada, por lo que los médicos deben hacerlo mejor a la hora de ayudar a sus pacientes a perder estos kilos».

Y llegados a este punto, ¿cómo es posible que algunos estudios sugieran que el exceso de peso fuera bueno para la salud cardiovascular? O dicho de otro modo, ¿cómo es posible que se pudiera concebir la ‘paradoja de la obesidad’? Pues en opinión de los autores, por defectos en la metodología de estos estudios. Y es que seguramente hubo algunos factores de riesgo que no fueron tenidos en cuenta. Por ejemplo, que algunos participantes tuvieran una enfermedad grave que, además de hacerles perder peso, ocasionara su muerte prematura. O que se pasara por alto el caso de los fumadores. Y es que fumar cambia la distribución de la grasa corporal y reduce el apetito, lo que provoca que los fumadores, si bien presentan un riesgo cardiovascular muy superior al de la población general, tengan un menor IMC.

Alerta en Reino Unido: la obesidad ha alcanzado niveles de récord

23 amputaciones por diabetes se llevan a cabo al día en Inglaterra, 4 de cada 5 podría haberse evitado con una vida más saludable y mayor atención médica.

As, por Laura Martín San Juan

La alerta es real desde hace años, pero viendo las cifras oficiales de amputaciones, el gobierno ha pedido ayuda y ha dado la voz de alarma: la obesidad está llegando a tales niveles que las amputaciones por diabetes empiezan a tener cifras de récord.

En 2016, se han amputado más 8.500 miembros, un dato que podría haberse evitado, según los expertos. El número es altísimo, máximo histórico concretamente. En 9 de cada 10 casos de amputaciones es por diabetes tipo 2, la vinculada a la obesidad y la inactividad.

Desde la asociación Diabetes UK abogan por intentar que la tasa se frene y llegue a bajar. No puede ser que dos de cada tres adultos tengan sobrepeso u obesidad. Perder los brazos o las piernas y quedarse ciego es algo ya habitual en la sociedad británica. Y no parece que nada pueda frenar esto.

En muchos casos, afirman desde la organización, 4 de 5 amputaciones podrían haberse evitado si hubieran tenido esos pacientes controles diarios. Una crítica a la sanidad británica desde varios colectivos estos días.

Uno de los controles que se puede hacer de manera sencilla es mirarse los pies cuando la situación ya ha llegado a un punto difícil, evitando así la aparición de heridas que no cierran y que éstas se infecten y puedan llevar a la amputación.

Para la organización caritativa NICE, a los mayores de 40 años se les debería ofrecer una revisión de su diabetes y controlar la dieta por sus médicos. Además, abogan por clases de nutrición saludable para quienes estén poniendo en peligro su salud, además clases donde puedan aprender a adelgazar.

Los niños con obesidad tienen un riesgo cuatro veces superior de desarrollar diabetes tipo 2

El 20% de los niños de nuestro país tiene sobrepeso y el 10% es obeso, por lo que es necesaria una mayor inversión en medidas para prevenir el desarrollo de la diabetes

ABC
Lejos de ser un problema meramente ‘estético’, la obesidad es una enfermedad muy grave y asociada al desarrollo de patologías potencialmente mortales como las cardiovasculares, la diabetes o el cáncer. Un aspecto muy a tener en cuenta no solo en los adultos, cuya prevalencia global de obesidad se ha duplicado en poco más de tres décadas hasta alcanzar el 13% –o lo que es lo mismo, más de 600 millones de personas–, sino sobre todo en los niños, que ya llevan arrastrando las consecuencias de esta enfermedad desde la infancia. De hecho, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del King’s College de Londres (Reino Unido) demuestra que, comparados con aquellos con índice de masa corporal (IMC) normal, los niños con obesidad tienen un riesgo hasta cuatro veces superior de desarrollar diabetes tipo 2 durante los primeros años de su etapa adulta.

Como explica Ali Abbasi, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of the Endocrine Society», «dado el rápido aumento de la prevalencia de obesidad y sobrepeso, la cifra de niños y adultos jóvenes diagnosticados de diabetes ha crecido notablemente en Reino Unido desde el inicio de la década de los años 90. Y en este contexto, y comparados con sus homónimos con un peso normal, los niños con obesidad presentan un riesgo cuatro veces mayor de ser diagnosticados de diabetes a la edad de 25 años».

Epidemia creciente

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos, y muy especialmente los datos referidos al IMC y a las enfermedades metabólicas, de 369.362 menores británicos con edades comprendidas entre los 2 y los 15 años.

Los resultados mostraron que 654 de los niños y adolescentes participantes en el estudio habían sido diagnosticados de diabetes tipo 2 entre los años 1994 y 2013. Y lo que es más importante, que la tasa de niños que desarrollaron la enfermedad, de ‘solo’ seis nuevos casos por cada 100.00 niños entre los años 1994 y 1998, se elevó hasta los 33 nuevos casos por cada 100.000 infantes durante el periodo 2009-2013. Un incremento de la incidencia de diabetes que, simple y llanamente, se explica por el aumento de la prevalencia de obesidad en Reino Unido.

Como refiere Ali Abbasi, «la diabetes conlleva una enorme carga para la sociedad dado que la enfermedad es cada vez más común y más costosa de tratar. Las estimaciones actuales indican que uno de cada 11 adultos padece diabetes tipo 2, lo que supondría una cifra global cercana a los 415 millones de personas. Y dado que tanto la diabetes como la enfermedad se pueden prevenir desde los primeros años de vida, esperamos que nuestros resultados, conjuntamente con los alcanzados en otras investigaciones, motivarán al público y a los decisores políticos a implicarse e invertir en esfuerzos para la prevención de la diabetes».

Diabetes tipo 2, no tipo 1

Finalmente, los resultados también mostraron que 1.138 niños fueron diagnosticados de diabetes tipo 1 durante el periodo 1994-2013. Sin embargo, y contrariamente a lo sucedido en el caso de la diabetes tipo 2, los autores no hallaron ninguna relación entre la diabetes tipo 1 y la obesidad. Un resultado esperable dado que la diabetes tipo 1 es el resultado de una enfermedad autoinmune subyacente.

En definitiva, el exceso de peso aumenta, y mucho, el riesgo de que los niños acaben desarrollando diabetes tipo 2. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que, ya a día de hoy, hasta un 20% de los niños españoles presenta sobrepeso y un 10% es obeso.