El ejercicio y la alimentación ayuda a prevenir la obesidad y la diabetes en adolescentes

LA INSULINA Y LA LEPTINA, MÁS CONTROLADAS 

Europa Press
Una investigación internacional en la que han participado investigadores de las universidades de Zaragoza, Granada y la Politécnica de Madrid sugiere que la actividad física y unos hábitos alimenticios más saludables pueden ayudar a prevenir la obesidad y la diabetes, ya que permiten tener los niveles de insulina y leptina más controlados.

   La obesidad y las enfermedades asociadas a ella, como la diabetes, son un problema entre la población joven, de ahí que el proyecto europeo HELENA se haya centrado en estudiar hábitos de vida saludable que ayuden a paliar este problema.

Los investigadores han constatado que los adolescentes con mayores niveles de fuerza muscular y de actividad física tienen menores niveles de la hormona insulina y de resistencia a la misma, que son aspectos fundamentales para controlar la glucosa y prevenir la diabetes, según ha explicado al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) David Jiménez Pavón, de la Universidad de Zaragoza y antiguo miembro de la Universidad Politécnica de Madrid con la que colabora en estos trabajos.

Además, cuando los adolescentes practican más actividad física o tienen mejor estado de forma poseen niveles más controlados de otra hormona, la leptina, relacionada con el gasto energético y el control del apetito.

De las investigaciones también se concluye que no solo es importante el ejercicio, sino que los hábitos de alimentación pueden influir en los niveles de insulina, que aumenta en el caso de una mala elección de alimentos.

Estos resultados son de especial relevancia para adolescentes que en edad de crecimiento y asimilación de hábitos están aún en situación de modificar un estilo de vida no saludable por otro más activo cuyas consecuencias repercutirán en el resto de sus vidas.

¿Cuál es el riesgo de sufrir un ictus durante el embarazo?

Aumenta el número de accidentes cerebrovasculares entre las mamás gestantes

Obesidad, hipertensión y diabetes. Tres factores de riesgo, cada vez más extendidos entre la población occidental, y que repercuten directamente en la capacidad de muchas mujeres de llevar a término un embarazo saludable, exento de peligros. Éste al menos es el punto de partida de uno de los estudios llevados a cabo recientemente por los expertos en epidemiología del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, y en el que se analiza el incremento de accidentes cerebrovasculares a lo largo de los últimos quince años entre las mujeres y nuevas mamás.

Y los datos, aunque sin ser significativos en lo que a la tasa total de hospitalizaciones se refiere (sólo 0.22 ingresos por cada 1.000 partos), son sin duda alarmantes: hasta un 54 por ciento más de mujeres sufren problemas de este tipo durante o después del embarazo, en datos comparativos recogidos entre 1994 y 2007. Un dato desde luego preocupante, y que apunta directamente al incremento de factores de riesgo entre la población occidental: en la actualidad, cada vez más mujeres llegan al embarazo presentando obesidad, hipertensión o diabetes, tres enfermedades que complican con su sintomatología el ya de por si complicado proceso de gestación, hasta el punto de suponer un peligro para la madre o el feto.

En estos casos, explica el estudio publicado en ‘Stroke’, una revista de la American Heart Association, el riesgo de sufrir un ictus u otro accidente cerebrovascular se duplica: según sus datos, las tasas de hospitalizaciones a causa de ictus aumentaron un 47 por ciento entre mujeres embarazadas y un 83 por ciento entre las recién paridas, dándose el mayor incremento entre las mujeres de 25 a 34 años, por encima de otras más mayores o más jóvenes.

Los problemas hipertensivos o las enfermedades cardiacas, combinados con los cambios que se producen en el cuerpo durante el embarazo (como los cambios en los factores de coagulación, el aumento del volumen en sangre o los cambios en la tensión arterial), serian en este caso los primeros de la lista a la hora de señalar a los culpables de los espectaculares incrementos en las tasas de ingresos por accidente cerebrovascular. La clave para evitar estos problemas: llevar unos hábitos de vida saludables antes, durante y después del embarazo y el parto, que incluyan una alimentación equilibrada y ejercicio practicado de forma habitual.

Fuente: HOLA