Contra la obesidad, bailar en el trabajo

Un exasesor de Obama en ejercicio y nutrición aconseja parar en el trabajo cinco minutos varias veces al día para mover los músculos

El Correo, por Fermín Apezteguia
trabajadores-obesidad--647x350El control de la dieta no basta para intentar evitar la larga lista de enfermedades ligadas a la obesidad. Ni siquiera acudir al gimnasio con regularidad le asegura a uno un final de la vida libre de infartos, anginas de pecho, ictus, diabetes y dificultades de movilidad. En una rutina diaria como la actual, con empleos fundamentalmente sedentarios que obligan al trabajador a permanecer siete, ocho y más horas pegado a su silla frente al ordenador, hay que moverse «al menos, cada hora y media o dos horas» durante cinco o diez minutos. «Lo ideal sería parar y aprovechar ese tiempo para bailar, que es un ejercicio fantástico que ayuda a mantener el tono muscular», afirma el especialista Benjamín Caballero, ex asesor de la Administración de Obama en materia de ejercicio y nutrición y director del Centro Mundial para la Obesidad Infantil, de Baltimore (EE UU).

No vale ir al gimnasio al final de la jornada, ni aunque se haga de manera regular. Lo que verdaderamente cuenta para la salud de esta iniciativa, que «ha comenzado a probarse con éxito» en algunas empresas americanas siguiendo el ejemplo de Japón -donde el ejercicio en el trabajo está perfectamente organizado y sincronizado-, es romper con el sedentarismo y evitar sus nefastas consecuencias para la salud. Permanecer clavado frente a la pantalla un día tras otro durante largas horas favorece a corto plazo la aparición de varices, hemorroides y piernas cansadas. Con el paso de los años, la lista de achaques se completa con un mayor riesgo cardiovascular y una pérdida de tonicidad muscular que adelanta o acelera el envejecimiento.

«El primer día les dará vergüenza. El segundo les resultará divertido y al tercero las tres o cuatro sesiones de cinco minutos de baile, no hace falta más, entrarán a formar parte de la rutina diaria», dijo el especialista, que participó ayer en un curso en la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, impartido entre otras instituciones por la Academia de Nutrición y Ciencias de la Alimentación. Caballero habló a los estudiantes de Medicina de la necesidad de hacer ejercicio a lo largo de la vida y de las formas de adaptarlo a las circunstancias de cada edad.

Obligaciones familiares

La vida laboral está considerada como una de las etapas en que más problemas se tienen para hacer ejercicio, fundamentalmente por falta de tiempo, pero es también cuando más necesario resulta mantenerse activo. El 80% de los trabajadores no practica ejercicio físico alguno, ni siquiera la mínima media hora de caminata diaria «exigible». La jornada laboral, cada día más amplia a causa de la crisis y el teletrabajo, y la atención de las obligaciones familiares no dejan tiempo, a menudo, para cuidarse ni siquiera lo necesario.

Las empresas, según Benjamín Caballero, están comenzando a darse cuenta de que permitir a sus trabajadores danzar varias veces al día contribuye a mejorar las cuenta de resultados. Esa ruptura les permite reponer energías, llegar al final del día con un mejor estado de ánimo y reducir el número y tiempo de bajas por enfermedad. «Hay compañías que tienen sus propios gimnasios, pero no es necesario. Lo único que hace falta es una persona motivada en cada centro de trabajo para movilizar al resto. Se pone la radio, un poco de salsa, lo que sea, y vuelta al trabajo», sin complejos.

El problema del sedentarismo, detalló Caballero, comienza amenudo en la educación secundaria, cuando el deporte comienza a hacerse competitivo. Entonces, como en la vejez, basta con caminar. «Lo importante es mantenerse activo».

«La obesidad es tan perjudicial para el hígado y el colon como el alcohol»

Fermín Apezteguia | Hoy.es

No sólo el alcohol y la predisposición genética dañan el hígado y el colon. El exceso de peso también los devora, hasta el punto de favorecer la aparición de cánceres en ambos órganos, según alerta la investigadora californiana Shelley C. Lu, directora adjunta del Centro de Investigación de Enfermedades Hepáticas de la Universidad del Sur de California (USC). «La obesidad es tan perjudicial para el hígado y el colon como el alcohol».

«Muy pronto, el factor de riesgo más importante para el cáncer de hígado no va a ser ya el alcoholismo ni los virus de la hepatitis, sino la obesidad, que es ya una de las causas más comunes de los trasplantes de hígado», relató la investigadora estadounidense.

Los cánceres de colon y de hígado figuran entre los tres más comunes del mundo, junto con los de pulmón. Lo peor de todo es la tendencia. Un tercio de la población de Estados Unidos -y Europa sigue un patrón muy parecido- tiene problemas de sobrepeso y obesidad, lo que significa que viven con hígados demasiado grasos para el bienestar de su salud. La investigadora llamó la atención sobre la situación de la infancia, que cada vez está peor alimentada y realiza menos ejercicio.

En España, la obesidad afecta al 13,9% de la población infantil y el sobrepeso a otro 12,4%. «Algunos niños comienzan a tener ya signos de cirrosis hepática y de fibrosis, que es un estadío anterior», advirtió la investigadora. La cantidad de enfermedades ligadas al exceso de peso es tal que Shelly Lu no dudó en calificar la obesidad como «el asesino número uno». Infartos, derrames cerebrales, cardiopatías, cánceres…

Sus investigaciones se centran en el conocimiento de un metabolito -una molécula que aparece como consecuencia del normal funcionamiento del cuerpo humano- llamado SAMe. Se sabe que protege contra el cáncer de hígado y también parece tener un efecto protector sobre el de colon.