El País, por Olga Fernández Castro
Beber orina, aplicarla sobre la piel o inyectarla es una práctica con adeptos, incluso existe un Congreso de Uroterapia. «Se está extendiendo entre la población latinoamericana y sus raíces se remontan a los aztecas y los incas. Los que la siguen dicen utilizarla para depurar el organismo y obtener nutrientes: proteínas, minerales y vitaminas. Pero no existen estudios científicos que corroboren esto y, además, implica riesgos, porque en la orina se concentran muchos residuos y sustancias tóxicas para el organismo, por eso la eliminamos», explica Carmen Escalada, nutricionista clínica en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, en Madrid. Los medios de comunicación sí han recogido desenlaces fatales por el uso de la orinoterapia, como el sucedido en Bolivia, donde murió una joven por una infección generalizada tras una inyección de orina. Otro de sus usos es la aplicación sobre la piel para otorgarle suavidad, una práctica basada en un componente de la orina, la urea, que ha demostrado efectividad en la piel seca. Sin embargo, tal y como recomienda Carmen Escalada, existen maneras más asépticas de utilizar la urea: por ejemplo, en cremas. «Si se utiliza la orina sobre la piel y hay heridas, se pueden infectar», concluye.
Debe estar conectado para enviar un comentario.