La diabetes entra en el «top ten» de enfermedades con más mortalidad

Los problemas cardiovasculares y las enfermedades respiratorias vuelven a liderar la lista de la Organización Mundial de la Salud

N. RAMÍREZ DE CASTRO, ABC

glucometro, foto AbcNo hay muchas sorpresas en el ranking que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elabora cada año con las principales causas de muerte en el mundo. Los ataques al corazón, hemorragias e infartos cerebrales lideran un año más el listado, como responsables de 17 millones muertes en 2011 (últimos datos disponibles). También las enfermedades crónicas (cáncer, enfermedades respiratorias, cardiovasculares…) vuelven a superar a las de origen infeccioso. Y la diarrea, el sida y los accidentes de tráfico se mantienen entre las causas más probables de fallecimiento. Pero, por primera vez, la OMS ha incluido la diabetes en este trágico «top ten».

Esta enfermedad silenciosa aparece en el puesto número ocho de la lista de los diez grandes «asesinos» con 1,4 millones de víctimas. Su entrada en el ranking desplaza a la tuberculosis que desciende hasta el número quince. Pese al descenso, la tuberculosis se cobra un millón de muertes anuales, una cifra «inaceptable», según la organización sanitaria de Naciones Unidas.

La obesidad, como culpable

La diabetes aparece como una de las mayores causas de mortalidad, aunque en su lugar también podría haber sido la obesidad. El exceso de peso es el factor de riesgo más poderoso para la aparición de la diabetes más común, la de tipo 2 hasta el punto de que se empieza a acuñar un nuevo concepto el de «diabesidad».

Existen dos tipos de diabetes, la de tipo 1 cuyo origen no está muy claro y debuta en la infancia o juventud y la denominada tipo 2 o del adulto, relacionada con malos hábitos saludables. Esta última es la responsable de que la diabetes aparezca en la nueva revisión de la OMS porque a ella se atribuyen el 95 por ciento de todos los casos de diabetes en el mundo.

La diabetes no mata, pero sí lo hacen sus complicaciones. Hay personas que se pasan años con la glucosa disparada en su sangre sin síntomas. A largo plazo, la enfermedad daña el corazón y los riñones, la visión, produce lesiones nerviosas y daños en la piel. «La cifra de muertes probablemente sea más abultada que la que reconoce la OMSy muchos de los fallecimientos por diabetes estén escondidos en la mortalidad por problemas cardiovasculares y renales», explica Esteban Jódar, jefe de Endocrinología del Hospital Quirón de Madrid.

Infecciones, en países con menos recursos

Otra constante en el informe es la diferencia entre países ricos y pobres. Siete de cada diez muertes se producen entre personas de más de 70 años en los países ricos y sólo uno de cada cien en niños de menos de 15 años. La estadística cambia en las zonas menos favorecidas donde 4 de cada 10 vidas perdidas pertenecen a menores. La mayoría de estas muertes se debe a problemas infecciosos: sida, enfermedades diarréicas,malaria y tuberculosis.

En los países pobres, las complicaciones derivadas de un parto prematuro también son las responsables de la mayor mortalidad de los recién nacidos. En este sentido, la OMS pone de relieve que de los 6,9 millones de niños que murieron antes de cumplir los cinco años en 2011 casi todos (99%) fueran de países de bajos y medianos ingresos.

Tabaco y accidentes de tráfico

El humo de los cigarrillos está detrás de 1 de cada 10 fallecimientos en el mundo y participa en el desarrollo de las patologías más mortales: enfermedad cardiovascular, la EPOC o el cáncer de pulmón. Las lesiones por accidente de tráfico siguen siendo la causa más frecuente, casi 3.500 vidas perdidas cada día, unos 700 más que en el año 2000.

La dieta mediterránea anula el riesgo genético de sufrir un ictus

ABC, por N. Ramírez de Castro

Una investigación española con 7.000 pacientes confirma el efecto de la dieta tradicional por encima de la nutrición baja en grasa

dieta-mediterranea, Sociedad Española de NutriciónCuanto más se estudia la dieta mediterránea, más bondades se encuentra en su ingesta diaria. La última, su capacidad para neutralizar el riesgo genético de sufrir un ictus (infarto o hemorragia cerebral). Un equipo de investigadores españoles del CIBER de Nutrición y Obesidad, en colaboración con la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, han demostrado la capacidad preventiva de nuestra forma de alimentación tradicional, incluso por encima de una dieta baja en grasa. La combinación mágica de aceite de oliva, pescado, legumbres y frutos secos «compensó totalmente la mala influencia genética», explica José Ordovás, director de la investigación y profesor de Nutrición de la Universidad de Tufts.

Las personas con dos copias de una variante genética relacionada también con la diabetes tipo 2 (el gen TCF7L2) multiplican por tres el riesgo de tener un accidente cerebrovascular. Pero al final del estudio se vio que los que seguían la dieta mediterránea tenían el mismo peligro que los que no tenían ese riesgo genético.

Reducir el consumo de grasa no basta

El estudio, que se publica en la revista médica «Diabetes Care», supone un importante avance para la nutrigenómica, la ciencia que estudia la relación entre la genética y la alimentación y su impacto en la salud. La investigación se basa en el estudio de 7.000 voluntarios españoles. Todos ellos forman parte de un estudio más amplio llamado Predimed para el estudio de la dieta mediterránea. Los participantes fueron divididos en dos grupos, unos seguían las pautas de la dieta mediterránea y otros se limitaban a seguir una dieta baja en grasa. Los resultados fueron muy diferentes en el grupo que no siguió la dieta mediterránea. Los factores de riesgo cardiovasculares (colestrol total, triglicéridos, lipoproteínas de baja densidad…) fueron mayores en las personas que seguían la dieta baja en grasa. Y las personas con riesgo genético tenían casi tres veces más probabilidades de padecer un derrame cerebral que las personas sin la variante del gen.

Efectos positivos en todas las personas

¿Por qué no basta con reducir el consumo de grasa para mantener en forma el corazón? Ordovás lo explica: «Las dietas bajas en grasa, van bien para unos, no ofrecen beneficios para otros y pueden ser contraproducente para algunos. Sin embargo la dieta mediterránea parece ser que va bien para unos y mejor para otros. Esto es lo que demuestra este estudio sobre la genética del TCF7L2». A su juicio, los beneficios se extraen sobre todo del aceite de oliva y de los frutos secos por su un alto poder anti-inflamatorio y antioxidante.

Para conseguir los efectos positivos de la comida tradicional, no es necesario seguirla a rajatabla, sino mantener el estilo mediterráneo. «Comer en el contexto de la tradición, esa es la mejor receta», señala el director del estudio.