Día Mundial de la Menopausia

Buena alimentación y ejercicio regular, esenciales frente a la menopausia

Los efectos y los trastornos producidos por la menopausia pueden minimizarse a través de una serie de buenos hábitos.

Correo Farmacéutico, por Manuel Fernández Bustelo

Con motivo del Día Mundial de la Menopausia, que se celebra este jueves 18 de octubre, Eduardo González Zorzano, experto del Departamento Científico de Cinfa, recuerda que “cuidar la alimentación es importante siempre, pero lo es especialmente en este momento en el que aumenta el riesgo de desarrollar patologías graves, como enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, o problemas como retención de líquidos o ganancia de peso, que pueden afectar a la autoestima. Las mujeres deben ser conscientes de ello y tratar de mejorar todavía más sus rutinas para aliviar las molestias que ya empiecen a experimentar y, sobre todo, prevenir futuras complicaciones”.

Más pescado azul y lácteos

Tal y como demuestra el Estudio CinfaSalud sobre las Percepciones y Hábitos de las Mujeres Españolas durante la Menopausia, elaborado  en 2014, la población femenina que se encuentra atravesando esta etapa se esfuerza por incorporar a su día a día hábitos saludables relacionados con la comida. Así, el 41 por ciento ha aumentado el consumo de pescado azul, frutos secos y aceite de oliva, productos que ayudan a reducir el colesterol, mientras que el 34,4 por ciento ha incrementado la ingesta de lácteos, que aumentan los niveles de calcio y ayudan a prevenir la osteoporosis. El 28,5 por ciento también procura tomar más cereales integrales.

Así mismo, el 29,4 por ciento controla más el consumo de sal ante el riesgo de desarrollar hipertensión. Y en lo que respecta al consumo de carnes y derivados, el 23,5 por ciento de las encuestadas afirma haber reducido la cantidad de estos alimentos. “Una decisión muy positiva -según el experto-, ya que limitando el consumo de grasas saturadas, trans y colesterol, presentes en estos alimentos, se reducen las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares”.

Por otro lado, la investigación de Cinfa también refleja comportamientos en las mujeres enfocados a luchar contra la tendencia a ganar peso y acumular grasa corporal en la zona del abdomen: el 43,6 por ciento de las encuestadas procura controlar las calorías que consume en su dieta y una de cada cuatro señala haber incrementado la práctica de ejercicio. “Este tipo de hábitos alimenticios y de actividad física, además de ayudar a mantener un peso óptimo, permiten garantizar el mecanismo de defensa natural del organismo, prevenir problemas de salud asociados y, si los sumamos a una actitud positiva ante la menopausia, redundarán en una mejor calidad de vida general de la mujer”, concluye González Zorzano.

Diez hábitos durante la menopausia:

  • Mentalidad positiva. Es importante que afrontar este momento de tu vida con una actitud positiva y se vea como una nueva etapa en la que la mujer puede dedicar más tiempo a sí misma, a vivir nuevas experiencias o a desarrollar aficiones.
  • Realizar ejercicio físico moderado de manera regular. La actividad física produce importantes beneficios cardiovasculares, retrasa la aparición de trastornos y mantiene el peso a raya y los músculos fuertes. Por tanto, la mujer debe intentar luchar contra el sedentarismo caminando entre media hora y una hora al día u optar por otras actividades aeróbicas como el baile, la bicicleta, u otros deportes como  la gimnasia y la natación, siempre de acuerdo a sus posibilidades y a su estado físico previo. Además, la práctica de ejercicio físico mejora el humor y disminuye la ansiedad.
  • Mantener hábitos alimenticios saludables. En esta época de la vida existe una tendencia al aumento de peso y a la aparición de dolencias como la hipertensión arterial o el colesterol alto. Por este motivo, es preciso reducir el consumo de grasas saturadas y azúcares simples, así como aumentar el de frutas, verduras y cereales, y el de alimentos con calcio, como los lácteos. También el omega 3 es especialmente importante para la mujer a partir de los 45 años, ya que ayuda a prevenir problemas cardiovasculares y síntomas depresivos, además de reducir la intensidad de los sofocos.
  • Moderar el consumo de alcohol y café. Más de dos o tres tazas de café diarias o más de  un vaso de vino al día no son recomendables. Además, así se evitará interferir en las rutinas del sueño, que durante la menopausia suelen verse afectadas de manera natural y que tanto el café como el alcohol alteran.
  • Reducir la sal en las comidas. La sal aumenta la tensión arterial, por lo que no hay que abusar de ella. Para no renunciar al sabor, se puede sazonar la comida con apio o hierbas aromáticas.
  • Evitar el tabaco. El tabaco puede adelantar el comienzo de la menopausia, por lo que hay que evitar fumar y, en la medida de lo posible, evitar ser fumadora pasiva. Además, diversos estudios han demostrado que las mujeres que fuman tienen un mayor riesgo de padecer osteoporosis y enfermedades del corazón.
  • Realizar controles periódicos de la tensión arterial, colesterol y glucosa. Estas revisiones son fundamentales para detectar a tiempo cualquier irregularidad al respecto y realizar diagnósticos precoces.
  • Acudir puntualmente a las revisiones ginecológicas. Para evitar o minimizar los problemas típicos de la menopausia, es imprescindible que se siga un control ginecológico periódico. El médico valorará la severidad de los síntomas y la necesidad o no de algún tipo de tratamiento.
  • Evitar la automedicación con hormonas u otros medicamentos. Este tipo de tratamientos deben ser evaluados siempre por un profesional sanitario. Además, es muy importante consultar con el médico y el farmacéutico para fomentar el cumplimiento terapéutico y realizar un adecuado seguimiento farmacológico.
  • Consultar al farmacéutico la posibilidad de tomar complementos alimenticios. Muchos de los trastornos que afectan a la calidad de vida de las mujeres no requieren de una prescripción farmacológica. El empleo de complementos alimenticios que contengan ingredientes como té verde, rusco, cimicífuga o salvia puede ser un recurso de gran ayuda para combatir los efectos emocionales y físicos en esta etapa de la vida.

Mensaje positivo

La menopausia requiere cumplir con unos hábitos de vida saludables que, según las estadísticas, han ido mejorando en los últimos años. Según señalan desde el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), las mujeres de entre 45 y 54 años “se muestran menos sedentarias en su tiempo de ocio” que los hombres “y también gozan de mejor condición física, pues reportan índices inferiores de sobrepeso y obesidad“.

Sobre la práctica de ejercicio físico, desde el IMEO explican: “Aunque la recomendación general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) marca para ambos sexos un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física, en la edad cercana a la menopausia conviene aumentar la rutina a cuatro días de actividad física a la semana, distribuidas en dos sesiones de 45 minutos de ejercicio aeróbico moderado como zumba, spinning, bicicleta, natación o aquagym, alternadas con dos sesiones de 45 minutos de gimnasia orientada a fortalecimiento muscular y flexibilidad, tipo pesas, abdominales, yoga o pilates”.

Claves para entender la menopausia

Con motivo del Día Mundial de la Menopausia, el laboratorio Procare Health ha querido sumarse al mensaje de concienciar e informar mejor a la población sobre esta etapa en la vida de la mujer. Por ello, ha elaborado una infografía con seis claves para entender la menopausia.

  • Durante la menopausia se reduce el apetito sexual; se disminuyen los niveles de testosterona, lo que conlleva una menor actividad sexual.
  • Las relaciones sexuales pueden resultar dolorosas y no satisfactorias. Este hecho se debe a que a menor nivel de hormonas, se produce una mayor sequedad de la zona vaginal.
  • Las mujeres tienen cambios de humor bruscos. Los cambios hormonales en cualquier persona, sean hombres o mujeres, provocan cambios en el ánimo como resultado de estos desajustes. En el caso de la menopausia, si bien no se producen episodios de euforia o tristeza repentinos, sí es cierto que se puede tender a una mayor tristeza o apatía.
  • La menopausia provoca sofocos. Este síntoma no es común a todas las mujeres, de hecho, no existen estudios científicos que avalen esta afirmación, ya que varía en función tanto de la persona como de sus propias hormonas.
  • Aumento de peso. El cambio hormonal puede influir en el aumento de peso, sin embargo, no es necesario mantener una dieta para adelgazar propiamente dicha, sino que prima la protección de la salud cardiovascular. La reducción de estrógenos trae consigo un mayor riesgo para el corazón, y es por esto que es importante mantener una alimentación equilibrada y saludable, rica en omega 3 y grasas poliinsaturadas.
  • Los huesos se ven afectados. El nivel de estrógenos también influye sobre la regeneración ósea, por lo que al reducirse, es normal que haya cierta pérdida ósea. Sin embargo esta situación no debe convertirse en una alarma, sino en una forma de adquirir hábitos saludables, incorporando ejercicio como caminar, que igualmente es positivo en cualquier época de la vida.

18 de octubre, Día Mundial de la Menopausia

LA MENOPAUSIA OBLIGA A CUIDARSE

Lejos de ser una “condena firme”, esta nueva etapa en la vida de la mujer requiere un cambio de hábitos y actitud positiva, es el mensaje que lanzan los expertos del IMEO en el marco del día mundial dedicado a esta condición femenina junto con una serie de pautas orientadas a potenciar su atractivo físico y bienestar emocional

  • La tendencia está cambiando y por primera vez en España las mujeres de 45 a 54 años, edad que coincide con la transición a la menopausia, se muestran menos sedentarias en su tiempo de ocio que los representantes del sexo masculino, según se desprende del último informe de la ENSE[1].
  • Ellas se cuidan más que ellos y recientes datos[2] lo confirman: en nuestro país el sobrepeso y la obesidad son menos frecuentes en las mujeres que en los hombres (30% de sobrepeso y 16,7% de obesidad en mujeres vs 44,3% de sobrepeso y 18,2% de obesidad en hombres). En el grupo de 45 a 54 años de edad esta diferencia aumenta, como sólo el 29,3% de las mujeres muestra sobrepeso y un 15,7% obesidad, frente al 49,7% de sobrepeso y un 20,5% de obesidad de los varones.

Cada vez son más las mujeres en España que rondan los cincuenta años, pero no los aparentan. Cuanto más se acercan a la menopausia, más motivos tienen para cuidarse y es lo que desprenden las últimas estadísticas: de 45 a 54 años ellas se muestran menos sedentarias en su tiempo de ocio que ellos y también gozan de mejor condición física, pues reportan índices inferiores de sobrepeso y obesidad.

Por esta razón y con el motivo del Día Mundial de la Menopausia que se celebra el 18 de octubre, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) ha querido lanzar un mensaje en positivo a las personas que afrontan esta nueva etapa. “Es hora de dejar atrás la idea negativa que se tiene de la menopausia como una sentencia o “condena firme” donde envejecer y engordar van de la mano y nada se puede hacer”, recalca Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del IMEO. La mujer de hoy tiene mucho terreno ganado en comparación con sus predecesoras: es consciente de su potencial, en muchas ocasiones económicamente independiente –con los “deberes hechos”, incluyendo trabajo, hipoteca e hijos–, con más tiempo libre para dedicarlo a cuidarse, con acceso a la información y teniendo a su alcance los últimos avances de medicina estética, nutrición y suplementación. En este sentido, hemos querido brindarle una serie de consejos prácticos en cuanto a la alimentación base y los complementos, la dieta, el ejercicio físico y el cuidado de la piel para facilitarle en el proceso de adaptación.

“La menopausia supone un cambio hormonal muy importante en el organismo de la mujer, debido a la bajada brusca en la producción de estrógenos que desencadena, entre otros síntomas, irritabilidad, cansancio, sofocos, retención de líquidos, sequedad de la piel y una mayor tendencia a acumular grasa en la zona del abdominal”, explica Andrea Marqués, nutricionista y dietista del IMEO. Algunos de estos síntomas se pueden remediar con cambios oportunos en la alimentación y estilo de vida; a otros, sin embargo, nos tenemos que adaptar. En cuanto al miedo a engordar, cuidando la masa muscular con ingesta de proteínas de alto valor biológico y actividad física aeróbica y de tonificación, conseguiremos estimular nuestro metabolismo y evitar que se almacenen más depósitos en forma de grasa alrededor de la cintura.

Además de mejorar nuestra condición física, la práctica deportiva repercute positivamente sobre el estado de ánimo, mejora el funcionamiento mental y propicia tanto el sueño profundo, como la reparación celular. Aunque la recomendación general de la OMS marca para ambos sexos un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física, en la edad cercana a la menopausia conviene aumentar la rutina a 4 días de actividad física a la semana, distribuidas en 2 sesiones de 45 minutos de ejercicio aeróbico moderado como zumba, spinning, bicicleta, natación o aquagym, alternadas con 2 sesiones de 45 minutos de gimnasia orientada a fortalecimiento muscular y flexibilidad, tipo pesas, abdominales, yoga o Pilates.

La “dieta amiga” durante la menopausia

Pautas dietéticas y suplementación en la menopausia de Mireia Elías, nutricionista del IMEO

“Con la llegada de la menopausia, el esfuerzo de perder peso se vuelve una cuesta arriba y lo que nos funcionaba hasta este momento ya no resulta tan eficaz”, anota Elías. Por ello, a partir de los cuarenta años de edad conviene realizar un cambio de hábitos progresivo y llevadero a largo plazo. En primer lugar, habría que pasar a una alimentación variada, funcional, cuidadosamente distribuida a lo largo del día que limita cantidades, pero también carbohidratos, grasas y azúcares; y, en segundo, introducir actividad física regular que disminuye la pérdida muscular, aumenta el gasto calórico, fortalece los huesos y mejora la salud cardiovascular.
Si imaginamos una “dieta amiga” para esta etapa, debemos descartar de entrada aquellos regímenes que producen efecto rebote y pérdida de masa muscular, que restringen nutrientes o grupos completos de alimentos pudiendo ocasionar carencias y que plantean objetivos poco realistas. “Una pérdida de peso razonable sería entre 2 y 4 kilos al mes, no más, hasta llegar a un peso corporal adecuado y saludable”, recalca la nutricionista.

En este sentido, las pautas dietéticas en la menopausia están orientadas a:

  • Incrementar los alimentos de origen vegetal por su aporte en fitoestrógenos, como las isoflavonas presentes en la soja, y en fibra soluble (frutas, verduras, legumbres, avena) que ayuda a disminuir el colesterol.
  • Asegurar el aporte de calcio, vitamina D, vitamina K y magnesio para mejorar la salud ósea, aumentando el consumo de lácteos (semidesnatados y sin azúcar añadido), pescados azules, verduras de hoja verde, legumbres, o alimentos enriquecidos en estos nutrientes.
  • Tomar a diario alimentos proteicos tanto de origen vegetal (legumbres como la soja, cereales, frutos secos), como animal (carnes sin grasa, huevos y pescados azules y blancos) con el fin de mantener la masa muscular.
  • Reducir la ingesta de grasas saturadas y alimentos muy calóricos (embutidos grasos, fritos, snacks, bollería, bebidas azucaradas, alcohol) y fomentar aquellos que contengan grasas insaturadas (pescado azul, aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra) con el fin de prevenir una subida de peso.
  • Evitar la sal y alimentos ricos en sodio como enlatados, aceitunas, snacks, embutidos, mariscos, ahumados o en salmuera, caldos concentrados, salsas, quesos o edulcorantes con el fin de reducir retención de líquidos.

Un ejemplo de alimentación base sería: desayuno compuesto por una bebida vegetal sin azúcar añadido o lácteo semidesnatado y dos tostadas de centeno con aceite de oliva, tomate y jamón serrano; pieza de fruta y un puñado de frutos secos (naturales o tostados) en la media mañana; para comida y cena, plato único de verdura y proteína cocinadas de forma saludable (al horno, vapor, hervido, a la plancha y salteado); a la hora de la merienda, proteína que podría ser un lácteo semidesnatado y sin azúcar añadido o un embutido magro. La pasta, el arroz, la patata y las legumbres quedarán limitadas para ocasiones puntuales, siendo mejor tomarlas a mediodía.

La suplementación ortomolecular o fitoterapia, supervisada por un especialista, nos puede ayudar a diezmar los sofocos, las migrañas o los cambios en la piel que se manifiestan en la mujer durante esta etapa. Destacamos algunos de ellos, como ejemplo:

Cimifuga racemosa

Regula el sistema hormonal, estimula el metabolismo óseo, alivia el estrés y los nervios, con efecto diurético y soporte estrogénico. Es preferible tomarla como extracto estandarizado y no como planta pulverizada, porque es más fácil controlar la dosis y se asegura un concentrado adecuado.

Maca andina y jengibre

Estos dos tubérculos aceleran el metabolismo de la mujer y actúan como un tónico emocional, mejorando la disfunción sexual y favoreciendo la salud cardiovascular.

Fenogreco

Una hierba, también considerada legumbre, que se utiliza en recetas de cocina para elaborar pan, lentejas, salsas, curri o sustitutos del café. Potencia los estrógenos, reduce la sequedad vaginal y regula el síndrome metabólico.

Pasiflora y salvia

Estas plantas suelen tomarse como infusiones y son ideales para combatir la ansiedad, el estrés, el insomnio o la sudoración nocturna.

Gayuba
Conocida también como “uva de oso”, sirve para elaborar infusiones diuréticas y descongestionantes para los que se utilizan sólo las hojas verdes del arbusto.

Aceite de onagra

Con alto contenido en fitoestrógenos, ayuda a mitigar el dolor de vientre y la hinchazón que acompañan al ciclo menstrual.

Aceite de oliva y colina

Ayudan a bajar el colesterol y reducen el exceso de grasa en el hígado. La colina, un nutriente esencial, se puede obtener de alimentos como huevos, bacalao, brócoli, soja, hígado de pollo y vaca. El aceite de oliva debe ser virgen; si está refinado, pierde los fenoles que aportan antioxidantes.

Vitaminas y minerales (K, C, D3, grupo B y calcio)

Un complejo vitamínico osteoprotector y antioxidante que beneficia el sistema nervioso, la piel y la visión.
El calcio, además de fortalecer los huesos, interviene en la comunicación neuromuscular y contribuye a su excitabilidad. Para optimizar su absorción, se aconseja tomar unos 1500 mg al día, el equivalente de tres raciones de lácteos, al ser posible enriquecidos con vitamina D (un vaso de leche semidesnatada, dos yogures y un queso burgos), a la que añadiremos una ración de pescado (sardinas con espina, boquerones, mejillones, calamares) y una de verduras y legumbres (espinacas, acelgas, soja o garbanzos).

La acentuación de algunos síntomas de la menopausia, como nerviosismo, irritabilidad, ansiedad o dificultad de mantener el peso corporal indican muchas veces déficit de vitaminas del grupo B, necesarias para la producción de estrógenos. Como casi la mayoría de vitaminas, se pueden obtener con una dieta balanceada o con una suplementación a corto plazo de forma puntual.    

Alimentación que cuida la piel en esta etapa

Beauty tips de Carmen Escalada, nutricionista clínica y deportiva del IMEO

Si queremos mantener nuestra piel sana y joven a partir de la menopausia, debemos hacer hincapié en los alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, y el agua. Mientras que los primeros favorecen la regeneración celular, el líquido vital la mantiene hidratada y contribuye a su aspecto radiante.
También se está viendo en los estudios más recientes que la salud de nuestro aparato digestivo está íntimamente relacionada con la de nuestra piel. Una de las primeras consecuencias de posibles desequilibrios en la flora bacteriana será el aumento de la permeabilidad de la pared intestinal, exponiendo la dermis a los efectos dañinos de sustancias tóxicas. Por ello, es sumamente importante cuidar la flora intestinal en esta etapa y tomar alimentos ricos en probióticos como el yogur, el kéfir, el chucrut (col blanca fermentada) o el tempeh (soja fermentada).

Otro factor que supone “amenaza” para nuestra piel son las manchas oscuras, debidas a una hiperpigmentación desigual que aumentan con la edad en consecuencia de las quemaduras solares y la contaminación. Para combatirlas es importante asegurar una ingesta adecuada de vitaminas C y E, con potente efecto antioxidante. La primera está presente en frutas cítricas, pimientos, tomates, coles, perejil y berros; la segunda, en aceites vegetales, frutos secos, semillas, verduras de hoja verde y huevos. “Sin embargo, se aconseja evitar el consumo simultaneo de productos ricos en vitamina E con otros que abundan en ácidos grasos insaturados, hierro y magnesio, porque pueden disminuir su absorción”, puntualiza Carmen Escalada, nutricionista clínica del IMEO.

Con los cambios hormonales que tienen lugar en la menopausia desciende bruscamente la producción de colágeno, una proteína que actúa como red manteniendo todas las células que confieren las estructuras y tejidos del cuerpo, incluidas las piel, uñas y pelo. Para contrarrestar la pérdida de elasticidad y firmeza, se puede tomar un suplemento de colágeno hidrolizado y alimentos ricos en ácidos grasos Omega 3 (pescados azules, carne de pollo o conejo) que favorecerán su síntesis y evitarán su destrucción.

Parte fundamental del colágeno es el ácido hialurónico, una sustancia que aparece por debajo de la piel y que, al retener el agua que le llega, produce un aumento del volumen de la zona reduciendo las arrugas. Para contrarrestar la pérdida natural de ácido hialurónico que se produce con la edad conviene tomar alimentos proteicos y ricos en Omega 3 y magnesio, como espinacas, brócoli o judías verdes.
Finalmente, para los casos en los que la alimentación no sea suficiente, podemos recurrir a los nutricosméticos, suplementos nutricionales específicos para piel y pelo y que llevan estos compuestos incorporados en dosis casi farmacológicas y que nos ayudarán a conseguir efectos más rápidos y duraderos.

[1] ENSE 2017 realizada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y el Instituto Nacional de Estadística.
[2] Encuesta Nacional de Salud 2017. MSCBS-INE

Cinco razones por las que tu cuerpo agradece la vuelta al cole

Dormir en exceso, el aire acondicionado o salirnos de la rutina, algunos hábitos poco saludables del verano

ABC

La mayoría ha vuelto de las vacaciones y con la «depresión post vacacional» pero… hay muchas cosas positivas de la vuelta a la rutina. Desde Sanitas señalan que «en verano es común abandonar la rutina del resto del año y caer en descuidos en la alimentación, dormir en exceso y otros hábitos que pueden afectar a nuestra salud, por eso la vuelta al cole trae también el regreso de muchos hábitos saludables».

Desde Sanitas recuerdan algunos de ellos:

• Picar entre horas: La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) indica que el fin de las vacaciones de verano es el momento ideal para «erradicar malos hábitos alimenticios». Y es que en vacaciones solemos picotear pero abusamos de alimentos que contienen grasas saturadas, bollería industrial o alimentos procesados que son malos porque «contribuyen a aumentar el colesterol «malo» en nuestro organismo y favorecen el sobrepeso lo que supone un factor de riesgo cardiovascular», explica Natalia Galán, nutricionista de Blua de Sanitas. Además, recomienda que «es preferible sustituir este picoteo por alimentos más saludables como frutos secos, chips al horno de verdura o encurtidos». De media engordamos de 3 a 5 kg en verano según el Instituto Médico Europeo de Obesidad (IMEO).

• El uso del aire acondicionado. Llegar de la calle a 40 grados y ponernos el aparato a 20 grados o dormir toda la noche con él repercute negativamente en nuestro organismo. Una de las enfermedades que puede aparecer es la lumbalgia, ya que, según José Javier López Marcos, fisioterapeuta y entrenador personal de Blua de Sanitas, «el uso excesivo del aire acondicionado y el contacto directo del aire con el cuerpo puede ser el origen de este tipo de patología. Es importante que la piel y, por tanto, la musculatura no reciba directamente el chorro de aire porque el cuerpo ante la sensación de frío responderá con una brusca contracción muscular».

Además, puede originar cervicalgias, así como patologías de tipo respiratorio que en ciertos grupos poblacionales puede ser también un problema más grave por infecciones derivadas de esos procesos.

• Bebidas y alimentos muy fríos: combatir el calor con bebidas refrescantes o helados es muy habitual en verano, pero, ¿sabías que las comidas frías producen sensibilidad dental y hacen que saborear ciertos productos, como los helados, sea una auténtica tortura? Por otro lado, la nutricionista explica que, «cualquier tipo de alimento que consumamos origina una digestión. Como efecto en nuestro organismo se produce una termogénesis que aumenta la temperatura corporal. Otra cosa diferente es la sensación que tengamos al tomar algún alimento fresco, que puede ser de frescor, pero en realidad no baja la temperatura corporal».

Vovler a la rutina: el cerebro agradece volver a la seguridad de la rutina, de la casa, del trabajo, de las actividades… En definitiva, recuperar la serenidad de lo cotidiano. Por ello, Rocío Asperilla, psicóloga de Blua de Sanitas, indica que «es importante no etiquetar la rutina como algo negativo y recomienda concebirla como sinónimo de la constancia que hace que nos acerquemos a nuestras metas. Tener unos horarios, unas actividades pautadas y un equilibrio en el día a día nos ayuda a tener un mayor bienestar emocional, nos permite aprender, dominar nuevas destrezas y solucionar problemas». Una vida simplificada y ordenada nos ayuda a avanzar y nos da seguridad al saber qué va a suceder después.

• Dejar atrás las chanclas: según el fisioterapeuta de Blua Sanitas, «usar las chanclas en exceso en verano puede producir inestabilidad de tobillo (peligro de esguinces y torceduras); dolor e inflamación por tensión de la fascia plantar (la conocida como fascitis plantar); cambios en el patrón de marcha al dar pasos más cortos que nos obligan a usar otros músculos no preparados para la marcha; y la aparición de los conocidos dedos en garra, para que no se salga la chancla, generando una tensión mayor en los dedos”». Por esta razón se recomienda no abusar de las mismas y si se quiere un calzado abierto que tenga algún tipo de fijación o anclaje al tobillo.

Por qué debería preocuparte (y mucho) tener una tripa cervecera

El Mundo, por Gema García Marcos

Tenemos buenas y malas noticias para ti. La buena: ¡la cerveza no tiene la culpa de tu panza! Al menos, no toda. Aunque coloquialmente se la llame tripa cervecera, esa cañita tan rica no es la única causante del surgimiento de esa prominente colina que asoma a la altura del ombligo y que te impide otear la punta de los dedos de los pies. Ella, como mucho, sería -si se consume en grandes cantidades- un ingrediente más del cóctel de malos hábitos que engloba la mayor parte de las calamidades que azotan al ciudadano del siglo XXI: «Una dieta rica en grasas saturadas, un consumo social frecuente de alcohol y un sedentarismo más que arraigado», sentencia Lina Robles, jefa del Servicio de Nutrición del Hospital La Zarzuela (Madrid).

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Agárrate que ahora viene la mala (y es pésima). La estética es lo que menos debería preocuparte. Lo alarmante son los problemas de salud que puede acarrearte. «Un alto porcentaje de grasa visceral -denominada así porque se acumula en el interior del abdomen alrededor de los órganos vitales- conlleva un alto riesgo para la salud que puede traducirse en enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y algunos tipos de cáncer», explica Rubén Bravo, especialista en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

Aunque los hombres son más propensos que las mujeres en el desarrollo de ciertas patologías, ambos sexos deben ser conscientes de los peligros: «Es conveniente analizar estos niveles para realizar una medicina preventiva, porque los riesgos de salud relacionados con la grasa abdominal extra aumentan con la edad, a partir de los 35 años en los hombres y de los 55 años en las mujeres», apunta Bravo.

OBESIDAD VISCERAL

Las personas con obesidad visceral y síndrome metabólico presentan, en su mayoría, las alteraciones hormonales características de un envejecimiento prematuro. «La grasa visceral también afecta al estado anímico, debido al aumento de la producción de cortisol, la hormona que se libera con el estrés, y la reducción de las endorfinas, las que nos propocionan la sensación de felicidad y bienestar», subraya Bravo. El déficit de la dopamina favorece la depresión, mientras la disminución de serotonina eleva los niveles de ansiedad. Ambas carencias se relacionan con un aumento de riesgo de infarto de corazón (3,4 veces mayor), problemas de hipertensión, cáncer de próstata y colon, hipercolesterolemia o una tendencia para desarrollar enfermedades degenerativas, Parkinson o demencia senil.

¿Cómo podemos saber si hemos atravesado la línea roja en los índices de grasa? El especialista de IMEO lo explica. «A través de la Electroimpedancia Sistémica o la Densitometría Visceral por tecnología de Rayos X obtenemos datos mucho más precisos. Estas pruebas son rápidas y exactas. El diagnóstico por imagen nos muestra la localización y el porcen-taje de grasa en litros y gramos».

Mucho más rápida y persistente que la subcutánea, la grasa visceral se puede acumular rápidamente y es más difícil de perder que la grasa subcutánea, pero se puede llegar a eliminar, con una combinación adecuada de una dieta apropiada y ejercicio. Rubén Bravo explica que este tipo de tejido adiposo es «muy activo» y genera «un constante bombeo de sustancias tóxicas en el torrente sanguíneo». Este proceso conduce a «la acumulación de ácidos grasos libres en el hígado y otros órganos, desequilibrando la regulación insulínica del organismo, el azúcar sanguíneo y el colesterol». Para remediarlo, aconseja «el consumo de arroz rojo y de omega-3, que ayudan a reducir el colesterol y a combatir esta inflamación celular». El uso habitual de fitonutrientes también es muy recomendado por su papel antioxidante y desintoxicante. «Estos nutrientes bioactivos se encuentran en algunas frutas y verduras: tomate, uvas, manzana, fresa, zanahoria, calabaza, espinaca, ajo, cebolla, etc».

PROTEÍNAS

Martín Giacchetta, CEO de Boutique Gym (Madrid) y entrenador personal, lo tiene claro: «Sin dieta no hay paraíso». Su experiencia como escultor de los abdominales más célebres de España le avala para corroborar que la cerveza no es la única culpable. «Su base está en los cereales, lúpulo y agua por lo que, si le quitas el alcohol -con lo que además se reducirían las calorías de 80 a 16 en una sola caña-, es una bebida ideal para deportistas. El problema viene por la cantidad que se bebe y lo que la acompaña: pizza, patatas, frutos secos, etc».

Las proteínas -carnes magras, pescados y huevos- son básicas para deshacernos de ese exceso de volumen. «Los hidratos de carbono deberían ingerirse sólo hasta las 17 horas, porque a partir de esa hora es complicado quemarlos».

Matarse a hacer abdominales sin control no sirve para nada. Giacchetta recomienda la combinación de cardio y de tonificación: «El aeróbico es esencial para hacer trabajar al corazón y combustionar grasa. Con el fortalecimiento conseguimos crear un motor mayor al que tenemos. Si un coche tiene 40 caballos y otro 120, el segundo consumirá más combustible. Lo mismo pasa con nuestro cuerpo. Si generamos más masa muscular consumiremos más calorías».

EJERCICIO

¿Cuáles serían las actividades de resistencia más aconsejadas? «Depende. Si hay sobrepeso, lo mejor es optar por las que supongan el mínimo impacto articular: caminar, remo, elíptica o natación. Si no lo hay, también se podría añadir la carrera». ¿Cuántos días a la semana? «Lo importante es moverse un poco cada jornada pero, para mí, sería perfecto sacar entre 20 y 30 minutos para entrenar un mínimo de dos y un máximo de cinco días, combinando cardio y fuerza».

El plazo en el que comenzarán a percibirse los resultados depende «del punto de partida desde el que se inicia la puesta a punto pero pueden notarse desde la primera semana que se empieza a cuidar la dieta y a hacer deporte». Fiarse del veredicto de la báscula, en este caso, tampoco es lo más adecuado. «Puede que incluso refleje una subida debido al aumento de la masa muscular. Lo importante es fijarse en cómo nos queda la ropa».

 

Ocho alimentos que suben el colesterol

Democracia.com
El colesterol es una sustancia que está presente en nuestro organismo, forma parte de las membranas celulares y es necesario para la síntesis de algunas hormonas, de la bilis y del tejido nervioso. Como señala Sergio Caja, doctor en biología molecular del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid, formado en Nutrición y Gestión Científica por el Instituto de Empresa, hay que vigilar la alimentación, ya que la hipercolesterolemia es un problema multifactorial donde la presencia en la dieta de alimentos ricos en colesteroldebe ser un factor a tener en cuenta. “Así como hay alimentos que ayudan a disminuir el colesterol otros pueden contribuir a su aumento”, añade.
Además de la alimentación hay otros factores clave para reducir el colesterol y que pueden intervenir en la variación de sus niveles, tal y como señalan desde el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO): la obesidad, el consumo de alcohol y tabaco y la realización de deporte.

Lácteos enteros
Caja señala que aunque la leche es rica en grasas saturadas, las cuales juegan un papel esencial en la subida del colesterol, los lácteos no intervienen tanto en la subida como otros alimentos, aunque sí conviene sustituir los productos enteros por lácteos semidesnatados o desnatados enriquecidos con vitaminas liposolubles.

Quesos
Desde el IMEO indican que existe mucha diferencia a nivel de composición nutricional entre unos quesos y otros y Caja añade que dependiendo de la leche de procedencia y el tipo, el queso puede tener más o menos colesterol.
“De manera general, los que más grasas saturadas y colesterol tienen son los que han sido sometidos a un mayor proceso de curación y los de untar, como por ejemplo el gouda, el emmental, el queso de cabra curado, el parmesano y el brie”, señalan desde el IMEO.
Por el contrario, los de oveja o cabra prácticamente no tienen colesterol. “En un estudio clínico, el consumo de queso aumentó los niveles de colesterol en sangre cuando se compara con el uso de tofu, pero lo hacía muy por debajo del uso de mantequilla.

Carnes rojas
Las carnes rojas (ternera, buey, cordero), son ricas en colesterol y grasas saturadas. Los especialistas del IMEO recomiendan que, además de no abusar de su consumo, es conveniente elegir cortes magros y eliminar toda la grasa visible posible.

Fiambres y embutidos
Estos productos, además de tener un exceso de sal, tienen elevadas proporciones de grasas saturadas y colesterol por lo que no resultan óptimos si lo que queremos es reducir los mismos.
De hecho, Caja señala que favorecen la disminución de los niveles de colesterol HDL, conocido como colesterol bueno, y el aumento del colesterol total en la sangre y, por consiguiente, su consumo incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias.

Casquería y vísceras
La casquería y las vísceras aportan vitaminas A, D, y B12 y minerales como el cobre y el potasio. Sin embargo, los expertos del IMEO señalan que hay que consumirlas con mucha moderación ya que su contenido en colesterol y grasas saturadas es muy elevado.
Azúcar, productos azucarados, bollería industrial y productos ultraprocesados
A menudo, los productos con altas concentraciones en azúcar lo son también en grasas saturadas y trans. Además, cuando hay abundante azúcar en el torrente sanguíneo, el efecto del colesterol LDL (conocido como colesterol malo) es más agresivo.

Huevos
“Los huevos han sido un producto que tradicionalmente se ha prohibido, pero esto está en discusión”, explica Caja, quien indica que la yema contiene un alto porcentaje de colesterol, mientras que la clara está exenta y, por tanto, se ha recomendado la eliminación de la yema en la dieta de los individuos con el colesterol elevado.

Mariscos
Al igual que el huevo, el marisco es un caso diferente a los anteriores, tal y como matizan desde el IMEO.
Es cierto que algunos como las cigalas, las gambas o los langostinos tienen elevadas cantidades de colesterol en su composición. Sin embargo, su consumo moderado no tiene motivos para ser perjudicial a nivel cardiovascular.

La sorprendente razón por la que no debes saltarte el desayuno

No comer por la mañana se ha asociado tradicionalmente a una mayor tendencia a engordar. Sin embargo, un estudio español añade un nuevo y preocupante inconveniente

El Confidencial
En el ajetreo de la mañana, algo se te olvida. Has apurado al máximo para permanecer más y más tiempo entre las sábanas. La ducha, fugaz. Y ya saliendo por la puerta, con la prisa haciéndose notar, echas en falta algo en tu rutina mañanera. Tan importante no será, dices, y luego llegan los retortijones de estómago. El hambre se abre camino, pero tú aguantas hasta la hora de la comida, quizá con un solitario café a mediodía, sin saber que, en efecto, el desayuno es la comida más importante del día, no solo para adelgazar o para tener más energía, sino también para prevenir enfermedades cardiovasculares.

Saltarse el desayuno se ha asociado tradicionalmente con una mayor tendencia a engordar y a tener niveles de colesterol más altos. Sin embargo, un nuevo estudio español, publicado en el ‘Journal of American College of Cardiology’, lo ha relacionado con las primeras etapas de la aterosclerosis, es decir, la acumulación de placa en las arterias que, a la larga, puede causar problemas graves como el ataque cardíaco o accidentes cerebrovasculares.

El estudio, realizado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) en colaboración con el Banco Santander, analiza los hábitos dietéticos de más de 4.000 españoles, tanto hombres como mujeres, de 40 a 54 años y todos ellos trabajadores de banco. Los investigadores recogieron toda la información sobre rutinas y alimentos de los voluntarios y estos se dividieron en tres grupos, según la cantidad de calorías que ingerían por la mañana: menos del 5% del total diario, entre el 5% y 20% y más del 20%.

Placa en las arterias

Tan solo un 3% de las personas cumplía el perfil de la primera categoría. Es decir, una minoría se saltaba por completo la primera comida del día o solo tomaba un café rápido. La mayoría, alrededor del 69%, se enmarca en el segundo grupo: desayunos bajos en calorías (acompañaban el café con una tostada o pastel). Por último, el 28% restante empieza la jornada con una comida sana y sustancial: productos integrales, proteínas, grasas, frutas y pocos cereales refinados o azúcares añadidos.

La investigación relaciona a aquellos que se saltan o escatiman en el desayuno con varios factores de riesgo. Son 2,5 veces más propensos a desarrollar aterosclerosis generalizada, pues sus arterias mostraban signos tempranos de placa (compuesta por grasas, colesterol, calcio y otras sustancias que limitan el flujo de sangre rica en oxígeno), en comparación con aquellos que eran generosos con el almuerzo. Además, su cintura era, por lo general, más ancha y presentaban un índice de masa corporal más alto, y lo mismo ocurría con sus niveles de presión arterial, de colesterol y de glucosa en ayunas.

No obstante, aunque el estudio demuestre una clara tendencia, no justifica una relación causa-efecto directa. De hecho, los autores, entre ellos el cardiólogo Valentín Fuster, señalan que las personas que se saltan el desayuno suelen tener estilos de vida menos saludables en general, como, por ejemplo, peores dietas o un mayor consumo de alcohol y tabaco. Asimismo, como son más propensos a tener sobrepeso, es posible que no tomen esa primera comida del día como una estrategia para bajar de peso. Es, en definitiva, el pez que se muerde la cola.

Más hambre durante el resto del día

Pero incluso cuando los autores ajustan todos estos indicadores (el consumo de alcohol, tabaco y el sobrepeso), la tendencia sigue siendo clara: “Todo parece sugerir que saltarse el desayuno podría ser uno de los factores de riesgo que se agrupan en torno a la aparición temprana y al desarrollo de la aterosclerosis”. Asimismo, un editorial, realizado por investigadores de la Universidad de California y el National Heart, Lung and Blood Institute, que acompaña al estudio asegura que puede causar desequilibrios hormonales y alterar los ritmos circadianos (cuyos descubridores acaban de ganar el Nobel de Medicina) y también a que la gente coma más calorías y alimentos menos saludables durante el resto del día.

“El importante mensaje de este estudio, como señalan los autores, es que saltarse la primera comida del día nos sirve como un indicio claro de una dieta y un estilo de vida pobres, vinculados con la aterosclerosis”, escribieron en el editorial. En este sentido, recomiendan fomentar desde la infancia el hábito de comer un desayuno regular, abundante y nutritiva que “frene el tsunami” inminente de diabetes y trastornos cardiovasculares.

El 70 por ciento de los pacientes con obesidad logran tener un peso normal con el ‘Método EndoSleeve’

El 70 por ciento de los pacientes con obesidad logran tener un peso normal con el ‘Método EndoSleeve’, diseñado al cien por cien médicos españoles y el cual se realiza sin cortes y sin dejar cicatrices externas, según ha informado el Instituto Médico Europeo de la Obesidad con motivo de la celebración del Día Europeo de la Obesidad.

MADRID, 20 (EUROPA PRESS), Ecodiario.es

Este dato se ha obtenido tras realizar esta intervención con cirugía endoscópica de reducción del estómago con sutura ‘Apollo’ a 423 pacientes, 363 mujeres y 60 hombres, entre 25 y 65 años de edad, de los que la gran mayoría logró perder el total del peso sobrante en los términos establecidos. El éxito, según los expertos, se debe al enfoque multidisciplinar del problema y al trabajo en equipo de médicos, nutricionistas, psicólogos y graduados en ciencias de la actividad física y del deporte.

Asimismo, además de perder el total del peso sobrante y mantener ésta pérdida durante meses, los participantes experimentaron otros beneficios en cuanto a la mejora de su metabolismo, resistencia física, bajada de la tensión arterial, reducción en los niveles de colesterol y disminución de la sensación de hambre.

«Es muy importante que el seguimiento se realice de forma semanal en los primeros seis meses y, como mínimo, de forma quincenal durante el año siguiente para garantizar la instauración completa de hábitos saludables a largo plazo y descartar las recuperaciones posteriores del peso perdido», ha comentado el portavoz del IMEO y experto en nutrición, Rubén Bravo.

Por otra parte, el organismo ha destacado la importancia de acudir a nutricionistas y endocrinos ante cualquier síntoma del síndrome metabólico: desajustes en la presión arterial, triglicéridos y colesterol; glucosa alta en la sangre; aumento de la grasa visceral (que se acumula alrededor de la cintura).

«Podría ser preámbulo de males mayores, como diabetes tipo II o una enfermedad cardiaca. Apostar por un tratamiento multidisciplinar es la clave del éxito a largo plazo en las personas obesas y, en este sentido, el mejor ‘seguro de salud'», ha apostillado Bravo.

LA OBESIDAD ALIMENTA EL COLESTEROL «MALO» CON GRASAS SATURADAS

Asimismo, ha destacado la importancia de reducir los niveles de colesterol, eliminando de la dieta las grasas hidrogenadas, presentes en productos ultraprocesados, carnes rojas y embutidos, quesos curados o de untar, artículos de repostería y con azucares añadidos, entre otros.

Estas se pueden sustituir por grasas saludables que se encuentran en el pescado azul, las nueces, el aceite de oliva y los frutos secos. Asimismo, conviene aumentar el consumo de fibras y productos integrales que ayudarán a la eliminación de toxinas, e incorporar avena, legumbres y cereales en nuestro menú.

En los hombres más jóvenes de 50 años el colesterol tiende a ser más alto que en las mujeres con esa misma edad, pero con la menopausia los niveles de colesterol malo pueden aumentar debido a la reducción de los estrógenos, lo que hace necesario que ambos sexos cuiden más su dieta y peso.

En este sentido, la nutricionista del IMEO y experta en el tema de colesterol, Estefanía Ramo, ha aconsejado optar por carnes poco grasas, quitándoles la piel; eliminar la grasa visible de los alimentos; limitar el consumo de guisos y fritos; acompañar la carne preferiblemente con verduras u hortalizas de guarnición.

Finalmente, y respecto a los antioxidantes, ha recomendado obtenerlos de algunas frutas o del vino tinto, siempre con moderación, rico en catequinas y resveratrol, que aumentan el colesterol bueno y reducen el malo.

¿Azúcar antes que grasas?: El error más ‘gordo’ de los dietistas en la lucha contra la obesidad

Décadas atrás, los nutricionsitas intentaron prevenir que el sobrepeso se extendiera como una plaga pero, de manera paradójica, aceleraron su avance con recomendaciones erróneas.

RT
heladoHace algunas décadas, la grasa saturada sufrió una monumental derrota a manos del azúcar. Por aquel entonces los científicos y dietistas —primero en Estados Unidos; después, en otras partes del mundo— condenaron la grasa por hallarse en el origen de la obesidad y de las enfermedades cardíacas, escribe Ian Leslie en su estudio para ‘The Guardian’.

La idea vigente era que el consumo excesivo de grasas saturadas en alimentos como la carne roja, el queso, la mantequilla y los huevos eleva el nivel de colesterol, que se coagula dentro de las arterias, dificulta el flujo sanguíneo y provoca que el corazón aumente de tamaño. Además, se estimaba que si consumimos grasa, nos ponemos gordos.

azucar en alimentos RTAños después resultó que, pese a que miles de personas que pretendían tener una dieta más sana modificaron su alimentación, los problemas cardíacos se volvieron epidémicos y el porcentaje de personas con sobrepeso creció de manera alarmante. Ya en 1972, el prominente científico británico John Yudkin afirmaba en su estudio ‘Pure, White, and Deadly’ (‘Puro, blanco, y mortal’, en inglés) que el azúcar era la causa principal de la obesidad, los problemas cardíacos y la diabetes, al tiempo que aseguraba que comer grasa no resultaba dañino.

Los humanos consumimos carne grasa desde siempre e hidratos de carbono desde hace 10.000 años, cuando se inventó la agricultura. Sin embargo, el azúcar puro solo forma parte de nuestra dieta desde hace 300 años, así que es más probable que tenga la culpa del sobrepeso porque, explica Yudkin, el hígado lo procesa y lo transforma en grasa, que pasa al torrente sanguíneo.

A John Yudkin este documento le costó su carrera y su reputación, con lo que otros investigadores perdieron las ganas de desarrollar esta idea.

Ahora, cuando surgen estudios apologéticos sobre la grasa, el colesterol alimentario y los efectos negativos del azúcar, cabe preguntarse por qué lo científicos no solo no previnieron la epidemia de obesidad ni los problemas de salud relacionados sino que, incluso, la agravaron con ideas erróneas e infundadas.

El ‘cabildeo azucarero’

Es más, el ‘cabildeo azucarero’ de los investigadores y dietistas que siguen culpando de todos los males a la grasa aún es tan fuerte que las recomendaciones alimenticias que los informes del Gobierno de EE.UU. en 2015 no incluyeron la amenaza que representa el azúcar, algo que criticaron duramente sus propios congresistas.

La situación era muy distinta a mediados del siglo pasado, cuando la obesidad aún no existía como problema global, pero las enfermedades cardíacas ya empezaban a manifestarse. Antes de los años 60 eran comunes las dietas que prescribían comer menos hidratos de carbono y más grasas, pues en aquella época se tomó en serio la idea sobre el carácter dañino del azúcar, propuesta por primera vez por Yudkin en 1957.

grasaSin embargo, durante aquella década empezó a consolidarse la condena de las grasas saturadas y el colesterol, que en unos pocos años se volvió omnipotente, en particular gracias al investigador estadounidense Ancel Keys. Hacia 1970 la idea de Yudkin fue marginada por los opositores agresivos contra el consumo de grasas y el propio Yudkin fue condenado al ostracismo.

Hacia 1980 los científicos lograron convencer al Gobierno de EE.UU. de que una dieta saludable debe ser reducida en grasas saturadas y en colesterol, recomendación que fue incluida en la Guía Alimentaria, estableciéndose como el único consejo beneficioso para cientos de millones de personas, doctores y empresas del sector. Además, fue la primera vez que se recomendó comer menos de algo, en vez de comer un poco de todo, explica ‘The Guardian’.

Las cifras hablan por sí solas. Si en los años 50 el 12 % de los estadounidenses sufría obesidad, en la década de los 80 ese porcentaje aumentó hasta el 15 %, mientras que en torno al año 2000 uno de cada tres estadounidenses era obeso y aumentaron los índices de diabetes tipo 2, vinculada con este problema.

¿Cómo pudo pasar esto?

5709508ac46188d2608b4616En ocasiones, una idea científica es rechazada por razones que no tienen nada que ver con la ciencia, sino con la política. En este sentido, destaca la influencia de un investigador como Ancel Keys quien, junto con los partidarios que tenía en algunas de las organizaciones sanitarias más influyentes de EE.UU., como el Instituto Nacional de la Salud, controló la financiación de las investigaciones.

Keys y otros científicos partidarios de las dietas reducidas en grasas llevaron a cabo estudios a gran escala que corroboraron su idea, como ocurrió con un informe ‘emblemático’ llevado a cabo entre 1958 y 1964, en el que participaron 12.770 personas de Italia, Grecia, Yugoslavia, Finlandia, Países Bajos, Japón y EE.UU. y que estableció una fuerte correlación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas.

Ese documento sirvió de referencia durante muchos años, antes de que trascendiera que fue llevado a cabo sin respetar los principios de investigación científica. Es más, al revisar su contenido años después, el investigador italiano Alessandro Menotti reveló que establece un vínculo entre las enfermedades cardíacas y el consumo de azúcar, no al revés.

Dos problemas principales

Los humanos obtenemos energía de tres fuentes alimentarias: las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas, que no suelen causar problemas. En cuanto a las dos primeras, condicionan dos principales tipos de dieta: reducidas en hidratos de carbono o en grasas… que obliga a consumir más hidratos de carbono, cuyo máximo representante es el ‘asesino blanco’, también conocido como azúcar.

El segundo error, extendido hasta la fecha entre más de la mitad de los médicos, es creer que consumir mucho colesterol se traduce en que aumenta su presencia en sangre. El organismo humano es mucho más complejo como para simplemente transferir los elementos de afuera a dentro sin ‘procesarlos’.

El colesterol que existe en nuestro organismo lo produce el hígado, que lo genera en menos cantidad cuanto más se consume. En este sentido, la mayoría de las personas puede comer decenas de huevos llenos de colesterol cada día sin que aumente la presencia de sus placas en su sangre. El propio Keys entendía esto, así que sus estudios no atacaron a los alimentos con mucho colesterol, sino que fueron en contra de las grasas saturadas, que estimaba que se transformaban en colesterol en la sangre, amenazando al corazón.

Fin del mito

A principios de los años 90 se dio una situación paradójica, cuando durante varios años los nutricionistas aconsejaban a las mujeres que siguieran dietas reducidas en grasas sin conocer sus efectos. El primer estudio a gran escala al respecto lo realizó el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de EE.UU. en 1993 y reveló que las mujeres que seguían esos regímenes corrían el mismo riesgo de padecer cáncer o enfermedades cardíacas que las demás.

En 2008 un estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido) reveló que la nación europea que más grasa saturada consume padece la menor tasa de enfermedades cardíacas, mientras que la nación que menos grasa consume registra el nivel más alto de estas enfermedades. El primer país es Francia, el segundo es Ucrania y ninguno de ellos fue incluido en el famoso estudio de siete naciones de Keys.

Ese mismo año un análisis de la ONU reveló que ningún estudio anterior había demostrado realmente que un alto nivel de grasa en los alimentos provoca cáncer o enfermedades cardíacas. El estudio de 192 naciones de Zoë Harcombe estableció un vínculo directo entre un nivel más bajo de colesterol y las tasas más altas de enfermedades cardíacas.

El misterio de la obesidad

La idea más simple y difundida es que, si uno consume más calorías de las que gasta, engorda. Un gramo de grasa tiene dos veces más calorías que un gramo de proteína o de hidratos de carbono, con lo cual se podría deducir que las personas con sobrepeso son aquellas que comen grasa y no hacen ejercicio, algo que durante años se convirtió en un lugar común en relación a los obesos.

Sin embargo, la realidad no es tan sencilla. En EE.UU., el aumento de la obesidad desde los años 80 supera en mucho el crecimiento del consumo de calorías, mientras que la actividad física no ha disminuido. En realidad, no existen pruebas ciertas de que las personas con dietas reducidas en grasa o en calorías pierdan peso a largo plazo.

Mientras tanto, cada vez hay más estudios que vinculan la obesidad con los problemas con hormonas como la insulina, responsable del nivel de azúcar en sangre, apoyados por el consumo de almidones y azúcares, un tipo de comida que se volvió popular tras la ‘prohibición’ de la grasa. La nueva idea es que, cuando consumimos demasiados alimentos azucarados, crece el nivel de insulina en sangre que, en pocas palabras, genera una mayor sensación de hambre y quita energía, con lo cual provoca que las personas obesas se sientan cansadas.

Existen ya más de 50 análisis que sugieren que, para perder el peso y controlar la diabetes tipo 2, las dietas reducidas en hidratos de carbono son mejores que dietas reducidas en grasas.

El combate ‘azúcar contra grasa’ cobfirma de manera empírica la idea del físico Max Planck, según la cual «una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino cuando los rivales mueren y las nuevas generaciones crecen acostumbradas a esa idea», escribe Ian Leslie. El problema es que, hasta ahora, demasiados ‘enemigos’ de las grasas y de Yudkin siguen activos.

Los pistachos ayudan a controlar el peso, la presión arterial, regular el colesterol y mejorar la salud del corazón

El Economista
pistachosUn grupo de investigadores españoles, liderados por la profesora universitaria de Nutrición Humana en la Universidad Rovira i Virgili (URV), Mònica Bulló, ha mostrado que el consumo de pistachos ayuda a controlar el peso, la presión arterial, regular el colesterol, mejorar la salud del corazón y a tener una dieta equilibrada.

Por tanto, según el trabajo, publicado en el ‘British Journal of Nutrition titulado, Nutrition attributes and health effects of pistachio nuts’, comer pistachos «no contribuye» al aumento de peso ni al aumento del índice de masa corporal cuando se incluyen en una dieta equilibrada.

Para alcanzar esta conclusión, los expertos realizaron controles aleatorios y estudiaron varias investigaciones destinadas a comprobar el efecto de los pistachos en el peso corporal y encontraron que hay dietas que incluyen pistachos (al menos hasta el 15 por ciento de la ingesta total de energía), y que no están relacionadas con un aumento de peso.

De hecho, un estudio encontró una disminución en el índice de masa corporal y otro observó una disminución significativa en el tamaño de la circunferencia de la cintura de aquellos que comieron pistachos. Asimismo, en el análisis de otro trabajo, los investigadores encontraron que los participantes comieron menos calorías y experimentaron una mayor sensación de saciedad al consumir los pistachos sacándoles la cáscara, que con el fruto solo.

En este sentido, los autores sugieren que los participantes consumieron menos pistachos porque el gesto de sacar la cáscara retrasa el acto de comer, y además, el efecto visual de ver la montaña de cáscaras sirve como señal para parar de comer.

PISTACHOS Y SALUD DEL CORAZÓN

Por otra parte, los investigadores observaron ocho estudios que examinaban los efectos de los pistachos en las enfermedades del corazón. En cinco de los estudios encontraron dietas con pistachos dirigidas a bajar significativamente el nivel de colesterol.

Además, cuatro estudios demostraron cambios favorables en los niveles de presión en sangre, incluso en aquellos con riesgo de diabetes. Por ello, los expertos han comentado que estos beneficios pueden darse, en parte, a la proteína y la fibra de los pistachos y las pocas grasas que contienen en comparación con otros frutos secos.

Y es que, los pistachos son los frutos secos que tienen el mayor contenido de fitoesteroles, proporcionando 214mg/100g. Del mismo modo, y como otros frutos secos, los pistachos son un nutriente denso y una ración de 30 gramos de pistachos (49 frutos aproximadamente) proporciona más del 11 por ciento de la dosis recomendada de proteína, y alrededor del 10 por ciento de la dosis de fibra recomendada para adultos.

Finalmente, los pistachos también destacan contienen vitaminas (vitamina B1, vitamina B6, riboflavina, vitamina E, vitamina K y ácido fólico), minerales (cromato de potasio, cobre, manganeso, hierro, selenio y zinc), así como fitoquímicos, luteína y zeaxantina (carotenoides).

Fuente: Europa Press

Evita los resfriados: seis alimentos que tienes que incluir en tu dieta este otoño

No solo de zumo de naranja vive tu sistema inmunitario. Hay otras cosas que puedes comer esta temporada que van a subir tus defensas para que no te enteres de la gripe cuando llegue el invierno

Vanitatis, por Amor Saez
Con el cambio de estación, el descenso de las temperaturas y de las horas de luz, también cambian las necesidades fisiológicas. Afortunadamente la naturaleza te provee de auténticos alimentos-medicamento para regular la temperatura, prevenir resfriados, depresiones y llenarte de energía.

1. Setas

setasSon ricas en proteínas de alto valor biológico y minerales, como hierro, fósforo y potasio, por lo que son excelentes para estimular la actividad nerviosa y cerebral, y luchar contra la anemia. Además, son bajas en sodio y, por tanto, ideales para personas con la tensión alta, y poseen cero calorías y puedes comerlas sin engordar.

Protegen tu sistema inmunológico porque suponen “una protección natural contra los resfriados y afecciones catarrales propias de la época”, según el Dr. Ata Pouramini, experto en nutrición y quiropráctica y autor del libro ‘Tú eres tu medicina’, de la editorial Vivirbooks.

2. Remolacha

remolachasSobre todo, la variedad roja es muy rica en flavonoides y un potente alimento anticancerígeno. También contiene altas cantidades de hierro y ácido fólico, por lo que combate la anemia y garantiza la buena salud de la piel, el cabello y las uñas. Y aumenta la producción de la hormona dopamina que previene el mal humor y los síntomas depresivos. “Es un cosmético antiedad natural, gracias a sus niveles de vitamina E, que es antioxidante».

«Además, su gran aporte en fibra y sus propiedades desengrasantes le convierten en un excelente alimento detox que ayuda a la limpieza total de nuestras arterias e intestinos”, según el experto.

3. Huevo

huevosContiene proteína libre de grasas de muy alto valor biológico, aminoácidos esenciales para el organismo y su grasa es de fácil digestión. Además, es una excelente fuente de hierro, fósforo, potasio y magnesio, vitaminas A, del grupo B, E, ácido fólico y carotenoides.

«Con su consumo puedes potenciar la síntesis de serotonina -por su riqueza en magnesio y vitaminas del grupo B-, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, la llamada hormona de la felicidad”, asegura Leticia Carrera, farmacéutica y bioquímica.

4. Bonito

bonito“Los ácidos grasos presentes en el pescado azul, como el bonito, están considerados un excelente antidepresivo natural. Además, es rico en vitaminas B3 y B12, por lo que también ayuda a cuidarse contra los virus catarrales y favorece la producción de hierro”, según el Dr. Pouramini.

Por su riqueza en ácidos grasos omega 3 ayuda a rebajar los niveles de colesterol alto, y a prevenir afecciones cardíacas y de las articulaciones. Y su alto contenido en yodo y magnesio le convierten en fundamental para el buen funcionamiento de la glándula tiroides y de los músculos, nervios e intestinos.

5. Plátano

platano“Aporta azúcar extra, pero también serotonina, melatonina, potasio y magnesio, por lo que da energía a nuestro organismo rápidamente, y es ideal en casos de agotamiento y fatiga”, según el experto. También es rico en tres vitaminas antioxidantes -A, C y E-, ligeramente laxante, remineralizante y diurético.

Regula el sistema nervioso y ayuda a aliviar la ansiedad y la irritabilidad.

6. Chocolate (con un mínimo de 70% de cacao)

Rico en flavonoides y antioxidantes, protege nuestras células del daño causado por los radicales libres -moléculas inestables de oxígeno responsables del envejecimiento y algunas enfermedades-. También contiene ácido palmítico y ácido esteárico, que estimulan la actividad neuronal en las regiones del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa, y así su consumo puede hacerte sentir más feliz y mejorar tu estado de ánimo.

“Es bueno para estimular y generar endorfinas porque contiene feniletilamina y magnesio, que devuelve la euforia y el buen humor”, según Leticia.