ONU urge a México a etiquetar alimentos por obesidad

AP / Telemundo 52

Representantes de la tres agencias de la ONU urgieron el lunes a México a adoptar un etiquetado frontal y de fácil comprensión de productos alimenticios como una de las medidas necesarias para revertir “la emergencia nacional por sobrepeso y obesidad”. 

El mensaje de las tres agencias -la de la Alimentación y Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la agencia de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)- tiene lugar cuando están en marcha dos debates importantes.

Por un lado, la Cámara de Diputados tiene previsto pronunciarse el martes sobre una reforma de la ley general de Salud que, de prosperar la iniciativa del gobierno, establecería de forma muy general que un producto debe dejar claro si tiene altas concentraciones de azúcar, grasas saturadas, sodio y calorías. De aprobarse por el pleno la modificación de la ley, la iniciativa iría al Senado. 

Por otro lado, el poder ejecutivo, en colaboración con la academia, está a punto de presentar las nuevas normas de etiquetado de alimentos que son directrices más detalladas que están al margen del trámite legislativo. 

Según indicaron las agencias de la ONU en un comunicado, el etiquetado claro, que oriente las compras del consumidor y que pueda ser comprendido por todos, incluidos los niños, es “una herramienta fundamental que conjuntamente con otras políticas e intervenciones complementarias han demostrado efectos positivos e importantes en la reducción del sobrepeso y obesidad”. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2012, México es uno de los países con mayor consumo de productos ultraprocesados en todo mundo. Además, según los parámetros de la OMS, entre el 58% y el 85% de los niños, niñas y adolescentes tienen un consumo excesivo de azúcares añadidos, y entre el 67% y el 92% lo tiene de grasas saturadas. 

Alejandro Calvillo, director de la ONG El Poder del Consumidor y participante en los debates con el gobierno sobre el nuevo etiquetado, confió en que las nuevas normas prosperen en línea con lo expresado por las agencias de la ONU, pero alertó de que la industria intentará bloquearlas ya que puede conllevar menos ventas para ciertos productos. 

Asimismo, indicó que de lograrse, la medida deberá ir acompañada por otras acciones para poder combatir con eficacia la obesidad, como aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas, aplicar la regulación de alimentos y bebidas en escuelas para evitar la venta de la llamada “comida chatarra”, regular la publicidad y hacer campañas de revalorización de los alimentos mexicanos como el frijol y el amaranto.

Por primera vez, la población mundial con obesidad supera a la que pasa hambre

Diario de Sevilla

El director de la FAO recomienda la actividad del sector privado en ese ámbito con impuestos, un mejor etiquetado y restricciones a la publicidad infantil

Según los datos preliminares de un estudio realizado por la ONU para la Alimentación y la Agricultura, FAO, la población mundial que sufre obesidad supera a la que pasa hambre. Hasta el próximo mes, no se publicará al completo el documento sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, pero el director general de la FAO, José Graziano da Silva, ya se ha pronunciado sobre ello  «por primera vez tendremos más personas obesas que con hambre», «la malnutrición está creciendo muy rápido, especialmente la obesidad».

Obesidad y subalimentación en cifras

En 2018, la ONU estimaba que el hambre había crecido en 2017 por tercer año consecutivo hasta afectar a 821 millones de personas en todo el mundo, y encontraba las causas en los conflictos, el cambio climático y la lenta recuperación económica, mientras que la obesidad en adultos afectaba en 2016 a más de 672 millones.

En 2016, por ejemplo, el número de adultos obesos ya sumaba 104,7 millones en Latinoamérica y el Caribe, cifra muy superior a los 39 millones de personas que sufrieron subalimentación en esa región entre 2015 y 2017.

«Ahora la obesidad está en todas partes«, sin distinguir entre países desarrollados o en desarrollo, dijo el responsable de la FAO, que vinculó su aumento al «cambio en las dietas» como consecuencia de la urbanización, el consumo de comida rápida y otros muchos factores.

Alimentos saludables y Derechos Humanos

Para evitar comprometer el futuro de la población, reclamó modificar el enfoque y pasar «de producir más alimentos a producir más alimentos saludables«.

Graziano recomendó promover la actividad del sector privado en ese ámbito con impuestos, un mejor etiquetado, restricciones a la publicidad infantil y «circuitos locales» de alimentación en las ciudades. También llamó a actuar en el terreno comercial al constatar que la obesidad está creciendo rápidamente en los países que más alimentos importan, como pequeñas islas del Caribe o el Pacífico.

La relatora de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Hilal Elver, insistió en incorporar principios como los de sostenibilidad, salud e igualdad a los sistemas alimentarios, promoviendo un enfoque de derechos humanos «más allá de las soluciones ligadas a la tecnología o al mercado».

En un mundo que ya produce más comida de lo necesario, «centrarnos demasiado en la tecnología puede evitar que pensemos en las causas de raíz del problema«, afirmó Elver.

La relatora pidió proteger y empoderar a las personas más vulnerables para que participen de la producción de alimentos y del acceso a la tecnología y la capacitación, como respuesta a los «ecosistemas contaminados» y la «destrucción de comunidades de familias productoras» que ha dejado el actual sistema.  

¿Azúcar antes que grasas?: El error más ‘gordo’ de los dietistas en la lucha contra la obesidad

Décadas atrás, los nutricionsitas intentaron prevenir que el sobrepeso se extendiera como una plaga pero, de manera paradójica, aceleraron su avance con recomendaciones erróneas.

RT
heladoHace algunas décadas, la grasa saturada sufrió una monumental derrota a manos del azúcar. Por aquel entonces los científicos y dietistas —primero en Estados Unidos; después, en otras partes del mundo— condenaron la grasa por hallarse en el origen de la obesidad y de las enfermedades cardíacas, escribe Ian Leslie en su estudio para ‘The Guardian’.

La idea vigente era que el consumo excesivo de grasas saturadas en alimentos como la carne roja, el queso, la mantequilla y los huevos eleva el nivel de colesterol, que se coagula dentro de las arterias, dificulta el flujo sanguíneo y provoca que el corazón aumente de tamaño. Además, se estimaba que si consumimos grasa, nos ponemos gordos.

azucar en alimentos RTAños después resultó que, pese a que miles de personas que pretendían tener una dieta más sana modificaron su alimentación, los problemas cardíacos se volvieron epidémicos y el porcentaje de personas con sobrepeso creció de manera alarmante. Ya en 1972, el prominente científico británico John Yudkin afirmaba en su estudio ‘Pure, White, and Deadly’ (‘Puro, blanco, y mortal’, en inglés) que el azúcar era la causa principal de la obesidad, los problemas cardíacos y la diabetes, al tiempo que aseguraba que comer grasa no resultaba dañino.

Los humanos consumimos carne grasa desde siempre e hidratos de carbono desde hace 10.000 años, cuando se inventó la agricultura. Sin embargo, el azúcar puro solo forma parte de nuestra dieta desde hace 300 años, así que es más probable que tenga la culpa del sobrepeso porque, explica Yudkin, el hígado lo procesa y lo transforma en grasa, que pasa al torrente sanguíneo.

A John Yudkin este documento le costó su carrera y su reputación, con lo que otros investigadores perdieron las ganas de desarrollar esta idea.

Ahora, cuando surgen estudios apologéticos sobre la grasa, el colesterol alimentario y los efectos negativos del azúcar, cabe preguntarse por qué lo científicos no solo no previnieron la epidemia de obesidad ni los problemas de salud relacionados sino que, incluso, la agravaron con ideas erróneas e infundadas.

El ‘cabildeo azucarero’

Es más, el ‘cabildeo azucarero’ de los investigadores y dietistas que siguen culpando de todos los males a la grasa aún es tan fuerte que las recomendaciones alimenticias que los informes del Gobierno de EE.UU. en 2015 no incluyeron la amenaza que representa el azúcar, algo que criticaron duramente sus propios congresistas.

La situación era muy distinta a mediados del siglo pasado, cuando la obesidad aún no existía como problema global, pero las enfermedades cardíacas ya empezaban a manifestarse. Antes de los años 60 eran comunes las dietas que prescribían comer menos hidratos de carbono y más grasas, pues en aquella época se tomó en serio la idea sobre el carácter dañino del azúcar, propuesta por primera vez por Yudkin en 1957.

grasaSin embargo, durante aquella década empezó a consolidarse la condena de las grasas saturadas y el colesterol, que en unos pocos años se volvió omnipotente, en particular gracias al investigador estadounidense Ancel Keys. Hacia 1970 la idea de Yudkin fue marginada por los opositores agresivos contra el consumo de grasas y el propio Yudkin fue condenado al ostracismo.

Hacia 1980 los científicos lograron convencer al Gobierno de EE.UU. de que una dieta saludable debe ser reducida en grasas saturadas y en colesterol, recomendación que fue incluida en la Guía Alimentaria, estableciéndose como el único consejo beneficioso para cientos de millones de personas, doctores y empresas del sector. Además, fue la primera vez que se recomendó comer menos de algo, en vez de comer un poco de todo, explica ‘The Guardian’.

Las cifras hablan por sí solas. Si en los años 50 el 12 % de los estadounidenses sufría obesidad, en la década de los 80 ese porcentaje aumentó hasta el 15 %, mientras que en torno al año 2000 uno de cada tres estadounidenses era obeso y aumentaron los índices de diabetes tipo 2, vinculada con este problema.

¿Cómo pudo pasar esto?

5709508ac46188d2608b4616En ocasiones, una idea científica es rechazada por razones que no tienen nada que ver con la ciencia, sino con la política. En este sentido, destaca la influencia de un investigador como Ancel Keys quien, junto con los partidarios que tenía en algunas de las organizaciones sanitarias más influyentes de EE.UU., como el Instituto Nacional de la Salud, controló la financiación de las investigaciones.

Keys y otros científicos partidarios de las dietas reducidas en grasas llevaron a cabo estudios a gran escala que corroboraron su idea, como ocurrió con un informe ‘emblemático’ llevado a cabo entre 1958 y 1964, en el que participaron 12.770 personas de Italia, Grecia, Yugoslavia, Finlandia, Países Bajos, Japón y EE.UU. y que estableció una fuerte correlación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas.

Ese documento sirvió de referencia durante muchos años, antes de que trascendiera que fue llevado a cabo sin respetar los principios de investigación científica. Es más, al revisar su contenido años después, el investigador italiano Alessandro Menotti reveló que establece un vínculo entre las enfermedades cardíacas y el consumo de azúcar, no al revés.

Dos problemas principales

Los humanos obtenemos energía de tres fuentes alimentarias: las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas, que no suelen causar problemas. En cuanto a las dos primeras, condicionan dos principales tipos de dieta: reducidas en hidratos de carbono o en grasas… que obliga a consumir más hidratos de carbono, cuyo máximo representante es el ‘asesino blanco’, también conocido como azúcar.

El segundo error, extendido hasta la fecha entre más de la mitad de los médicos, es creer que consumir mucho colesterol se traduce en que aumenta su presencia en sangre. El organismo humano es mucho más complejo como para simplemente transferir los elementos de afuera a dentro sin ‘procesarlos’.

El colesterol que existe en nuestro organismo lo produce el hígado, que lo genera en menos cantidad cuanto más se consume. En este sentido, la mayoría de las personas puede comer decenas de huevos llenos de colesterol cada día sin que aumente la presencia de sus placas en su sangre. El propio Keys entendía esto, así que sus estudios no atacaron a los alimentos con mucho colesterol, sino que fueron en contra de las grasas saturadas, que estimaba que se transformaban en colesterol en la sangre, amenazando al corazón.

Fin del mito

A principios de los años 90 se dio una situación paradójica, cuando durante varios años los nutricionistas aconsejaban a las mujeres que siguieran dietas reducidas en grasas sin conocer sus efectos. El primer estudio a gran escala al respecto lo realizó el Instituto Nacional de Corazón, Pulmón y Sangre de EE.UU. en 1993 y reveló que las mujeres que seguían esos regímenes corrían el mismo riesgo de padecer cáncer o enfermedades cardíacas que las demás.

En 2008 un estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido) reveló que la nación europea que más grasa saturada consume padece la menor tasa de enfermedades cardíacas, mientras que la nación que menos grasa consume registra el nivel más alto de estas enfermedades. El primer país es Francia, el segundo es Ucrania y ninguno de ellos fue incluido en el famoso estudio de siete naciones de Keys.

Ese mismo año un análisis de la ONU reveló que ningún estudio anterior había demostrado realmente que un alto nivel de grasa en los alimentos provoca cáncer o enfermedades cardíacas. El estudio de 192 naciones de Zoë Harcombe estableció un vínculo directo entre un nivel más bajo de colesterol y las tasas más altas de enfermedades cardíacas.

El misterio de la obesidad

La idea más simple y difundida es que, si uno consume más calorías de las que gasta, engorda. Un gramo de grasa tiene dos veces más calorías que un gramo de proteína o de hidratos de carbono, con lo cual se podría deducir que las personas con sobrepeso son aquellas que comen grasa y no hacen ejercicio, algo que durante años se convirtió en un lugar común en relación a los obesos.

Sin embargo, la realidad no es tan sencilla. En EE.UU., el aumento de la obesidad desde los años 80 supera en mucho el crecimiento del consumo de calorías, mientras que la actividad física no ha disminuido. En realidad, no existen pruebas ciertas de que las personas con dietas reducidas en grasa o en calorías pierdan peso a largo plazo.

Mientras tanto, cada vez hay más estudios que vinculan la obesidad con los problemas con hormonas como la insulina, responsable del nivel de azúcar en sangre, apoyados por el consumo de almidones y azúcares, un tipo de comida que se volvió popular tras la ‘prohibición’ de la grasa. La nueva idea es que, cuando consumimos demasiados alimentos azucarados, crece el nivel de insulina en sangre que, en pocas palabras, genera una mayor sensación de hambre y quita energía, con lo cual provoca que las personas obesas se sientan cansadas.

Existen ya más de 50 análisis que sugieren que, para perder el peso y controlar la diabetes tipo 2, las dietas reducidas en hidratos de carbono son mejores que dietas reducidas en grasas.

El combate ‘azúcar contra grasa’ cobfirma de manera empírica la idea del físico Max Planck, según la cual «una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino cuando los rivales mueren y las nuevas generaciones crecen acostumbradas a esa idea», escribe Ian Leslie. El problema es que, hasta ahora, demasiados ‘enemigos’ de las grasas y de Yudkin siguen activos.

La obesidad provoca 13 veces más muertes que los accidentes de tráfico

Con el motivo del Día Mundial contra la obesidad, que el mundo celebra  hoy 12 de noviembre, el IMEO inicia una semana de concienciación con estudios gratuitos y bonos de ayuda en tratamientos para personas con obesidad y escasos recursos

la obesidad mataLas últimas estadísticas de obesidad son desalentadoras. Se estima que el gasto en salud de una persona obesa incurre un 25%[1] más que una persona normal. Por tanto, reducir la incidencia de la obesidad es un reto apremiante para las Administraciones y el sistema sanitario. En EEUU, un país con cerca de 78 millones de afectados[2], la obesidad ya ha sido catalogada como enfermedad, termino en el que coincide el IMEO y que debería seguir tanto España, como el resto de países europeos. En nuestro país, de cada 100 adultos 17 padecen obesidad y 37 presentan sobrepeso[3].

En la actualidad, las armas biológicas son las que más miedo y preocupación desencadenan en las noticias. Sin embargo, la sociedad no se muestra tan sensible con el tema de la obesidad que, más allá de una deformación estética, representa una enfermedad con graves consecuencias biológicas y que cada año cobra la vida de 2,8 millones de personas en todo el mundo[4]. Es el equivalente al total de fallecimientos provocados por catástrofes naturales y accidentes de tráfico durante los últimos dos años. Sólo en España se estima que la obesidad provoca trece veces más muertes que los accidentes viales. A nivel mundial en un sólo año este mal causa 1,7 veces más defunciones que el SIDA[5] por el mismo tiempo. La OMS prevé que 7 millones de personas perderán la vida a causa de enfermedades no transmisibles en 2030[6], debido a factores de riesgo comportamentales y físicos como son el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad. Las previsiones para la próxima década no son nada favorables: se estima que dos de cada tres personas serán obesas[7].

Son muchas las razones que nos alertan que hay una necesidad urgente de cambio en la mentalidad, recalca Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Cuando una sociedad es mermada por enfermedades como la obesidad, se reduce su potencial y avanzamos ante una sociedad enferma. Es hora de ver la obesidad como una amenaza real. Es un ataque a la salud que prácticamente afecta todos los órganos y sistemas del cuerpo humano. Actúa a modo de caballo de Troya que se cuela en nuestra casa de forma sigilosa e inadvertida. Adormece nuestros instintos de supervivencia con placeres baratos que endulzan al paladar, con un cierto poder adictivo, hasta que un día nos damos cuenta que nos enfrentamos a un problema que nos supera. Cuando los índices de obesidad alcanzan los niveles de pandemia, ya no se trata de casos aislados. «Estamos ante un enemigo público y tenemos el deber de emplear todo el ‘arsenal de armas’ que tenemos al alcance para neutralizarlo: información nutricional, educación alimenticia, tecnología aplicada a la salud y soluciones médicas, como son la cirugía bariátrica y la endoscopía», resume Bravo.
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[1] Obesity: update 2012 de la OCDE.

[3] Encuesta Nacional de Salud 2011-12 del INE del marzo del 2013. Porcentajes de personas adultas de 18 y más años.

[4] Estadísticas Sanitarias Mundiales 2012 de la OMS.

[5] En el 2012 el SIDA causó 1,6 millones de muertes, según informe de la ONU.

[6] Estadísticas Sanitarias Mundiales 2012 de la OMS.

[7] Obesity: update 2012 de la OCDE.

Los ingredientes desconocidos y nada saludables que contiene nuestra comida

¿Los alimentos contienen serrín o insectos?

El Confidencial

Women doing shopping in supermarketLa imparable sucesión de escándalos alimentarios durante los últimos meses, desde la polémica por la carne de caballo hasta la crisis de los pepinos, está poniendo en cuestión la indulgencia de los controles de calidad, al mismo tiempo que aumenta la desconfianza de los consumidores ante el deterioro de la cadena alimenticia. La tendencia legislativa hacia la autorregulación se ha demostrado ineficaz, tal y como la ONU denunció en un informe presentado en 2011 durante la celebración de la cumbre mundial para la prevención de las enfermedades no contagiosas (ENC).

Las conclusiones de la ONU han sido ratificadas por un grupo de investigadores de la Universidad de Melbourne especializados en política sanitaria, en cuyos estudios insisten en que la única manera de “evitar los daños causados por los alimentos poco saludables es mediante la intervención y control desde las administraciones públicas”. Una propuesta que, según subrayan en la investigación «Profits and pandemics«, tiene como objetivo poner freno a ciertas prácticas en el procesado de alimentos.

Según las cifras oficiales, cada año mueren 18 millones de personas a causa de la presión arterial alta (9,4 millones), la obesidad (3,4), la diabetes (3,4) y el colesterol (2). Una serie de enfermedades que, según matiza el estudio, “pueden atribuirse en gran parte al consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas, cuyas ventas se están concentrando en los países en vías de desarrollo o en poblaciones que están perdiendo poder adquisitivo”, como está sucediendo en el sur de Europa.

La escritora y periodista de investigación especializada en industrias alimentarias, Rachel Sanders, ha sacado a la luz algunas de las prácticas que se esconden detrás de la fabricación de alimentos procesados, y que tienen que ver principalmente con los aditivos. A pesar de ello, es en este tipo de sustancias donde más pone el foco la legislación europea.

Los aditivos alimentarios son las sustancias más reguladas y estudiadas, por lo que si están en el mercado es porque se han evaluado y reevaluado constantemente para descartar cualquier peligro para la salud”, señalan fuentes de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Además, si en función de la evolución de los conocimientos científicos surgiera alguna duda sobre la inocuidad de un aditivo, «se procedería a la retirada de la autorización comercial», afirman desde la agencia que depende del Ministerio de Sanidad.

No obstante, el bufete que dirige Don Barrett, el abogado norteamericano que ganó la primera y multimillonaria batalla judicial contra las grandes compañías tabacaleras a finales de los años 90, prepara ahora una demanda contra una treintena de multinacionales de la alimentación. Precisamente, porque el etiquetado del 25% de los alimentos es falso o engañoso, asegura el abogado.

Colorantes con extracto de cochinilla y otros insectos

La práctica totalidad de los productos procesados que tienen un color rojizo o rosado llevan un colorante referenciado en la etiqueta como ‘ácido carmínico’, aunque en realidad no se trata más que de extracto de cochinilla u otros insectos similares. Según la FDA es un colorante seguro por su bajo grado de toxicidad. Sin embargo, grandes cadenas como Starbucks se han visto obligadas a cambiar este colorante por otro, después de que se registrasen diversos casos de alergias graves asociadas al consumo de sus productos. La lista de alimentos que contienen el eufemísticamente denominado ‘ácido carmínico’ es interminable.

Queso rallado elaborado a base de celulosa

El queso para gratinar o rallado está fabricado con celulosa refinada, que se utiliza para evitar que se vuelva a convertir en una masa compacta una vez en la bolsa. La celulosa es un aditivo alimentario permitido y bastante generalizado, aunque su uso más frecuente es en los helados. La celulosa se confecciona a partir de fibras vegetales descompuestas, entre las que se incluye principalmente el serrín de la madera. Y es en este punto donde está la trampa, ya que en las etiquetas se referencia la celulosa como ‘aditivo natural’ o, peor aún, ‘aditivo ecológico’, lo que no es exactamente sinónimo de saludable.
 
Los residuos tóxicos (no controlados) generados por la producción de yogur
La leche sobrante como consecuencia del procesado de yogures, que puede llegar al 90% de la que se utiliza, se convierte en suero de leche ácido. Su descomposición causa graves daños al medio ambiente, pues elimina el oxígeno del agua y dificulta el desarrollo de la fauna acuática en los ríos. Esto es una de las consecuencias por las que las grandes fábricas de queso y leche se están desplazando a países con una legislación más laxa, con las consiguientes consecuencias ambientales para esas zonas.
 
Los aromas químicos del zumo de naranja
Las grandes compañías que comercializan zumo de naranja procesan estos productos con aromas químicos para mantener el mismo sabor en cada envase asociado a la marca en cuestión, sin importar la mezcla de variedades ni la época del año. Los potenciadores artificiales sirven en este caso para recuperar el sabor a naranja perdido al extraer el oxígeno del zumo, una técnica que se utiliza para poder conservar estas bebidas durante más de un año antes de sacarlas a la venta.
La autora de Squeezed: What You Don’t Know About Orange Juice (Yale University Press), Alissa Hamilton, que ha realizado diversas investigaciones sobre este tema, explica en este ensayo que “los mismos laboratorios que hacen perfumes para Dior y Calvin Klein son los que producen los aromas del zumo”. Las sustancias empleadas en este proceso no tienen por qué constar en la etiqueta de ingredientes, ya que “técnicamente son esencias extraídas de la naranja”.
 
Sopas de sobre con glutamato monosódico, lo indiquen o no
El sabor de las sopas, ya sean de carne o verdura, se consigue mediante el mismo aditivo alimentario. Se trata del glutamato monosódico (también conocido como MSG, por sus siglas en inglés), una sustancia calificada como segura ya que, en cantidades normales, los seres humanos tienen la capacidad de metabolizarla debido a que su toxicidad es muy baja. Sin embargo, se suele ocultar su presencia en los alimentos, refiriéndose a este aditivo como ‘natural’ o ‘extracto de levadura’, pues se refina a partir de proteínas vegetales y levaduras.
La Food and Drug Administration (FDA) ha llamado la atención en varias ocasiones sobre este tema, al considerar como “engañoso” el etiquetaje de productos como “sin MSG” o “sin MSG agregado”, si contienen ingredientes elaborados a partir de glutamato natural.
 
Salchichas elaboradas a base de carne, almidón y… ‘relleno de cereal’
Si los embutidos en general cuentan con una imagen poco positiva entre los consumidores, asociada tanto al desconocimiento de sus ingredientes como a la elaboración, las salchichas son las que peor fama se llevan. Pocos saben que cuando se indica el ‘relleno de cereal’ en su etiqueta, en realidad se refiere a pan rallado y harina de avena, unos productos que luego se mezclan con colorantes, conservantes, potenciadores de sabor, grasas saturadas, especias variadas (sal, pimienta, ajo molido…) y restos cárnicos para hacer una masa que, al menos para la vista, no se antoja demasiado agradable. Posteriormente, se dividen por unidades embutiéndolas en tripas sintéticas, elaboradas con colágeno, poliamida y fibrosa. Unos productos que, si se consumen en exceso y se combinan con otras sustancias, pueden llegar a ser tóxicos.

Sobre el Día Mundial de la Diabetes – 14 de Noviembre 2012

Fuente: Blog especializado en el tema 365Diabetes

Se calcula que en la actualidad 366 millones de personas en el mundo padecemos esta enfermedad, cifra que según la OMS para 2030 se habrá más que duplicado, y que unos 300 millones de personas están en riesgo de padecer diabetes tipo 2, prevenible en muchos casos.

Porque la diabetes se está convirtiendo en una epidemia mundial, y son necesarias políticas de prevención y educación, porque aún en el siglo XXI la diabetes es causa de enfermedad, ceguera, amputaciones y muerte prematura en la muchos de países, sobre todo debido al aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, por todo ello se celebra el 14 de Noviembre como el Día Mundial de la Diabetes.

El Día Mundial de la Diabetes (DMD) es la campaña de concienciación sobre la diabetes más importante del mundo. Fue instaurado por la Federación Internacional de Diabetes (FID) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1991, como respuesta al alarmante aumento de los casos de diabetes en el mundo. En 2007, Naciones Unidas celebraron por primera vez este día tras la aprobación de la Resolución en diciembre de 2006 del Día Mundial de la Diabetes, lo que convirtió al ya existente Día Mundial de la Diabetes en un día oficial de la salud de la ONU.

El Día Mundial de la Diabetes es una campaña que presenta cada año un tema elegido por la Federación Internacional de Diabetes para centrarse en distintos aspectos relacionados con la comunidad internacional de la diabetes. Aunque las campañas temáticas duran todo el año, el día en sí se celebra el 14 de noviembre, para conmemorar el nacimiento de Frederick Banting, que, junto con Charles Best, fue quien concibió la primera idea que condujo al descubrimiento de la insulina en 1922.

Diabetes Educación y Prevención es el tema del Día Mundial de la Diabetes para el periodo 2009-2013. La diabetes es difícil. La enfermedad impone ciertas demandas de por vida a los 366 millones de personas que viven con diabetes y a sus familias. Porque las personas con diabetes son responsables del 95% de la atención que necesitan, es de suma importancia que reciban una continua educación diabética de alta calidad a la medida de sus necesidades proporcionada por profesionales de la salud calificados. Además la FID estima que más de 300 millones de personas en el mundo están en riesgo de contraer diabetes tipo 2. La diabetes tipo 2 se puede prevenir en muchos casos, ayudando y alentando a aquellos en riesgo a mantener un peso saludable y realizar ejercicio frecuentemente. Los mensajes clave de la campaña son:

  • Conozca  los riesgos y signos de alerta de la diabetes
  • Sepa cómo hacer frente a la diabetes y a quién consultar
  • Aprenda a controlar la diabetes

¿Dónde se celebra?

El Día Mundial de Diabetes lo celebran más de 200 asociaciones miembros de la Federación Internacional de Diabetes en más de 160 países de todo el mundo, todos los estados miembros de Naciones Unidas, así como todas las asociaciones y organizaciones, empresas, profesionales sanitarios y personas con diabetes y sus familias.

¿Cómo se celebra?

La comunidad internacional de la diabetes, que incluye a las asociaciones miembros de la Federación Internacional de Diabetes, las organizaciones de la diabetes, ONG, departamentos sanitarios y empresas, desarrollan una amplia variedad de actividades, dirigidas a diversos grupos. Algunas de las actividades organizadas cada año son:

  • Programas de radio y televisión
  • Actividades deportivas
  • Proyecciones gratuitas sobre la diabetes y sus complicaciones
  • Encuentros informativos públicos
  • Campañas de carteles y folletos
  • Exposiciones y talleres sobre la diabetes
  • Ruedas de prensa
  • Artículos en periódicos y revistas
  • Actividades para niños y adolescentes
  • Iluminación de monumentos
  • Círculos azules humanos
  • Marchas
  • Carreras
  • Carreras de bicicletas

¿Hay un tema determinado?

Cada año el Día Mundial de la Diabetes se centra en un tema relacionado con la diabetes. Los temas tratados en el pasado incluyen la diabetes y los derechos humanos, diabetes y estilo de vida, y los costes de la diabetes. Algunos de los temas más recientes han sido:

2004: Diabetes y obesidad
2005: Diabetes y el cuidado del pie
2006: Diabetes y las personas desfavorecidas
2007-2008: La diabetes en niños y adolescentes
2009-2013: Diabetes educación y prevención

El logotipo del Día Mundial de la Diabetes es un círculo azul – el símbolo mundial de la diabetes que fue creado como parte de la campaña de concienciación “Unidos por la Diabetes”. El logotipo fue adoptado en 2007 para conmemorar la aprobación de la Resolución de Naciones Unidas sobre el Día Mundial de la Diabetes. El significado del símbolo del círculo azul es increíblemente positivo. En muchas culturas, el círculo simboliza la vida y la salud. El color azul representa el cielo que une a todas las naciones, y es el color de la bandera de Naciones Unidas. El círculo azul encarna la unidad de la comunidad internacional de la diabetes en respuesta a la pandemia de la diabetes.