Evita los resfriados: seis alimentos que tienes que incluir en tu dieta este otoño

No solo de zumo de naranja vive tu sistema inmunitario. Hay otras cosas que puedes comer esta temporada que van a subir tus defensas para que no te enteres de la gripe cuando llegue el invierno

Vanitatis, por Amor Saez
Con el cambio de estación, el descenso de las temperaturas y de las horas de luz, también cambian las necesidades fisiológicas. Afortunadamente la naturaleza te provee de auténticos alimentos-medicamento para regular la temperatura, prevenir resfriados, depresiones y llenarte de energía.

1. Setas

setasSon ricas en proteínas de alto valor biológico y minerales, como hierro, fósforo y potasio, por lo que son excelentes para estimular la actividad nerviosa y cerebral, y luchar contra la anemia. Además, son bajas en sodio y, por tanto, ideales para personas con la tensión alta, y poseen cero calorías y puedes comerlas sin engordar.

Protegen tu sistema inmunológico porque suponen “una protección natural contra los resfriados y afecciones catarrales propias de la época”, según el Dr. Ata Pouramini, experto en nutrición y quiropráctica y autor del libro ‘Tú eres tu medicina’, de la editorial Vivirbooks.

2. Remolacha

remolachasSobre todo, la variedad roja es muy rica en flavonoides y un potente alimento anticancerígeno. También contiene altas cantidades de hierro y ácido fólico, por lo que combate la anemia y garantiza la buena salud de la piel, el cabello y las uñas. Y aumenta la producción de la hormona dopamina que previene el mal humor y los síntomas depresivos. “Es un cosmético antiedad natural, gracias a sus niveles de vitamina E, que es antioxidante».

«Además, su gran aporte en fibra y sus propiedades desengrasantes le convierten en un excelente alimento detox que ayuda a la limpieza total de nuestras arterias e intestinos”, según el experto.

3. Huevo

huevosContiene proteína libre de grasas de muy alto valor biológico, aminoácidos esenciales para el organismo y su grasa es de fácil digestión. Además, es una excelente fuente de hierro, fósforo, potasio y magnesio, vitaminas A, del grupo B, E, ácido fólico y carotenoides.

«Con su consumo puedes potenciar la síntesis de serotonina -por su riqueza en magnesio y vitaminas del grupo B-, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, la llamada hormona de la felicidad”, asegura Leticia Carrera, farmacéutica y bioquímica.

4. Bonito

bonito“Los ácidos grasos presentes en el pescado azul, como el bonito, están considerados un excelente antidepresivo natural. Además, es rico en vitaminas B3 y B12, por lo que también ayuda a cuidarse contra los virus catarrales y favorece la producción de hierro”, según el Dr. Pouramini.

Por su riqueza en ácidos grasos omega 3 ayuda a rebajar los niveles de colesterol alto, y a prevenir afecciones cardíacas y de las articulaciones. Y su alto contenido en yodo y magnesio le convierten en fundamental para el buen funcionamiento de la glándula tiroides y de los músculos, nervios e intestinos.

5. Plátano

platano“Aporta azúcar extra, pero también serotonina, melatonina, potasio y magnesio, por lo que da energía a nuestro organismo rápidamente, y es ideal en casos de agotamiento y fatiga”, según el experto. También es rico en tres vitaminas antioxidantes -A, C y E-, ligeramente laxante, remineralizante y diurético.

Regula el sistema nervioso y ayuda a aliviar la ansiedad y la irritabilidad.

6. Chocolate (con un mínimo de 70% de cacao)

Rico en flavonoides y antioxidantes, protege nuestras células del daño causado por los radicales libres -moléculas inestables de oxígeno responsables del envejecimiento y algunas enfermedades-. También contiene ácido palmítico y ácido esteárico, que estimulan la actividad neuronal en las regiones del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa, y así su consumo puede hacerte sentir más feliz y mejorar tu estado de ánimo.

“Es bueno para estimular y generar endorfinas porque contiene feniletilamina y magnesio, que devuelve la euforia y el buen humor”, según Leticia.

Cómo la obesidad afecta los puntos vitales del cuerpo humano

Rubén Bravo del IMEOPunto de vista: Rubén Bravo
Portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, Especialista en Nutrición, Naturopatía y Análisis Hematológicos

  • «Cuando una sociedad es sofocada por enfermedades como la obesidad, se reduce su propio potencial», sostiene el experto.
  • Cada 15 kg extras aumentan el riesgo de muerte temprana un 30 por ciento[1]. La obesidad severa acorta la vida de 8 a 10 años[2]

Cerebro y salud mental  

Las enfermedades cerebro y cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. En 2008 cobraron la vida de 17,3 millones de personas, lo cual representa un 30% de todas las defunciones registradas. Se calcula que en 2030 morirán cerca de 23,3 millones de personas a causa de estos males. Gran parte de estas muertes se puede prevenir actuando sobre los factores de riesgo, entre ellos las dietas malsanas, la obesidad, la inactividad física y el aumento de los lípidos.

cerebroLa obesidad eleva considerablemente la probabilidad de sufrir problemas de memoria o inestabilidad emocional y supone un incremento del riesgo de demencia en edad avanzada. Existen estudios que demuestran que en los adultos mayores obesos las regiones cerebrales que son fundamentales para la función cognitiva son más pequeñas, lo cual hace que sus cerebros parezcan hasta 16 años más viejos que los de otras personas de su misma edad con un peso normal.

A nivel psicológico y social la obesidad acarrea tales problemas como pérdida de autoestima, depresión, estrés, apatía, ansiedad o una sensación de discriminación a nivel laboral y sentimental.

Corazón, sistema cardiovascular y aparato respiratorio

La obesidad dificulta la respiración de la persona, causa una sensación repentina de fatiga y eleva el riesgo de asma alérgica en los menores y es lo que percibimos en primera vista, pero el problema es mucho más complejo. El exceso de grasa puede obstruir las arterias e incrementar la presión arterial, así como generar insuficiencia cardíaca, ateroesclerosis, enfermedad coronaria o infartos.

la obesidad afecta al corazónSe estima que la obesidad es un factor que aumenta por 5 la probabilidad de desarrollar un problema cardíaco y se considera que puede alterar la edad del corazón, aumentándola de 5 a 10 años. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte hoy en día y sólo en la UE cobran la vida de 2 millones de personas cada año.

Hígado, intestinos, páncreas y aparato reproductivo

La obesidad causa daños difíciles de reparar a nuestros órganos y puede detonar un hígado graso o cáncer de colon. Se estima que el 90% de las personas con síndrome metabólico padece hígado graso. Está demostrado que el cáncer de colon es más frecuente en hombres con índices de masa corporal elevados que en los que están en su normopeso.

estómago e intestinosA la obesidad y al sobrepeso se le atribuyen del 7 al 41 por ciento de determinados cánceres, como el de mama, páncreas y colon. Actualmente el cáncer causa alrededor del 7,5 millones de muertes al año, aunque la previsión de la OMS es de 13,1 millones para el año 2030.

La disfunción del páncreas en las personas obesas conlleva al desarrollo de diabetes. Se considera que la obesidad es responsable del 44 por ciento de los casos mundiales de diabetes, una enfermedad que puede disminuir hasta en 30 años la esperanza de vida.

La obesidad también es un factor de riesgo de infertilidad.  Aumenta el riesgo de sufrir cáncer de próstata en los hombres y lesiones benignas y malignas en el útero, en el caso de las mujeres.

Tobillos, rodillas, cadera y columna vertebral 

Los huesos aportan rigidez a nuestra estructura. La obesidad castiga la estructura ósea y articular del cuerpo humano y dificulta su capacidad de movilización. En las personas con obesidad es más alto el riesgo de sufrir osteoporosis, artritis, atrofia muscular o hernia discal.

huesos y articulacionesEstudios recientes de la escuela de medicina de Harvard demuestran que la obesidad aumenta los niveles de grasa en la médula ósea y en la sangre, acelerando la degradación de los huesos. La osteoporosis provoca 1,5  millones de fracturas en EEUU al año, causando la muerte en un 20 por ciento de los casos.

En general, se estima que el 80 por ciento de los problemas degenerativos de articulaciones en los adultos se debe a la obesidad. La sobrecarga del propio peso agrava el dolor de espalda y los problemas en la zona lumbar. Se calcula que las mujeres obesas son un 21 por ciento más propensos a tener dolor de espalda baja, mientras que en los hombres la cifra es de un 16 por ciento.


[1] Según el informe de la OCDE sobre «La obesidad y la economía de la prevención».

[2] Datos de la OCDE.

Glutenianas ¿Moda o necesidad?

Hoy Mujer, por Marisol Guisasola

Gwyneth Paltrow, Rachel Weisz, Jessica Alba, Victoria Beckham, Miranda Kerr, Goldie Hawn, Oprah Winfrey… Todas ellas, y un ejército creciente de mujeres, siguen dietas libres de gluten aunque no sean celíacas. La nueva moda antigluten hace furor en los EE.UU., donde este complejo de proteínas presentes en el trigo, la cebada o el centeno parece ser el causante de todos de males y las páginas web de “glutenianas” brotan como la hierba en primavera.

Tanto rechazo al gluten ha animado al gobierno norteamericano a realizar una encuesta nacional, a la que ha seguido un estudio de la Clínica Mayo, para saber si las dietas que carecen de él son hoy más una tendencia social que un tratamiento. Y la respuesta es que sí, que la tendencia es real. Los datos del estudio lo afirman claramente: aproximadamente 1,8 millones de norteamericanos padecen celiaquía, pero 1,4 millones de ellos no lo saben. Junto a este dato, 1,6 millones de personas siguen dietas exentas de gluten, aunque no han sido diagnosticadas como celíacas.“La ironía es que no hay solapamiento entre ambos grupos”, explica el profesor Alberto Rubio-Tapia, de la División de Gastroenterología y Hepatología de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.), coautor del estudio. “Dicho de otro modo: la gran mayoría de las personas que siguen dietas sin gluten no necesitarían hacerlo y muchas de las que no siguen ese régimen no saben que padecen celiaquía y no evitan el gluten en su alimentación, con serias consecuencias para su salud”.

Sin necesidad

Para determinar la prevalencia de celiaquía, los investigadores de la Clínica Mayo combinaron análisis de sangre específicos con entrevistas realizadas dentro de la encuesta NHANES (siglas en inglés de Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición), que incluyen exámenes físicos de los encuestados. Gracias a ello, comprobaron que 35 personas, de un total de 8.000, reunían los requisitos de la celiaquía. A la vez, y paradójicamente, 53 de las 55 personas del estudio que confesaron estar siguiendo dietas libres de gluten no necesitaban hacerlo.

En los últimos años, han proliferado spas, centros de belleza y clínicas “naturistas” que anuncian dietas sin gluten como parte de sus programas detox o de pérdida de peso, tratamientos contra las migrañas y dolores de todo tipo, estrategias para mejorar la piel y hasta para “curar” problemas autoinmunes. La pregunta es: ¿quién necesita de verdad esta dieta? ¿Tienen fundamento esas alegaciones? “Se ha extendido la idea de que el gluten es una proteína nociva para la salud general y que las dietas sin gluten son más sanas”, explica el dr. Modesto J. Varas Lorenzo, de la Unidad de Gastroenterología y Hepatología del Centro Médico Teknon de Barcelona. “Pero eso no es cierto; no hay evidencias de que una dieta libre de gluten ayude a la población general. No decimos que sea necesariamente peligroso seguirla, de hecho, sabemos que muchas personas que lo hacen acaban consumiendo más frutas y verduras, y menos comida basura, lo cual se reflejará en una mejor salud, pero no hay por qué someterse a ningún tipo de alimentación restrictiva sin necesidad. Iniciar una dieta libre de gluten por decisión propia puede conducir a deficiencias y desequilibrios nutricionales. Asimismo, una celiaquía que no genera síntomas obvios (algo que es muy frecuente) y no se diagnostica ni se trata puede tener serias consecuencias en la salud”.

¿Nueva patología?

La industria alimentaria es muy consciente de la tendencia antigluten. Según datos de la empresa Mintel, los productos libres de esta proteína son los de mayor crecimiento en los supermercados. A la tendencia se han sumado rápidamente los restaurantes, las cadenas de reparto de comida a domicilio e, incluso, panaderías y pastelerías que recurren a masas elaboradas con harinas de arroz y maíz. Aún así, como denuncian a menudo las asociaciones de pacientes, los celíacos siguen gastando más en su cesta de la compra que las personas que no sufren esta enfermedad. Su gasto anual en comida es 1.525 € superior al de una persona sana. La mayor parte de ese extra proviene de las harinas, panes y pastas adaptadas a sus necesidades. Un encarecimiento que proviene de la inversión que necesitan realizar los fabricantes de estos productos para evitar la contaminación cruzada durante todo el proceso de producción, porque incluso las trazas de gluten pueden provocar síntomas. “Puede que las dietas sin gluten se hayan convertido en tendencia, pero la celiaquía no es ninguna moda”, interviene Clara Blasco, a quien no le diagnosticaron la enfermedad hasta los 30 años. Clara relata una juventud repleta de molestias digestivas, migrañas, distensión abdominal, cansancio… “No tuve la primera regla hasta los 17 y sufría diarreas continuas. Tantos años de mala absorción de nutrientes se reflejaron en mis huesos y acabé con osteoporosis y una dentadura desastrosa. La dieta sin gluten me cambió la vida”, declara.

Ningún médico dudaría hoy en prescribir una dieta libre de gluten a una persona como Clara, con celiaquía diagnosticada. ¿Pero qué hay de las que dan negativo en los tests, pero se quejan de que toleran mal el gluten? Hasta hace cuatro o cinco años, los expertos se mostraban escépticos ante estos casos, pero hoy empiezan a ver las cosas de otra manera. “Esos pacientes existen, tienen síntomas reales. Aunque den negativo en las pruebas y sus intestinos no aparezcan deteriorados, podrían tener lo que hoy se conoce como “sensibilidad al gluten”, explica el dr. Varas Lorenzo.

Alta sensibilidad

El problema es que no existe un test para esa sensibilidad. “Tenemos que ver el historial del paciente y creerle cuando nos cuenta que el gluten le produce efectos indeseables”, explica el dr. Varas. Pero, en cualquier caso, antes de ponerle a dieta, hay que descartar o confirmar la enfermedad celíaca mediante unas pruebas específicas. De hecho, cualquier persona que sospeche sensibilidad o intolerancia al gluten debería hacérselas por su bien y el de su familia, porque la enfermedad celíaca tiene un claro componente hereditario. Si se retira el gluten de la dieta antes de haber realizado todas las pruebas necesarias, los resultados pueden enmascarar una enfermedad celíaca subyacente.

“Los síntomas de la celiaquía varían mucho entre una persona y otra y, a menudo, son atribuidos a otros problemas de salud. A eso hay que añadir la falsa idea que sobrevive en la población sobre que la celiaquía es una enfermedad rara y que afecta básicamente a los niños y porque apenas se dan casos en personas adultas. Pero si existe la duda, hay que acudir al médico para que considere la conveniencia de realizar las pruebas necesarias. Una vez diagnosticado el problema y prescrito el tratamiento, las asociaciones de celíacos pueden ser de gran ayuda en el día a día de la enfermedad y para mantenerse bien informado”, concluye el dr. Varas Lorenzo.

10 cosas que debes saber

La enfermedad celíaca es una intolerancia permanente al gluten, un complejo de proteínas.
Puede estar asociada a otras enfermedades autoinmunes y a la deficiencia selectiva de Inmunoglobulina A.
Además de la serología y la biopsia intestinal, hoy en día se dispone de un test que puede diagnosticarla solo en 10 minutos.
Tener antecedentes familiares de intolerancia al gluten aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
Es el doble de frecuente en mujeres, puede presentarse a cualquier edad y los síntomas varían de una persona a otra. Seguir una dieta libre de gluten sana el daño a los intestinos. Sus efectos se ven al cabo de seis meses en niños y dos años en adultos.
Los niños con celiaquía pueden tener defectos en el esmalte y el color de los dientes; crecimiento lento; diarreas o estreñimiento; náuseas…
Retrasos en el diagnóstico, o no seguir la dieta, aumenta el riesgo de trastornos autoinmunitarios, osteoporosis, cáncer, anemia, hipoglucemia, infertilidad, abortos…
Los celíacos pueden consumir productos con harinas de arroz, maíz, soja, mijo, amaranto y algarroba.
Poseen gluten los productos con: cereales, harina, almidones modificados, amiláceos, fécula, fibra, espesantes, sémola, proteína vegetal, hidrolizado de proteína, malta, levadura, especias y aromas.