Cómo afecta el exceso de deporte a la fertilidad

El Mundo, por Galiana Legorburo
14846479630582Aristóteles tenía razón. En el punto medio está la virtud. Incluso cuando se trata de algo tan saludable como el ejercicio. Y es que cuando una pareja se plantea tener hijos debe saber que tanto el exceso como la falta de actividad física va a tener consecuencias en su fertilidad. En este sentido, como advierte la doctora Victoria Verdú, coordinadora de ginecología de la Clínica Ginefiv, es importante que aquellos que deseen ser padres en el próximo año no cometan el error de combatir los excesos navideños con intensas sesiones de entrenamiento. O al contrario, si aún no tienen el hábito de hacer deporte con regularidad, es el mejor momento de ponerse en marcha.

«El paso de una vida sedentaria a un ejercicio muy extremo para bajar de peso lo antes posible puede ser contraproducente para la capacidad reproductiva. El exceso de deporte y la práctica de ejercicio físico intenso disminuyen las probabilidades de embarazo», asegura la experta. Sobre esto, asegura que, en el caso de las mujeres, hacer demasiado o muy poco ejercicio puede causar desequilibrios hormonales que alteran la ovulación. Y en el de los hombres, la calidad y cantidad de esperma.

De la misma manera, el consumo de sustancias como esteroides o anabolizantes también se ha relacionado con la disminución de los niveles hormonales de testosterona, un menor tamaño testicular y la reducción del número de espermatozoides. Así como «un balance energético negativo, bajo porcentaje de grasa corporal y de los niveles de glucosa en sangre influye en la producción de hormonas como la insulina o la leptina, que pueden interferir en ovulación», explica Verdú aludiendo a la amenorrea o ausencia de menstruación.

La fertilidad necesita equilibrio

Según el estudio «Conocimiento y hábitos de fertilidad de las mujeres», elaborado por la Clínica Ginefiv a más de 300 participantes, el 53% de las encuestadas solo practica deporte ocasionalmente, y el 27,3% lo hacen entre 2 y 3 veces por semana. «La práctica de ejercicio moderado y regular mejora la calidad de vida y reduce la posibilidad de padecer ciertas enfermedades. Rebaja los niveles de estrés, proporciona energía, ayuda a controlar el peso y a mantener activo el cuerpo», sostiene Verdú. Ingredientes imprescindibles para cuidar la fertilidad. Siempre y cuando, recuerda la especialista, se acompañe de una alimentación adecuada.

Sobre esto, la nutricionista Andrea Marqués sostiene que «existen muchas evidencias científicas que relacionan la calidad de semen y óvulos con la exposición continuada a químicos». Es decir, que además de los alimentos que se ingieren hay que tener en cuenta los tóxicos presentes en ellos, como algunos edulcorantes, conservantes, abonos químicos o pesticidas. Eso sin olvidar que hay sustancias que perjudican la salud del aparato reproductor femenino, como la cafeína o la teína, que dificultan la implantación del óvulo.

La edad no reduce la testosterona en el hombre, sino la obesidad y la depresión

DERF Agencia Federal de Noticias de Argentina

La edad apenas supone una disminución de testosterona del 1%, según un estudio de la Universidad de Adelaida

derf.com.ar_541030_352013_58Las causas reales serían otros, como estar obeso o deprimido.
También influye haber dejado de fumar, aunque el beneficio de dejar ese hábito compensa la posible caída de testosterona.

Que los niveles de testosterona bajen en los hombres cuando entran en la tercera edad se ha considerado un hecho cierto. Causa y efecto. Pero la ciencia acaba de señalar que no, que el envejecimiento en el hombre no es sinónimo de un bajo nivel de testosterona.

Esta pérdida no debe asumirse como parte inevitable del envejecimiento.

Un estudio de la Universidad de Adelaida (Australia) señala que las causas de ese descenso no son los años sino el resultado de haber dejado de fumado, mantenerse obeso y estar deprimido.

En la investigación se analizó dos veces, con cinco años de diferencia, los niveles de testosterona de más de 1.382 hombres sanos, de entre 35 a 80 años (la edad media era de 54 años).

Los profesores de Adelaida, con el doctor Gary Wittert a la cabeza, vieron que en realidad los niveles de testosterona no se reducían a lo largo de esos cinco años. De hecho la disminución fue de menos de 1%.

El resultado fue distinto cuando entraron a analizar subgrupos del total de los casi 1.400 hombres. Así vieron que eran otros factores los que sí estaban relacionados con una caída de los niveles de testosterona.

Pese a que dejar de fumar puede reducir la testosterona, su beneficio es enorme.

Concretamente, el estudio determinó que eran los hombres obesos, los que habían dejado de fumar o los que estaban deprimidos, quienes presentaban mayor disminución de testosterona

Por si acaso, Wittert lo aclara: “Pese a que dejar de fumar puede ser causa de una disminución de la testosterona, el beneficio de dejar de fumar es enorme”.

La conclusión fundamental del trabajo de la Universidad de Adelaida es que una pérdida en los de testosterona no debe asumirse como parte inevitable del proceso de envejecimiento.

Trastornos de la reproducción vinculados con la obesidad

Los trastornos que afectan al eje reproductor se vinculan con obesidad tanto en los varones como en las mujeres. El hipogonadismo masculino se vincula con un aumento del tejido adiposo, que muchas veces se distribuye según un patrón más típicamente femenino. En los varones con más del 160% del peso ideal, las concentraciones de testosterona plasmática y globulina ligadora de hormonas sexuales (sex hormone-binding globulin, SHBG) suelen ser bajas, mientras que los niveles de estrógenos procedentes de la conversión de los andrógenos suprarrenales en el tejido adiposo aumentan; en estos casos puede observarse ginecomastia. No obstante, la mayoría de los pacientes conserva la masculinización, la libido, la potencia y la espermatogénesis. En los varones con obesidad mórbida, con un peso superior a 200% sobre el ideal, puede disminuir la testosterona libre.

Desde hace mucho tiempo la obesidad se vincula con alteraciones menstruales en las mujeres, ante todo en aquéllas que presentan depósitos de grasa predominantes en la mitad superior del cuerpo. Los datos más habituales consisten en aumento de la producción de andrógenos, disminución de  a SHBG e incremento de la conversión periférica de andrógenos en estrógenos. La mayoría de las mujeres obesas con oligomenorrea padece un síndrome de ovario poliquístico (poly-cystic ovarian syndrome, PCOS), con anovulación e hiperandrogenismo ovárico; 40% de las mujeres con PCOS son obesas. La mayoría de las mujeres no obesas con PCOS muestra resistencia a la insulina, lo que indica que dicha resistencia, la hiperinsulinemia, o la combinación de ambas, son la causa o contribuyen a la fisiopatología ovárica del PCOS, tanto en las mujeres obesas como en las delgadas. En las obesas con PCOS, el adelgazamiento o el tratamiento con fármacos que sensibilizan a la insulina suele restablecer la menstruación normal. El aumento de la conversión de androstendiona en estrógenos, que es más importante en las mujeres con obesidad de la mitad inferior del cuerpo, podría contribuir a la mayor incidencia de cáncer uterino de las mujeres posmenopáusicas obesas.

Fuente: Artículos de Medicina