Coca-Cola, acusada de financiar a científicos con un discurso sesgado sobre la obesidad

El Mundo, por Cristina G. Lucio

Coca Cola y la obesidadLa polémica está servida para Coca-Cola desde la publicación, el pasado domingo en The New York Times, de un artículo en el que se señala que la compañía ha financiado y apoyado logísticamente a investigadores que sostienen que es principalmente la falta de ejercicio -y no una mala alimentación- la causante de la epidemia de obesidad que vive el planeta.

La productora de refrescos ha donado, según el diario norteamericano, unos 1,5 millones de dólares (1,36 millones de euros) a la recién creada organización sin ánimo de lucro Global Energy Balance Network y, desde 2008, otros cuatro millones (3,6 millones de euros) a los proyectos de dos de sus miembros fundadores -Steven N. Blair y Gregory Hand-; cuyos mensajes dirigidos a la opinión pública y a la comunidad médica ‘exculpan’ en gran medida a la dieta de estar detrás de los problemas de sobrepeso.

«La mayor parte del foco en los medios y la prensa científica es ‘oh, se come demasiado; se come demasiado’, culpando a la comida rápida y a las bebidas azucaradas. Pero realmente no hay una evidencia convincente de que eso sea así», ha señalado Blair recientemente en un vídeo presentando la organización.

Sin embargo, ese mensaje está sesgado y obvia los resultados de investigaciones que han demostrado que la actividad física tiene un impacto mucho menos importante que la dieta en la ganancia de peso, tal y como señalan varios expertos en Nutrición y Salud Pública.

«La agenda de Coca-Cola es muy clara: Consigue que esos investigadores confundan la ciencia y desvíen la atención sobre la ingesta calórica», ha señalado a ‘The New York Times Marion Nestle, profesora de Nutrición de la Universidad de Nueva York.

Por su parte, Barry M. Popking, de la Universidad de Carolina del Norte, ha comentado que estas tácticas recuerdan a las empleadas por la industria tabaquera, que reclutaban a expertos para que se convirtieran en «vendedores de dudas» sobre los riesgos para la salud del tabaquismo.

Desde España, el dietista-nutricionista Aitor Sánchez coincide en criticar las estrategias de la industria alimentaria y de bebidas para conseguir que los mensajes de salud pública sean favorables a sus intereses.

«No es una novedad. Uno de los argumentos que pretenden hacer que cale es el del balance energético, lo que implica poner al mismo nivel cualquier tipo de calorías. Pero lo cierto es que no es lo mismo tomar determinadas calorías a través de un refresco azucarado, que no tiene ningún interés nutricional y que provoca una absorción rapidísima del azúcar, que hacerlo comiendo garbanzos», señala.

«Está demostrado que el sedentarismo por sí mismo no explica la epidemia de obesidad», continúa el también autor del blog Mi dieta cojea. «La mala dieta es lo que está detrás. No hay obesos que coman poco», subraya.

Sánchez recuerda que el caso de Coca-Cola no es aislado ni se limita a Estados Unidos. «El mayor patrocinador de muchos organismos y entidades de Nutrición en todo el mundo es la industria. Es quien financia a sociedades científicas, quien paga sus congresos, quien patrocina sus investigaciones», apunta. Y eso, añade, tiene repercusión en los mensajes que llegan a la población y en los resultados de las investigaciones.

En este sentido, una investigación realizada por científicos de la Universidad de Navarra y publicada en ‘PLoS Medicine’ en enero de 2014 señaló que las conclusiones de los trabajos que analizaban la relación entre consumo de refrescos y aumento de peso eran muy diferentes en función de si se habían financiado o no por compañías del sector.

«Hemos visto que es cinco veces más probable que las revisiones sistemáticas donde los autores reconocen la existencia de un potencial conflicto de interés económico determinen que la relación entre el consumo de refrescos y la ganancia de peso es inconcluyente», indicó a EL MUNDO Maira Bes, profesora del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y principal firmante de la investigación.

Hace algo más de un año, la asociación Dietética sin Patrocinadores, a cuyo nacimiento contribuyó Sánchez, comenzó a denunciar los estrechos lazos que unen a la industria de la alimentación con las sociedades científicas y a abogar por «la divulgación libre e independiente» de la información nutricional.

El problema de la transmisión de mensajes sesgados y confusos sobre alimentación no tiene visos de pronta solución, concluye Sánchez, porque la financiación pública de los ensayos cada vez se reduce más en favor de la privada, lo que abre la puerta a los conflictos de interés.

En un comunicado, The Coca-Cola Company señala que la empresa «tiene una larga historia de apoyo a la investigación basada en la evidencia sobre nuestras bebidas, los ingredientes que usamos e importantes temas como el balance de energía».»Como parte de ese compromiso», continúa el texto, «hacemos equipo con algunos de los principales expertos en los campos de la Nutrición y la Actividad Física. Hacemos un gran esfuerzo para asegurarnos de que proporcionamos apoyo de una manera apropiada y de acuerdo a los estándares fijados por las universidades y las organizaciones con las que trabajamos. Para nosotros es importante que los investigadores con los que trabajamos compartan sus propios puntos de vista y hallazgos científicos, independientemente del resultados, y sean transparentes y abiertos sobre nuestra financiación».

Desnudo y exuberante, Depardieu se mete en la piel de Strauss-Khan para protagonizar una cinta de escándalo

El actor francés que ha actuado en más de 180 películas y fue nominado a un Oscar dijo en un programa de la BBC que no le importaba en lo absoluto su peso. “Estoy maravilloso como estoy”, aseguró Gerard Depardieu y pese su visible obesidad entró en el papel de Dominique Strauss-Kahn –el exdirector del FMI envuelto en escándalo sexual– para protagonizar la película «Welcome to New York» presentada en el festival de Cannes.

EFE / El País
welcome-cartelNo hubo alfombra roja en el Festival de Cannes para la esperada película «Welcome to New York», en la que el director Abel Ferrara relata, en versión libérrima, la lujuriosa vida y el escándalo sexual que apartó del Fondo Monetario Internacional a Dominique Strauss-Kahn (Gerard Depardieu).

«No es porno en absoluto, para que sea porno tienes que ver una gran polla levantada así (brazo en alto)», dijo Depardieu al comentar la cinta tras su estreno.

El filme, mediatizado desde su génesis, no se proyectó en el programa del certamen, sino en el Mercado de Películas, la plataforma aledaña al festival donde la industria cinematográfica hace negocio.

Simultáneamente, la película se estrenó internacionalmente a través de internet, un modelo de explotación global y directo para distribuir una historia de desenfreno brutal en la cúspide del poder financiero que ha dado la vuelta al mundo.

«Nunca me cuestioné la moralidad de mi personaje. Lo que vi es que este hombre no es como yo en absoluto, pero puedo entenderle. Y puedo entender cómo se vuelve cada vez más y más loco», agregó el francés, que se dejó guiar por la «improvisación».

El resultado, buscado o no, es un filme despiadado contra Strauss-Kahn en el que un Depardieu valiente se muestra desnudo artísticamente y que deja que la cámara se entretenga alrededor de su obesidad.

«Sabes que estás enfermo, pero no quieres ir al doctor», comentó el intérprete, que reconoció saber lo que es entrar en «una dinámica de autodestrucción».

La cinta, que emplea siempre nombres ficticios y que ha encontrado incontables obstáculos para llegar al público, según denuncian sus autores, se estrena exactamente tres años después de la demanda por agresión sexual. El procedimiento civil se cerró con una indemnización millonaria por su parte a favor de Nafissatou Diallo, la camarera que le acusó de intentar violarla.

Aunque finalmente fue desestimada, la demanda precipitó la salida de Strauss-Kahn del FMI, aireó su libérrima vida privada y desencadenó una serie de diferentes denuncias relacionadas con asuntos de cama y poder, de las que solo una sigue pendiente.

Tras el estreno de la película, el abogado de Strauss-Kahn anunció que presentará una demanda por difamación por las insinuaciones que contiene la cinta.

El filme, que mete a Depardieu en la piel de Strauss-Khan aunque le llama “Deveraux”, retrata la insaciable sed sexual del protagonista. Nada más llegar a un hotel de Nueva York le esperan tres prostitutas en su suite, a las que luego sustituyen otras dos. Tras una noche de pasión, la mañana siguiente, Deveraux se abalanza sobre la camarera que acude a limpiar su habitación e intenta abusar de ella.

El actor con más caché de Francia cobró solo 100.000 euros por la interpretación de un hombre al que desprecia profundamente. No lo esconde y se ofreció a rodar gratis.

A partir de un guión trabajado por un psiquiatra y psicoanalista, se limita a describir el estilo de vida del político.

Se va adentrándose lentamente en la mente del que fue un brillante idealista sumido en una espiral de egoísta: el todopoderoso que prefería las orgías a jugar al golf.

Nueva Zelanda podría deportar a un sudafricano por su obesidad

Es un «riesgo» para el sistema sanitario

Europa Press
Las autoridades de inmigración neozelandesas han desestimado una petición de prórroga del permiso de trabajo de sudafricano que vive en el país porque sus 130 kilos de peso suponen un «riesgo» para el sistema sanitario público.

   El afectado es Albert Buitenhuis, quien trabaja como chef y llegó hace seis años a Nueva Zelanda, y, según la notificación que ha recibido, no tiene «un estándar aceptable de salud», informa la prensa australiana.

«Es importante que todos los inmigrantes tengan una salud aceptable para minimizar los costes y las cargas para el servicio de salud de Nueva Zelanda», ha indicado un portavoz de las autoridades migratorias quien ha destacado la propensión a diabetes, hipertensión y enfermedades cardíacas de los obesos.

El hombre ha recurrido la decisión y espera que le renueven el visado. «Es irónico ahora que pesa menos que cuando llegamos a Nueva Zelanda, menos que en la primera revisión sanitaria» a la que fue sometido, ha explicado la mujer de Buitenhuis, Marthie, quien asegura que su marido ha perdido 30 kilos en los últimos seis años.

Hasta ahora sus visados de trabajo habían sido renovados «sin problemas», según Marthie. «Los hemos pedido año tras año y no pasó nada. Nunca mencionaron el peso de Albert ni su estado de salud pese a que entonces pesaba más», ha argumentado.