Un ayuno de Semana Santa que favorece la longevidad

Periodista Digital, por Juan Luis Recio 

El Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) destaca la importancia de la práctica milenaria del ayuno para la regeneración celular y sugiere una pauta de ayuno de Viernes Santo enfocada en la longevidad que se puede realizar de forma mensual.Y es que, nos dicen en el IMEO, que tener una edad muy avanzada hoy no es obstáculo para convertirse en el presidente de Estados Unidos, como demostró Joe Biden en sus 78 años, u ostentar el trono británico que ocupa la reina Isabel II que cumple 95 años. El creciente número de personas que envejece a un ritmo más lento en la actualidad nos deja ante un nuevo paradigma, el de la longevidad, donde el buen estado de salud y la condición física difiere visiblemente de la edad cronológica.

Por ello, ahora que4 estamos entrando ya en la Semana Santa y pensando en la salud de nuestros mayores que se han visto más vulnerables en la pandemia de coronavirus, los expertos en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) sugieren una pauta de ayuno enfocada en la longevidad, explicando los múltiples beneficios que tiene esta práctica milenaria para la regeneración celular. “La genética puede condicionar nuestra esperanza de vida y dificultad para enfermar de un 10 a un 30 por ciento; el resto depende de diferentes factores ambientales y del estilo de vida que se lleve”, señala Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto, recalcando en la importancia de la alimentación saludable y el deporte a la hora de influir en la incidencia de enfermedades, preservar la función cognitiva o mantener el tono muscular.

A medida que una persona se hace mayor, en su ADN se produce acúmulo de daños, acompañados por algunos efectos propios del envejecimiento, como el descenso en la capacidad física y mental o el aumento del riesgo de enfermedad. No obstante, existen moléculas orgánicas que pueden influir en nuestra longevidad, como son la enzima sirtuina, que ayuda a reparar nuestro genoma y en prevenir enfermedades degenerativas, o la hormona adiponectina, con efecto antiinflamatorio, que se asocia a esperanzas de vida más largas, al reducir el riesgo de diabetes y ateroesclerosis. “Hoy en día sabemos que podemos influir positivamente en nuestro destino, si elevamos los niveles de esta última hormona con la ingesta de alimentos ricos en grasas insaturadas, presentes en alimentos como el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos, el aguacate, los pescados azules y las semillas”, explica.

Por otro lado, para disfrutar de una larga vida es imprescindible evitar dentro de lo posible las situaciones que pueden desencadenar estrés continuado. Se estima que el 95 por ciento de las enfermedades crónicas se deben precisamente al estrés crónico que puede acelerar el acortamiento de nuestros telómetros, situados en el extremo de los cromosomas que actúan como barrera protectora de nuestro material genético. El mantenimiento de su integridad nos permite tener una mayor protección frente a los procesos degenerativos y un menor riesgo de padecer de enfermedades.

Por ello, es importante evitar la alteración de hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol que pueden reducir considerablemente nuestra expectativa de vida. Un aumento en los niveles de la adrenalina y la noradrenalina, por ejemplo, puede favorecer ciertas mutaciones negativas del ADN y la aparición de células cancerígenas, mientras que el cortisol alto puede debilitar el sistema inmune y conllevar a la aparición de enfermedades como gastritis, hipertensión o déficit de memoria. Para combatir el estrés se aconseja practicar meditación, ejercicio físico regular, hábitos saludables de sueño y dieta adecuada, priorizando alimentos ricos en fenilalanina, como pollo o arroz integral; triptófano, como lácteos o huevos; magnesio, como cereales integrales, legumbres o semillas; y vitamina C, como cítricos.

Muchos estudios coinciden en que podemos influir en nuestro cuerpo mediante el ayuno para beneficiarnos de una serie de efectos y reacciones acuñadas durante nuestra evolución genética. “Se trata de un mecanismo desarrollado por el cuerpo humano en el Paleolítico, en épocas de hambruna que nos permite sobrevivir en situaciones donde hay falta de alimentos y factores medioambientales negativos”, explica Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del IMEO. Cabe recordar que en 2016 el científico japonés Yoshinori Ohsumi ganó el Premio Nobel de Medicina por profundizar en el estudio de la autofagia (significa ‘comerse a sí mismo’ en griego), un proceso de limpieza celular desencadenado tras un ayuno prolongado que ayuda anuestro organismo a librarse de las proteínas inservibles acumuladas que a la larga pueden dar origen a enfermedades.

La autofagia está relacionada con el envejecimiento y la regeneración celular, la regulación de la temperatura corporal, la homeostasis (el equilibrio entre los sistemas a nivel interno que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente), el estrés oxidativo y los antioxidantes, la respuesta inmunitaria contra los patógenos y el cáncer. Las principales funciones beneficiosas de la autofagia se producirían en la parte de la célula denominada citoplasma que rodea el núcleo y cuenta con diferentes componentes, como las mitocondrias y los orgánulos. “Durante el ayuno sucede una extracción de aquellos orgánulos deteriorados que ya no funcionan bien y posteriormente se hace una renovación de estos componentes, con lo cual se retrasaría el envejecimiento de la célula y sus partes dañadas o deterioradas serían eliminadas y sustituidas por regeneradas, componentes nuevos recién creados”, explica Bravo.

El primer beneficio se produce a partir de las 12 horas de ayuno, cuando hay una activación del lipolisis, es decir, el uso de la grasa como fuente de energía que muchas personas utilizan para perder peso. El efecto de la renovación celular empieza a partir de las 16 horas de ayuno, así como de tejidos de partes del sistema nervioso y del sistema musculo-esquelético. Es cuando se observa la eliminación de proteínas y orgánulos dañados dentro de la célula y del citoplasma que a largo plazo pueden producir patologías. Es a partir de las 22 horas de ayuno cuando empieza el efecto regenerativo que destaca con la creación de células madre con todos los beneficios que esto conlleva.

“Para conseguir estos beneficios es muy importante tomar gran cantidad de agua para depurar y ayudar al sistema linfático y el sistema renal a eliminar todos estos desechos que se activan de una manera potencial cuando estamos en períodos de ayuno”, añade el experto. Igualmente se pueden tomar infusiones, caldos de verduras, café y té sin cafeína y teína, sin añadirles leche, azúcares o edulcorantes.

Las directrices de la Iglesia Católica establecen que el Viernes Santo es día de abstinencia y ayuno, lo que implica consumir solo líquidos o una única comida sólida al día, renunciando a la carne y estando permitidos pescado, lácteos, huevos y productos de grasa animal. Este año, pensando en la salud de nuestros mayores que se han visto más vulnerables por la pandemia del coronavirus, la nutricionista del IMEO Andrea Marqués sugiere realizar una pauta de ayuno que favorece la longevidad, abundante en fuentes proteicas vegetales de fácil digestibilidad, frutas y verduras, ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes naturales, una verdadera píldora antiedad. Este tipo de pauta podría repetirse, sin suponer ningún problema para la salud, mensualmente e incluso quincenalmente, siendo conveniente el consumo de proteína en al menos una ingesta del día y una correcta hidratación a lo largo de la jornada.

Para comenzar la nutricionista plantea un desayuno líquido, pero muy nutritivo: batido de bebida vegetal de almendras, semillas de chía, fresas y plátano que nos proporcionará un gran aporte de vitaminas y minerales desde la primera hora del día. “Las semillas de chía son ricas en antioxidantes naturales y una buena fuente de fibra; la almendra destaca por su aporte de calcio; las fresas, por la vitamina C; y el plátano, por el potasio”, explica la nutricionista. Pasadas dos o tres horas, se puede tomar unzumo de naranja y pomelo, ricos en fibra y vitamina C que nos proporcionará una buena dosis de energía.

A la hora de comer, lo ideal para la ocasión sería un potaje de vigilia con garbanzos, espinacas y bacalao desalado, finalizando con una infusión digestiva. Los garbanzos son un alimento muy nutritivo y saciante. Excelente fuente de proteína vegetal con alto contenido en fibra, ayudan a equilibrar el colesterol y son ricas en vitaminas del grupo B e hierro. “En combinación con el bacalao, ofrecen un perfecto aporte de aminoácidos esenciales procedentes de fuentes proteicas animales y vegetales”, apunta la nutricionista.

Fuera de Semana Santa se puede mantener el esquema de tomar a la hora de comer legumbre combinado con verduras y proteína procedente de huevo o pescado. Los platos que recomienda la nutricionista son: ensalada de garbanzos con pimiento rojo, tomate, pepino y cebolla picada y una lata de atún al natural; garbanzos salteados con calabaza y brócoli y una lata de caballa al natural; ensalada de alubias con aguacate, tomate, rabanitos, queso fresco y huevo cocido; sopa de arroz con verduras en juliana (zanahoria, patata, puerro y cebolla) con tofu (opción vegana); y crema de calabaza con garbanzos enteros salteados y huevo cocido.

Como merienda se puede tomarun yogur bebido proteico. Nos permitirá elevar la ingesta de proteínas diaria, que puede ser insuficiente cuando realizamos una pauta de ayuno y, además, nos aportará calcio y vitamina D. “Finalizaremos el día con una crema de verduras natural de muy bajo contenido calórico y propiedades diuréticas, hecha de calabacín, cebolla y puerro; tomando de postre una onza de chocolate negro para estimular la secreción nocturna de serotonina”, explica Marqués. El postre en la cena en un día de ayuno podría sustituirse por alguna de las siguientes opciones: un vaso de leche semidesnatada o desnatada sola o con pizca de canela o cacao puro, yogur natural de soja o coco, bebida vegetal con base de frutos secos (almendras, avellanas, nueces) sin azúcar añadido, puñado de almendras al natural o tostadas o 3 nueces.

Apostar por los cereales integrales para ganar en salud

Evitar el estreñimiento. Ésa es la función que la población española atribuye a los cereales integrales. Sin embargo, aportan mucho más: previenen la obesidad, la diabetes tipo 2 y colaboran en la mejora de los niveles del colesterol, aumentando el ‘bueno’. Estas virtudes hacen que los expertos en Nutrición opten por aconsejar la versión integral de panes, pastas, arroces y cerereales de desayuno antes que la refinada, gracias a los diferentes tipos de fibra que contienen.

Correo Farmacéutico, por Ana Callejo Mora
pan de centenoMuchas son sus ventajas para la salud y pocos sus fieles consumidores. Los cereales integrales previenen la obesidad, la diabetes tipo 2 y ayudan a mejorar el colesterol, además de combatir el estreñimiento. De ahí que los expertos en Nutrición consultados por CF destaquen sus bondades y defiendan su ingesta por encima de la de los cereales refinados. “Por su contenido en fibra, los cereales integrales son fundamentales para no absorber una parte del colesterol y para evitar la diabetes de la madurez, uno de los componentes del síndrome metabólico (factor de riesgo en enfermedad cardiovascular). Por otro lado, contienen betaglucanos, que regulan los niveles de colesterol en sangre, elevando el tipo HDL -el bueno-. Esas serían razones suficientes para consumirlos habitualmente”, afirma María Elisa Calle, coordinadora del comité científico del Programa Alimentación y Salud de la Fundación Española del Corazón (Pasfec).

En los últimos años, “se ha encontrado que el consumo de, al menos, una ración diaria de cereales integrales -ya sea en forma de pan, galletas, arroz, pasta o cereales de desayuno- disminuiría la mortalidad global”, informa Calle.

Rubén Bravo, experto en Nutrición y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), entra en detalle al enumerar los beneficios de los integrales: “Son mucho más saciantes, principalmente por su mayor contenido en fibra, siendo de 2 a 6 veces mayor que en las versiones incompletas, por lo que se alcanza la sensación de hambre con una cantidad de alimento mucho menor.     Ayudan a estabilizar los niveles de azúcar en sangre tanto por su alto contenido en fibra como por su menor índice glucémico, colaborando en la prevención de la diabetes tipo 2”.

Otro efecto metabólico de “los distintos tipos de fibras es que pueden mejorar el control glucémico en los diabéticos”, relata Irene Bretón, del Área de Nutrición de la  Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Además, “los niveles de glucemia sostenidos en sangre favorecen también la estabilidad anímica y emocional”, indica Bravo.

Asimismo, según el experto en Nutrición, “los integrales aportan muchísimos más minerales, vitaminas y oligoelementos. Mientras que el pan blanco contiene 8 sustancias fitoquímicas, el pan integral tiene hasta 800”.

RIESGOS DEL CONSUMO EXCESIVO
A pesar de que otro de los efectos positivos de los cereales integrales es combatir el estreñimiento y la inflamación abdominal, los expertos advierten de que un consumo excesivo puede provocar flatulencias y molestias abdominales. “La fermentación de la fibra produce gases, que en algunas personas pueden resultar muy molestos. Este efecto se produce más cuando la fibra es insoluble y se añade a los alimentos. Tomada en cantidades grandes, la fibra insoluble puede atrapar cationes divalentes (calcio, magnesio y zinc) y favorecer el riesgo de deficiencia de estos nutrientes”, explica Bretón. Para evitar las flatulencias, la experta de la SEEN aconseja incorporar los alimentos integrales a la dieta en la infancia para acostumbrarse. El consejo de Calle es que “se incremente la ingesta de agua para evitar alteraciones del ritmo intestinal (diarrea y estreñimiento)”.

Bravo añade otro posible riesgo, destacando que “el aporte calórico de los integrales es muy elevado en comparación con el de las verduras. Por ejemplo, 100 gramos de arroz equivalen a unos 2 kilos de lechuga”. Por contra, “el metabolismo tarda más tiempo en convertirlos en grasa, al proporcionar energía de manera moderada durante más tiempo, lo que permite consumir dicha energía antes de que el cuerpo la almacene en forma de grasa”.

Basándose en las evaluaciones que realizan en el IMEO, Bravo considera que la población española no está concienciada sobre esos efectos positivos de la ingesta de integrales. “La población conceptúa estos alimentos como más saludables, pero no conoce realmente sus beneficios concretos, ni las cantidades mínimas y máximas que debe consumir”, dice el experto, denunciando que  “muchos productos confunden en sus presentaciones, sobre todo en panes y galletas, donde venden integral o de semillas a cambio de productos manufacturados principalmente con harinas blancas y cantidades muy pequeñas de salvados integrales”. Por su parte, Bretón considera que “la población conoce en general que la ingesta de integrales resulta beneficiosa para la salud, pero es probable que piense que su principal papel, si no el único, es prevenir el estreñimiento”.

CANTIDAD DE FIBRA NECESARIA
En cuanto a la cantidad diaria de fibra recomendada, Bretón señala que “son 14 gramos por cada 1.000 calorías y tienen que estar distribuidos en los alimentos. El pan, las galletas y cereales del desayuno que consumamos deberían ser integrales. En cambio, si tomamos las suficientes legumbres y verduras, podríamos elegir el arroz y la pasta refinados. Hay que encontrar el equilibrio en el aporte de fibra”.

Al respecto, Bravo especifica que “las cantidades diarias variarán en gran medida dependiendo de nuestra edad, composición corporal y actividad física diaria. Recomiendo que los hidratos de carbono consumidos al día se ajusten aproximadamente al 50 por ciento de las calorías totales ingeridas, y de estos hidratos de carbono escoger entre las frutas y verduras de bajo índice glucémico y los cereales integrales”.

Además, Bravo aconseja que los alimentos integrales sean distribuidos en dos raciones para el desayuno y una para la comida, “evitando, en lo posible, consumirlos a partir de las 18:00 horas, pues, según los estudios sobre el biorritmo, es cuando comenzamos con la fase de regeneración, y la disposición del organismo se orienta al descanso, centrándose en la reparación celular y la optimización del sistema inmunitario, siendo la demanda energética menor. Los alimentos que proporcionan vitalidad extra deberían reducirse en merienda y cena”.

La distribución de 2.000 kilocalorías
Una persona media con un consumo calórico diario de unas 2.000 kilocalorías tendría que destinar unas 1.000 kilocalorías a los hidratos de carbono, pudiéndolas distribuir de la siguiente manera.

– 5 raciones de fruta o verdura: 250 kilocalorías
– 3 raciones de alimentos integrales a elegir de la siguiente lista:

Dos rebanadas de pan integral (100 gramos)
Una guarnición de arroz integral (100 gramos)
Una guarnición de pasta integral (100 gramos)
Cereales integrales (100 gramos)

En 5 ideas
1. Virtudes:
Los cereales integrales previenen la obesidad, la diabetes tipo 2 y ayudan a mejorar el colesterol, reduciendo el riesgo cardiovascular. Además, luchan contra el estreñimiento.

2. Reducen la mortalidad:
El consumo de, al menos, una ración diaria de cereales integrales -ya sea en forma de pan, galletas, arroz, pasta o cereales de desayuno- reduciría la mortalidad global.

3.Sacan Más
Los integrales son mucho más saciantes por su mayor contenido en fibra, siendo de 2 a 6 veces mayor que en las versiones incompletas o refinadas de los alimentos.

4. Flatulencias:
Los expertos advierten de que un consumo excesivo de cereales integrales puede provocar flatulencias y molestias abdominales. Este efecto se debe a la fermentación de la fibra.

5. Desconocimiento:
La población conoce en general que la ingesta de integrales resulta beneficiosa para la salud, pero es probable que piense que su principal papel es evitar el estreñimiento.