La inflación estrangula también a los comedores escolares con menús saludables más caros

La Sexta

El encarecimiento de la cesta de la compra provoca que en los comedores escolares con el mismo dinero ya no se puedan comprar las mismas cosas.

La directriz del Gobierno de alcanzar un 45% de productos de verdura y hortalizas para fomentar una alimentación saludable en los colegios gusta a los nutricionistas. La pregunta es cómo hacerlo con los precios de la cesta de la compra disparados. Y es que la inflación estrangula también a los comedores escolares.

Desde el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, el nutricionista Rubén Bravo alerta de que la inflación actual va a interferir de manera directa en los beneficios que pudieran tener las empresas que hacen los menús, y esto podría conllevar un deterioro de la calidad de los productos del menú o una subida de su precio.

De hecho, ya hay seis comunidades autónomas que este curso aumentan los precios del comedor escolar en las escuelas públicas. Andalucía, Asturias, Cataluña, Castilla y León, Extremadura y Murcia.

Y a la vez que suben la inflación y el valor de los menús, también lo hacen las peticiones del Ministerio de Consumo que recientemente ha impulsado una normativa para que el 45% de los alimentos sean frutas y verduras en 2023.

Hoy el 11% son frutas y verduras, 14% carnes y pescados, 2% lácteos, 6% legumbres, 16% procesados y 24% cereales y refinados, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Advierten desde la institución que para mejorar la calidad hay dos maneras: bajando beneficios de las empresas que preparan menús, o haciendo que los padres paguen mas por un menú de mayor calidad.

Lo cierto es que estos menús escolares suponen una oportunidad de de garantizar una comida sana al día, especialmente a los niños y niñas que vienen de familias vulnerables. Además, en países donde se ofrecen de forma gratuita o a bajo coste se ha comprobado que permite a los alumnos socializar más, acudir más al centro y contribuye a disminuir el fracaso escolar y el abandono.

¿Cómo alimentar a los niños para que no les falte ningún nutriente?

Los niños europeos entre 1 y 4 años tienen déficit de hierro, vitamina D o grasas buenas como el omega3 pero ingieren más azúcar o grasas saturadas de lo que deberían

La Vanguardia, por Neus Palou

lavanguardia_g_3135628141-kffb-656x625lavanguardia-webVuelta al cole y vuelta a los desayunos con cereales azucarados, los bollos del recreo y meriendas llenas de dulces. No siempre lo que se fabrica dirigido a la alimentación infantil es lo mas adecuado para la dieta de nuestros niños.

Ahora que empieza un nuevo curso hay que plantearse si ofrecemos una alimentación sana y equilibrada a nuestros hijos para que crezcan sin ninguna carencia nutricional. Pero, los datos que se han ido publicando en los últimos años reflejan que no lo hacemos demasiado bien.

En enero la OMS advertía que 41 millones de niños menores de cinco años sufren obesidad. El Proyecto Europeo Nutrimenthe, que en los últimos años ha estudiado los hábitos nutricionales de más de 25.000 niños, detectó que los niños europeos entre 1 y 4 años no alcanzan las ingestas recomendadas de nutrientes esenciales como el hierro, la vitamina D y los ácidos grasos poliinsaturados (omega3).

“En la etapa escolar, sobre todo, es donde se establecen los hábitos alimenticios y es por este motivo que la dieta debe estar orientada a educar nutricionalmente al niño. También es muy importante en esta época coger el hábito de realizar algún tipo de actividad física, evitando así el sedentarismo” aconseja la nutricionista Marta Sanz.

Es obvio decir que la alimentación de los niños es algo fundamental para su desarrollo físico y mental. No siempre es fácil hacer que los niños coman variado y sano, pero la clave está en saber que les conviene y no rendirse. La nutricionista Marta Sanz nos explica como debe ser una alimentación adecuada para los pequeños de la casa.

Empezando el día con energía

La dieta de un niño debe incluir alimentos de todos los grupos de la pirámide de la alimentación saludable y es muy importante que se hagan 5 comidas al día.

El desayuno es la comida más importante del día y es recomendable que salgan desayunados de casa. Marta Sanz propone un desayuno que contenga un vaso de leche con cereales, o galletas tipo maría, o unas tostadas. A media mañana podrían llevar a la escuela o un bocadillo o si por la mañana no han comido ninguna pieza de fruta, sería un buen hábito a incorporar.

Los niños que acuden al colegio sin desayunar o sin realizar un desayuno completo, a la larga, engrosan las cifras de sobrepeso y obesidad infantil, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, IMEO, y el Estudio Aladino 2013 que cita la ausencia de desayuno, junto al sedentarismo, como las principales causas de los kilos de más.

Comida y cena, variedad de alimentos

Tanto la comida como la cena deben incluir alimentos del grupo de los vegetales, farináceos, carne o pescado o huevos y una pieza de fruta o un lácteo. Por ejemplo, una buena comida podría ser una ensalada, macarrones con carne y una manzana. Una buena cena sería, verdura al vapor, una tortilla con pan y un yogur.

“El aporte de proteínas (carne, pescado, legumbres, etc) debería ser entre el 12-15% del aporte energético del día y se debería potenciar el aporte de proteína de origen vegetal que encontramos en las legumbres y los cereales. Además, es importante no ser generoso en el tamaño de las raciones de carne y pescado” advierte Sanz.

También es importante recordar que es mejor cocinar o aliñar con aceite de oliva que con mantequilla, que se debe evitar el exceso de sal, y que el agua debe ser la principal bebida para acompañar las comidas.

Meriendas con poco azúcar

Sanz recomienda que para merendar deberíamos incluir o un lácteo o una pieza de fruta, según lo que haga el niño de postre para la comida o la cena. Y también se debe incluir un alimento que aporte hidratos de carbono. Un ejemplo de una merienda sana sería un bocadillo de queso y una pieza de fruta.

Un punto importante para evitar la obesidad infantil y reforzar unos buenos hábitos es limitar el consumo de azúcares, restringir golosinas y bebidas refrescantes. La directriz de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el consumo de azúcares, recomienda que los azúcares añadidos no supongan más del 10% de las calorías que se tomen cada día. Y apuesta por que el umbral sea del 5% de la ingesta calórica, lo que equivale a unos 25 gramos de azúcares añadidos al día, o no más de seis cucharillas.

Comer de ‘tupper’ sin unas normas nutricionales básicas puede favorecer la obesidad infantil

Europa Press

El portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), Ruben Bravo, ha advertido de que comer de ‘tupper’ sin establecer unas normas nutricionales básicas puede favorecer la obesidad infantil.

   «Cuando se trata de menores, el concepto ‘del pan de cada día’ va mucho más allá; ya no se trata solo de satisfacer el hambre, sino una serie de necesidades nutricionales que contribuyen en el crecimiento y el desarrollo físico e intelectual», ha remarcado Bravo.

   En su opinión, en el menú diario de un niño no tiene que faltar lo imprescindible: un ‘puñado’ de hidratos de carbono, tres ‘puñados’ de verdura y una proteína del tamaño de la palma de la mano. «La clave es hacer que no se aburran con el mismo plato e ir variando con las recetas, por ejemplo, ofrecer el pollo a la plancha, en trocitos en la ensalada, en una salsa que no engorde, como sopa o en croquetas», ha recomendado

   Dicho esto, ha subrayado la obligación de los padres de transmitir valores y conocimiento a la hora de comer o preparar el ‘tupper’. «Los niños comen más por la vista y podemos explicarles que el hecho de que la verdura, por ejemplo, tenga más color, les indica que también tiene más propiedades», ha señalado.

   En España, el 19 por ciento de los niños son obesos, según datos de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid; en este sentido, este experto ha lamentado que, durante la última década, se esté atendiendo más casos de obesidad infantil en consulta.

   «Hemos trabajado mucho para corregir malos hábitos y conductas alimenticias en menores e incluso hemos acudido a colegios públicos y campamentos urbanos de verano para supervisar el menú escolar y asegurarnos que éste es equilibrado y saludable», ha asegurado.

   Así, algunos hábitos como comer habitualmente delante del televisor, consumir en exceso bebidas y refrescos azucarados, ingerir muchas golosinas y dulces o llevar una vida sedentaria, fomenta la obesidad. Además, si los escolares duermen menos de las 9 horas recomendadas o comen productos de mala calidad también puede darse este hecho.

La obesidad infantil, un problema que se genera en casa

 Comer del ‘tupper’ en el colegio puede favorecer la obesidad infantil, si se carece de cultura nutricional, advierten los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO)               

  • En España el 19% de los niños son obesos, en EEUU el 16%, según datos de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid.
  • Tan solo el 75% de los niños españoles come una fruta al día y un 24% pasa hasta dos horas diarias viendo la televisión o delante del ordenador, según un estudio de la Fundación Thao.
  • Casi el 50% de los niños en edad preescolar (de 2 a 6 años) afirma consumir verduras al menos una vez a la semana, según el estudio IDEFICS  2011 financiado por la Comisión Europea.

Con el comienzo del curso escolar y el polémico uso del ‘tupper’ en los comedores escolares se ha reabierto el debate sobre las causas de obesidad infantil y su tendencia al alza durante los últimos quince años. ¿Han de llevar los niños su comida al mediodía en el cole y quién va a controlar qué comen? ¿Dónde van a conservar y calentar el contenido de su ‘tupper’? ¿Se debe pagar o no un suplemento por el uso de las instalaciones del comedor, aunque se prescinda del menú? Son muchas las preguntas que quedan por solucionar por parte de las administraciones autonómicas, pero la gran preocupación de los expertos en nutrición infantil y educación alimentaria es que una cosa tan sencilla, como es la de preparar la tartera, puede resultar considerablemente complicada, si se carece de cultura nutricional. ¿Están lo suficientemente preparados en materia de nutrición los padres de los niños que sí, acudirán al cole con su fiambrera?

Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) y especialista en nutrición, comparte su temor que el ‘tupper’ puede convertirse en otra causa más a favor de la obesidad entre los menores, si el asunto no se toma en serio. “Durante la última década estamos atendiendo cada vez más casos de obesidad infantil en consulta. Hemos trabajado mucho para corregir malos hábitos y conductas alimenticias en menores e incluso hemos acudido a colegios públicos y campamentos urbanos de verano para supervisar el menú escolar y asegurarnos que éste es equilibrado y saludable”, explica Bravo.

En este comunicado destinado a los medios hemos considerado necesario identificar y analizar las 10 causas habituales por las que se origina la obesidad infantil. Y la conclusión es –eso hay que decirlo– que el problema se genera en casa, allí es donde debemos remediarlo.   

Las 10 causas habituales de la obesidad infantil

  1. Comer de forma habitual delante del televisor.

Es totalmente desaconsejable comer mientras se ve la televisión, ya que el contenido habitual de éstas “comidas rápidas” suele ser de un bajo nivel nutricional y escasa preparación y se da más importancia a lo que ponen en la pantalla que a lo que se come eneste momento. 

  1. Consumir en exceso bebidas y refrescos azucarados.

Hace 20 años los menores consumían estas bebidas de forma excepcional, en celebraciones o fines de semana. Actualmente es difícil encontrar un menor al que le guste más el agua, hemos sustituido éste bien imprescindible por bebidas cargadas de azúcares, gases y edulcorantes, añadiendo muchas calorías extra al día que no alimentan y estimulan con su exceso la secreción de insulina.                                           

  1. Ingerir en exceso golosinas y dulces y aumento de la tendencia a la diabetes.

Galletas de chocolate, bollería industrial, helados, chuches, pasteles son los alimentos que han sustituido en desayuno, media mañana, meriendas y postres a las tan saludables y variadas frutas. Traduciendo esto al lenguaje nutricional, estamos privando a nuestros hijos de una gran cantidad de vitaminas y minerales, reemplazándoselas porun exceso de grasas insaludables y azúcares que aumentarán su tendencia a la diabetes. 

  1. Declive del consumo de frutas y verduras.

La recomendación saludable para aquellos que están en edad de crecimiento es de 5 raciones de fruta y verdura diarias. Según el estudio IDEFICS  2011 financiado por la Comisión Europea, alrededor del 50% de los niños en edad preescolar (de 2 a 6 años) afirma consumir verduras al menos una vez a la semana, dato que se reduce en un 20% en países como Chipre o Italia, siendo en edades posteriores aún menor el uso de la verdura como alimento de consumo prioritario. “Nuestras abuelas manejaban hasta cien productos y el alimento fresco que venía del huerto era básico”, concreta Bravo. Ahora, en cambio, tenemos un abanico de alimentos tan amplio, que no sabemos seleccionar bien a la hora de llenar la sesta de la compra. Priorizamos el consumo diario de carne y derivados y nos olvidamos de las verduras.                                                                                                                                            

  1. Más tiempo delante de la pantalla en detrimento de los “juegos tradicionales” al aire libre.  

El sedentarismo alcanza datos de entre 2 y 5 horas dedicadas a las últimas tecnologías en vez de a las actividades al aire libre. Por un lado se ingieren más calorías y de peor calidad, y por otro a penas las queman, ya que pasan la mayoría del tiempo sentados delante de “la caja tonta”. La falta de actividad física no sólo ayuda al sobrepeso de nuestros hijos, también aumenta sus niveles de estrés y ansiedad, problemas de sueño, tendencia depresiva e inapetencia por realizar sus obligaciones, deterioro muscular y un largo etcétera lleno de desequilibrios físicos y emocionales. 

  1. Menos horas de sueño, por debajo de las 9 horas recomendadas a los escolares.

Y los datos en Europa son claros, los menores que duermen menos de 9 horas cada noche, tienen un mayor riesgo de padecer exceso de peso, entre otras cosas porque estas horas que restan de su sueño, las dedican a ver la televisión o jugar a la videoconsola, todo ello aderezado con “comida rápida”. Es en la noche cuando la Hormona de Crecimiento (GH) actúa a pleno rendimiento, inducida por el sueño profundo y el descanso. 

  1. Menos calidad de la comida en familias monoparentales o con bajos ingresos.

Innumerables estudios europeos nos indican una relación directa entre los bajos ingresos familiares y el mayor número de casos de obesidad y sobrepeso infantil, al igual que en familias monoparentales o con padres divorciados. Teóricamente, el encarecimiento de la cesta de la compra en alimentos primarios como la fruta, la verdura, o el pescado son una traba más que se suma a la dejadez por parte de los padres en la educación y alimentación de sus hijos. Una pieza de fruta no es mucho más cara que un bollo, o un plato de verduras más que una pizza. 

  1. Aumento de los casos de obesidad adulta.

Las costumbres y hábitos de los padres condicionan en gran medida de forma positiva o negativa en las de sus hijos. Los adultos son los que deciden qué alimentos entran en casa, cómo se comen y cuándo se comen. Pordesgracia, la mayoría de los casos nos indican que padres obesos suelen provocar que sus hijos sean obesos también, y no sólo por la tendencia genética que en 3 o 4 generaciones ya es patente, sino también por la poderosa influencia que los padres tienen sobre sus hijos en ámbitos tan importantes como son la alimentación o la actividad física. 

  1. “Corrupción” de las preferencias gustativas de los menores.

Los alimentos ricos en grasas y azúcares estimulan los niveles de dopamina (neurotransmisor que regula la sensación de felicidad), proporcionan energía rápida y contribuyen a que nuestras papilas gustativas se adapten a los sabores excesivamente dulces, por lo que un alimento bajo en estos ingredientes tendrá menos sabor y nos resultará más insulso, además de no proporcionarnos esa sensación temporal de satisfacción. Esto explica porqué a nuestros hijos les gusta más un donuts o una pizza que una ración de fruta y verdura. Su cerebro y sus sentidos gustativos se ven más “atraídos” por su forma, aroma, color y sabores que por una pieza de fruta de toda la vida. Al fin y al cabo, son productos creados por la industria alimentaria con el fin de llamar la atención de los más pequeños y, en ocasiones, esconden un riesgo adictivo. 

  1. “Entorno hostil” para los que quieren llevar una vida saludable.

Nuestros pequeños son esponjas absorbiendo información. Por ello es muy importante “predicar con el ejemplo” e intentar a neutralizar los factores negativos que influyen sobre sus apetencias nutricionales, como pueden ser losanuncios televisivos de comida chatarra, la variada oferta de dulces en pie de la calle o la merienda del compañero de clase, rica en azúcares y grasa. Este es un entorno hostil para los menores que aún están formando sus hábitos y personalidad.

Algunas reglas básicas a la hora de preaprar el ‘tupper’

Los recortes en el sistema educativo en España y la incertidumbre en torno a las becas del comedor, han dejado la posibilidad de que los alumnos acudan al colegio con su propio ‘tupper’. Sin una
normativa que regule el uso de la fiambrera y su contenido a nivel nutricional, queda responsabilidad exclusiva de los padres educar a sus hijos en la difícil tarea de comer bien, de forma sana y equilibrada. “Cuando se trata de menores, el concepto “del pan de cada día” va mucho más allá; ya no se trata sólo de satisfacer el hambre, sino una serie de necesidades nutricionales que contribuyen en el crecimiento y el desarrollo físico e intelectual”, remarca Bravo. Es deber de los padres transmitir valores y conocimiento a sus hijos, también a la hora de comer o preparar el tupper. 

Los niños comen más por la vista y podemos explicarles que el hecho de que la verdura, por ejemplo, tenga más color, les indica que también tiene más propiedades. En el menú diario de un niño no tiene que faltar lo imprescindible: un puñado de hidratos de carbono (pasta, pan, patata); tres puñados de verdura (calabacín, pimientos, frijoles verdes, zanahorias, espinacas, acelgas, tomate); una proteína del tamaño de la palma de nuestra mano (pollo, ternera, pescado o una tortilla). La clave es hacer que no se aburran con el mismo plato e ir variando con las recetas, por ejemplo, ofrecer el pollo a la plancha, en trocitos en la ensalada, en una salsa que no engorde, como sopa o en croquetas. Los alimentos empanados podemos utilizarlos, pero no todos los días. Las legumbres, mejor comerlas dos veces a la semana, y si no les gusta como plato caliente, podemos preparárselas en forma de ensalada.