Cinco hábitos que engordan sin darnos cuenta y afectan nuestra salud

Es importante conocer conductas comunes que nos llevan a aumentar de peso sin notarlo. Por ejemplo, mujeres que duermen con la televisión o una luz encendida tienen más probabilidades de ganar peso.

El País de Uruguay

Sobrepeso y obesidad son apenas el puntapié inicial para otro tipo de afecciones para el organismo. Ambas pueden ser el origen de muchas enfermedades, como diabetes, hipertensión y diversos tipos de cáncer; causar un aumento del desgaste articular y del corazón e, incluso, se cuentan entre los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de las formas más graves de covid-19, solo por detrás de la edad.

Como muchas veces no somos conscientes de las causas de ese peso adicional, lo recomendable, en primer lugar, es consultar con el médico, para que nos ordene los exámenes necesarios para establecer el origen de esos kilos de más.

Más allá de eso también es importante conocer hábitos y conductas muy comunes, y otros no tanto, que nos llevan a aumentar de peso ¡y no lo sabemos!

Infortunadamente, la pandemia, los confinamientos y las actividades a través de plataformas tecnológicas han disparado hábitos que engordan en todo el mundo. España, por ejemplo, es uno de los países en donde este fenómeno se ve con preocupación.

Alimentación consciente, estilo de vida activo y tiempo para descansar son los tres pilares fundamentales para evitar subir de peso, según los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (Imeo). Todo esto debe combinarse con 40 minutos diarios de actividad física, al menos cinco veces a la semana, para potenciar la actividad metabólica.

Estos son hábitos que nos engordan sin que nos demos cuenta:

1. Mujeres: cero luces a la hora de dormir

Las mujeres que duermen con la televisión o una luz encendida en la habitación tienen más probabilidades de ganar peso, según un estudio publicado por el Journal of the American Medical Association (Jama), con base en una encuesta hecha con cerca de 44.000 mujeres estadounidenses y seguimiento durante cinco años.

Ellas fueron clasificadas según su nivel de exposición a la luz artificial durante la noche, proveniente de fuentes como pequeñas luces nocturnas, radios-reloj y luces de la calle, de la televisión o de la propia habitación. Uno de los hallazgos fue que las que dormían con una luz o con la televisión encendida en la habitación tenían 17% más de probabilidades de haber engordado cinco kilos o más durante el período de investigación.

Las coautoras del estudio, Dale Sandler y Yong-Moon Mark Park, del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud y el Medio Ambiente, en Carolina del Norte, sugirieron que la luz podría suprimir la producción de melatonina, lo que altera el ritmo circadiano y los patrones de alimentación.

Así también queda claro que la falta de sueño de calidad fomenta un aumento del peso corporal, debido a un desajuste que se produce a nivel hormonal. En concreto, se segrega menos leptina, hormona supresora del apetito, y se libera más cantidad de grelina (hormona del apetito). ¡Así que a dormir a oscuras!

2. Lo dicho: el estrés no deja nada bueno

Cada vez hay más evidencia de que el estrés juega un papel clave en el aumento de peso. El estrés crónico interrumpe nuestro sueño y desequilibra los niveles de azúcar en la sangre. Esto conduce a un aumento del hambre y a que comer se transforme en un escape emocional, dice el doctor Edward T. Creagan, de la Clínica Mayo.

Al estar bajo estrés es más difícil comer saludablemente. En momentos específicos de estrés muy alto se come con la intención de satisfacer necesidades emocionales. “Durante los momentos de estrés es muy probable que comas alimentos con muchas calorías, aunque no tengas hambre”, dice Creagan.

El estrés, además, lleva a una mayor interrupción del sueño, a niveles más altos de estrés y a valores aún más elevados de azúcar en la sangre. Con el tiempo esto puede conducir no solo a niveles insalubres de grasa corporal, sino a diabetes tipo 2.

Para prevenir el aumento de peso y reducir el riesgo de obesidad es importante mantener el estrés bajo control. Al sentir menos estrés y más control en la vida, será más fácil mantener una alimentación saludable y el hábito de hacer actividad física.

El médico recomienda: reconozca las señales de alerta del estrés, como ansiedad, irritabilidad y tensión muscular. Antes de comer, pregúntese por qué está comiendo: ¿Tiene hambre realmente o es por estrés o ansiedad? Si siente la tentación de comer pero no es por hambre, busque una distracción.

3. ¡Quietos ni para la foto!

Si al cuerpo entran más calorías de las que salen, la gente se engorda. Hasta ahora la mayoría de los estudios se centraban en el eje de lo que se come, pero investigaciones como la publicada en The Lancet Global Health demuestran que esta visión no es la correcta, porque el sedentarismo, al decir de estos expertos, respondería por más del doble de las defunciones que se le achacan a la obesidad.

De acuerdo con Ulf Ekelund, investigador de la Universidad de Cambridge, estar quieto por períodos prolongados incrementa el riesgo de morir hasta en un 59%, en un tiempo que corresponde a una jornada de trabajo de ocho horas.

Para este investigador, la evidencia es clara y realmente el único grupo que está protegido de enfermedades metabólicas, cardíacas y cerebrales es el de aquellas personas que se ejercitan a conciencia, al menos media hora cada día, durante cinco días a la semana. “De ahí para abajo, es decir, menos tiempo dedicado a la actividad física regular, se traduce en riesgos cuantificables”, agrega el académico.

4. A masticar bien

Algunos estudios han demostrado que las personas con sobrepeso mastican menos y durante tiempos más cortos que las personas con un peso normal.

Comer con prisa y sin pensar en lo que estamos haciendo es un hábito que hace que tengamos sensación de vientre hinchado, ganemos peso, nos lleva a sufrir estreñimiento, gases, colon irritable, hipo y otros problemas digestivos.

La digestión empieza en la boca, por eso es importante masticar bien los alimentos: para que se mezclen con la saliva y puedan empezar a digerirse. Así no se sobrecarga el estómago, pues la saliva, que ejecuta varias funciones, favorece la digestión y activa la primera barrera defensiva contra las infecciones bacterianas que llegan con los alimentos.

La saliva contiene amilasa, una enzima que da inicio a la digestión de los carbohidratos y ayuda a descomponer químicamente los alimentos. Si los alimentos no permanecen en la boca el tiempo suficiente, la amilasa no puede actuar correctamente, y si los alimentos llegan al estómago antes de tiempo, este tiene que trabajar más.

5. Trabajos que engordan

Algunas profesiones implican mayor dificultad que otras para llevar un estilo de vida saludable debido a las condiciones laborales determinadas.

Militares, cocineros, camioneros y oficinistas son los colectivos con más riesgo de subir de peso, según los expertos en nutrición.

Entre estos ‘trabajos que engordan’ están los que desempeña el personal de servicios de seguridad, los cocineros y manipuladores de alimentos, los camioneros y trabajadores en servicios de transporte, los oficinistas y también los cargos directivos que, en general, muestran más riesgo de aumentar de peso, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

Ese mayor riesgo se debe a una serie de factores como trabajar en un espacio de trabajo reducido que limita la movilidad, y la falta de actividad física regular o su mala planificación, según este instituto (www.imeoobesidad.com).

De acuerdo con Imeo, quienes ejercen esas profesiones suelen tener hábitos que no son saludables, como fumar, dormir poco, trabajar bajo presión o estrés, alimentarse a base de menús suculentos, comida rápida, pasabocas y fritos; picar entre comidas y usar el tiempo libre y de ocio de modo más
sedentario.

El 42% de los transportistas españoles sufre sobrepeso y el 32% obesidad

A pesar de las cifras, este colectivo profesional sostiene tener menos dolencias que el resto de los ciudadanos españoles

Europa Press / La Gaceta

El 42 por ciento de los transportistas españoles sufre sobrepeso y el 32 por ciento obesidad, según se desprende del segundo estudio.

‘Radiografía del transportista: hacia un cambio en los hábitos del sector’, elaborado por Cualtis para Scania.

En esta segunda edición, el informe ha analizado 650.000 exámenes llevados a cabo durante 2018 a trabajadores en edades comprendidas entre los 18 y los 65 años, de los que cerca de 15.000 se dedican al transporte. No obstante, y según el trabajo, en esta ocasión los transportistas parecen haber apostado por el deporte para conseguirlo.

Así, el 42 por ciento asegura practicar ejercicio físico de forma habitual, cifra que dobla el porcentaje del año pasado. Por comunidades autónomas, País Vasco es la región donde los profesionales del transporte hacen más ejercicio (57%), mientras que los transportistas cántabros son los que menos y sólo practican deporte un 32 por ciento.

Respecto a la alimentación, un 96 por ciento admite seguir unos hábitos de alimentación correctos en los que se incluye una alimentación variada y el consumo habitual de frutas y verduras. Además, respecto al descanso, una gran mayoría (89%) disfruta de un buen hábito de sueño y una mayoría abrumadora (97%) no presenta problemas en cuanto a sus hábitos intestinales, y el 88 por ciento afirma disfrutar e una sensación subjetiva de buena salud.

De hecho, este colectivo profesional sostiene tener menos dolencias que el resto de los ciudadanos españoles, ya que solo un 15 por ciento admite tener dolores articulares frente al 32 por ciento de la población general. Al mismo tiempo, el trabajo ha evidenciado de que los transportistas españoles también han mejorado en otros parámetros, dado que bajan ligeramente los índices de sedentarismo y consumo de alcohol y tabaco con respecto al año anterior, aunque estos últimos aún se encuentran “muy por encima” de la media de la población general (39% frente a 23%).

Sin embargo, parece inevitable que las largas jornadas sentados de los profesionales del transporte también pasen factura a su salud, puesto que el 62 por ciento tiene la tensión arterial alta, porcentaje que ha aumentado significativamente respecto al año pasado, cuando representaba el 45 por ciento del total.

Por todo ello, expertos de Scania y de los servicios médicos de Cualtis han aconsejado a los transportistas llevar a cabo hábitos de vida saludable, mantener una alimentación equilibrada, beber unos dos litros de agua al día, hacer ejercicio todos los días durante 30 minutos, no fumar, evitar las bebidas alcohólicas, ir al médico, aprender a controlar tu estrés y ansiedad, dormir 8 horas al día y vigilar la tensión.

“Desde la compañía no solo queremos potenciar los hábitos de vida saludable entre este colectivo sino también concienciar sobre las consecuencias derivadas del sedentarismo. No hay que perder de vista en este sector la importancia de la seguridad vial, dado que existe una ecuación que casi siempre se cumple: a mejor salud, menor número de accidentes. En el transporte por carretera, las condiciones físicas, al igual que sucede con la edad, constituyen un factor determinante en las capacidades motoras, sensoriales y cognitivas necesarias para una conducción segura”, ha zanjado el responsable de marketing y comunicación de Scania Ibérica, Daniel González.

Obesógenos: ¿son el mayor enemigo de las dietas de adelgazamiento?

Perder peso puede ser una tarea complicada y frustrante para algunas personas, sobre todo si en su camino se cruzan los obesógenos, unas sustancias químicas que impiden adelgazar sea cual sea tu alimentación

Alimente, El Confidencial, por Ana Durá

Apesar de llevar sumo cuidado a la hora de escoger los alimentos y productos que forman parte de nuestra rutina diaria, es habitual toparnos de manera inesperada con ciertos compuestos que tienen un efecto negativo sobre el metabolismo y que interfieren en el funcionamiento de las hormonas del cuerpo, perturbando así todo el sistema. Una de estas sustancias químicas son los obesógenos, responsables de promover la obesidad tanto en humanos como en animales y presentes en la contaminación del aire, algunos pesticidas, el humo de los cigarros o la alimentación, entre otros.

Un enemigo a batir

En 2010, un grupo de científicos publicó un estudio en el que se relacionaba el aumento de peso de ciertas poblaciones de animales con la influencia de los humanos con los que convivían. Entre las razones de este incremento se barajaron el sedentarismo, una mala alimentación o un ambiente perjudicial para dichas criaturas. Sin embargo, tras meses de investigación, descubrieron que todos ellos vivían en un ambiente controlado, con una dieta constante y unos hábitos de vida inalterables. Fue entonces cuando aparecieron en escena los obesógenos.

“La teoría de los obesógenos considera que hay ciertas sustancias en los envases alimenticios que son los responsables de la estimulación y proliferación en el organismo de las células grasas llamadas adipocitos y que como en la sociedad actual muchos alimentos están envasados, todos estamos expuestos a ellos”, explican desde el Instituto Médico Europeo de Obesidad. Bajo esta premisa, son muchos los expertos en la materia que han comprobado el vínculo entre el aumento de agentes químicos ambientales y el aumento de la obesidad. Una epidemia social que solo en España se traduce en un 53% de la población por encima de su peso, un 36% con sobrepeso y un 17% con obesidad diagnosticada.

Sin embargo, es importante aclarar que los obesógenos no provocan directamente ese aumento de peso. Su función es potenciar la sensibilidad de nuestro cuerpo ante esa tendencia, especialmente durante los primeros años de vida. Tal y como explica Sanitas, compañía aseguradora y proveedora de servicios de salud, su modus operandi se basa en tres procedimientos igual de problemáticos para el ser humano:

  • Elevar la capacidad de almacenamiento de grasa de nuestro cuerpo y multiplicar a la vez el número de células de grasa.

  • Modificar la manera en la que el organismo regula las sensaciones de hambre y saciedad, o incrementar los efectos de las dietas altas en azúcar y otras sustancias perjudiciales.

  • Transformar la cantidad de calorías consumidas, lo que altera el equilibrio energético a favor del almacenamiento de grasa.

“A pesar de las pruebas científicas que avalan esta influencia en tejidos y animales, todavía existen muy pocos datos de estudios en humanos que permitan establecer definitivamente su papel como obesógenos“, concluye una investigación realizada por expertos de la Universidad de Vigo. Aun así, es importante tener en cuenta su radio de actuación para evitar posibles riesgos. A día de hoy, ¿dónde habitan los temidos obesógenos?

¿Dónde están y cómo podemos evitarlos?

Como ya hemos visto anteriormente, los obesógenos no solo forman parte de la alimentación. Una de estas sustancias, el bisfenol A, se utiliza mucho en productos industriales y de consumo como, por ejemplo, los envases de plástico. Un objeto de uso diario que también incluye ftalatos en su composición, además de en juguetes, detergentes y productos de cosmética, higiene personal y limpieza del hogar. “Se considera que la exposición a niveles inadecuados y en momentos del desarrollo, sobre todo en la etapa fetal y la infancia, influyen en la obesidad y la diabetes”, alerta Sanitas en relación a ambos compuestos sintéticos.

Los parabenos, muy presentes en los productos de cuidado personal, también forman parte de este grupo. Se trata de una sustancia química con propiedades similares a los estrógenos, una hormona asociada al aumento de peso. Los obesógenos cierran el círculo con otras dos sustancias igual de perjudiciales: el tributilestaño, un agente contaminante que se emplea en los sistemas de conducción de agua o como fungicida de los alimentos; y los pesticidas organoclorados que, a pesar de haber sido prohibidos todavía se detectan en la población, encuentran su peor versión en los alimentos ricos en grasas animales.

En España un 53% de la población está por encima de su peso y un 17% tiene obesidad diagnosticada

En base a estos hallazgos, los expertos “sugieren recomendaciones específicas para reducir la exposición a los obesógenos, como elegir alimentos frescos sobre productos procesados con listas largas de ingredientes en la etiqueta -cuanto más larga es la lista, es más probable que el producto contenga obesógenos- y comprar frutas y verduras producidas sin pesticidas, como productos certificados orgánicos o locales libres de pesticidas”, aconsejan desde la Clínica Cisem.

Asimismo, resulta fundamental reducir al máximo la ingesta de carnes, las bebidas que vengan en envases de plástico, el agua embotellada, no utilizar plásticos en el microondas o recurrir exclusivamente a sartenes de cerámica. De esta forma, la posibilidad de reducir los riesgos y la acción de los obesógenos sobre nuestro organismo será mucho mayor.

 

 

Estos son los cinco problemas de salud más frecuentes entre los 50 y los 70 años

  • Una cuarta parte de la población tiene entre 50 y 70 años
  • Es una etapa en la que, con mucha frecuencia, comienzan a sufrirse las consecuencias de los hábitos poco saludables de los años previos
  • Una vida sana y los controles adecuados son la mejor manera de hacerles frente

El Diario, por Cristian Vázquez

En España, una de cada cuatro personas tiene entre 50 y 70 años. El 26,3 % de la población, para ser exactos, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE). Gracias a los avances en la ciencia y la tecnología de la salud, la expectativa y la calidad de vida se han incrementado, y el modo en que se vive ese periodo es bastante diferente a como se lo vivía algunas generaciones atrás.

Debido a eso, quienes hoy se encuentran en esa etapa en general se sienten jóvenes y con energías y expectativas de llevar a cabo muchas cosas. Pero eso no quiere decir que el tiempo no haya pasado: existen una serie de problemas y enfermedades que se hacen más frecuentes en estas edades. Y por eso es importante prevenirlos, procurando adoptar hábitos saludables, evitar los que no lo son y realizar los controles adecuados.

Una salud que se desgasta

A partir de los 50 años de edad, el cuerpo produce menos células, a la vez que existe un mayor déficit de oxidación y un aumento en el número de radicales libres. A esto se suma el debilitamiento o la degeneración de ciertos órganos -como el corazón y la piel-, de los músculos y de sistemas como el osteoarticular y el metabolismo. Es por ello que en este punto de la vida muchas personas comienzan a sufrir las consecuencias de conductas poco saludables practicadas en los años anteriores, como el tabaquismo, la mala alimentación, la falta de ejercicio físico y el estrés.

De hecho, en la franja de edad 50-64 años, cuatro de cada cinco personas (alrededor del 81 %) padece de al menos una enfermedad crónica. Tal cifra aumenta hasta el 91 % en el siguiente rango de edad (65-79 años) y hasta el 95 % en el de 80 o más años. Así lo indica el estudio Salud en la vida adulta y su relación con el envejecimiento saludable, publicado en 2017, elaborado por investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y editado por la Fundación Mapfre.

Según el mismo documento, además, dentro del contexto europeo, España «se encuentra entre los países con el porcentaje más elevado de personas 50 o más años que valoran negativamente su estado de salud».

¿Cuáles son los cinco problemas de salud más frecuentes entre los 50 y los 70?

1. Problemas cardiovasculares

El riesgo de problemas cardiovasculares, tanto puntuales (por ejemplo, infarto de miocardio o trombosis coronaria) como crónicos ( hipertensión), aumenta con la edad, particularmente a partir de los 50 años. Otro factor de riesgo es el genético: las personas cuyos padres sufrieron de cardiopatías son más proclives a padecerlas también.

Con respecto al género, si bien las mujeres jóvenes son menos propensas a padecer problemas del corazón, a partir de la menopausia las probabilidades son casi iguales a las de los hombres. El sobrepeso, la obesidad, la falta de actividad física, el colesterol y el estrés aumentan el riesgo de tener estos problemas.

2. Problemas de huesos y articulaciones

Los problemas vinculados con los huesos y las articulaciones pueden producirse a cualquier edad, pero es en esta etapa cuando aparecen con mayor frecuencia. Ciertos tipos de artritis (como la reumatoidea), al igual que la osteoporosis y el reumatismo, también dependen en buena medida de la herencia genética, y muchos son más comunes en las mujeres que en los hombres (salvo la gota, en cuyo caso la proporción se invierte). Otros elementos que contribuyen con la aparición de estos problemas son el sobrepeso y la obesidad, malas posturas, sedentarismo, traumatismos y la práctica de deportes de élite o de alto impacto.

3. Problemas respiratorios

En el caso de los problemas respiratorios, el principal factor de riesgo es muy claro: el tabaquismo. Tanto el activo como el pasivo, es decir, fumar o respirar el humo del tabaco fumado por otras personas. Esta es la principal causa de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica ( EPOC), una enfermedad grave, progresiva, no reversible, que afecta, según las estimaciones, a una de cada diez personas mayores de 40 años, y que aparece con mucha frecuencia a partir de los 50.

En España, la EPOC causa la muerte de unas 18.000 personas por año. Factores de riesgo de este y otros problemas respiratorios también son la inhalación de sustancias irritantes (gases, polvo, humo, insecticidas, pelos de mascotas, etc.) y una mala higiene del sueño (dormir boca arriba), así como otros ya mencionados en afecciones anteriores (sobrepeso, estrés, consumo excesivo de alcohol, factores genéticos, etc.).

4. Diabetes

Según el Estudio Di@bet.es, realizado por un equipo de 30 especialistas en esta enfermedad, la prevalencia de la diabetes en España es muy elevada: la padece el 13,8 % de la población, lo que equivale a más de 5,3 millones de personas. La gran mayoría sufren diabetes mellitus tipo 2, la forma más frecuente de esta enfermedad, que aparece sobre todo en la mediana edad, es decir, en torno a los 50 años. Entre los 61 y 75 años, el 30 % de las mujeres y el 42 % de los hombres tienen esta forma de diabetes.

Más del 80 % de estos casos «se pueden atribuir a la obesidad, y su reversión también disminuye el riesgo y mejora el control glucémico en pacientes con diabetes mellitus establecida», explica Juan Martínez Candela, especialista en diabetes, en la Guía de actualización en diabetes, publicada en 2015 por la Fundación Red de Grupos de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud. Otros factores de riesgo son el sedentarismo, el tabaquismo y los patrones dietéticos, es decir, una mala alimentación.

5. Tumores

Los tan temidos tumores también surgen con mucha frecuencia en esta época. De acuerdo con el INE, los distintos tipos de cáncer son la principal causa de muerte entre los 40 y 79 años (y también en la infancia, entre 1 y 14 años de edad), pero es precisamente en la franja de 50-69 años cuando estos índices alcanzan sus cifras más elevadas: más de la mitad de los fallecimientos se deben a este motivo. Los tipos de cáncer más recurrentes son los de bronquios y pulmón, seguidos por los de colon, de páncreas, de mama y de próstata.

Según Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), hasta el 40 % de los cánceres se podrían evitar adoptando hábitos de vida saludables. Los factores de riesgo a menudo son los mismos que en las enfermedades ya citadas: tabaquismo, sobrepeso, obesidad, una rica desequilibrada, estrés, etc. Y se añaden algunos específicos, como una exposición excesiva a los rayos del sol, que es un factor de riesgo de melanoma y otros tipos de cáncer de piel.

Los 5 mejores ejercicios según un experto de Harvard (el ‘running’ no está entre ellos)

Un informe realizado por el profesor I-Min Lee detalla los cinco entrenamientos más beneficiosos, ya sea para perder peso, mejorar tu ánimo o desarrollar tu condición física

El Confidencial

Lo más probable es que estés leyendo este artículo sentado y que ahora, al darte cuenta de que llevas horas en la misma posición, sientas una mezcla de culpa y ganas de hacer ejercicio. Sí, ¿pero cuál? Los científicos han discutido durante décadas sobre cuál es el mejor. Es un tema controvertido. Si no eres ni ambicionas convertirte en un atleta -y simplemente quieres mejorar tu salud o caber en esos pantalones que se te resisten-, el gimnasio (la primera opción de los novatos) puede ser llegar a ser intimidante: cintas para correr, bicicletas estáticas, máquinas de pesas, musculitos sudando la gota gorda… suficiente para que salgas despavorido y nunca vuelvas a levantarte del sofá.

Si sigues pensando que es la mejor alternativa, la Facultad de Medicina de Harvard ha revelado algo que quizá te pueda interesar: los mejores entrenamientos no requieren de gimnasio. En concreto, un informe realizado por el profesor I-Min Lee detalla los cinco ejercicios más beneficiosos, ya sea para perder peso, mejorar tu estado de ánimo o desarrollar tu condición física. Además, estas actividades se pueden llevar a cabo independientemente de la edad o la intensidad a la que estés acostumbrado.

1. Nadar

Al nadar mueves casi todos los músculos del cuerpo. (iStock)

El autor del estudio lo tiene claro: “Se puede decir que la natación es el entrenamiento perfecto”. A diferencia de otros deportes aeróbicos como el correr o la bicicleta, que solo desarrollan el tren inferior, al nadar se desarrollan todos los grupos musculares. Probablemente sea el deporte que construye uno de los cuerpos más equilibrados y compensados.

Además, eleva la frecuencia cardíaca y así mejora la salud del corazón y protege al cerebro del deterioro relacionado con la edad. Asimismo, se trata de un ejercicio genial para combatir el dolor de las articulaciones y por eso se suele recomendar a aquellos que padecen artritis.

2. Tai chi

Movimientos lentos y armónicos. (iStock)

Seguro que más de una vez has sentido cierta admiración, también algo de envidia, al ver a alguien, incluso de edad avanzada, practicando tai chi. No obstante, no solo sirve para causar sensación en el parque, sino que se trata de una forma de realizar ejercicio muy saludable que además reporta beneficios evidentes para cuerpo y mente en muy poco tiempo. La práctica de este arte marcial retrasa el envejecimiento, incremente la flexibilidad, fortalece los músculos y tendones y ayuda a combatir ciertas enfermedades, como la artritis. En este sentido, es especialmente recomendable para los mayores, ya que, como señala Lee, “el equilibrio es un componente importante en el estado físico y es algo que perdemos a medida que envejecemos”. Anímate y prueba con una clase, verás como con el tiempo tú también podrás hacer esos movimientos lentos y armónicos que tanto gustan.

3. Entrenamiento de fuerza

No te asustes: si crees que eso de la fuerza es solo para los formidos de gimnasio, estás equivocado. El ejercicio consiste básicamente en usar un peso para crear resistencia. Ese peso puede ser tu propio cuerpo, unas barras, mancuernas, bandas elásticas… pero, en cualquier caso, y al no estar acostumbrados, hay que empezar con uno ligero. Hacerlo no te conseguirá unos músculos de acero, pero sí los mantendrá fuertes y resistentes.

Antes de comenzar el entrenamiento ten en cuenta tus capacidades. Cuando pasas mucho tiempo sin usar tus músculos, notarás cómo van perdiendo fuerza con el tiempo. Como norma general deberías ser capaz de levantar el peso unas 10 veces con facilidad. Tras un par de semanas, puedes ir probando y aumentar el peso uno o dos kilos. La clave, según el informe de Harvard, es incrementar la dificultad en cuanto puedas levantarlo unas 12 veces sin despeinarte. “Cuanto más músculo tengas, más calorías quemarás y por lo tanto más fácil será mantener tu peso”, añade Lee.

4. Andar

Sal a la calle. (iStock)

Sí, andar también es ejercicio. Es simple, pero poderoso. Te ayuda a mantener la forma, mejorar tus niveles de colesterol, fortalecer los huesos, controlar la presión arterial, elevar tu estado de ánimo y disminuir el riesgo de padecer ciertas enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Por si fuera poco, diversos estudios han demostrado que ayuda a combatir la pérdida de memoria relacionada con la edad. Todo lo que necesitas, por tanto, es un par de buenas zapatillas y un poco de tiempo libre: basta con 15 minutos al día y luego ir aumentando el tiempo progresivamente.

5. Ejercicios de Kegel

Este entrenamiento no sirve para pasar de una 44 a una 42, pero sí hace algo importante: fortalece los músculos del suelo pélvico. Además de ayudar a combatir la incontinencia, también juegan un papel importante en la vida sexual. Según un estudio de 2015, aquellos que los practican pueden durar hasta cuatro veces más bajo las sábanas. Básicamente, consisten en tensar dichos músculos, mantener el esfuerzo entre unos tres y cinco segundos y relajarse. Es necesario repetir el proceso unas cuantas veces, entre 10 y 20.

Ocho maneras de combatir la retención de líquidos

La alimentación y el ejercicio son las claves para evitar las temidas bolsas en los ojos

Europa Press/ La Información
retencion-liquidosLa retención de líquidos es un problema que afecta a muchas personas y que se suele manifestar en diferentes partes del cuerpo, siendo responsable de la celulitis edematosa, inflamación abdominal o bolsas bajo los ojos.

Las causas de la retención de líquidos suelen ser diversas, si bien las principales son los cambios hormonales que se producen durante el embarazo, adolescencia o menstruación; la herencia genética; el exceso de peso; los problemas circulatorios; tomar pocas proteínas y fibra; el sedentarismo; estrés; o los cambios climáticos.

Por todo ello, expertos del Instituto Europeo de la Obesidad han aportado ocho pautas para combatir la retención de líquidos:

  1. No proponerse perder más de 1 kilogramo o 1,5 kilogramos por semana. Está demostrado que las dietas equilibradas ganan ‘por goleada’ a las dietas milagro a medio plazo en la pérdida de grasa final, en la mejoría de la masa muscular y en el estado general de salud. Es importante que nuestro menú sea rico en proteínas, pues están compuestas de aminoácidos que trabajan en diferentes funciones sobre la buena salud muscular y de los tejidos.
  2. Realizar actividad física aeróbica. Estos ejercicios, practicados entre 3 y 4 veces por semana durante 45 o 60 minutos, ayudan a combatir el estreñimiento y favorecer la eliminación de líquidos. Y es que, el sistema linfático, encargado de eliminar el líquido retenido, está unido con el sistema cardiovascular, de modo que con el aumento de la frecuencia cardiaca, se acelera el proceso de eliminación de líquidos.
  3. Cenar o desayunar alimentos ricos en pre y probióticos favorece el tránsito intestinal y las defensas. Estas bacterias, presentes en los yogures, la cuajada o el kéfir, son de gran beneficio para nuestra salud intestinal, ya que favorecen la fortaleza del sistema inmunitario, la absorción de nutrientes y el tránsito intestinal.»Para los que se proponen perder peso, recomendamos tomar 2 raciones de lácteos desnatados al día, uno como tentempié a lo largo de la mañana y el segundo, en la merienda o cena», ha comentado el portavoz del IMEO, Rubén Bravo.
  4. Tomar té verde en el desayuno para estimular la función renal. Sustituir la taza habitual de café en el desayuno y a media mañana por una de té verde, puede ser una elección sabia en esta ocasión, ya que su teína estimulará la función renal mientras nos aporta antioxidantes.
  5. Beber 2 litros de agua al día para renovar nuestra reserva de líquido corporal. Se estima que el contenido en agua de los distintos órganos, dependiendo de su composición, varía desde un 83 % en la sangre hasta sólo un 10% en los tejidos adiposos. El agua ingerida aparece en el plasma y las células de la sangre tan sólo cinco minutos después de ser ingerida.Para una persona que beba 2 litros de agua al día, una molécula de agua permanece en el cuerpo 10 días de media, y el 99 % de la reserva de agua corporal se renueva en 50 días. Por esta razón, es muy importante tomar 2 litros de agua (2,5 litros, si se hace deporte) para hacer que el líquido intersticial retenido entre nuestras células se renueve más rápido.
  6.  Obtener hidratos de carbono a partir de frutas, verduras y cereales integrales. Los hidratos de carbono son muy importantes en una dieta equilibrada, porque nos aportan vitaminas, minerales y antioxidantes, al mismo tiempo que grandes cantidades de fibra. Eso sí, hay que obtenerlos de frutas, verduras y cereales integrales, evitando en la medida de lo posible las harinas refinadas y los alimentos industrializados.
  7. Reducir el consumo de grasas saturadas y aumentar el de grasas mono y poliinsaturadas.Las grasas saturadas en exceso favorecen la inflamación, en cambio las ricas en Omega 3 son antiinflamatorias, igualmente estarás mejorando tu salud cardiovascular. Por esta razón, es recomendable priorizar el consumo de pescado azul, aceite de oliva, frutos secos y aguacate, por encima del consumo de bollería industrial, carnes grasas animales y mantecas.
  8. Recurrir a las proteínas de origen animal como fuente de energía y saciedad. «En consulta normalmente recomendamos tomar carne roja 2 veces a la semana, preferiblemente de ternera por su alto contenido en hierro y vitaminas del grupo B, y completar con pescado o marisco, 4 veces por semana, optando por pescados de pequeñas dimensiones en la mayoría de las ocasiones, y consumir pescado de grandes no más de 2 veces por semana, debido a su mayor concentración de metales pesados», ha aconsejado Bravo.Para orientarse sobre la ingesta diaria recomendada de proteínas, habría que multiplicar 0,9 gramos de proteínas magras por kilo de peso para las personas sedentarias y 1,5 gramos de proteínas magras por kilo de peso para los que realizan un deporte intenso.

¿Cómo alimentar a los niños para que no les falte ningún nutriente?

Los niños europeos entre 1 y 4 años tienen déficit de hierro, vitamina D o grasas buenas como el omega3 pero ingieren más azúcar o grasas saturadas de lo que deberían

La Vanguardia, por Neus Palou

lavanguardia_g_3135628141-kffb-656x625lavanguardia-webVuelta al cole y vuelta a los desayunos con cereales azucarados, los bollos del recreo y meriendas llenas de dulces. No siempre lo que se fabrica dirigido a la alimentación infantil es lo mas adecuado para la dieta de nuestros niños.

Ahora que empieza un nuevo curso hay que plantearse si ofrecemos una alimentación sana y equilibrada a nuestros hijos para que crezcan sin ninguna carencia nutricional. Pero, los datos que se han ido publicando en los últimos años reflejan que no lo hacemos demasiado bien.

En enero la OMS advertía que 41 millones de niños menores de cinco años sufren obesidad. El Proyecto Europeo Nutrimenthe, que en los últimos años ha estudiado los hábitos nutricionales de más de 25.000 niños, detectó que los niños europeos entre 1 y 4 años no alcanzan las ingestas recomendadas de nutrientes esenciales como el hierro, la vitamina D y los ácidos grasos poliinsaturados (omega3).

“En la etapa escolar, sobre todo, es donde se establecen los hábitos alimenticios y es por este motivo que la dieta debe estar orientada a educar nutricionalmente al niño. También es muy importante en esta época coger el hábito de realizar algún tipo de actividad física, evitando así el sedentarismo” aconseja la nutricionista Marta Sanz.

Es obvio decir que la alimentación de los niños es algo fundamental para su desarrollo físico y mental. No siempre es fácil hacer que los niños coman variado y sano, pero la clave está en saber que les conviene y no rendirse. La nutricionista Marta Sanz nos explica como debe ser una alimentación adecuada para los pequeños de la casa.

Empezando el día con energía

La dieta de un niño debe incluir alimentos de todos los grupos de la pirámide de la alimentación saludable y es muy importante que se hagan 5 comidas al día.

El desayuno es la comida más importante del día y es recomendable que salgan desayunados de casa. Marta Sanz propone un desayuno que contenga un vaso de leche con cereales, o galletas tipo maría, o unas tostadas. A media mañana podrían llevar a la escuela o un bocadillo o si por la mañana no han comido ninguna pieza de fruta, sería un buen hábito a incorporar.

Los niños que acuden al colegio sin desayunar o sin realizar un desayuno completo, a la larga, engrosan las cifras de sobrepeso y obesidad infantil, según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, IMEO, y el Estudio Aladino 2013 que cita la ausencia de desayuno, junto al sedentarismo, como las principales causas de los kilos de más.

Comida y cena, variedad de alimentos

Tanto la comida como la cena deben incluir alimentos del grupo de los vegetales, farináceos, carne o pescado o huevos y una pieza de fruta o un lácteo. Por ejemplo, una buena comida podría ser una ensalada, macarrones con carne y una manzana. Una buena cena sería, verdura al vapor, una tortilla con pan y un yogur.

“El aporte de proteínas (carne, pescado, legumbres, etc) debería ser entre el 12-15% del aporte energético del día y se debería potenciar el aporte de proteína de origen vegetal que encontramos en las legumbres y los cereales. Además, es importante no ser generoso en el tamaño de las raciones de carne y pescado” advierte Sanz.

También es importante recordar que es mejor cocinar o aliñar con aceite de oliva que con mantequilla, que se debe evitar el exceso de sal, y que el agua debe ser la principal bebida para acompañar las comidas.

Meriendas con poco azúcar

Sanz recomienda que para merendar deberíamos incluir o un lácteo o una pieza de fruta, según lo que haga el niño de postre para la comida o la cena. Y también se debe incluir un alimento que aporte hidratos de carbono. Un ejemplo de una merienda sana sería un bocadillo de queso y una pieza de fruta.

Un punto importante para evitar la obesidad infantil y reforzar unos buenos hábitos es limitar el consumo de azúcares, restringir golosinas y bebidas refrescantes. La directriz de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el consumo de azúcares, recomienda que los azúcares añadidos no supongan más del 10% de las calorías que se tomen cada día. Y apuesta por que el umbral sea del 5% de la ingesta calórica, lo que equivale a unos 25 gramos de azúcares añadidos al día, o no más de seis cucharillas.

Paleodieta: el regreso a nuestra esencia ancestral

La recuperación de los patrones de alimentación y actividad física que teníamos cuando éramos cazadores-recolectores gana cada vez más adeptos

ABC, por Alejandro Carra
paleovida-dos-kwrc-620x349abcEl sol aún está alto cuando el grupo de sapiens descuartiza al bisonte que acaban de cazar. Las grandes hienas no tardarán en aparecer así que trabajan con rapidez para cargar cuanto antes con los grandes trozos y regresar a la carrera a su asentamiento, a 50 km. Esta escena bien pudo producirse hace 30.000 años. Pero, ahora, cada vez más personas intentan reproducir el patrón de vida «paleo» que nos moldeó a los humanos modernos. Lo hacen tanto a nivel de dieta (paleodieta), como de actividad física (paleotraining).

«En los últimos 160.000 años de evolución, nuestro código genético solo se ha modificado un 0,1 %; por tanto, nuestro genoma se ha establecido en un contexto de cazador-recolector. Sin embargo, nuestra alimentación actual no tiene nada que ver con la de antes de la llegada de la agricultura, hace 10.000 años», explica a ABC, Carlos Pérez, fisioterapeuta, especialista en medicina natural y autor de libros como «Paleovida» y «Paleotraining» (Ediciones B).

El movimiento «paleo», que nació en EE.UU. en los años 80 siguiendo las pautas del profesor Loren Cordain y del investigador Boyd Eaton, defiende que la paleodieta, basada en un elevado consumo de frutas, verduras, carne roja, pescado, huevos, marisco, frutos secos y grasa… saludable (la del pescado azul, aceite de oliva y de animales criados en el campo), es la única adecuada a nuestra composición genética.

«Hace 500 generaciones (y durante los anteriores dos millones y medio de años), todos los seres humanos comían así. Es la dieta para la que estamos adaptados», afirma Cordain en su libro «Paleodieta».

El tesoro de la grasa

José Luis Guil Guerrero, del Campus de Excelencia en Agroalimentación de la Universidad de Almería, publicó recientemente un artículo junto con la Academia de Ciencias de San Petersburgo en el que aseguraba que el omega-3 de la grasa de los bisontes fue esencial para sobrevivir a las glaciaciones. Según sus investigaciones, en esa época, «la dieta se basada en productos animales, sobre todo grasa, porque la proteína es tóxica y más de medio kilo de carne diario produce una gran cantidad de residuos nitrogenados», señala.

Pero realmente paleodietas ha habido muchas. «Cada época del Paleolítico ha sido distinta. No fue lo mismo la alimentación de quienes vivían en los hielos de Europa y cazaban mamuts, renos o bisontes, que la de los que estaban en África, donde había acceso a frutas y vegetales. En otras zonas recolectaban bellotas o marisco, como ocurría en España». Guil también subraya que, entonces, «las necesidades calóricas rondaban las 4.500 kcal diarias».

El patrón de la moderna paleodieta concuerda en parte con la dieta mediterránea, a excepción de cereales, legumbres y lácteos, que son excluidos o reducidos al mínimo. «El doctor Alessio Fasano, de la Universidad médica de Harvard, define el gluten de los cereales como una molécula no digerible por ningún ser humano que altera nuestro equilibrio metabólico. No pasa nada por comerlo de vez en cuando, pero el problema es que lo tomamos en casi todas nuestras comidas», señala Carlos Pérez, que además añade que los cereales presentan otro tipo de sustancias «tóxicas» conocidas como «antinutrientes».

Es el caso de la lectina de los cereales o las saponinas de las legumbres, una defensa de las plantas para evitar que comamos sus semillas y que «estresan a nuestro sistema inmunitario, alterando el pH y la composición de la microbiota intestinal», asegura.

Eliminar alimentos

La catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid y vicepresidenta de la Sociedad Española de Nutrición, Marcela González-Gross, confirma esa base científica. Pero matiza. «Esos antinutrientes se conocen de siempre, y es cierto que pueden fijarse a la pared intestinal e interactuar con el sistema inmune, pero para eso se desarrollaron los métodos de cocinado. Las lectinas se inactivan con el remojo y el cocinado y al desespumar durante la cocción se quitan también».

En cuanto a los lácteos, los «paleo» argumentan que la lactosa (azúcar de la leche) es más difícil de digerir conforme cumplimos años y que la caseina (proteína láctea) nos irrita las mucosas y causa alergias. Lo que puede ser cierto pero sin olvidar un detalle. «La costumbre de consumir leche en Occidente se debe a que es muy rica en calcio. Se pueden eliminar alimentos, pero no nutrientes. Si quitamos la leche tenemos que buscar otra fuente de calcio, y el de la leche es muy biodisponible. De las almendras y los garbanzos lo podemos obtener, pero se absorbe peor. Hay que saber mucho de nutrición para sustituir un alimento por otro sin tener carencias», advierte González-Gross.

El otro gran pilar del movimiento «paleo» es la actividad física. Airam Fernández es coautor, junto con Carlos Pérez, del libro «Paleotraining» y también es el precursor de este modo de vida. «El paleotraining es un movimiento genuinamente español que comenzamos a desarrollar en 2006. Estudiamos cómo podía ser la actividad física de nuestros ancestros y desarrollamos un modelo replicable en la sociedad actual. Se trata de recuperar capacidades físicas que faciliten la resolución de dificultades en la vida cotidiana», dice Airam Fernández.
Y puntualiza. «La gente cree que levantamos palos y piedras en el campo, y no es exactamente así. Nuestro trabajo se desarrolla a diario en salas y es cierto que hacemos salidas puntuales. Pero lo que de verdad tenemos es el modelo de entrenamiento funcional más sofisticado que hay en el fitness. Buscamos recuperar un nivel de actividad que nos devuelva la felicidad porque el movimiento lo tenemos grabado en nuestros genes», afirma.

Y aquí hay poca discusión. «El gran problema de la sociedad occidental es el sedentarismo. Ese sí que supone una modificación muy reciente. Una persona activa metaboliza mejor los nutrientes y tiene un sistema inmune más fuerte. Si se separa el estilo de vida de la dieta, esta no sirve para nada», concluye González-Gross.

La diabetes tipo 2 aumenta un 50% en niños por el sobrepeso y el sedentarismo

  • Actualmente en España hay unos 10.000 menores de 15 años con diabetes, con cerca de 1.200 nuevos casos cada año.
  • La mayoría son de tipo 1, de origen genético, pero la de tipo 2 ha aumentado un 50% en los útimos 10 años.

Este incremento es consecuencia de los cambios de hábitos de vida y el aumento del sobrepeso y el sedentarismo.

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diabetes tipo 2 en niñosLa mayoría de casos de diabetes en niños y adolescentes son del tipo 1, cuyo origen es genético, pero en los últimos 10 años han aumentado un 50% en España los casos de diabetes tipo 2 en este grupo de edad como consecuencia de los cambios de hábitos de vida y el aumento del sobrepeso y el sedentarismo.

«Por ahora sigue siendo extraordinariamente rara pero está creciendo mucho», ha destacado Javier García Soidán, coordinador del Grupo de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud (GEDAPS), durante un acto organizado por la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que se celebra el 14 de noviembre.
Actualmente en España hay unos 10.000 menores de 15 años con diabetes, con cerca de 1.200 nuevos casos cada año. Aunque el 90% están afectados por diabetes tipo 1, causada por un mecanismo del propio organismo que causa la destrucción de las células que producen insulina, lo que preocupa a los expertos es el incremento de la diabetes tipo 2 a estas edades.
A pesar de que, por el momento, representa sólo el 10% restante y afecta a sólo un 0,15%de todos los niños y adolescentes, el incremento de casos se asocia a un mayor sedentarismo y obesidad. «Ahora muchos se pasan el día delante del televisor, el ordenador o con los videojuegos, y comen comida rápida como pizzas, hamburguesas, con mucho más contenido calórico, lo que hace que aumente la obesidad infantil», según García Sedán.
De hecho, este experto recuerda que España está entre los primeros países con más sobrepeso u obesidad infantil del mundo, afectando ya al 25%, lo que conlleva «un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y todos los problemas cardiovasculares del futuro».
Además, el problema de estos casos no son tanto los tratamientos que necesitan como las complicaciones que pueden surgir, que se asocian muy directamente a los años de evolución. Por otro lado, en España hay dos millones de personas con diabetes que no están diagnosticadas.

Una mala alimentación genera más enfermedades que el sedentarismo, el alcoholismo y el tabaquismo juntos

Si bien el ejercicio regular es clave para evitar enfermedades graves, como la diabetes, patologías del corazón o la demencia, las dietas hipercalóricas son las máximas responsables de la pandemia de obesidad

ABC

exceso-azucar-salud--478x270Es el exceso de azúcar y de carbohidratos en nuestra dieta, y no falta de actividad física, lo que está detrás del aumento de la obesidad. Es hora de terminar con el mito de que el sedentarismo está detrás de la obesidad. Una mala dieta es la única responsable. De esta forma tan controvertida comienza un editorial en el «British Journal of Sports Medicine» que asegura que si bien el ejercicio regular es clave para evitar enfermedades graves, como la diabetes, patologías del corazón o la demencia, nuestras dietas hipercalóricas son las máximas responsables de la pandemia de obesidad.

En los últimos 30 años, en los que la obesidad se ha disparado, ha habido pocos cambios en los niveles de actividad física en la población occidental. Esto, aseguran, señala ineludiblemente a la cantidad de calorías consumidas. Sin embargo, la epidemia de obesidad representa sólo la «punta de un iceberg» mucho más grande sobre las consecuencias adversas para la salud de una mala alimentación. Por ejemplo, de acuerdo con el informe sobre la carga mundial de enfermedades publicado en «The Lancet», la mala alimentación genera ahora más enfermedades que la inactividad física, el alcohol y el tabaquismo juntos. Sin embargo, este es un hecho que pasa desapercibido a los científicos, médicos, periodistas y políticos. En lugar de ello, se ha desatado un mensaje inútil por mantener un «peso saludable» basado en contar las calorías de los alimentos y todavía hoy día muchas personas creen erróneamente que la obesidad se debe enteramente a la falta de ejercicio.

Industria tabaquera

Para los autores de este artículo, A. Malhotr, del Frimley Park Hospital(Gran Bretaña), T. Noakes, de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), y S. Phinney, de Universidad de California-Davis (EE.UU.), esta falsa percepción tiene sus raíces en las campañas de la industria alimentaria que utiliza tácticas muy similares a las de las grandes tabacaleras. Así, al igual que hizo la industria del tabaco cuando se publicaron los primeros vínculos entre el tabaco y el cáncer de pulmón, la maquinaria de la industria ha fabricado mensajes de «negación, duda, confusión».

De dónde provienen las calorías es crucial, señalan; así, las calorías del azúcar promueven el almacenamiento de grasas y el hambre, mientras que las de la grasa inducen plenitud o ‘saciedad’.

Según los autores, un gran análisis publicado en «PLoS ONE» reveló que por cada exceso de 150 calorías de azúcar (por ejemplo una lata de refresco de cola), se producía un aumento de casi 11 veces en la prevalencia de diabetes tipo 2, en comparación con las mismas 150 calorías obtenidas de la grasa o proteína. Y esto es independiente del nivel de actividad física y del peso de la persona.

Y otro trabajo publicado en «Nutrition» concluyó que la restricción de carbohidratos en la dieta es la intervención más eficaz para reducir todas las características del síndrome metabólico y debe ser el primer enfoque en el manejo de la diabetes, con beneficios incluso sin no hay pérdida de peso,

¿Y los carbohidratos? Las razones que se esgrimen señalan que el cuerpo tiene una capacidad limitada para almacenar carbohidratos y que son esenciales para el ejercicio más intenso. Sin embargo, estudios recientes sugieren justo lo contrario. Un trabajo publicado en «British Journal of Sports Medicine» establece que la adaptación crónica a una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos induce altas tasas de oxidación de grasas durante el ejercicio, suficiente para la mayoría de los deportistas en la mayoría de las disciplinas deportivas.

Mejorar entorno alimentario

Por todo ello, argumentan, los mensajes saludables difundidos sobre la industria de la alimentación deben cambiar. Más que decisiones de educación a la población, si mejora el ‘entorno alimentario’, las personas tomarán decisiones individuales más saludables que «tendrán un impacto mucho mayor en la salud de la población que el asesoramiento o la educación. La opción sana debe convertirse en la opción más fácil», dicen.

Y concluyen: «es hora de terminar con los daños causados por la maquinaria de la industria de ‘comida basura’. No se puede correr más rápido que una mala dieta».