Vitaminas y suplementos alimenticios que mejoran nuestro bienestar

La ingesta de proteína, presente en fuentes animales (carnes, pescados, huevos y marisco) y vegetales (sobre todo legumbres y frutos secos, además de cereales), a su vez, nos ayuda a mantener nuestra masa muscular y rendimiento en condiciones.

Vitaminas necesarias para nuestro bienestar
Algunos alimentos son imprescindibles para nuestro bienestar y por ello no debemos descuidar su consumo.

Algunos alimentos son imprescindibles para nuestro bienestar y por ello no debemos descuidar su consumo, aconsejan los expertos en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), entre ellos frutas y verduras (ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes); legumbres (por sus prebióticos que cuidan nuestra flora intestinal), alimentos fermentados (los probióticos que aportan ayudan a calmar el estrés) y grasas saludables (como fuente de energía). Para evitar el envejecimiento precoz de nuestras células es importante consumir frutas y verduras de todos los colores porque así nos aseguraremos de obtener un aporte adecuado de los diferentes antioxidantes, minerales y vitaminas (sobretodo A, C y E).

“Así mismo, a la hora de cuidar nuestra piel por dentro, nos podremos beneficiar de algunos suplementos alimenticios, como triptófano, betacaroteno, melatonina, vitaminas A, C y E, bayas de Goji, germen de trigo, el oxidante quercetina, o extracto de las plantas Pensamiento Salvaje y Bardana”, aconseja la nutricionista clínica Carmen Escalada.

Consejos para que los niños se alimenten bien en verano

CuidatePlus Marca, por María Molina

Las vacaciones ya han llegado para los más pequeños de la casa, y con ellas los problemas de mantener una alimentación adecuada y sana. Y es que la alimentación tiene un papel fundamental en esta época estival. La Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha avisado de los problemas que sufre la población infantil de nuestro país, y es que 2 de cada 5 escolares de entre 6 y 9 años de edad padecen sobrepeso u obesidad, un 9 por ciento de los niños consume verduras de forma diaria, un 29 por ciento fruta, y un 22 por ciento dedica dos horas como mínimo a la semana a ver la televisión o al uso de la tecnología. Otro dato preocupante es que un 31 por ciento de los niños practica deporte, pero solo como actividad extraescolar.

Para cambiar estos hábitos que acaban influyendo en el crecimiento y en el desarrollo de los niños, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) indica una serie de pautas, consejos y recetas saludables.

“Para empezar, es fundamental implicar a los niños en las tareas relacionadas, desde el momento de la compra para familiarizarse con el aspecto natural de los alimentos hasta el emplatado”, indica Carmen Escalada, nutricionista clínica del centro citado. Además, tanto los niños zurdos como diestros suelen comer mejor la comida que tienen a izquierda y derecha respectivamente, por lo que se recomienda situar los alimentos que menos les gustan a esos lados. Otra manera de que los niños coman mejor los alimentos que más se resisten en el plato es presentándolos con formas originales y divertidas.

La importancia de los micronutrientes en la dieta de los niños

Los micronutrientes son “sustancias contenidas en los alimentos, que no aportan energía y que son necesarios en cantidades mínimas; sin embargo, desempeñan un papel fundamental en distintos procesos metabólicos y bioquímicos de nuestro organismo y de allí su importancia en la edad de crecimiento”, señala Sonia Peinado, experta en nutrición pediátrica del IMEO. Es en este grupo dónde se sitúan las vitaminas (A, B, CDE y K) y los minerales, siendo imprescindibles en la alimentación de los menores el potasio y el magnesio, el calcio, el hierro, el cobre, el zinc, el cromo y el cobalto.

Recetas  para despertar el apetito de los más pequeños

Para que los niños tengan una dieta saludable, degusten todos los alimentos y reciban las vitaminas y minerales necesarios en esta época del año, algunos platos que podemos preparar para los más pequeños son:

  • Bocaditos saludables. Se pueden preparar de varias formas. “La opción clásica sería con pan integral, artesanal o de semillas, desechando así las variedades de pan blanco o congelado de escasa calidad”, afirma Andrea Marqués, nutricionista y experta en gastronomía del IMEO. Otra posibilidad es preparar el bocadito con tortitas de maíz o sin pan, y cortar y vaciar un tomate de tamaño mediano por la mitad, mezclar la pulpa con atún y añadir queso fresco.
  • Mini pizzas vegetales de berenjena y calabacín. Para este plato los ingredientes que se necesitan son: berenjena, calabacín, tomate, aceite de oliva, queso parmesano y champiñón y sal.
  • Polos de frutos rojos y yogur. Para preparar estos polos se necesitan 200 gramos de frutos rojos, 250 gramos de yogur natural y almíbar hecho con 30 gramos de azúcar moreno y 75 mililitros de agua.
  • Crema de calabaza y queso. Los ingredientes para hacer esta crema son los siguientes: 500 gramos de calabaza, 30 gramos de queso parmesano, aceite de oliva, caldo de verduras y sal.

Consejos para comer fuera de casa

No solo debemos cuidar la alimentación de los niños dentro del hogar, sino también fuera de él. “Hay que hacer entender los niños que comer fuera no implica permiso para saltarse las reglas, ni una recompensa o premio”, señala Mireia Elías, nutricionista del IMEO.

Para elegir los entrantes y primeros platos es recomendable escoger entre una gran variedad de platos. Algunas opciones son el hummus de legumbres, purés de calabaza, brócoli, acelgas, zanahoria o de batata o ensaladas de lechuga, jamón york, tomate cherry y mozzarella con vinagreta de limón; y para su aliño se aconseja utilizar aceite y vinagre.

Para los platos principales, los platos más saludables que podemos escoger para los niños son: hamburguesas de pavo y calabacín, mini pizzas de verduras, espaguetis con brécol y pesto, macarrones con salsa de verduras, tortillas francesas con jamón, atún o verduras; o albóndigas con salsa de tomate natural triturado.

La mejor bebida para acompañar a la comida es el agua, aunque también existen otras posibilidades como la leche semidesnatada, el zumo de frutas y los refrescos “cero”, pero estos últimos, de forma puntual.

Barriga ¿cervecera?

La cerveza no es tan culpable

Revista QUO
Autora: Marian Benito

Tanta lata con la “tripa cervecera” (hay quien prefiere llamarla “curva de la felicidad”), y ahora la ciencia cae en la cuenta de que no existe cinta métrica que logre vincular la circunferencia de la barriga con los gramos de felicidad acumulada o litros de cerveza ingeridos. Ni la cerveza engorda tanto como se cree, ni la tripa es la despensa de la bonanza, aunque puede que en este peculiar algoritmo cerveza y felicidad casen bastante mejor.

La birra es social

Apetecible, accesible y con una variedad casi infinita de matices en tonalidades, sabores y sensaciones visuales y olfativas… No hay momento que se resista a calarlo en cerveza. Difícilmente se puede ya rebatir que se haya convertido en seña de identidad de cualquier encuentro y de las relaciones sociales y amistosas. Tomar cañas con los amigos es un placer irrenunciable. En el País Vasco, el 64% de la población se va de cañas después de hacer ejercicio, según una encuesta realizada por Cerveceros de España. ¿Hay mejor modo de rehidratarse y evitar las temidas agujetas?

A fin de cuentas, una tapa de banderillas y una cañita no suman más que 102 kcal. Si el acompañante es un pincho de tortilla de patatas, se convierte en una suculenta fuente de nutrientes, como proteínas, minerales y vitaminas.

“Tapeo y cerveza conforman un tándem inseparable, aunque también aumenta el número de consumidores que se decanta por la cerveza para acompañar su comida o cena, y los que demandan otros tipos de cerveza y especialidades Premium”, dice Jacobo Olalla Marañón, director de Cerveceros de España. Una cerveza incita a la charla, a compartir y a disfrutar de la riqueza gastronómica de nuestro país: tortilla de patata, pan con tomate y jamón, calamares, paella… En España, está ligada al estilo de vida mediterráneo y a la dieta a la cual da nombre.

En dosis moderadas (una o dos diarias) y en un contexto de alimentación sana y ejercicio físico regular, no provoca aumento de peso, ni de masa corporal, según concluye el estudio nutricional e inmunológico Consumo moderado de cerveza, dirigido por la doctora Ascensión Marcos, del Instituto del Frío del CSIC: “Esta, como otras bebidas fermentadas, ejerce algunos beneficios sobre nuestra salud cardiovascular, sobre todo por su alto contenido en antioxidantes, y también sobre nuestra respuesta inmunitaria contra patógenos externos”.

Lo corrobora también una investigación realizada con casi 2.000 hombres y mujeres de 25 a 64 años en la República Checa, publicado en European Journal of Clinical Nutrition: “No existe relación entre la cerveza tomada con moderación y el tamaño de la barriga de su consumidor”.

A la misma conclusión llega un estudio difundido por el Colegio Oficial de Médicos de Asturias, que relaciona el modelo de hombre y mujer con vientres colmados más con la cultura anglosajona, donde el consumo de cerveza y la comida rica en grasas saturadas se da en cantidades extremas. Y esto es lo peor: “Igual que el pan, la cerveza es un hidrato de carbono de asimilación media, y si no lo quemamos, nuestro cuerpo lo almacena en forma de grasa. Es fresquita y, sobre todo en verano, se bebe con muchísima facilidad. A poco que nos descuidemos, hemos consumido una cantidad alta”, explica Rubén Bravo, especialista en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO)”.

La grasa es cuestión de sexos.

Llegados hasta este punto, a más de uno se le habrá desmoronado el pretexto para su mimada barriga, tan preciada para quien la lleva como inquietante para los médicos, porque lo que de verdad envuelve no es alcohol o bonanza, sino grasa visceral. Lo demás, puro eufemismo.

Cuando la barriguilla empieza a acusar la dichosa curva, no merece otro nombre, como advierte el especialista en obesidad y sobrepeso Rubén Bravo, que el de “curva de la mortalidad”, rebosante de muchos riesgos y pocas alegrías: “Infarto cerebral y de miocardio, diabetes tipo 2, disfunción eréctil, hernia de hiato, hígado graso, menor capacidad respiratoria, problemas de vesícula y aumento del ácido úrico y del colesterol… ¿Curva de qué? No encuentro mucha felicidad en estos datos”, afirma el experto.

Ni siquiera hay un atisbo de buen ánimo, puesto que esta grasa viril provoca un aumento de la hormona del estrés, el cortisol, al tiempo que debilita las endorfinas, que son precisamente las hormonas que facilitan la sensación de bienestar.

¿Pero por qué hombres y mujeres acumulamos la grasa de manera diferente? Nuestro tejido adiposo es distinto genéticamente. Un estudio dirigido por la profesora Deborah Clegg, del Southwestern Medical Center, indica que el tejido graso en el caso de los hombres se dirige a sus entrañas, mientras que las mujeres, por indicación de sus hormonas femeninas, lo llevan a su trasero, muslos y caderas. De hecho, la llegada de la menopausia hace que el depósito de grasa se vuelva más masculino, lo cual tampoco es demasiado consuelo.

“Pero no toda esa barriga generada por la mala alimentación y el sedentarismo representa un acúmulo de grasa exclusivamente. Más de la mitad es abdomen globuloso, provocado por el empuje de las asas intestinales ante una pared abdominal débil”, explica el cirujano estético Nazario Yuste Grondona. Y es precisamente esa falta de fuerza de la musculatura la que resulta incapaz de oponer resistencia al crecimiento de la tripa.

También se ha descubierto el gen que genera grasa próxima a los órganos vitales en individuos de apariencia delgada, con menor cantidad de grasa subcutánea, pero no visceral. En una investigación en la que han colaborado el CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid, se detectó que los individuos con una variante en el gen IRS1 podrían tener mermada su capacidad de almacenar grasa subcutánea. Esto provocaría que se dirigiera al tejido adiposo visceral y que los ácidos grasos fueran liberados al torrente sanguíneo. Y con ello, que se fueran acumulando en el hígado y en otros órganos”.

Al menos, aún nos queda el alivio de disfrutar de una buena cerveza, que deja a cada sorbo esa huella de espuma, unas veces fugaz, otras persistente.