¿Azúcar o sustitutos? Todo lo que debes saber

¿El mundo está en guerra con este ingrediente, pero ¿son mejores sus alternativas?

La Vanguardia, por Rocío Navarro

img_msanoja_20170125-175009_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-470339382-444-klvf-u413685440409w7d-992x558lavanguardia-webLa Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir 12 cucharaditas rasas de azúcar al día. O lo que es igual, “la que fabricantes, cocineros o los propios consumidores añaden a los alimentos o las bebidas que se van a tomar”, aclara el organismo que incluye en este los presentes de forma natural en la miel, los jarabes, y los zumos y concentrados de frutas.

El consumo excesivo de azúcar, o todo lo que supere los 50 gramos diarios, puede tener consecuencias. Entre ellas “aumentar la sensación de ansiedad y hambre, la grasa corporal, la probabilidad de padecer diabetes tipo II o provocar adicción”, señala Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto Medico Europeo de la Obesidad (IMEO).

«Una de las consecuencias del consumo excesivo de azúcar es que aumenta la sensación de ansiedad y el hambre”
Rubén Bravo
Experto en nutrición y portavoz del Instituto Medico Europeo de la Obesidad

Pero uno de los grandes problemas para controlar la cantidad de azúcar que ingerimos es que muchos alimentos la incorporan de forma enmascarada. “Actualmente la gran mayoría de los procesados llevan azúcares añadidos sin que el consumidor sea consciente de ello”, añade Bravo.

Desde antes de que se declarase la guerra al azúcar y se considerara como el enemigo público número uno, han surgido otras opciones que se plantean como alternativas para endulzar los alimentos. Pero ¿son realmente más sanas y mejores que ella? Te explicamos las características tanto del azúcar como de sus sustituto.

img_msanoja_20170125-175010_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-535504284-klvf-656x438lavanguardia-webSacarosa

Es el azúcar de mesa común y cada cucharilla tiene 16 kcal. “La gran mayoría se obtiene de la caña de azúcar (75%) o de la remolacha (25%)”, matiza Bravo. La OMS aconseja limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total y para obtener mayores beneficios, se recomienda reducir su consumo a menos del 5%.

“El azúcar blanca no aporta ningún micronutriente como minerales o vitaminas. Sin embargo, la que está sin refinar, integra vitaminas del grupo B, así como minerales como el potasio, calcio, sodio o magnesio”, comenta el especialista.

«El azúcar blanca no aporta ningún micronutriente como minerales o vitaminas”
Rubén Bravo
Experto en nutrición y portavoz del Instituto Medico Europeo de la Obesidad

Glucosa-fructosa de jarabe

Según expone el organismo que regula la seguridad alimentaria en Europa EFIC, la glucosa-fructosa de jarabe (GFS) es un edulcorante líquido utilizado en la fabricación de alimentos y bebidas. Se compone principalmente glucosa y fructosa y cuenta al igual que la sacarosa con 4 calorías por gramo.

Un GFS con un contenido de fructosa 42% es casi idéntico en dulzura al azúcar de mesa. Por ello y su capacidad para combinar bien con otros ingredientes el GFS se utiliza en la fabricación de alimentos y bebidas. Por ello no es difícil encontrarla entre los ingredientes de productos horneados, cereales, productos de confitería, conservas, mermeladas y distintos productos lácteos o condimentos (por ejemplo, mostaza y ketchup).

img_msanoja_20170125-175009_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-184655608-klvf-656x733lavanguardia-webStevia

Los edulcorantes de stevia son naturales y no contienen calorías, lo que permite a disfrutar el sabor dulce sin acarrear consecuencias como el aumento de peso. Por lo que es un excelente sustituto de los azúcares añadidos. No aumentan los niveles de glucosa en la sangre y por lo tanto pueden ser considerados aptos para diabéticos.

En abril de 2010, Panel de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria sobre aditivos (EFSA) evaluó la seguridad de los glicósidos de esteviol (stevia) y dio una opinión positiva de la seguridad. El máximo diario recomendado es de 4 mg por kg de peso corporal.

«Los edulcorantes de stevia no aumentan los niveles de glucosa en la sangre”

Aspartamo

Es el edulcorante más frecuente en bebidas lights o sin azúcar, postres, batidos de chocolate, yogur, chicles y como edulcorante, y endulza sin aportar calorías.Sin embargo, varios estudios de laboratorio han relacionado este elemento con alergias y cáncer, entre otras patologías. Pese a ello, la Asociación Americana Contra el Cáncer realizó una investigación y concluyó que este ingrediente no elevaba el riesgo de leucemia, linfoma o tumor cerebral.

Por su parte, la European Food Safety Authority también ha ratificado que el aspartamo es seguro para la salud, aunque alerta de su consumo en personas fenilcetonuria, un trastorno genético por el que el organismo no puede procesar la fenilalanina, uno de químicos que se derivan de este ingrediente al metabolizarse.

img_msanoja_21170125-175009_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-458528093-klvf-656x436lavanguardia-webSorbitol

Tanto su aspecto como la textura son similares al azúcar de mesa, pero con un 30% menos de calorías (2,6kcal/g). El sorbitol es un poliol, un tipo de carbohidrato generalmente fabricado a partir de azúcar, y cuyo uso está prohibido en los refrescos de la UE debido a su efecto laxante. Cuando se ingiere, se absorbe lentamente y solo parcialmente en el intestino para convertirse en fructosa en el hígado.

Se utiliza como una alternativa al azúcar en alimentos bajos en calorías y productos de salud oral, como pasta de dientes y chicles. Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) tiene menor impacto sobre los niveles de azúcar en la sangre. Aunque, demasiado sorbitol en el intestino puede causar retención de agua, lo que resulta en diarrea, indican desde NHS.

«Demasiado sorbitol en el intestino puede causar retención de agua”

Acesulfamo K

Puede endulzar hasta 200 veces el azúcar. Por esto, se usa en una amplia gama de alimentos bajos en calorías y bebidas lo contienen, incluyendo endulzantes de mesa, productos lácteos, postres congelados y productos horneados. No obstante el sector científico muestra una actitud reservada sobre sus efectos, pues ciertas voces indican que no ha sido estudiado adecuadamente y puede ser cancerígeno, afectar el embarazo y causar tumores.

El antecesor de la EFSA, el Comité Científico de Alimentos concluyó tras revisar estos textos en que lo relacionaban con el cáncer que no había “indicación de posible carcinogenicidad en ellos”. El grupo de expertos también asegura que no es tóxico en los niveles recomendados de consumo (9 mg por kg de peso corporal) y no causa la mutación genética.

img_msanoja_20170125-175010_imagenes_lv_otras_fuentes_istock-520733611-klvf-656x490lavanguardia-webMiel

Aunque cada cucharadita aporta 21 calorías, aporta al organismo vitaminas y minerales. Gracias a sus antioxidantes -entre los que están la crisina, la vitamina C y la catalasa- cuenta con propiedades antiinflamatorias, indica EUFIC.

Otro de los beneficios de la miel es que cuenta con un índice glucémico (IG) de alrededor de 55, lo que la sitúan entre los alimentos de IG bajo y moderado. Este grupo produce un menor aumento de la glucosa en la sangre. Una dieta baja en IG puede ser beneficiosa para condiciones como la diabetes tipo 2.12,13.

Cada cucharadita de miel aporta 21 calorías

Asimismo, algunos ensayos científicos revelan que la miel aumenta los niveles de la hormona que promueve la sensación de saciedad, aunque como avanza el organismo europeo, aún se necesitan más datos para confirmarlo.

Queda comprobado que existen muchas formas de darle un matiz dulce a lo que comemos, pero ¿cuál es la opción más beneficiosa? El experto apuesta por las alternativas de origen natural. “Entre todos los endulzantes recomendaría el azúcar moreno y la miel por ser los más ricos en micronutrientes. Sin embargo, para quienes estén intentando perder peso, la stevia, que es de origen natural y no aporta calorías”, recomienda Bravo.

«Entre todos los endulzantes recomendaría el azúcar moreno y la miel por ser los más ricos en micronutrientes”
Rubén Bravo
Experto en nutrición y portavoz del Instituto Medico Europeo de la Obesidad

¿Deben los refrescos llevar una etiqueta de advertencia como la del tabaco?

Ya sea por el exceso de azúcar o por los edulcorantes artificiales que se emplean como sustituto del mismo, las bebidas refrescantes suponen en muchas ocasiones un riesgo para nuestra salud mucho mayor de lo que nos pensamos.

refrescosQué, por Irene Cirvida
Coca-Cola, PepsiCo y Dr Pepper
, las mayores empresas fabricantes de refrescos del mundo, se comprometieron hace unas semanas a reducir las calorías de sus bebidas hasta en un 20 %. El plazo para cumplir dicha promesa es de más de 10 años (hasta 2025) y, por el momento tan solo se aplicará en Estados Unidos, el país con el índice de obesidad más alto del mundo según los informes de la OCDE.

Las empresas de refrescos más importantes del mundo llegaron a este acuerdo junto con la Asociación Estadounidense de Bebidas y la Alianza por una Generación más Sana, tras una conferencia organizada por la Fundación Clinton. Precisamente, el ex presidente estadounidense ha calificado esta medida como «algo fundamental en la lucha contra la obesidad».

Sin embargo, es necesario plantearse si se podría hacer algo más por concienciar a la sociedad de los riesgos para la salud que entraña el abuso de este tipo de bebidas o si, por el contrario, reducir las calorías bastaría.

Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), considera que la disminución de las calorías en los refrescos «no es suficiente ni mucho menos». Es importante tener en cuenta que ya existen en el mercado muchas variantes de bebidas refrescantes con menos calorías que las normales (light, zero…) y aun así el sobrepeso y otros problemas de salud siguen estrechamente vinculados a un consumo abusivo de los mismos.

EL PELIGRO DE LOS ENDULZANTES 

«El problema que hay que plantear es si los endulzantes empleados en los refrescos son perjudiciales para la salud», afirma Bravo. En este sentido, recientemente se ha publicado un estudio que vincula directamente los edulcorantes artificiales con la diabetes,entre otras cosas.

El trabajo realizado por investigadores del Weizmann Institute of Science (Israel) sostiene que el consumo de los edulcorantes artificiales que se suelen emplear como sustitutos del azúcar (no solo en refrescos, sino también en alimentos preparados y la sacarina) provocaría alteraciones metabólicas relacionadas con la obesidad, así como intolerancia a la glucosa y posteriormente incluso diabetes. 

La investigación realizada con ratones y humanos, publicada por la revista Nature, concluye que los edulcorantes artificiales acarrearía dichos problemas de salud. Su consumo, a la larga, cambiaría la composición y la función de la microbiota intestinal (población de bacterias que residen en nuestro intestino y que son fundamentales para una buena salud).

Uno de los aditivos analizados en el estudio es el aspartamo. Este endulzante lo podemos encontrar en la composición de la Coca Cola Zero en muchos países, aunque en otros, como Estados Unidos, su uso está prohibido.

«Hay muchos estudios, aunque algunos todavía no son muy fehacientes, que demuestran que el exceso de este endulzante podría producir cáncer», dice Rubén Bravo. ¿Cuándo podríamos en contrarnos con este riesgo? «Con una lata al día no, pero en cantidades un poco más elevadas, a lo mejor tres, el aspartamo es tóxico para el cuerpo«, asegura el portavoz del IMEO. Además, «si lo prohíben en unos sitios y en otros no, me imagino que por algo será, ¿no?», sentencia.

EL ETIQUETADO ‘ENGAÑOSO’ 

Gran parte de los problemas nutricionales de la sociedad parten de que, por lo general, para la mayoría de la población resulta caótico llegar a descifrar lo que nos quieren decir las etiquetas nutricioinales de los productos que consumimos.

Por ejemplo, ¿cuándo bebes un refresco eres consciente de la cantidad exacta de azúcar que estás ingiriendo? Según un estudio publicado por la OCU, una de las bebidas más azucaradas del mercado son los refrescos de cola sin cafeína, que contendrían alrededor de un 11% y uno normal en torno a 10,5%. En cuanto a las bebidas de otros sabores, las de naranja o las de limón podrían llegar a estar compuestas de hasta un 13% de azúcar. 

El problema es que la mayoría de la gente no es especialista en nutrición y no saben exactamente lo que les quieren decir las etiquetas, explica Rubén Bravo. Normalmente, se tiene el concepto general de los refrescos normales tienen bastantes calorías, pero los ‘cero azúcares’ y los light menos.

Pero no hay que olvidar que si un refresco no lleva azúcar, llevará edulcorantes artificiales que lo sustituyan. «Muchas veces nos encontramos a adictos a la Coca Cola Zero, que llegan a tomar uno o dos litros al día aun estando a dieta, porque tienen la idea de que al no llevar azúcar no pasa nada», asegura Bravo.

«Lo que se suele desconocer es que al estar metiendo un estímulo dulce al cuerpo (los edulcorantes) durante todo el día, se tiene la insulina a tope y se termina creando una deficiencia en el páncreas y por consecuencia diabetes«, continúa explicando.

Otro aspecto que es importante recordar es que «cuando tenemos la insulina alta por algún endulzante o algún azúcar simple, nuestro cuerpo emplea ese azúcar como fuente de energía en lugar de recurrir a la grasa que tenemos almacenada». Por este motivo, el abuso de bebidas refrescantes supone un serio problema a la hora de controlar nuestro peso.

ETIQUETAS DE ADVERTENCIA 

Ante la cantidad de riesgos para la salud que supondría el abuso de las bebidas refrescantes, en más de una ocasión expertos en nutrición han propuesto incluir en su etiquetado una advertencia que alerte a los consumidores. 

Uno de los que lo ha propuesto más recientemente ha sido Simon Capewell, profesor de Política y Salud Pública de la Universidad de Liverpool. A través de un artículo en la revista ‘British Medical Journal’ ha sugerido que las bebidas no alcohólicas azucaradas incluyeran una etiqueta de advertencia.

«Muchos otros productos potencialmente perjudiciales ya llevan efectivas advertencias sanitarias», asegura Capewell. El experto británico recuerda además en su artículo que el consumo de tabaco pasó de ser socialmente aceptable a estar peor visto desde que se comenzaron a incluir advertencias sanitarias en las cajetillas.

Este mismo año se puso en marcha un proyecto de ley en California para incluir avisos en los refrescos que superasen las 75 calorías. La medida estaba respaldada por la Asociación de Médicos de California, que los consideran el principal motivo de la «epidemia de la obesidad infantil». Además, según varias encuestas, el 75% de la población estaría a favor de la ley.

Sin embargo, la reforma ha sido frenada ya que según las autoridades habría otros muchos alimentos que también deberían llevarlo. «Aquí por un lado está la industria, por otro la salud, y por otro lado está la política. Por desgracia, en determinados países o estados hay luchas que en muchos casos interfieren de forma negativa sobre la salud poblacional», comenta Rubén Bravo. «El incluir un pequeño mensaje de advertencia haría que se redujeran las ventas de determinadas bebidas», añade.

El nutricionista también se muestra a favor de incluir este tipo de mensajes, «pero no solo en bebidas, también en bollería industrial y en otros alimentos».

OTROS RIESGOS PARA LA SALUD 

El consumo excesivo de refrescos no solo está relacionado con enfermedades cardiacas, de sobrepeso, o de diabetes.

Según Rubén Bravo, «el abuso de refrescos y bebidas que contienen un exceso de azúcar a la larga te cambian el gusto. Hay estudios que incluso hablan de que generan adicción».

Cuando se tiene el hábito de consumir refrescos desde pequeños, «al final se crean paladares distorsionados, que siempre van a buscar que los alimentos tengan mucho más sabor. Por ejemplo, siempre van a desechar una fruta para buscar un bollo», explica el portavoz del IMEO.

«Esto parece una tontería, pero de forma indirecta también supone un riesgo para la salud, porque se cambian por completo los hábitos alimenticios de las personas«, sentencia.