Las luces y sombras de los edulcorantes como la estevia o el eritritol

El Consumidor Global, por Javier Roibás

Una taza de café con un sobre de estevia / EFE

El azúcar engancha y los españoles consumen demasiado, sobre todo en la infancia y en la adolescencia. “Llega a ser más adictivo que la cocaína”, asegura Inmaculada Luengo, dietista y nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Hasta hace unos años, en los hogares sólo se contemplaban dos opciones dulces cuando a un invitado se le ofrecía un café: azúcar o sacarina. Sin embargo, las alternativas de origen natural y químico para endulzar los alimentos se han multiplicado y eso provoca cierta frustración en algunos consumidores debido a la dificultad para atinar con el más recomendable.

“Parece que todo se quiere catalogar como un alimento bueno o malo. Eso hace que los consumidores tengan una mala relación con la alimentación. Todo depende del contexto”, asegura en ese sentido Luengo. Por su parte, Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y divulgador científico, señala que se tiende a pensar que lo natural es lo más seguro y saludable, “aunque en realidad lo que importa es su composición y la estructura química”.

Problemas gastrointestinales

Dentro de los edulcorantes naturales se encuentran los denominados polialcoholes o polioles, cuyas principales ventajas son tener muy pocas calorías y no provocar caries. De hecho, los polioles son muy empleados para los chicles y caramelos sin azúcar, aunque el representante más conocido de este tipo puede que sea el eritritol, muy de moda y presente en un sinfín de recetas fit que elaboran diferentes influencers en las redes sociales.

“Tienen un inconveniente, ya que si se consumen en dosis muy altas pueden causar problemas gastrointestinales como diarreas”, asegura Lurueña. En ese sentido, Luengo destaca que, aunque no se puede generalizar porque cada persona es un mundo, aquellas que tengan el colon irritable o que padezcan problemas de estómago “tienen más tendencia a que algunos edulcorantes les sienten mal”.

Diabetes y procesos de adelgazamiento

Otro de los grandes motivos del auge de los edulcorantes como la estevia es que son considerados como un aliado para bajar de peso. A pesar de que algunos no tienen calorías y otros tienen una cantidad muy pequeña, Lurueña señala que las evidencias científicas apuntan que la simple sustitución de los azúcares por edulcorantes “no sirve para bajar de peso”. Si bien todavía no se sabe muy bien por qué ocurre eso, el experto apunta que hay diferentes hipótesis. “Los edulcorantes podrían hacer que nuestra apetencia por los alimentos dulces siga estando ahí o, incluso, se potencie. Otra teoría es que puedan modificar la microbiota –también llamada flora– intestinal”, explica. A pesar de ello, el experto señala que la mejor solución para alguien que desee adelgazar no es que se pase a las galletas sin azúcar, sino que las cambie por manzanas, que, aunque también tengan azúcares, se metabolizan de una forma más lenta.

Por su parte, la dietista de IMEO señala que los edulcorantes sí que van bien a las personas que buscan bajar de peso, aunque señala que el hecho de estar tan acostumbrados a consumir azúcar desde pequeños provoca ciertas resistencias en ese proceso. “Cuando la gente intenta corregir esa situación es complicado porque el cuerpo ya pide azúcar. Nuestro cerebro se vuelve adicto”, insiste.  

Los trucos de los productos sin azúcar

Según un estudio realizado por la empresa de alimentación saludable Natruly, el “91% de los consumidores es consciente” de que cuando un producto se comercializa como 0 % azúcares, “a veces contiene edulcorantes”.  Sobre este aspecto, Lurueña señala que uno de los trucos que utiliza la industria alimentaria para no añadir azúcares es utilizar ingredientes dulces en productos que, de por sí, no llevarían esos ingredientes. “En lugar de azúcar blanco, añaden miel pasta de dátiles, por ejemplo. La están utilizando para endulzar, no como un ingrediente más del alimento y eso es un engaño”, asevera.

En la misma línea, Luengo señala que otra treta es camuflar los azúcares y ponerles otros nombres para que pasen desapercibidos en el etiquetado. “El consumidor, por lo general, maneja conceptos básicos como qué son los hidratos, las grasas… pero hay una variedad muy grande de azúcares y al cambiarles el nombre puede que la gente crea que no los lleva”. Para ello, esta experta recomienda fijarse en el apartado nutricional de los envases y ver, dentro de los hidratos de carbono, cuántos son azúcares simples. “Ahí la etiqueta no falla”, destaca.

¿Azúcar en el fuet?

Por otro lado, existen alimentos en los que cualquier consumidor no espera encontrar azúcar y, sin embargo, sí que lo incluyen. Un ejemplo de ellos es el fuet. “Los azúcares cumplen diferentes funciones tecnológicas, no solo se utilizan para endulzar. En un fuet ayudan a que se desarrollen las bacterias que intervienen en la fermentación durante el proceso de elaboración. Y, por ejemplo, en un pan, intervienen en el horneado y hacen que la superficie esté más tostada”, explica Lurueña. “Esto no debería preocuparnos demasiado. Los azúcares están donde todos pensamos que están, es decir, en cosas como los bollos de chocolate, los refrescos… En un fuet u otro alimento como una salsa de tomate la cantidad es mínima”.

A pesar de que hay “mucho miedo” con el azúcar y los edulcorantes por parte de los consumidores, este divulgador científico recalca que “hay que tener claro que son sustancias seguras pero que, consumidas en grandes cantidades, sobre todo el azúcar, pueden ser malas para la salud”. Por su parte, Luengo destaca que el objetivo final debe ser acostumbrarse al sabor real que tienen los alimentos y no tener que endulzarlos de ninguna manera.

La letra pequeña de la dieta keto, una moda para adelgazar comiendo grasa

El régimen está pensado para perder hasta 12 kilos en un mes, pero su naturaleza extrema puede producir efectos secundarios

El País, por Salomé García
Perder 12 kilos en un mes sin que el olor a coliflor sobrevuele la cocina un solo día. Es el sueño de la mayoría de las personas que se ponen a dieta, y una experiencia a la que uno puede aspirar después de ver a estrellas del espectáculo como Halle Berry, Jennifer Lopez, Kim Kardashian y Adriana Lima contar las maravillas de la dieta keto por internet. La respuesta del mundo digital a sus recomendaciones ha sido abrumadora: fue el régimen que sumó más búsquedas en Google de 2018. Y seguro que no solo por la influencia de las cantantes y las actrices, sino también porque conviene estar bien informado si uno pretende probarla.

La dieta keto reparte las calorías de tal manera que los alimentos grasos son predominantes, con entre un 60% y un 80% de la ingesta total. Luego están las proteínas (entre un 20% y un 25%) y los hidratos de carbono (del 5% al 10%), enumera Juana María González Prada, dietista-nutricionista y directora técnica de Alimmenta. Pero no vale cualquier tipo de grasa. Nada de panceta ni torreznos, «lo ideal es que el perfil sea saludable, que procedan preferentemente de pescados y alimentos de origen vegetal (como el aceite de oliva, las semillas, los frutos secos y el aguacate). Una ingesta elevada de derivados cárnicos aumenta el riesgo cardiovascular y de padecer cáncer por su contenido en grasas saturadas, colesterol y sodio», explica González Prada.

La «magia» adelgazante de la cetosis

La consecuencia de este reparto de los nutrientes es que los depósitos de glucógeno, una molécula que es nuestra principal fuente de energía, se quedan prácticamente vacíos y el organismo se ve obligado a buscar un combustible alternativo. Entonces se produce la cetosis, que es un estado en el que el cuerpo usa la grasa —de peor calidad y menos eficiente, por lo que hay que quemar más cantidad— para lograr la energía que necesitan los músculos y el cerebro. El organismo se convierte en una eficiente máquina de quemar lípidos, y los michelines desaparecen a toda velocidad. Este proceso inspira el nombre de la dieta; el término keto es, precisamente, un diminutivo de ketogenic, que significa «cetogénica» en inglés.

Hasta aquí los titulares deslumbrantes. Ahora, la letra pequeña. Al minimizar el consumo de hidratos de carbono, uno de los macronutrientes principales, también se limita la toma de vitaminas, minerales y fibra. Y la ingesta de nutrientes como el calcio, la vitamina D, el selenio, el magnesio, el zinc y el fósforo se ve comprometida. Es una consecuencia que conviene tener en cuenta, puesto que los nutrientes cumplen funciones como mantener los músculos sanos, asegurar una secreción hormonal adecuada, guardar la salud del sistema inmunitario y del corazón, y mantener el buen funcionamiento de los riñones.

«Entre los síntomas a corto plazo de la cetosis están el estreñimiento, el dolor de cabeza, la halitosis, los calambres musculares, la diarrea, la debilidad general y las erupciones cutáneas. A largo plazo puede producirse problemas de salud como la esteatosis hepática (más conocida como enfermedad de hígado graso), la hipoproteinemia (disminución de la concentración de proteínas), la aparición de piedras en los riñones y las deficiencias de vitaminas y minerales», indica la experta. De ahí que muchos programas basados en la dieta cetogénica incluyan suplementos vitamínicos y minerales, para evitar consecuencias indeseadas.

Además, una vez que quien sigue la dieta se ha quedado hecho un figurín y decide abandonarla suele aparecer el temido efecto rebote. «El peso solo se mantiene si hay un cambio de hábitos nutricionales que se puedan mantener en el tiempo. Si no es así, tarde o temprano se recupera», asegura González Prada. Y, aunque la dieta keto sí es una de las formas más rápidas de perder peso, es posible alcanzar el mismo objetivo con algo más de tiempo y conseguir mejores resultados.

Según un metaanálisis que estudió como evoluciona la pérdida de peso de sujetos sometidos a una dieta baja en carbohidratos frente a los de una dieta baja en grasas, los de la cetogénica habían perdido de media 3,3 kilos más que sus colegas a los seis meses. Pero las diferencias fueron poco apreciables al cabo de un año. En cambio, las personas que siguieron una dieta baja en grasas habían mejorado sus niveles de colesterol pasado ese tiempo.

Insuficiente literatura científica para no pensarlo dos veces

El endocrino de la Clínica Mayo Russell Wilder se convirtió en uno de los pioneros de la dieta cetogénica cuando, a principios de los años veinte, comenzó a usarla para emular los beneficios del ayuno en enfermos de epilepsia. «El cambio llega en los años cincuenta, con la publicación de un artículo en la revista médica New England Journal of Medicine sobre los efectos de esa dieta en pacientes obesos y cuando, en 1972, el doctor Robert Atkins retoma el concepto en su famosa dieta», apunta Sonia Peinado, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. El resto ya es historia de uno de los regímenes más famosos y controvertidos del último medio siglo, la dieta Atkins. El Gobierno de Reino Unido llegó a ordenar investigarla en 2004, como parte una iniciativa para comprender el aumento de la obesidad en el país.

Recientes estudios pretenden avalar la dieta keto con nuevos beneficios para el organismo. Por ejemplo, que reducir la glucosa en la circulación sanguínea mejora la sensibilidad a la insulina y la presión arterial. Sin embargo, «no hay evidencia científica al cabo de un año», sentencia González Prada. Otros le atribuyen una mejora en la sintomatología del mal de Alzheimer, pero la experta considera que tampoco hay datos suficientes para sostener esta tesis, ni aquellas que sostienen que podría ser beneficiosa para algunos tipos de cáncer. Lo mismo sucede con las que atribuyen el poder de estimular la expresión de los genes antiinflamatorios y antioxidantes a las cetonas, los compuestos químicos que se producen cuando el cuerpo quema la grasa. Esto último supuestamente conferiría propiedades antiedad a la dieta keto.

«Son promesas hechas a partir del estudio de animales de laboratorio, sin evidencia científica en humanos. Lo que sí sabemos, en cambio, es que la cetonemia (el aumento de cetonas en sangre) durante el embarazo ha sido asociada con disminución de las puntuaciones de cociente intelectual en los niños», indica González Prada.

¿Y por qué los deportistas recurren a la cetosis?

Al margen de la polémica sobre su utilidad para adelgazar, esta dieta encuentra refugio entre algunos deportistas. Dado que los depósitos de glucógeno son muy limitados, hay entrenadores que sugieren acostumbrar al cuerpo a tirar de grasas. Es una idea que circula sobre todo en deportes de resistencia y en pruebas como el maratón, para evitar las molestias gastrointestinales que pueden acarrear los geles.

«En cuanto a rendimiento deportivo, una dieta baja en hidratos no sería mi primera opción si lo que el deportista busca es un buen resultado en competición. La grasa es peor combustible y no permite optimizar el rendimiento. Además, la disminución de los depósitos de glucógeno se relaciona con la fatiga durante el ejercicio», responde Marcos Rueda Córdoba, dietista-nutricionista especializado en nutrición deportiva en Realfooding.

Otra cosa es usarlo como herramienta durante los meses de preparación de la prueba para enseñar al cuerpo a carburar con grasas, lo que en la jerga nutricionista se conoce como buscar la flexibilidad metabólica. «En ciertos protocolos de entrenamiento, se reduce la disponibilidad de glucógeno para aumentar la oxidación de grasas como fuente energética. Pero es un arma de doble filo: si se entrena mucho o siempre con baja disponibilidad de glucógeno, buscando esas adaptaciones a nivel metabólico, quizás no se llegue a alcanzar la misma intensidad o duración que se conseguiría con los depósitos de este sustrato principal llenos. Y esto impide lograr otras adaptaciones necesarias para optar a ganar (lograr correr más rápido o más kilómetros)».

Entonces, ¿grasa o glucógeno? La solución más habitual es lo que Rueda Córdoba denomina como «periodización nutricional»: «Una parte de la temporada se entrena en baja disponibilidad de carbohidratos. Al acercarnos a la competición, justo todo lo contrario: llenar los depósitos de glucógeno al máximo para competir al máximo nivel», concluye el experto.

Entrevista con el creador de la «Dieta Flash»

Vida y Estilo, canal Terra

A continuación publicamos una entrevista con el creador de la “Dieta Flash”, doctor Manuel Jiménez Ucero que ha sido difundida por el canal Terra.

Este médico advierte claramente que este régimen, basado en ingerir una mayor cantidad de proteínas y en suprimir los azúcares y las grasas en su fase inicial,  para que el organismo queme así las grasas del propio cuerpo, se debe hacer siempre “bajo la batuta de un director de orquesta”, afirma el experto.

Una dieta para un adelgazamiento rápido

– ¿Esta dieta está prescrita solo para problemas serios de obesidad?
– Por supuesto. Con ella se logra adelgazar  entre 10 y 30 kilos en tres o cuatro meses, con resultados espectaculares, como una notable mejoría  de la salud del paciente y de sus constantes vitales.

-Y además, parece una dieta rápida…
-Si se sigue bien, permite adelgazar unos diez kilos en el hombre y entre seis y ocho kilos en la mujer durante el primer mes.

-Parece ser que ahora están de moda las “dietas proteicas”…
– Bueno, bueno, ya hace 35 años que el doctor Blackburn, de la Universidad de Harvard, determinó  la  cantidad exacta de proteínas que necesitaba el ser humano para proteger su masa muscular en una dieta de proteínas.

-¿Y en qué consiste?
En su primera fase, en reducir  la ingestión de azúcares por debajo de los 50 gramos al día, una ausencia total de grasas y un correcto aporte de proteínas para el mantenimiento de la masa muscular.

-¿Por qué hay que reducir el azúcar y los alimentos que lo contienen?
-Porque, cuando  inicias cualquier dieta de adelgazamiento, el organismo consume en primer  lugar las reservas de azúcar  depositadas en forma de glucógeno en el hígado, el bazo y los músculos: es la reserva natural de energía que tiene el cuerpo para quemar, si le hace falta.

-¿Y que pasa si no se se suministran?
– Cuando el cuerpo ha consumido todos los azúcares, que es lo que tiene más fácil,  inicia la combustión de las grasas en reserva, con lo que se empieza a adelgazar y el cuerpo produce acetona.

Ventajas e inconvenientes de la cetosis

— Pero siempre nos habían alertado que la acetona no era buena para el organismo…
Es cierto que el paciente puede notar debilidad, jaquecas o dolores musculares durante los primeros tres días, pero se le pasa rápido, y sus ventajas son enormemente superiores a sus inconvenientes.

-¿Qué suele recetar el médico en esos primeros días?
–  La subida de acetona en la sangre provoca su eliminación por la orina, con un incremento de la diuresis y un arrastre de iones minerales, por lo que el médico prescribirá la ingestión de 1,5 litros de agua al paciente y le dará un aporte de minerales necesarios para evitar estas carencias.

-¿Y eso es bueno?
– La cetosis moderada es un instrumento muy útil en el régimen de adelgazamiento, ya que la acetona produce un efecto importante en la reducción del apetito, hace desaparecer la ansiedad típica de otras dietas y produce un estado de bienestar en el organismo.

-¿Y cómo repercute en la pérdida de peso?
 -En esta etapa estricta, que pude oscilar entre una semana y un mes,  se pueden llegar a perder hasta dos terceras partes del total del peso sobrante, con lo que el estímulo y la alegría del paciente es evidente al observar los resultados obtenidos.

– ¿Qué peligro puede conllevar en el organismo el aumento de proteínas?
-Ninguno, porque los actuales regímenes nunca exceden el aporte de la cantidad de proteínas que necesita una persona para vivir sin pérdida de la masa muscular. Y ello equivale, aproximadamente, a entre 1 y 1,5 gramos por kilo de peso y día, que es la cantidad recomendada por la OMS.

La cultura del sobre

– ¿Esta dieta es partidaria de la “cultura del sobre”?
– Si, los sobres de proteínas han de tomarse durante un mes, a razón de cinco productos diarios, pero, en las siguientes fases, solo se utilizan dos productos proteicos diarios.

-Pero se resentirá el bolsillo…
– Con los sobres,  nos podemos gastar 105 euros a la semana (140 dólares),  pero tendremos que descontar la carne, huevos, pescado,  leche,  pan y chocolate, que están prohibidos (una media de 50 euros a la semana -67 dólares-); es decir, nos gastaremos 55 euros a la semana -74 dólares-, que multiplicados por cuatro semanas, sumarán un total de 220 euros -296 dólares-.

-¿Me puede poner un ejemplo de alguno de los  pacientes que mejor se ha adaptado a esta dieta?
–  Una de mis pacientes, Pilar, de 1,58 centímetros de estatura,  pesaba 92 kilos y  ha perdido 46 kilos en diez meses. Ahora pesa 46 y ha recobrado una piel con mayor suavidad y tersura y sus constantes vitales están dentro de la normalidad.

Las ventajas de la ‘Dieta Flash’

– Qué ventajas tienes su dieta sobre la Dieta Dunkan?
El inconvenientes de la Dieta Dunkan  es que todos los regímenes precisan  de un “director de orquesta” para  cumplir los objetivos y que no tengas que soportar la “vergüenza torera” de admitir que no has cumplido tus objetivos. Si te controla el doctor Dunkan, como hace con las celebrities, la dieta funcionará, peor dudo mucho que se consiga con la única ayuda de un libro.

-Además de los sobres, ¿prescribe alguna medicina a sus pacientes?
-Con esta dieta, añado el consumo de  complejos vitamínicos y minerales, ya que, al reducir el consumo de azúcar, el cuerpo empieza a quemar la grasa y se forman cuerpos cetónicos, que se eliminan por la orina con sus correspondientes sales minerales.

-¿Usted prohíbe la pasta de dientes con mentol o alcohol  y algunos antinflamatorios con lactosa, ¿no es eso muy drástico?
– Mire, hacer las cosas bien cuesta menos que hacerlas mal. La lactosa produce retención de líquidos y el alcohol activa nuestro  páncreas dormido, dispara la secreción de insulina y quema azúcar en vez de grasa.

Cenas cortas hacen vidas largas

-¿Y qué pasa cuando superamos todas las fases y nos equilibramos de peso?
–  Entonces sigue siendo necesario comer cinco veces al día,  empezando por los alimentos más energéticos por la mañana e ir reduciendo   conforme pasa la jornada en cantidades proporcionales. Yo siempre digo que “cenas cortas hacen vidas largas”.

-¿Frutas después de comer o de cenar?
Las frutas o postres hay que tomarlos a media mañana o media tarde.   El mito del zumo de naranja por la mañana es erróneo,  porque te inyectas azúcar en vena. Lo necesario son las frutas acuosas y ácidas como la naranja completa, el kiwi, la mandarina, los fresones y la piña poco verdes y la verdura, cuanto más verde,  mejor.

-¿Se puede tomar chocolate negro?
–  Yo aconsejo el chocolate negro porque contiene un aminoácido que es el triptófano,  por el que el cuerpo genera serotonina y melatonina, dos neurotransmisores que propician tranquilidad y el sueño nocturno.

-¿Y qué dieta aconseja para estar en forma, aunque no se sea un gran obeso?
–  Si una persona quiere perder tres kilos para la “operación bikini”, que haga la dieta que quiera, incluso la dieta Dunkan, que es la  es la hija ilegítima de la Atkins. No hay ninguna dieta mala.

-¿El alcohol es muy perjudicial para las dietas?
–  El alcohol tiene un  alto valor energético: si hacemos una semana de dieta sin alcohol y otra semana de dieta con alcohol, se engorda el doble de lo que se ha adelgazado la anterior semana.

Consejos para no engordar

-¿Qué consejos nos da para no engordar, doctor Jimeno?
-Yo aconsejo comer en plato grande la verdura, la ensalada, el pescado  o el marisco y, en  plato pequeño, las legumbres,  la fécula (patatas) y el arroz.

-Y por último, ¿qué garantiza su «Dieta Flash»? 
-Pues una pérdida inmediata de peso, la normalización de  la glucosa,  el colesterol y el ácido úrico y la mejoría y el rejuvenecimiento físico.