Engordar por puro placer

En las fiestas ganamos hasta cuatro kilos por culpa del «hambre hedonista». Nuestro cerebro nos engaña para seguir comiendo pese a estar saciados

J. V. Echagüe, La Razón

EXPOSICIÓN GIUSEPPE ARCIMBOLDONadie los pide en su carta a los Reyes Magos, pero acaban convirtiéndose en uno de los «regalos» que, de forma indefectible, nos dejan las Navidades: los kilos de más. Y, como propósito de Año Nuevo, «toca» encomendarse a «dietas exprés» con resultados a corto plazo pero de futuro más que incierto. Así, ¿cuál es el camino correcto?

Primero es necesario saber por qué nos atiborramos. Los españoles hemos engordado entre dos y cuatro kilos durante estas fechas como consecuencia de los atracones familiares, según datos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Sin embargo, si hemos comido de más no ha sido porque tuviéramos hambre. O no al menos en su sentido fisiológico. Ahí ha entrado en juego lo que se conoce como «hambre hedonista». Así lo demuestran las últimas novedades científicas al respecto, dadas a conocer ayer por los responsables del programa de nutrición Weight Watchers-Entulínea.

Dos cerebros

«Tenemos dos cerebros», explicaba ayer el doctor Carlos Diéguez, director del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn). «Uno nos empuja a comer según las calorías que necesitamos y a tomar decisiones sobre los alimentos; pero el »otro» nos empuja a comer por placer y satisfacer así nuestras necesidades hedónicas», añadió. Así, no es casual que, tras la copiosa cena de Nochebuena, no rechazáramos la bandeja de turrones al final pese a quedar más que saciados.

¿El motivo? La tentación por alimentos ricos en calorías, grasas y azúcares está durante estas fechas más expuesta que nunca. De hecho, en condiciones normales, a lo largo del día nos vemos expuestos a tomar en torno a 220 decisiones alimentarias, si bien es cierto que sólo 19 se toman de manera consciente. Y nuestro cerebro nos «engaña»: creemos que es un hambre real, cuando en realidad es artificial. Pero no por ello menos placentera. «Se genera la activación de ciertos grupos neuronales, como los del área ventrotegmental o del núcleo accumbens, donde se concentran los mecanismos cerebrales del placer. Y así se liberan neurotransmisores como la dopamina», aseguró Diéguez. Un neurotransmisor que, aparte de producir placer físico, es considerado una de las hormonas de la felicidad.

«Hay que diferenciar entre el hambre y las ganas de comer», apunta en esta misma línea el doctor Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que recuerda que, «sólo con verlos, determinados alimentos nos pueden resultar apetitosos pese a tener el estómago lleno». Un buen ejemplo es el chocolate, que logra activar las llamadas «áreas de recompensa cerebral», relacionadas con la zona de la amígdala. No en vano, dicha área, que tiene una incidencia directa en nuestro bienestar, se estudia en los casos de los pacientes con depresión.

A corto plazo

Con todo, en los próximos meses toca «purgar» los excesos. Según afirmaba un informe elaborado por PronoKal, el 87% de los españoles se propone adelgazar a principios de año, pero, el 65% de los que comienzan a hacerlo acaban abandonando la dieta por aburrimiento y falta de voluntad. Así, según la clínica Adelgar, las llamadas «dietas exprés» son las preferidas durante estos meses. Sin embargo, tienen «truco». Ahí está su «efecto rebote».

«Se trata de dietas que ralentizan el metabolismo. Y su gasto energético está también ralentizado. Cuando vuelves a comer, aunque sean cantidades normales, el organismo se da cuenta y, por tanto, quema menos», explica a LA RAZÓN Pilar Riobó, médico especialista en endocrinología y nutrición, que considera que este tipo de dietas «reestringen demasiado la alimentación. Uno está deseando acabar la dieta para comer de forma compulsiva». Para la experta, dietas como la Atkins, la Montignac o la Dukan, bajas en carbohidratos, «se basan en anécdotas y retórica no científica». Es más: algunos métodos, afirma, pueden favorecer la aparición de osteoporosis o incluso cáncer.

«La mayoría de dietas que se inician en enero no se siguen con éxito», explica Jordi Pous, director general de Weight Watchers-Entulínea en España. «Adelgazar es un proceso a medio y largo plazo que precisa de un cambio de hábitos, un apoyo y una motivación», añade. ¿El error? «La prisa. Querer perder 10 kilos y querer perderlos ya». No en vano, el programa Weight Watchers, basado en el fomento de los buenos hábitos y en reconocer las situaciones de riesgo, «está financiado por la Seguridad Social en Reino Unido».

Así, ¿cuál sería el camino correcto? La doctora Riobó –que en su web, doctorariobo.com, trata con profundidad el problema– ofrece algunas pautas: disminuir la cantidad de aceite; evitar tomar bebidas alcohólicas; apostar por los lácteos desnatados; cocinar los alimentos a la plancha o al horno; no abusar de la carne y comer más pescado; y, por encima de todo, repartir con criterio nuestra alimentación en cinco comidas al día.

Los expertos de IMEO advierten que en un mes y medio se pueden coger hasta 10 kilos de sobrepeso, si no se tiene cuidado

La Sexta Noticias

Las comilonas nos hacen engordar una media de 3 kilos durante las Navidades, según los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).
Para controlar la dieta, uno debe acudir al médico porque no a todos nos engorda lo mismo, pero sí hay unas recomendaciones generales. La ansiedad, también es parte del problema porque está muy relacionada con los kilos de más.

La emotividad de estas fechas y la crisis hacen que el 80% de la población española sufra de ansiedad. Sin embargo, gracias a la tecnología más avanzada podemos obtener información mucho más precisa para hacer frente al problema. “Algunos de los datos que nos da es una evaluación emocional del paciente”, apunta Rubén Bravo, experto en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Así, con la ayuda de este análisis hormonal y emocional, podemos descubrir qué es lo que más nos engorda y por qué. “En un mes y medio podemos llegar a subir entre 5 y 10 kilos si no ponemos remedio”, advierte Bravo. Pero como resistirse a estas tentaciones no es fácil, aquí van cuatro consejos para planificar una comida en un día festivo.

1.    En las cenas evitar salsas y frituras en los entrantes y decantarse por ibéricos o los mariscos.
2.    Como plato principal debemos elegir pollo o ternera en vez de carnes magras como el cerdo.
3.    Los postres con fruta o chocolate negro son los que menos engordan.
4.    Para beber la cerveza, la cava y el vino tinto son la mejor opción, ya que nos aportan mucho menos calorías que los licores.

El «hambre hedonista», culpable de los kilos que cogemos en Navidad

Europa Press, ABC

Algunos alimentos, como el chocolate, activan determinados circuitos neuronales que generan bienestar en el organismo

hambre-hedonista--AFP   Los españoles ganan entre dos y cuatro kilos tras las fiestas de Navidad, según datos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), dados a conocer por expertos este martes en Madrid, quienes señalan que este fenómeno aparece, en parte, por el hambre hedonista, que supone la ingesta de determinados alimentos para obtener placer.

   «En el hambre hedonista se genera la activación de determinados grupos neuronales, como son los del área ventrotegmental o del núcleo ‘accumbens’ que liberan neurotransimisores como la dopanima. Ésto no solo desencadena nuestro apetito, sino que además la ingesta de esos alimentos nos genera placer», concreta el director del grupo de investigación Obesómica Funcional del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), el doctor Carlos Diéguez.

En sus palabras, «el cuerpo humano es una máquina casi perfecta» que permite equilibrar la ingesta de alimentos en el organismo de la persona, al metabolizarlos. Sin embargo, «algunas comidas nos hacen comer más», aun sin tener necesidades energéticas, al activar determinados circuitos neuronales que liberan dopanima y generan bienestar en el organismo, asegura.

Los mencionados circuitos neuronales, prosigue, se activan según determinados tipos de comida. Así, la ingesta de carbohidratos produce, en general, mayor placer en comparación, por ejemplo, con la de grasas.

Pese a que la explicación del fenómeno no está aun del todo clara, este experto explica que «los receptores para el gusto son distintos» en los seres humanos. Sin olvidar «la propia habituación o inducción», señala.

Investigaciones recientes demuestran que la persona toma, cada día, 220 decisiones alimentarias, de las que solamente 19 se toman de manera consciente.

Cambios conductuales

Diéguez considera «complicado» controlar el hambre hedonista, pues no existe un fármaco en la actualidad que pueda regularlo. La única vía, dice, es «inducir cambios conductuales» en la persona.

A este respecto, se ha pronunciado el director general de ‘Entulínea’ de Weight Watchers, Jordi Pous, quien resalta la «paradoja» de atravesar una situación de sobrepeso «tan mala» en España, a la par de tener «muchas más dietas» para adelagazar.

No obstante, a su juicio, «la única manera de controla el hambre hedonista es a través de metogologías conductuales que nos lleven a actuar de manera saludable y a controlar el entorno».

Buenos habitos

En este sentido, Pous explica que la dieta de ‘Entulínea’ para inducir cambios conductuales en la persona a la hora de comer consiste en un seguimiento en el que se anota la alimentación que sigue el individuo.

Además de pautas sobre compra de alimentos. En sus palabras, se trata de que con «conceptos fáciles», la persona pueda «gestionar mejor» su entorno. Entre sus consejos se encuentran tomar fruta y verdura en cada comida; llevar un aperitivo saludable en el bolso y un podómetro para contar todos los pasos que se dan; y desayunar todos los días.

Asimismo, planificar la comida del mediodía con antelación y los ingredientes de la próxima comida, y sentarse a la mesa para todas las comidas. También comer sin ningún tipo de distracción; moverse, al menos, cinco minutos cada hora y decidir las actividades físicas del día siguiente.

Este experto señala que, de esta manera, la persona puede conseguir «pequeños cambios» que, finalmente, se convierten en rutina. Se trata, dice, de perder kilos a corto plazo y mantener y no recuperar el peso a largo.

Por último, Diéguez destaca el «mal paso» que ha dado la especie humana durante su evolución, al derivar en el ‘homo obesus’, un fenómeno relacionado con «el aumento llamativo de la mortalidad por problemas cardiovasculares». Se trata, a su juicio, de «un problema que abarca a todo el mundo» y que, en estos momentos, afecta en España al mismo nivel que en Estados Unidos.

«Cualquier bajada de peso es beneficiosa para la salud», afirma este experto, quien asegura que «bajar cinco centímentros de cintura disminuye en gran medida el riesgo de diabetes y eventos cardiovasculares».

El 2012 nos obsequió con nuevas técnicas para adelgazar

Serguéi Petujov, RIA Novosti
Foto de Irina ovchinnikova Ria NovostiLa dietética es más que una simple ciencia: en ella ponen sus esperanzas millones de personas por todo el mundo.

Aunque en 2012 los científicos no han inventado ninguna panacea en la lucha contra el exceso de peso, algunos descubrimientos merecen ser tenidos en cuenta. Y de los fracasos del año se podrían sacar las necesarias conclusiones para no repetir errores de otra gente.

Podría calificarse como esperanza del año la bastante exitosa aplicación de los “teléfonos inteligentes”, los smartphones, para el autocontrol de quienes desean perder hasta 3 kilos al mes.

La banalidad del año serían las dietas de turno y los productos quemagrasas, el escándalo del año, el reconocimiento por la comunidad médica del hecho de que dejar de fumar podría suponer un riesgo real de engordar. Y la tendencia del año sería la disminución de la demanda de los preparados para adelgazar.

Invierno y primavera: dando pasos hacia ninguna parte y haciendo listas sin sentido

El 2012 empezó con la aparición de una instrucción “paso a paso” para perder peso en doce semanas y una vez por todas. El comienzo de la maratón se fijó para el “lunes de arroz”, el 2 de enero de 2012. El proceso se prolongaría hasta el domingo, 18 de marzo, y acabaría con la figura esbelta totalmente recuperada.

Luegoб en las actividades dietéticas hubo una pausa que duró quince semanas. Sin lugar a dudas, era necesaria para que todos pudieran probar el método y ver los resultados. Los siguientes descubrimientos del mundo de la nutrición fueron hechos ya en abril: era una lista de veinticinco productos milagrosos que, de acuerdo con un estudio encargado por la revista Health, ayudaban a quemar grasas y a perder peso. Las combinaciones provocaron bastante desconcierto: salmón y avena, chocolate y brócoli, plátanos y cebada, peras y lentejas…

Las recomendaciones de los nutricionistas rusos eran más simples y contundentes: más avena y trigo sarraceno, nada de perascomer en la misma hora

ni de plátanos y, por supuesto, de barbacoas al aire libre…

Verano: estómagos reducidos quirúrgicamente y apuntes diarios

El verano pasado trajo consigo una inesperada revelación de los científicos estadounidenses: la reducción quirúrgica del estómago, a la que se someten en el país miles de personas: de ellas, un 79% son mujeres y un 87% de éstas, de raza blanca, se encuentra en directa dependencia de la adicción posterior al alcohol. Sin embargo, hubo un descubrimiento que dio motivos para el optimismo: años de observaciones a las mujeres que estaban a régimen por su cuenta demostraron que conseguían su meta aquellas que, primero, comían siempre a la misma hora, segundo, descartaban la comida basura y tercero, apuntaban minuciosamente todo lo comido a lo largo del día.

Los primeros dos puntos parecen banales a más no poder. El último, no obstante, resultó ser una sorpresa para los expertos en dietética estadounidenses. De haber conocido los avances de sus compañeros de oficio rusos no habrían tenido que descubrir una cosa que todo el mundo ya sabe.

En el Instituto de Nutrición (Rusia) a todos los pacientes que desean someterse a un curso de adelgazamiento se les propone escribir en un papel todo lo que comieron el día anterior. Uno suele indignarse y con la palabras “Y eso, ¿para qué? Si ayer no comí casi nada” se pone a redactar la lista. Al llegar a la segunda decena de productos, se sonroja. Y los expertos están muy pendientes: cuanto más intenso es el color de la cara, más posibilidades tiene de adelgazar.

Otoño: visitas nocturnas a la nevera, diferentes tipos de calorías y el humo del adelgazamiento

La llegada del otoño estuvo marcada por el siguiente descubrimiento de los científicos canadienses: la falta de sueño obstaculiza el adelgazamiento, dado que “estimula un mayor consumo de productos alimenticios y aumenta la secreción de hormonas que regulan el apetito”.

Por desgracia, al igual que en el caso anterior, no se trata más que de un plagio: el síndrome del comedor nocturno es conocido desde los años cincuenta del siglo pasado y estudiado de manera pormenorizada. Se probó en más de una ocasión que si una persona no duerme por la noche o sufre de alteraciones de sueño, a menudo recurre a la comida. A nivel mundial estaríamos hablando del 9% de la población, uno de cada once habitantes de la Tierra.

Otro descubrimiento del otoño de 2012 merece un mayor interés: resulta que para un adelgazamiento eficiente no basta con contar las calorías, es necesario tener en cuenta su tipo. Es decir, un trocito de chocolate y un plato de repollo crudo podrían tener la misma cantidad de calorías, pero el chocolate se convierte en grasa casi por completo, mientras que para masticar y digerir el repollo se gastan tantas calorías que al final el trocito de chocolate ya no equivale a un plato, sino a una ensaladera de repollo cortado.

La conclusión es que las calorías pueden ser de distintos tipos, de modo que no hay que sorprenderse si con las reglamentarias 2.000 calorías uno podría seguir aumentando de peso. No parece muy eficiente adelgazar comiendo cosas ricas, porque se queman mejor las calorías que se contienen en productos no refinados y, por lo tanto, menos sabrosos.

El otoño acabó con una noticia de calado; los científicos rusos reconocieron que el riesgo de subir de peso aumenta de forma real en caso de dejar de fumar. La gente lo sospechaba antes, pero los expertos preferían no confirmarlo ni desmentirlo, para no hacer propaganda del consumo de tabaco como una forma eficaz de mantenerse en forma. Sin embargo, al empezar a cobrar fuerza la campaña antitabaco lanzada por el Gobierno ruso, los médicos decidieron romper el silencio y asegurar que el consumo de tabaco ayuda a adelgazar, pero el mecanismo de acción es muy parecido al detectado en las enfermedades oncológicas y la tuberculosis.

La lógica parece cojear, también se puede asegurar que numerosas dietas tienen el mismo mecanismo que la alimentación baja en calorías y con productos no refinados propia de los campos de concentración. Con todo y eso la declaración de los científicos volvió a llamar la atención sobre el peligro de las técnicas de adelgazamiento excesivamente estrictas para la salud e incluso para la vida.

Invierno: altas tecnologías al acecho del sobrepeso

Y, por último, en diciembre los nutricionistas estadounidenses hicieron públicos los resultados de sus estudios acerca de la eficiencia del uso de dispositivos electrónicos en la lucha contra el sobrepeso. A primera vista una aplicación para el smartphone que registra la alimentación diaria de una persona y el nivel del esfuerzo físico no se diferencia mucho de los apuntes en un diario. Sin embargo, sí que existe una importante diferencia: el dispositivo envía a diario los datos al nutricionista, que no tarda en introducir correcciones al curso de tratamiento. Y si uno quiere perder peso por su cuenta, el teléfono le informa a su dueño de que está infringiendo uno u otro principio de la pérdida de peso.

Pese a su sencillez, el método ha resultado increíblemente eficaz, tan sólo un mes de este control diario permite perder un promedio de tres kilos. Parece ser el resultado práctico más significativo en el desarrollo de la ciencia del adelgazamiento en 2012. Demuestra lo poco que se necesita en realidad para adquirir una figura esbelta.

Crisis de la pastilla contra bollos y dulces

En los años 2000, la píldora para perder peso más famosa del mundo, el Xenical, la estaban tomando más de 40 millones de personas. En el mejor momento de sus ventas su fabricante suizo, la empresa F.Hoffmann – La Roche Ltd., junto con la británica GlaxoSmithKline PLC, presentó la versión de la píldora para el Reino Unido y Estados Unidos. La marca comercial de ésta última era Alli. Ambos fabricantes ganaban con el tratamiento algo menos de 1.000 millones de dólares anuales.

Pero en 2010, los medios de comunicación difundieron datos sobre el daño que causaba dicha píldora en el hígado y el volumen de ventas no tardó en caer, tendencia que se mantuvo a lo largo de 2011. Y en 2012 las pérdidas de ambas empresas alcanzaron el índice del 84%.

Es verdad que estos datos se refieren a la píldoras de fabricación suiza y británica y a los deseosos de recibir tratamiento en países europeos y en Norteamérica. Los genéricos de estas píldoras se fabrican en muchos países. La India  suministra su producto a medio mundo y Rusia también. En este caso sería imposible buscar informes exhaustivos, de modo que no se pueden sacar conclusiones sobre la crisis del consumo de las píldoras para adelgazar. Todo parece ser cuestión de las experiencias personales de quienes están a régimen.

Así, una de las principiantes de este método escribió en un foro: “Perdí quince kilos. Estuve tomando las píldoras durante cinco meses. El efecto se hizo más visible después de descartar los dulces y la bollería. Ha acabado el curso, pero sigo sin comer bollos y dulces y he perdido dos kilos más”.

Es muy posible que en un futuro no muy lejano esta observación particular se imponga en las mentes de los deseosos de adelgazar y muchos de ellos acaben perdiendo el exceso de peso de manera definitiva. Deseo a todos que ocurra en 2013 y, de paso, ¡buen provecho durante estas fiestas!

La opinión del autor no coincide necesariamente con la de RIA NOVOSTI.

Consejos anti empacho, por Rubén Bravo en Radio de Canarias

La Alpispa, Radio Autonómica de Canarias

En España el empacho navideño nos acompaña hasta los Reyes, cuando se come el Roscón de Reyes. Según informa Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), la media de peso que cogen los españoles durante las fiestas que rodean la Navidad son entre 2 y 5 kilos. Dos kilos aumentan aquellas personas que a lo largo del año controlan su alimentación y suelen hacer ejercicio físico. Hasta unos cinco kilos aumentan aquellos que “soltaron las riendas” el día 1 de diciembre, convirtiendo cada uno de los días en un interminable festín, aplazando los tiempos de “sacrificios” para enero, para cuando terminen las fiestas.

Sin embrago, no hay que pasar por alto el empacho. Este término común que solemos utilizar para describir el estado de “no poder comer más” en realidad  es un trastorno alimenticio que entre otras cosas va a hacer nuestro estómago más grande y cada vez nos vamos a saciar con más comida que dejado sin control nos puede traer muchos problemas a la larga. “El empacho es más peligroso para las personas que comen de forma compulsiva o por ansiedad, porque en este caso actúa como un agravante”, recalca Bravo. Por este motivo el programa la Alpispa de la Radio de Canarias nos ofrece una serie de consejos, preparados por los expertos de nutrición del IMEO que nos ayudarán a evitar el empacho y nos enseñarán a controlar nuestra alimentación en los días que rodean los festivos.

Pulsa play para escuchar el audio completo.

Adelgazar: la promesa de Año Nuevo

Radio La voz de Rusia

El deseo de Año Nuevo más común en EEUU esta vez ha sido «perder peso».

© Foto Flickr.comTobyottercc-byEstos son los resultados de una encuesta de opinión pública realizada por expertos de la Universidad de Scranton, EEUU.

Las tres promesas más populares también incluyen «ser más organizado» y «gastar menos y ahorrar más». Además, los estadounidenses se prometieron a sí mismos disfrutar de la vida, estar en forma y saludables, aprender algo interesante y dejar de fumar.

El 45 % de los estadounidenses suelen hacer promesas de Año Nuevo. Sin embargo, solo el 8 % de los encuestados dijeron que siempre las cumplen.