¿Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenos?

CuidatePlus, por Alicia Cruz

En los atracones participan tanto el aspecto psicológico como el fisiológico

Comer es uno de los grandes placeres de la vida y para muchos, el mayor. El problema es que este tipo de goce se disfruta más en pequeñas dosis, premisa que no siempre se cumple. Los atracones son muy característicos en fechas tan señaladas como la Navidad, así como en todo tipo de compromisos sociales como los cumpleaños o las bodas. Ver tantos platos suculentos es algo que nos lleva casi a la locura. Presos del hambre, nos abalanzamos sobre ellos. Lo curioso es que, una vez que estamos saciados y sentimos que no nos cabe ni un granito de arroz más, seguimos comiendo sin control. ¿Por qué ocurre esto?

“Esto es debido principalmente a dos factores: por un lado, la abundancia de diversos platos muy llamativos y atractivos que no solemos comer durante el resto del año; y por otro, el efecto de ‘presión de grupo’ en el que el hecho de que todas las personas de nuestro alrededor sigan comiendo nos incita a imitarles inconscientemente”, responde María González, psicóloga del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

Por su parte, Rubén Bravo, experto en nutrición y gastronomía de la misma institución, explica que estos “alimentos adictivos” suelen ser ricos en grasasazúcares o harinas refinadas y que, más allá de cubrir nuestra sensación de apetito, “tienen un impacto más bien emocional en el ámbito de los neurotransmisores, es decir, en nuestra sensación de felicidad y de satisfacción”.

En este sentido, el experto comenta que es difícil separar el aspecto psicológico del bioquímico en este proceso porque, aunque es cierto que el primero es el que provoca un determinado comportamiento, siempre está respaldado por el elemento fisiológico. “En cuanto a la sensación de hambre hay involucradas múltiples hormonas y neurohormonas. Una de ellas, dentro del ámbito de la saciedad, sería la grelina, que se segrega en la parte superior del estómago entre 15 y 20 minutos después de haber empezado a comer”, detalla el dietista, que añade que esta es la razón por la que en muchas ocasiones, tomamos un aperitivo y, cuando llegamos a la comida principal, ya no tenemos hambre.

Bravo alude, además, a la leptina, una hormona que también regula el apetito y que se segrega en las células grasas. “Cuando medimos la leptina en el IMEO, vemos que las personas que tienen un porcentaje de grasa saludable tienen unos niveles de esta hormona más bajos, y aquellos con una composición corporal que presenta un mayor índice de grasa empiezan a segregar resistencia a la leptina”. Esto quiere decir que cuanto más se distancia un individuo de su porcentaje de grasa saludable, hay una menor capacidad para controlar los niveles de saciedad. “Esto lo vemos más claramente en personas con tendencia genética hacia la obesidad”, expresa.

La tercera hormona vinculada a la sensación de hambre es la insulina. Sobre ella, el nutricionista manifiesta que “claramente, los alimentos ricos en azúcares generan picos de insulina y de azúcar en sangre y, como consecuencia, crean mayor sensación de hambre y ansiedad”.

Sobre el aspecto psicológico que participa en este proceso de comer de manera impulsiva a pesar de estar llenos, Bravo destaca dos neurotransmisores:  la serotonina y la dopamina, vinculados a la sensación de felicidad y de calma. “Determinados alimentos ricos en azúcar, grasas saturadas o harinas simples tendrían un impacto sobre estos dos neurotransmisores. Por decirlo de alguna forma, estos tipos de productos nos generaría tranquilidad y felicidad. Se trata de un impacto muchísimo más grave en personas con tendencia genética a la obesidad o que desde la infancia o adolescencia comen estos alimentos cuando se sienten con ansiedad o tristes”, expone el especialista. En definitiva, se produce una corrección sobre el estado de ánimo. 

¿Comemos más cuando estamos en compañía?

“El entorno es crucial”, asegura Bravo. El dietista declara que, si tenemos a nuestro alrededor personas que se cuidan y la alimentación que siguen es saludable, es mucho más fácil mantener una dieta equilibrada. No obstante, si, por el contrario, nuestro entorno no sigue un régimen adecuado, desde la selección de ingredientes o de menús, su comportamiento repercutiría en el nuestro. “Tendríamos una mala influencia que nos dificultaría tener una forma correcta de alimentarnos”, indica.

González hace referencia, de nuevo, a la llamada presión de grupo: “Hay personas que si, por ejemplo, están siguiendo un plan nutricional para adelgazar, pueden limitarse a la hora de comer por las expectativas que su entorno tiene sobre ella, viviendo estos momentos con gran tensión. A veces, esto es lo que ocasiona que se produzcan los atracones en solitario tras las comidas familiares”.

Es frecuente que también ocurra que después de comer hasta saciarnos por completo, volvamos a sentir hambre poco tiempo después, ¿por qué ocurre esto? González señala que “en estos casos, aunque físicamente estemos saciados, emocionalmente podemos querer cubrir una necesidad con la comida, como puede ser la ansiedad de un encuentro familiar, el cansancio acumulado o, incluso, reforzar en positivo la ilusión del momento”. 

Tras las vacaciones: ¡depuración digital!

Vuelta a las actividades habituales, un buen momento para efectuar una depuración digital, evitando el uso excesivo de redes sociales y dispositivos electrónicos que pueden fomentar trastornos de la alimentación, afectar el peso corporal y perjudicar la salud nutricional. Cuatro expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) nos lo explican

EFE Reportajes, por Ricardo Segura
Estar sumergido en exceso en un entorno virtual favorece un estilo de vida sedentario, cuadros de sobrepeso y también de desnutrición, desajustes en los horarios de sueño y comidas”, señala el experto en nutrición del IMEO, Rubén Bravo.

La psicóloga María González de este mismo instituto, recomienda reflexionar sobre como utilizamos las redes sociales, dedicarles un tiempo máximo establecido de antemano al día, y eliminar aquellas que no usemos o que nos generen negatividad psicológica, y redirigir nuestra atención a otras actividades o “hobbies” no digitales.

Los excesos ‘en línea’ afectan nuestra línea

“Además, estar sumergido en un entorno virtual durante más tiempo que el necesario favorece un estilo de vida sedentario, cuadros de sobrepeso y también de desnutrición, desajustes en los horarios de sueño y comidas, además del picoteo de alimentos altamente procesados ricos en grasas y azúcares”, señala Bravo.

“El uso excesivo de Internet y de las redes sociales (RRSS), como Facebook, Twitter, Instagram o de sitios como YouTube, podría considerarse una adicción psicosocial, ya que puede generar tolerancia (necesidad de entrar a las RRSS más frecuentemente y durante más tiempo) y abstinencia (ansiedad, si no es posible acceder a las redes)”, señala Ana Gutiérrez, psicóloga del IMEO

“Este tipo de plataformas pueden contribuir al desarrollo de trastornos de orden alimenticio (atracón, comedor compulsivo, bulimia, ortorexia, vigorexia o anorexia) que tienen mucho que ver con el aspecto físico y pueden acarrear otras consecuencias desfavorables, como ansiedad, depresión, comparación social negativa o ‘bullying’, entre otras”, apunta Gutiérrez.

Consultar sistemáticamente páginas sobre la pérdida de peso, la quema de grasa, alimentación deportiva, ejercicios para aumentar o reducir volumen, dietas desaconsejadas, venta de esteroides o sustancias dopantes, puede alimentar conductas obsesivas o compulsivas en las personas predispuestas a los desórdenes alimentarios, según la nutricionista Andrea Marqués, también del IMEO.

“Con la inercia del día a día vamos generando hábitos que, poco a poco, nos hacen más dependientes del mundo tecnológico”, añade la psicóloga María González.

Según esta profesional, el uso y consumo de tecnología y RRSS puede considerarse adictivo “cuándo afecta a la vida diaria de la persona, enlenteciendo o interrumpiendo su desarrollo habitual, tanto académico o laboral, y cuando el cese del consumo o el contacto con estos medios genera ansiedad en la persona”.

“Si en un cómputo general se dedica más tiempo a las RRSS y los dispositivos electrónicos que al contacto social real con familiares o amigos y a la actividad al aire libre, podríamos decir que entramos en un consumo abusivo“, enfatiza González.

“El falso ‘contacto social’ que experimenta el internauta en las RRSS refuerza su aislamiento y compararse con los estilos de vida que se muestran en estas plataformas, que ensalzan un ideal poco realista de la felicidad 24 horas, puede generar a esa persona sentimientos de insatisfacción y ansiedad que pueden intentar compensar a través de ingestiones excesivas de alimentos dulces o muy calóricos”, según esta psicóloga.

La reentrada: ocasión para desenredarse

Si las vacaciones pueden fomentar el uso excesivo de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, volver a las actividades cotidianas tras la pausa estival, pueden ser un buen momento para “desenredar” y “depurar” nuestra vida y actividades “en línea”.

“La vuelta a la rutina después de unas vacaciones o una escapada puede ser una ocasión ideal para cambiar nuestra relación con el mundo digital”, explica a Efe la psicóloga Ana Gutiérrez.

“Se trata de un momento en el que solemos volver más relajados, con un buen estado de ánimo y es un excelente punto de partida para evitar malos hábitos en el uso de dispositivos móviles”, asegura.

“Empezar este ‘Détox digital’ después de las vacaciones, nos ayuda a la hora de marcarnos límites concretos en la utilización del ocio digital”, según Gutiérrez.

“La reentrada es un momento oportuno para plantearse nuevas actividades de ocio y desconexión en las que no medie la tecnología, como hacer deporte, leer, tocar algún instrumento musical o dibujar”, indica la especialista.

Doce claves de una buena “depuración” digital

La psicóloga María González ofrece algunos consejos para disfrutar de un bienestar digital sin caer en la trampa de la dependencia emocional u otros trastornos psicológicos y comportamentales, realizando un ‘détox o depuración’:

1.- Revise y dé baja aquellos “emails” de ‘newsletters’ que no lea.

2.- Desactive los avisos del móvil para la bandeja de entrada del correo electrónico, y propóngase dos horarios específicos al día para realizar una revisión de sus correos.

3.- Silencie los grupos de chat y elimine aquellos que ya no utilice.

4.- Desactive las notificaciones y sonidos de WhatsApp, para no dedicar mucho tiempo del día a consultar la pantalla de los dispositivos para comprobar si hay mensajes nuevos.

5.- Reflexione sobre como utiliza las redes sociales, y elimine aquellas que no use o que le generen negatividad psicológica.

6.- Controle las horas al día que dedica a las redes sociales, fijándose un máximo de tiempo y, cuando ese tiempo se agote, dirija su atención a otras actividades.

7.- En su tiempo de descanso, fines de semana o vacaciones, desconecte de las redes sociales durante la mayor parte del día.

8.- Retome las lecturas atrasadas y actividades al aire libre.

9.- Cree su propia rutina: establezca unos horarios que incluyan los tiempo de trabajo y de ocio y las cinco comidas principales le ayudará a planificar qué momentos del día va a destinar al mundo digital, para que este lapso no interfiera con el resto de tareas.

10.- Preste atención al momento presente: la comida es una actividad importante a la que debemos dedicarle tiempo y atención, y centrarnos en ella cuando la estemos realizando. Por ello esta psicóloga recomienda:

a) Evitar el uso de pantallas y del móvil mientras comemos, por ejemplo durante la jornada de trabajo, poniendo nuestra atención en aquello que estamos comiendo.

b) Ponernos de acuerdo con la persona que nos acompaña a comer para dejar el teléfono móvil fuera de la vista y centrar la atención en la conversación y la comida.

c) Reduzca las conversaciones constantes por redes sociales y sustitúyalas por encuentros en persona o llamadas de teléfono en las que podamos prestar una atención plena al aquí y ahora.

11.- Organice momentos libres de tecnología: haga un listado de actividades alternativas o aficiones que no requieran el uso de dispositivos electrónicos.

12.- Utilice un reloj despertador en vez de la alarma del móvil. Este sencillo gesto ayudará a que consultar las redes sociales no sea la primera actividad que realice al despertarse.

Obesidad psicógena: Cuando engordas por tristeza y ansiedad

Esta circunstancia puede llevarnos a una erma de seguridad en la vida diaria, fácil de derivar en una depresión

ABC
Por no haber podido superar un episodio traumático de nuestra vida, como una muerte cercana, una pérdida sentimental, o por tratar de controlar nuestra ansiedad mediante la ingesta desmesurada de comida. Al primero de los casos, se le denomina clínicamente Obesidad Psicógena Reactiva y al segundo Obesidad Psicógena de Desarrollo. Por supuesto, tal como aclara la psicóloga de Clínicas Origen, en ambos supuestos el incremento de peso se debe a un desfase entre las calorías que comemos y las que quemamos mediante actividad o ejercicio pero, aclara que en este diagnóstico el origen y el mantenimiento, en la mayoría de los casos, es psicológico y emocional.

Comemos para tranquilizarnos, porque las sensaciones que nos produce el acto de alimentarnos son placenteras. De esta manera, explica la experta, resulta muy fácil caer en la trampa de asociar la comida con una reducción del malestar. Comer algo que nos gusta nos aporta un refuerzo y, además, de manera inmediata. «Si la persona llega a percibir esto, y lo asocia, puede empezar de manera progresiva a realizar mayor ingesta alimentaria. Una vez iniciado el proceso, es difícil romper el círculo vicioso. Comemos por estrés y engordamos. Al vernos mal, perdemos nuestra autoestima, nos sentimos mal, y comemos».

Esta realidad implica, según Conde, importantes dificultades en nuestra vida, «pudiendo propiciar problemas de baja autoestima, limitación de la vida social y ansiedad. Puede ser un factor limitante para nuestra calidad de vida y desarrollo personal e incluso laboral. Estamos, sin querer, ayudando a que nuestro cuerpo se mantenga en ese peso que no es saludable para nosotros, lo que a su vez interfiere con nuestras posibilidades de desarrollo personal».

La ingesta voraz

Cuando el «hambre emocional» es excesiva puede aparecer el «trastorno por atracón» que, según la Asociación Psiquiátrica Americana, declara haber padecido entre el 20% y el 40% de las personas obesas. También conocido «trastorno de ingesta voraz» (binge eating disorder) consiste en una ingesta desmesurada, que puede llegar a sobrepasar las 6.000 calorías, y que, al contrario que la bulimia, no presenta episodios de vómitos. Es decir, la persona que se da el atracón no vomita lo que ha comido. En algunos episodios llega a darse la pérdida absoluta de control. Es un proceso muy adictivo, relacionado con la necesidad de recompensa, mediante la liberación de sustancias como dopamina y serotonina y, en este sentido, se buscan productos ricos en azúcar y, por lo tanto, altamente calóricos.

Desde Origen, Pilar Conde advierte que para trabajar la Obesidad se requiere de tratamientos multicomponente, en los que el apoyo psicológico es clave, pero pide también responsabilidad social en el tratamiento de la imagen, que discrimina a los cánones de belleza alejados de la delgadez, a veces extrema.

La psicóloga recuerda que personas con exceso de peso se pueden llegar a sentir rechazadas socialmente, influyendo en sus ámbitos tanto personales como laborales. Esta circunstancia puede repercutir en una pérdida de autoestima, una merma de seguridad en la vida diaria, fácil de derivar en una depresión.

 

Cómo poner freno a los atracones navideños

El Mundo, por Gema García Marcos
14512946667178Llevamos una semana de atracones. Y todavía nos quedan dos más:los de Nochevieja y Año Nuevo y el de Reyes. Casi 21 días de excesos, oficialmente permitidos por esa bula mental que nos concedemos en Navidad, a los que hay que sumar los previamente consumidos en forma de cenas de trabajo, copas con amigos, cócteles de empresa. Total, que rezumamos cava, asados y turrones por cada poro de nuestro castigado organismo.

Aunque el ambiente festivo nos haga mirar a otro lado, la prueba del pantalón no engaña. Si el botón no abrocha es que ha llegado la hora de tomar cartas en el asunto antes de que el drama de la última dieta milagro se cierna sobre nuestras cabezas.

Y es que, según los expertos en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) cualquier españolito de a pie puede llegar «a coger 0,5 Kg por cada semana de excesos; una persona con sobrepeso, 1 Kg; y un obeso, hasta 1,5 Kg» durante estos días de libertinaje gastronómico.

Poseídos por un impulso incontrolado que nos empuja a devorar todo lo que se nos pone a nuestro paso bajo la peregrina excusa de que «son fechas muy especiales», esta locura transitoria «afecta en mayor grado a los hombres que a las mujeres y también más a aquellos que tienen problemas de sobrepeso u obesidad previos», afirma Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del IMEO.

¿Por qué engordan más ellos que ellas? La razón, según el IMEO, es sencilla: «Las raciones que suelen tomar los varones son más generosas. También abusan más del dulce y, al tener más aguante, beben más alcohol».

Las diferencias por sexos en la tolerancia a la bebida también tiene su porqué. «El hecho que ellos toleren mejor el alcohol que ellas se debe a tres factores diferenciales que interfieren en su metabolismo: la cantidad de agua en el cuerpo;la concentración de grasas en la zona abdominal y la presencia de una enzima, que permite descomponer el alcohol de forma efectiva». Gracias a todo esto, los hombres son capaces de metabolizar «más cantidad de bebidas graduadas en menos tiempo, consumiendo así más calorías vacías».

En cuanto a los dulces, según los estudios del IMEO, ellas son «más golosas y suelen consumir este tipo de productos de forma regular y no sólo en festivos». Esta apetecencia tiene una explicación científica. «En las mujeres hay una presencia más elevada del neurotransmisor excitatorio acetilcolina, asociado a la sobrepreocupación, una tendencia que es entre un 30 y un 50% más alta que en los hombres», asegura Bravo.

EJERCICIO FÍSICO

«En situaciones de estrés, se disparan nuestros niveles de cortisol, algo que podemos compensar con alimentos ricos en triptófanos, como chocolate, frutos secos, nueces o almendras tostadas, todos ellos presentes en la inmensa variedad de turrones navideños, y que nos ayudarán a aumentar la producción de serotonina, reduciendo nuestros niveles de ansiedad», añade Bravo.

Los hombres, en cambio, son consumidores esporádicos, pero «a menudo caen bajo el efecto adictivo de los postres y son más propensos «a descontrolar las cantidades del bocado final en la época navideña».

Para evitar todo este desmadre, el equipo del IMEO propone «prevenir antes de curar». O lo que es lo mismo, elegir las opciones menos calóricas y practicar más ejercicio físico.

«Lo importante en estas fechas es saber y tener claro que algún kilo nos va a caer. Si eso está asumido se puede planificar el perder un kilo o dos antes de que lleguen los festejos porque todos sabemos que a partir de ahí, la batalla está casi perdida», asegura Martín Giacchetta, CEO de Boutique Gym y entrenador personal de algunas de las caras más conocidas de este país.

Dando por sentado que nos vamos a poner morados, Giacchetta nos da varias alternativas para quemar lo que se pueda. «Caminar, correr, nadar, bailar, saltar a la comba, hacer elíptica o remo son algunas de las opciones más interesantes porque son actividades en las que se gasta mucho».

Los entrenamientos de alta intensidad, conocidos como hiit, son también unos potentes quemagrasas que pueden realizarse en cualquier sitio, «la clave radica en llevar un ritmo mínimo a nivel cardiovascular». Y aclara: «Podemos jugar con los ritmos para ajustarlos a nuestro estado de forma, pero lo más importante es no realizar pausas».

Éstas serían «las mejores opciones para perder peso». Pero el verdadero secreto para mantener un peso equilibrado no es otro que «cuidar la alimentación», asegura.

Consejos anti empacho, por Rubén Bravo en Radio de Canarias

La Alpispa, Radio Autonómica de Canarias

En España el empacho navideño nos acompaña hasta los Reyes, cuando se come el Roscón de Reyes. Según informa Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), la media de peso que cogen los españoles durante las fiestas que rodean la Navidad son entre 2 y 5 kilos. Dos kilos aumentan aquellas personas que a lo largo del año controlan su alimentación y suelen hacer ejercicio físico. Hasta unos cinco kilos aumentan aquellos que “soltaron las riendas” el día 1 de diciembre, convirtiendo cada uno de los días en un interminable festín, aplazando los tiempos de “sacrificios” para enero, para cuando terminen las fiestas.

Sin embrago, no hay que pasar por alto el empacho. Este término común que solemos utilizar para describir el estado de “no poder comer más” en realidad  es un trastorno alimenticio que entre otras cosas va a hacer nuestro estómago más grande y cada vez nos vamos a saciar con más comida que dejado sin control nos puede traer muchos problemas a la larga. “El empacho es más peligroso para las personas que comen de forma compulsiva o por ansiedad, porque en este caso actúa como un agravante”, recalca Bravo. Por este motivo el programa la Alpispa de la Radio de Canarias nos ofrece una serie de consejos, preparados por los expertos de nutrición del IMEO que nos ayudarán a evitar el empacho y nos enseñarán a controlar nuestra alimentación en los días que rodean los festivos.

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Es deber de los padres prevenir que los niños se empachen en Navidades

La Navidad es una época de excesos gastronómicos, en la que también forman parte los niños. «Los pequeños, igual que los mayores, se empachan en estas fechas y es un hecho que hay que procurar a prevenir» , recuerda Rubén Bravo del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Hasta el día de Reyes los niños tienen puestos sobre la mesa durante todo el día una serie de tentaciones que forman parte de su peculiar picoteo: turrones, mazapanes, biscochos y chocolates, el rosco de Reyes, etc. Al cabo del mes, estos se traduce en algún otro michelín y más kilos difíciles de bajar desde el sofá, jugando con la videoconsola. Es deber de los padres enseñar a los hijos cómo cuidar de su salud y comer de forma equilibrada.

Para escuchar el programa La Alpispa de Radio de Canarias, pulsa play.

Los días no festivos de Navidad deben realizarse «comidas ligeras» para compensar los excesos de las fiestas

Según el Instituto Médico Europeo de la Obesidad

MADRID, 14 Dic. (EUROPA PRESS) –

   El supervisor del departamento de Endocrinología y Nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, ha advertido de que la ingesta excesiva de alcohol y dulces durante las fiestas de Navidad puede hacer que los hombres aumenten su peso entre tres y cuatro kilos de media, mientras que las mujeres consigan entre dos y tres kilos de más. Por este motivo, ha recomendado optar por comidas ligeras los días que no son festivos para compensar la ingesta calórica de los días señalados.  

   «Planteémonos este período como un juego de ‘suma y resta calorías’, donde guardamos la suma para los días señalados y la resta para los días que los rodean», ha señalado Bravo, quien ha afirmado que este hecho compensará los excesos de las comidas y cenas navideñas, «sin privarse de nada».

   De esta manera, ha recomendado que, durante los días intermedios, las personas ingieran proteínas bajas en grasa, como pollo, pescados, fiambres, huevos, lácteos, frutas y verduras de bajo índice glucémico. «Nos dejamos una cantidad escasa de hidrato de carbono únicamente en el desayuno que pueden ser dos biscotes de pan, un puñado de cereales o una tostada», ha añadido.

   Asimismo, ha explicado que los caldos calientes son una «alternativa más que válida» para las cenas, «porque sacian y aportan escasas calorías en el momento donde la ingesta debe ser menor». «Realizando cinco comidas diarias con éstas indicaciones a los que añadimos dos litros de agua diarios, nos ayudará a sobrecompensar las ‘comilonas puntuales'», ha argumentado.

MENÚS NAVIDEÑOS

   Bravo ha reconocido que el «principal problema» de los menús navideños no se centra en el plato principal, sino en los entrantes, los postres y las copas finales. «No es complicado reemplazar los primeros por versiones menos calóricas, sustituyendo croquetas por gambas a la plancha, o los frutos secos por verdura al horno», ha señalado. «En cuanto a los postres y las copas, con evitar reducir el consumo será suficiente», ha añadido.

   «Otro error es omitir comidas en el día de los eventos, cuya única consecuencia es que lleguemos hambrientos a la comida principal. Para compensar ya tenemos los días entre festivos», ha explicado.

   Asimismo, Bravo ha apostado por carnes, pescados y mariscos, acompañados con vegetales. «Como siempre los alimentos deben elaborarse con técnicas culinarias que impliquen poca grasa, como horneado, plancha, asado o cocido, limitando fritos, empanados y rebozados», ha precisado.

   Por último, ha informado de que las bebidas con una mayor graduación alcohólica contienen más calorías. «Nuestra recomendación es sencilla, sustituye o disminuye las copas de bebidas espirituosas por el vino tinto, el cava o la cerveza», ha señalado. «Si te decides por una copa añade bastante hielo y evita mezclarla con refrescos con cafeína», ha apostillado.

Ellos también se dan atracones

  • Un estudio muestra la incidencia de estos trastornos en los varones
  • Las personas con este problema tienen menos rendimiento laboral
  • El tratamiento se orienta a mejorar el control con la alimentación

Ángeles López | El Mundo.es

Si es de los que se pasan todo el día picando, o de los que, al llegar la noche, se da una opípara cena con alimentos hipercalóricos y no puede dejar de comer, quizás tenga un trastorno de la alimentación. Si, por ser hombre, no ha pensado nunca que esto pueda ser un problema, a pesar de tener sobrepeso u obesidad, no se engañe, debería consultar con un médico. Los trastornos por atracón, aunque son más frecuentes entre las mujeres, también afectan a los varones. Sin embargo, son pocos los estudios que incluyen al genéro masculino cuando se trata de analizar estas alteraciones de la nutrición. Esto es lo que denuncia un estudio, publicado en la revista ‘International Journal of Eating Disorders’, en el que también se muestra cómo afectan estos trastornos al rendimiento laboral.

Son difíciles de reconocer, porque cuando una persona se da un atracón de comida no suele pensar que tenga un problema. Sin embargo, a diferencia de la anorexia o la bulimia, ésta es una enfermedad de adultos. «Explorar su incidencia en la población es difícil. Habitualmente se producen por haber realizado una dieta restrictiva o de aquellas que contienen sólo un alimento. Ése es el factor precipitante», señala Luis Beato, jefe de Sección de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital General de Ciudad Real.

Se considera que una persona tiene un trastorno por atracón cuando recurrentemente tiene una ingesta excesiva de comida, con un alto contenido calórico (normalmente carbohidratos) en ausencia de una conducta compensatoria, como el vómito, el empleo de laxantes o el ayuno, típicos de la bulimia o la anorexia. Normalmente está asociado a los cuadros de ánimo, como ansiedad o estrés, que la persona calma con la comida. La ingesta produce estimulación del sistema parasimpático que produce un efecto sedante. «Y los alimentos más gratificantes son los que tienen hidratos de carbono, porque son los que mejor se absorben y pasan antes a la sangre, por lo que sancian más», explica Beato.

Existen diferentes modalidades de este trastorno. «Por un lado está la ingesta compulsiva, que se caracteriza por picar durante todo el día. Otra versión es la ingesta por descontrol, que es cuando planificas comer algo y acabas comiendo más de lo previsto. Y luego está la ingesta nocturna, que es la más difícil de tratar porque el paciente no es consciente de que se levanta por la noche y come, es similar a un trastorno del sueño, la persona está como sonámbula e ingiere lo que no se permite comer durante el día», aclara este psiquiatra.

Menos rendimiento laboral

Aunque las que acuden a la consulta suelen ser en su mayoría mujeres, este problema también afecta a los hombres. Tal y como explica Ruth R. Striegel, de la Universidad Wesleyan (Connecticut, EEUU) y autora del estudio mencionado, «los trastornos por atracón están estrechamente relacionados con la obesidad y el exceso de peso al igual que con el inicio de hipertensión, diabetes y alteraciones psiquiátricas. Sin embargo, la mayor parte de la evidencia sobre el impacto de los atracones está basada en muestras femeninas, como la mayoría de los estudios sobre trastornos de la alimentación, que reclutan a mujeres».

Por este motivo, la Dra. Striegel ha llevado a cabo su trabajo con la participación de 21.743 hombres y 24.608 mujeres que completaron un cuestionario sobre comportamientos y actitudes relacionados con la salud y sobre su funcionamiento psicosocial. El riesgo de sufrir un trastorno por atracón se midió utilizando cuatro preguntas: «¿Alguna vez come algo que otros consideran inusualmente una gran cantidad de comida?; ¿en el pasado mes, sintió haber perdido el control con la comida?; ¿cuántas veces ha comido algo que otras personas consideran una canitdad exagerada?; ¿en el último mes, cuántas veces ha perdido el control con la alimentación?».

Tras analizar los datos, los investigadores detectaron que el 7,5% de los hombres y el 11,19% de las mujeres sufrían un trastorno por atracón. Estas personas tenían más sobrepeso u obesidad que el resto de los participantes y se encontró también una mayor, aunque moderada, incidencia de depresión y estrés, sobre todo en las mujeres. Otro factor que sí que tuvo una fuerte asociación con los problemas de alimentación fue la pérdida de días de trabajo debido a enfermedad y la disminución de la productividad laboral, algo que afectó sobre todo a los varones.

«Más allá de los problemas de depresión, ansiedad y obesidad, el trastorno por atracón también está asociado con un deterioro en el rendimiento laboral […] Se necesitan campañas de Salud Pública para incrementar la concienciación sobre el deterioro psicosocial asociado con estos trastornos y valorar las actitudes negativas o falsas ideas sobre el trastorno por atracón y su tratamiento», señalan los autores.

Además, las personas que tienen este problema deben saber que existen tratamientos eficaces. Así lo demuestran diferentes investigaciones sobre este tema, la última, publicada en ‘Behaviour Research and Therapy’, ha sido realizada por especialistas del Departamento de Psiquiatría de las universidades de Yale y de Pennsylvania (EEUU). En este estudio se constata que establecer un programa terapéutico consistente en sesiones de terapia cognitiva y una dieta baja en calorías, logra una remisión de este trastorno y una pérdida de peso en al menos el 30% de los pacientes que lo siguen.

En nuestro país se está aplicando algo similar, un tratamiento orientado a aumentar el control de la persona sobre su alimentación y a incorporar unos hábitos de ejercicio en su vida. Como señala Beato, «sabemos que hay que evitar el efecto yo-yo de las dietas. Lo mejor es que la dieta y la actividad física sean compatibles con su vida».

Para las personas que picotean todo el día, se plantea la ingesta de cinco o seis comidas al día, sin pasar más de tres horas entre ellas, para retrasar el estímulo de gratificación que obtienen con el atracón. Se trata de aumentar el control de la persona sobre su alimentación, y con ello su autoestima. «Si consigue esto empezará a incorporar hábitos como la ingesta de verduras, la toma de desayunos completos, etc. Cuando ocurre esto, el paciente no tiene la sensación de alimentos prohibidos. Lo importante es no obsesionarse con la pérdida de peso, entonces será, precisamente, cuando empiece a perder peso», aclara este especialista.