Tras las vacaciones: ¡depuración digital!

Vuelta a las actividades habituales, un buen momento para efectuar una depuración digital, evitando el uso excesivo de redes sociales y dispositivos electrónicos que pueden fomentar trastornos de la alimentación, afectar el peso corporal y perjudicar la salud nutricional. Cuatro expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) nos lo explican

EFE Reportajes, por Ricardo Segura
Estar sumergido en exceso en un entorno virtual favorece un estilo de vida sedentario, cuadros de sobrepeso y también de desnutrición, desajustes en los horarios de sueño y comidas”, señala el experto en nutrición del IMEO, Rubén Bravo.

La psicóloga María González de este mismo instituto, recomienda reflexionar sobre como utilizamos las redes sociales, dedicarles un tiempo máximo establecido de antemano al día, y eliminar aquellas que no usemos o que nos generen negatividad psicológica, y redirigir nuestra atención a otras actividades o “hobbies” no digitales.

Los excesos ‘en línea’ afectan nuestra línea

“Además, estar sumergido en un entorno virtual durante más tiempo que el necesario favorece un estilo de vida sedentario, cuadros de sobrepeso y también de desnutrición, desajustes en los horarios de sueño y comidas, además del picoteo de alimentos altamente procesados ricos en grasas y azúcares”, señala Bravo.

“El uso excesivo de Internet y de las redes sociales (RRSS), como Facebook, Twitter, Instagram o de sitios como YouTube, podría considerarse una adicción psicosocial, ya que puede generar tolerancia (necesidad de entrar a las RRSS más frecuentemente y durante más tiempo) y abstinencia (ansiedad, si no es posible acceder a las redes)”, señala Ana Gutiérrez, psicóloga del IMEO

“Este tipo de plataformas pueden contribuir al desarrollo de trastornos de orden alimenticio (atracón, comedor compulsivo, bulimia, ortorexia, vigorexia o anorexia) que tienen mucho que ver con el aspecto físico y pueden acarrear otras consecuencias desfavorables, como ansiedad, depresión, comparación social negativa o ‘bullying’, entre otras”, apunta Gutiérrez.

Consultar sistemáticamente páginas sobre la pérdida de peso, la quema de grasa, alimentación deportiva, ejercicios para aumentar o reducir volumen, dietas desaconsejadas, venta de esteroides o sustancias dopantes, puede alimentar conductas obsesivas o compulsivas en las personas predispuestas a los desórdenes alimentarios, según la nutricionista Andrea Marqués, también del IMEO.

“Con la inercia del día a día vamos generando hábitos que, poco a poco, nos hacen más dependientes del mundo tecnológico”, añade la psicóloga María González.

Según esta profesional, el uso y consumo de tecnología y RRSS puede considerarse adictivo “cuándo afecta a la vida diaria de la persona, enlenteciendo o interrumpiendo su desarrollo habitual, tanto académico o laboral, y cuando el cese del consumo o el contacto con estos medios genera ansiedad en la persona”.

“Si en un cómputo general se dedica más tiempo a las RRSS y los dispositivos electrónicos que al contacto social real con familiares o amigos y a la actividad al aire libre, podríamos decir que entramos en un consumo abusivo“, enfatiza González.

“El falso ‘contacto social’ que experimenta el internauta en las RRSS refuerza su aislamiento y compararse con los estilos de vida que se muestran en estas plataformas, que ensalzan un ideal poco realista de la felicidad 24 horas, puede generar a esa persona sentimientos de insatisfacción y ansiedad que pueden intentar compensar a través de ingestiones excesivas de alimentos dulces o muy calóricos”, según esta psicóloga.

La reentrada: ocasión para desenredarse

Si las vacaciones pueden fomentar el uso excesivo de los dispositivos electrónicos y las redes sociales, volver a las actividades cotidianas tras la pausa estival, pueden ser un buen momento para “desenredar” y “depurar” nuestra vida y actividades “en línea”.

“La vuelta a la rutina después de unas vacaciones o una escapada puede ser una ocasión ideal para cambiar nuestra relación con el mundo digital”, explica a Efe la psicóloga Ana Gutiérrez.

“Se trata de un momento en el que solemos volver más relajados, con un buen estado de ánimo y es un excelente punto de partida para evitar malos hábitos en el uso de dispositivos móviles”, asegura.

“Empezar este ‘Détox digital’ después de las vacaciones, nos ayuda a la hora de marcarnos límites concretos en la utilización del ocio digital”, según Gutiérrez.

“La reentrada es un momento oportuno para plantearse nuevas actividades de ocio y desconexión en las que no medie la tecnología, como hacer deporte, leer, tocar algún instrumento musical o dibujar”, indica la especialista.

Doce claves de una buena “depuración” digital

La psicóloga María González ofrece algunos consejos para disfrutar de un bienestar digital sin caer en la trampa de la dependencia emocional u otros trastornos psicológicos y comportamentales, realizando un ‘détox o depuración’:

1.- Revise y dé baja aquellos “emails” de ‘newsletters’ que no lea.

2.- Desactive los avisos del móvil para la bandeja de entrada del correo electrónico, y propóngase dos horarios específicos al día para realizar una revisión de sus correos.

3.- Silencie los grupos de chat y elimine aquellos que ya no utilice.

4.- Desactive las notificaciones y sonidos de WhatsApp, para no dedicar mucho tiempo del día a consultar la pantalla de los dispositivos para comprobar si hay mensajes nuevos.

5.- Reflexione sobre como utiliza las redes sociales, y elimine aquellas que no use o que le generen negatividad psicológica.

6.- Controle las horas al día que dedica a las redes sociales, fijándose un máximo de tiempo y, cuando ese tiempo se agote, dirija su atención a otras actividades.

7.- En su tiempo de descanso, fines de semana o vacaciones, desconecte de las redes sociales durante la mayor parte del día.

8.- Retome las lecturas atrasadas y actividades al aire libre.

9.- Cree su propia rutina: establezca unos horarios que incluyan los tiempo de trabajo y de ocio y las cinco comidas principales le ayudará a planificar qué momentos del día va a destinar al mundo digital, para que este lapso no interfiera con el resto de tareas.

10.- Preste atención al momento presente: la comida es una actividad importante a la que debemos dedicarle tiempo y atención, y centrarnos en ella cuando la estemos realizando. Por ello esta psicóloga recomienda:

a) Evitar el uso de pantallas y del móvil mientras comemos, por ejemplo durante la jornada de trabajo, poniendo nuestra atención en aquello que estamos comiendo.

b) Ponernos de acuerdo con la persona que nos acompaña a comer para dejar el teléfono móvil fuera de la vista y centrar la atención en la conversación y la comida.

c) Reduzca las conversaciones constantes por redes sociales y sustitúyalas por encuentros en persona o llamadas de teléfono en las que podamos prestar una atención plena al aquí y ahora.

11.- Organice momentos libres de tecnología: haga un listado de actividades alternativas o aficiones que no requieran el uso de dispositivos electrónicos.

12.- Utilice un reloj despertador en vez de la alarma del móvil. Este sencillo gesto ayudará a que consultar las redes sociales no sea la primera actividad que realice al despertarse.

De los creadores del detox llega el ‘clean eating’

La alimentación limpia promete ayudar a controlar el peso, pero más que una dieta es una filosofía. ¿En qué consiste?

El País, por Ángeles Gómez
– Sus seguidores invitan a cocinar como se hacía antaño (cocer, guisar y asar). Y a comer alimentos ecológicos, que, en general, no han demostrado ser mejores para la salud. Con alguna excepción: las naranjas bio tienen un 10% más de vitamina C; la leche entera, un 50% más de ácidos grasos y un 74% menos de yodo que la industrial; y la carne de ternera y pollo se conserva más tiempo.

Una de las precursoras de la filosofía de comer limpio es la nutricionista canadiense Tosca Reno, autora de varios libros de salud y fitness, que en el año 2007 publicó The eat-clean diet. Otro de sus promotores más visibles es Alejandro Junger, un médico estadounidense de origen uruguayo cuya obra Clean (Harper One) permaneció los seis primeros meses de 2011 en la lista de los 15 más vendidos de The New York Times. A lo largo de estos años, el clean eating ha sido un tema recurrente en los medios de comunicación de todo el mundo.

Solo alimentos ecológicos y sin procesar. Las líneas maestras del método (que cuenta hasta con su propia revista, cleaneatingmag.com) se basan en el consumo de alimentos poco o nada procesados; evitar azúcares añadidos y utilizar sustitutos naturales para endulzar; consumir grasas saludables; beber agua; cocinar con técnicas tradicionales poco agresivas (cocción, guisos, plancha)… Dicho de otra forma: es un regreso al pasado de la alimentación.

“Surge de la creciente preocupación por la salud y la forma de alimentarnos hoy en día, que está provocando un aumento de enfermedades crónicas”, comenta la farmacéutica y nutricionista Elián Sánchez. Un primer paso para unirse al movimiento es, afirma, “ser más conscientes de lo que comemos, mirar mejor el etiquetado de los alimentos (hay mucha publicidad engañosa), aumentar el consumo de frutas y verduras y practicar deporte diariamente”.

La receta es aparentemente simple pero supone hacer importantes cambios en el estilo de vida de la sociedad actual, empezando por prescindir de alimentos tan habituales en nuestras despensas como los carbohidratos refinados (pan blanco, pastas, cereales del desayuno) y sustituirlos por productos integrales y granos enteros que, entre otros efectos, ayudan a prevenir la diabetes, el hígado graso y la obesidad.

Con todo, Rubén Bravo, nutricionista en IMEO, asegura que “la tendencia es positiva”, y que cada vez son más las personas que acuden a la consulta “muy bien informadas, no tanto del concepto de clean eating, pero sí de los beneficios de comer lo más natural posible”. Gracias a ese conocimiento, el consumidor está forzando a la industria alimentaria a introducir cambios en la composición de sus productos. Cabe recordar la beligerancia contra el aceite de palma o los aditivos químicos, un mensaje que reciben los supermercados y “deciden retirar alimentos con ingredientes no saludables”, explica Bravo, “y esto es un motivo de felicidad para los nutricionistas que llevamos años luchando por una alimentación sana”.

Para Sánchez, la principal ventaja del clean eating es que “no es una dieta, no vamos a estar sometidos a contar calorías ni a pesar alimentos. Es una filosofía en la que la preocupación es mantener una dieta equilibrada, con sentido común a la hora de elegir los alimentos. Y todo ello conduce a incorporar más nutrientes y productos más naturales, lo que a la larga se traduce en beneficios para la salud”. Además contribuye a mantener el peso gracias al alto contenido en fibra, que regula el tránsito intestinal y los niveles de azúcar en sangre e incrementa la sensación de saciedad (con agua cuadriplica su volumen en el estómago, por lo que es un excelente regulador del apetito).

Se le acusa de inducir trastornos de la alimentación. La duda es si se puede mantener en el tiempo una alimentación limpia. Para los nutricionista consultados, la respuesta es afirmativa dado que promueve un estado de bienestar y mayor energía. Hasta aquí, la balanza se inclina claramente a favor del clean eating. Pero tampoco faltan las voces críticas, como la del bioquímico de la Universidad de Cambridge Giles Yeo, que en el documental Alimentación limpia: la sucia verdad, emitido hace unos meses en la cadena de televisión BBC, analiza la deriva que está experimentando esta filosofía y los peligros que puede acarrear llevándola a sus extremos.

En el programa, la bloguera y gurú de la comida vegana Ella Woodward, califica de moda esta corriente y sostiene que ha perdido la idea original de natural y no procesado (un argumento que se sostiene con el ejemplo de la argentina Rocio Engstfeld, autora del libro Eatclean (Planeta), que cuenta con el considerable número de 290.000 seguidores en Instagram y en el que publica fotos de comidas que, a simple vista, no parecen ajustarse a los requisitos del clean eating. El sensacionalista The Sun ha publicado otro reportaje en el que acusa a la corriente de inducir a la anorexia, además de ser una bomba de relojería para la salud ósea. Y los críticos también alertan de que está llevando a muchos consumidores a prescindir de alimentos con gluten o lactosa aunque no tengan ningún problema que impida su consumo, o incluso a evitar alimentos suplementados con vitaminas o minerales que a veces resultan útiles.

Sánchez, que también es especialista en trastornos de la conducta alimentaria, admite que esta filosofía (como cualquiera llevada al extremo) puede provocar obsesión y que están aumentando los casos de ortorexia (preocupación exagerada por comer sano) y vigorexia (obsesión por un cuerpo musculado). Por eso, aconseja “hacer un 80% de alimentación limpia y el resto normal”, y esto incluye “poder ir un día a un restaurante sin obsesionarse de si es ecológico o natural”. Para otros expertos, los beneficios de la comida natural en términos de salud y bienestar prevalecen sobre los aspectos negativos. Esta convicción lleva a la farmacéutica a afirmar que “es la alimentación que deberíamos seguir”.

Menú tipo

Elián Sánchez propone, como menú tipo, desayunar pan integral de centeno, de espelta o de trigo integral, con medio aguacate machacado y unas semillas de sésamo, un huevo ecológico a la plancha y un kiwi. A media mañana, una pieza de fruta y un puñado de anacardos (crudos y sin sal). Para comer: quinoa salteada con verduras y ensalada verde; una rebanadita de pan de centeno o trigo integral y una fruta o un yogur natural.

De merienda, yogur griego con frambuesas y almendra picada o palitos de zanahoria con humus. Y para cenar, proteína (ecológica) con algo de verdura o ensalada. Por ejemplo, pescado blanco salvaje o azul pequeño (sardinas, arenques) con calabacín a la plancha. O huevos con espárragos trigueros.

Del comer sano a la obsesión enfermiza

Todo comienza con un inocente intento de comer más saludable, basado en la calidad. Pero las cosas se complican cuando se convierte en obsesión. Aquí, las claves de una nueva enfermedad: Ortorexia.

El Entre Ríos, por Gisela Penco

Young woman looking at plate of salad  GETTY
Young woman looking at plate of salad. GETTY

«Te entra hambre a media mañana. Vas a la máquina de café y, de paso, sacas un bollo de chocolate. De pronto alguien clama con voz de profeta: ¡No le pongas azúcar! Es malísimo por la glicación (un proceso químico debido al exceso de azúcar que lleva al envejecimiento prematuro). ¿Sacarina? -¡Peor aún! ¡Es veneno! Y el bollo ese es masa industrial, lleno de aditivos artificiales y químicos cancerígenos-. Acto seguido le hinca el diente a una manzana de agricultura ecológica y se va tan campante, convencido de ser el último baluarte de una dieta saludable».

Esta situación planteada por Rubén Bravo, especialista en Nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, refleja cómo funciona la mente de un ortoréxico.

Todo comienza con un inocente intento de comer más saludable, basado en la calidad; pero luego se torna en algo obsesivo respecto de qué y cuánto comer, y cómo hacer frente a los deslices. Cada día es un día para comer bien. Las personas que esta patología con frecuencia se sienten superiores a otros, especialmente en lo que respecta a la ingesta de alimentos. Nunca piensan en si la comida es rica o no, sino en si es «conveniente» o «buena para la salud», según describen los especialistas.

La palabra ortorexia proviene del latin: «orto» quiere decir correcto y «rexia», alimentación; es decir, el hecho de buscar lo correcto para alimentarse o, más bien, lo que se cree que es lo correcto, que puede llegar a contraponerse con lo que recomiendan los profesionales. Ocurre que el bombardeo de información, consecuencia de este mundo cada vez más tecnológico y globalizado, no siempre proviene de fuentes válidas o científicas; y esto termina llevando a algunas personas a una crisis.

Una obsesión que puede producir desnutrición y muerte

Viviana Schauvinhold trabaja como nutricionista en Concordia y actualmente atiende a una paciente con ortorexia. «Cuando se cruzan ciertos límites, ya deja de ser sano para enfermar, para producir desnutrición primero e, incluso, hasta la muerte», advierte.

La especialista confiesa que no hace mucho que se habla de esta enfermedad en el país y menos en la ciudad entrerriana. «Hace no más de dos o tres años que yo conozco casos».

De hecho, el término fue acuñado recién a fines de los 90´. Un estadounidense fue el primero en describir esta enfermedad. Quizá ya existía desde antes, pero gracias a Bratman es que se puede decir que tal persona la padece.

Ahora bien, cómo nos damos cuenta de que comenzamos a recorrer el camino de ortorexia. Schauvinhold explica que lo primero que se tiende a dejar de comer son las grasas, que todo el mundo sabe que hacen mal. Después les toca el turno a los aceites, que son esenciales para el organismo, en su justa medida. Luego dejamos las harinas y las carnes. Sin darnos cuenta, nos hacemos cruríboros e ingresamos al mundo del veganismo.

«Cada vez van sacando más alimentos, sacan los que se llaman protectores, porque justamente nos protegen de no enfermarnos. Después ya no alcanza con los productos comunes, sino que pasa a ser todo orgánico. Muchas veces no se consiguen estos alimentos y encima salen mucho más caro. Entonces cada vez se come menos y el cuerpo se debilita cada vez más», detalla la nutricionista.

Esto trae como consecuencia que las personas empiecen a retraerse y que casi no salgan porque no pueden comer en ninguna parte, no pueden tomar un café. Es decir, no solo se pierde salud, sino también contacto con el mundo que nos rodea, provocando un quiebre en las relaciones.

Como cualquier enfermedad, tiene distintos grados. «Cuando recién empieza, es mucho más fácil de solucionar. Se trata de orientar a ver por qué realmente quieren determinada alimentación, hay que ver cómo hacer para que la persona vaya pudiendo seleccionar cuáles son los consejos saludables, verdaderos, científicos y de personalidades que tengan cierto peso dentro del ámbito de la salud».

La especialista hace hincapié en que hay que desterrar los mitos de que tal cosa es buena y tal otra no lo es y enferma. «Todos tenemos que hacer cambios en nuestros hábitos alimentarios, pero no llegando a un límite en el que ya no se pueda vivir».

Si se comprenden los beneficios de comer bien, la enfermedad se cura con la ayuda de una nutricionista. En los casos más graves, al igual que ocurre con la anorexia, las personas dejan de ser conscientes de que las cosas andan mal y se torna necesaria la intervención de un siquiatra para preservar la vida.

Ortorexia: cuando comer sano se convierte en una enfermedad

El Mundo, por Isaac J. Martín

ortorexia trastorno alimentarioFue terminar los estudios de Bachillerato y cumplir la mayoría de edad cuando Yolanda, una joven de 25 años que prefiere no dar su nombre real, empezó a interesarse junto a su grupo de amigas por los llamados «alimentos sanos». Compaginarlo con una actividad física intensa en el gimnasio era la primera regla a cumplir.

Horas en el supermercado, revisar el dorso de cada producto con el fin de averiguar si iba incluida la etiqueta ecológica europea y examinar si cumplían los requisitos de cultivo sin pesticidas. Éstas eran las premisas que ocupaban un hueco pequeño de su nevera familiar. «Llegó un momento en el que sólo comía frutas, verduras y frutos secos», explica Yolanda tras llevar dos años en tratamiento en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

Una vez que cumplió la segunda década, su obsesión cada día iba a más. «No quedaba con nadie ya que era incapaz de ir a tomar algo que no supiese de dónde provenía. No comía con aquellos utensilios que sabía que habían tocado comida contaminada. En ocasiones, me llevaba mi propio tupper si me obligaban a cenar fuera», cuenta esta joven licenciada en Administración y Dirección de Empresas.

Cuando Yolanda traspasó esta frontera de la realidad, sus padres pudieron percatarse pronto de que algo le ocurría. Las comidas familiares ya no eran lo mismo y encerrarse en casa los fines de semana se convirtió en el primer atisbo de desesperanza ante un problema al que no ponían nombre.

No era anorexia ni bulimia, como en un principio llegó a creerse su entorno familiar. Esa obsesión, hasta ahora bastante ignorada y que ni siquiera ella conocía, le dijeron que se llamaba ortorexia, término descrito por primera vez por el doctor Steven Bratman en 1997.

Este trastorno obsesivo-compulsivo que lleva al extremo la alimentación sana aún no está reconocido como trastorno de conducta alimentaria (TCA). Asimismo, dada la novedad de esta patología aún no se conocen datos oficiales de personas afectadas por ortorexia en España. Algunos especialistas en TCA lo cifran en un porcentaje bajo; sin embargo, muchos de estos expertos sitúan esta fijación como «subgénero» de la anorexia nerviosa.

Según explica a ZEN el director del departamento de nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, Rubén Bravo, «la cifra de ortoréxicos a nivel mundial va en aumento y sobre todo en sociedades de países desarrollados. Son personas con un perfil de clase media-alta que pueden permitirse comprar este tipo de productos«. A diferencia de la anorexia nerviosa o la bulimia, esta alteración se fija en la calidad de los alimentos y no en la cantidad.

Lo cierto es que el desconocimiento que existe ante esta preocupación enfermiza hacia la comida saludable hace que muchas personas sigan encerradas en sí mismas y antepongan la frase: «Yo como sano así que el problema no lo tengo yo, sino tú» a la realidad del problema, detalla el naturópata de IMEO.

Yolanda rememora cómo el círculo de amigas donde comenzó todo se ha dividido entre aquellas que han dejado de lado este empeño por la imagen perfecta y las que siguen aprisionadas entre los mitos de la alimentación sana y la desinformación.

Educación como terapia

Luis Alberto Zamora, dietista y nutricionista especialista en TCA, considera precisamente que esta obsesión viene dada por «el exceso de información que encuentran en distintos blogs o foros. Leen y analizan exhaustivamente los estudios relacionados con la alimentación y los dictámenes de la OMS».

El problema no viene porque coman sano, «eso es sólo la punta de un iceberg», puntualiza Luis, miembro de la Asociación de Dietistas y Nutricionistas de Madrid, sino por «cómo cambian sus hábitos, cómo limitan su comportamiento y el sufrimiento por tener que seguir un patrón».

Yolanda enumera alguna que otra tienda de la capital donde acudía para informarse directamente sobre lo que no debía consumir. Veía esos lugares como puntos de reunión donde «la gente normal» compraba «alimentos puros». En esos espacios no se veía excluida socialmente. Era feliz. «De alguna manera, la sociedad de ahora favorece que una persona caiga en esta obsesión«, comenta Luis.

Para evitar que el mito se convierta en realidad, las personas que son tratadas como ortoréxicas deben pasar por un tratamiento psicológico y educativo bastante duro, tanto para el paciente como para el especialista. «Tienes que ser un buen conocedor y estar actualizado sobre todo el tema de la alimentación dado que van a rebatir toda tu información», agrega Rubén.

Por eso mismo, estos dos expertos consideran que la educación alimentaria en todas las edades es primordial para evitar este tipo de trastornos de conducta alimentaria. Es destacable que muchos diagnosticados de anorexia y bulimia creen que «han salido de la enfermedad» una vez que adoptan el hábito de comer únicamente sano. Se equivocan.

Aunque continúe con el tratamiento, Yolanda ya ha ampliado el hueco de su nevera e ingiere algunos productos que antes no tomaba, pese a que todavía rechace algunos de ellos. Su rutina intensiva en el gimnasio se ha reducido. Y lo más importante, es capaz de quedar con sus amigos y comer junto a sus padres.

Ortorexia: ¿Por qué es peligroso comer demasiado sano?

Comer demasiado sano puede convertirse en una grave enfermedad. Se llama ortorexia y, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, afecta ya al 28 por ciento de la población mundial.
Qué, por Diana García Bujarrabal

anorexiaDicen los grandes filósofos que en el equilibrio está la virtud. Los excesos no son buenos, y mucho menos cuando hablamos de la salud. Sin embargo, en los países desarrollados la obsesión por la buena salud y la figura están desembocando en una enfermedad de nuevo cuño: la ortorexia.

«Hace cinco años se veían muy pocos casos y ahora se ven muchos, son entre el 15 y 20 por ciento de los casos que atendemos»,  cuenta Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Pero, ¿en qué consiste la ortorexia?, ¿qué comportamientos tienen quienes padecen esta enfermedad?

Han tenido éxito en una dieta anterior:

El perfil más habitual del ortoréxico, según Bravo, es la persona que ha tenido éxito en una dieta anterior y tiene un miedo atroz, irracional, a recuperar el peso. «El cambio a veces es en poco tiempo, hay gente que pierde 40 kilos en dos años y les cuesta acostumbrarse a su nuevo yo». De repente, un cambio de alimentación les ha dado la felicidad. «Son como mariposas que han salido del capullo, dse ven guapos, recuperan sus relaciones sociales, tienen éxito…». A prtir de ahí se desarrolla la obsesión.

Cuentan cuantas veces mastican….

Además de preocuparse por lograr siempre los alimentos más sanos según el último estudio, los ortoréxicos desarrollan comportamientos extraños. Por ejemplo, cuentan cuantas veces mastican cada bocado o dejan de beber agua durante las comidas de forma radical. «Cada ortoréxico tiene su propia teoría de lo que es comer sano. Pero los instauran con muchas fuerza».

Asegura Bravo que algunos llegan a irse a vivir al campo «para cultivar su propia comida».

Se enfadan si les cuestionan:

Esta forma tan extraña de manejarse con la comida suele terminar provocando muchos problemas en sus relaciones sociales, sobre todo con el entorno más cercano. El problema es que, además, ante cualquier crítica el ortoréxico responde con cierta agresividad. «Creen en lo que hacen, piensan que es lo mejor. Son personas con un ego muy alto que se ven por encima de los demás», describe Bravo. De hecho, si pueden intentan imponer a los demás su forma de comer.

Una enfermedad de personas racionales:

La ortorexia es una enfermedad típica de un perfil muy racional: todas las decisiones que toma un ortoréxico las basa en el último estudio nutricional publicado en las revistas médicas más conocidas o bien en opiniones de nutricionistas que ha rastreado por Internet. El ortoréixco está plenamente convencido de que está en posesión de la verdad.

Una enfermedad cara:

La ortorexia sale cara. No solo por las limitaciones que impone al enfermo, o por lo que afecte a sus relaciones con amigos y familiares. Los complementos alimenticios, los productos orgánicos y ecológicos, en general, la compra de herbolario es más cara de lo habitual. Normalmente es una enfermedad de un perfil socioeconómico medio-alto.

Muy difícil de tratar:

Precisamente por su carácter hiperrracional la ortorexia es muy difícil de tratar. «Se necesita un nutricionista muy preparado, a la última. Que tire por tierra todas sus teorías». Tanto más cuanto que normalmente van al tratamiento «a regañadientes».

Para curarlos se trabaja desde el aspecto nutricional y el psicológico un mínimo de seis meses y, a veces, toda la vida. Los trastornos alimentarios son así, siempre que hay un problema en su vida la persona tiende a recaer». En el caso de la ortorexia cuenta Bravo que no es raro que meses después del tratamiento un paciente te mande un enlace a un estudio que acredite sus teorías…

Puede desembocar en anorexia:

Bravo ve un vínculo entre la ortorexia y la anoeria y, en ocasiones, una enfermedad puede desembocar en otra. «La ortorexia es la obsesión por la calidad de los alimentos, mientras que la anorexia es la obsesión por la cantidad», observa Bravo. De una a otra se tienden puentes.

Comer sano, pero sin obsesionarse

En este programa de El Faro de Castilla la Mancha interviene como invitado Rubén Bravo, experto en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

¿Qué dietas podemos seguir para perder peso?, ¿cómo distinguir una dieta buena de una tipo «milagro»?, ¿son compatibles los régimenes para perder peso con la vida social? A estas y otras preguntas responde el experto en este escpecial dedicado a un propósito muy común que nos acompaña en la entrada del año nuevo: adelgazar.

Para escuchar el programa integro, pulsa play.

Comer a la última moda

Alimentarse a base de batidos de verduras y algas, merendar bayas de Goji, tomar la fruta antes de las comidas… Son solo algunas de las tendencias que han llegado a nuestra cultura alimentaria 

El Bierzo noticias, por Olga F. Castro
preparados de frutaJuan ha desterrado la leche de vaca de la dieta,en su lugar toma un licuado de soja porque dice que le sienta mejor, aunque no tiene un diagnóstico médico de intolerancia o alergia a la leche. Tampoco toma fruta al final de las comidas, solo entre horas, y no bebe agua durante las mismas. “Me apunto a todo lo que sale nuevo, aunque después de probarlo el 90% de las cosas no me gustan y las olvido”, explica.

Ese “todo lo que sale nuevo” hace referencia a las modas sobre nutrición saludable no siempre avaladas por estudios científicos; por ejemplo, las bayas de Goji, que hace tres años entraron con fuerza en la cesta de la compra de los españoles y que con el tiempo han ido bajando en popularidad. Este fruto originario de China se presentaba como el complemento alimenticio ideal, muy rico en antioxidantes y con propiedades para mejorar la salud e incluso aportar longevidad.

La realidad es que poseen nutrientes similares a las frutas que se cultivan en nuestro entorno, como los cítricos. Pero ¿por qué esta tendencia a probarlo todo? El dr. Ángel Gil, presidente de la Sociedad Española de Nutrición y catedrático de Bioquímica y Biología en la Universidad de Granada, cree que la razón hay que buscarla en las informaciones que llegan al consumidor a través de los medios de comunicación, sobre todo Internet, que no siempre están contrastadas por especialistas o avaladas por estudios científicos. “Al consumidor le es muy difícil discernir entre lo que tiene base científica y lo que no; la recomendación es que se consulte siempre la información en páginas web de sociedades científicas, universidades o instituciones de reconocido prestigio”, dice.

Algunas de estas modas dietéticas pueden ser perjudiciales para la salud, por eso el dr. Gil advierte de que ninguna dieta milagro puede nutrir adecuadamente:“El ser humano debe tomar de todo porque es omnívoro, lo aconsejable es llevar una dieta variada y no excesiva en cuanto a cantidad”.Con la ayuda de este experto,nos proponemos desentrañar qué hay de verdad y qué de mentira en las últimas modas que, a lo mejor, ya has incorporado a tu propia dieta.

Los más comunes

El interés por comer lo más saludable posible se ha convertido para muchos en una moda que cada año incorporanovedades; otros, los menos, las trasforman en rutinas e incluso en obsesiones.

Dieta a base de proteínas. Llegó desde Francia dela mano del archiconocido Pierre Dukan. Consiste básicamenteen perder peso adiecostade eliminar los hidratosde carbono (pan, cereales,pasta). Como todas las mono dietas conlleva riesgos: “Si se mantiene en el tiempo puede generar problemas graves de riñón o hígado. Dependemucho de cada individuo yde la cantidad de hidratos decarbono que se ingiera al día,por eso debe estar controladasiempre por un médico”,advierte el dr. Gil.

Comer a base de smoothies. Se trata de la última versión dietética, en estecaso importada de EE.UU.Los smoothies o zumos de verduras y frutas crudas se hanpuesto de moda entre las famosas de Hollywood que cuentancómo pierden peso a base de beber zumos naranjas, amarillos,rojos y, sobre todo, verdes. Pueden aceptarse como complementoa la dieta porque están elaborados a base de vegetalesque aportan vitaminas y minerales, pero la cosa cambiacuando se convierten en la base de la alimentación, ya que serestringe la ingesta de hidratos de carbono y de proteínas. Raquel Nogués, responsable de la Unidad de Nutrición del Centro Médico Teknon, en Barcelona, añade además dos inconvenientes: “Se reduce la calidad de la fibra de los vegetales porque se tritura mucho, lo cual no beneficia al tránsito intestinal; y se elimina la masticación, un acto importante para hacer bien la digestión”.

Bayas de Goji. Son unas frutas desecadas de color rojo intenso del tamaño de las pasas, muy ricas en antioxidantes,a las que se les atribuyen multitud de beneficios para la salud. “Contienen antioxidantes,pero no más que otros alimentos,como el aceite de oliva”,puntualiza el dr. Gil. Hasta aquí todo bien, si no fuera porque la Organización de Consumidores y Usuario (OCU)ha realizado un análisis de 10 muestras de este producto y ha encontrado que contienen niveles elevados de metales pesados y pesticidas.

Soja en lugar de leche. Muchas personas presentan intolerancia a la leche porque no digieren bien la lactosa, un azúcar presente en los lácteos,lo que da lugar a molestias intestinales. El preparado desoja está libre de lactosa porlo que suele recomendarsecuando existe un diagnóstico médico de intolerancia o alergiaa la leche de vaca. Si no se pertenece a este grupo, tal y comoaconseja el dr. Ángel Gil, no se debe eliminar este alimento de la dieta porque “la leche de vaca es más completa que el preparado de soja, salvo que éste haya sido enriquecido con nutrientes, ya que además de calcio y proteínas aporta vitaminas B, A, D y E y minerales como el fósforo, magnesio, cinc y selenio”, dice.

La fruta, antes de comer. No es una costumbre novedosa,ya se hacía en Francia en el siglo XVIII. La implantaciónde esta moda va asociadaal falso mito de que tomarla fruta antes de las comidasadelgaza. “Da igual tomarlaantes o después, las caloríasson las mismas –matiza ladra. Nogués–. Si se toma antesporque así se consiguenmejores digestiones es válido;lo que no es cierto es queadelgace”. En cuanto al hábito de tomarla entre horas para reducir el apetito, tiene un inconveniente,y es que puede olvidarse y nos quedamos sin un alimento valioso.

Todo light. “Una persona que no sufra sobrepeso u obesidad no debe tomar productos light”, así de contundente es ladra. Nogués. Según esta especialista,consumir productoslight de manera indiscriminadano aporta tan pocas caloríascomo parece y los que contienensorbitol pueden produciralteraciones intestinales. “Hay alimentos considerados light porque contienen gran cantidad de fibra, pero en contrapartida incluyen mucha grasa y azúcar. Los más recomendables para el sobrepeso son los hipocalóricos. Pero los ricos en fibra se recomiendan para el estreñimiento”, dice.

Falsos mitos: La preocupación por lucir un cuerpo esbelto, o por encontrar el bienestar físico a través dela alimentación, ha llevado a que se instalen en la dieta multitud de falsos mitos sobre los alimentos que ingerimos a diario. Álex Pérez, nutricionista del centro GO fit, señala algunos que podemos desterrardes de hoy mismo.

Las espinacas dan fuerza. A Popeye, puede ser. Al resto de los mortales nos aportan fibra, vitamina K, vitamina B9 y A,potasio, hierro y muy pocas calorías. El mito deque proporcionan energía ilimitada viene dado por el hierro que contienen, sin embargo, hay que saber que aportan una cantidad mínima de este mineral y, además,nuestro organismo lo absorbe poco por ser de origen vegetal.

El agua engorda si se toma durante las comidas. El agua contiene cero calorías, por lo que no engorda:da lo mismo tomarla antes,durante o después de comer. Lo que sí es cierto es que hay que ingerir dos litros de líquido al día. Mientras no contengan alcohol ni kilos de azúcar,todo líquido que ingieras te hidratará.

La sal engorda. Es una idea muycomún, perofalsa, porque lasal, en realidad,no genera grasacorporal. Loque favorecees la retenciónde líquidosen nuestroorganismo, lo cualaumenta el pesocorporal, de ahíla fama de queengorda. Perola solución es sencilla: reducirla ingesta de sal,lo que hace que eliminemos ese líquido que sobra.

Auténticas obsesiones: Cuando la moda se realiza a diario, ocupa mucho tiempo en los pensamientos y provoca angustia… “Es entonces cuando hablamos de patologías que requieren tratamiento”, asegura Montse del Castillo, psicóloga del Instituto de Trastornos Alimentarios,en Barcelona. Algunos de los trastornos que sedan con más frecuencia en relación con la alimentación son estos:

Ortorexia. Consiste en obsesionarse por comer sano. Las personas que la padecen cambian radicalmente su dieta y pueden acabar con deficiencias nutricionales. Según describe la psicóloga,“llegan a obsesionarse con la dieta y detalles como la procedencia de los alimentos y la forma de cocinarlos, se empeñan en que todo lo que consumen sea ecológico; incluso si tienen huerto pueden llegar a obsesionarse con el tipo de tierra”.

Permarexia. La padecen quienes se convierten en adictos a las dietas debido a su obsesión porno engordar. “Si una persona hace seis dieta sal año, es un caso para estudiar porque puede ser perjudicial”, advierte la psicóloga.

Potomanía. El hábito de beber agua a diario es saludable, pero ingerir más de tres litros y medio al día resulta nocivo. La obsesión por beber agua lleva a la hiperhidratación,un problema con consecuencias para el organismo: alteraciones renales, déficit de minerales, calambres e incluso convulsiones.

Síndrome del comedor nocturno. Picotear en mitad dela noche se relaciona con intentar aplacarla ansiedad. Es una patología si ocurre varias veces en la noche y deforma diaria durante unos meses.

La obsesión por ‘comer sano’ también es un trastorno

El Universal | Diario.mx

comida sanaVivimos en una sociedad en la que desgraciadamente, los estereotipos son lo que nos rigen… Que si eres flaco, que si eres alto o si eres gordito… y precisamente “cánones de belleza” son los que nos llevan a preocuparnos por cómo somos y cómo nos ve la sociedad.

Hoy en día existen muchos trastornos que tienen que ver, precisamente con el sentirse bien, desde la bulimia y la anorexia, la obesidad y hasta la vigorexia; sin embargo, y por si eso fuera poco, recientemente esta obsesión por verse bien se ha convertido en un nuevo trastorno alimenticio: la ortorexia.

Según información de Fundación UNAM, la ortorexia se define como una obsesión por mejorar el estado de salud a través de la alimentación; la palabra proviene del griego “ortos” que significa recto y correcto y “orexis” que significa apetito. La Asociación Suiza para la Alimentación ha afirmado que esta nueva ola de obsesión está alcanzado proporciones de cuidado.

Éste trastorno comienza como un “inocente” intento de comer de manera saludable, sin embargo, con el paso de los días, el ortoréxico se vuelve cada vez más exigente y obsesivo sobre qué come, cuándo come y cómo come.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la ortorexia afecta, hoy en día, al 28% de la población de los países occidentales, principalmente a adolescentes y a mujeres. Y según ha explicado el nutricionista y naturópata del Instituto Médico de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, su prevalencia «podría ir en aumento» en los próximos años, ya que la sociedad actual «tiende a los extremos» y las personas o se cuidan en exceso o no se cuidan nada «y tienden a la autodestrucción con la comida como ocurre con la obesidad».

¿Cuáles son los síntomas?

El principal síntoma es que siempre se encuentran preocupados por los alimentos, pasan horas del día pensando, planificando y preparando sus comidas; siguen reglar estrictas en cuanto a la comida y eliminan por completo ciertos alimentos, como el azúcar refinado o el aceite hidrogenado.

A diferencia de las demás personas con algún trastorno de la alimentación, los ortoréxico se enorgullecen de su alimentación y lo comentan sin ningún problema, además menosprecian a los que no siguen reglas dietéticas.

¿Existen algunas complicaciones?

Como todos los trastornos alimenticios, la ortorexia también tiene sus complicaciones, comenzando por excluir a la persona de sus actividades de interés y, con el tiempo se puede convertir en un trastorno muy grave, causando problemas como:

* Superioridad. Uno de los efectos secundarios es el sentimiento de superioridad. Como el individuo tiene una norma auto impuesta a comer bien, puro y sano, la persona se reconoce a sí misma superior a las demás. Y esto también afecta a las relaciones familiares, después de que todo lo demás se vuelva menos importante que una dieta llamada saludable.

* Pérdida de peso. Una selección limitada de alimentos y dejar de lado todas las otras variantes de alimentos conduce a la restricción de la ingesta de calorías que conduce a la pérdida de peso.

* Desnutrición. Con una dieta restringida, la persona desarrolla una alimentación muy selectiva, lo que finalmente resulta en una alimentación limitada y en desnutrición y por lo tanto causando malnutrición.

Ser Obsessivo com Alimentação Saudável Também é uma Doença

Ortorexia é um “tipo de transtorno obsessivo”

Ortorexia  é um “tipo de transtorno obsessivo”, que leva ao extremo a idéia de alimentação saudável e controlada. Segundo a Organização Mundial da Saúde (OMS), a ortorexia afeta 28% da população dos países ocidentais e isso poderia subir.

Embora as conseqüências da ortorexia dependam de sua gravidade, de acordo com Ruben Bravo, um nutricionista e naturopata do Instituto Médico Europeo da Obesidade (IMEO), uma de suas características é que é uma doença “progressiva e silenciosa”, que faz o dia-a-dia do sujeito ser cada vez mais limitado.

Assim, a ortorexia pode começar por limitar muito a alimentação, evitando o consumo de carne vermelha, ovos, açúcar, laticínios e gorduras, isso pode impedir o sujeito de comer fora e até mesmo levá-lo a passar 3 ou mais horas por dia para organizar a sua dieta.

Normalmente, explica o nutricionista da IMEO, a ortorexia leva ao “isolamento social”, já que o indivíduo se oprime a assistir uma refeição entre amigos ou uma refeição empresarial, por isso tende a limitar seu círculo social em “pessoas que se sentem da mesma maneira”.

De acordo com este especialista, “estas pessoas pensam que são superiores àqueles que não seguem esse modo de vida”, porque a sua abordagem é muito “complexa”, porque muitas vezes apresentam uma “falsa auto-estima”, com base nesta ideia de superioridade e com plena convicção que sua vida é “melhor” do que a do resto.

Ao respeito de seu perfil psicológico, Bravo explica que eles são pessoas que estão “mais preocupados com a qualidade dos alimentos do que com o prazer de comer”. Assim, gastam muito do seu tempo (3 horas ou mais por dia) para organizar o plano de dieta e com bastante antecedência, percorrer longas distâncias para conseguir comida especial ou puramente ecológica, pesar, analisar seus componentes e abandonam sua atividade diárias para realizar a sua forma patológica da vida.

Um Paciente que Contava Quantas Vezes Tinha Mastigado

“Eu atendi um paciente que controlava quantas vezes mastigava cada pedaço de comida. Tinha que mastigar 28 vezes porque tinha lido numa revista que assim era saudável”, diz o naturopata Instituto Médico da Obesidade.

Todos estes rituais têm uma série de conseqüências para a saúde. Na esfera psicológica, Bravo explica que muitas vezes têm “altos níveis de dopamina e níveis baixos de serotonina. Isto significa que têm um excesso de euforia combinados com altos níveis de ansiedade.”

E no aspecto físico da saúde, pode ser que haja um excesso ou falta de vitaminas. Além disso, muitos desses pacientes apresentam déficits em sua massa corporal, hipertensão e problemas cardiovasculares.

Ortorexia afeta principalmente mulheres e adolescentes. Ele também tem um impacto grande sobre os atletas, especialmente em pessoas que praticam musculação.