Qué alimentos sientan peor por la noche

CuidatePlus, por María Sánchez-Monge

El refrán dice: “el melón, por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche mata”. Esta fruta se encuentra en muchas de las listas que, con mayor o menor rigor, enumeran los alimentos que pueden sentar peor por la noche y, por ello, conviene no comer en la cena. Dos dietistas-nutricionistas nos ayudan a desentrañar qué hay de cierto y qué de mito en las recomendaciones populares sobre alimentos prohibidos cuando se pone el sol.

Melón

El melón y otras frutas

La mala fama del melón por la noche no se sostiene de ningún modo. Es una de esas frases que se repiten hasta la saciedad, pero no por ello adquieren veracidad. “De comer fruta por la noche se dice de todo, ya no solo que siente mal, sino que puedes engordar, algo que que es absolutamente mentira”, señala Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos, dietista-nutricionista y autora del libro Come seguro comiendo de todo (Planeta, 2020).

Andrea Marqués, dietista-nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), comenta que, aunque “es cierto que hay alimentos que se digieren peor por la noche, lo que no es verdad es que, porque comas plátano o huevo, te vaya a sentar mal la cena”.

Alimentos grasos

Un aspecto que conviene matizar es que no es lo mismo prohibir un alimento que aconsejar que se limite su consumo o se espere un tiempo prudencial antes de acostarse. La mayoría de las recomendaciones de las nutricionistas van en ese sentido. “Con algunos alimentos conviene esperar antes de irse a la cama, pero por una cuestión muy lógica y puramente funcional: si comemos alimentos muy grasos, la grasa retrasa el vaciado gástrico, es decir, los alimentos van a estar más tiempo en nuestro estómago”, expone Robles. “Si nos vamos a la cama inmediatamente o al poco rato, probablemente vamos a tener una digestión más pesada y es posible que nos despertemos o nos desvelemos”. Esta recomendación va dirigida, especialmente, a quienes tienen ardor de estómagohernia de hiato u otros problemas digestivos.

Cítricos

Los cítricos y la acidez

Los cítricos, como las naranjas o las mandarinas, pueden formar parte del menú nocturno y cuentan con el beneplácito de las expertas. No obstante, reconocen que pueden crear alguna molestia, fácilmente solventable y que no afecta a todo el mundo por igual. “Lo que pasa con los cítricos, como ocurre con otros alimentos -como el café- es que a veces hacen que el esfínter que une el esófago con el estómago no cierre bien”, relata Robles. Por eso, parte del contenido del estómago puede ascender y surge el ardor, “que lo percibimos en la boca del estómago pero en realidad es la mucosa del esófago lo que se resiente”, puntualiza. “Pero no se produce porque los cítricos sean ácidos, que lo son, pero el jugo gástrico lo es mucho más”, sino por la relajación que inducen en el citado esfínter. La solución para no tener que prescindir de unos alimentos tan sanos en la cena: evitar tumbarse justo después de cenar, aunque sea para ver la tele.

Chocolate, café y té

Es sabido que conviene evitar los estimulantes antes de irse a dormir y que afectan más a unas personas que a otras. “Cuando se habla de estimulantes se suele citar el té y el café, pero también lo es el chocolate por la teobromina que contiene”, recuerda Marqués. Asimismo, son poco aconsejables para personas con reflujo gastroesofágico o gastritis. “Es mejor que estos pacientes tomen por la noche infusiones digestivas en vez de té o café”, aconseja. El alcohol tampoco es un buen aliado del descanso nocturno y la digestión.

Legumbres y gases

Las legumbres son otro grupo de alimentos muy sanos que ocasionan ciertas molestias: especialmente, gases. “El problema de las legumbres es que pueden dar flatulencia”, expone Marqués, quien considera que, para muchas personas “quizá no son la cena ideal para dormir bien”.

No obstante, tal y como resalta Robles, muchas veces “el problema puede ser más el chorizo de la fabada que las alubias con las que está hecha”. También hay que considerar que algunas personas no están acostumbradas a tomar legumbres.

Verduras y hortalizas

Si una persona no está habituada a comer vegetales crudos, al principio tiene más gases porque está introduciendo fibra en grandes cantidades y tanto su aparato digestivo como las bacterias de su microbiota intestinal tienen que adaptarse. Con las legumbres pasa exactamente lo mismo.

Marqués apunta que, en personas con tendencia a tener muchos gases “limitar las crucíferas, como la coliflor, el brócoli o las coles puede ser una buena idea; mejor tomarlas a mediodía”.

Alimentos picantes

Los alimentos picantes pueden generar los mismos problemas que los cítricos. Nuevamente, las nutricionistas aconsejan restringir su uso en la cena, pero solamente a las personas con problemas digestivos. No hay motivo para desaconsejarlos a quienes los toleran bien. 

Embutidos

Embutidos

Las enumeraciones de productos ‘prohibidos’ por la noche también suelen incluir los embutidos. El problema de este tipo de alimentos no es que sienten mal, sino que no son especialmente saludables.  “El embutido es una carne procesada. Hay que evitar su consumo a cualquier hora”, indica Robles. “En nuestro país es muy típico que alguien diga: hoy no preparo nada de cena; pico un poco de embutido, un poco de pan y ya está”. Se trata de alimentos grasos, con la consiguiente repercusión en la digestión. Por lo tanto, “se plantea el mismo problema si los comemos a las tres y nos tumbamos a dormir la siesta: pueden retrasar el vaciamiento gástrico, además de constituir productos que no es conveniente incorporar en una dieta saludable de forma habitual”.

La experta propone recurrir a otras opciones de cenas rápidas: “Es muy fácil hacer algo sano en pocos minutos: por ejemplo, con verduras congeladas o cocidas, o bien con legumbres en conserva que están simplemente cocidas, con las que podemos hacer una ensalada o una crema tipo hummus”.

Más mitos que realidades

Parece claro que hay más leyenda que verdad en las historias sobre alimentos que sientan mal por la noche. “A veces queremos contar cosas muy originales o hacer dietas restrictivas cuando, al final, la base es siempre la misma: opta por alimentos saludables y preocúpate menos de si los estás comiendo a las a las 7 de la mañana, a las 8 de la tarde o las 10 de la noche”.
Cuestión diferente es la existencia de intolerancias, alergias alimentarias, enfermedades digestivas o, simplemente, alimentos que sientan peor a unas personas que a otras. “Es importante valorar cada caso de forma individual”, apunta Marqués. “No se puede considerar de la misma forma la alimentación de una persona con gastritis que la de otra con digestiones pesadas”.
De hecho, las digestiones pesadas suelen deberse a comidas copiosas. “Es recomendable que la cena sea ligera: una verdura cocida y una proteína ligera”. Otro consejo general es no acostarse inmediatamente después de cenar. “Siempre indicamos que lo ideal es esperar dos horas, pero es muy difícil cumplirlo. Con una puede bastar”, señala la nutricionista del IMEO.

Alternativa a los refrescos: los beneficios y perjuicios del agua con gas

A pesar de sus muchas propiedades, no se recomienda tomar agua con gas a personas con predisposición al reflujo gastroesofágico, enfermedades intestinales o insuficiencia respiratoria

Alimente El Confidencial, por Verónica Mollejo

El agua con gas, deliciosa para unos, horrible para otros. (iStock)

Aunque siempre ha permanecido en la sombra detrás del agua convencional –en España su consumo apenas llega al 10% de la población–, el agua con gas se mantiene como una de las bebidas más saludables del mercado. Esta versión carbonatada contiene ácido carbónico que, al ser inestable, se descompone fácilmente en agua y dióxido de carbono, el cual sale a la superficie en forma de burbujas cuando el líquido se despresuriza. Históricamente, los farmacéuticos eran los encargados de prepararla añadiendo bicarbonato de sodio a la limonada. Tal fue su repercusión que pronto hoteles y restaurantes incluyeron el agua con gas en sus cartas. Un lugar que todavía ocupa en el presente, gracias en parte a los muchos beneficios que aporta al organismo.

La alternativa saludable a los refrescos

A diferencia de la creencia popular, “el agua con gas no es perjudicial para la salud. La elección de agua con gas o sin gas puede ser de cada persona en función de sus gustos personales”, señala Rubén Bravo, experto en nutrición y gastronomía del Instituto Médico Europeo de la Obesidad. Unas limitaciones a las que también se suma el estado de salud del comensal, que puede variar al entrar en contacto con las sustancias que forman parte de la composición de dicha bebida. Pero antes de enumerar sus inconvenientes, ¿cuáles son las principales propiedades del agua con gas?

  • Un estudio realizado en Japón concluye que el consumo de agua con gas ayuda a prevenir o mejorar los síntomas de la diabetes tipo 2. “Los resultados mostraron que el consumo de esta agua tiene el posible potencial de prevenir y/o mejorar la DT2 a través de las alteraciones del metabolismo de acogida y la composición de la microbiota intestinal”, añaden desde el blog Dietistas Nutricionistas.
Foto: iStock.
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  • El Consejo Superior de Investigaciones Científicas también defiende que el agua con gas ayuda a controlar el colesterol malo, así como a reducir el riesgo de padecer una enfermedad coronaria. El consumo moderado de esta bebida disminuye las concentraciones de aldosterona, una sustancia que potencia el aumento de la presión arterial.
  • El mismo organismo, esta vez en colaboración con el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición, reveló en otro estudio que “beber medio litro de agua mineral natural bicarbonatada sódica contribuye a reducir hasta en un 15% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
  • El efecto alcalinizante del agua carbonatada reduce la acidez del estómago durante la digestión, favorece la saciedad, disminuye los niveles de glucosa en sangre y mejora el metabolismo de los lípidos. Reacciones que descienden el riesgo de padecer enfermedades como la osteoporosis, la hipertensión o la obesidad.

Al sustituir los refrescos azucarados por agua mineral natural carbónica se cuida la línea

  • Como acabamos de ver, el agua con gas nos ayuda a hacer la digestión, sobre todo después de comidas muy copiosas ya que el ácido carbónico que contiene contribuye a estimular la secreción de los jugos gástricos.
  • “El agua con gas no tiene calorías, por lo que si sustituyes el consumo de refrescos azucarados y otras bebidas carbonatadas por agua mineral natural carbónica cuidarás la línea”, aseguran desde Vichy Catalan.

Para poder aprovechar todas estas ventajas sin caer en posibles contraindicaciones, los expertos recomiendan limitar su consumo diario. “La cantidad a ingerir no debe ser excesiva, unos dos vasos medianos en comida y cena son suficientes para que se noten sus efectos beneficiosos. Más cantidad no es conveniente ya que puede provocar un aumento de los gases en el tubo digestivo. Puede alternarse la ingesta de aguas gasificadas con no gasificadas, hasta llegar a los dos litros diarios, como cantidad recomendada”, aconsejan desde el Centro Médico Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED).

Es importante recordar que el agua con gas no puede actuar como un sustitutivo del agua convencional, mucho más natural y aconsejable para el organismo. Además, puestos a elegir entre todas las marcas y variedades que habitan en el mercado, la mejor opción siempre será aquella que no contenga azúcares simples o edulcorantes añadidos.

¿Efectos secundarios?

A pesar de sus beneficios, existen algunos aspectos médicos que no encajan con el consumo de agua con gas, pues esta puede poner en riesgo la salud del paciente. Uno de los inconvenientes que más ha calado en la mente del consumidor es la relación del ácido carbónico con el desgaste del esmalte de los dientes. Una erosión que solo resulta efectiva si se bebe una gran cantidad de agua carbonatada a diario, pero que en el caso de hacerse realidad podríamos solventar utilizando una pajita.

El resto de situaciones de riesgo están vinculadas al estado de salud del consumidor. Tal y como alertan desde el CMED, las personas con hernia de hiato que tengan una predisposición al reflujo gastroesofágico deben moderar la ingesta de agua con gas. También las personas con tendencia a flatulencias y enfermedades intestinales, especialmente de colon, ya que la cantidad de gas aumenta en dicho órgano. Sin olvidar los pacientes que sufren insuficiencia respiratoria severa, y es que al generar más gas en el abdomen, el diafragma se distiende y disminuye la capacidad respiratoria.

Los alimentos que hacen que estés cansado

Alimente El Confidencial, por Álvaro Hermida

A todos nos ha pasado: dormir placenteramente toda una noche, levantarnos hechos un roble, comer y, de repente, todas esas cosas positivas desaparecen y nos convertimos en un muñeco de trapo. El día ha podido con nosotros. Pero hay determinadas comidas que pueden ser las responsables de fastidiarnos una jornada maravillosa.

1. Legumbres

La razón de que no las cenemos es que meternos 2.000 kcal antes de dormir durante ocho horas no es lo mejor para conservar nuestra figura. Por eso es el típico plato de domingo a mediodía. Que justo después de comerlas tengamos una necesidad imperiosa de echarnos una siesta no es casualidad. Las legumbres provocan digestiones pesadas, en las que los oligosacáridos que contienen reaccionan y provocan gases. Son una de las causas más comunes de dispepsia (nombre científico de la indigestión). Esto provoca que los vasos sanguíneos de nuestro intestino se llenen de sangre para procesar toda esa comida, y cuanta más sangre esté ahí, menos se encargará de cosas igual de importantes, como oxigenar el cerebro como es debido. Esto puede provocar somnolencia y cansancio. Por muy sana que sea, ningún corredor de los 100 m lisos se zampa una fabada asturiana antes de correr.

2. Lechuga

Esta hoja puede parecer tan solo una inofensiva fuente de fibra. Sus ingredientes (sobre todo en la parte más blanca de las hojas) son agua y fibra, ya está. Pero hay más detrás del ingrediente principal de la ‘ensalada de la casa’. Es un alimento (de los pocos que se conocen) que contiene una molécula llamada lactucina. Se encuentra en el ‘jugo’ de la lechuga y sus efectos, según explican los investigadores E. Chojnacka-Wójcik, A. Wesolowska y su equipo de la Academia Polaca de Ciencias, «muestran propiedades sedativas en el sistema locomotor». Curiosamente, también pudieron comparar los efectos analgésicos de la lactucina con los del ibuprofeno, descubriendo que 30 mg/kg de este compuesto tiene efectos similares a 60 mg/kg del famoso analgésico.

3. Pasta

¿Cómo es posible que un nutritivo alimento, rico en hidratos de carbono y, por tanto, rebosante de energía nos produzca cansancio? En declaraciones al ‘Huffington Post‘, la doctora Pamela Peeke explica que «los hidratos de carbono refinados aumentan la cantidad de azúcar en sangre, lo que produce un desplome del nivel de insulina en sangre, lo que causa fatiga y debilidad«. Una vez el cuerpo se reajuste, tendremos energía para lo que nos eche el día encima, pero hasta entonces seremos un trapo.

4. Vino (alcohol)

Nos puede cansar de dos maneras diferentes. La primera (y más enfermiza) es desmayarse de la borrachera. Un problema si nos pasa una vez, un problemón si nos pasa más. La segunda es que el alcohol es un depresor del sistema nervioso. Altera la función de multitud de neurotransmisores, lo que es responsable de sus consecuencias, desde la desinhibición hasta la pérdida de equilibrio o memoria. Uno de esos efectos es la disminución del ritmo respiratorio, lo que provoca una sangre menos oxigenada, y finalmente un cerebro más apagado. Sueño asegurado.

5. Carne

Las grasas están de moda. Las animales, aunque siguen teniendo su particular lucha contra el vegetarianismo, también se han vuelto un poco más populares. La parte mala es que las comidas con mucha grasa pueden hacer que te sientas cansado. Según explica la doctora Peeke, «al cuerpo le es más difícil dividir las grasas, porque eso requiere procesos más complicados. Lo anterior provoca que el cuerpo envíe más energía a hacer la digestión, lo que desencadena el cansancio».

6. Melón

La sabiduría popular no engaña. «Melón, por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche veneno que mata«. Aunque no existe evidencia científica al respecto, se cree que esto se debe a la capacidad que tiene esta fruta de fermentar rápidamente en nuestro estómago y, por tanto, producirnos una pesada digestión, lo que nos provoca cansancio y, a la vez, si conseguimos dormir, un sueño poco placentero.

 

¿Qué le ocurre exactamente a tu cuerpo con la comida rápida?

CuidatePlus, por Ana Callejo Mora

Las prisas, su atractivo y, a veces, su bajo precio incitan al consumo de comida rápida. ¿Si conocieras las consecuencias para tu cuerpo la seguirías comiendo? “Al introducir comida rápida en nuestro organismo, por el tipo de alimentos que la caracterizan y porque -como su propio nombre indica- tendemos a comerlas a gran velocidad y en mayor cantidad, las digestiones son más lentas y pesadas, produciendo malestar al hacer que el estómago trabaje de más. También puede provocar estreñimiento y gases por el bajo o nulo aporte de fibra”, explica Mireia Elías Fernández, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

Una ingesta reiterada de comida rápida “provoca obesidad y todas las patologías consecuentes a ésta, como diabetes, hipertensión arterial, aterosclerosis, enfermedades cerebrovasculares, patologías renales, hígado graso, e incluso cáncer”, resume la experta.

A la larga, su consumo puede inducir en las personas problemas de memoria y aprendizaje, y depresión.  Además de fatiga y debilidad, por el déficit de vitaminas y minerales, que conlleva este tipo de comida.

¿Aumenta el peso corporal?

Con la comida rápida el peso corporal se incrementa de manera notable. “Una comida rápida puede contener el total de las calorías diarias que se necesitan. El problema no es solo el excesivo aporte de calorías como tal, sino también la proveniencia de éstas. Son comidas ricas en colesterol, azúcares y grasas saturadas, causantes de muchas patologías”, dice Elías.

Según Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), hay mucha variedad de productos incluidos en el concepto de comida rápida, pero la más clásica es una alimentación rica en grasas, casi siempre de origen animal. “La mayoría de los productos, al ser ricos en grasas, tiene un alto contenido calórico. La grasa tiene casi el doble de calorías que los hidratos de carbono y las proteínas para una misma cantidad. Por ejemplo, una hamburguesa de tamaño grande con queso y una ración grande de patatas fritas aportan casi 1.500 calorías, un 75 por ciento de las que se necesitan al día”.

¿Puede llegar a producirse resistencia a la insulina y diabetes?

Sí, porque ese tipo de comida se suele asociar a obesidad y ésta es la causa fundamental de resistencia a la insulina y diabetes. La nutricionista del IMEO lo explica de la siguiente forma: “Al ser alimentos con índices glucémicos altos y gran cantidad de glucosa pueden llegar a producir resistencia a la insulina, e incluso diabetes”.

¿Eleva la tensión arterial? ¿Y aumenta el riesgo de aterosclerosis?

“Por supuesto”, señala de manera contundente Elías, razonando que “el mayor causante dietético de la elevación de la tensión arterial es la sal, y de la aterosclerosis, el exceso de grasas saturadas y el colesterol. Estos tres nutrientes se encuentran en grandes cantidades en la comida rápida. Por ello, su consumo frecuente puede provocarlas”.

Tinahones presenta la siguiente teoría al respecto: “Si la obesidad que se vincula al consumo abusivo de estos productos se asocia a resistencia a la insulina y a hipertensión arterial, estos son factores de riesgo esenciales para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. Por otro lado, el consumo de grasas animales se liga también con un incremento del colesterol LDL (el malo), que es uno de los factores más importantes para el desarrollo de la aterosclerosis”.

¿Tendría como consecuencia un déficit de vitaminas?

Para la nutricionista del IMEO, “la ingesta habitual de comida rápida nos puede producir un déficit de algunos nutrientes. La comida rápida se caracteriza por ser alta en calorías y tener un perfil nutricional inadecuado, rico en grasas saturadas, colesterol, sal, azúcares y bajo en los demás nutrientes. Al ingerir comida rápida de manera continuada se dejan de introducir en la dieta nutrientes necesarios para la salud tales como vitaminas, minerales e hidratos de carbono complejos”.

Para el presidente de la Seedo, esto probablemente no sea así, “porque en nuestro entorno la comida suele ser variada incluso en los sujetos que ingieren grandes cantidades de comida rápida y, por tanto, no se ven déficits vitamínicos”.

¿La comida rápida puede llegar a crear adicción?

La comida rápida, también denominada “basura”, puede llegar a crear adicción. “Esto es debido a los componentes que posee. Son alimentos ricos en azúcares, glutamato, sal, grasas saturadas, saborizantes, aditivos y sodio cuyo efecto es crear una especie de adicción”, dice Elías. A lo que Tinahones añade: “Las comidas ricas en grasa son muy palatables, por lo que el gusto se acostumbra fácilmente a ellas”.

¿Con qué frecuencia se podría consumir?

Es importante marcar una diferencia en cuanto a la frecuencia de consumo de comida rápida, comenta la especialista del IMEO. “Cuando hablamos de comida rápida refiriéndonos a pizzas precocinadas, snacks salados, bollería industrial, bebidas azucaradas, helados, perritos calientes, patatas fritas, etc., no es recomendable tomarla nunca. Sin embargo, si esa comida rápida se refiere a ensaladas ya preparadas o sándwiches, entonces el daño es menor”. Por ello, la nutricionista aconseja intentar siempre escoger ensaladas aliñadas con aceite y vinagre en vez de con salsas; que contengan algo de proteína, como huevo, atún o jamón cocido; y que no lleven bacon o cebolla caramelizada, por ejemplo. En cuanto a los sándwiches, la misma recomendación, que es evitar que lleven mayonesa, salsas y demás. Es mejor que contengan algo de tomate, salmón ahumado, huevo cocido… Aun así, insiste en eludir este tipo de comida lo máximo posible.

En opinión de Tinahones, “el consumo esporádico de estos productos no genera grandes problemas, pero tiene que ser en el seno de una alimentación que cumpla los criterios de dieta mediterránea, donde la fruta y verdura son esenciales, y la pirámide de la alimentación saludable. Hay sujetos que dentro de sus hábitos tienen la comida rápida totalmente restringida y tampoco me parece mala decisión”.

Para revertir los efectos de un consumo prolongado…

Los expertos en nutrición y obesidad dan las siguientes recomendaciones para revertir las consecuencias de una ingesta de comida prolongada en el tiempo:

  • La primera acción a realizar, y la más eficaz, es cambiar los hábitos de vida convirtiéndolos en saludables; es decir, prescindir de este tipo de comida.
  • Después, llevar a cabo una alimentación saludable con cinco comidas diarias en las que los alimentos predominantes sean las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescados tanto azules como blancos, carnes y embutidos magros, lácteos desnatados, frutos secos y aceite de oliva.
  • Realizar ejercicio físico de manera continuada.
  • Llevar una vida activa.
  • Mantener un buen nivel de hidratación proveniente del agua, fundamentalmente, o de infusiones sin azúcar.
  • Educar a la población e incrementar la facilidad para obtener productos saludables. Por ejemplo, en Nueva York (Estados Unidos) se dieron licencias para 1.000 carritos con fruta y verdura distribuidos por todo Manhattan (el distrito con mayor población de la citada ciudad). “Dentro de la vorágine de una ciudad donde todo se hace con rapidez, tener como alternativa a un puesto de perritos calientes otro que ofrezca fruta pelada puede cambiar los hábitos de los ciudadanos”, concluye Tinahones.

Escuchad, jefes: queremos ir en chándal a la oficina

No es un capricho, sino una de las medidas eficaces contra la hinchazón abdominal. Se acabó lo de aflojar el pantalón cuando nadie está mirando
El País, por Salomé García
hinchazón, como combatirloCada mañana se mira al espejo más o menos orgulloso de su silueta. Sin embargo, a medida que el día avanza, nota cómo se apodera de su abdomen una incómoda sensación de tirantez. No son imaginaciones suyas: se le está hinchando la barriga. Y puede que mucho. Tanto, que teme que el botón del pantalón salga disparado. O, directamente, se lo desabrocha usted mismo, con discreción, bajo la mesa de su oficina. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE UU, este problema puede ser causado por diversas patologías, como intolerancia a la lactosa, síndrome de intestino irritable o acumulación de líquidos por alguna enfermedad. Partamos de una base: la culpa suele ser de los gases. Según la Sociedad Canadiense de Investigación Intestinal, cada persona genera entre 0,6 y 1,8 litros de este fluido al día. Y procede de dos fuentes: el que se traga (exógeno) y el que generan las bacterias del colon al descomponer los alimentos. «Estaremos más o menos hinchados según lo que comamos y la rapidez de nuestro aparato digestivo para deshacerse de ese gas», reza el organismo. Las vías habituales de salida ya las conocemos. Por escabroso que parezca, un individuo sano expele de 12 a 25 ventosidades anales al día. Cuando la cosa no fluye con naturalidad, aumenta su barriga. Evite estos comportamientos si es propenso a la hinchazón.

Comer deprisa

1Un bocata a toda velocidad antes de meterse en una reunión. Usted no come, engulle. “Trasladamos nuestro estrés al acto de comer. Ingerimos alimentos sin pensar, sin saborear y, muchas veces, sin masticar bien y en demasía. Así es fácil que, entre bocado y bocado, nos entre aire al estómago”, explica María Pilar Casanova, coach de alimentación consciente en Atrévete a Comer. En ese caso, le tocará a su abdomen hacer el trabajo que los dientes no han hecho. Prepárese para una digestión más pesada de lo normal. Según la Revista Española de Enfermedades Digestivas, tragar aire es el origen de muchos males derivados del gas intestinal. Consejo: dedíquele al menos 20 minutos al almuerzo y mastique entre 10 y 15 veces cada bocado. Y siéntese.

Abusar de las bebidas carbonatadas con pajita

2Es pura física. “Hay quienes agitan la bebida para eliminar las burbujas, pero siempre queda algo. Si se tienen problemas de hinchazón, lo mejor es evitarlas”, precisa Liliana Velásquez, nutricionista en los centros de medicina estética Cristina Álvarez. El mecanismo de las pajitas, como nos cuenta la experta, es el siguiente: al hacer el vacío para que suba el líquido por ella, absorbemos esa fracción de aire que será tanto mayor cuanto más largo sea el cachivache. Hay quienes lo expulsan con bastante rapidez (eructando) y otros lo retienen en el estómago, de donde pasa al intestino, provocando la hinchazón.

Decantarse por la sacarina

3Los edulcorantes artificiales son una buena alternativa al azúcar para la pérdida de peso. Pero, como casi todo, tiene su lado oscuro: a veces, presentan problemas digestivos en sus consumidores. Lo afirmó Mark Gold, del Centro de Información sobre la Toxicidad del Aspartamo, en 2002. Una revisión de la bibliografía más actual: las bacterias intestinales y los polialcoholes no se llevan bien. Si es su caso, decántese por la miel, la estevia o el mismo azúcar.

Alimentarse a base de ‘fast food’

4¿Creía que solo hinchan los gases? El agua, también. Comidas industriales, patatas fritas, hamburguesas de poca calidad… Además de ser bombas de grasas poco saludables, tienen un alto contenido en sal (cloruro de sodio). “El cuerpo necesita 4,5 gramos de sodio al día. La sal que no pueden filtrar de inmediato los riñones pasa al torrente sanguíneo. Eso descompensaría los niveles de sodio, así que el cuerpo hace acopio de agua para asegurarse el equilibrio interno”, explica la divulgadora Josefina Segno en su libro Hinchazón abdominal y retención de líquidos. La solución está en su mano: tire de ensaladas sin salsas, aleje el salero y pruebe a sazonar con hierbas. Como confirma este estudio de la Universidad de Hawái, una ensalada de frutas se digiere en 30 minutos, mientras que una hamburguesa puede llegar a las 24 horas. Deje la comida rápida para el fin de semana.

Repetir con la fabada

5Las legumbres son ricas en fibra. Y la OMS recomienda entre 20 y 30 gramos de esta parte de las plantas para una función intestinal correcta. El problema sucede cuando la legumbre se queda rezagada en el intestino, provocando inflamación abdominal, como cuenta Velásquez. Por fortuna, no le pasa a todo el mundo. Pero si usted es de los afectados, no renuncie a judiones, garbanzos y lentejas, pero consúmalos siempre muy cocidos o en puré. O, al menos, modere sus raciones. Otra solución pasa por ingerir suplementos nutritivos con probióticos para superar «molestias gastrointestinales transitorias», como dicta la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP).

Obsesionarse con la fibra

6Para evitar el estreñimiento, tomamos otros alimentos ricos en fibra, como cereales integrales, frutos secos o verduras de hoja verde. “El exceso suele producir gases. La solución está en repartir estos alimentos en cantidades pequeñas a lo largo del día en las cinco comidas. Por ejemplo, una pieza de fruta al desayuno, media mañana y merienda; y si comemos verdura, evitar la fruta como postre”, sugiere Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

No pasear lo suficiente

7Hemos perdido la sana costumbre del paseo después de comer. Además de ayudar a despejar la mente, caminar (pero también correr, bailar o nadar, aunque no siempre después de comer) estimula el movimiento intestinal. “La actividad física aeróbica activa multitud de órganos y sistemas de nuestro cuerpo, favoreciendo directamente la motilidad intestinal. Es decir: fuera gases”, recuerda Bravo.

Cenar tarde

8“Por la noche, el intestino se enlentece, por lo que es más fácil que se produzcan gases. Por ello, conviene cenar temprano y no irse a dormir justo después de comer, sino dejar que pasen al menos 3 horas, así como evitar los alimentos que producen más gases”, explica el doctor Jesús López Heras, del Institut Català de la Salut.

Pasarse de ‘hipster’

9Y no por la barba. Desde que se convirtió en un apóstol de la col rizada (el mítico kale de Beyoncé) y la consume cruda en ensalada para no perder ni una vitamina, su cuerpo es un globo aerostático. “Sucede también con las coles de Bruselas, la coliflor o el repollo. Contienen mucha fibra y rafinosa, un polisacárido difícil de digerir que se fermenta en el intestino por acción bacteriana. Ambos factores contribuyen a la hinchazón abdominal”, advierte Velásquez. Si no quiere ser una burbuja humana, espacie el consumo de estos vegetales. Y cuézalos bien.

Beber leche (sin tolerarla)

10Si nota distensión intestinal después del café con leche, tal vez sea alérgico a este alimento o tenga cierto grado de intolerancia. Para poder digerir el azúcar de la leche, es necesaria una enzima llamada lactasa. Si usted carece de ella, se enfrentará a los siguientes síntomas: hinchazón, cólicos, diarrea o flatulencia, según MedlinePlus. Consúltelo con su médico y baraje alternativas como la leche de soja.

Reírse de las abdominales

11Sabemos que no es el mejor ejercicio para perder michelines, pero unos abdominales fuertes harán de barrera a los gases cuando quieran expandirse. Una serie de 20 al día no parece demasiado. “De hecho, las personas con un six pack muy marcado suelen tener menos problemas de hinchazón”, explica Mariano Aicardi, entrenador en Caroli Health Club Madrid. Hay una excepción: personas con síndrome de colon irritable. Según Anton Emmanuel, gastroenterólogo del University College Hospital de Londres, “en estos casos, la musculatura abdominal se relaja al empezar la digestión, cuando el reflejo debería ser a la inversa”.

Seguir al dedillo las revistas de tendencias

12Que se lleva el pantalón de cintura alta, pues usted se compra cuatro. Error. Las personas propensas a la hinchazón abdominal deben vestir cinturas bajas y elásticas. El internista Octavio Bessa, de Connecticut, describió en 1993 el síndrome de los pantalones ajustados. Oprimir en la región intestinal dificulta el tránsito (recorrido de los alimentos desde la boca hasta el ano). La revista Archivos de Medicina Interna lo confirma.

Enfermedad celíaca: Cómo vivir, sano, sin gluten

Finanzas, por Alberto Velázquez

glutenAlfonso y su mujer vieron cómo su hijo Álvaro, de año y medio -once años en la actualidad-, sufría problemas de salud: »Todo empezó cuando introdujimos los cereales en el biberón. Empezó a devolver, a tener diarreas, a no tolerar alimentos… Lo llevamos al hospital y veían que estaba bien hidratado, bien de azúcar, etc. Y a casa. A los dos meses, había perdido bastante peso y masa muscular, así que le hicieron una endoscopia para obtener una muestra y detectaron que era celíaco».
El siguiente en ser diagnosticado fue el propio padre, con síntomas menos evidentes: »A raíz del diagnóstico de Álvaro, decidí hacerme las pruebas. Desde pequeño, me salían aftas en la boca y en la lengua, muy incómodas, y los médicos lo atribuían a falta de vitaminas… eran otros tiempos -ahora se detecta con más facilidad-».

Ojo con el gluten

Juan Ignacio Serrano, Doctor en biología y responsable de investigación e información de la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten de la Comunidad de Madrid – www.celiacosmadrid.org-, detalla por qué este caso no es extraño: »Por redondear, la estimación de casos totales afecta a un 1% de la población… y de cada siete, solo lo sabe uno. ¿Por qué? Porque se considera como un desorden sistémico, lo que significa que no es un problema exclusivamente intestinal. En muchos casos, problemas como gases, estreñimiento, hinchazón, etc., no suponen la visita al médico, porque se tratan de forma oral y esporádica». Y no es meramente una intolerancia alimentaria, como subraya Serrano: »Una intolerancia es la incapacidad para digerir un nutriente -por ejemplo, la lactosa-, cuyos síntomas desaparecen al dejar de ingerirlo. Pero la enfermedad celíaca es algo más, ya que el sistema inmunológico se activa de forma inadecuada -algo que no pasa en las intolerancias propiamente dichas- y puede provocar daños en distintos órganos».

El causante de la afección es el gluten, la proteína que se encuentra en cereales como el trigo, la cebada, el centeno y la avena, presentes en la mayoría de productos manufacturados. Por lo tanto, la harina y sus derivados quedan vetados, así como cualquier elaboración que contenga gluten en su composición -desde un embutido a una salsa- e, incluso, como contaminante, cuando la presencia de gluten en una elaboración contamine una elaboración posterior. Todos provocan que el sistema inmunológico de los celíacos reaccione. En el caso de los niños, los problemas intestinales son los que suelen dar la alarma -vómito, diarrea, distensión abdominal, falta de apetito…-. En adolescentes y adultos puede producirse, además, dolor abdominal, pesadez de estómago, alteraciones menstruales, dolores articulares u óseos, incluso migrañas, artritis, fátiga, problemas en la piel, endocrinos -como la diabetes-, etc. En el caso de los adolescentes puede haber déficit de crecimiento.

Información, la mejor de las bazas

Una vez más, la información, sobre todo la de los distintos especialistas médicos para que evalúen acertadamente los síntomas, se vuelve a convertir en la clave de una afección ante la que no hay que bajar la guardia y cuya solución, de momento, es la dieta. La atención primaria encabeza la cadena que debe ser la voz de alarma ante unos síntomas de una enfermedad cada vez más controlada gracias al loable trabajo de asociaciones como la representada por Juan Ignacio Serrano y como FACE (Federación de Asociaciones de Celíacos de España) – www.celiacos.org-, cuya gerente, Luján Soler destaca: »Asociaciones como FACE elaboran anualmente listas de productos sin gluten ‘seguros’, más información sobre la forma de evitar la ‘contaminación cruzada’ en casa, establecimientos formados y supervisados, consejos en caso de viajar a otro país… Si se sigue la dieta sin gluten, se puede tener una vida normal y recuperar el posible déficit principalmente nutricional previo al diagnóstico». Vidas normales, sanas, como las de Álvaro, activo deportista a sus once años, y la de su padre, que se benefician de los avances que ha conseguido la sociedad en este sentido, aunque queda camino por recorrer.

¿Dieta ‘gluten free’ sin ser celíaco?

‘Celebrities’ como Gwyneth Paltrow, Victoria Beckham, Miley Cyrus y Kim Kardashian han declarado seguir una dieta libre en gluten con argumentos como, entre otros, que »hasta hace 25.000 años no consumíamos harinas procesadas». Sea como sea, lo obvio de esta aversión al gluten es que lo más aconsejable es contar con consejo médico por los perjuicios que pueden tener estas dietas para la salud. Según opiniones autorizadas, como la de Sociedad Española de Enfermedad Celíaca, esta pauta de alimentación se centra, en ocasiones, solo en la supresión de pan, pasta o cerveza y puede ocasionar desequilibrio nutricional, aún más importante en etapas de desarrollo como la adolescencia.

Y no hay que olvidar que la industria alimentaria ha avanzado en el terreno del ‘gluten free’, pero no tanto como para dominar todo el proceso de elaboración, como señala Luján Soler, de FACE: »Cada vez se consiguen mejores productos, principalmente en la parte organoléptica. Pero aún se ven productos sin gluten con alto contenido en grasas saturadas, azúcares simples, refinados y pobres en vitaminas y minerales». La consulta a especialistas médicos y las asociaciones -muy activas a la hora de asesorar y ayudar a los celíacos y a sus familias- deben ser el principal ingrediente en este tipo de decisiones.

Alimentación: Ferias de Referencia

Los pasados 4 y 5 de junio se celebró en Barcelona Free From Food, la feria de alimentos sin alérgenos y dietética para profesionales -fabricantes, proveedores y compradores- más importante de Europa, en la que la participación española ha pasado de 3 a 20 empresas. José Luis Potoc, representante de la feria para España, Portugal y Andorra, sitúa a España en el contexto de los consumidores de productos sin gluten: »Por mi experiencia internacional, podríamos posicionar a España en la tercera posición detrás del Reino Unido e Italia, por la facilidad para poder adquirir productos sin gluten -mercado tradicional y moderno, tiendas de conveniencia, tiendas de dietéticas, restaurantes, hoteles y establecimientos de comida rápida-. Las empresas han invertido en I+D para mejorar la calidad de sus productos, intentando ofrecer sabores y texturas lo más similares a sus equivalentes con gluten». Potoc es, además, representante en España de la firma Udi´s, una multinacional que se ha convertido en un referente de la alimentación sin gluten en los países anglosajones y que acaba de llegar a un mercado español cada vez más introducido, con marcas propias, muchas de ellas artesanas, en este tipo de productos.

Por otra parte, el 12 y 13 de junio se celebró la quinta edición de SALAIA, Salón de Productos y Servicios para Alergias e Intolerancias Alimentarias, donde los visitantes pudieron informarse e inscribirse en las distintas ponencias y actividades programadas, así como en catas, talleres para niños o ‘show cookings’. En este encuentro, la Asociación de Celíacos y Sensibles al Gluten de la Comunidad de Madrid presentó la aplicación singlu10 -singlu10.org-, una excelente iniciativa para consultar el etiquetado de alimentos, establecimientos recomendados, consejos de nutrición, etc.

Menos gluten, más gasto

‘En nuestra cocina hay dos secciones: una con los productos para celíacos, de Álvaro y míos, y otra con los de mi mujer y mi hija, que sí toleran el gluten… Una cuesta cinco veces más que la otra». Alfonso reconoce con esta palabras como, a pesar del camino recorrido para que la vida de los celiacos sea cada vez más sencilla, aún quedan batallas para estrechar distancias en el mundo con/sin gluten, como destaca la gerente de FACE: »Otra de nuestras prioridades es que la diferencia de precios entre productos con gluten y sin gluten sea menor. En otros países europeos, las personas celíacas reciben ayudas económicas, cosa que no ocurre en España. Hay que recordar que el único tratamiento que existe es la dieta sin gluten y de por vida, y que no todo el mundo puede permitirse una dieta equilibrada y variada porque no puede comprar productos específicos por su coste, lo que les puede suponer déficit de algunos nutrientes».

¿Sabías qué…?

– ¿Se estima que más de un 30% de personas tienen predisposición genética a ser celíacos, lo que no quiere decir que todos la desarrollen?

– Más de 17 millones de europeos padecen algún tipo de alergia alimentaria. En el caso de los niños, uno de cada 20 sufre alergia a uno o más alimentos.

– Investigación: Se estudian especies de cereales evolutivamente más antiguas o cruces de cereales, y en España, un grupo de Córdoba ha obtenido un trigo trasgénico del que se ha bloqueado la parte más tóxica del gluten.

– Tratamiento: De momento, no hay vacuna ni medicamentos que eviten la enfermedad celíaca, aunque sí se habla de unas pastillas que lleguen a neutralizar la acción del gluten, algo no viable en la actualidad y que, en todo caso, serviría cuando pueda haber riesgo de contaminación en una dieta sin gluten, por ejemplo la de un restaurante.