El primer ministro británico asegura que no es justo pedir a los contribuyentes que costeen los subsidios de quienes rechazan la ayuda y el tratamiento que les podría llevar de nuevo a la vida laboral.
Los desempleados británicos con problemas de obesidad que no cumplan el tratamiento médico para adelgazar podrían perder prestaciones sociales, según un plan que anunció hoy el primer ministro del Reino Unido, David Cameron.
El jefe del Gobierno británico ha trasladado su propuesta al ministerio de Salud para que evalúe las pautas en las que tanto los obesos como los alcohólicos y drogadictos «con condiciones tratables» que no se sometan a terapia podrían perder los subsidios estatales.
«Algunos tienen problemas de alcohol o de drogas, pero rechazan tratarse. En otros casos, hay gente que tiene problemas de peso que se podrían solventar, pero en lugar de eso eligen llevar una vida sustentada por las ayudas y no trabajar», sostuvo Cameron.
Para el primer ministro, «no es justo pedir a los contribuyentes, que trabajan duro, que costeen los subsidios de la gente que rechaza la ayuda y el tratamiento que les podría llevar de nuevo a la vida laboral».
Subsidios para 2,5 millones de británicos
A tres meses para las elecciones generales en el Reino Unido, el líder conservador dijo que su Gobierno «está decidido a proporcionar a las personas las mayores ayudas posibles para devolverles a una vida plena».
La consejera del ministerio de Salud Carol Black, encargada de evaluar la propuesta, señaló que está «profundamente interesada en superar los retos que representan este tipo de personas que solicitan subsidios».
«Esta gente, además de tener problemas que han arrastrado durante mucho tiempo y complicaciones con su estilo de vida, sufren la gran desventaja de no estar integrados en el mundo laboral, algo tan básico en la sociedad», dijo Black.
En el Reino Unido, donde bajo la legislación actual no se requiere someterse a tratamiento para pedir prestaciones, cerca del 60 % de los 2,5 millones de personas que reciben subsidios por enfermedad llevan cobrando esas ayudas más de cinco años.
Un análisis presentado en ASCO demuestra que la obesidad eleva en un 34% el riesgo de muerte en mujeres premenopáusicas con cáncer de mama hormono dependiente.
La Razón, por Beatriz Muñoz Chicago.- En el abordaje del cáncer, el estado físico del paciente ocupa un papel importante para sobrellevar mejor los efectos de los tratamientos. En el marco del congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) que se celebró esta semana en Chicago (EE UU), se abordó el impacto de la obesidad, tanto como una causa principal del cáncer como un factor de riesgo en el cuidado de los pacientes. Y es que la obesidad se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar muchos de los tumores más comunes como el de mama, colon y próstata. En el transcurso del encuentro, se presentó un análisis realizado entre más de 80.000 mujeres con cáncer de mama que demuestra que la obesidad aumenta en un 34 por ciento la mortalidad por cáncer o en tumores hormonodependientes en mujeres pre y perimenopáusicas. Esta asociación no es significativa en féminas postmenopáusicas o en tumores de mama que no son hormonodependientes. Evitar, por tanto, el sobrepeso debería ser una recomendación en mujeres con cáncer de mama localizado y, en especial, pre menopáusicas, según los autores del estudio.
Evolución
En este contexto, la doctora Yolanda Escobar, del servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, añade que «la obesidad puede tener influencia en la evolución de los cánceres que sean hormonodependientes y, en concreto, estrógenodependientes porque hay una relación entre la grasa y la síntesis de los estrógenos». Esta misma opinión la comparte la doctora Mónica Jorge, oncóloga médica del Hospital de Vigo, quien añade que «en la mayor parte de los cánceres, sobre todo en los de digestivo, uno de los factores de riesgo es la obesidad».
Para conocer cómo influye el exceso de peso en los pacientes oncológicos, el doctor Jesús García-Foncillas, jefe de Oncologia de la Fundacion Jiménez Díaz de Madrid, explica que «cuando hay obesidad se producen una serie de cambios metabólicos que conllevan la activación o cambios en la regulación de unas hormonas como la insulina. Las células tumorales tienen receptores para factores de crecimiento que se asemejan a la insulina, lo que significa que cuando hay una alteración en este equilibrio podemos estar poniendo en marcha mecanismos de activación de la célula tumoral que si hay un normopeso no suele estar alterado». Dado que las dosis que se emplean en el tratamiento contra la enfermedad «se administran en función de la superficie corporal, es decir, que están calculadas según el índice de masa corporal (IMC) del paciente. Por tanto, ahora mismo hay un debate sobre de qué forma y de qué manera se deben determinar la dosis más adecuada en pacientes oncológicos con un cierto grado de obesidad de cara a buscar el maximizar la eficacia y minimizar, por tanto, los efectos secundarios». Hay que tener en cuenta, según Jorge, que «la distribución de los fármacos en estos pacientes no es la misma porque si tienen mucha grasa, se deposita más ahí y el metabolismo es diferente».
Otro aspecto relevante se halla en los procesos inflamatorios asociados a la obesidad y que, según García-Foncillas, «la inflamación conlleva la producción de una serie de sustancias que son, a su vez, capaces de inducir al tumor o cambiar su entorno. Todo ese conjunto de situaciones hace que, sobre todo en situaciones donde esa obesidad llega a lo que clásicamente conocemos como patología de obesidad mórbida, pueda tener más derivaciones y consecuencias en todo el contexto del perfil y del comportamiento biológico del cáncer». Esta situación complica, según Escobar, el tratamiento, porque «a veces no pueden entrar en los estudios clínicos, no reciben la terapia a dosis plenas y si, además, presentan alguna patología asociada a la obesidad como cardiovascular, renal o diabetes descompensada todo se vuelve más difícil».
Post terapia
Hay tumores que conllevan una pérdida importante de peso. «En el caso de los cánceres de cabeza y cuello es muy frecuente que adelgacen un porcentaje importante de kilos. En este caso, los obesos se quedan no obesos y los que no tenían un exceso importante de peso se quedan muy delgados durante el tratamiento», advierte Escobar. Sin embargo, los expertos coinciden en que durante la terapia oncológica no se debe exigir a los pacientes que pierdan peso. «No es el momento porque a veces les cuesta, incluso, ingerir lo básico», recuerda Escobar.
Antidiarreica, laxante, diurética, depurativa, hipolipemiante, colerética, tonificante del sistema nervioso, alcalinizante, mineralizante, antioxidante, hipotensora, reductora de ácido úrico, desintoxicante, anticancerígena. Es la reina de las frutas, por su versatilidad en la cocina y porque combina con la totalidad de los alimentos.
Después de los excesos cometidos durante las fiestas navideñas, toca limpiar nuestro organismo. Hay una fruta que nos puede ser de gran ayuda: se trata de la manzana. Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) y experto en nutrición, ha explicado que «la manzana tiene una fibra que ayuda a que no abosbamos en el intestino gran parte de la grasa que ingerimos, pero tampoco hace milagros, de modo que nos irá bien si la inlcuimos dos o tres piezas en nuestra dieta de compensación y comerla siempre con la piel, proque es donde están sus propiedades nutritivas».
«ONE APPLE A DAY, KEEP A DOCTOR AWAY»
Un 85% de su composición es agua, por lo que resulta muy refrescante e hidratante. Sus azúcares, están compuestos en mayor parte de fructosa (azúcar de la fruta) y en menor proporción, glucosa y sacarosa, de rápida asimilación en el organismo, son los nutrientes más abundantes después del agua.
En pequeña cantidad posee Vitamina E y Vitamina C. Es rica en fibra, que mejora el tránsito intestinal y entre su contenido mineral sobresale el potasio y el hierro, aunque en pequeña proporción. La vitamina E posee acción antioxidante, interviene en la estabilidad de las células sanguíneas (glóbulos rojos) y en la fertilidad. El potasio, es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
Esta fruta es una de las más ricas en Boro, mineral que participa en numerosas funciones del organismo, entre ellas, facilita la asimilación del calcio y magnesio, lo que podría ser un factor de prevención de osteoporosis.
Los radicales libres aumentan el daño causado por el colesterol LDL, dando origen a la aterosclerosis, alteraciones genéticas, deterioro de las proteínas y grasas corporales, reducción de la funcionalidad de las células y aumento del riesgo de cáncer.
Los antioxidantes neutralizan los radicales libres, reduciendo o incluso evitando parte de los daños que estos provocan en el organismo. La manzana es antioxidante, capaz de neutralizar radicales libres, especialmente por su contenido de flavonoides como la quercetina. Las manzanas, junto con las cebollas, son los vegetales con mayor contenido de quercetina. La quercetina contribuye a evitar el depósito de colesterol en las arterias y su estrechamiento. Por tanto, dada su composición en sustancias antioxidantes, las manzanas están especialmente recomendadas en dietas de prevención de riesgo cardiovascular, enfermedad degenerativa y cáncer El consumo habitual de manzanas, previene el estrechamiento de las arterias coronarias que favorece los infartos al miocardio.
Las extraordinarias propiedades saludables de esta fruta se deben en gran medida a la sinergía de todos sus componentes y no a la acción individual de la quercetina.
Estudios realizados en Instituto de Ciencias Químicas. Facultad de Agronomía y Agroindustrias. Universidad Nacional de Santiago del Estero, investigaron la capacidad inhibitoria de radicales libres de diferentes alimentos y plantas. En el caso de las frutas analizadas, las manzanas presentaron alta actividad antirradicalaria. Entre las frutas estudiadas, los mayores valores obtenidos fueron para kiwi seguido de manzana roja y el menor valor para pera, naranja y plátano, siendo todas efectivas como antioxidantes.
Su contenido moderado en potasio, le confiere características de diurética. No obstante, que el aporte de este mineral está restringido en caso de insuficiencia renal por lo que el consumo de manzanas en estos casos se ha de tener en cuenta.
Posee ácidos orgánicos, (1% a 1.5% de su peso) con efecto antiséptico y de regeneración de la flora intestinal, entre ellos el más abundante es el ácido málico, además contiene cítrico, succínico, láctico, salicílico y oxálico. Al metabolizarse, estos ácidos orgánicos su efecto es alcalinizante (antiácido), en sangre y tejidos, reduciendo el daños producido por la acidosis. Los ácidos orgánicos benefician la flora intestinal y evitan las fermentaciones. El ácido oxálico que contiene la manzana puede formar sales con ciertos minerales como el calcio y originar oxalato cálcico, por lo que su consumo se ha de tener en cuenta si se padecen este tipo de cálculos renales. No obstante, gran parte de dicho ácido se pierde mediante el cocinado de la manzana.
La manzana es, después del membrillo, una de las frutas más ricas en taninos, sustancias con propiedades astringentes y antiinflamatorias, que desinflaman la mucosa gástrica y paredes intestinales. Algunas de las acciones de los taninos son secar y desinflamar la mucosa intestinal (capa que tapiza el interior del conducto digestivo), por lo que resultan eficaces en el tratamiento de la diarrea. Los taninos se reconocen rápidamente por la sensación áspera que producen al paladar. Los taninos pardean la manzana pelada y rallada, dándole color oscuro.
Su contenido en pectina, le permite actuar indistintamente como alimento astringente o laxante según cómo sea consumida. Tiene acción reguladora intestinal.
Si se come cruda y con piel, es útil para tratar el estreñimiento, ya que se aprovecha la fibra insoluble presente en la piel, que estimula la actividad intestinal. La manzana cruda y con piel es laxante, es decir, útil para tratar el estreñimiento. Si se come una o dos manzanas en ayunas, mejora el estreñimiento.
Es muy rica en fibra soluble (pectina), capaz de retener agua y sustancias de desecho, lo que es beneficioso en tratamientos de diarrea. Hace más lento el tránsito intestinal y facilita la eliminación de toxinas en las deposiciones. Si la manzana se consume pelada, rallada y oscurecida tiene el efecto contrario en nuestro organismo, resulta astringente y se puede utilizar en casos de diarrea.
Estudios hechos en Japón, muestran que la pectina de la manzana, en pacientes con riesgo de cáncer de colon, es un buen preventivo y aún en personas diagnosticadas, o intervenidas, puede evitar las recidivas.
El consumo de 2 a 3 manzanas diarias, reduce el colesterol, por efecto de la pectina, que absorbe a nivel intestinal, las sales biliares, que son materia prima para la formación del colesterol.
Tiene efecto colerético (mejora producción de bilis en el hígado). Estudios realizados en la Universidad de Toulouse, Francia, señalan que la manzana es un colerético, que descongestiona el hígado, reduciendo la tendencia a formar cálculos biliares. Esta propiedad la hace un alimento recomendable en personas con colelitiasis o en quienes ya han sido operados de la vesícula. También es recomendable en casos de hepatitis crónica, hígado graso y cirrosis hepática.
Posee efecto hipoglicemiante. Una parte importante del azúcar de la manzana está constituida por fructosa, que necesita menos insulina que la glucosa para ser metabolizada, y transformada en energía. La pectina actúa como un regulador de la liberación de los azúcares, permitiendo que pasen lentamente a la sangre.
Estudios e investigaciones científicas publicadas en la revista Nature, plantean que la manzana posee propiedades anticancerígenas y antioxidantes. Se explicaría por la combinación de sustancias que le otorga a esta fruta la actividad contra el cáncer, y no la acción individual de las mismas. Su función anti-cancerígena, se debería a la presencia, especialmente en la cáscara, de dos sustancias fitoquímicas que actúan conjuntamente.
El equipo liderado por el profesor Rui Hai Liu, dividió la manzana en piel y pulpa, los resultados arrojaron que el extracto de piel de manzana inhibía en un 43 por ciento el cáncer y la pulpa en un 29 por ciento. En el caso de cáncer de hígado, el extracto de piel inhibía las células cancerígenas en un 57 por ciento y el extracto de pulpa en un 40 por ciento. Estos resultados fueron recibidos con optimismo por la Sociedad Americana del Cáncer, aunque prefirieron tomar con cautela estas conclusiones. Consideran que es demasiado pronto para decir exactamente qué sustancias de las manzanas otorgan esta protección, afirmando que por el momento que «la mejor manera de disminuir el riesgo de cáncer es comer suficientes y variadas frutas frescas y verduras».
La pepita o semilla de manzana, así como la de damascos, ciruelas o mandarinas, es rica en una Vitamina hidrosoluble, la Vit. B 17, denominada además Laetril o amigdalina. Esta vitamina contiene una molécula de benzaldehido y otra de cianuro. Se ha descubierto propiedades curativas de la vitamina B-17, específicas en contra del cáncer, lo que se explica porque en presencia de agua y de la enzima beta-glucosamidasa, la molécula de B-17 genera cianuro y benzaldehido, compuestos que individualmente son sumamente tóxicos, pero funcionando en simbiosis se multiplican sus efectos hasta 100 veces. Lo positivo de stos es que la enzima beta-glucosamidasa, se encuentra especialmente, en altas cantidades en las células cancerosas, y en cantidades ínfimas en el resto de las células del cuerpo, Por consiguiente, estas sustancias tóxicas destruyen únicamente a las células cancerosas. Una verdadera quimioterapia, natural, específica, localizada y muy eficaz.
Por otra parte, las células sanas, contienen una enzima, denominada rodanasa (tiosulfato de transulfurasa), «protectora» del organismo. La rodanasa neutralizaría al cianuro y lo transformaría en subproductos no tóxicos. Las células cancerosas no contienen rodanasa, por lo que se encuentran indefensas.
El autor del libro. «World Without Cancer», recomienda a las personas que tienen cáncer, masticar lentamente 3 a 5 semillas de estos frutos cada hora, y conservarlas en la boca hasta que se licuen. Para acción preventiva, se indican 7 a 10 semillas diarias. Por lo anterior, es conveniente entonces, comer la manzana y sus semillas.
Algunas personas piensan que si se come como postre, contribuye a reducir la formación de placa y evitar la caries, limpiando los dientes, pero los azúcares y ácidos que contiene pueden deteriorar el esmalte, por lo que no puede sustituir al cepillado de los dientes.
Los colores de la salud. Los pigmentos son algo más que color
Hay alrededor de 4,000 pigmentos de plantas conocidos en nuestros alimentos. Cada grupo de colores representa diferentes fitoquímicos. Los fitoquímicos comprenden un grupo de más de 600 químicos naturales se hallan en las plantas comestibles y están relacionados a la menor incidencia de cáncer, enfermedades coronarias y otras enfermedades. La organización Produce for Better Health Organization, ha creado una lista de los beneficios de cada color en la salud, mencionando las frutas y verduras que pertenecen a cada uno de los grupos de colores.
Esos pigmentos hacen más que darle color a los alimentos; también nos protegen contra las enfermedades.
Las manzanas rojas pertenecen a un grupo que ayuda a la salud de la memoria, el corazón, el tracto urinario y protege contra algunos tipos de cáncer. Este grupo contiene los fitoquímicos licopeno y antocianinas, compuestos fenólicos, flavonoides y ácido elagico. Las frutas y verduras rojas incluyen además de las manzanas rojas, las naranjas de interior rojo, cerezas, uvas rojas, toronja rosada/roja, peras rojas, granadas, frambuesas, frutillas, sandía, betarragas, pimientos rojos, rábanos, cebollas moradas, papas rosadas y los tomates.
En las manzanas amarillas, el color se relaciona con la protección contra algunos tipos de cáncer, la vista (especialmente la visión nocturna), protección cardiovascular, y del sistema inmune. Los alimentos de color amarillo o anaranjado brillante contienen Vitamina C y los fitoquímicos: carotenoides (entre otros el beta-caroteno), quercetina, luteína, zeaxantina, limoneno y terpenos. Este grupo incluye las manzanas amarillas, melón, lima, mangos, nectarines, naranjas, papayas, duraznos, peras amarillas, piña, mandarinas, zanahorias, pimientos amarillos, papas amarillas, calabaza y zapallo amarillo, choclo, camotes y tomates amarillos y anaranjados.
La manzana verde se relaciona con la protección de algunos tipos de cáncer, mantención de huesos y dientes fuertes, beneficios a la vista. Las frutas y verduras verdes contienen los fitoquímicos: indoles, polifenoles, isoflavonas, luteína y beta sistosterol. Mientras más oscuro es el color verde, tendrá mayor contenido de sustancias protectoras. Algunos alimentos verdes son las paltas, las manzanas verdes, uvas verdes, kiwis, limones, peras verdes, brócoli, rúgula, alcachofas, espárrago, coliflor, col de Bruselas, col china, porotos verdes, repollo verde, apio, calabaza verde, pepinos, verduras de hojas verdes como el perejil, el cilantro, entre otros, puerro, lechuga, cebollines, pimiento verde, espinacas y el berro.
En estas fechas se practica el ayuno tanto por motivos religiosos como para afrontar el cambio estacional “depurando el cuerpo”, pero no se debe hacer sin conocimiento, advierten los especialistas del Instituto Médico Europeo de la Obesidad
Según las directrices de la Iglesia Católica, el Viernes Santo, próximo 6 de abril, es día de abstinencia y ayuno. Entre las recomendaciones que recoge la «ley del ayuno» de la Constitución Apostólica[1] figuran: abstenerse de carne, consumir únicamente líquidos o hacer una comida al día, siendo permitidos lacticinios, huevos y productos de grasa animal.
En la actualidad un 75% de los españoles se definen como católicos, pero sólo un 38,7% acata los oficios religiosos con relativa frecuencia, según una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas[2].
En la sociedad actual muchas personas ayunan por motivos que no siempre son religiosos: para mejorar su salud, eliminar las toxinas, perder peso, etc. «En muchas ocasiones se quebranta la salud por desconocimiento y falta de cultura nutricional», apunta Rubén Bravo, naturópata y especialista en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). El ayuno se interpreta como «dejar de comer y beber un tiempo» o como una ingesta sólo de líquidos, pero sin criterio alguno. No hay que olvidar que se trata de una práctica de tradición milenaria que en su connotación sagrada «purifica el alma y eleva el espíritu»[3] mediante la supresión del aporte de comida. Si se hace de forma saludable, el ayuno sirve para limpiar y descongestionar nuestro aparato digestivo, pero si se lleva al extremo y sin conocimiento, puede ocasionar cuadros de males gástricos, hipoglucemia y hasta desmayos.
Para los que van a guardar ayuno durante este Viernes Santo, el equipo de nutricionistas del IMEO ha ideado un plan de alimentación basado exclusivamente a líquidos que asegura los niveles mínimos de glucosa necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. En este caso, es importante comer abundantes verduras y frutas el día antes para que el cuerpo tenga una «reserva» de glucosa. Los días después conviene comer de forma moderada, sin excesos. En cuanto a los típicos dulces de la Semana Santa, se puede optar por recetas de elaboración propia, bajas en calorías, como por ejemplo las torrijas light. Se preparan de pan integral al vapor y se terminan de hacer en el horno, evitando así las frituras y grasa saturada. Si se sustituye la miel por almíbar y se cambia el azúcar por fructosa -tiene igual de calorías, pero endulza casi el doble, por lo que se utiliza una menor cantidad-, nos podemos ahorrar algunas calorías.
«En día de ayuno el aporte calórico nunca debería bajar de unos 1000 – 1100 Kcal diarias», indica Bravo. Por tanto, la actividad física realizada durante el día debe ser más bien baja o limitada a sólo caminar para evitar el riesgo de bajadas de tensión o azúcar.
Tomen nota del menú:
Cuando
Qué tomar
Por qué
Desayuno
Un vaso y medio de zumo de piña recién hecho
Fruta digestiva, con efecto diurético. Ejerce una función purificadora del tramo intestinal.
Media mañana
Un vaso y medio de yogur bebido 0% grasas
Aporta proteínas e hidratos de carbono para paliar el sustento necesario.
Almuerzo
Dos tazones de caldo de verduras y pescado
Rico en vitaminas, minerales y oligoelementos.
Merienda
Zumo de 3 naranjas
Fruta rica en vitamina C. Además de ser un buen antioxidante, ayuda a depurar las toxinas del torrente sanguíneo.
Cena
Dos tazones de caldo de verduras y pescado
Lo que deben tener en cuenta:
– El período de ayuno recomendado no debería superar las 48 horas, ya que estamos sometiendo al cuerpo a niveles altos de abstinencia y debilidad, poniéndolo al límite de sus capacidades de subsistencia.
– La práctica del ayuno está desaconsejada en diabéticos, hipotensos, hipoglucémicos, personas con obesidad grave, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, menores de edad o en periodo de crecimiento y gente mayor de 65 años. Son grupos con una salud más frágil y tienen mayor riesgo de deshidratación y desórdenes metabólicos.
– Tampoco estaría indicado para personas con síntomas de desnutrición, los enfermos de tuberculosis, cáncer o SIDA, los pacientes con insuficiencias cardiaca, de riñón o hepática y los que padecen trastornos psiquiátricos, entre otros.
– En los demás casos, el ayuno se debería interrumpir, si aparece alguno de los siguientes síntomas: sensación de debilidad, desmayos, sudoración profusa, temblor, taquicardia o fatiga.
Dietas depurativas, ideales para afrontar el cambio estacional
Desde el punto de vista de la Naturopatía, los procesos de detoxificación son efectivos y se recomiendan hacer durante una o dos semanas con cada cambio estacional y siempre bajo la supervisión de un especialista. Mejoran los problemas cutáneos, reducen la sensación de ansiedad, infecciones respiratorias, problemas digestivos, insomnio, dolor de cabeza, dolores musculares, etc.
«Para realizar una dieta de detoxificación o depurativa no hay que realizar aquellas estrictas centradas en líquidos, sino que debemos evitar los fritos, las harinas refinadas, los lácteos, la sal, los hidratos fuera del desayuno (y dentro siempre integrales), los azúcares, los enlatados, congelados o envasados y los embutidos, mientras que tenemos que dejar de lado el tabaco, dormir entre 8 y 9 horas y beber únicamente agua (entre 2 y 3 litros al día)», indica el naturópata y especialista de nutrición de IMEO.
Durante la terapia de detoxificación se recomienda tomar un par de frutas al día. Las ciruelas aumentan las defensas, las cerezas favorecen el tránsito intestinal, el limón tiene propiedades diuréticas, depurativas y antisépticas, y la manzana es rica en fibra que ayuda en la absorción de las toxinas. A la hora de comer o cenar podemos tomar unos 150 gramos de proteínas bajas en grasa, como pescado, marisco, huevo, pollo, conejo o pavo. La guarnición, en ambos casos, debe ser de tres puñados de verdura en comida y dos puñados en cena.
En el tiempo que dure el régimen, es bueno movernos un poquito más (caminar una hora diaria) y que nos dé el sol al menos durante 4 o 5 horas al día. Si dentro de nuestros objetivos está el reducir grasas sin perder a penas masa muscular, el ejercicio indicado sería la musculación muy moderada con descansos entre series de 2 minutos para potenciar el consumo de grasas como fuente de energía, sustituyendo los niveles limitados de glucosa. Podemos acompañar ésta terapia de detoxificación con productos homeopáticos como la Nux Vómica (detoxificación hepática, digestión y estreñimiento) y Berberis (eliminación de líquidos, limpieza del sistema linfático y riñones).
Una persona que está en proceso de detoxificación se siente más liviana y con menos sensación de pesadez o inflamación. Mental y emocionalmente se encuentra estable. La hipertensión y la respuesta de la insulina también mejoran por utilizar alimentos de bajo índice glucémico.
[1] Según la Constitución Apostólica Paenitemini de 1966.
[2] Estudio nº 2.932 del CIS. Barómetro de febrero 2012.
[3] «El ayuno purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al corazón contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, aplaca los ardores del placer y enciende la luz de la castidad». San Agustín, Sermón 73.
Debe estar conectado para enviar un comentario.