Venció la obesidad y perdió los 80 kilos que le sobraban

Tras someterse a un tratamiento de reducción de estómago en el IMEO, esta joven madrileña mejoró su salud y autoestima; dejó de ser una “nini” para recuperar el control de su vida 

Eva entró en quirófano con 27 años, pesando 140 Kg. Tenía síntomas analíticos de hígado graso e hipotiroidismo subclínico. Sus niveles de triglicéridos, colesterol LDL y fibrinógeno eran muy altos apuntando a riesgo cardiovascular y diabetes tipo 2. Su tasa metabólica era bajísima, priorizaba el consumo de azúcar y almacenaba su exceso en forma de grasa.

La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial, difícil de abordar en solitario, debido a mecanismos biológicos y de comportamiento que dificultan la pérdida de peso. En los casos graves, cuando se busca reducir más de la mitad del peso corporal del paciente, la solución pasa por el quirófano y forma parte de un tratamiento multidisciplinar que ofrece las garantías y controles periódicos necesarios. Porque no sólo se trata de limitar la capacidad de ingesta y, con ello, frenar temporalmente los atracones, sino de corregir con ayuda profesional aquellos hábitos que han llevado a esta situación de alto riesgo.

Con el fin de concienciar a la sociedad sobre los riesgos de esta enfermedad que se instala en la vida de las personas de forma sigilosa e indolora, condicionando no sólo su movilidad física y salud general, pero también las perspectivas de futuro, queremos dar a conocer un verdadero caso de éxito en la lucha contra la obesidad. Es el caso de Eva Lerma, una joven madrileña que tras someterse a un tratamiento de reducción de estómago en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) no sólo logró perder los 80 kilos que le sobraban, sino también recuperó el control de su vida; dejó de ser una “nini” que no trabajaba, ni estudiaba para convertirse en una mujer emprendedora, centrada en su proyecto familiar y laboral.

Mejoras sobre la salud que trascienden más allá del aspecto físico 

Después de perder los 80 kilos que le sobraban, la paciente no muestra ningún signo de hígado graso, colesterol malo o problemas con las tiroides. Su metabolismo está equilibrado y no tiene riesgo de diabetes tipo 2.

En el caso de Eva Lerma, combinar la cirugía bariátrica con un seguimiento semanal multidisciplinario nos ha permitido: reducir la grasa visceral de la paciente y con ello, el riesgo de enfermedad cardiovascular e hipertensión; remitir en un alto porcentaje la incidencia de la diabetes 2; mejorar la tasa metabólica, es decir, la efectividad del organismo para utilizar la grasa como fuente de energía; normalizar la función del páncreas y los niveles de tiroides, triglicéridos y colesterol.

Tras reducir su peso corporal en un 57%, eliminando 80 kilos de peso, la paciente necesitó varias cirugías complementarias reconstructivas realizadas por la unidad de cirugía plástica y reparadora del IMEO, entre ellas una abdominoplastia, lifting de brazos y muslos, corrección y rejuvenecimiento mamario.

Puntos importantes del estudio médico[1] de la paciente

“Eva Lerma, cuyo caso de éxito queremos compartir para que sirva de referencia para personas con similares problemas, es una joven madrileña que hace dos años acudió al IMEO con un sobrepeso de 80Kg, para someterse a una intervención de reducción de estómago, conocido como manga gástrica o gastroplasia tubular”, señala Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto. Esta cirugía aporta en una reducción importante de la ingesta de alimentos, obligando a la paciente, por un lado, a comer muy despacito y, por otro, a eliminar sustancialmente su sensación de hambre, de modo que con una cantidad muy pequeña de comida el estómago se siente lleno. La técnica ha sido completada con un seguimiento quincenal psicológico y semanal nutricional para asegurar la eficacia de este tratamiento multidisciplinar en los dos años posteriores.

El día que ingresó en quirófano, Eva tenía 27 años de edad y pesaba 140 Kg. A fecha de hoy ella pesa 58,9 Kg, habiendo perdido unos 80Kg. Su porcentaje de grasa inicial era de 46,1% estacionándose en un nivel muy elevado correspondiente a obesidad tipo IV, considerada extrema. Actualmente su IMC se sitúa dentro de su normopeso ideal. Su porcentaje de grasa ha pasado a un 19,8% y corresponde a un nivel muy bajo dentro de la masa grasa saludable.

Respecto al Índice de Tasa Metabólica que nos indica la efectividad del metabolismo para quemar grasa, hemos observado que en el punto de partida la paciente mostraba unos niveles bajísimos, correspondientes a 1 en una escala de 1 a 15, donde un metabolismo equilibrado se situaría en la tasa de 5 a 10. Esto nos indicaba claramente que el organismo de la paciente priorizaba el consumo de azúcar, no de grasa y que, al no utilizar el exceso de azúcar como fuente de energía –básicamente por la inexistente actividad física–, lo almacenaba en forma de grasa.

En este sentido, Eva tenía que hacer frente a la tendencia genética que tenía de obesidad, una dificultad añadida a la hora de perder peso. Gracias a sus esfuerzos y el trabajo de nuestro equipo multidisciplinar, compuesto por cirujanos, psicólogos, nutricionistas, fisioterapeutas y preparadores físicos, la paciente normalizó su tasa metabólica a 10 que corresponde a un metabolismo de alta efectividad.

Sus analíticas iniciales mostraban niveles de azúcar de casi 170 mg/dl, indicando claramente el riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2. En el trascurso de la pérdida de peso, estos valores se fueron corrigiendo.

Otra amenaza para su salud suponía los síntomas analíticos de hígado graso con factores elevados tanto en la gama GOT, como en la gama GPT. Ambas enzimas se encargan del correcto funcionamiento de nuestro organismo y su presencia ayuda para diagnosticar enfermedades hepáticas. A esto debemos sumar los altos niveles de triglicéridos y colesterol malo LDL y la cantidad de fibrinógeno en sangre, una proteína que contribuye al incremento de la agregación plaquetas y a la formación de trombos, estando directamente relacionada con un alto riesgo cardiovascular.

Además, Eva Lerma rozaba los límites que se definen como un hipotiroidismo subclínico, con una TSH de 3,5 y aunque no llegaba a ser hipotiroidismo analítico, era bastante preocupante, visto su estado de salud general. Hoy esta tasa se ha reducido, pasando a 1,22, mostrando un funcionamiento de tiroides correcto.

Su fibrinógeno también está corregido. Los niveles de azúcar han pasado de casi 170 a 86 y la paciente está totalmente fuera de riesgo de la diabetes tipo 2. No aparecen ya ningún tipo de signo de hígado graso, todos los variables que medimos están en valores normalizados y saludables.

TESTIMONIAL DE EVA LERMA

La motivación, clave

Tardé muchos años en decidirme a pasar por el quirófano para deshacerme de los 80 kilos de más que llevaba encima. El apoyo de mi familia y de la persona que ahora es mi pareja me han ayudado a dar el paso y a superar el miedo a la intervención y a la anestesia. Lo que realmente me hizo tomar la decisión, fue el deseo de tener hijos en un futuro. El nivel de obesidad que tenía en aquel entonces suponía un factor de riesgo de mucho peso, que afectaría mi salud, complicaría un posible embarazo y pondría en cuestión mi capacidad de poder jugar y cuidar bien de mis hijos, al tener la movilidad bastante limitada por el exceso de peso.

Había llegado a una situación insostenible; me di cuenta que estaba perdiendo mucho tiempo de mi vida encerrada en casa frente al ordenador. No estudiaba, no trabajaba y tampoco me esforzaba en buscar un empleo: encajaba perfectamente en la “generación nini”. Aunque no lo admitiese, creo que también me daba vergüenza salir a la calle o ir según a qué sitios. Una vez tomada la decisión, he tenido el apoyo incondicional tanto de la familia, como de amigos y simples conocidos y sabía que lo que hago lo hago por mi bien.

Riesgo para la salud

Llegué a pesar en algún momento determinado 152 kilos; entré a quirófano con 27 años y unos 140 kilos. Siempre he sido una niña gordita hasta que la cosa se descontroló y pase, sin darme cuenta, a una obesidad importante. Tenía el hígado graso y corría el riesgo de desarrollar hipertensión, es decir, estaba claro que la mochila de sobrepeso que cargaba me pasaría factura más bien antes que después, pero por aquel entonces todo me daba igual. Tampoco me esforzaba a dedicar tiempo a la actividad física; en mi rutina diaria era prácticamente nula. 

Relaciones afectivas

Antes de dar paso al cambio no tenía gana de hacer nada, vivía en un estado de ansiedad y depresión constante. No obstante, tuve mucha suerte de dar con un grupito de amigos que me brindaron su cariño y apoyo, así que, por ese lado, más bien me sentía acompañada que sola. En cuanto a la situación sentimental, me considero afortunada: conocí a mi actual pareja pesando 140 kilos y puedo afirmar que, a día de hoy, con 80 kilos menos, me sigue queriendo tal como soy.

La relación con la comida

Antes todo entorno a la comida era un caos: no tenía horarios y raciones eran desmesuradas. Comía cuando me apetecía, cuando tenía un bajón de ánimo, cuando me sentía deprimida o, incluso, cuando estaba indispuesta. “El grueso” de mi plato consistía en pasta, galletas, patatas, ensaladas condimentados con mucho aceite o salsas y carne. No tenía el hábito de desayunar, pero cuando lo hacía el paquete de galletas completo con un vaso de cacao no me lo quitaba nadie. Era capaz de acabar medio kilo de pasta o una ensaladera completa, de aquellas que se ponen en el centro de la mesa para que se sirva toda la familia, con mucho aceite.

Cuando me daba ansiedad por el dolor de ovarios, obtenía extra energía de en un paquete de donettes, –¡8 unidades de estos pastelitos industriales rondan 700 kcal! — y una bolsa de doritos, un aperitivo de maíz frito con sabor a queso donde la módica cantidad de 150 gr que contiene la bolsa sumaba otros 750 Kcal. Tomaba esta mezcla de grasas, azúcar y sal todos los días durante una semana hasta que me pasaban los dolores. En mi nevera antes nunca podían faltar salsas, nata, mayonesa, bollería industrial, pan, pasta y latas de pescado en aceite; eran “los alimentos básicos de supervivencia” en mi despensa.

Un cambio que “ha valido la pena”

Ahora tengo 29 años y peso 59,85 Kg. Estoy consciente del esfuerzo que hice para conseguirlo: la cirugía ayuda, pero no hace milagros y durante años he seguido las pautas del nutricionista para llegar a mis objetivos. Ahora hago la compra de forma responsable, pensando en mi dieta y en la salud: jamás pueden faltarme en la nevera filetes de carne magra (pollo sin la piel, lomo de cerdo o ternera, todas ellas bajas en grasas), verduras como las espinacas, frutas de la temporada y, para ocasiones especiales, chocolate negro sin azúcar.

Mi analítica ha mejorado, igual que mi estado de salud general. Eso sí, tengo algo de anemia, un efecto bastante frecuente después de una cirugía bariátrica, que se está tratando. Anímicamente estoy un poco saturada, debido a la falta de costumbre de hacer cosas. Intento tomarme las cosas con calma, sin prisa, pero sin pausa.

En cuanto a la ocupación profesional, ya no me quedo sentada en casa. Trabajo como auxiliar de enfermería y tengo encaminado mi proyecto empresarial. En mi tiempo libre me gusta pasear, junto a mi perra y, ahora que me veo en forma, tengo ganas de ir al gimnasio, algo impensable en mi condición de antes.

Si tengo que resumir la experiencia, solo diría que vale muchísimo la pena. Para mí era como darme otra oportunidad en la vida, como volver a nacer. Mi consejo hacia los que ahora están como yo hace dos años es que no lo dejen para después. Lo que a primera vista parece enorme sacrificio, trae inimaginables beneficios para la salud y en cuanto al crecimiento personal y profesional. Es algo por lo que merece la pena luchar.  


[1] Los estudios de seguimiento se han realizado a través de ElectroImpedancia TANITA Medical Multifrecuencial, evaluando metabolismo basal, composición corporal total y segmental, índice de grasa visceral, tasa metabólica, equilibrio del agua y distribución corporal.

Pierde 80 kilos y se casa con su entrenador personal

«Me fui a sentar en una silla y se rompió. Fue muy humillante y me devastó. Fue en ese momento cuando decidí que tenía que hacer algo con mi peso»

goirda-kwdc-u201923954402knh-575x323idealSara Magnusson Backström llegó a pesar 146 kilos tras dar a luz. Esta sueca de Gotemburgo se convirtió en madre a los 19 años y desde entonces no paró de comer comida rápida. En total, 20 años de excesos que la llevaron a sufrir problemas de salud por su evidente sobrepeso.

Según recoge el Daily Mail, Sara decidió cambiar de vida cuando, junto a su antigui novio, fueron a comprar muebles para el jardín. «Me fui a sentar en una silla y se rompió. Fue muy humillante y me devastó. Fue en ese momento cuando decidí que tenía que hacer algo con mi peso», recuerda.

Entonces contrató a Fredrik Magnusson, un entrenador personal que durante diez meses la instruyó tres veces por semana. El roce hizo el cariño y entre ambos surgió el amor. Después de perder casi 80 kilos, Sara y Fredrik contrajeron matrimonio.

Hoy en día, Sara sigue ejercitándose duramente y comparte sus logros en Instagram, donde es una celebridad.

El hombre más obeso del mundo es mexicano y pesa 500 kilos

Juan Pedro tiene 32 años y está a punto de someterse a un nuevo tratamiento

El Correo / EFE

Juan Pedro, el hombre más obeso del mundoJuan Pedro, un mexicano originario del estado de Aguascalientes, centro del país, y a quien ya se le conoce como el hombre más obeso del mundo por sus 500 kilos de peso, iniciará esta semana un tratamiento en la ciudad de Guadalajara, capital del occidental estado de Jalisco, para reducir su obesidad.

El hombre, de 32 años, ha estado en cama los últimos seis años ya que no se puede mover debido a su enorme masa corporal y será trasladado el martes de Aguascalientes a Guadalajara, ciudades separadas unos 220 kilómetros. «Nunca supe qué me pasaba y miraba a mi madre y le preguntaba, pero no sabía tampoco. En casa nunca hemos tenido recursos así que mi cuerpo fue a su aire sin control alguno», contó Juan Pedro mediante un comunicado distribuido a los medios de comunicación. «Miraba hacer dieta día tras día, pero tampoco funcionaba y me desesperaba. Finalmente mi cuerpo tuvo una mala reacción y estuve en coma un tiempo y ya de ahí desperté en una cama de donde nunca más me he movido», añadió.

La enfermedad de Juan Pedro es multifactorial. En primer lugar sufre un hipotiroidismo no tratado que «ha hecho estragos en su organismo de forma que lo ha ralentizado y provocado que lo que ingería su cuerpo lo almacenara en vez de quemarlo». También ha desarrollado diabetes tipo II que le provoca hipertensión y extremos intolerables de glucosa en sangre, y ambas no han sido tratadas. Además, el exceso de peso propició que se desarrollara agresivamente una enfermedad pulmonar obstructiva con carácter crónico (EPOC), y su cuerpo retiene líquidos de forma exagerada. «Estamos ante una persona que probablemente resiste y aún no ha muerto gracias a su juventud, 32 años», declaró el doctor José Castañeda, quien se encargará del tratamiento en el centro Gastric Bypass Mexico de Guadalajara.

Castañeda, quien ya ha tratado a otras personas con sobrepeso excesivo, consideró como «imposible que el cuerpo humano soporte las patologías que arrastra Juan Pedro de una manera prolongada» y son enfermos que sufren un paro cardíaco o fallo multiorgánico de manera repentina, lo que los invalida o provoca su fallecimiento. El médico bariatra, experto en obesidad, señaló que está «a tiempo» de actuar con Juan Pedro y aseguró que intentará «por todos los medios que esta persona pueda acercarse a su peso ideal». «Es un proceso (de estabilización) que llevará tiempo (seis meses). Y también buscaremos que a la vez vaya superando todas sus patologías», señaló Castañeda, quien con ello busca que el paciente «soporte con garantías una intervención para la obesidad» para reducir su peso de forma definitiva. «Esto no es vida, es la peor condena que le pueden poner a un ser humano, hacer de su cuerpo su prisión», comentó Juan Pedro, desde su casa de Aguascalientes.

Según un estudio publicado en 2015 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un 32,4% de los mexicanos adultos son obesos, una cifra que sólo superan los estadounidenses (35,3%), que queda muy lejos del 19% de media en la OCDE y distante del 4,7% de los surcoreanos y del 3,7% de los japoneses.

Una mujer deja las ‘dietas’ y logra perder 72.5 kilogramos

Teena Henson optó por ejercitarse y comer saludablemente en lugar de probar dietas para poder bajar la mitad de su peso corporal

Por Maggie Blaha, CNN

teena-hensonireportEl “camino a la vida” de Teena Henson comenzó con un anuncio en el periódico. Ella recuerda desear tener un Anytime Fitness, un gimnasio en su ciudad natal de Gilmer, Texas, en Estados Unidos. Específicamente quería unirse a este lugar porque está abierto todo el tiempo y está hecho para hombres y mujeres de todos los niveles de condición física.

“Entonces hubo un anuncio en el periódico local que decía que Anytime Fitness abriría”, recuerda. “Dije, ‘aquí está; está en tus manos. Ahora, ¿qué vas a hacer con eso?’”.

Determinada a dirigirse en el camino correcto, Henson se inscribió en el gimnasio mientras todavía estaba en construcción.

Era marzo de 2011; Henson medía 1.60 metros y pesaba 150.5 kilogramos. Sabía que su mala alimentación e inactividad no era el camino a una vida larga y saludable. No tenía ningún problema de salud grave, pero sus padres y tres hermanos tenían diabetes así que conocía las potenciales consecuencias.

Henson de 54 años, es muy cercana a su familia. Sus seres queridos, especialmente su madre, a menudo se acercaban a ella con preocupaciones sobre su salud, diciéndole que debía perder peso.

“Creo que mientras más crecía, más preocupada estaba mi mamá porque sabía que no estaría allí para cuidarme”, dice Henson. “Era la primera en apoyarme en mi plan para ejercitarme y perder peso”.

En el pasado, Henson hacía dietas para hacer felices a todos, pero no duraban mucho.

Había una serie infinita de reglas, desde solo comer toronjas hasta comer solo carbohidratos, hasta que se dio cuenta que las “dietas” no eran para ella.

“Para mí, la ‘dieta’ es una palabra de cinco letras que significa fracaso”, dijo.

Lo que buscaba era un cambio de estilo de vida. Y no porque sus amigos y familiares lo quisieran, sino porque ella lo quería.

Con las horas de Anytime Fitness, Henson no tenía problemas para encontrar tiempo para ejercitarse. Va al gimnasio todos los días después del trabajo desde 30 minutos hasta una hora. Incluso creó un mantra:

«Tengo el deseo de ejercitarme. Mantengo una determinación para ejercitarme. Creé una disciplina para ejercitarme, y escojo ejercitarme”.

Con lo que luchó más fue con cambiar sus hábitos de alimentación.

Comenzó por eliminar los refrescos y bajó 8.1 kilogramos en el primer mes.

Su madre, conocida como Mamá Henson para muchos de sus amigos, la apoyaba diariamente y estaba emocionada de ver que su hija comenzaba a adoptar un estilo de vida más saludable.

“Todos los días me preguntaba, ‘¿cuánto bajaste hoy?’. Me reía y decía, ‘mamá, no puedo bajar todos los días’. Pero me decía que lo intentaba y eso era todo lo que importaba”, dijo Henson.

Después de eliminar los refrescos, Henson comenzó a hacer elecciones de comida más saludables.

Continuó comiendo en restaurantes de comida rápida porque era conveniente, y cambió el pollo frito por pollo a la parrilla, y la guarnición de papas fritas por ensalada.

Para diciembre de 2011, Henson había perdido 29 kilogramos y estaba más saludable que nunca. Desafortunadamente, la salud de su madre se deterioraba. Mamá Henson tuvo varias convulsiones y miniaccidentes cerebrovasculares que la debilitaron gravemente.

El estilo de vida más saludable de Henson la ayudaría a ofrecer la fuerza mental y física que necesitaba en los últimos meses que cuidó a su madre.

Dos meses antes de que su mamá muriera, Henson recuerda entrar a la casa después de ejercitarse. Había perdido 45.3 kilogramos en este punto. Su madre la vio y dijo, “eres bonita”.

“Ambas comenzamos a llorar”, dijo Henson. “No tengo idea de por qué lo dijo; fue un momento memorable”.

Mamá Henson falleció en agosto de 2012.

Cuando Henson pierde de vista por qué se ejercita o no come dulces, piensa en la sonrisa de su madre y cuánto quería que su hija fuera feliz.

“Sabía que estaba orgullosa de mí por perder peso”, dijo Henson. “Sé que sentía que iba a estar bien ahora que había perdido peso”.

En el último año, Henson incluso cambió más su dieta. Comenzó a comer productos como quinua, pan integral y vegetales frescos.

«Hubo un tiempo en el que no podías poner brócoli cerca de mi”. Pero ahora lo tuesta y lo incluye en sus comidas para la semana. Cocina en grandes cantidades los fines de semana, congela los alimentos en contenedores individuales durante la semana para que sepa exactamente cuántas calorías come. Intenta comer 1,200 calorías al día.

En menos de tres años, Henson perdió 75.2 kilogramos, o 50% de su peso corporal. El 8 de marzo, celebró el tercer aniversario de su entrada a Anytime Fitness.

Perder peso la ayudó a encontrar una fuerza interior. Le permite ver un vislumbre de la mujer fuerte y realizada que su madre siempre vio.

Una de las pasiones de Henson fue participar en caminatas de cinco kilómetros para organizaciones altruistas. Desde que comenzó a ejercitarse hace tres años, participó en cinco caminatas y recientemente terminó una en 46 minutos, su mejor marca personal.

La transformación de Henson fue tan completa que su médico, quien monitoreó su progreso desde que comenzó a perder peso, utiliza sus fotografías para mostrarle a los pacientes qué puede hacer un poco de determinación.

“El más pequeño de los cambios que uno puede hacer en su estilo de vida actual puede generar grandes cambios”, dijo Henson, “no solo en la parte física, sino en la mente”.

Vero: «Los dos ictus que sufrí me han hecho reaccionar contra la obesidad»

Esta paciente del IMEO celebra el Día de la Obesidad con 28 kilos menos

Verónica despuésEsta joven madrileña de 31 años celebra el Día Mundial de la Obesidad con 28 kilos menos. Hace seis meses comenzó un tratamiento de Banda Gástrica en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad.
Su peso de partida fue de 104Kg, tenía un riesgo cardiovascular medio-alto y un Índice de Tasa Metabólica lento (en su caso correspondiente a 1, en una escala de 1 a 15, donde el metabolismo se considera lento de 1 a 5, normal de 5 a 9, e hiperactivo de 9 a 15). Actualmente la paciente pesa unos 76Kg, hace tres meses que salió del riesgo cardiovascular y ahora su Tasa Metabólica está normalizada en 7.

Su historia de obesidad es relativamente reciente y se remonta a los últimos tres años en los que había ganado más de 35Kg extras.
«En aquel momento hacía largas jornada laborales y turnos de noche, de modo que prácticamente me alimentaba a base de bocadillos», recuerda Verónica, especificando que es un tipo de comida muy tentadora, rápida de preparar y fácil de llevar y conservar, tanto en ambientes de calor, como fríos. La obesidad no tardó en pasarle factura. Se unió a otros problemas de salud, como la fibromialgia y el hipotiroidismo, habiendo días en que prácticamente no se podía levantar de la cama.
Verónica antesLos dos ictus que sufrió en las Navidades pasadas colmaron el vaso. Era cuando los médicos se lo dijeron sin rodeos: si quería conservar la vida, debía perder peso lo antes posible. «Aposté por el IMEO porque tenían la fama de abordar la obesidad desde un punto de vista científico, antes de proponer una solución, buscan la causa, lo que te ha llevado a la obesidad», dice Vero. Me hicieron una serie de pruebas a nivel físico y hormonal y después de evaluar mi estado general, optamos por la Banda Gástrica, una técnica con demostrada eficacia en el tratamiento de obesidad a largo plazo.
Durante los últimos seis meses he experimentado un cambio brutal, no sólo físico. El sobrepeso me había vuelto negativa, era imposible de tratar. Lo veía todo negro, no conseguía salir de la depresión, a menudo me encerraba en casa y todo era motivo de enfado.
Ahora, he vuelto a ser como antes de engordar, he recuperado la seguridad en mi misma, la sonrisa que no baja de mi cara y estoy más abierta al mundo. Ya no tengo problemas de fibromialgia y físicamente me definiría más bien como activa.

Un hombre de 160 kg logra convertir su grasa en puro músculo

Bajó más de 80 kilos en un año y medio gracias a una exigente rutina de entrenamiento que él mismo planificó

Daily Mail / El intransigente
1Mike Waudby quiso terminar con su vida a los 21 años, ya que su estado depresivo, por pesar 160 kilos, había llegado muy lejos.
Más allá de esto, logró ser salvado. Desde ese día, pudo ver que tenía una segunda oportunidad para vivir y tomó la decisión de dar un vuelco a su vida.
“Una noche, mientras escuchaba Guns N ‘Roses, me dije a mí mismo: ‘¿Qué clase de vida es ésta?’”, contó Mike al diario Daily Mail.
Entonces, el joven, hasta ese momento obeso, pidió un equipo de entrenamiento por Internet, lo instaló en su habitación y rápidamente se puso a entrenar. Él mismo construyó poco a poco su resistencia a tres sesiones por hora, y dejó de tomar alcohol.
De manera increíble, Mike Waudby logró bajar más de 80 kilos y ahora todos lo conocen como “Mr. Músculo”.
Contó que le tomó año y medio perder ese peso, sin embargo, le quedaba un problema importante: su piel estirada. Por lo que tuvo que realizar diversos entrenamientos más fuertes para endurecer esa flacidez. Con esto, sus músculos comenzaron a crecer y así quedó.

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foto antes y después

Obesidad: hombre de 610 kilos es sacado en grúa de su casa

Noticias Terra.com de Argentina

obesidad-arabia-1Khalid bin Mohsen Shaari, de apenas 20 años, en un ciudadano de Arabia Saudita que sufre serios problemas de obesidad. Tras llamar a un programa de TV local, el rey de país, Abdalá bin Abdelaziz, decidió intervenir personalmente para ayudar al joven, pero no fue nada fácil…

Para sacarlo de su casa, en una provincia fronteriza del sur del país, y trasladarlo a una clínica de la capital a donde iniciará su tratamiento, hubo que utilizar una grúa porque el muchacho, de 610 kilos, no puede moverse, y ya no atravesaba la puerta.

Para socorrer al joven, llevaron una grúa especial encargada en los Estados Unidos, y el hombre fue sacado con cama y todo por la ventana. De allí fue subido a una ambulancia, y luego a un avión que lo traslado a Riad.

Según contaron a CNN las autoridades de Salud saudíes, por el momento no se va a intervenir quirúrgicamente al joven, sino que sólo se va a iniciar un tratamiento de dieta y ejercicio, pero no descartan operarlo más adelante.
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Después de perder 50 kilos, desarrolla alcohorexia

Se llama alcohorexia y puede acarrear serios problemas de salud. Es un trastorno que consiste en sustituir la comida por el alcohol. „Es una decisión activa donde vamos comiendo muy poco, sabiendo que luego por la noche vamos a beber grandes cantidades de alcohol y a lo largo del día o la semana se obsaerva una planificación“, señala Rubén Bravo, especialsita en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Su paciente presta testimonio en el programa +Gente de TVE, pero sin mostrar su cara, ya que nadie de su ambiente sabe que ha sufrido alcohorexia. Ha adelgazado más de 50 kilos tras someterse a una operación quirúrgica para bajar peso, pero la vida la ha enfrentado a una difícil situación personal y, a consecuencia, ha desarrollado adicción al alcohol. Tiene 42 años y ha podido experimentar los problemas que puede traer este aún novedoso trastorno que, aunque no es un término medico que esté oficializado, ya es considerado por los especialistas como un grave problema sanitario que afecta la población joven.

Las consecuencias van desde desnutrición hasta la pérdida de proteínas y minerales e inclusive la obesidad abdominal, sin contar el alto riesgo de tomar alcohol sin haber ingerido ningún tipo de alimento que puede llegar a transformarse en un alcoholismo incipiente.

Los adolescentes son los más vulnerables que pueden sufrir esta enfermedad; en una hora pueden tomarse una botella de vodka y eso puede dejarlos en coma.

En los Estados Unidos, por ejemplo, se estima que el 30% de las personas que tienen entre 18 y 24 años saltean comidas para tomar alcohol por la noche, y se diferencia con la anorexia, porque en la anorexia se evita el alcohol para reducir calorías, sin embargo en esta nueva enfermedad, la persona no desea dejar el alcohol.

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