Rebote adiposo, una fase del desarrollo crítica para evitar la obesidad infantil

Sucede de forma natural entre los 5 y los 7 años, pero algunas veces se adelanta y puede provocar la enfermedad si no se vigila. ¿Es posible controlarlo desde casa, con una sencilla báscula?

El País, por Sarah Palanques Tost

La Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), acaba de sacar los colores a España; el país está entre los que más obesidad infantil tienen de la Unión Europea, y a la cabeza en casos graves. Y, mientras las causas del problema son bien conocidas -una mala alimentación y un estilo de vida sedentario son los principales culpables-, las soluciones se nos escapan. ¿Cómo sacar tiempo para cocinar platos sanos y variados, en lugar de optar por alimentos precocinados? ¿Cómo alejar a los niños de las pantallas y asegurarse de que tengan un mínimo de 60 minutos de actividad física al día? ¿Cómo controlar la publicidad de los alimentos procesados dirigidos a la infancia? Y entre tantas preguntas complejas, quizá se nos ha olvidado una herramienta que ha quedado relegada a las consultas de los pediatras pero que muchos tenemos aún en casa: la báscula.

Un estudio publicado recientemente en la revista Preventive Medicine Reports apunta a una idea muy preocupante si los datos de la OMS no cambian pronto. Un grupo de investigadores de Reino Unido hizo una revisión de 54 estudios internacionales que habían tomado mediciones de estatura y peso de niños, de entre 4 y 11 años, desde el año 2000. Su análisis revela que no se está pesando suficientemente a los niños, y eso dificulta que se lleve a cabo una actuación temprana contra la obesidad infantil. Esa es la mejor medida contra el problema, y dejar el control del peso exclusivamente en manos de los médicos puede ser insuficiente porque el problema puede gestarse entre las revisiones del médico.

Según el pediatra y endocrinólogo del hospital madrileño La Luz-Quirón Salud Gilberto Pérez López, «diagnosticar la obesidad infantil cuando ya está establecida, en grados moderados-graves, significa que no hemos puesto medidas preventivas y tendremos enormes dificultades para la instauración de medidas terapéuticas». Y si, tal y como alerta el estudio británico, a los 4 y 11 años se pesa menos a los niños de lo que se debiera, podríamos estar perdiendo una sencilla y poderosa arma de diagnóstico.

El pediatra del centro de salud oscense de Barbastro,Santy Conde subraya que uno de los trabajos más importantes que se realiza en la atención de la infancia y la adolescencia es identificar los períodos críticos que se asocian con el riesgo de desarrollo de obesidad infantil que tanto castiga a España, que son tres: los mil primeros días de vida (incluidos los 9 meses de embarazo), el rebote adiposo (entre los 5 y los 7 años) y la adolescencia. El rebote adiposo «es fisiológico (normal) y permite almacenar reservas para el crecimiento y desarrollo de la pubertad. Actualmente, sabemos que muchos de los niños que desarrollarán obesidad en nuestro país empiezan antes de los 6 años, con un rebote adiposo precoz, por lo que es en ese momento en el que deberíamos centrar nuestros esfuerzos», especifica Conde. Si no se detecta en casa, cabe la posibilidad de que pase desapercibido en la consulta.

«Con las revisiones intentamos seguir al niño y alertar a los padres cuando empiezan a ganar peso, y detectamos hábitos o factores de riesgo aunque aún no haya ganancia de peso. Pero, en efecto, a menudo no es suficiente. Por ejemplo, para un niño que a los 4 años iba bien de peso y a los 6 años ha entrado en sobrepeso, llegamos tarde», añade Conde.

Un problema invisible para algunos padres

No todo es una cuestión de plazos. Los pediatras consultados para este artículo coinciden en un factor nada desdeñable que promueve la obesidad infantil es que muchos padres no quieren reconocer que su hijo puede tener sobrepeso. «A veces no hay motivación en la familia para cambiar las cosas», dice Conde. Por su parte, Pérez López cuenta que «en la consulta, cuando comentamos a los padres que el niño tiene sobrepeso u obesidad, la mayoría de las veces se sorprenden. Esto sólo sería una anécdota si en España, y en el resto del mundo, la obesidad infantil no fuese un problema de salud pública».

El médico reflexiona sobre ésta problemática aprovechando la reciente publicación de un estudio español. Los investigadores analizaron la subestimación del exceso de peso infantil en la población española de 2 a 12 años, con hallazgos sorprendentes. «Algunos de los resultados señalan que el 90% de los padres de niños de entre 2 y 4 años con sobrepeso u obesidad pensaban que el peso de sus hijos que era normal. En el caso de los adolescentes (de 10 a 14 años), el 63% de los que mostraban sobrepeso y el 40% de los que tenían obesidad fueron identificados como normopeso por sus padres», dice el experto.

Pérez López añade que el estudio detectó que las madres tenían más posibilidades de no identificar el exceso de peso en comparación con los padres, que los progenitores con sobrepeso u obesidad también eran más propensos a pasarlo por alto y que las familias con mayor nivel de estudios, y mejores niveles de renta, identificaban mejor el problema. A tenor de las cifras, resolver este fenómeno, quizá con una herramienta tan sencilla como una báscula doméstica, podría ayudar a resolver los graves problemas de salud que provoca la obesidad infantil.

El caso de la diabetes es especialmente llamativo, ya que su epidemiología acostumbra a agrupar a gente de edad avanzada pero, «hoy en día, cada vez vemos más casos en edades más jóvenes, ya no es raro verlos a partir de los 40 años, incluso al final de la adolescencia», confirma Conde. Lo importante es que «el 70% de los casos de diabetes tipo 2 serían evitables a través de un estilo de vida saludable… pero casi 6 millones de españoles tiene esta enfermedad, según el estudio Di@betes, es una barbaridad», exclama. La tendencia es preocupante, ¿pero podemos siquiera soñar en cambiarla solo con el uso de una báscula?

Tecnología al servicio de la salud infantil

«Yo recomendaría consultar con el pediatra en cualquier momento en que los padres puedan percibir que la constitución de su hijo está cambiando (ganando más peso que talla) o que vean que tienen problemas para mantener una alimentación saludable, independientemente de las revisiones», apunta Conde. Una buena manera de percibir los cambios es usar aplicaciones para el móvil como Growin App, desarrollada por el endocrinólogo pediátrico del Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza Antonio Arriba, junto a ingenieros de la Universidad de Zaragoza, y que sirve para monitorizar el crecimiento y el índice de masa corporal de los niños, así como para detectar los cambios.

El cualquier caso, la prevención siempre comienza en una serie de hábitos que no siempre se instalan en las familias con facilidad. «El manejo de un niño con sobrepeso requiere tiempo, motivación y perseverancia. Pero es una inversión que vale la pena hacer: dormir suficiente, disminuir el tiempo delante de las pantallas, mejorar la calidad y cantidad de los alimentos (hidratar con agua, comer al menos 5 piezas de frutas y verduras al día, y restringir los alimentos altos en azúcares y grasas ) de toda la familia, fomentar las actividades al aire libre, comer en familia, felicitarles cuando realizan avances… y los niños deben estar activos al menos 60 minutos por día», añade Pérez López.

Por último, hay una vertiente psicológica muy importante en una sociedad en que se da gran importancia a la imagen. Es habitual que se prejuzgue a las personas con obesidad. «Los niños con sobrepeso a menudo sufren burlas y comentarios negativos, y esto es particularmente dañino cuando proviene de otros miembros de la familia. Los niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad tienen una baja autoestima, y tienen mayor riesgo de trastornos de la conducta alimentaria y ansioso-depresivos. Por ello, hay que recordarles lo mucho que les amas, reforzar sus cualidades positivas, no tolerar bromas y evitar la crítica», concluye Pérez López.

¿Por qué engordamos después de las vacaciones? Consejos para perder esos kilitos de más

¿Por qué casi siempre engordamos después de las vacaciones? Según un estudio en España, una de cada dos personas ha aumentado entre dos y cinco kilos después del periodo estival. Un experto en nutrición explica este aumento pero también da algunos consejos sencillos para regresar a nuestro peso habitual.
RFI, por Ivonne Sánchez

Se acabaron las vacaciones, regreso a clases, a la vida laboral, a la rutina. Y la báscula no perdona, mostrando los excesos que tuvimos durante este periodo. Esto que se intuía de manera general ha sido confirmado por un estudio llevado a cabo en España, cuyos resultados acaban de ser publicados por el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, el IMEO.

Cambios de hábitos alimenticios, menor actividad física, más actividad social, son algunas de las razones que explican este aumento de peso. Rubén Bravo, experto en nutrición del IMEO explica por qué se sube de peso durante las vacaciones: “En verano se come menos, menos cantidad, porque el apetito baja, pero se come peor, se reduce mucho la calidad del alimento. En muchos casos, sobre todo en países donde hace calor,  se tiende más a comer fuera, a sentarse en una terraza, a la vida social”.

El estudio fue llevado a cabo entre junio y agosto en Madrid, con 204 encuestados, 69% de mujeres y 31 % de hombres. Casi la mitad de las personas (47%) descarta de antemano la posibilidad de estar a dieta en verano.

Varias situaciones evocadas para explicar este aumento de peso

Según los encuestados, que han marcado más de una respuesta, algunas de las situaciones particulares que impiden seguir una dieta saludable durante las vacaciones son: reuniones familiares y cenas tardías (prevalencia en un 42 % de las respuestas), chiringuitos y terrazas (33%), restaurantes de comida rápida (25 %), hoteles con bufet libre (16%) y fiestas regionales (9%). La disminución de la actividad física durante las vacaciones contribuye a este aumento.
 
Consejos para regresar al peso habitual

Bueno, pero no todo está perdido, Rubén Bravo da algunos consejos sencillos para perder esos kilitos de más acumulados durante las vacaciones de verano: “La recomendación más importante es ir a un especialista que nos proponga una dieta saludable y ajustada a nuestras características personales. No tenemos que pensar sólo en bajar kilos sino en mejorar nuestra forma de comer”.

Aumentar la actividad física, objetivo: 10.000 pasos al día

Es indispensable también retomar la actividad física, estima Rubén Bravo: “Ahora hay aparatos que miden los pasos, y la recomendación a nivel europeo es de 10.000 pasos por día. No hace falta ir al gimnasio para hacer esta actividad física, pero obligarnos un poco, como bajarnos una estación de metro antes, subir las escaleras, caminar en cualquier situación, en fin, intentar sumar a lo largo del día esos 10.000 pasos”.

Los 10.000 pasos recomendados también por la OMS equivalen a una hora de marcha o 7.5 kilómetros. Se pueden hacer por partes a lo largo del día y es una manera sencilla de mantenerse en actividad.

Entrevistado: Rubén Bravo, experto de nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) en España.

Te cuidas, pero te sobran kilos: aquí puede estar la razón (y no lo sabías)

Los errores que cometes

Mujer.es, por Piluca Santos

– Que te sobre algo de peso no es preocupante, el problema surge cuando se va acumulando. Y no, no desaparece por arte de magia.
– Rubén Bravo, experto en el tema y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, nos da algunos consejos para lograrlo.
BasculaNo comes entre horas, intentes ir andando a todos los sitios, subes las escaleras a pie con esfuerzo y sin quejarte, pero aún así la báscula no baja. Tener unos kilos de más no es preocupante, el problema surge cuando ese peso se va acumulando con el paso de los años y, sí, no desaparecen por arte de magia. ¡Por mucho que lo desees y te encomiendes a Zeus!

La OMS prevé que en tan solo 15 años 7 millones de personas perderán la vida a causa de enfermedades no transmisibles, debido a factores de riesgo comportamentales y físicos como el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad. Las previsiones para la próxima década son devastadoras: dos de cada tres personas serán obesas.

«Las personas severamente obesas viven 10 años menos que las que tienen un peso normal y que cada 15 kilos extras aumentan el riesgo de muerte temprana en un 30 por ciento», señala Rubén Bravo, experto en el tema y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

Los cuatro errores que cometes:

1. Los alimentos tramposos

¿Sueles leer la etiqueta con la información nutricional de cada producto que entra en vuestra cesta de compra? Si te fijas,casi todo contiene azúcar. Por ejemplo, una loncha de pavo de 0% grasa tiene 0,5 gr de azúcar, igual que una tostada de pan; 100 gramos de salchichas de pavo 1,8gr; un yogur desnatado, 4gr; 45gr de cereales, 14gr; una barra de chocolate infantil de 100gr contiene 55gr de azúcar…

Según la OMS consumimos más azúcar de lo que debemos, que no debe aportar más del 10% de las calorías diarias, es decir, 50gr para los adultos y hasta 37gr para los niños, aunque por el bien de la salud, los expertos recomiendan no sobrepasar los 25gr. «Esta cantidad equivale a 6 cucharaditas de azúcar contenidas en una lata de refresco endulzado», apunta Bravo. Los alimentos envasados son trampa.

2. Moverse poco, trabajar demasiado, cenar tarde…

«No se trata de un concepto abstracto, sino de la suma de una serie de hábitos o condiciones que, a la larga conducen a obesidad», apunta el experto. En España, además, tenemos el inconveniente de una jornada laboral muy poco saludable -con horarios partidos de 9 a 14 y de 15 a 20 horas- y cenas muy tardías que difícilmente encajan en un estilo de vida saludable.

Es un error pensar que la obesidad es cosa de amas de casa o personas en el paro. Un estudio epidemiológico apunta que más de la mitad de los trabajadores del estado español sufren sobrepeso u obesidad. Está demostrado que jornadas laborales excesivamente largas fomentan la depresión, el estrés y el mal dormir, además de aumentar el 60% el riesgo de sufrir un padecimiento cardiaco.

Dormir menos de 7 horas o tener sueño de poca calidad es otro factor que tiene relación directa con la obesidad. Por un lado, afecta los niveles de energía a lo largo del día, incide en la falta de ganas para hacer ejercicio y nos induce a comer ciertos alimentos, como café, dulces o hidratos de carbono, porque nos proporcionan energía rápida, aunque temporal. Por otro lado, la falta de sueño relentece el metabolismo y aumenta los niveles de ghrelina, hormona que no sólo estimula el apetito, sino que también favorece la acumulación de lípidos en forma de grasa visceral, aquella que se sitúa en la zona abdominal y tiene más riesgo cardiovascular.

«Debemos apostar por realizar cambios que nos permitan llevar una vida saludable, con una alimentación adecuada y actividad física diaria -preferiblemente por la mañana, porque el ejercicio a primera hora activa el metabolismo y ayuda a quemar más calorías a lo largo de la jornada-; esto nos ayudará a lograr un bienestar emocional sin ansiedad, ni estrés», resume Bravo. La actividad física recomendada por la OMS para adultos de 18 a 64 años es entre 2,5 horas y 5 horas semanales (ejercicios aeróbicos, de intensidad moderada).

3. Hacer dieta sin ayuda de un profesional  

Cuando hay un problema de salud tenemos que acudir a un profesional porque solo así evitaremos el temido efecto rebote. «Con la ayuda de la tecnología médica podemos determinar con precisión las hormonas del paciente, su estado emocional, sus hábitos alimenticios, su metabolismo basal y hasta sus polimorfismos genéticos, es decir las mutaciones en los genes relacionados con obesidad, todo esto nos permite proponer recomendaciones dietéticas adecuadas a cada individuo», nos recuerda el doctor.

4. No cocinar por pereza y comer fuera

Cuanto menos elaborado esté un producto, más sano es y, por lo tanto, menos calorías tendrá. Si comes fuera, aunque intentes escoger lo más ligero del menú, siempre será más graso que lo que te puedas preparar el casa, lo mismo ocurre con los alimentos preparados que venden en los supermercados, con conservantes y a veces también colorantes, no suelen contener aceite de buena calidad.

Tras el verano: dieta mediterrána y pesarse rutinariamente

MADRID, 5 Sep. (EUROPA PRESS)

Tras los excesos alimenticios cometidos durante el verano, época propicia para el disfrute de la comida y también, por lo general, para la ingesta de alimentos con un alto contenido calórico, los expertos recomiendan seguir la dieta mediterránea y controlar el peso de manera rutinaria para prevenir su aumento.

   «En verano se tiende a consumir más carbohidratos y grasas por lo que, además del estrés que supone la vuelta al trabajo, las personas se suelen encontrar con unos kilos de más tras las vacaciones», ha explicado a Europa Press el presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Javier Salvador.

   Según el experto, para volver a la rutina alimentaria tras los excesos del verano «es imprescindible llevar un orden en las comidas, no comer entre horas y buscar el equilibrio de los alimentos que se ingieren, por lo que es aconsejable seguir la dieta mediterránea» y considera que «pesarse a si mismo es una medida de higiene sanitaria útil para todas las personas, incluso para aquellas que no tienen problemas con el peso».

CONSEJOS PARA RECUPERAR HÁBITOS ALIMENTARIOS SALUDABLES

   Algunos de los consejos a seguir para recuperar los hábitos alimentarios saludables son: ingerir alimentos que no tengan un alto poder calórico, incluir pocas grasas animales, consumir más carne roja que blanca, más pescado que carne y cocinar mejor a la plancha que con condimentos grasos. Además, Salvador recuerda que «hay que comer de todo» y afirma que «no hay alimentos malos, sino hábitos alimenticios inadecuados».

   El doctor considera la dieta mediterránea como una de las mejores herramientas para reducir el peso que se ha ganado durante el verano ya que «se ha demostrado científicamente la eficacia de esta dieta para prevenir no sólo el exceso de peso sino también los factores de riesgo cardiovasculares, diabetes, hipertensión e incluso se ha visto un efecto anticáncer».

   Salvador, endocrino en la Clínica Universidad de Navarra, añade que «todo esto ha de combinarse con actividad física cotidiana para que el balance calórico no sea positivo y no conlleve el acumulo de tejido adiposo excesivo y pueda derivar, por tanto, en obesidad».

   De igual manera, «el estrés favorece la ansiedad y la ingesta excesiva de alimentos, por lo general, de alto contenido calórico, por lo que es importante descansar bien por la noche porque así se favorece que el perfil hormonal no propenda a tener más apetito y a ahorrar gasto energético durante el día», aconseja.

EL DESAYUNO DE LOS NIÑOS

   Salvador hace especial hincapié en la dieta que deben seguir los niños durante el curso escolar y asegura que «el desayuno es lo más importante». Según el experto, «desayunar poco se asocia epidemiológicamente con una mayor tasa de obesidad» y asegura que «una de las amenazas para los niños es comer a deshoras».

   El médico también ha recordado que «la actividad física es igual de importante o más en los niños, por lo que tienen que tener tiempo para realizar ejercicio, si es al aire libre mucho mejor, a pesar de que se vive en una sociedad en la que los niños están presionados porque además del colegio tienen que hacer tareas de muy distintos tipos».

DIETA Y RENDIMIENTO INTELECTUAL

   Según ha explicado el endocrino, «la obesidad es un problema que no sólo tiene connotaciones biológicas, favorece diabetes, riesgo cardiovascular, apnea del sueño, el cáncer, hipertensión, etcétera, sino que también provoca alteraciones en el estado de ánimo».

   Existe una relación bilateral entre la obesidad y las patologías clínicas como los cuadros depresivos o la ansiedad, es decir, «las personas obesas tienden a desarrollar estas patologías que les pueden generar problemas en su entorno de trabajo, pero al tratarse de una enfermedad bilateral, las personas con patologías psiquiátricas propenden más a desarrollar obesidad», detalla el doctor.

   Asimismo, «la propia estigmatización que se hace en la sociedad de las personas con obesidad puede tener un impacto notable en el rendimiento intelectual y en el rendimiento escolar de los niños», concluye el experto.