Existe un pequeño grupo de población que es obesa y metabólicamente sana. En el resto de los casos el exceso de peso sólo sería cardioprotector si va acompañado de un índice de masa muscular magra alto.
Elena Alonso | Correo Farmacéutico
Tener sobrepeso u obesidad, históricamente relacionados con el síndrome metabólico, la hiperlipidemia y la enfermedad coronaria, podría tener también sus contrapartidas positivas. Así lo defienden dos estudios publicados este mes en Mayo Clinic Proceedings. Ambos han ahondado en el fenómeno que se conoce como paradoja de la obesidad.
Los datos obtenidos tras el examen, por parte de científicos del Centro Médico Downstate de la Universidad Estatal de Nueva York (Estados Unidos), de 36 metaanálisis determinaron que existe una mayor mortalidad global y CV e infarto de miocardio después de la resvascularización coronaria en los pacientes con bajo IMC y viceversa.
El porqué de momento pertenece en gran parte al terreno de la especulación. Los autores señalan como principales explicaciones a este mejor pronóstico de los pacientes severamente obesos a ser más jóvenes que los de peso normal, o a que haya una mayor prevalencia de otros factores de riesgo asociados y susceptibilidad genética.
Francisco J. Rodríguez Rodrigo, profesor de Cardiología de la Universidad CEU San Pablo, advierte de que «no se debe confundir un factor de riesgo con un marcador de riesgo. La obesidad estaría considerada como un factor de riesgo de desarrollar IC (Insuficiencia Cardiaca), pero no como un marcador de riesgo, ya que en estos pacientes mejorarían la evolución, al menos en el corto plazo».
Una de las razones aducidas para entender la paradoja de la obesidad ha sido el atribuirla a la inexactitud del IMC a la hora de estimar la composición corporal. Rubén Bravo, del Instituto Médico Europeo de Obesidad (IMEO), cree que se debería optar por herramientas antropométricas que relacionan masa ósea, muscular y cantidad de agua. «Un culturista, según el IMC, tendría obesidad. Un obeso no tiene necesariamente que estar bien nutrido». Rodríguez Rodrigo considera que es necesario mirar más allá del IMC y parámetros antropométricos: «Se requiere una mejor caracterización de la composición corporal (en especial de los individuos que se encuentran en los extremos de los valores de peso), mayor estudio de las ciocinas y adipocinas, y utilizar instrumentos de investigación como la absorciometría de rayos X de energía dual, la impedancia bioeléctrica o la espectroscopia».
Parece ser que lo que realmente marca la diferencia es la cantidad de masa corporal magra (LMI, en sus siglas en inglés) que haya en el sujeto, independientemente de las grasas corporales y presente tanto en delgados como en obesos. Rodríguez Rodrigo explica que «la LMI mejoraría el rendimiento cardiorespiratorio y muscular con el consiguiente beneficio sobre el sistema cardiovascular».
OBESIDAD ‘BUENA’
«La obesidad, en las primeras etapas prehistóricas, era un seguro de supervivencia, pero ahora se ha convertido en una desventaja porque tenemos el alimento a mano», comenta Bravo.
Otro caso, no menos paradójico, es el pequeño porcentaje de obesos metabólicamente sanos (un 20 por ciento del total de población con obesidad mórbida). «Este paciente tiene una serie de proteínas que ayudan a su tejido celular, y actualmente están siendo estudiadas como dianas terapéuticas», explica Francisco Tinahones, del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn).
Estos casos son excepcionales y en ningún caso se debe creer que estar con sobrepeso u obeso es bueno. Enrique Galve, presidente de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC, compara la relación entre salud CV y obesidad con la existente en el tabaco: «Al fumador que le da un infarto puede mejorar dejando el hábito. Sin embargo, el que no fuma no tiene ese mecanismo, haciéndolo, paradójicamente, más vulnerable».
De estos estudios se extraen tres conclusiones de las que da cuenta Galve: «Si se es obeso, mejor que sea a cuenta del peso magro; estar muy delgado conlleva un mal pronóstico y, pese a todo, estar muy obeso siempre conlleva riesgo».
DIANAS TERAPÉUTICAS
En un estudio llevado a cabo por el departamento de Bioquímica y Fisiología de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos se señalaban algunas de las claves de las dianas terapéuticas obtenidas del análisis de los obesos sanos. Los autores, Gema Medina Gómez y Antonio Vidal-Puig, explicaban que esto es debido a que el adipocito está involucrado en una larga lista de procesos fisiológicos y, además, es el centro de disregulación de vías en distintas enfermedades: obesidad, diabetes mellitus, cáncer y estados de inflamación o infección. Muchos de estos procesos pueden explicarse según los distintos factores o adipocinas segregados por el adipocito. Francisco Tinahones, investigador del Ciberobn que ha estado varios años trabajando en este tema, explica que «tenemos previsto analizar alrededor de 40.000 genes, para poder extraer entre 80 y 90 dianas a fin de testarlas en modelos experimentales con animales». El investigador considera que se trata de un campo de trabajo muy interesante, dado que no ha sido abordado aún en profundidad, y fuente de investigación de nuevos fármacos.
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