Las gominolas ultraprocesadas no pueden ser saludables, aunque no lleven azúcar

Vitonica, por Santiago Campillo

En la búsqueda de alimentos y hábitos saludables llega el momento de la inevitable pregunta: «¿Y no puedo darme un capricho?«. Por supuesto que sí, pero conociendo las consecuencias que tendrá en tu salud.

Aprovechando esta coyuntura, hay quien afirma que te puedes dar un capricho esquivando estas molestas consecuencias. Por ejemplo comiendo «golosinas saludables». ¿Ha llegado la tecnología de los alimentos a semejante panacea?

Las gominolas ultraprocesadas no son saludables

En primer lugar, ¿existen las gominolas saludables? Por supuesto que sí. Entonces, en segundo, ¿unas golosinas de supermercado pueden ser saludables? Aquí podemos decir, con bastante seguridad, que no. La razón es su ultraprocesamiento. No es el hecho en sí, del procesado, sino lo que eso conlleva, que quede claro.

Pero veámoslo con detenimiento. El planteamiento de las gominolas «saludables» es el siguiente: quitamos el azúcar y los sustituimos por edulcorante. Como el resto de aditivos, como los saborizantes y colorantes, no tienen aporte calórico y reducimos la ingesta de azúcar, ¡voilà! Ya tenemos golosinas saludables.

Pero este planteamiento es falaz. ¿Por qué? Porque atribuirle la propiedad de saludable a un elemento solo por reducir una aberrante cantidad de azúcar no es razón suficiente para que sea saludable. Para poder hacerlo, el alimento debe trabajar en beneficio de la salud, y aquí no lo hacen, sino que esquivan un ingrediente poco saludable.

Algunas de estas gomas justifican algunas de sus propiedades saludables en la proteína que contienen. Esto también es un craso error. Las proteínas gelificantes, normalmente colágeno procedente de los desechos animales, o de otras gomas comestibles de origen vegetal, tienen un valor nutritivo 0; ya que son proteínas no biodisponibles y que funcionan, en todo caso, como fibra alimentaria.

¿Qué llevan estas gominolas?

Pero veámoslo con un ejemplo. Tomemos como referencia unas gominolas edulcoradas cualquiera. En general, encontraremos un alimento con 206 Kcal por cada 100 gr, aunque recordemos que no todas las calorías son asimilables. También contienen 6.1 gr de proteína, por cada 100 gr, y 74,5 de glúcidos, normalmente fibra, ya que solo 0.3 son azúcares. Su ingrediente estrella es el conjunto de polioles, unos edulcorantes de bajo contenido energético y que están presentes en unos 74,3 gr por cada 100.

Como vemos, efectivamente, las gominolas llevan proteína. Sin embargo, la llevan en una cantidad ínfima en comparación con otros alimentos: cualquier legumbre, la carne, los quesos y lácteos, el seitán… y desde luego, la barritas y batidos de proteínas, tienen mucha más cantidad de proteína que estas gominolas. Además, como ya hemos comentado, la calidad de esta proteína es mala, no biodisponible, por lo que podríamos decir que en realidad es 0, por lo que no nos servirá de ayuda.

Cuidado con el queso rallado: a veces es otra cosa

Al buscar uno para hacer pizza o pasta caseras, es importante buscar la palabra ‘queso’ en el etiquetado. Si no está presente, probablemente estemos ante un producto totalmente diferente

Alimente El Confidencial, por Ana Durá

Nos proponemos preparar una pizza casera. Todo parece perfecto y de lo más saludable. Solo nos falta el queso. Tenemos prisa, así que cogemos el primer rallado que vemos… et voilà, acabamos de arruinar un estupendo plato con algo que, desde luego, no es queso.

Ya en 2014, la OCU lanzó el aviso de que este producto era un impostor, pues “no todos los quesos rallados están elaborados únicamente a partir de queso”, asegura. Así, este organismo explica en un informe que “hay productos elaborados a partir de una mezcla de queso natural con otros ingredientes como la mantequilla, las proteínas de leche, las sales fundentes, los conservantes o los almidones”.

Restos de excedentes y piezas defectuosas

Parece que poco o nada queda de la filosofía empresarial que en principio encontrábamos en estos productos, pues con ellos se pretendía dar salida a los restos, los excedentes y las piezas defectuosas que no se podían vender. Según recalcan en la OCU, estos ‘quesos‘ han evolucionado hasta un “producto final en sí, elaborado ex profeso para fundirse, gratinarse y proporcionar un agradable sabor a una amplia variedad de platos”.

A veces, podemos toparnos con ingredientes tan sorprendentes como el aceite de palma, que es el rey de la ubicuidad. Moisés Chacón, autor de ‘No + aditivos’, asegura en su vídeo dedicado a este tema que si “no nos fijamos bien en los ingredientes, en vez de queso rallado puede que acabemos comprando virutas de grasa de palma. Para evitar este tropiezo, debemos evitar las denominaciones genéricas como ‘rallado’ y buscar siempre en la etiqueta la palabra queso». Chacón asegura también que en los supermercados podemos encontrar tres tipos de rallado: queso, queso fundido y sucedáneo de queso. “Lamentablemente, la legislación permite que bajo denominaciones tan genéricas como rallados para pizza se vendan otros productos que no tienen nada de queso. En realidad, no están mintiendo porque en ningún momento utilizan la palabra queso, hablan de rallados, pero resulta evidente que la mayoría de los que lo adquieren creen estar comprando queso rallado”, añade.

Según la OCU, la industria aprovechaba los excedentes del queso o piezas defectuosas

Siguiendo esta tendencia, nos topamos con marcas que usan grasa de palma y hasta nueve aditivos distintos para que esta “cosa”, subraya Chacón, parezca queso. Y lo peor es que no es el único caso donde el fabricante busca únicamente “ahorrarse materia prima de calidad”, concluye el experto. Por lo tanto, su consejo es, una vez más, que adoptemos la costumbre de leer el etiquetado de los productos. Un hábito que evita desagradables sorpresas, pero que solo practica uno de cada tres consumidores.

Otra manera sabia de esquivar estos sucedáneos es la que nos propone la OCU, que anima a comprar el queso en cuñas o trozos. “Rallar el queso en casa no es tan cómodo como comprarlo ya preparado, pero suele ser la opción más sabrosa. Y el sobrecoste no es demasiado elevado: 11 euros/kg si compra el emmental en trozos, por los 8,80 euros/kg del emmental ya rallado. Además, nos proporcionan un buen truco por si acaso nos excedemos rallando y nos sobra una pequeña cantidad que, obviamente, no debemos tirar», aconseja. Asimismo, la OCU recomienda «congelar la parte del queso recién rallada que haya sobrado, evitaremos que se enmohezca. De hecho, se puede congelar la pieza entera y rallarla así, es incluso más cómodo; y las pequeñas hebras se funden en un instante».

Lamentablemente, este último consejo resulta un tanto discutible, pues aunque los expertos de la Agencia de Alimentos Británica (FSA) aseguran que «se puede congelar casi todo», ciertos alimentos pierden cualidades en el proceso y el queso es uno de ellos. Bajo esta premisa, los quesos más tiernos son los más aptos para su congelación; los curados, en cambio, no.

Celulosa en el queso

Según un estudio realizado por el medio Bloomberg News, muchos de estos quesos rallados llevan celulosa, un derivado de la madera que evita el apelmazamiento del queso. En realidad, no pasa nada siempre que no exceda el límite establecido pero, al parecer, algunas de marcas lo rebasan con creces.

En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) autoriza la inclusión de este aditivo, siempre y cuando no supere un determinado porcentaje del producto. En España, también se emplea la celulosa -E460- para la elaboración de rallados, además de otros muchos productos.

Queso entero, el colmo del sabor

Sin embargo, si no queremos perdernos nada del sabor de un buen queso, los cánones mandan que no lo compremos rallado. Según argumentan en la web Gastronomía y Vino, recurrir al queso rallado -cuando es auténtico- es un hábito en el que todo el mundo incurre, sobre todo con variedades como el parmesano y el pecorino. No obstante, este formato provoca que desperdiciemos gran parte del producto. “En ese estado, todas las partículas del queso están más expuestas al aire, a diferencia de si estuviera completo. Por eso, pierde mucho más rápido sus características y no se pueden apreciar esos ricos sabores y la textura que adquirió durante el proceso de maduración”, detallan.

¿Alimentos con aceites minerales? Mejor evítalos

MOSH y MOAH, responsables
Alimentos de uso habitual, como pasta, arroz, cereales, chocolate… se pueden ver contaminados por impurezas tóxicas derivadas de aceites minerales: los MOSH y MOAH. Rastreamos su presencia en más de 100 productos y comprobamos que muchos contienen MOSH, en niveles poco preocupantes, pero que también hay alimentos contaminados con MOAH, potencialmente cancerígenos. Pedimos que se retiren del mercado.

OCU.org

¿A que no te gustaría comer un producto contaminado con un compuesto mineral derivado del petróleo que es perjudicial para tu salud? ¿Y si es una sustancia potencialmente cancerígena?

Compuestos en entredicho
Los aceites minerales (MOH) son una compleja mezcla de sustancias derivadas del petróleo. Mal refinados dan lugar a impurezas tóxicas: los MOSH (Mineral Oils Saturated Hydrocarbons), que se acumulan en tejidos, nódulos linfáticos, bazo e hígado y pueden ocasionar microgranulomas, y los MOAH (Mineral Oils Aromatic Hydrocarbon), que son considerados como posibles sustancias carcinógenas y mutagénicas.

Estas sustancias llegan al alimento debido a una contaminación, que puede producirse por diversas causas:

– El alimento entra en contacto con papel o cartón reciclados de los envases.
– Por las tintas de impresión de los envases, que pueden incluir estas impurezas.
– Por aditivos en principio autorizados, pero que mal refinados dan lugar a MOSH y MOAH, en plásticos de uso alimentario, en pesticidas…
– Por entrar en contacto con aceites de maquinaria y otros compuestos de petróleo.
– Por los lubricantes usados para impermeabilizar los cestos donde se recogen arroz, café o cacao.

¿Impurezas tóxicas? No, gracias
El hecho cierto es que alimentos de uso habitual como la pasta, el arroz, el pan, el queso, las galletas… son susceptibles de sufrir esa contaminación por MOSH y MOAH. De hecho, en los últimos años se han notificado alertas en Europa por la presencia de estas sustancias. ¿Cuál es la situación? Pues que no se han establecido límites ni suficientes controles para evitar su presencia.

La EFSA, Autoridad Europea de Seguridad alimentaria, avisa del potencial riesgo de los MOAH, que por ello no deben estar presentes en los alimentos.

Para los MOSH, por su parte, tampoco hay unos límites oficiales, salvo los establecidos por el comité científico de la FASFC (Federal Agency for the Safety of the Food Chain), en Bélgica, que sí ha establecido unos límites que varían en función del tipo de alimento. En cualquier caso, se ha comprobado que una presencia elevada de MOSH influye en la aparición de MOAH, por lo que conviene limitarlos.

105 productos en el laboratorio
OCU, y las organizaciones de consumidores belga e italiana, han rastreado la presencia de estos compuestos tóxicos en 105 productos. De ellos, 35 son productos de venta en el mercado español. En particular, hemos verificado la presencia del aceites minerales en los alimentos, más fácilmente sujetos a esta contaminación: pasta, arroz basmati, cereales para el desayuno, chocolate y postres (budín y mezcla para hornear).

En conjunto, comprobamos que en el 81% de las muestras hay MOSH, afortunadamente en cantidades moderadas. En el 16% de esos productos están contaminados con MOAH.
Centrándonos en los resultados de los productos españoles: de los 35 productos analizados hay 21 en los que se encuentran compuestos MOSH, y tres en los que hay MOAH: los cereales de arroz con cacao de El Corte Inglés, la granolas con avena de Quaker, y la pasta para lasaña Festaiola Agnesi. Por eso OCU solicita a la AECOSAN la retirada de estos productos hasta que los fabricantes busquen una solución a este problema.

Etiquetados opacos, una traba para los enfermos

La información contenida en el etiquetado nutricional es un asunto que genera cada vez más atención en los consumidores, instados por organizaciones de salud a fijarse en lo que comen.

Correo Faremacéutico, por Claudia Preysler
«Al leer el etiquetado, hay que prestar atención a cuatro componentes fundamentales: kilocalorías, grasas, azúcares y sal». Esta es una de las diez recomendaciones que la Universidad de Navarra ofrece en su proyecto Por una comida sana, tú decides, elaborado por expertas de la Facultad de Farmacia y Nutrición. Sin embargo, conocer cuánto sodio o azúcar contienen los alimentos todavía es difícil. El pasado diciembre, el Ministerio de Salud empezó a aplicar la norma comunitaria 1169/2011, por la que se rige el etiquetado, que exige incluir, de manera obligatoria, la información nutricional y sustituir palabras como sodio por sal. Sin embargo, como asegura Ana Bermúdez, docente experta en Higiene Alimentaria del Ayuntamiento de Murcia, «todavía hay productos en los que no figura y aún no se ha aplicado ninguna sanción, pese a que las hay (…). España va un paso por detrás frente a Europa», señala.

Aditivos y porcentajes

La opacidad de las etiquetas es una preocupación persistente, en el que numerosas instituciones relacionadas con la alimentación siguen indiciendo y que genera muchas consultas en farmacia. Como destaca Aquilino García, vocal de Alimentación del Consejo General de COF, «buena parte de los consejos farmacéuticos de salud que se dan cada año en farmacia son de nutrición».

Más allá de la importancia que tiene para la salud conocer estos valores, las deficiencias en las etiquetas nutricionales supone un autenténtico problema para las personas que sufren alguna patología y deben moderar el consumo de algunas sustancias. Así lo han advertido sociedades como la de Nefrología (SEN), que el pasado octubre apeló a las organizaciones de consumidores para que exijan la incorporación del contenido en fósforo.

Alberto Ortiz, jefe del Servicio de Nefrología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, y miembro de la Junta Directiva de la SEN asegura a CF que «el paciente con una patología renal debería saber el contenido de sodio, potasio y fosfatos» que incluyen los alimentos. A juicio del experto, en especial, los fosfatos son «el gran problema», y parte de la población general no tiene conciencia de que toma más de los necesarios. «Hay estudios que confirman que contribuyen a un envejecimiento acelerado. Para alguien a quien no le funcionan bien los riñones es un problema, porque no tiene cómo eliminarlo», añade.

Ortiz subraya como dificultad añadida que el fosfato está en los aditivos alimentarios, y que, a veces, se camufla en nomenclaturas recogidas en la legislación europea. El especialista avisa de que está contenido encomponentes como el E-338, E-340 o E-341 que, por ejemplo, tienen las bebidas de cola (ver apoyo).

Más exigencias

Andrea Marqués, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad(Imeo), plantea la necesidad de que la legislación sea más exigente con el etiquetado, para que los pacientes con patologías e intolerancias sean capaces de entenderlo e interpretarlo. «Se podrían incluir especificaciones como las de evitar su consumo si padece de… , o de alto contenido en», propone Marqués, aunque añade que «las leyes de etiquetado son difíciles de cambiar».En este sentido, Pilar León, vocal de Alimentación y Nutrición del COF de Madrid, apunta que «algunas empresas se están planteando poner semáforos con luz roja en aquellos ingredientes que puedan provocar algún problema» (ver gráfico).

Marqués también advierte de la necesidad de estar atento a la publicidad engañosa. Es el caso de ciertos productos etiquetados como «naturales» , que no les exime de llevar aditivos y saborizantes. «Natural no significa casero ni artesano, simplemente que se refiere a que no hay una elaboración masiva», indica.

Especificar las cantidades es otro problema pendiente que señalan Marqués y Ortiz. Este último apunta que algunos productos indican el porcentaje de un ingrediente y nombran los que están contenidos, pero no especifican en qué cantidades, como es el caso de algunas carnes.

Por otra parte, León, recuerda que el etiquetado de los complementos nutricionales y medicamentos también merece un repaso, ya que muchas personas acuden a la farmacia a preguntar por su composición. «El problema reside cuando la intolerancia no es muy acusada; si el farmacéutico no avisa o pregunta a los usuarios, muchos no lo comentan. Aquí reside la importancia del consejo farmacéutico», recalca.

Las mentiras más famosas de los alimentos procesados

“¿Cómo puede ser que, en sitios como Europa o EEUU, haya tantas personas que padece mal o subnutrición (la obesidad puede ser una de sus consecuencias más visibles) y enfermedades tales como la diabetes o los problemas gástricos se disparen?”
La respuesta es muy simple: porque quienes fabrican los deliciosos y adictivos alimentos procesados, mienten descaradamente y son parte del circulo viciosos del comer mal, enfermarse, tomar medicación y seguir comiendo mal. Estas son algunas de las más grandes falacias, que se “venden” como comida sana.
Fresco

Cuando un producto necesita conservantes para mantener la “frescura” es porque no es fresco, de hecho, si está dentro de un envase, jamás lo será. Y los conservantes en realidad se emplean para matar hongos, bacterias y otros microrganismos, que pueda haber en el producto. Uno de los más empleados, el benzoato de sodio, en el cuerpo humano priva a las células de oxígeno y afectan a la capa mielínica (que recubre las neuronas). Y muchos son “posibles agentes cancerígenos” pero siguen dentro de latas, frascos, Brik, etc.

Fortificado

Esto es más de lo mismo. Existen otros procesos mediante los cuales los nutrientes que tenían los productos frescos, desaparecen de los mismos y a lo que queda, le agregan Vitaminas y minerales, empleando la palabra fortificado como una cualidad y no como lo que es: una carencia fruto del procesamiento.

DDR

Dosis diaria recomendada. ¿De qué? ¿Para qué sirve? y ¿quién la recomienda. Si se parte de la base de que cada ser tiene su propio metabolismo, las DDR son un verdadero fraude, especialmente cuando se trata de productos para niños, ya que, dependiendo de la edad y la dieta necesitarán más o menos minerales y es tan mala la carencia como el exceso.

Pasteurizado

Este proceso que en realidad es una cocción rápida a gran temperatura, lo que logra es romper las cadenas moleculares de sus componentes, por lo que, si bien un producto luego de ser pasteurizado tiene mayor durabilidad, de sus nutrientes esenciales ya no queda prácticamente nada. Por eso a la leche pasteurizada se le debe agregar calcio (que estaba en realidad en el líquido original y vitamina D (para fijarlo) o al zumo de naranja, fuente esencial de ácido ascórbico se le añade Vitamina C (que es exactamente lo mismo, pero es que la original se degradó en la cocción).

Natural

Este concepto realmente no significa nada, porque solo hace falta leer las etiquetas del producto, para comprobar la presencia de agentes químicos, que de natural no tienen nada y de muchos productos que pueden ser potencialmente peligrosos.

De granja o criadero

Que un producto provenga de una granja no implica que sea sano. Tanto si se trata de granjas de gallinas, como de piscifactorías, en general hablamos de animales que son hormonados y medicados para que crezcan más rápido, sin importar las consecuencias que ello tenga en la salud del Medio Ambiente ni en la de quién se los come.

OMG
Los organismos genéticamente modificados oficialmente no pueden venderse en los países de la UE, pero ¿qué pasa con los subproductos? Que en realidad sí se emplean y como no hay obligación de que figuren en las etiquetas, acaban en la comida procesada como aditivos, espesantes, etc.

Sin lugar a dudas, la única manera de tener certeza de que los productos que estamos consumiendo están libres de pesticidas, aditivos, componentes químicos o probables cancerígenos, no son transgénicos y realmente resultarán nutritivos, es cultivar nuestros propios alimentos o recurrir exclusivamente a la compra de alimentos ecológicos debidamente certificados.
Fuente: Agricultura ecológica

El IMEO avisa de la falta de legislación sobre la publicidad de productos con perfiles nutricionales inadecuados

Expertos en nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) han avisado de que la falta de una normativa clara que regule la publicidad de productos con perfiles nutricionales inadecuados no sólo se da sólo en aquellos destinados a adultos, sino también en los destinados a los menores.

MADRID, 22 (EUROPA PRESS) / El Economista

Por ello, han reclamado una mayor concienciación por parte de los fabricantes de productos alimenticios en la promoción de ciertos grupos –light; bajos en grasa, sal o azúcares; enriquecidos con vitaminas y minerales; naturales o de elaboración casera; integrales o los que contienen aceites vegetales–, debido a que a menudo se recomiendan como saludables o para perder peso.

«Muchas veces caemos en las trampas del marketing y compramos un producto alimenticio porque damos fe al valor publicitario, que es más subjetivo, y no al nutricional, que es el valor real, descrito en el etiquetado y que afecta nuestra salud. A menudo nos dejamos llevar por la imagen atractiva del envase y ofertas del tipo ‘dos por uno’ o ‘la segunda unidad al 70 por ciento’, sin comprobar el aporte calórico, la cantidad de grasas y azúcares o los porcentajes y tipos de aceites vegetales que contiene un product», ha recalcado el portavoz de la organización, Rubén Bravo.

Cuando se anuncian alimentos con supuestos valores nutricionales las industrias siempre están «bien cubiertas» en el marco legal que se les permite. Sin embargo, desde el punto de vista ético muchas veces son «confusos, sesgados y diseñados a conveniencia» para abaratar costes y crear adicciones, por lo que parece esencial educar nutricionalmente al consumidor.

«Un producto light es aquel que aporta, al menos, un 30 por ciento de kilo calorías menos que sus similares, pero no nos asegura un bajo aporte calórico y si se toma en cantidades puede elevar el riesgo a ganar peso. Otro recurso muy utilizado por la industria para convencernos que podemos tomar ampliamente sus productos y adelgazar es el empleo de los términos ‘bajo en grasas’ o ‘sin azúcares añadidos'», ha alertado la nutricionista clínica del IMEO, Carmen Escalada.

Asimismo, prosigue, otros productos, especialmente refrescos o yogures, en los que se ha sustituido el azúcar por edulcorantes para que sean light, «no ayudan» a bajar de peso y, además, muestran otros efectos perjudiciales para la salud, como aumento de la tensión arterial o diabetes.

PAPILLAS DE CEREALES PARA BEBÉS

Del mismo modo, la experta ha comentado que, en muchas ocasiones, la publicidad de los productos alimenticios utiliza una determinada característica del mismo, como puede ser una suplementación en vitaminas o minerales, considerada por la gran parte de los consumidores como algo beneficioso, para ocultar otra que no lo sea tanto, como aceite de palma, azúcar o edulcorantes, conservantes o colorantes.

Uno de los mejores ejemplos a este respecto son las papillas de cereales para bebés, dado que la gran mayoría de ellas llevan el azúcar como ingrediente principal y, por tanto, en altas cantidades. «En muchas ocasiones nos las venden como ‘sin azúcar’, ya que sustituye esta por cereales hidrolizados. Estos no son más que los hidratos de carbono de cadena larga rotos en otros simples y, por tanto, más dulces», ha apuntado la nutricionista del IMEO.

Del mismo modo, los derivados (pan, pasta) de cereales integrales son más recomendables que los refinados porque aportan menos fibra, vitaminas y minerales. Además, los cereales integrales sacian más y no elevan «tan bruscamente» los niveles de azúcar en sangre.

En España, si un producto aporta 3 gramos de fibra ya puede ser anunciado como ‘fuente de fibra’ y, si supera los 6 gramos, como «alto contenido en fibra». Sin embargo, según los expertos de IMEO, esto no garantiza que el producto sea integral, ya que se le puede haber añadido posteriormente la fibra en forma de salvado.

«En ningún caso el etiquetado puede atribuir al alimento efectos o propiedades que no posee, ni tampoco insinuar que tiene características propias especiales como, por ejemplo, anunciar que una leche entera no lleva gluten cuando, por naturaleza, las leches no tienen gluten. No sólo debemos fijarnos en estas declaraciones, sino además en la lista total de ingredientes y las raciones de consumo ya que nos darán una idea mucho más real de si el alimento es o no saludable», ha zanjado la nutricionista.

Razones para no comer sopas de sobre

Las sopas de sobre deshidratadas son una opción rápida para cenar o comer en invierno pero, ¿sabemos realmente lo que comemos? Te contamos por qué no son nada saludables.

QUÉ, por Elsa Jiménez
sopasEl frío, la lluvia y el mal tiempo han llegado casi de improvisto a toda España, dejando atrás los calurosos meses de verano  que hemos vivido. Ya no apetecen ni helados, ni sentarse en una terracita a beber una cerveza fresquita, ahora lo mejor es quedarse en casa y prepararse una buena sopa, ¿verdad que sí?

El único problema llega cuando no tenemos tiempo para cocinar un buen caldo de verduras naturales y recurrimos a las de sobre preparadas, ya sean deshidratadas, caldos o cremas de distintos sabores. Pero, ¿son realmente saludables?

Muchas personas pueden pensar que son una comida completa, pues algunas llevan incluidas la pasta, y otras algunas verduras necesarias para el organismo, pero hay que mirar la etiqueta nutricional muy bien para saber si tienen un alto aporte calórico, en sal o llevan incluidas muchos aditivos artificiales. Hay muchas marcas que las comercializan, por lo que el experto en nutrición y presidente del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, recomienda valorar la composición escrita de todas ellas para elegir cuál es más conveniente.

Caldos y sopas  hay de toda clase; pollo, carne o verduras, y cremas preparadas también. Pero, ¿qué opción es la mejor y más saludable?

Según el experto consultado, hay caldos sanos y otros no tanto, dependiendo de la marca, pero «sopas deshidratadas no. Son la peor opción». Los sobres que vienen en polvos para echarlos al agua hirviendo, junto con la pasta de estrellitas, fideos o lo que corresponda, no son la cena más adecuada si queremos llevar una vida sana y saludable. Te damos algunas razones para que no vuelvas a comprarlos.

Tienen mucha sal

Está claro que si vamos a consumir este tipo de comidas prefabricadas se debe escoger antes un sobre que ponga que es bajo en sal, así como en el caso de los caldos, pues el propio alimento y sus aditivos podrían llevarla ya en grandes cantidades. «Se deben elegir las que tengan 0% de sal añadido por los niños y también porque pueden provocar hipertensión, sobre todo si se consumen con mucha frecuencia», asegura Rubén Bravo.

Está claro que la sal  no es nada saludable para el organismo y no se puede abusar de un alimento que contiene  potenciadores de sabor y aditivos que la llevan por sí mismos.

Tienen añadidos artificiales

Bravo, experto en nutrición del IMEO, nos alerta sobre el peligro que tienen estas sopas de sobre que contienen muchos potenciadores de sabor, similares a las pastillas que se usan en algunas comidas, conocidas popularmente por el nombre de la marca ‘avecrem’.

«Contienen altos niveles calóricos y añadidos artificiales que también están en estas pastillas y no son nada recomendables para las comidas, ya que además de lo nada saludables que son, todas las comidas tendrán un sabor igual al final», explica. Además, este tipo de sopas de sobre deshidratadas son muy grasas precisamente por los potenciadores de sabor.

Otro de los componentes que deben evitarse al leer la etiqueta nutricional es la manteca de cerdo que se incluye en algunas de las marcas que elaboran este tipo de sopas. Contiene mucha grasa y no es adecuada para personas que pretenden perder peso.

No aportan los nutrientes necesarios

Hay muchas personas que toman este tipo de alimento a la hora de la comida o de la cena, pensando que es completamente sano y que con él se van a llenar la tripa, sin necesidad de comer más en un segundo plato. Pero esto no es realmente efectivo si se pretende adelgazar, ya que es importante comer un poco de todo y alimentarse de forma correcta durante todas las comidas del día.

Las sopas son  «mucho agua y potenciadores de sabor», dice el experto del IMEO, por lo que nuestro cuerpo no tendrá suficientes vitaminas y minerales para mantenerse equilibrado.

«Nunca deberían ser un sustituto de ningún otro plato, y mucho menos de verduras o de carnes», apunta Rubén Bravo, que después explica que sí pueden usarse «muy ocasionalmente» en forma de «apoyo».

Sopas de sobre VS caldos preparados

sopas y caldosMientras que las sopas de sobre  no son nada recomendables para tomarlas como comida o cena, los caldos preparados que venden algunas marcas de alimentos son mucho más sanos.  «Se pueden tomar un par de veces a la semana, pero siempre y cuando sean con 0% de sal añadida», explica Rubén Bravo.

El especialista del IMEO señala que en el mercado hay caldos»100% naturales»  que, aunque son mucho más caros, está comprobado que son más sanos siempre y cuando se escoja bien la marca después de mirar la etiqueta nutricional y la composición. Aunque su sabor nunca va a ser como el de un caldo casero preparado en casa, lo cierto es que son la mejor opción para añadir a nuestra comida, aunque Bravo enfatiza en que «siempre de apoyo, nunca como sustitución de otras comidas».

5 recetas de batidos para entrenar

Batidos para deportistas

Telva, por Gloria Vázquez Sacristán

Carmen Japaz, nutricionista de Nutriblis que colabora con Oster Versa (la batidora en vaso con la que prepararás tus batidos en tiempo record) nos propone 5 recetas para tu jornada fitness.

Smoothie pre-entrenamiento

Foto Country Cleaver1 cucharada de proteína en polvo; 1 taza de espinacas; 1 plátano o 10 fresas; 1 cucharada de semillas de lino; 1 taza de agua o leche de almendras sin azúcar.

Propiedades:
1. Ayuda a mantener la energía.
2. Mejora el rendimiento.
3. Hidrata.
4. Preserva la masa muscular.
5. Facilita la recuperación.

Bebida isotónica sin aditivos

Tasty-yummies1 litro de agua; el zumo de 2 limones o 2 naranjas; 2 cucharadas de miel; 1 pizca de sal;
y media cucharadita de bicarbonato sódico.

Propiedades:
1. Mantiene la hidratación.
2. Proporciona energía inmediata al organismo.
3. Mejora el rendimiento.
4. Preserva la masa muscular.
5. Facilita la recuperación.


Smoothie post-entrenamiento

Foto Bakerbynature1 taza de leche de almendras sin azúcar; 2 cucharadas de caseína en polvo; 1 taza de espinacas; ½ yogur de vainilla desnatado; 1 plátano; 1 cucharada de cacahuetes;1 cucharada de avena; coco rallado; hielo.

Propiedades:
1. Hidrata.
2. Repone energía.
3. Ayuda a la formación del músculo.
4. Mejora el rendimiento futuro.

Foto kneadtocookBatido de recuperación

1 taza de espinacas; 1 tomate (bien lavado); 1 taza de caldo casero; 2 cucharadas de leche desnatada en polvo; 1 cucharada de salvado de avena; 1 cucharada de levadura de cerveza; 1 cucharada de cacahuetes; 1 cucharada de aceite de oliva; y 1 cucharada de vinagre balsámico.

 

Batido rico en proteínas

Foto A Simple Pantry1 taza de leche desnatada; 2 cucharadas de leche desnatada en polvo; 2 cucharadas de salvado de avena; 1 plátano; 2 nueces; Edulcorante a gusto… mezclar todo en la Oster Versa que nos recomienda la nutricionista, 30 segundos y ¡batido preparado!

Propiedades:
1. Hidrata.
2. Repone energía.
3. Ayuda a la formación del músculo.
4. Mejora el rendimiento futuro.

En esta otra entrada de la revista Telva, https://stopalaobesidad.com/2015/07/08/son-buenos-los…-para-entrenar/, podéis encontrar algunos consejos de Rubén Bravo, experto de nutrición del IMEO, sobre el extenso y trendy mundo de los batidos verdes o ¡de colores!

A la hora de comer de ‘táper’, cuidado con las bacterias y los aditivos del plástico

20 minutos

  • El transporte y su exposición a varias temperaturas, peligros comunes.
  • Se recomienda elevar la temperatura del calentado al 70%.
  • Sólo así evitaremos las bacterias como la salmonelosis o ‘E coli’.
  • El dibujo de un envase y un tenedor señala el plástico de uso alimentario.

Pros y contras de la fiambreraEl uso de fiambreras para comer se ha reactivado a raíz de los recortes. Muchos niños van ahora al colegio con su ‘táper’ y en muchas oficinas ya es costumbre llevarse la comida para calentarla luego en el microondas.

Sus ventajas son muchas pero también existen riesgos. Uno de los mayores «enemigos» de las comidas que se llevan en la tartera son las bacterias y los aditivos que se desprenden del plástico.

Hay alimentos que se pueden contaminar si no están refrigerados

Así lo explica el profesor de la Universidad Online UNIR y experto en nutrición, Javier Tejedor. Para que comer de ‘táper’ sea tan saludable como hacerlo en casa hay que cumplir unos requisitos, a veces difíciles, como la refrigeración y el calentado en cristal. En este sentido, el experto advierte de que el transporte y su exposición a diversas temperaturas son los peligros más comunes a los que se expone la comida.

Un riesgo añadido: el desprendimiento de aditivos del plástico

Hay alimentos que se pueden contaminar si no tienen refrigeración. Por ello, se recomienda elevar la temperatura del calentado al 70%. «De hecho, aclara Tejedor, solemos calentar a 40 grados, por lo que habría que calentar los alimentos dos veces a la misma temperatura. Solo así evitaremos las bacterias como la salmonelosis o E coli que produce problemas gastrointestinales y diarrea», ha recalcado.

Sin embargo, el calentar a alta temperatura tampoco soluciona el problema ya que existen riesgos añadidos como el desprendimiento de aditivos en el plástico. De hecho, debemos tener claro que los plásticos de uso alimentario están indicados en la parte posterior con el dibujo de un envase junto a un tenedor.

En suma, para comer de ‘táper’ se recomienda:

  • Conservar la comida en la nevera y recalentarla a más de 70 grados con el fin de garantizar las mejores condiciones higiénicas.
  • Evita los rebozados y los filetes a la plancha.
  • Tampoco conviene llevar vegetales como ensaladas de lechuga y tomate, ya que pierden sus propiedades y su textura.
  • Procurar llevar un menú compuesto, que contenga hidratos de carbono, proteínas y lípidos en las cantidades adecuadas.
  • También salsas y caldos ya que favorecen un calentado homogéneo en el microondas.
  • Utilizar plásticos con el icono que garantiza que es un material «apto» para entrar en contacto con alimentos.