Esta es la receta del zumo verde con el que Meghan Markle pierde peso

Este es el secreto de la duquesa de Sussex para perder peso este verano.

Marie Claire

El tipazo de Meghan Markle es algo comentado por activa y por pasiva. Su rutina alimenticia, sus deportes y sus dietas pre-boda han sido de lo más analizado hasta el momento. Ahora se conoce una de las recetas que más practicaba Markle para hacer un detox antes de las vacaciones y hemos encontrado la receta. Meghan Markle, apasionada de los zumos verdes – como la mayoría de las celebrities, es una manera de comer de manera concentrada frutas y verduras cuando no tienes mucho tiempo para comer o cocinar -, detoxificaba su organismo con un zumo verde en particular.  

Antes de que se convirtiera en duquesa de Sussex, tras su boda con el príncipe Harry,  la exactriz había compartido en múltiples entrevistas alguno de sus alimentos fetiche como: la quinoa, la col rizada, los mariscos, bowls de acaizumos verdes, ensaladas,  sushi y muchos alimentos frescos, un hecho que justifica tras sus años en el sur de California. 

Pero, sin embargo, sus perdiciones son: el vino Tignanello, poutine (un plato hecho a base de patatas fritas) y los famosos macarrones con queso que vemos siempre en las películas.

Pero, por si nunca lo habías escuchado, te resumimos en qué consistía su plan de alimentación cuando vivía ajena a la vida royal

Desayuno: Agua caliente con limón, después hemos sabido que elegía un porridge de avena con plátanos y sirope de agave. 
Además, es gran amante de los huevos y cuando viaja suele desayunar una tortilla con hierbas y queso o pedir huevos escalfados y tostadas con aguacate

Comida: Durante sus tiempos de rodaje en ‘ Suits’ solía elegir ensaladas con algún tipo de proteína, como una quinoa vegetariana sazonada. 

Aperitivos o snacks: Según confesó a Today solía combinar una manzana con mantequilla de almendras, sandía espolvoreada con canela o uno de sus famosos zumos verdes. «Mezclo un poco de manzana, col rizada, espinacas, limón y jengibre en mi Vitamix», dijo a Today. 
En otras ocasiones cocina sus propias chips de kale (col rizada) con aceite de oliva y un toque de sal Maldon. 

Las cenas son proteicas, tal y como explicó a la revista ‘Good Housekeeping’.  

La receta del batido de Meghan Markle

Pero si lo que te interesa es saber cómo conseguía desinflarse, eliminar toxinas y perder volumenantes del verano te desvelamos la receta. Estos son los ingredientes que componen y con los que te podrás realizar el zumo verde detox que utiliza Meghan Markle. Tan solo necesitas mezclar todos los ingredientes de la receta y… ¡listo! Ya tienes el primer paso de tu dieta detox. Además, te explicamos qué beneficios aporta a tu organismo cada uno de ellos. 
Los ingredientes :

  1. Manzanas, incluye las semillas, fuente de fibra.
  2. La espinaca. Además de desempeñar un papel importante en la formación de tejido de la piel es conocida por proteger el hígado.  
  3. Kale, nos gusta porque es un antioxidante fascinante.
  4. El jengibre, destaca, entre sus múltiples virtudes, porque es un potente antiinflamatorio.
  5. Limón, su presencia está justificada porque tiene unos grandes poderes detox que ayudan a la desintoxicación del organismo. 

Venció la obesidad y perdió los 80 kilos que le sobraban

Tras someterse a un tratamiento de reducción de estómago en el IMEO, esta joven madrileña mejoró su salud y autoestima; dejó de ser una “nini” para recuperar el control de su vida 

Eva entró en quirófano con 27 años, pesando 140 Kg. Tenía síntomas analíticos de hígado graso e hipotiroidismo subclínico. Sus niveles de triglicéridos, colesterol LDL y fibrinógeno eran muy altos apuntando a riesgo cardiovascular y diabetes tipo 2. Su tasa metabólica era bajísima, priorizaba el consumo de azúcar y almacenaba su exceso en forma de grasa.

La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial, difícil de abordar en solitario, debido a mecanismos biológicos y de comportamiento que dificultan la pérdida de peso. En los casos graves, cuando se busca reducir más de la mitad del peso corporal del paciente, la solución pasa por el quirófano y forma parte de un tratamiento multidisciplinar que ofrece las garantías y controles periódicos necesarios. Porque no sólo se trata de limitar la capacidad de ingesta y, con ello, frenar temporalmente los atracones, sino de corregir con ayuda profesional aquellos hábitos que han llevado a esta situación de alto riesgo.

Con el fin de concienciar a la sociedad sobre los riesgos de esta enfermedad que se instala en la vida de las personas de forma sigilosa e indolora, condicionando no sólo su movilidad física y salud general, pero también las perspectivas de futuro, queremos dar a conocer un verdadero caso de éxito en la lucha contra la obesidad. Es el caso de Eva Lerma, una joven madrileña que tras someterse a un tratamiento de reducción de estómago en el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) no sólo logró perder los 80 kilos que le sobraban, sino también recuperó el control de su vida; dejó de ser una “nini” que no trabajaba, ni estudiaba para convertirse en una mujer emprendedora, centrada en su proyecto familiar y laboral.

Mejoras sobre la salud que trascienden más allá del aspecto físico 

Después de perder los 80 kilos que le sobraban, la paciente no muestra ningún signo de hígado graso, colesterol malo o problemas con las tiroides. Su metabolismo está equilibrado y no tiene riesgo de diabetes tipo 2.

En el caso de Eva Lerma, combinar la cirugía bariátrica con un seguimiento semanal multidisciplinario nos ha permitido: reducir la grasa visceral de la paciente y con ello, el riesgo de enfermedad cardiovascular e hipertensión; remitir en un alto porcentaje la incidencia de la diabetes 2; mejorar la tasa metabólica, es decir, la efectividad del organismo para utilizar la grasa como fuente de energía; normalizar la función del páncreas y los niveles de tiroides, triglicéridos y colesterol.

Tras reducir su peso corporal en un 57%, eliminando 80 kilos de peso, la paciente necesitó varias cirugías complementarias reconstructivas realizadas por la unidad de cirugía plástica y reparadora del IMEO, entre ellas una abdominoplastia, lifting de brazos y muslos, corrección y rejuvenecimiento mamario.

Puntos importantes del estudio médico[1] de la paciente

“Eva Lerma, cuyo caso de éxito queremos compartir para que sirva de referencia para personas con similares problemas, es una joven madrileña que hace dos años acudió al IMEO con un sobrepeso de 80Kg, para someterse a una intervención de reducción de estómago, conocido como manga gástrica o gastroplasia tubular”, señala Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del Instituto. Esta cirugía aporta en una reducción importante de la ingesta de alimentos, obligando a la paciente, por un lado, a comer muy despacito y, por otro, a eliminar sustancialmente su sensación de hambre, de modo que con una cantidad muy pequeña de comida el estómago se siente lleno. La técnica ha sido completada con un seguimiento quincenal psicológico y semanal nutricional para asegurar la eficacia de este tratamiento multidisciplinar en los dos años posteriores.

El día que ingresó en quirófano, Eva tenía 27 años de edad y pesaba 140 Kg. A fecha de hoy ella pesa 58,9 Kg, habiendo perdido unos 80Kg. Su porcentaje de grasa inicial era de 46,1% estacionándose en un nivel muy elevado correspondiente a obesidad tipo IV, considerada extrema. Actualmente su IMC se sitúa dentro de su normopeso ideal. Su porcentaje de grasa ha pasado a un 19,8% y corresponde a un nivel muy bajo dentro de la masa grasa saludable.

Respecto al Índice de Tasa Metabólica que nos indica la efectividad del metabolismo para quemar grasa, hemos observado que en el punto de partida la paciente mostraba unos niveles bajísimos, correspondientes a 1 en una escala de 1 a 15, donde un metabolismo equilibrado se situaría en la tasa de 5 a 10. Esto nos indicaba claramente que el organismo de la paciente priorizaba el consumo de azúcar, no de grasa y que, al no utilizar el exceso de azúcar como fuente de energía –básicamente por la inexistente actividad física–, lo almacenaba en forma de grasa.

En este sentido, Eva tenía que hacer frente a la tendencia genética que tenía de obesidad, una dificultad añadida a la hora de perder peso. Gracias a sus esfuerzos y el trabajo de nuestro equipo multidisciplinar, compuesto por cirujanos, psicólogos, nutricionistas, fisioterapeutas y preparadores físicos, la paciente normalizó su tasa metabólica a 10 que corresponde a un metabolismo de alta efectividad.

Sus analíticas iniciales mostraban niveles de azúcar de casi 170 mg/dl, indicando claramente el riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2. En el trascurso de la pérdida de peso, estos valores se fueron corrigiendo.

Otra amenaza para su salud suponía los síntomas analíticos de hígado graso con factores elevados tanto en la gama GOT, como en la gama GPT. Ambas enzimas se encargan del correcto funcionamiento de nuestro organismo y su presencia ayuda para diagnosticar enfermedades hepáticas. A esto debemos sumar los altos niveles de triglicéridos y colesterol malo LDL y la cantidad de fibrinógeno en sangre, una proteína que contribuye al incremento de la agregación plaquetas y a la formación de trombos, estando directamente relacionada con un alto riesgo cardiovascular.

Además, Eva Lerma rozaba los límites que se definen como un hipotiroidismo subclínico, con una TSH de 3,5 y aunque no llegaba a ser hipotiroidismo analítico, era bastante preocupante, visto su estado de salud general. Hoy esta tasa se ha reducido, pasando a 1,22, mostrando un funcionamiento de tiroides correcto.

Su fibrinógeno también está corregido. Los niveles de azúcar han pasado de casi 170 a 86 y la paciente está totalmente fuera de riesgo de la diabetes tipo 2. No aparecen ya ningún tipo de signo de hígado graso, todos los variables que medimos están en valores normalizados y saludables.

TESTIMONIAL DE EVA LERMA

La motivación, clave

Tardé muchos años en decidirme a pasar por el quirófano para deshacerme de los 80 kilos de más que llevaba encima. El apoyo de mi familia y de la persona que ahora es mi pareja me han ayudado a dar el paso y a superar el miedo a la intervención y a la anestesia. Lo que realmente me hizo tomar la decisión, fue el deseo de tener hijos en un futuro. El nivel de obesidad que tenía en aquel entonces suponía un factor de riesgo de mucho peso, que afectaría mi salud, complicaría un posible embarazo y pondría en cuestión mi capacidad de poder jugar y cuidar bien de mis hijos, al tener la movilidad bastante limitada por el exceso de peso.

Había llegado a una situación insostenible; me di cuenta que estaba perdiendo mucho tiempo de mi vida encerrada en casa frente al ordenador. No estudiaba, no trabajaba y tampoco me esforzaba en buscar un empleo: encajaba perfectamente en la “generación nini”. Aunque no lo admitiese, creo que también me daba vergüenza salir a la calle o ir según a qué sitios. Una vez tomada la decisión, he tenido el apoyo incondicional tanto de la familia, como de amigos y simples conocidos y sabía que lo que hago lo hago por mi bien.

Riesgo para la salud

Llegué a pesar en algún momento determinado 152 kilos; entré a quirófano con 27 años y unos 140 kilos. Siempre he sido una niña gordita hasta que la cosa se descontroló y pase, sin darme cuenta, a una obesidad importante. Tenía el hígado graso y corría el riesgo de desarrollar hipertensión, es decir, estaba claro que la mochila de sobrepeso que cargaba me pasaría factura más bien antes que después, pero por aquel entonces todo me daba igual. Tampoco me esforzaba a dedicar tiempo a la actividad física; en mi rutina diaria era prácticamente nula. 

Relaciones afectivas

Antes de dar paso al cambio no tenía gana de hacer nada, vivía en un estado de ansiedad y depresión constante. No obstante, tuve mucha suerte de dar con un grupito de amigos que me brindaron su cariño y apoyo, así que, por ese lado, más bien me sentía acompañada que sola. En cuanto a la situación sentimental, me considero afortunada: conocí a mi actual pareja pesando 140 kilos y puedo afirmar que, a día de hoy, con 80 kilos menos, me sigue queriendo tal como soy.

La relación con la comida

Antes todo entorno a la comida era un caos: no tenía horarios y raciones eran desmesuradas. Comía cuando me apetecía, cuando tenía un bajón de ánimo, cuando me sentía deprimida o, incluso, cuando estaba indispuesta. “El grueso” de mi plato consistía en pasta, galletas, patatas, ensaladas condimentados con mucho aceite o salsas y carne. No tenía el hábito de desayunar, pero cuando lo hacía el paquete de galletas completo con un vaso de cacao no me lo quitaba nadie. Era capaz de acabar medio kilo de pasta o una ensaladera completa, de aquellas que se ponen en el centro de la mesa para que se sirva toda la familia, con mucho aceite.

Cuando me daba ansiedad por el dolor de ovarios, obtenía extra energía de en un paquete de donettes, –¡8 unidades de estos pastelitos industriales rondan 700 kcal! — y una bolsa de doritos, un aperitivo de maíz frito con sabor a queso donde la módica cantidad de 150 gr que contiene la bolsa sumaba otros 750 Kcal. Tomaba esta mezcla de grasas, azúcar y sal todos los días durante una semana hasta que me pasaban los dolores. En mi nevera antes nunca podían faltar salsas, nata, mayonesa, bollería industrial, pan, pasta y latas de pescado en aceite; eran “los alimentos básicos de supervivencia” en mi despensa.

Un cambio que “ha valido la pena”

Ahora tengo 29 años y peso 59,85 Kg. Estoy consciente del esfuerzo que hice para conseguirlo: la cirugía ayuda, pero no hace milagros y durante años he seguido las pautas del nutricionista para llegar a mis objetivos. Ahora hago la compra de forma responsable, pensando en mi dieta y en la salud: jamás pueden faltarme en la nevera filetes de carne magra (pollo sin la piel, lomo de cerdo o ternera, todas ellas bajas en grasas), verduras como las espinacas, frutas de la temporada y, para ocasiones especiales, chocolate negro sin azúcar.

Mi analítica ha mejorado, igual que mi estado de salud general. Eso sí, tengo algo de anemia, un efecto bastante frecuente después de una cirugía bariátrica, que se está tratando. Anímicamente estoy un poco saturada, debido a la falta de costumbre de hacer cosas. Intento tomarme las cosas con calma, sin prisa, pero sin pausa.

En cuanto a la ocupación profesional, ya no me quedo sentada en casa. Trabajo como auxiliar de enfermería y tengo encaminado mi proyecto empresarial. En mi tiempo libre me gusta pasear, junto a mi perra y, ahora que me veo en forma, tengo ganas de ir al gimnasio, algo impensable en mi condición de antes.

Si tengo que resumir la experiencia, solo diría que vale muchísimo la pena. Para mí era como darme otra oportunidad en la vida, como volver a nacer. Mi consejo hacia los que ahora están como yo hace dos años es que no lo dejen para después. Lo que a primera vista parece enorme sacrificio, trae inimaginables beneficios para la salud y en cuanto al crecimiento personal y profesional. Es algo por lo que merece la pena luchar.  


[1] Los estudios de seguimiento se han realizado a través de ElectroImpedancia TANITA Medical Multifrecuencial, evaluando metabolismo basal, composición corporal total y segmental, índice de grasa visceral, tasa metabólica, equilibrio del agua y distribución corporal.

La de los potitos es otra dieta milagro

CuidatePlus, por Ana Callejo Mora

“Actualmente, vivimos en una sociedad de carácter dicotómico. Por un lado, otorgamos excesiva importancia a una imagen corporal idealizada, que muchas veces asociamos erróneamente al éxito, y por la que llegamos a intentar métodos de lo más variopintos y extravagantes que nos permitan alcanzar este objetivo a corto plazo y sin esfuerzo”, afirma a CuídatePlus Sonia Peinado, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). Por otro, añade, “cada vez aumenta más la tasa de sobrepeso y obesidad en la población que, lejos de encontrar un equilibrio, abandona una rutina saludable en pos de los azúcares refinados, bebidas carbonatadas, bollería industrial y fast food en general”.

Como consecuencia de esta ambigüedad, surgieron las dietas milagro, entre las que, sin duda, se encuentra la dieta de los potitos o baby food diet.

Este régimen comienza a hacerse popular el año 2010 de la mano de Tracy Anderson,  anteriormente bailarina, actual nutricionista y entrenadora de algunas estrellas de Hollywood (Estados Unidos). “Y es que no hay nada mejor para el marketing de cualquier producto que su promoción (muchas veces falsa) a través de personajes famosos como Jennifer Aniston, Gwyneth Paltrow y Madonna, entre otros, aunque algunos de ellos niegan su consumo”, comenta Peinado.

En concreto, el concepto básico de esta dieta es suplir la alimentación diaria sólida por un número elevado de potitos o papillas con avena y frutas, pudiendo realizar cenas con algo de proteína y verdura en sólido, para bajar de peso de forma rápida y sin esfuerzo.

“Siguiendo el perfil de otras dietas milagro, carece de base científica y no se ha podido demostrar que tenga ningún beneficio para la salud a corto o largo plazo”, afirma la experta.

El éxito de esta dieta y la rapidez con la que se ha expandido se debe a dos motivos fundamentales. “Al igual que todas las dietas milagro, promete una importante bajada de peso en muy poco tiempo. La segunda razón es la publicidad que da el hecho de que numerosas famosas hayan apostado por ella para lucir ‘fabulosas’ en sus eventos”, dice Carmen Escalada, nutricionista del IMEO. A pesar de esto, “no podemos nunca olvidar que, por muy popular que sea una dieta, eso no asegura ni su eficacia ni su seguridad”.

¿Qué cantidad de potitos toman al día sus seguidores?

En un principio, cuenta Peinado, las bases recomendadas de la dieta de los potitos eran hacer 14 minipapillas a lo largo del día basadas en avena y fruta para evitar sentir fatiga y consumir algo de carne baja en grasa con verdura en las cenas. Estas pautas más adelante acabaron mutando en un consumo ininterrumpido de potitos a lo largo de todo el día.

“Teniendo en cuenta que el aporte calórico medio de un potito es de entre 65 y 70 kilocalorías, el total de estas catorce tomas son 910-980 kilocalorías al día. A estas habría que sumar las procedentes de la cena donde, poniendo un ejemplo, un filete de pollo de tamaño medio acompañado de una guarnición de verduras, como espinacas o judías verdes, no sobrepasarían las 300 kilocalorías, haciendo un total diario de 1.200-1.280 kilocalorías”, especifica la nutricionista.

La repercusión de no masticar

“La masticación adecuada y suficiente de los alimentos nos permite aumentar el tiempo que tardamos en consumirlos”, señala Escalada. Esto es muy importante, ya que la respuesta de saciedad del cuerpo se produce gracias a la síntesis de diferentes hormonas, como la leptina, y este proceso requiere de unos 20 o 30 minutos. Por tanto, el hecho de no masticar se ha relacionado con comer más cantidad de alimento y, con ello, tener más facilidad para engordar.

Además, al masticar generamos saliva, que protege a nuestro aparato digestivo de irritaciones que pudiera provocar el alimento a su paso, y jugos gástricos, que posibilitan una correcta digestión del alimento en el estómago.

Por último, masticar nos permite saborear mejor los alimentos y, por tanto, disfrutar más de las comidas.

Riesgos para la salud de la dieta de los potitos

“Hemos escogido de forma aleatoria tres potitos de las principales marcas productoras del mercado y hemos analizado su etiquetado nutricional para opinar en cuanto a su concentración de macro y micronutrientes”, expone Peinado.

En primer lugar, y de forma general, el porcentaje total proteico sería bastante inferior si optamos por potitos de frutas, y ligeramente inferior a los valores recomendados en potitos con pescado o pollo.

“Nos faltan valores respecto a la fibra alimentaria y micronutrientes. Si bien es cierto que algunos potitos tienen aporte de vitamina C, no parece ser el caso de ninguno de los expuestos. Por tanto, y, de acuerdo con las tablas de ingestas recomendadas a la población de nuestro país de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca), habría déficits de folatos, niacina y vitaminas C, A y D, entre otras”, destaca la nutricionista.

Por tanto, “este tipo de alimentación, adecuada para el uso ocasional de niños, no se asemeja a las necesidades nutricionales de un adulto. Seguir esta dieta a largo plazo daría lugar a fatiga, cansancio, dolores musculares, mareos, dolores de cabeza, etc.”, concluye Peinado.

Además, las dietas líquidas son fáciles de absorber y producen un rápido vaciamiento gástrico. Sin embargo, estimulan poco el tracto gastrointestinal y un uso prolongado de ellas podría dar lugar a cambios en la motilidad del paciente.

“Los efectos secundarios más comunes de la dieta de los potitos serán el cansancio y la fatiga por el cambio de la alimentación. Con el tiempo, se pueden experimentar efectos como pérdida del cabello, fragilidad en las uñas, problemas digestivos, cálculos biliares y desnutrición grave que pueda conllevar convulsiones, coma o muerte”, advierte Peinado.

Por primera vez, la población mundial con obesidad supera a la que pasa hambre

Diario de Sevilla

El director de la FAO recomienda la actividad del sector privado en ese ámbito con impuestos, un mejor etiquetado y restricciones a la publicidad infantil

Según los datos preliminares de un estudio realizado por la ONU para la Alimentación y la Agricultura, FAO, la población mundial que sufre obesidad supera a la que pasa hambre. Hasta el próximo mes, no se publicará al completo el documento sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, pero el director general de la FAO, José Graziano da Silva, ya se ha pronunciado sobre ello  «por primera vez tendremos más personas obesas que con hambre», «la malnutrición está creciendo muy rápido, especialmente la obesidad».

Obesidad y subalimentación en cifras

En 2018, la ONU estimaba que el hambre había crecido en 2017 por tercer año consecutivo hasta afectar a 821 millones de personas en todo el mundo, y encontraba las causas en los conflictos, el cambio climático y la lenta recuperación económica, mientras que la obesidad en adultos afectaba en 2016 a más de 672 millones.

En 2016, por ejemplo, el número de adultos obesos ya sumaba 104,7 millones en Latinoamérica y el Caribe, cifra muy superior a los 39 millones de personas que sufrieron subalimentación en esa región entre 2015 y 2017.

«Ahora la obesidad está en todas partes«, sin distinguir entre países desarrollados o en desarrollo, dijo el responsable de la FAO, que vinculó su aumento al «cambio en las dietas» como consecuencia de la urbanización, el consumo de comida rápida y otros muchos factores.

Alimentos saludables y Derechos Humanos

Para evitar comprometer el futuro de la población, reclamó modificar el enfoque y pasar «de producir más alimentos a producir más alimentos saludables«.

Graziano recomendó promover la actividad del sector privado en ese ámbito con impuestos, un mejor etiquetado, restricciones a la publicidad infantil y «circuitos locales» de alimentación en las ciudades. También llamó a actuar en el terreno comercial al constatar que la obesidad está creciendo rápidamente en los países que más alimentos importan, como pequeñas islas del Caribe o el Pacífico.

La relatora de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Hilal Elver, insistió en incorporar principios como los de sostenibilidad, salud e igualdad a los sistemas alimentarios, promoviendo un enfoque de derechos humanos «más allá de las soluciones ligadas a la tecnología o al mercado».

En un mundo que ya produce más comida de lo necesario, «centrarnos demasiado en la tecnología puede evitar que pensemos en las causas de raíz del problema«, afirmó Elver.

La relatora pidió proteger y empoderar a las personas más vulnerables para que participen de la producción de alimentos y del acceso a la tecnología y la capacitación, como respuesta a los «ecosistemas contaminados» y la «destrucción de comunidades de familias productoras» que ha dejado el actual sistema.  

El derbi gazpacho-salmorejo tiene ganador (y con fundamento científico)

Alimente El Confidencial, por Ángeles Gómez

La llegada de las altas temperaturas reaviva algunos de los ‘gastrodebates’ clásicos de la temporada estival como son: sangría o tinto de verano, horchata o limonada, puntillitas o espetos de sardinas, melón o sandía… Sin infravalorar estos enfrentamientos de hondo calado, el gran debate, el derbi del verano, es gazpacho o salmorejo (con permiso de EL debate: la tortilla de patatas, ¿con o sin cebolla?).

En ambas preparaciones el tomate es el ingrediente principal, un vegetal con multitud de efectos beneficiosos para la salud -derivados principalmente de su elevado contenido en licopeno, como contábamos en Alimente hace unos días- entre los que sobresalen su papel protector frente al cáncer de próstata o el hallazgo más reciente y divulgado hace unas semanas en el ‘Journal of Nutritional Science’, su potencial efecto protector de la función cognitiva durante el envejecimiento. Por tanto, estos beneficios se pueden obtener indistintamente por el gazpacho o por el salmorejo.

Sin embargo, el gazpacho despierta un mayor interés científico, al menos es lo que se puede deducir tomando en cuenta el número de estudios que se ocupan de uno u otro (la búsqueda gazpacho en Pubmed arroja un resultado de más de 90.000 entradas frente a las 13.000 para salmorejo). Las propiedades del gazpacho se han analizado en el laboratorio y entre los hallazgos más relevantes están las propiedades antitumorales (los productos resultantes de la digestión del gazpacho pueden desencadenar la muerte de las células cancerosas del colon) y antihipertensivas (el consumo de gazpacho se asocia a cifras de tensión arterial, sistólica y diastólica, más bajas y a una reducción de la hipertensión en personas que tienen un riesgo cardiovascular elevado, un beneficio que es proporcional a la cantidad de gazpacho ingerido).

Es cierto que los estudios sobre los efectos saludables del gazpacho han eclipsado a las investigaciones con salmorejo (sobre todo porque ambos comparten los mismos beneficios procedentes del tomate), pero este tiene el honor de que su receta ha sido objeto de una investigación científica. Un equipo de la Universidad de Córdoba llevó a cabo una exhaustiva encuesta en 1.441 establecimientos de restauración de la capital omeya para encontrar la receta del salmorejo perfecto hasta que la encontró y la hizo pública a través de las páginas de la revista ‘Nutrición Hospitalaria‘: un kilo de tomates tipo pera sin pelar, 100 g de aceite de oliva virgen extra, 200 g de pan de telera, un diente de ajo de Montalbán, 10 g de sal, triturados entre 10 y 15 minutos empezando con tomate y siguiendo con el pan, ajo, aceite y sal (en ese orden).

Ojo con las calorías del salmorejo

Todos estos hallazgos son muy interesantes, pero lo que al público general le interesa es saber si uno es mejor que el otro. Rubén Bravo, director del Departamento de Nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (Imeo), afirma que “tanto el gazpacho como el salmorejo son muy buenos alimentos para la época estival porque llevan una gran cantidad de hortalizas de temporada, que nos ayudan a protegernos del sol y a hidratarnos. La principal diferencia entre uno y otro es que el salmorejo lleva más cantidad de aceite y se le añade pan”.

El contenido en pan puede hacer del salmorejo un alimento “no apto para intolerantes al gluten a no ser que se utilice pan sin gluten”, advierte Bravo, y los que estén haciendo una dieta de adelgazamiento “deben controlar las cantidades, ya que al ser un alimento bebible se pueden ingerir volúmenes altos”. ¿Cuánto es lo adecuado? Lo aconsejable es tomar unos 300 cc por ración, “con lo que incorporamos al organismo gran cantidad de hortalizas y antioxidantes”. Además, se puede complementar con una fuente de proteínas, como huevo picado o jamón, y el resultado es “un alimento muy recomendable”, insiste el especialista.

La ingesta diaria de salmorejo recomendada son dos tazas al día, en la comida y en la cena, para no disparar el consumo de calorías (según la receta de la Universidad de Córdoba, 117 kilocalorías, aunque el valor energético es menor en los salmorejos refrigerados), “especialmente en personas que están haciendo una dieta de adelgazamiento”, matiza Bravo. En estas, “lo recomendable es que tomen gazpacho, que tiene la mitad o la tercera parte de las calorías del salmorejo”.

Las dos opciones son muy hidratantes y refrescantes, aunque menos el salmorejo, ya que tiene más consistencia de puré.

El especialista del Imeo insiste en que las dos opciones son un muy buen primer plato para comidas y cenas, y aptos para todos los públicos. Con todo, “la recomendación es que probemos recetas nuevas, añadiendo alguna fruta -sandía o fresa-, sobre todo si lo van a tomar los niños porque añade cierto dulzor y ayudan a combatir la retención de líquidos (muy habitual en verano) y el estreñimiento. Al añadir frutas hacemos alimentos más completos y variados”, añade.

El salmorejo de Coque

Aunque son preparaciones aparentemente sencillas, encontrar el equilibrio para que no sobresalga el sabor de alguno de los ingredientes (el ajo, vinagre o pepino son los más fuertes) no es una tarea fácil y requiere cierta maestría. Mario Sandoval, chef del restaurante Coque de Madrid y que cuenta con dos estrellas Michelin, revela su receta que, como era de esperar, no se limita a solo uno de los licuados, es un ‘dos en uno’: “El salmorejo que hacemos en Coque es de tomate rosa de Navarra, aceite de oliva de arbequina, vinagre de Jerez, pan y ajo. Después vertemos por encima una especie de polvo blanco que en realidad es un gazpacho hecho con un agua de tomate que hemos decantado durante 48 horas, una hoja de hierbabuena, pepino y ajo”.

Pero puestos a elegir, ¿con cuál de los dos se queda el chef? “Yo soy más partidario del salmorejo, me gusta más su textura y su sabor”, confiesa Sandoval.

Parece saludable, pero no siempre lo es: la cara oculta del sushi en los supermercados de España

Si a ti también te encanta el sushi, te damos estas recomendaciones para elegir dónde y cómo comerlo.

La Sexta Noticias

«Menos arroz y más pescado». Esta es la regla principal del sushi que rompen las bandejas tan populares ya en los supermercados. Pero la diferencia entre el sushi que compramos en el supermercado y el que hacemos en casa salta a la vista. «Este está hecho para quitar el hambre», cuenta Mario Payán, chef del restaurante Kappo.

Payán nos detalla esas diferencias, que no solo están en la cantidad; también, en la calidad: «Tiene muchísima azúcar y muchísima sal». Algo en lo que coincide el nutricionista Rubén Bravo del IMEO: «Las bandejas pueden llevar hasta cinco veces más de cantidad de azúcar».

Los Motivos los encontramos primero en la preparación del arroz. La receta tradicional lleva sólo azúcar, sal y vinagre. Pero Payán precisa: «Para que parezca de buena calidad añaden mirín, un aporte de azúcar super elevado». Comparamos también la salsa de soja, un ingrediente que apenas representa menos del 3%.

«No es salsa de soja», sentencia el chef. ¿Es entonces saludable el sushi? Sí, pero el casero. Más de un 25% de la población española consume sushi. Si somos deportistas, lo ideal es comer ocho piezas diarias. Si no practicamos deporte, lo ideal es la misma cantidad pero a la semana, según los expertos.

Fundamental es también saber qué partes del pescado consumimos. Para ello, nos colamos en la cocina de Yong. Si buscamos la proteína del atún, tendremos que pedir «la parte del solomillo o bien la parte del lomo». Las partes saludables del salmón se encuentran «cerca de la ventresca o de la tripa, como le queramos llamar, más infiltración de grasa». Lo importante es conocer la procedencia de cada ingrediente y que sepamos separar el grano de la paja.

¿Estás a dieta? Te decimos qué alimentos te ayudarán a conseguir tus metas

Vix, por Sebastián Pérez

¿Estás haciendo dieta, pero te parece difícil dejar de comer y tienes hambre todo el tiempo? Esto se debe principalmente a que en la mayoría de estos regímenes alimenticios se hace una reducción drástica de las calorías. A su vez provoca que bajes muy rápido de peso, pero también un efecto de rebote cuando regresas a tus viejos hábitos.

De acuerdo con el Instituto Medico Europeo de la Obesidad, para evitar que comas de más en un intento por aplacar tu hambre durante y después de tu dieta, es necesario que consumas alimentos que tengan de saciedad sin que contengan muchas calorías. Por ejemplo:

#1 Plátano

Si vas a comer algo antes de dormir que sea un plátano, esta deliciosa fruta está llena de fibra, potasio, vitamina C y B6, además de que combate el insomnio, un mal que provoca que subas de peso. Entre más verdes los comas, mejor, ya que llenan más.

#2 Aguacate

Esta fruta nativa de México tiene grandes beneficios para tu salud, como la reducción del colesterol en la sangre. Además es un gran aliado en la pérdida de peso. Su consumo quita el hambre muy rápido gracias a que contiene grasas naturales Omega 9, además de azucares saludables que contribuyen a una buena nutrición.

#3 Yogur griego

Este tipo de yogur, más cremoso, contiene el doble de proteínas que el convencional, lo que contribuye a retrasar la sensación de hambre.

#4 Queso curado

Una combinación ganadora para un snack que te ayude a perder peso y a saciar tu hambre es el queso con pan integral, lo que significa que consumes proteína y fibra a la vez. Es el desayuno ideal en la mayoría de las dietas, ya que te quita las ganas de comer.

#5 Aceite de oliva

Si aderezas tus ensaladas con aceite de oliva extra virgen potenciarás la quema de grasas y se te quitarán las ansias por comer.

#6 Café negro

Está comprobado que una taza de café, sin crema ni azúcar, es buena para la salud: mejora el metabolismo y quita el hambre unas horas.

#7 Agua

Ocupa un gran volumen en tu estómago, por lo que si lo combinas con los alimentos de tu dieta, sentirás que has comido lo suficiente.

#8 Frutos secos

Los arándanos o las pasas, además de ser deliciosos, contribuyen con azucares buenos a tu organismo, lo que provoca una sensación de saciedad.

#9 Almendras

Las almendras contienen una gran cantidad de aminoácidos, proteínas, grasas saludables y vitamina E, estos combinados te ayudan a sentirte lleno.

#10 Carne magra

Por su alto contenido de hierro y proteínas de alta calidad, además de su bajo contenido de grasas animales, ayuda a no descuidar la nutrición y cuidar el peso.

Los productos frescos sólo suponen el 45% de nuestra compra

La Sexta Noticias

El 45% de nuestra compra está compuesta por productos frescos, muy lejos de lo recomendable: deberían ser el doble. El problema es que mientras el precio de frutas y verduras sube, los alimentos procesados cada vez son más baratos.

El 45% de lo que gastamos en comida son alimentos frescos: fruta, verdura, carne, pescado. Parece que está bien, pero Rubén Bravo, dietista del IMEO, nos abre los ojos: «Me parece un porcentaje realmente bajo. Entre el 70 y el 80% de los productos que compremos deben ser naturales o frescos».

La razón fundamental por la que comemos poco producto fresco es la economía doméstica. Durante la crisis, entre 2010 y 2016 su consumo cayó casi un 9% y fue sustituido por platos preparados que compramos cerca de un 8% más.

Con la recuperación económica deberíamos haber vuelto a lo fresco, pero no: el año pasado cayó otra vez un 2%. ¿Por qué? Fácil: son más caros. El precio de lo fresco subió un 5% en 2018, el doble que los productos envasados.

Pero hay otra razón: cuanto más jóvenes somos, menos alimentos frescos comemos, y ello se une a que las jornadas laborales de hoy dejan poco tiempo para comprar.

Así, el mercado, reino de los alimentos frescos, se ha quedado para los veteranos: tres de cada cinco euros de la cesta de la compra van a productos frescos.

El aditivo de varios alimentos que Francia pone en duda y ha decidido prohibir por su efecto cancerígeno

Salamanca 24 horas

El E-171 cuenta con nanopartículas de dióxido de titanio que se han probado en ratones provocando lesiones precancerosas. En humanos, sin embargo, no está demostrado que sea así. Las autoridades europeas consideran la medida francesa como «precipitada»

Los aditivos en los alimentos suelen ser algo que se mira mucho para su consumo. Muchos de ellos sanos no son y en Francia ya han decidido prohibir el llamado E-171, aquel que permite, por ejemplo, que la mayonesa no se vuelva amarilla. 

Este cuenta con nanopartículas de dióxido de titanio, un material que se encuentra no solo en alimentos, sino también en dentríficos o, incluso, en la pintura de las paredes. 

Pero más allá de ello, la decisión de Francia viene porque no está asegurado que no sea un problema sanitario para las personas tras diversos estudios. Y es que ensayos en ratones generaron en estos lesiones precancerosas de intestino grueso y colon. 

Otros estudios reflejan que estas nanopartículas podría interactuar con bacterias en el intestino y conducir a desarrollar enfermedades en esta zona. 

En España, sin embargo, no está prohibida aunque sí estudiada. Y es que la conclusión fue que estas no causaban daño al ADN y no incrementaban el riesgo de padecer cáncer por lo que consideran la medida francesa como «precipitada». 

Las gominolas ultraprocesadas no pueden ser saludables, aunque no lleven azúcar

Vitonica, por Santiago Campillo

En la búsqueda de alimentos y hábitos saludables llega el momento de la inevitable pregunta: «¿Y no puedo darme un capricho?«. Por supuesto que sí, pero conociendo las consecuencias que tendrá en tu salud.

Aprovechando esta coyuntura, hay quien afirma que te puedes dar un capricho esquivando estas molestas consecuencias. Por ejemplo comiendo «golosinas saludables». ¿Ha llegado la tecnología de los alimentos a semejante panacea?

Las gominolas ultraprocesadas no son saludables

En primer lugar, ¿existen las gominolas saludables? Por supuesto que sí. Entonces, en segundo, ¿unas golosinas de supermercado pueden ser saludables? Aquí podemos decir, con bastante seguridad, que no. La razón es su ultraprocesamiento. No es el hecho en sí, del procesado, sino lo que eso conlleva, que quede claro.

Pero veámoslo con detenimiento. El planteamiento de las gominolas «saludables» es el siguiente: quitamos el azúcar y los sustituimos por edulcorante. Como el resto de aditivos, como los saborizantes y colorantes, no tienen aporte calórico y reducimos la ingesta de azúcar, ¡voilà! Ya tenemos golosinas saludables.

Pero este planteamiento es falaz. ¿Por qué? Porque atribuirle la propiedad de saludable a un elemento solo por reducir una aberrante cantidad de azúcar no es razón suficiente para que sea saludable. Para poder hacerlo, el alimento debe trabajar en beneficio de la salud, y aquí no lo hacen, sino que esquivan un ingrediente poco saludable.

Algunas de estas gomas justifican algunas de sus propiedades saludables en la proteína que contienen. Esto también es un craso error. Las proteínas gelificantes, normalmente colágeno procedente de los desechos animales, o de otras gomas comestibles de origen vegetal, tienen un valor nutritivo 0; ya que son proteínas no biodisponibles y que funcionan, en todo caso, como fibra alimentaria.

¿Qué llevan estas gominolas?

Pero veámoslo con un ejemplo. Tomemos como referencia unas gominolas edulcoradas cualquiera. En general, encontraremos un alimento con 206 Kcal por cada 100 gr, aunque recordemos que no todas las calorías son asimilables. También contienen 6.1 gr de proteína, por cada 100 gr, y 74,5 de glúcidos, normalmente fibra, ya que solo 0.3 son azúcares. Su ingrediente estrella es el conjunto de polioles, unos edulcorantes de bajo contenido energético y que están presentes en unos 74,3 gr por cada 100.

Como vemos, efectivamente, las gominolas llevan proteína. Sin embargo, la llevan en una cantidad ínfima en comparación con otros alimentos: cualquier legumbre, la carne, los quesos y lácteos, el seitán… y desde luego, la barritas y batidos de proteínas, tienen mucha más cantidad de proteína que estas gominolas. Además, como ya hemos comentado, la calidad de esta proteína es mala, no biodisponible, por lo que podríamos decir que en realidad es 0, por lo que no nos servirá de ayuda.