Dieta mediterránea: la más sana y, según los expertos, la mejor también para adelgazar

Como nos confirman diferentes expertos en nutrición, la dieta mediterránea es la más saludable y la que de verdad te ayudará a estar en tu peso.

ELLE, por Amalia Panea

Ayuno intermitente, dieta keto, dieta proteínicadieta Dash, veganismo, raw food… cada poco tiempo aparece una nueva dieta que parece ser la panacea para la salud o para perder peso. También parece que si no comes bio o no tomas suplementos vitamínicos o para la microbiota nunca vas a conseguir todos los nutrientes que necesitas ni con la calidad óptima. Y además, recibes tanta información sobre nutrición, y desde tantos frentes y fuentes (instagram, blogs, revistas digitales, televisión, libros, influencers…) que ya no sabes ni lo que tienes que comer.

¿Y si la dieta de toda la vida, es decir, la dieta mediterránea, fuera la mejor para tu salud y para mantener tu peso? Como nos aclaran varios expertos en nutrición, la respuesta es un sí rotundo.

dieta mediterránea, la mejor para la salud y para adelgazar

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¿Tenemos demasiada información nutricional?

¿Estamos tan saturados de información acerca de nutrición que ya no sabemos ni lo que hay que comer? Para Carmen Escalada, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) y Rubén Bracos, dietista y portavoz de IMEO, “en los últimos años el interés y la preocupación de la población por la salud en general y por la nutrición en particular ha ido aumentando exponencialmente; además, el acceso a internet supone que cualquiera tiene a su alcance una inasumible cantidad de información sobre cualquier tema que le interese, en este caso, la nutrición”. Y, según estos expertos, en el entorno digital se mezclan multitud de mensajes en ocasiones contradictorios de fuentes tan variopintas como nutricionistas, influencers, blogeros, y “cada uno defiende su postura con mayor o menor rigor científico”.

Como dicen Escalada y Bravo, “el resultado de la unión de ambos factores da lugar a una saturación de información que no sabemos hasta qué punto es correcta, lo que puede hacer que realicemos cambios en nuestra alimentación que comprometan nuestro estado de salud y metabolismo”. Además, como destacan los expertos del IMEO, “la nutrición es una ciencia en continua evolución: lo que hoy parecía un alimento o un enfoque nutricional ‘insano’, mañana se demuestra que es justo lo contrario”.

Más que saturados estamos quemados, intentar ‘comer bien’ se ha convertido en una especie de laberinto bombardeado por una publicidad sin ningún tipo de escrúpulos y totalmente engañosa que lo único que consigue es confundirnos más”, dice el Dr. Leo Cerrud, experto en medicina estética y nutrición. Según el Dr. Cerrud, “los medios de comunicación y las modas tampoco ayudan, siempre hay una última e infalible dieta novedosa y supuestamente revolucionaria con algún nombre más o menos rimbombante, aunque al final es siempre más de lo mismo: hambre, sudor y lágrimas, añade. “Todo patrocinado por una industria alimenticia que mueve cifras billonarias y a la cual no le interesa que sepamos de una vez que lo más fácil y lo más recomendable lo tenemos a la vuelta de la esquina: la famosa dieta mediterránea”, concluye.

¿Cómo aprender entonces sobre nutrición? Si nos interesa la nutrición o queremos aprender a comer de manera saludable Escalada y Bravo nos recomiendan “reducir nuestra búsqueda a unas pocas fuentes fiables y/o acudir a un especialista que nos ayude con nuestro caso concreto.

dieta mediterránea, la más sana y la mejor para adelgazar

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¿No era la dieta mediterránea la mejor del mundo?

Cada vez se aboga más por el veganismo, los sustitutos vegetales de la carne, los superfoods… ¿qué ha sido de la dieta mediterránea? ¿No era a mejor del mundo? “Lo era, lo es y lo será”, subraya el Dr. Cerrud. No puede estar más estudiado y comprobado que la dieta mediterránea (la de verdad) es la más adecuada para mantener la salud y conseguir una alimentación equilibrada que nos ayude a mantener el peso en su sitio. Otra cosa diferente sería si lo que quieres es perder peso”.

Como destacan los expertos del IMEO, la dieta mediterránea es difícilmente superable en lo que a calidad nutricional se refiere, sin embargo, igual que evoluciona la sociedad, también lo pueden hacer las dietas o recomendaciones para adaptarse a las nuevas necesidades de las personas”. “Si tenemos en cuenta que los tres pilares básicos de la dieta mediterránea son el trigo, el aceite de oliva virgen extra y los vegetales, estos tienen perfectamente cabida en una alimentación vegana en la que únicamente se excluyen los productos de origen animal como la carne (ya de por sí de consumo moderado en la dieta mediterránea) y el pescado”, subrayan.

Como aclaran estos expertos, tanto la dieta mediterránea completa como la dieta vegana son perfectamente saludables si se realizan de manera correcta, controlando lo que se consume de estos pilares: al hacer la progresión a la dieta vegana es importante sustituir los productos de origen animal por productos vegetales que aporten todos los nutrientes que necesitamos pero no sean ricos en sustancias calóricas y/o superfluas como azúcar, harinas refinadas, sal o almidones”.

El mismo riesgo tienen los superfoods -continúan Escalada y Bravo-, alimentos que por definición presentan unas cualidades extraordinarias, lo que puede llevarnos al error de pensar que da igual si llevamos una dieta desequilibrada o incompleta porque si tomamos un superfood (cualquiera que esté de moda según el momento) nos va a evitar cualquier problema de salud y no es así”. “Siempre va a ser mucho más saludable una buena alimentación global, por ejemplo, la dieta mediterránea, sin superfoods, que una mala dieta con un superfood puntual”, añaden.

dieta mediterránea, la más saludable y la mejor para adelgazar

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Cómo es la ‘verdadera’ dieta mediterránea

Como nos aclaran Escalada y Bravo, “la dieta mediterránea es un modelo de alimentación que se basa en el consumo de frutas, verduras y hortalizas como base de sus platos, que emplea el aceite de oliva virgen extra como grasa fundamental a la hora de cocinar o aderezar, en la que el principal aporte energético son los granos integrales, especialmente el trigo; en la que se emplean proteínas de alto valor biológico como las aves, los pescados, las legumbres, los huevos y los lácteos y en las que el agua como bebida básica y el ejercicio físico son parte esencial de la misma”.

¿Por qué muchos de nosotros nos hemos alejado tanto de la dieta mediterránea? Como apuntan los experto del IMEO, “el desarrollo de la industria alimentaria, el aumento de las horas que pasamos fuera de casa por trabajo o el menor gusto por la cocina entre otros factores, ha favorecido que fueran apareciendo en el mercado los ahora súper conocidos ultraprocesados, a los que en muchos casos se añaden sustancias poco saludables per sé o porque aparecen en mucha mayor proporción de lo que deberían”. “A esto se une el problema de que, en muchos casos, estos productos se publicitan con eslóganes muy atractivos como light, bio, eco, sin azúcar… lo que genera una sensación errónea al que lo está comprando, probablemente interesado en mejorar su salud”, añaden.

“Todo ello –concluyen- ha ido provocando que los alimentos que realmente constituyen la dieta mediterránea (más frescos y menos procesados) y que son los que, en su conjunto, provocan sus beneficios, hayan ido siendo desplazados hacia un consumo cada vez más anecdótico y que, en consecuencia, la sociedad haya ido viendo cómo su salud empeoraba”.

dieta mediterránea, más salud y menos peso

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Dieta mediterránea: más salud y menos peso

¿Siguiendo la dieta mediterránea podemos mantenernos sanos y en nuestro peso? “Una verdad como un puño”, enfatiza el Dr. Cerrud. “Totalmente”, afirman rotundamente Escalada y Bravo ya que, como apuntan, “no es sólo un modelo de alimentación sino un estilo de vida muy aconsejable si queremos estar sanos y mantenernos en un peso y niveles de grasa corporal óptimo”. “Esto se debe a que está basada en el consumo de alimentos nutritivos e incluye la ingesta de agua y ejercicio entre sus básicos”.

Eso sí, como destacan estos expertos, “no debemos olvidar que dentro de la dieta mediterránea debemos adaptar la alimentación a nuestras necesidades específicas (padecimiento de alguna enfermedad, embarazo y lactancia o ejercicio físico) para obtener todos sus beneficios”.

“Por supuesto el nivel de actividad física actual con el de hace 40 años ha variado muchísimo, y hoy vivimos unas jornadas mucho más sedentarias, de ahí que sea crucial adaptar los enfoques de la alimentación mediterránea opciones menos calóricas adaptadas al gasto calórico diario de la vida moderna”, subrayan Escalada y Bravo.

dieta mediterránea, la más saludabel y la mejor para perder peso

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Dieta mediterránea y Plato de Harvard

¿Sería una buena combinación seguir la dieta mediterránea y el plato de Harvard? Como confirman estos expertos, “sí, se pueden emplear unidos como base para la organización de nuestras comidas”. “En concreto, la dieta mediterránea nos ayudaría a saber qué comer (verduras, proteínas de calidad, legumbres, cereales integrales…) y el plato de Harvard nos indicaría en qué cantidad y proporción comer cada cosa”.

¿Qué es el plato de Harvard? Como nos explican los expertos de IMEO, “según el plato de Harvard la mitad de nuestro plato debe estar constituida por frutas, verduras y hortalizas, mientras que la otra mitad se fracciona a su vez en dos partes: la primera de ellas la ocupará una fuente de proteínas saludables y, la segunda, una fuente de granos integrales”.

Dentro de la ración de frutas, verduras y hortalizas, como apuntan estos expertos “hay que tener en cuenta que cuanta más variedad, mejor, y que es bueno alternar entre crudas y cocinadas, y cuanta más variedad de colores, también mejor; además, es bueno priorizar versiones enteras a licuados o triturados.

En cuanto a las proteínas, según estos expertos debemos elegirlas tanto de origen animal (pollo, pavo, conejo, pescados, mariscos o huevos) como vegetal (legumbres) y evitar las más grasas y procesadas (embutidos, salchichas…). “La ración de cereales también deberá variar para hacer más amenos nuestros menús (podemos incluir arroz, pasta o pan integral, patata o boniato y evitar las harinas y opciones refinadas). “Y no podemos olvidar incluir una pequeña cantidad de grasa saludable, normalmente aceite de oliva virgen extra e incluir agua o infusiones en nuestras comidas y cenas para lograr una buena hidratación”, añaden.

Como añade el Dr. Cerrud, cuanto más fresco todo, mejor, y cuanto menos procesado y más de temporada todo, mejor todavía”.

dieta mediterránea, la más sana y la mejor para adelgazar

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El secreto para no tener que hacer dieta

Como subrayan Escalada y Bravo, “el secreto para no tener que ponerse nunca a dieta es llevar una alimentación sana, completa y equilibrada durante toda la vida”. “En ella deberemos incluir alimentos de todos los grupos (hidratos de carbono complejos, grasas saludables, proteínas, vitaminas y minerales) y en cantidad adaptada a nuestra práctica de ejercicio y/o existencia de patologías”, apuntan.

“En la actualidad, y es algo que trabajamos a diario con nuestros pacientes en la consulta, debemos comenzar a cambiar el concepto de ‘dieta’ por aprender a cuidarnos, que el objetivo no sea adelgazar sino mejorar hábitos”, dicen Escalada y Bravo. “Inculcamos también la fórmula 80/20, donde enseñamos a hacer un 80% de alimentación baja en calorías y saludable, combinada con un 20% de otros alimentos más calóricos que habitualmente disfrutamos los fines de semana”, añaden.

Según estos expertos, “cada persona debería tener su enfoque personalizado y adaptado en el que la base esté compuesta por una cantidad de vegetales variados que aporten muchas vitaminas y minerales y muy pocas calorías; elegir la cantidad correcta de grasas, priorizando las saludables poliinsaturadas y monoinsaturadas; y por último, calcular los requerimientos proteicos según nuestro nivel de actividad (entre 1 g por kilo de peso para una persona inactiva, a 1,8 g por kilo de peso para los que practican deporte más intenso)».

Para el Dr. Cerrud, hay tres claves para no tener que hacer dieta: “Control sin obsesión, moderación con indulgencia y transgresiones con compensación”.

Te damos a conocer los mejores planes dietéticos

Los regímenes que contribuyen a mejorar el estilo de vida, a cuidar la salud y a fomentar la actividad física, son las mejores opciones para perder peso de modo saludable.

Vanguardia México / EFE

Cada año que comienza es una nueva oportunidad para hacer realidad el acariciado sueño de alimentarse de modo saludable y despedirse del sobrepeso corporal. Una serie de planes de alimentación con respaldo científico pueden ayudar a cuidar la línea y la salud al mismo tiempo, según los expertos en nutrición.

El equipo del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) ha seleccionado las mejores dietas para 2022 entre todas las que han cobrado protagonismo recientemente y que seguirán marcando tendencias a lo largo del año que comienza.

Son dietas que contribuyen a llevar un estilo de vida saludable, sostenibles en el tiempo, no producen un ‘efecto rebote’ (aumento de peso después de concluirlas) y buscan una pérdida de peso moderada, de hasta 1,5 kilos por semana y no más de 6 kilos al mes, según explica a EFE el dietista Rubén Bravo, portavoz del Instituto .

Estos planes para adelgazar se nutren de todos los grupos de alimentos de un modo que garantiza el buen funcionamiento del organismo, y normalmente son monitorizados por médicos endocrinos, nutricionistas o dietistas, puntualiza Bravo.

Estamos viendo una mayor tendencia a incorporar prácticas típicas de las dietas veganas y vegetarianos, es decir a alimentarse a partir de vegetales, considerarlos una parte fundamental de la alimentación, y darle más importancia a su aporte proteico, como el de las legumbres”, señala a EFE.

También observamos que cada vez más personas prefieren planes que no solo favorezcan la pérdida de peso sino que además contribuyan a cuidar la salud a través de la nutrición y ayuden a mejorar el estilo de vida, combinando la actividad física y los métodos de crecimiento personal”, añade Bravo.

Estos son los tres modelos o métodos que encabezan la novena edición anual del ‘Ranking de mejores dietas del IMEO’, presentados en orden descendente, comenzando por el más indicado:

$!Perder peso cuidando la salud. EFE/IMEO

1 DIETAS ‘CAMBIO 360’

Con esta denominación se designa a un conjunto de sistemas consolidados, que “buscan un cambio de 360 grados a largo plazo en el estilo de vida, abarcando alimentación, práctica de ejercicio físico y crecimiento personal para ser la mejor versión de nosotros mismos”, argumenta Rubén Bravo.

Señala que estas dietas se centran no solo en la pérdida de peso, sino también en la salud, el papel de la comida como medicina, la vitalidad y el estado de ánimo, la calidad del sueño, el manejo del estrés, la mejora física y de la composición corporal, así como reducir y retrasar los efectos propios del envejecimiento.

Uno de los sistemas de Cambio 360 con más renombre es la Dieta de Mayo Clinic, que recomienda tomar cantidades abundantes de frutas y verduras y, en menor medida, carbohidratos de granos enteros, fuentes magras de proteína como las legumbres, pescado y lácteos bajos en grasa, así como grasas saludables para el corazón, según el Instituto.

En este plan, que permite beber agua, café e infusiones entre las comidas principales, es primordial practicar actividad física a diario, de modo que se pueden llegar a perder entre 2 y 4 kilos durante las primeras 2 semanas y de medio kilo a un kilo, durante las semanas posteriores, explican.

El Método Evolution, por su parte, fomenta una nutrición inteligente con suplementos alimenticios de refuerzo, y busca que la persona “adelgace cuidándose”, adoptando y manteniendo unos hábitos de vida saludables y sostenibles a largo plazo que eviten la necesidad de “estar a dieta” cada poco tiempo.

Este sistema incluye alimentos elegidos para estabilizar los niveles de azúcar en la sangre, aumentar la vitalidad y evitar la sensación de hambre, además de alimentar el músculo, favorecer el sistema hormonal, evitar las carencias nutricionales. Además, implica mantener un estilo de vida activo y un pensamiento positivo, bajo el asesoramiento de un profesional, según Bravo.

$!La actividad física ayuda a cuidar la línea. EFE/IMEO

2 PSICONUTRICIÓN O ‘NO DIETA’

Algunas personas vigilan mucho su alimentación, sin estar a dieta, en un planteamiento que permite perder medio kilo a la semana, si se lo combina con una actividad física adecuada, según el IMEO.

Desde este enfoque, la nutricionista Inmaculada Luengo señala que lo más recomendable es “aprender a comer sin restricciones extremas, pero acorde al gasto energético que generamos y la etapa de la vida en la que nos encontramos (embarazo, adolescencia, tercera edad)”.

La denominada ‘no dieta’ no descarta ningún grupo de alimentos, priorizando las verduras, frutas, legumbres, carne, pescado, harinas y granos integrales, grasas buenas ricas en antioxidantes y permitiendo ocasionalmente “darse un capricho” con alimentos de menor calidad nutricional o procesados, asegura.

Quien sigue este tipo de alimentación acostumbra a reducir el consumo de sal y azúcares en el menú y limitar la ingestión de alcohol y refrescos, suele incorporar actividad física para mantenerse activo y se propone objetivos realistas que a su vez favorecen la autoestima, explica Luengo.

Para llevar una “no dieta” es recomendable ser asesorado o monitorizado por un experto en psiconutrición, disciplina que trata la relación psicológica y emocional de las personas con la comida y su forma de alimentarse, a veces debido a la ansiedad, en ciertas situaciones o estados de ánimo, de acuerdo con el IMEO.

3 REALFOOD (“COMIDA REAL”)

La característica fundamental de este modelo, diseñado por el nutricionista Carlos Ríos, consiste en cuidar la salud a base de lo que considera “comida real”, concepto que engloba tanto los alimentos enteros y frescos, que han sido mínimamente procesados, como los alimentos que han sido procesados pero que conservan su calidad y las propiedades saludables iniciales.

Aunque el objetivo del Realfood no es bajar de peso, este sistema permite adelgazar a un ritmo de entre medio kilo y un kilo por semana como “efecto colateral” de la mejora en el estilo de vida y de la reducción del consumo de ciertos productos altamente calóricos y poco saciantes, como galletas, pastelería, zumos y refrescos o salsas industriales, entre otros, según el IMEO.

Aunque para perder peso con este sistema es conveniente excluir o reducir el consumo de aquella “comida real” altamente calórica, como los frutos secos o desecados, apuntan.

Una ventaja de este modelo es que insta a sustituir los productos ultraprocesados por alimentos naturales y sanos, como frutas, verduras, hortalizas y legumbres, lo cual ayuda a mejorar parámetros de la salud, como la tensión arterial y los niveles de glucosa, el colesterol o los triglicéridos en la sangre, añaden.

$!Tendemos a comer más vegetales. EFE/IMEO

DESTACADOS:

+ La Dieta de Mayo Clinic y el Método Evolution, que “buscan un cambio de 360 grados a largo plazo en el estilo de vida, abarcando alimentación, práctica de ejercicio físico y crecimiento personal para ser la mejor versión de nosotros mismos”, encabezan la lista anual de las mejores dietas.

+ La Psiconutrición o ‘no dieta’, que requiere aprender a comer sin restricciones extremas, pero acorde al gasto energético que generamos y la etapa de la vida en la que nos encontramos (embarazo, adolescencia, tercera edad), ocupa el segundo lugar en el podio de los regímenes para perder peso más saludables.

+ El modelo ‘Realfood’, consistente en consumir “comida real” que engloba tanto los alimentos enteros y frescos mínimamente procesados, como aquellos alimentos que han sido procesados pero que conservan su calidad y propiedades saludables iniciales, es la tercera opción más indicada.

Por Omar R. Goncebat EFE/Reportajes

Navidades con menos riesgo de engordar y celebraciones, las justas

Debido a la limitación de las reuniones sociales y los efectos económicos de la pandemia, estas navidades hay menos riesgo de engordar, estiman los expertos del IMEO y sugieren ideas de menús más equilibrados y asequibles para evitar excesos tanto en la ingesta, como en la cesta de compra.

·      Se podrán reunir hasta diez personas en los días señalados y hasta seis en el resto. El toque de queda en Nochebuena y Nochevieja se amplía a la una y media de madrugada y únicamente para volver a casa.

·      Un reciente estudio apunta que casi la mitad de los españoles perciben caída en sus ingresos como consecuencia de la pandemia provocada por la covid-19.[1]  


Este año nos esperan unas Navidades marcadas por el coronavirus: en casa, sin grandes reuniones familiares, cenas de empresa o fiesta de copas para el fin de año. De hecho, apuntan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), si solamente se celebran los días señalados (Noche Buena, Navidad, Noche Vieja, Año Nuevo, Reyes), tendremos que hacer frente a tan sólo cinco comidas en petit comité de máximo diez asistentes. Por tanto, el riesgo de engordar es menor que otros años, pero aun así se pueden coger entre 2 y 4 kilos de media durante el período, si se descuidan las calorías y las cantidades. Cabe recordar que tan sólo una comida navideña puede aportar entre 3000 y 3500 Kcal, el equivalente a dos días de dieta normal, cuando lo ideal es que no sobrepase el 30% de la ingesta calórica diaria, es decir entre 450 y 750Kcal en función del sexo, el peso, la edad y actividad física de la persona.

Asimismo, desde el Instituto recalcan las secuelas económicas de la pandemia que para muchas familias se hacen visibles a la hora de llenar la cesta de la compra y aconsejan huir de alimentos de bajo coste y dudosa calidad nutricional, como ultraprocesados, bollería industrial o bebidas azucaradas, porque contribuyen al aumento del peso en estas fechas y su consumo excesivo puede ser perjudicial para la salud.

“Los banquetes gastronómicos entorno a la Navidad se han convertido en un arma de doble filo: lo que se plantea como excusa para deleitar el paladar a fin de cuentas es la causa de aquellos kilitos de más que se nos hacen cuesta arriba en el mes de enero”, señala Rubén Bravo, experto en nutrición y portavoz del IMEO. Es preciso planificar minuciosamente los menús festivos, optando por platos menos calóricos, ligeros y digeribles y calculando las cantidades según los comensales para evitar tirar de las sobras en los días posteriores. También es importante controlar las técnicas de cocinado y presentación que pueden disparar las calorías del plato; evitar en la medida de lo posible el consumo de pan, salsas y alcohol; y optar por postres sanos y caseros, o bien limitar las cantidades del consumo de los dulces típicos navideños que comienzan a venderse desde el mes de noviembre.

Por este motivo, los expertos del IMEO ofrecen ideas de menús ricos y nutritivos que no sólo nos ayudarán a ahorrar dinero y calorías, sino también aumentarán nuestras defensas en tiempos de pandemia con su aporte de vitaminas, minerales, grasas saludables y antioxidantes. Están basados en las versiones más económicas de carne (jamón serrano, pollo o cortes magros de cerdo), pescado y marisco (langostinos, almeja de carril, corvina, lubina, salmón), frutas y verduras de temporada y proximidad, y vinos locales (tintos, blancos secos, verdejos). De esta forma, calculan que el precio del festín puede salir de 6 a 11 euros por persona y su aporte calórico, entre 400 y 700Kcal.

Menú de Navidad basado en pescados y mariscos

confeccionado por la nutricionista Inmaculada Luengo

COMIDA  690 kcal/persona

10,86€ por persona aprox.

Primero

Falso risotto de quinoa con gambas y almejas
2,76€/ persona


Segundo

Espárragos al horno con corvina a la sal
6,72€/ persona


Postre

Pudin de chocolate, coco y frambuesas
1,38€/ persona


CENA  631 kcal/persona

8,48€ por persona aprox.


Entrante

Dos rollitos de salmón ahumado rellenos de queso cottage y eneldo

3,20€/ persona

Plato principal
Trigueros al horno, puré de boniato y lubina a la sal
3,53€/ persona

Postre

Tarta de kéfir y frutos rojos              

1,54€/ persona

Incorporar los pescados y mariscos en nuestro menú de Navidad tiene múltiples aspectos positivos. “Son alimentos versátiles, ricos en vitaminas (A, D, E y del grupo B liposolubles) y minerales (calcio, fósforo y selenio) que aportan a nuestra dieta micronutrientes que no podemos sintetizar o generar en nuestro organismo, si no fuera por la alimentación”, señala la nutricionista Inmaculada Luengo.

Una forma de controlar la ingesta sería evitar los aperitivos y plantear el menú por unidades; así es más fácil contabilizar y calcular tanto el coste de cada comensal, como su aporte calórico.

El falso risotto con gambas y almejas, de primero, recurre a la quinoa en lugar del arroz para mejorar la calidad nutricional del plato. Se trata de un pseudocereal compuesto principalmente por hidratos complejos, proteína y ácidos grasos omega 3 y 6 y de bajo índice glucémico. Ayuda en caso de estreñimiento y para controlar el colesterol, es antioxidante y rico en micronutrientes como calcio, hierro magnesio, vitaminas del grupo B y vitamina E, argumenta. 

Si se combina con otros antioxidantes como el cilantro, el perejil o el ajo, reducirá tanto la oxidación a nivel celular, como los procesos inflamatorios y nos ayudará a reforzar al máximo posible nuestro sistema inmune en tiempos de pandemia.

De segundo plato, se puede incluir una combinación de verduras y proteínas, como trigueros y corvina al horno, que complementaría nutricionalmente al primero. La corvina es un pescado blanco con menor contenido en materia grasa y un aporte calórico bajo. Es rica en fósforo, fundamental para órganos como el cerebro, corazón y riñones; selenio, con alto poder antioxidante; y calcio, esencial para la densidad ósea.

Para terminar de una forma dulce y saludable este menú navideño, la experta del IMEO propone un pudin de chocolate, coco y frambuesas. Un postre saciante, gracias al sabor intenso del chocolate 85% que contrasta con las frambuesas que se pueden sustituir por frutos rojos como moras o arándanos, todos ellos con alto poder antioxidante.

En las cenas será preciso reducir la ingesta para no pecar en la costumbre de cenas copiosas. Por esto, la nutricionista propone de entrante rollitos de salmón rellenos de queso cottage 0% y eneldo (dos unidades por persona). Los ácidos grasos ricos en omega-3 proveniente del salmón favorecen el buen funcionamiento cerebral y previenen de enfermedades cardiovasculares.  

Para el plato principal se puede optar por una lubina a la sal (media unidad por persona) con guarnición de trigueros y boniato asado. A pesar de ser más contundente, este tubérculo naranja tiene es muy completo a nivel nutricional, nos aporta provitamina A en forma de betacaroteno, importante para nuestra retina, piel, pelo y mucosas, vitamina E (antioxidante) y ácido fólico, el cual interviene en la producción de células sanguíneas y en la formación de anticuerpos.

Como postre de la cena navideña se puede optar por una tarta de kéfir y frutos rojos de un sabor dulce natural. Es beneficioso para nuestra microbiota intestinal, nos aportaría esas bacterias buenas que nos ayudan a reforzar el sistema inmune y la salud en general.


Menú de Navidad basado en carne

confeccionado por la nutricionista Carmen Escalada

COMIDA  688 kcal/persona

5,70 € por persona aprox.

Primero

Lombarda con manzana, piñones y jamón serrano
2,15€/ persona

Segundo
Redondo de cerdo relleno de verduras de temporada  con alcachofas crujientes  

2,22 €/persona

Postre
Cheescake con frambuesas            

1,33€/persona

CENA  389 kcal/persona

6,39 € por persona aprox.


Entrante

Consomé de huesos y jamón    
1,12 €/persona

Plato principal
Muslos de pollo con setas en salsa de Oporto

4,45 €/persona

Postre
Bombones de fruta y chocolate negro

0,82 €/persona

Para la comida basada en carne la nutricionista clínica del IMEO, Carmen Escalada propone de primer plato lombarda con manzana, piñones y jamón serrano. Es una receta que nos va a aportar nutrientes de todos los grupos: carbohidratos de lenta absorción, fibra, proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales. Es fácil y rápida de cocinar y permite ajustar las cantidades a las reuniones reducidas.  

De segundo, sugiere un redondo de cerdo relleno de verduras de temporada como pimiento, cebolla, puerro y zanahoria con una guarnición de alcachofas al horno. “Estamos optando por un corte de la carne bajo en grasa, pero rico en proteínas de calidad y vitaminas del grupo B que contribuyen a contrarrestar la fatiga y el cansancio que está padeciendo mucha gente como consecuencia de los meses de pandemia”, apunta la experta. Además, el hecho de emplear verduras de temporada hará que el precio del plato disminuya y que las estemos consumiendo en su momento óptimo por lo que su sabor será notablemente mejor y su aporte nutritivo, más elevado.

De postre, se puede hacer un cheescake con frutos rojos sano, sabroso y rico en nutrientes que fortalezcan nuestro sistema inmune. Para prepararlo, necesitaremos yogur proteico sin azúcares añadidos, queso tipo crema light, huevos y una cucharadita de Stevia. Una vez batido, se hace al horno en moldes individuales. Se adorna con frambuesas por encima para darle un toque dulce y el aporte necesario de antioxidantes esenciales para nuestras defensas. 

Para la cena “se puede plantear un menú muy similar, pero más ligero para que podamos descansar bien sin irnos muy llenos a la cama, pero sin restar un ápice de sabor, ni aporte nutritivo”, sugiere. Un consomé de jamón y huesos para entrante nos calmará el hambre aportando muy pocas calorías e hidratándonos al mismo tiempo.

De segundo, podemos servir muslos de pollo con setas en salsa de Oporto que le dará un toque especial. La carne de pollo es fuente de proteínas de calidad, vitaminas del grupo B y el zinc, aporta poca grasa y es fácil de digerir. Las setas tienen bajo aporte calórico y son ricas en vitamina D que juega un papel esencial en el pronóstico del coronavirus.

De postre podemos preparar bombones de fruta cubierta de chocolate negro usando fresas, piña, kiwis o naranja, ya que son ricas en vitamina C que contribuye a reforzar el sistema inmune.

En cuanto al maridaje, lo ideal es acompañar los primeros platos o entrantes con agua (natural, con gas o a base de frutas infusionadas) o cerveza sin alcohol. Para los platos principales, al ser una ocasión especial, se puede optar por tintos para acompañar las carnes y vinos blancos secos o verdejos para los pescados, moderando su consumo a una o dos copar por persona.


[1] Según un estudio reciente de  Focus on Spanish Society de Funcas.

La lista de alimentos que no se toman por miedo a engordar

CuidatePlus Marca, por Ana Callejo Mora

Siempre se ha tendido a clasificar los alimentos en dos grupos diferenciados, los que engordan y los que no. Además, está tendencia se ha incrementado últimamente debido a que ha aumentado la preocupación global por el culto al cuerpo y la imagen física.

El problema de esta creencia es que parte de un error de base que es que, efectivamente, hay alimentos más calóricos que otros, pero el hecho de que engordemos, o no, no va a depender de un solo alimento sino de la composición global de nuestra dieta y de la diferencia entre las calorías que consumimos y las que gastamos. Además, tendemos erróneamente a asociar bajo en calorías con sano y, por consiguiente, alto en calorías con insano y esto, no siempre se cumple”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).

“De hecho, cada vez que viene gente a la consulta suelen hacer preguntas sobre los alimentos que engordan”, comenta Jorge Ascariz, Técnico Superior en Dietética de la Sociedad Española de Técnicos Superiores Sanitarios (SETSS).

Respecto a los alimentos que no se comen por miedo a engordar, algunos de los más habituales son el pan, la pasta, el queso, las legumbres, las patatas, el chocolate, la bollería, los helados y la pizza, aunque Escalada puntualiza que esta lista ha ido cambiando a lo largo de los años.

Los alimentos señalados

El pan

“No se trata de evitar su consumo puesto que, además, en España tiene un importante componente social y cultural, sino de que elijamos un pan de calidad y lo tomemos en cantidad moderada y adecuada a nuestra actividad física”, destaca Escalada.

Para elegir un pan de calidad deberemos fijarnos en que esté elaborado con harinas 100% integrales y que su aporte de sal no sea muy elevado. Así, además de reducir nuestra ingesta de hidratos de carbono de rápida asimilación (los más relacionados con la obesidad), estaremos aumentando nuestro consumo de fibra que favorecerá nuestra saciedad, vitaminas y minerales.

“Si nos basamos en la reconocida dieta mediterránea, el pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria por su composición rica en carbohidratos, ya que es nuestra principal fuente de energía”,  afirma Ascariz, subrayando que sus productos integrales nos aportan más fibra. “No quiere decir que tengamos que comerlos diariamente, pero sí algunos de ellos en alguna de las comidas diarias. Algo muy importante es tener en cuenta las cantidades”.

Pasta.

La pasta

En el caso de la pasta, ocurre como con el pan. “No son alimentos especialmente calóricos, pero si los consumimos elaborados con harinas refinadas estaremos aportando a nuestro organismo una alta cantidad de hidratos de carbono de asimilación rápida que, entre otros problemas, favorecerá la ganancia de peso”, explica la nutricionista clínica.

Por ello, se puede consumir pasta, pero siempre asegurándonos de que sea integral y adaptando la cantidad y frecuencia de consumo al ejercicio que realicemos. Además, es importante tener cuidado con las salsas y otros ingredientes con los que se combine en el cocinado, ya que, en muchos casos, son los que más aumenta las calorías ingeridas.

En concreto, señala el miembro de la SETSS, “podemos consumir un par de veces por semana platos de pasta, preferentemente que sea pasta integral y teniendo en cuenta algo muy importante: las raciones. No más de 100 gramos de pasta ‘en crudo’ por persona”.

Quesos.

El queso

“El queso sí que es un alimento calórico debido a que, en muchos casos, tiene una elevada cantidad de grasa. Sin embargo, hay tantos tipos de quesos que es posible disfrutar de algunos de ellos sin temor a subir mucho nuestra ingesta de calorías. Así, algunos de los menos calóricos son el queso de Burgos, la mozzarella fresca, el requesón, el queso fresco batido o normal y el queso feta”, enumera Escalada.

Con respecto al queso, Ascariz afirma que “si es fresco, podemos consumirlo varias veces por semana; en el caso de los curados, debemos tomarlos en menor cantidad pues son mucho más grasos, por tanto, más calóricos y menos beneficiosos para aquellas personas que padecen alguna dislipemia”.

Chocolate.

El chocolate

El chocolate es uno de los alimentos que más se ha ligado siempre a la subida de peso, por lo que siempre se ha tendido a eliminar de las pautas de adelgazamiento”, reconoce Escalada. “Sin embargo, como en el caso de los quesos, aunque es un alimento bastante calórico, hay muchas variedades. Si queremos consumirlo y mantenernos en nuestro peso, debemos, aparte de tomarlo con moderación, fijarnos en su composición. Lo más importante es la cantidad de cacao que lleve el chocolate ya que, cuanta más alta sea, mejor. De esta manera, nos aseguramos que tiene menos azúcar. Además, tenemos que tener en cuenta que el blanco y los que llevan añadidos frutos secos o fruta deshidratada aumentan considerablemente las calorías”.

Ascariz resalta la idea de que el chocolate siempre es mejor cuanto más puro sea. Cuanto mayor sea su porcentaje de cacao, llevará menos azúcar, además de que el sabor amargo nos saciará antes. Pero en este caso, yo lo dejaría para aquellos caprichillos puntuales”.

Frutos secos.

Los frutos secos

Por último, los frutos secos son también un alimento energético por su alto contenido en hidratos de carbono de asimilación lenta y grasas saludables. “Esto significa que, a pesar de que hay que consumirlos en cantidad reducida, son muy saludables, contribuyen a aumentar la saciedad y pueden tener perfecta cabida en una pauta de adelgazamiento. Eso sí, además de tomarlos en cantidad muy reducida, deberemos elegirlos naturales o tostados y evitar los fritos, salados, azucarados o garrapiñados”, recomienda Escalada.

“Los frutos secos deberían ser preferiblemente crudos”, insiste Ascariz. “Son muy conocidos los beneficios de consumir nueces, así que son una buena opción para tomar como tentempié o merienda. Por ejemplo, una tostada de pan (30 gramos) acompañada de queso freso tipo Burgos (65 gramos) y un par de nueces”.

Al final la cantidad es lo que cuenta. “En lugar de comer solo una gran cantidad de pan o de queso o una bolsa de nueces, combinamos los tres alimentos, dando así más variedad y aportando nutricionalmente más beneficios a la dieta. De esta forma, tenemos aporte de carbohidratos por parte del pan; grasas, por parte de los frutos secos; y proteína, que nos aporta el queso”, comenta el Técnico Superior en Dietética.

La importancia de la dieta habitual frente a la ingesta puntual

En la ganancia de peso, ¿el riesgo se encuentra más en los alimentos que se toman habitualmente que en los que se ingieren puntualmente? “No hay ningún alimento que por sí solo nos vaya a hacer adelgazar o engordar, sino que esto está marcado por el global de la dieta que llevemos y la energía que gastemos. Por tanto, si nuestra alimentación es sana y basada en alimentos de calidad tomados en las cantidades adecuadas y un día puntual comemos algo más calórico no tenemos por qué engordar. Por el contrario, si aquellos alimentos que más calorías contienen los tomamos asiduamente o dentro de una dieta poco equilibrada es muy probable que subamos de peso”, dice Escalada.

Generalmente, comenta Ascariz, “el riesgo se halla en los alimentos que tomamos de forma habitual, ya que son los que forman parte de nuestros hábitos de alimentación. Un buen ejemplo son aquellas personas que se alimentan de forma saludable, siguiendo una dieta equilibrada, y que cuando llegan fechas como las Navidades hacen ‘excesos’. Si el resto de los días siguen con sus hábitos, no suelen tener una gran variación ponderal”.

Qué pasa cuando se evitan estos alimentos en la cena

Tradicionalmente, los grupos de alimentos que más se ha tendido a eliminar de las cenas son los ricos en hidratos de carbono como las pastas, los arroces, la patata, las legumbres o el pan.

Según la experta del IMEO, “el problema no es tanto por las calorías que aportan, sino más bien porque la función principal de estos nutrientes en nuestro organismo es proporcionarnos energía. Puesto que por la tarde/noche -hablando siempre en general- nuestra actividad y, por tanto, nuestra necesidad de energía, tiende a disminuir, conviene no abusar de estos alimentos en este momento del día si queremos bajar peso. En el caso de tomarlos, optar por opciones integrales”.

Qué sucede si se vetan estos alimentos durante mucho tiempo

Ascariz recuerda que los alimentos como el pan, la pasta, los cereales y las patatas nos aportan fundamentalmente energía en forma de carbohidratos, que son la fuente principal de energía del cuerpo. Por ejemplo, el cerebro consume gran cantidad de esta energía para su correcto funcionamiento, alimentan también al músculo y su carencia puede reflejarse como cansancio corporal. “Si la carencia de carbohidratos en la dieta se prolonga durante mucho tiempo, esto podría ocasionar problemas renales, sobrecarga del hígado y descalcificación ósea”.

En el caso de los alimentos grasos como el queso, el chocolate o los frutos secos, “aportan las vitaminas liposolubles AE, tan necesarias en muchos procesos fisiológicos. Además, la membrana celular está compuesta de lípidos (grasas). En resumen, no es recomendable eliminar estos alimentos de la dieta, pero sí ser conscientes de que su consumo debe producirse en cantidades moderadas y adecuadas a cada individuo”, advierte el Técnico Superior en Dietética.

En opinión de Escalada, “vetar unos determinados alimentos en una pauta de alimentación no resulta beneficioso ni efectivo a largo plazo puesto que, muy probablemente, aumentarán nuestras ganas de consumirlos y, además, el hecho de que un modelo de alimentación sea sano, o no, nunca va a depender en exclusiva de un alimento que en él se incluya sino del global”.

Resulta mucho más adecuado “entender cuáles son nuestras necesidades y qué alimentos debemos consumir de manera habitual y cuáles solo deben aparecer en nuestra dieta de manera meramente anecdótica. Además, es importante también adaptar la cantidad en la que consumimos cada alimento, según los nutrientes y calorías que nos aporta”, aconseja la nutricionista clínica.

Alimentos que se consideran ‘inofensivos’

Al igual que existen alimentos que han sido catalogados como inadecuados para bajar peso con o sin motivo, también los hay que creemos que tienen el efecto contrario y, de la misma manera, no siempre es cierto.

En los últimos años, ha aumentado la preocupación social por el peso corporal y la salud, y, tal  como dice Escalada, “esto ha favorecido que la industria alimentaria se lance a generar innumerables productos etiquetados como ‘light que, en ocasiones, consumimos sin preocupación y que nos pueden dificultar la bajada de peso, aparte de generar otros problemas de salud”.

Para entenderlo mejor, prosigue la experta, hay que tener en cuenta que para que un producto lleve la etiqueta light solo se le exige que tenga un 30% menos de calorías que sus similares. Por tanto, unas patatas fritas de bolsa, aunque sean light van a seguir siendo muy calóricas y no debemos consumirlas ni de manera habitual ni en cantidad descontrolada, si queremos estar sanos y bajar de peso. La variedad de estos productos es enorme: aperitivos, refrescos, derivados lácteos, productos de bollería, salsas…

Además, concluye la nutricionista del IMEO, “otro problema que estos productos suele generar es que son adictivos (cuanto más tomamos más queremos) y poco saciantes, por lo que, ligado a su consumo despreocupado por creerlos bajos en calorías, hará que comamos más y, con ello, que en vez de adelgazar, engordemos”.

Comer bien no es más caro: el coste de los malos hábitos

Este viernes se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una cita que el comparador Acierto.com ha querido aprovechar para analizar qué es más económico, comer bien, o hacerlo de forma menos saludable. Porque no estamos hablando de una cuestión meramente monetaria, sino de nuestra salud a largo plazo.

El análisis: los ultraprocesados, un 24% más caros

Así, el comparador establece distintas analogías para las diferentes comidas del día. Por ejemplo, un kilo de cereales azucarados para el desayuno ronda los 8 euros, mientras que el precio de la misma cantidad de avena se reduce a la mitad. Lo mismo ocurre con la fruta –podemos optar por fruta de temporada–. Por ejemplo, el kilo de manzanas se encuentra alrededor de 1,60. Y el yogur a 1,80/kg.

Tampoco sale más caro sustituir por frutos secos o fruta la bollería o zumos azucarados del almuerzo. Un puñado de cacahuetes supone 0,15 mientras que un bollo ronda los 0,50 euros.

En las comidas principales ocurre algo similar: las legumbres, el arroz, el pollo, son productos económicos. Y se calcula que medio kilo de lentejas ronda los 4 euros. Frente a los 5 euros que cuestan medio kilo de nuggets de marca blanca.

Por supuesto, esto tiene en cuenta el tiempo, es decir, los guisos podrían tardar algo más en elaborarse. Pero no ocurre lo mismo con las cremas, purés o carnes y pescados a la plancha. Los nutricionistas abogan por una vuelta a la cocina tradicional.

Por otra parte, el coste por caloría de los alimentos ultraprocesados es al menos un 24% más caro que el de los cocinados en casa. Por no hablar de algunas diferencias que incrementan el coste de comer mal como picar entre horas, consumir refrescos entre horas, etcétera.

Se estima también que los desayunos y meriendas saludables rondan los 2,50 euros, frente a los insanos que se sitúan sobre los 3,90. Las comidas principales cuestan 9,40 frente a los 11,60 de las dietas menos saludables.

Los hábitos de la cuarentena

Curiosamente, las cifras que maneja el comparador revelan un mayor índice de obesidad en los estatus socioeconómicos más bajos. En concreto, entre las rentas más bajas la incidencia asciende al 22%, frente al 9% de las rentas más altas. Sin embargo, aquí hay que tener en cuenta otros factores como, por ejemplo, que las personas con menos recursos experimentan mayores niveles de ansiedad –relacionados con el emotional eating–, que hace decantarse a estos consumidores por productos hipercalóricos más baratos.

Durante la cuarentena, por ejemplo, los españoles cambiaron sus hábitos en varias ocasiones. De hecho precisamente al principio los carritos de la compra se llenaron de productos para elaborar repostería, de chocolate y otros alimentos que calman la ansiedad a largo plazo. Sin embargo, a medida que la pandemia avanzaba fueron ganando terreno los frescos.

El coste de los malos hábitos

Pero no solo hay que tener en cuenta el dinero, sino las consecuencias del sobrepeso y la obesidad: mayor riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas, articulares, problemas dentales. Con el coste que eso implica, tanto económico como sobre nuestra salud.

Por desgracia, parece que los españoles no sabemos cómo alimentarnos bien. De hecho, más de la mitad de los españoles tienen sobrepeso y 1 de cada 6 es obeso. Sin embargo, el 80% de las personas que padecen esta enfermedad lo ignora. Además, lo curioso del caso es que más de la mitad de los ciudadanos ha estado a régimen alguna vez en su vida y que casi el 84% declara que intenta incorporar a su vida una dieta más saludable.

La cobertura de nutrición de los seguros de salud puede ser clave para detectar a tiempo algunos problemas relacionados con el peso corporal. En términos mundiales, el índice de obesidad se ha triplicado desde 1975.

Comer bien podría abaratar el seguro de salud

Como decíamos, la mayoría de seguros incluyen el servicio de nutricionista, un profesional indispensable para aprender a comer de forma saludable. Es el caso de Adeslas, cuya cobertura de nutrición incluye dietas personalizadas, planes dietéticos para personas con problemas de salud, asesoramiento a embarazadas y a pacientes que quieran realizarse una reducción de estómago. 

La línea médica nutricional de DKV, el asesor nutricional de AXA, y el programa de servicios de gestión de peso corporal de Cigna son otros destacables. Además muchas de ellas cuentan con apps específicas.

Por otra parte, cuidarse también tiene premio en el seguro de salud. Sí, porque alimentarse correctamente reduce el riesgo del cliente, es decir, un paciente sano y con buenos hábitos comporta menos riesgo para la aseguradora. Y consecuentemente, su prima probablemente sea más baja. Asimismo, algunas entidades ofrecen sistemas de recompensas a sus clientes más activos.

Alimentación saludable de verano

Telemadrid, Está Pasando

El verano es la estación favorita de muchas personas que quieren disfrutar de la playa, del sol y de alimentos frescos que nos hagan soportar las altas temperaturas. Un gazpacho, un helado, una ensaladilla rusa… ¿pero de verdad todos estos alimentos son saludables? El nutricionista Rubén Bravo, nos va a contar en Está Pasando qué alimentos de verano son sanos y cuáles no.

El verano es la época en la que menos deporte hacemos y en la que comemos menos: “En estos meses se bebe más alcohol y se come peor”, explica Rubén. Las bebidas alcohólicas tienen muchas calorías: “no podemos utilizar este tipo de bebidas para que nos quiten la sed. Si queremos tomar por ejemplo, un tinto de verano, mejor acompañado de un vaso de agua”, explica. Hay alimentos que parecen sanos y no lo son: “Un zumo de naranja por la mañana puede parecer muy sano pero tenemos que utilizar al menos tres naranjas, por lo tiene mucha azúcar. Es mejor siempre comernos la fruta entera”, cuenta el nutricionista.

El gazpacho es otro alimento que nos encanta tomar el verano pero que no siempre es sano: “El problema es que el gazpacho lo tomamos en grandes cantidades y se recomienda tomar poco. Si además lo compramos elaborado, debemos fijarnos bien en la etiqueta”, explica Rubén.

Brócoli, freno natural al cáncer

Una sustancia química que contienen ciertas verduras crucíferas, como el brócoli, podría ayudar a evitar y combatir distintos cánceres, al favorecer la actuación en el organismo de uno de los genes supresores de tumores más potentes del cuerpo, según han descubierto investigadores de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos

El Horizonte, EFE/ Monterrey

Uno de los avances más recientes contra el cáncer, no proviene de las probetas, instrumentos y complejas formulaciones de los laboratorios de bioingeniería, sino que nos llega de la naturaleza. Se trata del brócoli, una variedad de la col, con hojas de color verde oscuro, más recortadas y que no se apiñan.

Esta verdura contiene una sustancia química que puede ayudar a suprimir el desarrollo de los tumores, según ha descubierto un equipo de Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en EEUU.

Los expertos de esta universidad han relacionado un compuesto denominado I3C ,que se encuentra  en el brócoli, las coles de Bruselas y otras verduras crucíferas, con la actividad de uno de los genes supresores de tumores más potentes del cuerpo.

Uno de los avances más recientes contra el cáncer, no proviene de las probetas, instrumentos y complejas formulaciones de los laboratorios de bioingeniería, sino que nos llega de la naturaleza. Se trata del brócoli, una variedad de la col, con hojas de color verde oscuro, más recortadas y que no se apiñan.

Esta verdura contiene una sustancia química que puede ayudar a suprimir el desarrollo de los tumores, según ha descubierto un equipo de Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en EEUU.

Los expertos de esta universidad han relacionado un compuesto denominado I3C ,que se encuentra  en el brócoli, las coles de Bruselas y otras verduras crucíferas, con la actividad de uno de los genes supresores de tumores más potentes del cuerpo.PUBLICIDAD

El estudio dice que el indol-3-carbinol o I3C está involucrado en una compleja reacción química en cadena que ayudar a liberar de interferencias a un gen supresor tumoral para que pueda hacer su trabajo.

Este trabajo también destaca la “guerra química” que se desarrolla dentro del cuerpo a medida que lucha para prevenir el desarrollo de tumores, incluso cuando los propios tejidos enfermos luchan para crecer y diseminarse en el organismo.

La investigación salió del laboratorio del investigador Pier Paolo Pandolfi del Centro Médico Beth Israel Deaconess,  BIDMC, en Boston, Massachusetts (EEUU) y del Instituto de Investigación del Cáncer (CRI), quien está explorando las propiedades anticancerígenas de las crucíferas, una familia de verduras, que además del brócoli, incluye a las coles o repollitos de Bruselas, el repollo, la coliflor y la col rizada.

Las crucíferas contienen unas sustancias químicas llamadas glucosinolatos, responsables del aroma penetrante y el sabor amargo de estas verduras, que durante la preparación de las comidas y, al masticarlas y digerirlas, se descomponen en otros compuestos como los isotiocianatos, tiocianatos e indoles, según el Instituto Nacional del Cáncer, de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU.

El indol-3-carbinol (un indol) y el sulforafano (un isotiocianato) son estudiados frecuentemente por sus efectos anticancerosos, y en estudios con animales de laboratorio se ha descubierto que los indoles y los isotiocianatos inhiben la formación de cáncer en varios órganos, entre ellos: la vejiga, las mamas, el colon, el hígado, los pulmones y el estómago, según el NIH.

Los estudios de estas sustancias en seres humanos han arrojado resultados más moderados, encontrando algunas evidencias de que las personas que mantienen un alto consumo de plantas crucíferas podrían presentar un riesgo más bajo de padecer cánceres de próstata, colorrectales (en mujeres), de pulmón y de mama, de acuerdo a esta misma fuente.

GUERRA QUÍMICA EN EL INTERIOR  DEL CUERPO.

Pandolfi, profesor de medicina dirigió un equipo en la Facultad de Medicina de Harvard, que exploró la función de un gen supresor del cáncer llamado PTEN, y considerado como “uno de los supresores de tumores más importantes de la genética del cáncer”.

El gen PTEN es el blanco habitual de los cánceres, que buscan eliminarlo, mutarlo o inactivarlo de distintas maneras.

En sus investigaciones, en las que experimentaron con células humanas y ratones criados para desarrollar cáncer, descubrieron que una enzima (un tipo de proteína) llamada WWP1 y conocida por promover el crecimiento de esta enfermedad, desempeña un papel importante al interferir el funcionamiento del gen PTEN.

También descubrieron que un compuesto natural que se encuentra en las verduras crucíferas, el indol-3-carbinol, o I3C, neutraliza a dicha enzima, restaurando los poderes de supresión de tumores del gen PTEN, en ratones de laboratorio diseñados genéticamente para desarrollar cáncer de próstata, según indican desde la universidad de Harvard.

Este trabajo, respaldado por el NIH, abre la puerta al desarrollo de medicamentos contra el cáncer basados en la supresión de la enzima WWP1 y la consiguiente liberación del gen PTEN para hacer su trabajo, según los autores de esta investigación.

El compuesto protector de PTEN, I3C, ya era conocido por la ciencia y se pensaba que tenía propiedades anticancerígenas, aunque su mecanismo preciso era hasta ahora un misterio.

A pesar de estos resultados prometedores, el profesor Pandolfi no alienta a las personas a “darse un atracón de brócoli”, ya que las dosis utilizadas en los experimentos con ratones de laboratorio, serían el equivalente a que un ser humano comiera más de 6 libras (2,72 kilos) de brócoli al día.

El enfoque práctico más probable sería desarrollar una píldora basada en el I3C, que parece ser bien tolerado por los humanos, y del cual hay algunas versiones en el mercado basadas en las propiedades anticancerígenas que mostraron estudios preliminares, según Pandolfi.

Aunque todavía queda trabajo por delante para investigar las dosis apropiadas y los efectos no deseados de los suplementos de I3C, de acuerdo a este investigador.

EL BRÓCOLI EN LA ALIMENTACIÓN.

“El brócoli o brécol es considerado como un “superalimento” por su alta densidad nutricional y bajo aporte calórico, aunque no tiene una gran aceptación, al igual que la mayoría de las coles, por su sabor, olor al cocinarlo y textura”, explica a Efe, Rubén Bravo, dietista experto en nutrición y gastronomía, del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, IMEO (www.imeoobesidad.com).

El nutricionista explica que esta verdura crucífera tiene una gran cantidad de vitaminas, minerales, aminoácidos y fitonutrientes específicos, destacando la vitamina A, del grupo B y C, e igualmente es rico en selenio, calcio, potasio, carotenos, aminoácidos y fibra.

Según Bravo hay una evidencia científica notoria que permite afirmar que su consumo “ayuda a reducir la probabilidad de padecer cáncer de colon por su alto contenido en selenio”, aunque también podría ser una alternativa terapéutica cuando se sufre este cáncer, pues se ha demostrado la eficacia de algunos de sus compuestos en la eliminación de células cancerosas.

Asimismo incluir el brócoli de manera regular en nuestra alimentación “puede ayudarnos en los planes adelgazantes por su alto contenido en fibra y proteínas, ya que aporta mucha saciedad y regula los niveles de azúcar en la sangre”.

“El brócoli, además, tiene una importante acción antioxidante, siendo un aliado frente al envejecimiento prematuro, y ayuda a prevenir  enfermedades cardiovasculares como la hipertensión y la hipercolesterolemia”, destaca Bravo.

Por Omar R. Goncebat.

EFE/REPORTAJES

Consejos nutricionales para ser un anfitrión «saludable» en los convites de Navidad

Se acercan las Navidades y comienzan las preocupaciones por hacer que la típica frase de “cuidaré mi alimentación” secundada por “me apuntaré al gimnasio” no quede en un mero propósito de año nuevo, señalan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad.

Las comidas copiosas en días seguidos pueden afectar nuestra salud y no sólo en términos de sobrepeso

Durante el período que duran las fiestas navideñas la población parece tener menor preocupación a la hora de cometer excesos, por lo que existe un descontrol en cuanto a cantidades, bebidas alcohólicas y comidas ricas en grasas y azúcares, lo que sumado al estrés que muchas veces ocasionan las grandes reuniones familiares con las correspondientes preparaciones de comidas y a la falta de descanso hace que se produzcan cambios en el ritmo corporal, sobre todo en aquellas personas que ya tienen una enfermedad diagnosticada o factores de riesgo asociados. 

Cada comida cuenta, por lo que es importante intentar evitar comer de manera rápida y desordenada (lo que puede conllevar mayor riesgo de atracones), y sustituir comidas ricas en grasas y azúcares por platos con mayor número de verduras y hortalizas (mejor incluso si una ración del día se consume en crudo para favorecer la asimilación de vitaminas), así como limitar el consumo de alimentos que tengan calorías vacías como los refrescos, dulces, snacks, golosinas y alcohol, ya que “estos alimentos favorecen la aparición de reflujo gastroesofágico, distensión abdominal, gases, digestiones pesadas, malestar general, aumento de los niveles de glucosa en sangre, así como de los niveles de triglicéridos y colesterol asociados con la aparición de arterioesclerosis y otras enfermedades cardiovasculares, también asociadas a la aparición de anginas de pecho y ataques cardíacos”, argumenta la nutricionista del IMEO, Sonia Peinado.

Consejos hacia los anfitriones para que sus comidas navideñas sean un éxito y no un problema añadido para sus invitados  

Las comidas navideñas se han convertido en grandes celebraciones en las que parece casi obligatorio que los anfitriones agasajen a los invitados con grandes cantidades de comida y bebida incluso a sabiendas de que esto supondrá un fuerte malestar digestivo para unos y otros al día siguiente.

Evitar este problema comienza por diseñar tranquilamente los menús que querremos servir esos días teniendo en cuenta el número de personas que asistirán. Podemos cambiar muchos platos por algunos menos, pero de calidad, sabrosos y atractivos que nuestros invitados quieran comer despacio para disfrutarlos. Una manera de hacerlo es sustituir los primeros platos más pesados como los huevos rellenos o los hojaldres por canapés como brochetas de pulpo y gambas, falsas milhojas de tomate, mozzarella y ventresca; los asados de carne por pescados al horno y los postres más calóricos por otros a base de frutas como las macedonias.

Además, de esta manera estaremos dando prioridad a alimentos que nos sacien sin resultar especialmente calóricos ni pesados: verduras, hortalizas, carnes, pescados y frutas.

A continuación, es importante hacer la compra de manera adecuada. Para ello es fundamental que nos ciñamos al menú que hemos diseñado en base al número de comensales que seremos. De esta manera evitaremos no sólo comer de más esos días sino los posteriores por aquello de “antes reventar que tirar”.

Y, por fin, llegó el gran día. Es importante que nos sentemos a la mesa sin un hambre voraz que nos hará comer más y más rápido con el consiguiente malestar posterior. Por ello es buena idea hacer muchas tomas pequeñas y ligeras a lo largo de todo el día en lugar de ayunar. Además, no podemos olvidar que estamos ahí no solo para comer sino también para disfrutar de quienes tenemos alrededor. “Por tanto, comamos despacio, saboreando cada plato y disfrutando de la comida, pero también de lo que la rodea”, recalca Carmen Escalada, nutricionista clínica del IMEO.

Además, también nos va a ayudar a evitar la pesadez y el malestar, que irremediablemente siguen a un atracón de estas dimensiones, acompañar nuestras comidas con agua evitando así refrescos gaseosos y bebidas alcohólicas. Una medida que como anfitriones podemos llevar a cabo y que ayudará a nuestros invitados en este propósito es colocar un par de jarras de agua en la mesa para que quien quiera pueda ir echándose. Para hacerla más atractiva podemos infusionarla con hierbas o flores (albahaca, lavanda, menta, manzanilla, canela o romero) y frutas (manzana, pepino, jengibre, limón…).

Una vez acabada la comida y, aunque hayamos aplicado todas las medidas anteriores, ya estaremos saciados por lo que debemos retirar todas las sobras de la mesa, incluida la bandeja de dulces típicos pero calóricos e indigestos. Así evitaremos seguir picoteando sin escuchar a nuestro estómago y a su señal de saciedad y, por tanto, el dolor y la pesadez del mismo al día siguiente.

Por último, una vez que acabe la comida o cena podremos proponer a nuestros invitados actividades que nos ayuden a movernos y hacer mejor la digestión: baile, concurso de mímica, dar un paseo etc.

Opciones de menú más saludables

Algunos cambios oportunos en nuestro menú de Navidad lo pueden convertir en más saludable. Los expertos en nutrición del IMEO te detallan cómo.

De entrantes, podríamos dejar a un lado los patés, foies, hojaldres, tostas o pastelitos salados, los cuales nos aportan mayor cantidad de calorías y son más pesados a nivel de digestión. Sería recomendable sustituirlos por un salpicón de marisco, una ensalada de aguacate y langostinos, brochetas de verduras, salmón ahumado con huevo cocido, un buen jamón, espárragos blancos, anchoas con alcaparras y langostinos o gambas para compartir. Estas opciones son más nutritivas ya que poseen proteínas de alta calidad y grasas saludables, además son más ligeras y no nos harán llegar a los siguientes platos tan saciados.

En cuanto a los primeros platos, se puede preparar un caldo casero o una crema ligera de verduras para entrar en calor. Te propongo algunos ejemplos de cremas y sopas: sopa de pescado, crema de berros y aguacate, crema de apio, sopa de lubina al azafrán, crema de pollo trufada o sopa minestrone. Con ellas nos aseguramos un aporte de líquidos, ya que en esta época del año el agua siempre es un gran olvidado.

En los segundos platos, existen muchas posibilidades. La base de estos platos convendría que fuera proteína: langosta o cigalas a la parrilla con salsa romesco, vieiras asadas o pavo guisado con castañas.

En los postres, podemos utilizar como elemento fundamental en ellos la fruta, creando ricas brochetas con mini pepitas de chocolate negro, una macedonia o un sorbete casero. También podemos elaborar turrones caseros usando frutos secos naturales o tostados, arándanos deshidratados y chocolate negro. Otra opción es triturar avellanas u otros frutos como dátiles u orejones y usarlo como base de un postre evitando la galleta y añadiendo yogur desnatado o queso batido y fruta.

Siguiendo estas pautas, tendremos digestiones ligeras sin sensación de hinchazón o pesadez. También, aportamos a nuestro organismo, nutrientes de mayor calidad y un aporte considerablemente menor de calorías evitando esos kilos de más que muchas veces parece que son irremediables, pero no lo son.

Los productos frescos sólo suponen el 45% de nuestra compra

La Sexta Noticias

El 45% de nuestra compra está compuesta por productos frescos, muy lejos de lo recomendable: deberían ser el doble. El problema es que mientras el precio de frutas y verduras sube, los alimentos procesados cada vez son más baratos.

El 45% de lo que gastamos en comida son alimentos frescos: fruta, verdura, carne, pescado. Parece que está bien, pero Rubén Bravo, dietista del IMEO, nos abre los ojos: «Me parece un porcentaje realmente bajo. Entre el 70 y el 80% de los productos que compremos deben ser naturales o frescos».

La razón fundamental por la que comemos poco producto fresco es la economía doméstica. Durante la crisis, entre 2010 y 2016 su consumo cayó casi un 9% y fue sustituido por platos preparados que compramos cerca de un 8% más.

Con la recuperación económica deberíamos haber vuelto a lo fresco, pero no: el año pasado cayó otra vez un 2%. ¿Por qué? Fácil: son más caros. El precio de lo fresco subió un 5% en 2018, el doble que los productos envasados.

Pero hay otra razón: cuanto más jóvenes somos, menos alimentos frescos comemos, y ello se une a que las jornadas laborales de hoy dejan poco tiempo para comprar.

Así, el mercado, reino de los alimentos frescos, se ha quedado para los veteranos: tres de cada cinco euros de la cesta de la compra van a productos frescos.

Nos cuidamos más… Y no nos cuidamos lo suficiente

  • Seis de cada diez personas han reducido la ingesta de grasas o azúcares, pero las tasas de sobrepeso siguen en índices altos
  • Nos preocupa tener una nutrición saludable, pero no sabemos cómo mantenerla o no nos la podemos permitir. El nivel cultural y económico determina la alimentación

El Mundo, por Ruth Diaz

Congreso Europeo sobre la Obesidad, mayo de 2018, Viena. El Dr. João Breda, jefe de la oficina europea de la OMS para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, sentencia: «Ya no hay dieta mediterránea». Y en el Sur de Europa se oyó un crac. «Quienes están cerca de la dieta mediterránea son los niños suecos», remata. ¿Pánico? ¿Estupor? La OMS ya alertó en mayo de 2015 de que un 30% de los españoles sufriría obesidad y un 70%, sobrepeso. A la cuna del aceite de oliva, las hortalizas y la fruta se le fue la mano con el azúcar, la sal y las grasas industriales, favoreciendo la epidemia, sobre todo, en más del 40% de menores de Grecia, España e Italia.

Cuatro años más tarde, España se ha esforzado por volver al redil: hasta un 60% de la población declara haber reducido el consumo de grasas y un 61,5% el de azúcares, según el Barómetro Social Observados, obtenido a partir de la colaboración entre EL MUNDO, EXPANSIÓN y Sigma Dos. Pero ¿este cambio en los hábitos alimentarios es suficiente y, sobre todo, adecuado? Considerando en conjunto el sobrepeso y la obesidad, sólo un tercio de los encuestados por Observados reconoce sufrirlas, mientras que la Encuesta Nacional de Salud de 2017 (ENSE) estima que más de la mitad (54,5%) de los adultos tiene exceso de peso. La percepción positiva sobre nuestra salud se mantiene desde hace 30 años, según la ENSE, pero no dejan de aumentar los índices de enfermedades crónicas y de riesgos cardiovasculares en el metabolismo, como la hipertensión, la diabetes o el colesterol alto. Resulta evidente: «Los españoles quieren alimentarse mejor, pero no lo logran». Así acertó en el tiro la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en 2017, tras indagar en los menús de la población.

«Debemos invertir recursos para favorecer una vida más saludable y de calidad, sobre todo en los desfavorecidos», aconseja Carmen Pérez, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Las desigualdades de clase afectan como un rodillo a la salud. Según la ENSE, uno de cada diez menores padece obesidad y, mientras en la prole de directores o gerentes afecta al 5’6%, en la de trabajadores no cualificados se triplica (15,4%). «A mayor nivel cultural, la información y los hábitos nutricionales mejoran, pero en niveles inferiores se ha ido a peor», explica Pérez.

La falta de recursos provoca estragos en la alimentación, ya que, pese a los preocupantes indicadores, el 76,5% de los encuestados por Observados admite no haber realizado dieta alguna para perder peso en los últimos años y, aún menos, para prevenir enfermedades: un 81,1% no mantiene ningún hábito alimenticio para tal efecto. De hecho, el Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), con 25 años de experiencia, afirma que la preocupación por la nutrición es «estética, en vez de por salud; especialmente, entre mujeres», sobre las que se acentúa la presión. Observados confirma que son ellas las que más reducen grasas (64,5%) y azúcar (63,3%). Y una puntada más: se sigue recurriendo a las dietas milagro, dice Carmen Escalada, nutricionista de IMEO.

Las más nocivas son «las restrictivas e hipocalóricas; las monodietas a base de sirope de savia, limón, manzana o piña y la citogénica o keto dieta no supervisada, como la Atkins o Dukan«, explica la nutricionista Estefanía Ramo, también de IMEO. Con las tres, la pérdida de peso es rápida, pero, de regalo, hay que lidiar con el temido efecto rebote, bajadas de tensión, anemia o pérdida de masa muscular y, a lo peor, con la agudización de posibles trastornos como la anorexia y la bulimia e, incluso, con ataques cerebrovasculares o cardíacos.

«Es importante contar con el apoyo y consejo de un dietista-nutricionista», recalcan desde IMEO, inclusive siendo vegetariano o vegano. Ambos regímenes suponen menos colesterol y grasas saturadas y, por tanto, menor peligro cardiovascular. Pero la falta de proteína animal debe sustituirse por la vegetal (de ahí que el tofu sea el rey); cuidar el déficit de hierro y añadir suplemento de vitamina B12, pues, si se suprimen todas las fuentes de origen animal (huevos, lácteos o miel) aparecerá la anemia y el daño del sistema nervioso.

En el otro extremo de la báscula, la dieta paleo, tan cárnica y potenciadora de proteínas magras y vegetales y de grasas saludables (las mono y poliinsaturadas), tampoco es la panacea. Reduce el colesterol y protege frente a dolencias degenerativas, pero sólo es apta para deportistas: mantiene la masa muscular, pero camufla el riesgo de afecciones crónicas. Todo régimen varía en función del sexo, hábitos de ejercicio, patologías… «La mejor dieta es no hacer dieta», concluye Carmen Escalada. «Una alimentación saludable y adoptar la dieta mediterránea», precisa.

Un te lo dije, en toda regla, del Dr. João Breda de la OMS. En Viena, demandó: «Hay que recuperar la dieta mediterránea». Y si ésta, además, es sostenible, la reivindicación última de plataformas por la transformación del sistema alimentario, como la Fundación EAT, mejor que mejor. «Productos de proximidad, lo más frescos posible y de temporada», especifica Carmen Pérez, presidenta de SENC. Ese es el futuro.